martes, 29 de octubre de 2024




AMPARO VERSUS CORRUPCIÓN
ISABEL BANDRÉS

Miércoles, 16 de octubre, en el Congreso y desde las bancadas de los diputados surgen voces como cañonazos: Koldo, Gürtel, EREs, Bárcenas, Begoña, Púnica, EDU, NASEIRO, Roldán, tito Berni, Zaplana, Filesa, Rato, Ábalos… Los dos partidos mayoritarios se echaban a la cara los casos de corrupción que, a lo largo de la democracia, han protagonizado. Ninguno reconocía los propios, pero tenían muy bien memorizados los ajenos. Muchos españoles contemplábamos avergonzados un espectáculo degradante.

La democracia significa amparo, cobijo para todos e igualdad ante la ley. No en vano, existe, en nuestro ordenamiento jurídico, el recurso de amparo que se ejercita ante el Tribunal Constitucional. Es un medio de control de carácter judicial cuyo objetivo es garantizar los derechos humanos y fundamentales que recoge nuestra Constitución. Incluso los principios rectores, que aparecen en ella (como el derecho a la vivienda que no es, como muchos creen, un derecho fundamental) y que no pueden ser reclamados ante los tribunales, señalan reiteradamente en su articulado que “los poderes públicos aseguran la protección”. ¿Cuando contemplamos el comportamiento de los diputados, nos sentimos amparados o protegidos? Más bien percibimos que somos vejados por unas personalidades inmaduras, con complejo de dios y ambición sin límites que necesitan ser adorados continuamente.

La corrupción, hoy en el centro de la discusión política, es ya un clásico. Cada caso supone abrir una grieta, difícil de cerrar, entre ciudadanos y políticos. El desgaste que los partidos políticos están sufriendo por sus actuaciones nos conduce a una deriva peligrosa. Recordemos lo que sucedió en Europa en los años treinta. Entonces, los partidos políticos, por causas múltiples, perdieron credibilidad y los ciudadanos auparon hasta el poder a visionarios mesiánicos con los resultados que todos conocemos. Sin partidos políticos, los totalitarismos terminan por aflorar y en ellos no existe ni el amparo ni la protección, solo la obediencia ciega. La historia nos ha dado algunas lecciones que sería bueno no olvidar.

La polarización y la corrupción son hoy los grandes destructores de la fe en nuestro sistema de libertades y son muchos los ciudadanos que ya optan por no votar. Michael Ignatieff (premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales) asegura: “La polarización lleva a la violencia. Si no empezamos a escucharnos, si no entendemos que estamos jugando con fuego podemos terminar rompiendo la democracia”.

La defensa de la democracia no es un asunto baladí. Es defender las libertades y la cultura. Es el espacio donde somos considerados iguales y donde las mujeres hemos logrado un lugar como sujetos de derecho. Hoy, mientras escribo estas líneas, se ha destapado que un diputado de la izquierda, defensor acérrimo del feminismo, ha sido acusado de agresión sexual y de comportamientos machistas. Solo en una democracia es posible denunciar y apartar del poder a un político de primera fila por hechos punibles. La libertad de prensa y la división de poderes lo hacen posible. 

Existe, además, en el comportamiento de los políticos, actitudes y acontecimientos que no están penados por la ley, pero que ejercen una corrosión lenta y segura en los conductos por donde fluye la democracia: la dejadez, la hipérbole contra el otro, la utilización de las tribunas públicas para defender los intereses propios, las mentiras sistemáticas, la ocupación de las instituciones por el poder político y la contradicción extrema entre los principios morales que defienden en la tribuna y los que practican. Desgraciadamente, el método Trump se extiende, en alguna medida, a todos los países. La democracia de Estados Unidos sobrevivió, a duras penas, a cuatro años de su mandato. Ahora, las amenazas lanzadas por Trump contra el sistema, nos hacen temer lo peor. Hoy, 25 de octubre, las encuestas le dan como vencedor. Si él gana, todos los demócratas perdemos.

Pero, a pesar de lo que estamos viviendo, hay un lugar para la esperanza siempre que existan demócratas que mantengan la mirada atenta y el ánimo sereno para advertir los fallos de unos y otros. Estamos en un sistema imperfecto, sostenido por partidos políticos imperfectos a los que votamos individuos imperfectos. Esa, y no otra, es nuestra naturaleza. La otra opción es vivir en el mundo de los Trump y los Maduro.

ISABEL BANDRÉS




INTELIGENCIA ARTIFICIAL
MARÍA LUISA MAILLARD
 

“La inteligencia artificial no puede pensar porque no se le pone la piel de gallina”. Esta metáfora, utilizada por el filósofo Byung-Chul Han en su libro No-Cosas, me parece que pone el dedo en la llaga de la evolución que manifiesta estar siguiendo el hombre occidental: la seducción sin fisuras por el progreso tecnológico. ¿La ampliación de las capacidades de nuestro cerebro monopoliza, tal vez, nuestras ansias de infinitud? ¿Aspiramos a que no se nos ponga “la piel de gallina” en aquello que nos define como seres humanos: el pensamiento y el suelo en que se sostiene? La inteligencia artificial no se inmutaría, por ejemplo, ante el espectáculo de los cadáveres amontonados en un campo de concentración nazi. Sólo los contaría.

El mito del progreso me parece uno de los más arraigados en la mentalidad colectiva del actual hombre occidental. Tal vez porque ha procurado durante décadas una mejora sustancial de nuestro bienestar material, amén de ampliar nuestras expectativas de vida, gracias a los avances científicos de la medicina. Sin embargo, tales beneficios —que sólo afectan a una parte de la población mundial—, están siendo eclipsados por los vertiginosos avances de la tecnología de los medios de comunicación y de la inteligencia artificial. Las voces críticas que, sin negar las ventajas, señalan los aspectos negativos, se encuentran en los márgenes del sistema. Un mito exige una reverencia sin fisuras, dada su acepción actual de imagen fija que atesora una verdad incuestionable. Quién cuestione alguna faceta del mito, por mínima que sea, será tachado de “antigualla”, de fuera de juego, de “carca” en nuestra jerga patria.

Sin embargo, hace ya tiempo que el gran oso de los medios de comunicación digitales, que nos iba a arropar con su manto igualitario, está asomando su hocico peludo: el trato con el otro pierde corporeidad y aumenta el narcisismo; la imagen sustituye a la realidad; el “me gusta” a la libertad de juicio; las consignas al pensamiento; la posverdad a la verdad. Nada de eso dificulta su avance imparable: ¡Es el progreso!

El poder político y económico interviene en el proceso. La nueva tecnología digital atesora, sin duda, importantes canteras para la rentabilidad económica y el control de los ciudadanos, siempre díscolos. Se acumulan datos sobre la ciudadanía; incluso la informática cuántica puede llegar a desencriptar todos los datos personales de los usuarios. El ciudadano se ve sumergido en el mundo digital y sometido a la pérdida progresiva del trato personal, en aras de las aplicaciones y plataformas digitales, ya imprescindibles para una consulta médica, cualquier gestión burocrática o, simplemente, para ir a la piscina.

“El exceso de conectividad nos conduce hacia la quiebra de la comunicación” —señala Adela Cortina—, y la rapidez vertiginosa en la difusión de noticias falaces, hacia la del mismo concepto de veracidad, poniendo en riesgo la democracia. Y no sólo eso. Los problemas reales se solapan. ¿Algo va mal en algún sector sensible de la sociedad, por ejemplo, en la educación? La solución unánime es: digitalización.

