viernes, 1 de marzo de 2024


PREOCUPACIÓN POR AMENAZAS 
E INJERENCIAS RUSAS EN LA UNIÓN EUROPEA

LAS ELECCIONES AL PARLAMENTO EUROPEO, VITALES PARA SALVAR LA DEMOCRACIA

ASUNCIÓN VALDÉS

Cuando se cumplen dos años de la brutal invasión rusa de Ucrania y a tres meses de las elecciones a la Eurocámara, crece la preocupación en la Unión Europea por los ataques y amenazas de Moscú a quienes defienden un mundo guiado por reglas, frente a la autocracia ejercida por el agresor Vladimir Putin.

El 13 de febrero, Rusia puso en busca y captura a la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, por derribar los monumentos soviéticos del país báltico que, tras la caída de la URSS, ingresó en la Europa comunitaria en 2004. “Esto no es más que el comienzo”, dijo Maria Zajarova, portavoz del Ministerio ruso de Asuntos Exteriores.

En una reciente entrevista televisada con el periodista ultraconservador norteamericano, Tucker Carlson, Putin, obseso de la interpretación de la historia según su afán expansionista, llegó a justificar la invasión nazi de Polonia, porque Varsovia se negó a entregar el pasillo de Danzig a Alemania.

La impunidad con la que el Kremlin se deshace de los que le molestan es aterradora. Cuando crecían las protestas internacionales por la sospechosa muerte del valiente opositor, Alexéi Navalny, en la durísima cárcel del ártico, la Guardia Civil descubrió el 19 de febrero que el joven asesinado a balazos en la localidad alicantina de Villajoyosa, seis días antes, era en realidad el soldado ruso que desertó en agosto y vino a España bajo identidad ucraniana. Los tentáculos de Putin son alargados.


Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea y candidata a repetir un segundo mandato, cree que “Putin y sus amigos ven la democracia como un obstáculo a destruir”. La política cristianodemócrata está dispuesta a mantener el apoyo político y militar a Ucrania para frenar las ansias del Kremlin de hacer desaparecer al país ex soviético que osó acercarse a Occidente, una vez lograda su independencia. Además, la exministra alemana de Defensa ha presentado un plan para lograr una mayor coordinación de la industria militar de los Estados miembros de la UE, consciente de la necesidad de reforzar la capacidad defensiva de los 27, al mismo tiempo que se crean empleos altamente cualificados.

Pero para conseguir su objetivo de seguir cinco años más en Bruselas, Von der Leyen necesitará la ratificación por mayoría absoluta del Parlamento Europeo que salga de las votaciones que se realizarán entre el 6 y el 9 de junio, en los 27 países de la UE. Sin duda, hay que ver las elecciones europeas más en clave continental que sólo nacional, porque la Cámara de Estrasburgo hace tiempo que pasó de asamblea consultiva a colegisladora, en pie de igualdad con el Consejo de la Unión Europea, integrado por los Estados miembros.

El poder de codecisión del Parlamento Europeo, junto a la ratificación del futuro presidente de la Comisión Europea, sea quien sea, determinará nuestro futuro. El PE participa en la aprobación del presupuesto comunitario, la política agrícola, medioambiental, de inmigración, el desafío de la digitalización, la ampliación a nuevos miembros, la posición geoestratégica de la UE en el mundo, la defensa de los derechos humanos, la lucha contra el terrorismo y el crimen organizado, etc.

LA EUROCÁMARA, ALERTA ANTE LOS LAZOS RUSOS DE PUIGDEMONT

El pasado 8 de febrero, una resolución del Parlamento Europeo aprobada por abrumadora mayoría (433 votos a favor, 56 en contra y 18 abstenciones), denunció la intromisión de Moscú en la política interna de los países de la UE, con una clara alusión al proceso independentista catalán.

El Partido Popular consiguió que se aprobara una enmienda relativa a informaciones de la prensa española sobre reuniones en plena crisis del procés, en otoño de 2017, de Carles Puigdemont, entonces presidente de la Generalitat, con Nikolai Sadovnikov, exdiplomático ruso que podría pertenecer al Servicio Federal de Seguridad, antiguo KGB del que Putin fue uno de sus agentes más destacados.

Porque los regímenes autocráticos con farsas electorales —como será la votación entre el 15 y el 17 de marzo para perpetuar al presidente ruso en el poder—, no cesan de maniobrar para desestabilizar al occidente democrático. La resolución del PE cita numerosos ejemplos:

La propagación de bulos, los acuerdos de cooperación entre la extrema derecha austríaca y el partido Rusia Unida del todopoderoso Putin, la financiación rusa de la ultraderecha francesa o las estrechas relaciones personales entre “los secesionistas catalanes, incluyendo las autoridades del Gobierno de la comunidad autónoma de Cataluña, y el Kremlin.”

El Parlamento de la UE insta al Estado español a investigar y esclarecer los supuestos contactos entre dirigentes independentistas catalanes y altos cargos rusos.


LA DERIVA AUTORITARIA DE HUNGRÍA

Lamentablemente, entre los 27 parece haber un caballo de Troya moscovita que es el “régimen híbrido de autocracia electoral” del jefe del Gobierno húngaro, Victor Orbán. Según el PE, Hungría ya no es una democracia plena.