Y entonces llega a darnos el empujoncito la inteligencia artificial. Es más rápida que la mente humana en la acumulación y proceso de datos; aunque se limita a descubrir las correlaciones. Puede incluso ser más hábil en la selección de personal en las empresas porque “no se le pone la piel de gallina”. Es rigurosamente objetiva en la ecuación beneficios/pérdidas. Así lo entienden compañías como Xerox, Amazon, Uniliver o ya, desde 2014 el fondo de inversión chino Deep Knowledge Ventures. Pero como muy bien señala Byung-Chul Han, la inteligencia artificial posee dos diferencias fundamentales con el pensamiento humano. La ausencia de disposición anímica le veda, por ejemplo, anclarse en el mundo, en la circunstancia, diría Ortega, y más allá en las “creencias”, el suelo en el que nos movemos. La inteligencia artificial es sorda, no oye la voz del mundo ni tiene conciencia.

 

La segunda diferencia es quizá la más fundamental. La inteligencia artificial procesa datos de una realidad ya dada, y no es capaz de comprender el resultado de sus cálculos. El pensamiento humano, sin embargo, es analógico, está anclado en el mundo, en la circunstancia y en la conciencia, y tiene por ello la virtualidad de abrir la puerta al futuro de lo diferente. Es el camino que ha seguido la cultura occidental, enfrentándose periódicamente al pasado y abriendo espacio a lo a lo nuevo, a lo distinto.

Un progreso centrado en la inteligencia artificial, paradójicamente cierra el futuro y se encripta en el pasado. ¿Queremos asemejar nuestro pensamiento al de las máquinas? Adela Cortina señala que en ese camino nos estamos jugando los clásicos valores del humanismo que han sustentado en los últimos siglos la cultura occidental: la libertad, la igualdad y la solidaridad.

Periódicamente se arguye que es el hombre quien controla a la máquina, que la máquina es neutra: hará lo que los hombres quieran que haga. ¿A qué hombres se refiere? ¿A aquellos que hoy en día controlan los resortes del poder y abusan de él? No parece un argumento muy esperanzador.

En el mundo incierto que se está abriendo ante nuestros ojos, una acumulación de datos que desborde o minimice la necesaria interpretación, por ausencia del elemento del cuerpo humano, donde se asientan los sentimientos y nuestro engarce en el mundo, no parece que nos vaya a beneficiar. Lo que necesitamos es la potencia analógica del pensamiento y valores morales que nos guíen. No se aprecia progreso en esta dirección en las actuales sociedades occidentales. Las guerras se incrementan, así como las desigualdades y las derivas autoritarias de los gobiernos, que basan su actuación en polarizar a los ciudadanos. 

Las democracias se resienten por arriba y por abajo. Por arriba no hay modelos de comportamiento; aunque sí cada vez más jefes o “amos”. Por abajo el “demos”, la ciudadanía, se ve sumergida en una polarización, forzada desde arriba, que acapara el mundo de los sentimientos y los afectos. Nos deja inermes frente a los verdaderos problemas que aquejan a nuestro mundo; nos sitúa frente al otro como único criterio de verdad.

Más que nunca necesitamos de la audacia de un pensamiento libre, para lo que deberíamos centrar nuestros esfuerzos en ampliar los márgenes de libertad de las instituciones culturales, de las universidades y de los medios de comunicación. Necesitamos abrirnos a la esperanza. La inteligencia artificial no tiene esperanza.

MARÍA LUISA MAILLARD

 




IMÁGENES SOBRE LAS MUJERES Y LOS LIBROS
42. LA LECTURA COMPARTIDA 
LEYENDO EN VOZ ALTA
INÉS ALBERDI

Hay algunas ocasiones en las que la lectura compartida toma la forma de leer en alto.

La lectura fue durante siglos una actividad colectiva. La regla era la lectura en alta voz, ya estuviera el lector a solas o ante una audiencia. Pero, en algún momento, comienza la lectura en silencio, para una misma. ¿Por qué? ¿Cómo se produce esto? ¿Cómo pasa a ser un comportamiento habitual? La historia de cuando San Agustín ve por vez primera a San Ambrosio leyendo en voz baja marca una señal de cómo la lectura comenzaba a ser una actividad personal, íntima y aislada. Este cambio tiene mucho que ver con el comienzo del individualismo y la creencia en los valores de la personalidad y del libre albedrío.

Cuenta Manguel que solo bien avanzado el siglo XVII se generalizó el leer en silencio, pues siempre se había pensado en la lectura como un recitativo, aunque fuera solo para uno mismo. A pesar de que se extiende la idea de leer en silencio se mantiene también la costumbre de leer en voz alta para que otros escuchen.

Henriette Browne, Francia (1829-1901)
La lectura de la Biblia, 1857
Christchurch Galería de Arte, Nueva Zelanda

En algunos de las obras que retratan mujeres con libros hay una mujer que lee para otra que está escuchando, y la que lee es generalmente la que sostiene el libro.

Robert Lewis Reid, Estados Unidos (1862-1929)
Dos niñas leyendo, s/f
Colección particular

UNA LEE Y OTRA ESCUCHA

Es así en el retrato que hace Berthe Morrisot de su madre y su hermana; en ella la madre parece estar leyendo a la hija el libro que tiene entre sus manos.

Berthe Morisot, Francia (1841-1895)
La madre y la hermana de la artista, 1869/1870
Galería Nacional de Arte de Washington

Henri Fantin Latour también representó esta situación en los numerosos retratos que hizo de las mujeres de su familia. Retrató muy frecuentemente a la hermana de su mujer, que era muy hermosa. En este ejemplo, su mujer lee un libro a su hermana, mientras esta escucha atentamente sin hacer nada.

Henry Fantin-Latour, Francia (1836-1904)
La lectura, 1870
Fundación Calouste Gulbenkian, Lisboa, Portugal

LEER EN ALTO PARA LOS MAYORES

Cuando se trata de una joven que lee a una persona mayor, se ofrece la idea de un favor que se hace a alguien que no puede leer.

Encontramos una obra de John Everett Millais (1829-1896) en la que se ve una mujer que lee sentada a los pies de un anciano, quizás su padre, porque a este le falla la vista.

John Everett Millais, Reino Unido (1829-1896)
El paso del noroeste, 1874
Tate Gallery, Londres, Inglaterra

Hemos encontrado varios ejemplos de mujeres jóvenes que leen para los ancianos.

Walter MacEwen, Estados Unidos (1860-1943)
La ausente en el día de todas las almas, c.1900
Colección particular

Elizabeth Jerichau-Bauman, Polonia (1818-1881)
Una niña lee la Biblia, los abuelos escuchan con devoción, 1858
Colección particular

LEER PARA LOS QUE ESTÁN ENFERMOS

También hay casos en que se lee a quien está en la cama, quizás porque está herido o enfermo.

Elizabeth Jerichau-Bauman, Polonia (1818-1881)
Un soldado danés herido, 1865
Galería Nacional de Arte de Copenhague, Dinamarca


Rupert Charles Bunny, Australia (1864-1947)
La convaleciente, 1910
Colección particular

William Hatherell, reino Unido (1855-1928)
El último mensaje, 1918
Museo Imperial de la Guerra, Londres, Inglaterra

LEER PARA LAS QUE TRABAJAN

Las obras en que una mujer lee mientras otras hacen labores son muy numerosas. Parece que se trata de un reparto de tareas, una de las mujeres se encarga de la lectura mientras las otras hacen labores.

Walter Firle, Alemania (1859-1929)
Dos chicas en la ventana, 1903
Colección particular

Este es un uso tradicional de la lectura en voz alta, que supone un servicio que una de las personas hace al grupo, ya sea porque estas no saben leer o porque están ocupadas haciendo trabajos manuales. Yo todavía recuerdo que, en mis años de escuela primaria, en la clase de “labores” ponían a una de las niñas a leer en voz alta mientras las otras compañeras cosían.

Walter MacEwen, Estados Unidos (1860-1943)
Dos muchachas en un interior, 1900
Colección particular

Leer en voz alta ha sido una costumbre muy extendida cuando los libros eran escasos y cuando la lectura trataba de entretener a las gentes trabajaban. Emilia Pardo Bazán cuenta en su novela La Tribuna cómo las obreras de la fábrica de tabacos de La Coruña pagaban el tiempo de una compañera obrera para que esta leyera mientras el resto trabajaba. Lo mismo cuentan de la fábrica de cigarreras de Sevilla; y tuvo que ser una forma muy habitual de organizarse en numerosos talleres y centros de trabajo.

Thérèse Schwartze, Holanda (1851-1918)
Tres niñas del orfanato de Ámsterdam, 1885
Rijksmuseum, Ámsterdam, Países Bajos

La lectura comunal es sinónimo de aprendizaje paralelo y similar para todos, creando lazos de solidaridad y compromiso de lucha. Manguel cuenta como en algunos momentos o periodos revolucionarios se quiso restringir la lectura en los talleres obreros y fueron numerosas las normas y directivas que restringían le lectura en voz alta por considerarlas subversivas (Alberto Manguel Una historia de la lectura).

Esto queda plasmado en la novela de Pardo Bazán, que antes señalábamos, que se sitúa en las fechas inmediatas a la Revolución Gloriosa de 1968 y donde llaman “la tribuna” a una obrera que arriesga su libertad y su trabajo para traer la República y echar abajo la Monarquía. En estas épocas había una fuerte desconfianza de lo que pudiera ofrecer la lectura a las mujeres obreras.

Pero también en los ambientes burgueses se dan estas situaciones de leer en alto para que otras mujeres hagan labores.

Gustave Caillebote, Francia (1848-1898)
Retratos en el campo, 1876
Museo de Arte e Historia Baron Gerard, Bayeux, Francia

LA LECTURA COMO ESPECTÁCULO

Leer en alto ha sido también una costumbre de escritores que, sobre todo en los países anglosajones, han puesto de moda que los autores y las autoras populares hicieran lecturas públicas de sus obras. Son famosos los viajes que hizo Dickens por los Estados Unidos leyendo sus obras; viajes que le produjeron importantes ingresos además de una enorme popularidad. Algunos autores han sido notorios por la forma, la gracia o la emoción, que daban a sus lecturas públicas. Recuerdo haber leído el libro que escribió el acompañante de Dylan Thomas a unos de esos tours de lectura por los Estados Unidos y en el que contaba con acierto la genialidad del poeta que entusiasmaba a las audiencias a la vez que los organizadores se desesperaban porque no lograban superar la informalidad, el nerviosismo y el alcoholismo de Thomas (Berryman, John. After many a Summer: memoirs of Dylan Thomas)

Leer en alto y a la vez actuar es lo más parecido posible a hacer teatro, que a tantos entusiasma.

Rupert Bunny, Australia (1864-1947)
Sin título, 1912
Colección particular

INÉS ALBERDI


LECTURAS Y VERANO 2024. Parte III
NATALIA VELASCO

Ritmo lento, de Carmen Martín Gaite, fue la tercera lectura de mi verano 2024, que tan lejos queda ya. Me parece increíble que leyera en un mes tres novelas y que tres meses después no haya leído todavía ninguna. Es precisamente ritmo lento lo que necesita la vida para que en el tiempo de lectura pueda deslizarse por ella.

La novela se publica en 1962 y queda finalista al premio Biblioteca Breve de narrativa que convocaba Seix Barral. La ganadora es Tiempo de silencio, de Luis martín Santos y los dos autores bromean jugando con los títulos e imaginando que pudieran intercambiarse para convertirse en Ritmo de silencio y Tiempo lento. Tuvo una buena acogida por parte de la crítica, pero pronto cayó en el olvido. La narrativa española en los 60 se abría nuevos caminos y se apartaba del realismo social. Los cambios en la sociedad española de los 60 eran incipientes y avanzaban a un ritmo lento, pero España se iniciaba en una economía de mercado y, por primera vez, descendía el consumo de pan. La novela de Martín Gaite trata de las consecuencias que estos cambios acarrean en las personas más sensibles y desubicadas. David, el protagonista, bucea en su historia personal, en sus progenitores, en su memoria familiar para comprenderse y, a través de esa reflexión interior, cuestiona los principios básicos de la sociedad: el dinero, el amor, la felicidad. Carmen abandona el tiempo lineal para dar entrada al tiempo subjetivo, al tiempo de la memoria, de los recuerdos y las esperanzas. Con esta novela, abandona el realismo imperante en la narrativa de posguerra y se adentra en un retrato psicológico de los personajes a la manera de su maestro, el escritor italiano Svevo.

Leer Ritmo lento después de haber leído dos novelas de autoficción, La mala costumbre, de Alana S. Portero y Elogio de las manos, de jesús Carrasco, me hace pensar en las diferencias que conllevan ambos modos de narración. La novela de autofición permite dar mayor fuerza emocional al texto y ser más convincente, mientras que la novela narrada en tercera persona es más distante y hace hincapié en lo racional. Se puede jugar con el punto de vista de otros personajes y el lector, en lugar de identificarse con el protagonista, puede juzgarlo o reflexionar sobre él.

La excelente narradora que es Carmen Martín Gaite, nos permite ahondar en los temas que siempre le preocuparon, a saber: la vida condicionada por los lazos familiares y el compromiso afectivo; la capacidad de conversar como arma de inteligencia; la capacidad de hablar para detener la vida y el tiempo o la de pensar para detener la acción. La novela nos plantea una pregunta que queda sin reponder: ¿cuál es la verdadera lucidez, en suma, la renuncia casi inhumana a la actividad y al amor o la trasigencia y la acción? En este sentido, la novela de C.M. Gaite es un testimonio inolvidable de su tiempo histórico y también del nuestro.

En 2025 se celebra el centenario del nacimiento de la autora. Es una buena ocasión para retomar su obra y deleitarse con su prosa.

NATALIA VELASCO

NATALIA VELASCO ES AUTORA DE LA BIOGRAFÍA DE CARMEN MARTÍN GAITE, Nº 31 DE LA COLECCIÓN DE MUJERES RELEVANTES (AMMU-EILA EDITORES, 2016).





DE LA NUBE A LA RESISTENCIA
DANIÈLE HUILLET O EL CINE COMO RESPIRACIÓN
 FELIPE VEGA

“El único caos es la injusticia”. Paul Eluard.