A pesar del bloqueo de fondos comunitarios al país centro europeo por sus constantes ataques al Estado de Derecho, Orbán no cede y se ha propuesto impedir que los 50.000 millones de euros destinados por la UE a Ucrania, lleguen a la capital del país martirizado por Rusia. El pasado diciembre, el mandatario magiar sólo permitió que se aprobara la apertura de negociaciones de adhesión a la UE. Fue necesario que se ausentara de la reunión del Consejo Europeo en un momento dado, para dar luz verde a la solicitud de Kiev.

Las trabas húngaras son oro para Moscú, porque el tiempo juega a favor de Putin. En el último mes ha logrado la importante victoria en la ciudad de Avdiivka, colindante con Donetsk, territorio ilegalmente anexionado por Rusia, al este de Ucrania. Mientras, su presidente Volodimir Zelenski implora urgentemente la ayuda occidental ante la enorme superioridad militar rusa. La llegada de armamento de Estados Unidos, interrumpida desde enero por representantes republicanos, podría desbloquearse si algún senador partidario de Putin, no obstruye la ayuda como hace Orbán en la UE.

Además, el líder populista, ante las elecciones europeas, y también locales, que se celebrarán en Hungría, ha puesto en marcha una llamada ley de soberanía nacional para, “intimidar, disuadir y silenciar” voces críticas, según denuncian la oposición y numerosas organizaciones de la sociedad civil húngara.

Cuando el 9 de junio los españoles vayamos a las urnas debemos pensar que de nuestros votos dependerá la salvación de la democracia europea. Y la paz y estabilidad de la organización supranacional más avanzada en materia de bienestar y libertades del mundo.

ASUNCIÓN VALDÉS



LIBROS Y TOMATES
MARÍA LUISA MAILLARD

En los últimos meses dos asuntos fundamentales, que llevan décadas macerándose, rondan los medios de comunicación; aunque no llegan a ocupar sino de forma puntual, la primera plana de las noticias: el deterioro progresivo de la actividad agrícola y el deterioro de la enseñanza pública española, que sigue reflejando el Informe Pisa: libros y tomates, las cosas de comer (el cuerpo), y las cosas del espíritu (libros).

Respecto a las cosas de comer, que es el asunto que recientemente ha ocupado —no suficientemente—, a la prensa, más a la europea que a la española, veamos cuál es el problema y cuáles sus consecuencias si no se remedia. En dos palabras: los productos agrícolas europeos no pueden competir con los de aquellos países que inundan de frutas y verduras nuestros mercados, y no se encuentran gravados por las onerosas limitaciones de los productos europeos —leyes abusivas, burocracia, ausencia de una política hidráulica—. Nuestros agricultores se ven obligados a abandonar su actividad, y con ella el campo, porque no pueden sobrevivir a las actuales condiciones que les impone el Estado.

Actualmente más de 1.300 normativas —414.272 desde el inicio de la democracia—, estrangulan el sector agrario en una continua inestabilidad legislativa, aumentada en los últimos años por cuestiones medio ambientales y de bienestar animal. Cada año una media de 2.600 autónomos del sector, abandonan el campo.

¿En qué situación queda un país que no se puede alimentar por sus propios medios y depende para ello de otros que, además, no respetan ni los derechos de sus trabajadores ni los requisitos medio ambientales ni los derechos humanos? ¿Qué sucedería en tiempos de guerra? Tenemos ahora una en las fronteras de Europa, provocada por un dirigente autocrático, Putin, quien, supuestamente, parece amigo de los nacionalistas que nos gobiernan; asunto éste que alarma a la Comisión Europea, quien ha instado al gobierno español a investigarlo. Hay más de un dirigente autocrático liderando amplias zonas del planeta.

¿No es un asunto que requeriría una atención especial de aquellos en los que hemos delegado la dirección de nuestros asuntos? No apreciamos esa atención en la preservación de nuestra autonomía alimentaria. Desde hace décadas no se ejecutan en España obras hidráulicas, tan necesarias en un país aquejado de sequías periódicas ni, por supuesto, en el estudio mismo del problema —que es complejo y no se resuelve apelando de forma exclusiva al “mantra” de la salvación del plantea. Hace tiempo que Europa no es el centro del mundo ni demográfica ni política ni económicamente. Somos una gota en el mar. No podemos salvar solos el Planeta. Salvemos nuestros tomates.

Respecto al otro asunto, la educación, no nos encontramos con un panorama mejor: La calidad educativa desciende por una cuesta abajo que no parece tener fin, como va constatando el informe Pisa. No hay que olvidar que es la educación en libertad la que produce la cantera de hombres y mujeres aptos para continuar el, hasta hace poco, proceso cultural que nos ha conducido, entre otras cosas, a las democracias y las sociedades del bienestar. Tampoco, que son los profesionales los que preservan, precisamente, el estado del bienestar, nuestra seguridad personal y nuestro sistema democrático: médicos, profesores, jueces, funcionarios y agentes del orden: policías y guardias civiles.

¿En qué situación queda un país que reniega de su calidad educativa y reduce progresivamente el papel social de sus profesionales y su nivel cultural? Si esta situación es tremendamente preocupante en el caso de médicos, profesores y juristas; en el caso de nuestros agentes de seguridad, como acabamos de comprobar en los recientes sucesos del pasado 9 de febrero en Barbate, es de una gravedad extrema. Su creciente desprotección de medios y personal, ha desembocado en la muerte de dos agentes.