“Recuperar cosas del pasado es también hacer la revolución” decía el compañero de Danièle Huillet, Jean-Marie Straub. La pareja, ya fallecida, ha sido una representación de un cine de resistencia estética y políticamente tenaz hasta la cabezonería agotadora, arriesgado como pocos. Su obra es ignorada por tantos que se hace muy difícil encontrar seguidores y admiradores a estas alturas. Si queda alguno no hay duda: lo será hasta el final. Paradójicamente fueron estrellas de primera magnitud en los festivales de cine. En términos cinematográficos se les considera “directores para directores” o “cineastas de referencia”. Directores o directoras que han conocido su obra no han podido continuar con la suya de la misma manera. Tal vez por eso existen directores y directoras que han evitado acercarse a su trabajo, por miedo a descubrir el suyo sumido en numerosas contradicciones y falsedades cuando suelen presumir de lo contrario. Huillet y Straub resultaron incómodos porque el sentido de compromiso se ve interrogado una vez conocido su cine. 

Una de sus mejores obras, Crónica de Ana Magdalena Bach, reposa en el altar de los musicólogos debido a su fidelidad a Juan Sebastián Bach. Su rigor musical ha cautivado desde siempre, y contiene aspectos tan auténticos que ninguna obra “de ficción” (salvo la grabación de conciertos en directo), ha podido igualar. Se rodó con instrumentos, vestuario y pelucas pertenecientes a la época de Bach. Se convirtió en “actor” el mejor intérprete del compositor, Gustav Leonhardt. La música sinfónica y de coros del film fue rodado con sonido directo (hecho nada habitual, y menos en 1968) y en los lugares donde se había interpretado por primera vez un adagio, un andante o cualquier otro movimiento de las partituras bachianas.

Danièle Huillet y Jean-Marie Straub

Desde su encuentro en los años 50, la pareja estableció una firme división del trabajo: la primera, en preproducción; la segunda, en el rodaje; y por fin, la última, en el montaje. Huillet se encargaba de gran parte de las negociaciones económicas y de la financiación. En el rodaje del sonido, y después en montadora, soportando, además, los apestosos puros italianos de Jean-Marie sentado tras ella en la sala. En momentos como ese, en mitad de la oscuridad y la pantalla de la moviola encendida, se podía sentir el amor entre los dos. 

En las entrevistas, Straub dejaba estallar su vehemencia, su vitriólico humor y sus violentas respuestas ante la estupidez de algunas preguntas. Ella, en cambio, guardaba silencio hasta el momento en el que se sentía obligada a precisar algún aspecto, rebajando la verborrea de su marido. Es una completa lección de cine contemplarla durante el proceso de montaje, en el que exhibió un sentido práctico imprescindible. Como en el caso de muchas mujeres de los 70, su duro combate por la igualdad fue tan contundente como modesto. 

“Si no se es capaz de combinar realismo y misterio es mejor no dedicarse a las imágenes…”, dijo en una entrevista. Su cine posee una materialidad extrema y, no obstante, guarda el misterio a través de su seca representación de lo real y su sentido materialista del arte. De algún modo, su obra guarda relación con Luis Buñuel y su puesta en práctica del surrealismo, es decir, introduciendo elementos disonantes, pero reales, dentro de una realidad distinta y presente“, [se trata de] no imponer al espectador imágenes por encima de la música…”, decía refiriéndose a la adaptación de la ópera de Schönberg Moises y Arón, rodada en 1975. 

El cine que hicieron se apoyaba en adaptaciones de obras literarias, teatrales o ensayos, desde Franz Kafka, Corneille y Brecht, Bernanos, Vittorini, hasta Cesare Pavese, del que adaptaron su libro Diálogos con Leucó y que titularon De la nube a resistencia. El término “adaptaciones” se queda corto en su caso, porque pusieron patas arriba la convencionalidad del criterio utilizado hasta ese momento, al tiempo que rechazaban de plano que fuese su intención hacerlo. Defendían que la lectura de los textos, su recitación que respetaba la cadencia de versos y métrica, obedecía a una estudiada literalidad que se negaba a embellecerlos gratuitamente. Muy próximos al cine de Robert Bresson, esto se consideró como una ofensa a la dicción. Su ausencia de idealización les ganó fama de intransigentes de una manera bastante injusta. El dúo y su entrañable relación se apoyó en un sólido respeto a la cultura europea. ¿Cómo se puede ver hoy algo de su obra? Difícil respuesta. La colección de DVDs que se editaba en España ha desaparecido devorada por el hambre de las plataformas, aunque quedan países como Francia que lo siguen editando, pero claro… 

Danièlle Huillet y Jean Marie Straub

En YouTube permanecen numerosas huellas de su trabajo en pequeñas dosis que merecen la pena. Como, por ejemplo, la primera secuencia de Crónica de Ana Magdalena Bach y el primer movimiento del concierto número uno de Brandenburgo, que ilustra a la perfección la esencia de su cine. También se pueden encontrar fragmentos de entrevistas. Uno de ellos, por poner el caso, transcurre mientras Danièle Huillet tiende la ropa y muestra toda su energía y coraje vital… En fin, si les pica la curiosidad, encontrarán suficiente material para hacerse una idea. 

Eso sí. Abstenerse las/ los que tengan demasiado claro “cómo debe ser el arte”, y todas aquellas que crean tener la patente de “cómo debe ser el cine”. Sin curiosidad no hay progreso que valga. Peligrosa situación que nos ha traído, lentamente, hasta nuestra mediocre época actual.

FELIPE VEGA

CHRONICLE OF ANNA MAGDALENA BACH (1968)

https://www.youtube.com/watch?v=cnq-3CyBxR4

 

BREVE ENTREVISTA DEL CORTO DOCUMENTAL DE PEDRO COSTA 6 BAGATELAS. (SE TRATA DE TOMAS DESCARTADAS DE SU PELÍCULA MÁS LARGA OÙ GÎT VOTRE SOURIRE ENFUI?' SOBRE LOS DOS CINEASTAS JEAN-MARIE STRAUB Y DANIÈLLE HUILLET.

https://www.youtube.com/watch?v=2gWjcERhQLI

 
DE LA NUBE A LA RESISTENCIA

https://www.youtube.com/watch?v=cMxt1MjWlIU

 

KOMMUNISTEN

https://www.youtube.com/watch?v=QJ8ouB9qmx4

 


CARMEN DE BURGOS EN LA BIBLIOTECA NACIONAL Y EN LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE 

Despreciada por sus libros de cocina, defendió la importancia de la gastronomía para la cultura de la mujer y el progreso de España.

Asunción Valdés

Cuando se inauguraba en la Biblioteca Nacional de España la exposición dedicada a restituir el recuerdo de las escritoras Carmen de Burgos y María Lejárraga, la Facultad de Filología de la Universidad Complutense de Madrid rendía homenaje a la primera, Colombine —su seudónimo más popular— en el VII Seminario Internacional de LOEP, La Otra Edad de Plata; el grupo de investigación destinado a rescatar del olvido a autores del fructífero primer tercio del siglo XX, borrados por el canon literario, discriminación machista o motivos políticos.

El 26 y el 27 de septiembre, profesores y estudiosos de España, Portugal, Italia, Francia, Alemania, Turquía y Estados Unidos analizaron la extraordinaria socialización literaria de ese periodo, a la luz de sus numerosas publicaciones populares, bajo la pregunta ¿buena o mala literatura?

La catedrática emérita Ángela Ena Bordonada destacó a Carmen de Burgos como una de los principales autores de novelas cortas en la Edad de Plata de las letras hispanas. Esos relatos se distribuían por primera vez en revistas semanales, con ilustraciones atractivas y precios muy asequibles. La llamada literatura de quiosco vivió su etapa de oro con tiradas de hasta trescientos mil ejemplares.

Lo cotidiano y lo popular ganaban protagonismo en las expresiones artísticas y se dejaban atrás obras de escritores de la Generación del 98, centradas en la crisis de identidad sufrida tras el fin del Imperio español. Algunos de estos autores —Pío Baroja, Azorín o Miguel de Unamuno—, escribieron también novelas breves, junto a notables firmas como las de Emilia Pardo Bazán, Benito Pérez Galdós, Gabriel Miró, Valle-Inclán o la mencionada Colombine. Para aumentar el número de lectores, los editores de esas colecciones, apuntaron su objetivo hacia la burguesía y el creciente número de mujeres y obreros que estaban dejando el analfabetismo, lacra del siglo XIX que llegó a afectar a más del 80 por ciento de la población.

El fenómeno del auge de la lectura empezó en 1907 con la salida de El Cuento Semanal, en el que Carmen de Burgos se estrenó en 1909 con El tesoro del castillo, novela corta ambientada en el almeriense Valle de Rodalquilar, en el Cabo de Gata, donde la escritora disfrutó su infancia y primera adolescencia en el cortijo familiar.

Al año siguiente, bajo nueva cabecera, Los Contemporáneos, publicó El veneno del arte, retrato de la noche madrileña de tertulias bohemias. La autora, nacida en Almería en 1867, había llegado a la capital del Reino en 1901, tras ganar la oposición de Magisterio. Aunque el primer destino fue la Escuela Normal de Guadalajara, gracias a una comisión de servicios, pudo llegar a Madrid, atraída por su vida cultural e intelectual. 

Un título destacado especialmente por la profesora Ena Bordonada como “publicación fundamental” fue El artículo 438, aparecido en 1921 en La novela semanal. En menos de cincuenta páginas, Carmen de Burgos, a través de una adictiva y angustiosa novela, denunciaba la injusticia del artículo 438 del Código Penal. Si el marido mataba a la esposa por adulterio, la pena era irrisoria —un alejamiento de dos años a 25 kilómetros—, sin demostrar la presunta infidelidad de su mujer ni perder ninguno de sus derechos. Para la esposa, en igual situación, tras tener que presentar numerosas pruebas, le esperaban años duros de cárcel. Carmen defendió siempre la igualdad de oportunidades entre los dos sexos. Los Códigos Civil y Mercantil reflejaban asimismo la discriminación de la mujer.

Fue en su gran novela La Rampa, ambientada en Madrid en 1917, donde Carmen expuso crudamente las vejaciones y penurias que sufrían las trabajadoras de la clase media. En la misma época, una profesora turca, Halide Epid Adivar, escribía otra novela, Vurun Kahpeye (Matar a la puta), centrada en tema similar. Nermin Inan, investigadora de las universidades Namik Kemal de Estambul y de la Complutense, presentó su estudio comparativo entre las dos obras para mostrar las tensiones progreso-tradición que vivían España y Turquía, reflejadas a través de la marginación femenina.

TRADUCCIONES PARA TODOS

En el seminario de la Facultad de Filología, el profesor José Miguel González Soriano subrayó la importancia de las traducciones para llegar a más lectores. A esa democratización de la cultura contribuyó enormemente Colombine por medio de arreglos de libros de consejos prácticos que triunfaban en el extranjero y ella convirtió en superventas españoles.

Quien firma este artículo participó en dicho seminario internacional con la ponencia: Carmen de Burgos, la escuela en el hogar o cómo triunfar en la cocina, el tocador y las relaciones sociales. La editorial valenciana Sempere y Compañía, cuyo director literario era Vicente Blasco Ibáñez, le encargó esas traducciones, que ella aceptó para completar su exiguo sueldo de maestra, pero sin dejar de luchar, a través de sus artículos, conferencias y novelas, por los derechos de la mujer, el divorcio y el voto femenino. Sin embargo, literatos coetáneos se mofaban de ella y la llamaban “la gorda que escribe recetas de cocina”.

Defendí que Colombine contribuyó a la socialización de la lectura con sus libros prácticos, adornados con sus toques culturales, que contribuyeron al empoderamiento femenino y al progreso de España. A través de sus prólogos plasmaba su gran erudición. En su introducción a La Cocina Práctica, en 1906, Carmen recorre la historia a través del arte culinario. He aquí algunos ejemplos:

En la Biblia, la manzana de Eva es el origen todo. Rebeca cocinó las lentejas que su hijo Esaú vendió a su hermano Jacob por su primogenitura. El esplendor de los banquetes romanos se aprecia en “las fastuosas comidas en el triclinium.” El marqués de Villena escribió en el siglo XIV su Arte cisoria, el arte de trinchar o cortar. Y Cervantes describió “con tanta galanura” el festín de las bodas de Camacho. Hasta llegar al fogón francés, “un Napoleón que conquistó el mundo”.



ASUNCIÓN VALDES ES AUTORA DE LA BIOGRAFÍA DE CARMEN DE BURGOS, EDITADA POR EL INSTITUTO ALICANTINO DE CULTURA JUAN GIL-ALBERT, EN 2021.






DELHY TEJERO VUELVE AL MUSEO DE ZAMORA
ÁFRICA CABANILLAS CASAFRANCA

Acaba de presentarse en el Museo de Zamora la obra Arquitectura (1960), de Delhy Tejero, lo que supone todo un acontecimiento cultural en la ciudad, puesto que no se puede concebir este museo provincial sin algún trabajo de la pintora nacida en Toro, una de las figuras más destacadas de la renovación artística española desde finales de la década de los veinte hasta los últimos años sesenta del siglo XX. El acto fue especialmente significativo y emocionante, ya que el día elegido para su celebración, un 10 de octubre, pero de 1968, murió la pintora a los sesenta y cuatro años de edad.


El cuadro Arquitectura, que se ha colgado en la Sala VIII de Bellas Artes, dedicada a la escultura y la pintura de los siglos XIX y XX, viene a llenar el hueco dejado recientemente por otro trabajo de Delhy, Moussia (1954), que se ha exhibido durante casi veinticinco años en el museo, de 1999 a 2023. Desde que se cerró la exposición antológica de la artista Una muchacha y una maleta, celebrada con motivo de la XIV Bienal de Pintura de Zamora, hasta que la compró el Museo Reina Sofía, en cuyas salas esperamos verla próximamente. Ahora bien, en la colección del museo catellano no hay ninguna obra de Delhy —algo muy frecuente aún cuando se trata de mujeres creadoras—, por lo que en ambos casos han sido los préstamos de la familia de la pintora, heredera de su legado, los que han hecho posible completar esa laguna y admirar su trabajo.

Arquitectura, Delhy Tejero, 1960

Moussia, Delhy Tejero, 1954

Por fortuna, en esta ciudad, hay un número considerable de obras de Delhy, tanto en colecciones privadas como públicas, entre las que destaca, con mucha diferencia, el mural Amanecer jurídico del pueblo zamorano (1949) del Salón de Plenos del Ayuntamiento Nuevo, inspirado en la historia medieval que representa el fuero que concedió el rey Fernando I el Magno al municipio, y que se le encargó tras ganar un concurso público. La pintura se conserva en su lugar original y va a ser restaurada próximamente, lo que es una muy buena noticia, aunque se antoja un trabajo difícil, puesto que lo hizo con una técnica original y muy compleja, estofado sobre oro con matizaciones de siena con el lienzo como soporte.