Han sido asesinados dos guardias civiles en una zona de España, que nuestros gobernantes han abandonado en manos de la mafia y han enviado allí a morir a dos de sus más fieles servidores. Mientras, se adelgaza el colchón civilizador de una clase media profesional y se anatematiza un pensamiento que no se encuentre al servicio de los que detentan el poder, mediante un control cada vez mayor de los medios de comunicación.

¿Qué sociedad nos espera sin tomates y sin libros en el contexto de un orden mundial en el que los autócratas campan a sus anchas? Solo nos faltaba sumar a esta situación la presunta corrupción de nuestro gobierno.

MARÍA LUISA MAILLARD


IMÁGENES SOBRE LAS MUJERES Y LOS LIBROS
35. LUGARES PARA LEER
SINGULARES O SORPRENDENTES
INÉS ALBERDI

Esta entrada contiene imágenes muy diversas. En ella se agrupan aquellas en la que las mujeres que leen se sitúan en lugares peculiares y en situaciones inusuales o sorprendentes.

Son retratos de mujeres leyendo en lugares que no parecen habituales. No significa que nos parezcan inadecuados, sino que nos ha sorprendido la elección del artista al retratar a las mujeres leyendo justamente en ese sitio.

Un tanto singular es el lugar que elige la lectora de Stevens, que se encuentra en la bañera a la vez que mantiene a su lado un libro abierto.

Alfred Emile Léopold Stevens, Bélgica (1823-1906)
El baño, 1873-74
Musée d'Orsay, París

No tan singulares, y más frecuentes, son los retratos de mujeres leyendo en un tren o en un barco. Los barcos de viaje siempre han sido lugares a los que llevarse un libro, Con una cierta frecuencia se ven retratos de lectoras a bordo de un barco.

Henry Bacon, USA (1839-1912)
En mar abierto: el barco de vapor trasatlántico Péreire, 1877
Museo de Bellas Artes de Boston, USA

Algo más sorprendente es leer a bordo de una barca de remos. El paseo en barca no suele ir acompañado de libros, pero esto es lo que parece hacer la modelo de Manet.

Edouard Manet, Francia (1832-1883)
Clariana, 1878
Colección particular

Los viajes en tren si han sido ocasiones frecuentes para leer, ya desde sus inicios en el siglo XIX cuando eran carruajes, como en los trenes más recientes y actuales.

Augustus Leopold Egg, Inglaterra (1816-1863)
Las compañeras de viaje, 1862
Museo y Galería de Arte de Birmingham, Inglaterra

Agnes Cleve-Jonand, Suecia (1876-1951)
Leyendo en el tren, c. 1920
Colección particular

También encontramos lectoras en la versión ciudadana del tren que es el metro suburbano. Muy frecuentemente, leyendo periódicos.

Reginald Marsh, Estados Unidos (1898-1954)
El capitán debe morir, 1925
Museo de Arte de Indianápolis, Estados Unidos

Francis Luis Mora, Uruguay (1874-1948)
Lectores en el metro de New York, 1914
Colección particular

Quizás el lugar más sorprendente de los que hemos encontrado, para retratar mujeres leyendo, es un burdel.

El prostíbulo es uno de los lugares que más nos ha sorprendido como excusa para representar mujeres leyendo. Hay una serie de obras de Beckman que retratan el ambiente de un prostíbulo, en el que aparecen muchas mujeres leyendo.

Max Beckmann, Alemania (1884-1950)
La carta, 1945
Museo von der Heydt, Wuppertal, Alemania

Hemos encontrado numerosos retratos realizados por este autor de prostitutas que parecen leer mientras esperan la llegada de clientes.

Max Beckmann, Alemania (1884-1950)
Mujer con camisa blanca, leyendo, 1947
Colección particular

Max Beckmann, Alemania (1884-1950)
Dos mujeres leyendo, 1935
Colección particular

Esta situación nos hace mirar con simpatía estas mujeres que, con un oficio tan difícil, entretienen su ocio leyendo.

Max Beckmann, Alemania (1884-1950)
Mujer recostada leyendo, con iris 1923
Museo Belvedere, Viena, Austria

De todas formas, Beckmann no es el único artista que retrata mujeres en esta situación. Esto ya lo había hecho Munch, años antes, cuando pintó a unas mujeres leyendo en un prostíbulo en Noruega, indicando incluso que era el día de Navidad.

Edvard Munch, Noruega (1862-1944)
Navidad en el burdel, 1904
Museo Munch, Oslo, Noruega

INÉS ALBERDI




Louise Brooks, la eterna Lulu

LULÚ, DE FRANK WEDEKIND

NURIA ALKORTA

En esta galería de personajes teatrales no puede faltar el de Lulú, protagonista de las tragedias tituladas El espíritu de la tierra y La caja de Pandora de Franz Wedekind (1864-1918). Las dos obras serían algo así como la primera y segunda parte del ascenso y caída de esta niña-mujer desgarrada. En realidad, es la suya una peripecia “estática”, porque Lulú permanece inmóvil, irredenta, en su centro trágico.