Amanecer jurídico del municipio zamorano (paño central), Delhy Tejero, 1949

Los responsables del Museo de Zamora, con Rosario García y Alberto del Olmo a la cabeza, han querido que entre las dos obras expuestas de Delhy, pintadas en una época similar separada por poco más de un lustro, en 1954 Moussia y 1960 Arquitectura, haya una relación o, mejor dicho, una continuidad, sobre todo, en lo que respecta a una característica muy interesante y definitoria de una parte importante de la producción de Delhy: la combinación de figuración y abstracción. Este es el caso también de otros trabajos de la artista de los años cincuenta y sesenta, por ejemplo, los retratos de sus sobrinos Javier (1955) y María Dolores (1955), las series Redes (1959) y Surcos (1959), o los murales del vestíbulo del edificio de oficinas de la antigua Fábrica de Tabacos de Altadis en Sevilla (1965-1966).


FIGURACIÓN RENOVADORA

La obra de Delhy, aunque figurativa, desde un principio se vinculó a la renovación artística. Hizo su primer acercamiento como ilustradora a finales de la década de los veinte y comienzo de la de los treinta a través del art déco, que no es considerado una vanguardia propiamente dicha, si bien supuso una asimilación, aunque tímida, de las aportaciones de ciertos movimientos artísticos de inicios del siglo XX, como el fauvismo, el cubismo, el futurismo y el expresionismo. Sus creaciones de estos años también se inspiraron en las civilizaciones alejadas en el tiempo y en el espacio, exóticas y misteriosas, en particular, el arte primitivo, africano, chino o indio (el nombre de Delhy está inspirado en la capital india, transformando la i latina en y griega). En este periodo, sus dibujos son estilizados —con una tendencia al linealismo y a la geometrización— y de un fuerte colorido que, a menudo, representan temas tradicionales o tipos regionales vistos desde un prisma plástico nuevo y paisajes, como aquellos en los que plasmó sus vivencias de los viajes a Marruecos e Italia.

Paulatinamente, su interés por el arte moderno se fue haciendo más firme, en particular, por el neocubismo, uno de cuyos máximos representantes fue Daniel Vázquez Díaz, que le dio clases en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando —donde Delhy estudió entre 1926 y1930—; como ponen de manifiesto sus figuras voluminosas y la alteración de la perspectiva, por ejemplo, en el cuadro Mercado zamorano (1934). También recibió la influencia del surrealismo, antes incluso de viajar a París en 1938, lo que se refleja en sus brujas, lo mismo en el tema: el interés que mostró en la fantasía y lo irracional, el mundo del sueño e infantil y, lo que es más importante, que en la técnica: el uso de la decalcomanía. También se puede considerar vanguardista su interés por hacer pasar estos dibujos de una técnica artística tradicional a otros soportes como el trapo o el latón.

Mercado zamorano, Delhy Tejero, 1934


Las brujas, Delhy Tejero, 1928-1929

ABSTRACCIÓN GEOMÉTRICA E INFORMALISMO

A principios de la década de los cuarenta, en 1943, hay ya un primer testimonio de que Delhy estaba experimentando con el arte abstracto: un gouache de líneas geométricas y abundantes planos de colores puros, inspirado en Vassily Kandinsky, uno de los pintores contemporáneos que más admiró, junto con Paul Klee. No obstante, fue en 1951 cuando apareció de forma clara en su obra la abstracción, primero, en su versión geométrica y, poco después, matérica. Además, según recoge Delhy en sus diarios, Los Cuadernines, dos exposiciones tuvieron una gran importancia en su andadura por este nuevo camino creativo. Una en 1947 en el Museo de Arte Moderno de Madrid, que aún no he podido identificar, a raíz de la cual escribió: «He encontrado el abstracto por fin; he chocado con él como última solución del despojamiento» y otra en 1951 de Julio Ramis, que había sido en los años treinta uno de sus alumnos más sobresalientes de la Escuela de Artes y Oficios, en la Galería Clan de Madrid. Sin embargo, Delhy aún tardaría unos años en mostrar sus trabajos abstractos.

Perlismo azul, Delhy Tejero, 1958

Prueba de su dominio de este nuevo lenguaje es el hecho de que ella fuera la única mujer española seleccionada para participar en la famosa exposición Internacional Arte Abstracto 1953 —otras seis creadoras de distintas nacionalidades mostraron obras—, que organizó José Luis Fernández del Amo en el Museo de Arte Contemporáneo de Santander. Presentó tres lienzos de título progresivo: Uno, Dos y Tres; en los que demostró su conocimiento de la abstracción, tanto desde los presupuestos de la geometría y el dibujo como desde los del color. Sin embargo, lo más novedoso fue su producción informalista, sobre todo, la técnica que creó hacia 1957-1958 y que denominó “perlismo”. Consistía en introducir en el cuadro mediante procedimientos mixtos, junto al óleo, pequeños trazos o particular pulverizadas de mármol (marmolina), junto con arena, hilos de cobre, pequeñas cuentas o perlas de cristal u objetos de nácar, dando lugar a texturas granuladas y calidades mineralizadas.

La abstracta es una parte muy sobresaliente de la producción de esta artista que es necesario destacar, ya que es generalmente mucho menos conocida por el público y los especialistas que la figurativa.

https://drive.google.com/file/d/1aO01ixoTazqPFayAPMd81HRro_rXINP4/view?usp=sharing

ÁFRICA CABANILLAS ES AUTORA DE LA BIOGRAFÍA DE DELHY TEJERO, Nº 43 DE LA COLECCIÓN DE MUJERES RELEVANTES (AMMU-EILA EDITORES, 2016).





PSICOANÁLISIS Y SALUD
LIDIA ANDINO
 


Cuando una persona se encuentra aquejada de un malestar, sea físico, psíquico o de otra índole, lo habitual es que se dirija a un profesional de la salud.


El que consulta relata lo que le sucede: displacer, dolor, una preocupación, algo que en él no está bien y que no sabe a qué se debe, o si lo sabe no puede controlarlo, no conoce la manera de resolverlo.


En la mayoría de los casos estos trastornos pasan desapercibidos; en el mejor de los casos toman una medicación para alivios pasajeros hasta que se repite el síntoma y así nos encontramos con la cronificación de las dificultades, a veces hasta la resignación, sin que los problemas sean verdaderamente resueltos.


Por un lado, afectando al psiquismo a través de angustia, fobias, emociones y, por otro lado, haciendo síntomas en el cuerpo: palpitaciones, asma, úlcera o dificultades en la vida de relación: problemas laborales, de familia, etc.… Estos son los efectos que se pueden producir sin que la persona aquejada sea consciente de ellas, aunque sí lo sea a través de síntomas visibles.


En psicoanálisis, por medio de una conversación cualificada y sabiendo escuchar el relato que trae el paciente, se va desvelando el sentido del síntoma, las claves, las tramas de relaciones conscientes e inconscientes que han llevado la vida del paciente a esa posición de sufrimiento.


Hay que entender que, en torno a esto, existe el llamado "beneficio secundario de la enfermedad” que quiere decir justificar con la enfermedad la falta de dinero, de estudio, de trabajo, etc., y acogerse al carácter de excepción. Hay casos donde se da más valor a los privilegios que a la misma enfermedad.


La técnica de atención psicoanalítica facilita el acceso al mundo inconsciente. Con una solución al enigma y su aceptación por parte del paciente, los estados patológicos quedan incapacitados para subsistir.