No se trata de la historia ejemplar de una prostituta arrepentida. Lulú no es una Dama de las camelias decimonónica, con final melodramático y sentimental; tampoco es una Pretty Woman hollywoodiense que extasía a los espectadores despertando calculadamente, para hacer caja, la envidia de las mujeres y la ambición de los hombres. Al mostrar la calamitosa vida de esta víctima de abuso infantil y de la trata sexual, Wedekind en ningún modo pretende ofrecer una satisfacción apaciguadora sobre “el daño que hace la maldad humana”, un alegato digno de celebrar y que nos ayude a hacer la digestión después de salir del teatro.


La heroína trágica de Wedekind se distancia del selecto grupo de mujeres fatales y de cortesanas de la ficción, porque, a diferencia de estas, Lulú no quiere ser otra y, sin lamentar su suerte, tampoco ambiciona otras circunstancias. Ella ha consolidado su desgarro como un absoluto que la vivifica y, al tiempo, la devora. En la seducción y en el sexo Lulú toca el espejismo del amor: es decir, una y otra vez, revive su abandono.


Solo me viene a la mente un personaje femenino que puede hermanarse con ella, me refiero a la calderoniana Semíramis. Ambas responden al tipo de mujer fatal que, a su vez, son víctimas de un nacimiento fatídico: Semíramis es producto de la violación de su madre, quien, además, muere al darle a luz; Lulú es una niña de la calle, sin padres conocidos, prohijada por un desvergonzado rufián quien la prostituye, se aprovecha de su ascenso y su éxito con los hombres, y aún sigue exprimiéndola cuando ella lo ha perdido todo y vuelve a la calle. Ambas mujeres viven por su herida.


Cuando tocamos el misterio del dolor humano se impone la prudencia y, sobre todo, la humildad al intentar explicar ese abismo. Por eso, al releer El espíritu de la tierra y La caja de Pandora para escribir estas líneas, me he asombrado al descubrir que hace mucho, cuando acababa de terminar la carrera de Arte Dramático, por algún motivo que no recuerdo, estudié las obras a fin de escenificarlas. Ha sido enternecedor ver mis subrayados a lápiz de tal o cual frase y mis anotaciones en papelitos diseminados por el libro. ¡Qué podía yo entender entonces del misterio humano! Tal vez lo mismo que ahora: poco; pero, al menos, conocedora como todos del dolor, me acercaba a él del mismo modo que ahora: con compasión y asombro. Para quienes tratan el corazón humano esa es una de las cualidades más preciadas de la creación artística.


El espíritu de la tierra presenta el exitoso despegue de la carrera social de Lulú. Con sus sucesivos cambios de vestido y de circunstancia, ella es objeto del deseo de un selecto grupo de hombres de la alta burguesía alemana: industriales y banqueros, periodistas y artistas. En sus sucesivos matrimonios y relaciones, estos hombres intentan poseer y dominar a Lulú, y, tal vez por eso, porque quieren “crearla” a su imagen, le dan nombre según su fantasía: para Schön, que la recogió de la calle cuando Lulú tenía doce años, era Mignon; para el viejo Goll, su primer marido, fue Nelli; y para el pintor Schwarz, su segundo marido, Eva… Solo esa especie de “padre”, Schigolch, la reconoce fielmente llamándole Lulú, pero, ¿acaso es ese su nombre de nacimiento? No lo sabemos.


En el Prefacio en verso a la tragedia, el domador de un circo de fieras, armado con un látigo y un revólver, nos presenta a Lulú como “la criatura sin alma”. A diferencia de los personajes pusilánimes e hipocondriacos que, como “animales domésticos”, protagonizan las comedias y tragedias de su tiempo, Wedekind pretende mostrar en su obra al “verdadero animal, el animal hermoso, salvaje” que actúa por puro instinto, sin culpa: “creada fue para sembrar la desgracia” -dice el domador- “para atraer, seducir y envenenar, / para matar sin que uno lo sienta”. En correspondencia con el tiempo en que fue escrita la obra y con la sociedad burguesa alemana denostada por el autor, Lulú representa “la imagen femenina primigenia” personificada como una serpiente, y, más concretamente, es “la infantil candidez del vicio”.


Frank Wedekind como Schöm, en una producción teatral de
las obras de Lulu, con su futura esposa Tilly Newes en el papel principal


En sintonía con los postulados freudianos sobre la sexualidad, en boga en el período de transición entre los siglos XIX y XX, la rebelión creativa de Wedekind contra la sociedad puritana e hipócrita de su época abogaba por una sexualidad liberada de cualquier límite moral que, incluso, en el colmo de una supuesta irracionalidad, llegaba a disculpar la pederastia. Lulú es una construcción ideal masculina, posiblemente también de su autor, que representa y justifica la atracción de lo prohibido.


El personaje creado por el dramaturgo, sometido en la obra a la lascivia de sucesivos protectores, maridos y amantes, se hace fuerte frente a su hipocresía. Lulú se adueña de su destino y, para escándalo de sus creadores, es sencillamente lo que ellos fantasean en sus sueños más perversos. Ahí radica su poder sobre ellos, pero también su condena porque, si bien se alza como una fuerza inhumana que atrae y hunde en la fatalidad a otros seres más débiles que ella, Lulú también actúa espoleada por el maltrato y la sumisión: primero, a su “benefactor”, el empresario Schön; luego, a un confidente de la policía sin escrúpulos, Casti-Piani; y, finalmente, cuando se prostituye en la calle, sucumbe ante el cliente más brutal de todos, Jack el Destripador. En realidad, el instinto sexual liberado de Lulú forma parte de un mito de dominación machista.