Es interesante destacar que no existe el autoanálisis, pues nadie se puede psicoanalizar por sí mismo, tampoco hablando con un amigo, un familiar o buscando una respuesta por internet —pues cada caso es singular—, sino que se trata de operar sobre procesos inconscientes que, justamente por serlo y ajenos a la voluntad, no son accesibles para la misma persona, ni tampoco para quienes no poseen una formación, un conocimiento fundamentado de la vida psíquica.

LIDIA ANDINO
Psicoanalista

 


CONSUELO BERGES RÁBAGO
MARÍA LUISA MAILLARD

Los que éramos jóvenes en los años 70 estábamos familiarizados con el nombre de Consuelo Berges. A través de su mirada, leíamos a Descartes, a Proust, a Sthendal y a Flaubert. Ella era la traductora. Conocíamos su nombre, pero nada sabíamos de la persona que se alojaba en él. Nos hubiera gustado. Consuelo Berges fue una mujer que demostró en su vida cómo se podía ser fiel a uno mismo, en circunstancias poco propicias. Ella era una mujer libre. En sus propias palabras en una entrevista a Esther Benítez, ya al final de sus días, en la revista Cuadernos de Traducción e interpretación: “Yo era anarquista de nacimiento, por temperamento, pero sin carnet, siempre sin carnet, yo he sido todo por libre”.

La profesión de traductora que ejerció en España desde mediados de los años 40 no fue su primera vocación. Ella quería ser escritora; sin embargo, cuando, forzada por las circunstancias, se vio obligada a convertirse en traductora, no sólo se limitó a hacerlo con dedicación y pasión. También dejó un legado reivindicativo para una actividad que, según Jorge Luis Borges, nos presenta el misterio de la palabra: “Ningún problema tan consustancial con las letras y su modesto misterio como el que propone una traducción”.

Al apreciar que en España la traducción no era una actividad regulada y carecía, por tanto, de condiciones fijas de trabajo, emprendió la batalla. En 1955 creó la Asociación Profesional de Traductores e Intérpretes y en 1982 el Premio Stendhal de traducción. Fue la primera traductora española en lograr que se le reconocieran los derechos de traducción de sus obras.

Consuelo Berges, Ricardo Viñes y Concha Méndez

Consuelo Berges, nacida al filo del siglo XIX, en 1899, fue hija de madre soltera. Se desconoce en qué circunstancias la familia paterna se hizo cargo de la niña. Sí sabemos que no consideró necesario escolarizarla. La niña aprendió sola, leyendo todo lo que encontraba en la voluminosa biblioteca familiar. Sin ir más lejos, a los 11 años leyó con fruición El Quijote; aunque comenzó su aprendizaje con un libro sobre mitología griega. Así aprendió no sólo el español, sino el francés.

A los 15 años decidió presentarse a las pruebas para acceder a la Escuela Normal de Maestras. Tuvo que aprender por su cuenta la aritmética que no venía en sus libros. Aprobó el examen, así como todos los cursos con sobresaliente. Ejerció muy brevemente en Cabezón de la Sal, porque ya estaba publicando artículos en La Región de Santander, bajo el pseudónimo de Yasnaia Poliana (la finca de Stendhal), labor que continuaría en El Sol de Madrid y en La Nación de Buenos Aires, mientras mantenía correspondencia con Clara Campoamor, María de Maeztu, Azorín y Rosa Chacel.

A raíz de la Dictadura de Primo de Rivera, decide “expatriarse” y aprovecha la primera oportunidad: el viaje a España de una parienta, residente en Arequipa, que había regresado a España en 1926, para que sus hijos mayores cursaran sus estudios en “la madre patria”, y que le propuso acompañarla de vuelta. Así se despidió en La Región: “Que la dictadura os sea leve y a mí no me sea demasiado grave la expatriación”.

En Arequipa da clases en una Academia y colabora en la sección literaria del diario Las Noticias. En 1929 se traslada, ya sola, a La Argentina, después de un interminable viaje de cuatro días y cuatro noches, y allí colabora en El Diario español, financiado por la Embajada española, cuyo director era Ramiro de Maeztu y en La Nación. Es directora del diario montañés Cantabria y publica su primer libro, Escalas. Cuando aparece por allí Concha Méndez, con la buena nueva de la proclamación de la 2ª República española, se traslada con ella a París, donde permanecen tres meses en casa de María Blanchard, su prima segunda, y de allí recalan en España en octubre de 1931.

Rechaza ocupar el cargo que le propone Clara Campoamor como directora de un orfanato, en la recién inaugurada República, porque ella “no quiere ser directora de nada” y prefiere un puesto en el archivo de la Junta Provincial de Beneficencia. Al comenzar la guerra civil, tras el “glorioso alzamiento militar”, que ella prefiere denominar como ”el glorioso meneo”, es la encargada de llevar a un grupo de huérfanos a Granollers y desde allí se va a Barcelona, donde entra en contacto con el escultor anarquista Baltasar Lobo. Colabora activamente con la revista, fundada por su mujer, Mujeres libres, y en la que él participa como ilustrador y maquetista. En este periodo publica Concepción Arenal. Algunas noticias de su vida y obra (1931), La mujer y la masonería (1932) Explicación de Octubre (1935) y Stendhal. Su vida, su mundo, su obra (1935).

Consuelo Berges en los años 40

Tras la derrota del bando republicano, marcha a Francia y, después de transitar por el calabozo y un campo de internamiento, se escapa y reside en la clandestinidad, durante cuatro años en París, bajo el amparo de Baltasar Lobo y su mujer Mercedes Guillén, hasta que es descubierta y enviada a España en 1944.

Es internada en el campo de concentración de Fuenterrabía; pero consigue salir, gracias a las gestiones de Matilde Marquina, que era a la sazón directora de la antigua Residencia de Señoritas, y Luis de la Serna, prestigioso médico, al que estaba ligada por razones de parentesco. ¿Qué hacer ahora? Tiene prohibido escribir y publicar. Es entonces cuando se abre ante ella el campo de la traducción, que pronto abraza con fervor y lo convierte en su vocación. Comienza traduciendo las Memorias de Saint Simon para Espasa-Calpe; pero pronto es contratada por Jaime Salinas para su elenco de traductores de francés en Alianza. Así fue como se convirtió en una leyenda de la traducción en España, actividad para la que solo se necesita, según sus propias palabras en la entrevista ya citada, “un gran amor y un gran respeto por la literatura”. La traducción consiste para ella en “poner al texto original una piel nueva que sustituya a la piel primitiva”, para lo cual, “hay que hacerlo con mucho pulso y muchísimo respeto, con gran fidelidad al contenido, a lo que el autor dijo y, si me apuran un poco, a lo que quiso decir”. Así de sencillo, porque, como dice Steiner: “entender es traducir”. Y traducir es entender.

Mercedes Borges falleció en Madrid en 1988, pobre como siempre había sido, siendo ya un referente para todos los traductores y una guía para las mujeres libres.