El espíritu de la tierra desarrolla los intentos de Schön, un potentado magnate de la prensa, para terminar su relación pasional con Lulú. Desde que aquella pequeña desarrapada de grandes ojos infantiles intentó robarle en la calle, Schön ha ejercido como “pigmalion” de la pequeña: sin embargo, su dudoso intento de redención acabó en una relación pederasta, ejemplo extremo de la dinámica “siervo y señor”, que les enlazó definitivamente en un círculo fatal sin salida.


Viudo de su primera mujer, Schön queda libre para casarse con la “indecente” Lulú, pero elige comprometerse con una joven “decente” de la buena sociedad. Para deshacerse de su “protegida” amaña su casamiento con Goll, un vicioso sexual que disfruta como voyeur y domina a Lulú con mano de hierro. Tras la muerte del viejo, Schön promueve un nuevo matrimonio con Schwarch, un desconocido pintor a quien encumbra por medio de una intensa campaña de prensa. Tras el suicidio del segundo marido, Lulú inicia una exitosa trayectoria como bailarina, también promovida por Schön en su periódico, actuando en los espectáculos de Alwa, hijo de Schön y como un hermano para ella. Sin embargo, a pesar de sus maniobras, Schön no puede terminar la relación con Lulú y cuando ella le amenaza con irse a África con un príncipe explorador, sin querer perderla, al fin anuncia el cese de su compromiso matrimonial y se casa con su amante. A partir de ahí, la vida conyugal se convierte en un infierno, una “inmundicia”: Lulú, quien nunca ha dejado de tener amantes, le engaña con sus amigos y criados, incluso flirtea con Alwa, su ahora hijastro. Schön, paranoico, protagoniza escenas de celos y vive acuciado por la promiscuidad de su mujer, su “Ángel exterminador”. Enloquecido, entrega a Lulú una pistola para que se quite la vida y, en cambio, ella le dispara cinco balas. Ante su cadáver exclama: “El único a quien he amado”.


Gustav Diessel y Louise Brooks en La caja de Pandora, 1929
dirigida por Georg Wilhelm Pabst (Nero-Film AG/Moviegraphs) 


La caja de Pandora desarrolla los intentos de Lulú para escapar de la justicia: primero con su rocambolesca fuga de la cárcel, donde ha pasado un año recluida como asesina de Schön, y, luego, en su azarosa huida por Europa. Para Lulú aparece un nuevo benefactor: se trata de una mujer, la condesa Geschwitz. También ella está perdidamente enamorada, pero a diferencia del “amor” de Schön es el suyo un sentimiento abnegado que la arrastra a un tipo de heroísmo oscuro, sin límites y desesperado.


La perversión hipócrita de la sociedad culta y decadente del círculo de Schön de la primera obra, da paso a la brutalidad de los bajos fondos del círculo de Lulú en la segunda: se trata de una amalgama humana encabezada por Alwa, convertido ahora en su amante, y por la condesa Geschwitz, a quien Lulú finge amar y, sin embargo, maltrata sin piedad; junto a ellos, y a su costa, viajan Schigolch y Rodrigo, un forzudo acabado y sin escrúpulos. El presidio ha marcado un punto de inflexión en el ascenso de Lulú, su fortaleza y elasticidad comienzan a resquebrajarse.


La grotesca comitiva recala en Italia, en el enclave de placer de la “gente guapa” internacional, allí, en un ambiente glamuroso pero depravado, celebran el cumpleaños de Lulú acompañados por un conjunto de personajes de dudosa catadura: banqueros, traficantes, prostitutas y chulos de lujo, agitadores de prensa rosa… Comen y beben, juegan en el casino y se engañan unos a otros con traiciones y felonías: un banquero sin escrúpulos especula con acciones sin valor y arruina a sus “amigos”, unos viejos logran corromper a una niña de quince años…




UNA DIFERENCIA FUNDAMENTAL:
SEXO Y SEXUALIDAD
LIDIA ANDINO TRIONE
 

Muchas veces hemos escuchado acusar al Psicoanálisis de pansexualismo, o sea que todo lo explicaría por la sexualidad. Un prejuicio que viene montado en otro que es adjudicar a la espontaneidad un valor de verdad, cuando lo más espontáneo, tantas veces, es el prejuicio y no lo transparente de nuestro pensamiento.

Se me imponen aquí algunas consideraciones sobre la diferencia entre sexo y sexualidad que ayuden a deshacer la fusión compulsiva entre lo genital y lo sexual. El sexo como cumplimiento genital está al servicio del control, es decir, cuando se funde sexo y sexualidad prima la ideología de la reproducción y esto, si bien es necesario, acota la sexualidad a obedecer el mandato de la especie.

La moderna exaltación del cuerpo de la mano de la escenificación del sexo ya sea televisiva, técnico-sexual, cirujano-plástica, etc., ha provocado el mayor grado de intrusión y dominio que se conoce en la historia. Hasta ahora sabíamos del dominio sobre los territorios, sobre los bienes y las riquezas, pero no directamente, sobre los cuerpos.

La sexualidad no es objeto de evidencia, no está donde creemos que está, nunca es observable ni visible, está   descentrada, tramada en palabras, por ello ninguna técnica puede dar cuenta de ella. Ahí donde el sexo se hace ostensible a través de posturas ensayadas, procedimientos calculables y maniobras predeterminadas que tratan de hacer previsible lo imprevisible, la sexualidad se recluye en moradas insospechadas, fuera de las representaciones habituales y de sus estrategias de captura.