 MARÍA LUISA MAILLARD

ISABEL BANDRÉS

Nevenka Fernández, concejala de Hacienda en el Ayuntamiento de Ponferrada, sufre acoso profesional y sexual por parte del alcalde. A esta joven le dan ataques de pánico cada vez que oye la voz de su acosador y le es difícil entender lo que le está pasando. La narración de Icíar Bollaín nos describe la historia real de una mujer que se atrevió a enfrentarse no solo a su acosador sino a la sociedad entera. Cuando presentó la denuncia ante los tribunales, los ponferradinos, todos los medios de comunicación y sus amigos, la dejaron sola. Manifestaciones en las calles, telediarios, prensa escrita… la calificaron de frívola, de enferma, de drogadicta y de aprovechada. Convirtieron a la víctima en culpable y al delincuente en mártir. Nadie la creyó. Muchos le retiraron su apoyo por miedo, por intereses personales o porque no supieron o no quisieron entender lo que sucedía. Solo una persona, su amigo y luego novio y marido, comprendió lo que había debajo de lo aparente, y supo acompañarla hasta el lugar que le correspondía. Tras la sentencia, que le fue favorable, tuvo que irse fuera de España porque aquí no encontraba trabajo. Se convirtió en una apestada social. Y allí sigue, lejos de su tierra, donde trabaja y ha formado una familia.

Soy Nevenka es, sobre todo, una narración sobre el ejercicio del poder. Lo que comienza siendo una relación amistosa con contacto físico consentido, se va tornando en un acorralamiento laboral, sexual y psicológico con ánimo de destruir toda resistencia o, en el caso de no conseguirlo, anularla como persona. En un momento de la película, el amigo de Nevenka escucha cómo el acosador se dirige a ella por teléfono y asombrado exclama: “¿Cómo consientes que te hable como si fuera tu amo?”.

Los actores son estupendos. Urko Olazabal en el papel de alcalde Ismael Álvarez, está magistral. Consigue hacer creíble un personaje tan manipulador como repelente. Un tipo marrullero que hace que el consistorio se someta a sus decisiones y caprichos. Ejerce el poder en su propio beneficio imponiendo su grandiosidad y sus intereses sobre todo lo demás. En el papel de Nevenka, la actriz que lo representa, Mireia Oriol, construye un personaje muy frágil y muy ingenuo que lucha por recomponerse, por sacar fuerzas de flaqueza. Le cuesta admitir que mantiene una relación de sumisión, no sólo con un hombre narcisista, si no con las instituciones (ayuntamiento y partido político). Vemos, durante la narración, crecer la ostentación del poder de uno y disminuir la figura de la víctima. Nevenka, va menguando, se va arrinconando hasta dudar de su propio buen juicio. Bollaín narra muy bien como la protagonista pasa del entusiasmo de pertenecer a un grupo, en este caso político, y de la idealización del líder que la protege a la sumisión y a sentir un terror incontrolable que la paraliza. El fiscal le pregunta en el juicio: “¿Y usted por qué no se levantó y se fue?” Y Nevenka contesta: “Es que no podía, no podía”. Está muy bien relatada la impotencia ante el acoso, la agresión sexual y psicológica. La confusión y el caos mental en los que la víctima se ve sumergida ante la incredulidad de los que la rodean que solo ven el exterior: excelente puesto de trabajo y privilegios sociales, sin comprender la alienación a la que ha sido sometida y la dura lucha psicológica y judicial que tiene que emprender para recuperar su autonomía.

Bollaín compone una película que, sin ser excelente, es una reflexión muy válida sobre las actuaciones del poder y sus efectos perversos en las víctimas.

ISABEL BANDRÉS

https://www.youtube.com/watch?v=2LswcFbYEg4



Arantxa Echevarría, la directora, cuenta una historia real que aconteció en los años 90, cuando ETA echaba cada día un pulso a la democracia española. Durante aquellos años de plomo, los carteles pro ETA y la simbología abertzale eran el decorado habitual de las calles de San Sebastián y la banda terrorista era una máquina de matar para conseguir una Euskal Herria libre. La película está basada en la historia de una joven policía que estuvo infiltrada durante ocho años en un comando etarra, intentando obtener información fiable. La narración va de menos a más, teniéndonos en todo momento pendientes de la pantalla. Duele verla. Rememora la lucha de la democracia contra unos monstruos que se inventaron una ideología para poder dar salida a su psicopatía y a su delirio. Fueron considerados por muchos como unos héroes que luchaban por alcanzar unas supuestas libertades perdidas como, por ejemplo, y según uno de los etarras vigilados por la policía, “para poder ir a comer lentejas sin ser vigilado a casa de mi ama”. Resulta que un tipo mata a patadas a alguien para obtener la libertad de “su” país” que siente le ha quitado la democracia española, para imponer otra libertad, la suya, que no sabe muy bien en qué consiste, aparte de poder ir a comer unas ricas lentejas. Terrible.

El tono de la película cambia cuando aparece un psicópata asesino, Sergio Polo, estupendamente interpretado por Diego Anido. Los perfiles de los dos etarras están muy conseguidos. Son dos pobres hombres, cortos de miras, sin capacidad de análisis, machistas y fundamentalistas hasta la médula que se refugian en el delirio del nacionalismo vasco para retroalimentar su inmenso narcisismo, llenar su vacío y su incapacidad de pensar. La directora nos muestra a estos salvadores de la patria como unos psicópatas que mataron a cientos de ciudadanos, incluidos niños, para ser aclamados en las plazas de sus pueblos. El film expone la carencia total de racionalidad y de cualquier vestigio de humanidad, de unos tipos execrables que se inventaron una realidad paralela para justificar sus crímenes. Creo que ese es el mayor mérito de esta obra: mostrarnos lo que había detrás de la careta ideológica.

La narración recrea la tensión existente entre las fuerzas policiales, las dudas de los políticos y la ceguera de muchos ante lo que estaba pasando. Logra plasmar el ambiente claustrofóbico y tenso de aquella época. Los actores son muy creíbles y, sobre todo, nos descubre de una manera lucida que tras las pistolas y las bombas solo había seres enajenados, sin pizca de heroísmo o grandeza, que jugaban a ser dioses y querían llegar al poder mediante el terror.

ISABEL BANDRÉS 

https://www.youtube.com/watch?v=_eAYhtaEQGM

PAQUITA LA DEL BARRIO
SUSI TRILLO

Elijo, con prisas por el cierre del blog, a Paquita la del Barrio. Dedicó su canción Rata de dos patas, al narco Pablo Escobar; pero hoy podría estar dedicada a aquellos dirigentes políticos que traen el dolor y el sufrimiento a su pueblo. En menor medida, a todos aquellos que abusan de su poder en vez de servir a los ciudadanos que los han elegido, porque destruyen el techo que a todos nos cobija: la democracia… Cuando la escuchen, entenderán por qué.

Este icono de la música mexicana ha cumplido la friolera de 50 años sobre los escenarios. Claro que The Rolling Stones o nuestro inefable Raphael llevan 60… pero hay que reconocer, sin ninguna duda, que a Paquita se la ve mucho más lozana.

En su paso por España, hace un montón de años, tuve la suerte de escucharla en la mítica Sala Caracol. La anécdota que recuerdo con nitidez —amén de su voz y su presencia—, es que Paquita apenas se movía en el escenario, la mayor parte del tiempo permanecía estática. Llevaba al cuello una gruesa cadena con un medallón circular de tamaño considerable que, ya en su primera canción, quedó verticalmente encajado en su generoso "canalillo" (pliegue natural o hendidura que se forma entre los senos), no moviéndose de ahí en todo el concierto.

En otra ocasión glosaremos como se merece a la gran Paquita; les dejo con Rata de dos patas.

RATA DE DOS PATAS, PAQUITA LA DEL BARRIO