Es precisamente mediante ingeniosos aparatos, profusos recetarios, avanzados modos de confort intelectual y “control mental” que la sexualidad se disocia de la dimensión humana del lenguaje, para someterla a los vaivenes de la fisiología y de la neuroanatomía. En esa misma línea se la compara con la del mundo animal donde, para nuestra fascinación, nunca se ve pérdida ni falla, porque la pistola es disparada cuando el instinto ya dio en el blanco.

Esa exhibición del sexo con que se decoran tantos escenarios mediáticos, mecánicos y amnésicos sólo sirve para abatir y taponar los laberintos de una sexualidad que siempre deriva por otros pasadizos, en otra escena…

LIDIA ANDINO
Psicoanalista

 

TRADUCIR COMO TRASHUMAR - MIREILLE GANSEL
FELIPE VEGA

Este libro resulta entrañable ya desde su portada, una foto en blanco y negro en la que un rebaño de ovejas trepa por un monte escarpado, en medio de la niebla. ¿A dónde irán estas?, se pregunta uno. Siempre me ha dado la impresión de que las ovejas no van a ninguna parte, que están ahí para que al verlas pasar regresemos a la infancia al decir: ¡mira, un rebaño de ovejas!, palabras mágicas.

Las ovejas nos devuelven la inocencia de la misma manera que las palabras bien escogidas nos hacen sentir reconciliados con la humanidad, aunque solo se trate de un espejismo. Es asunto de buenos escritores y buenos traductores trashumar, como las ovejas, con el lenguaje, venga de donde venga. Una oveja puede ser latina, cirílica, suní o tener aspecto de ideograma. En este mundo debe de haber tantas ovejas como palabras en los libros, aunque no hayamos echado la cuenta seguro que es así.

Mireille Gansel, además de escribir novela y poesía, vive de la traducción del alemán y el vietnamita (una variante del chino mandarín) al francés. Es una persona sabia. Solo alguien sabio puede decir que “las palabras saben de nosotros cosas que ignoramos de ellas”. La belleza que esconde este pequeño libro, una autobiografía en cierto modo, es como las sorpresas que nos depara un paseo por el bosque: no sabemos si viviremos una aventura, si nos encontraremos un animal o alguna persona, o si recuperaremos algún recuerdo entre los árboles. Del bosque no se sale igual que se entra. Lo mismo sucede con un libro, con este libro compuesto de breves episodios, capítulos cimentados con fragmentos de una vida azarosa y rica.

“Esta noche os traduciré”decía el padre de la autora a sus hijos cuando eran pequeños. No solo les leía cuentos, los traducía. Al traducirles, los niños podían viajar a dos lugares al mismo tiempo: a una narración y a otra lengua“Esa noche descubro que las palabras (en esta ocasión provenientes del húngaro), como los árboles tienen raíces cuya magia me es revelada por mi padre…”, cuenta Mirielle Gansel. No recuerdo ahora qué autor decía que “la mejor forma de entender un libro es traduciéndolo”. En la medida de mis posibilidades, comparto la frase por completo. Y de paso respeto, más que otros muchos oficios, el de traductora de madame Gansel. ¿Es un oficio traducir? Bueno, planteo la pregunta, pero escondo la mano: la respuesta no importa mucho. Y si se tratara de un oficio, este está, generalmente, mal pagado y apenas considerado. Hace un año recompré una novela de Joseph Conrad. El librero trajo tres ediciones diferentes y las puso encima del mostrador. Las abrí solo “para ver quien las traducía”Ante mi extravagante gesto, el librero solo logró articular una elocuente interjección, ¡Ah!

Pues ¡ah!, sea… El cariño que pone la autora de este libro en lo que traduce es propio del constant gardener de John le Carré. Amar las palabras tiene mucho en común con lo que decía al principio: si las usamos bien, nos reconcilian con aspectos de la vida; si hacemos lo contrario, nos envilecemos, nos amargamos. También es bastante cierto.

No hace falta más que encender el televisor y escuchar lo que se dice, no fijarse en lo que se ve. La televisión se ha convertido en la radio de los que creen ver, cuando apenas se ve algo. Sus imágenes son rutinarias, desangeladas, vacías… Como decía el cineasta Jean-Luc Godard: “Los ciegos tienen esperanza, yo veo…”.

En fin, recuperen un poco el ánimo buscando y leyendo este libro, publicado el pasado año por Galaxia Gutenberg. Sonreirán hacia adentro, ese lugar de nuestro cuerpo donde la risa es más aparatosa.

FELIPE VEGA


El amigo de nuestro blog, Emilio González Martínez, ha publicado un último libro, titulado Sobre el paciente que más me preocupa, de difícil clasificación en cuanto a género; pero que, precisamente por ello, es un ejercicio “a tumba abierta”. La vida es dispersa, y el autor la recoge de forma dispersa desde “la última vuelta del camino”: poemas, artículos, reflexiones, cuentos; siempre con una factura impecable, porque el territorio de Emilio es la palabra, las palabras que le deslumbraron de niño: Lorca, Neruda, Gabriela Mistral, Octavio Paz…

“Camino así, de espaldas a mi propia muerte
Con la mirada clavada en las frases que, de niño,
Me desgarraron para siempre”.

Hay que destacar la valentía del autor para situar la muerte “esa insustituible presencia que hace nacer el pensar”, en palabras de María Zambrano, en el corazón del otro gran tema del libro: la palabra, ese “sorprendente escenario para un diálogo con la muerte”. La palabra es también el “Jardín elegido por el lenguaje para sus juegos”, porque es libertad y es permanencia.

La palabra es la que manda y nos guía para afrontar nuestro destino en la resaca del nihilismo, recurriendo a esa rebeldía metafísica, de la que ya habla Albert Camus. Rebeldía del autor contra la trascendencia: “lo sobrehumano no es más humano que lo inhumano” y contra las “fabulaciones” de nuestra tradición —Cristo, la Virgen María—:


“Saber de la muerte no me autoriza a malgastar
el poder evocador y anticipatorio de la palabra
para crear un más allá, después de muerto”.

Rebeldía también contra un orden social que reduce la sexualidad a la reproducción de la especie y dicta las convenciones de la familia. Rebeldía contra una situación cultural que ha conducido a la inflación del yo y que el autor traduce, en última instancia, como un deseo de impunidad ante la muerte. Rebeldía contra el recurso a un entretenimiento continuo que nos haga olvidar nuestro destino.

Junto al poder salvífico de la palabra se encuentra el psicoanálisis: “No somos libres, pero nuestras palabras pueden serlo. La poesía y el psicoanálisis, apuntan a esa posibilidad”. Y el inconsciente se cuela en muchos de los relatos, que pueden calificarse de “surrealistas” como “Mi apartado en la oficina de correos”. Y junto a la presencia del inconsciente, aquello que, según Freud, lo alimenta y lo sostiene: la sexualidad y sus secretos, en palabras del autor “esas papeleras de la sociedad que Freud se dedicó a revisar”.

No podía faltar en este recordatorio “a tumba abierta” la herida no cauterizada de la dictadura argentina, que lo condujo al exilio de su patria hace ya más de 40 años, ni un bello poema dedicado a su amiga y compañera de vida, Lidia.

MARÍA LUISA MAILLARD

Retrato de Estela de Castro

CRISTINA GARCÍA RODERO
MARÍA LUISA MAILLARD

No podemos decir que Cristina García Rodero, una mujer que fue la primera española en ser admitida en la prestigiosa agencia Magnum Photos, creada en 1947 por Henri Cartier Bresson y Robert Capra, sea una desconocida en el ámbito de su especialidad, la fotografía; sin embargo, dos razones poderosas nos han inducido a incluirla en nuestro apartado de “Mujeres olvidadas”.

La primera de ellas, es el mismo ámbito de su actividad. La fotografía se sigue manteniendo al margen de la historiografía del arte y pocos fotógrafos españoles, y menos fotógrafas, son conocidos como creadores, mucho menos aquellos que cultivan “la fotografía directa”, que se abrió paso, después de la Segunda Guerra Mundial, con autores como Henri Cartier Bresson.


El alma dormida (Saavedra, Lugo), 1981

La “cámara oscura”, antecedente de la fotografía y conocida desde el siglo XVI, fue utilizada por algunos pintores como Canaletto, para dotar de más verismo a sus cuadros. Esa función de dotar de verosimilitud a la pintura y plasmar la objetividad de lo real, se mantuvo como finalidad de la fotografía durante su primera andadura, que se inició en 1839. La primera fotografía, hecha sobre una superficie de plata pulida, aparece de la mano de Daguerre y fue denominada daguerrotipo. La técnica sigue perfeccionándose a lo largo del siglo XIX, con los carretes de película enrollable de Kodak en 1988 y la introducción del color en 1903 por los hermanos Lumiére. La fotografía, aún en esta fecha, es considerada como un auxiliar científico en la observación de la realidad, no como una actividad creativa.

La introducción de la fotografía en periódicos y revistas, como complemento imprescindible y los reportajes de guerra, contribuyeron a su difusión. Sin embargo, no fue hasta la época de las vanguardias artísticas —dadaísmo, futurismo, surrealismo— que la fotografía rompe con su condición mimética y aspira a crear otra realidad, fruto ya de la actividad artística. Los mecanismos serán la superación de la perspectiva convencional y la manipulación en el proceso de gestación de la imagen, popularizándose, entre otras técnicas, la del fotomontaje.


Bajo la lluvia 2/7, serie Georgia. Colección FCDP

Después de la Segunda Guerra Mundial, como ya hemos indicado, la “fotografía directa”, comienza a ocupar el lugar que había abandonado la pintura, al adentrarse en el camino sin retorno de lo que María Zambrano denominó “la destrucción de las formas”. Desaparecen de los cuadros el rostro humano y la realidad exterior, en aras de la subjetividad creativa del pintor. “La fotografía directa” ocupa el lugar vacío y desde allí se reclama arte, porque la creatividad se encuentra, según palabas de Bresson, no en la manipulación del material, sino “en la cabeza, el ojo y el corazón” del fotógrafo, capaz de descubrir el lado oculto de la realidad, “el alma de las cosas”.

En ese camino nos encontramos con la figura singular de Cristina García Rodero. Es su singularidad y la fuerza sobrecogedora de sus imágenes, la segunda y más poderosa razón para incluirla en nuestra galería de mujeres. Su vocación de “caballo”, según sus palabras, fue su vida. Ella lo tenía claro: “La fotografía de lo real nunca va a morir” porque es la vida, el ser humano, lo que siempre va a estar ahí, esperando nuestra mirada. “Cada persona fotografiada es un mundo, dice, en un solo rostro podemos encontrar el dolor, la tenacidad, la compasión y el orgullo; y yo debo gestionar ese mundo desde la empatía y la profesionalidad”.


Rituales en Haití, 2001

No es fácil captar ese mundo. Cristina García Rodero define su actividad como un combate de boxeo: “hay que vivir la escena, sumergirse en ella, bailar con ella, a la espera del momento en que debes dar el puñetazo, el flash que la inmortaliza”. Ella quiere recoger esos pedazos de vida que descubren el alma —la desolación, la alegría, la espera, la ternura, el terror, la fe, el júbilo—, para que no mueran, para que vivan siempre.

Nació Cristina García Rodero en Puertollano en 1949, ciudad en la que desde 2018 existe un Museo dedicado a su obra. Desde chiquitina se sintió aventurera y, después de licenciarse en Bellas Artes en 1972, compaginó su trabajo como profesora; primero, en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid; y desde 1983 en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense, con sus correrías por todos los pueblos de España. Iba persiguiendo la cultura y las tradiciones populares, vivas en sus fiestas. No eran fruto de la ignorancia de un país atrasado, como se entendía en los años 70; sino de la sabiduría del pueblo, del alma que se desataba en sus celebraciones. Primero viajaba los fines de semana en trenes y autobuses; después en un destartalado seat 600. Siempre abriéndose paso entre la muchedumbre festiva, se introdujo en el corazón del pueblo y lo inmortalizó. El resultado fue el libro, ya de culto, La España Oculta, publicado en 1989.

El Holi, Magnum, Cristina García Rodero

Pronto se lanzó a otras aventuras, a otras culturas, porque el fondo de humanidad que ella perseguía se encontraba allí donde hubiera hombres y mujeres. México, Haití, la India, Corea… La persecución de imágenes populares, que elevó a una belleza sobrecogedora, no tenía fronteras para ella. Su actividad sigue siendo incansable hoy en día porque como ella dice: “Soy pequeña. Mido metro y medio; pero mi fuerza no está en el físico, sino en la mente”.

En 1996 obtuvo el Premio Nacional de Fotografía del Ministerio de Cultura y desde 2018 es Doctora Honoris Causa por la Universidad de Castilla la Mancha. En el año 2013 fue nombrada Académica de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Su obra se encuentra en colecciones permanentes, en el Centro de Arte Reina Sofía, en el IVAM de Valencia y en el Museum of fine Arts de Houston, entre muchos otros lugares del mundo.

No se pierdan el documental: “Cristina García Rodero: la mirada oculta”, dirigida por Carlota Nelson en 2023 y accesible hoy en ciertas plataformas, como Movistar.

MARÍA LUISA MAILLARD


DELHY TEJERO. MEMORIA Y CREACIÓN

EN PATIO HERRERIANO (MUSEO DE ARTE CONTEMPORÁNEO ESPAÑOL) DE VALLADOLID, TENDRÁ LUGAR ESTA EXPOSICIÓN DEDICADA A NUESTRA BIOGRAFIADA DELHY TEJERO, QUE COMISARIADA POR PATRICIA MOLINS, PODRÁ VISITARSE DESDE EL 2 DE MARZO AL 9 DE SEPTIEMBRE DE 2024. 



Delhy Tejero, nacida en Toro en 1904, fue una de esas singulares artistas de vanguardia que tuvieron la capacidad de deslizarse con inusitada naturalidad por los diferentes escenarios artísticos de las décadas centrales del siglo pasado. La exposición que, bajo el comisariado de Patricia Molins, presentamos en las salas 1 y 2, recorre las primeras incursiones de la artista zamorana en el ámbito de la ilustración, da buena cuenta de un interés de corte antropológico por las tradiciones populares y es testigo de los viajes por diferentes lugares que, en su momento, y a la postre, se revelarían esenciales para su carrera, como París, Italia o Marruecos. Todo esto ocurriría en los años anteriores a la Guerra Civil española.

Las dos salas de la exposición marcan una división aproximada entre la obra de preguerra y la de posguerra. Los años cincuenta marcan una clara nueva dirección, pues Delhy avanza hacia la abstracción tras un primer momento que tiene como protagonista la figura humana en el que ahonda en la fusión entre figuras que dan como resultado obras de gran singularidad. De la parte final de su vida son sus trabajos para murales de grandes formatos en diferentes contextos. Se mostrarán aquí notables ejemplos de trabajos preparatorios.

Con su atención al paisaje, al acervo rural y a las tradiciones vernáculas, esta exposición cumple con el compromiso del Museo de conectar con el presente y con la historia del contexto artístico de Valladolid y de Castilla y León.






EL PASADO DÍA 13 DE FEBRERO TUVO LUGAR EN EL ATENEO ESCURIALENSE (SAN LORENZO DE EL ESCORIAL - MADRID), UNA CONFERENCIA A CARGO DE MARÍA LUISA MAILLARD QUE VERSÓ SOBRE “LAS MUJERES EN EL TEATRO DE CALDERÓN DE LA BARCA”. OS DEJAMOS EL TEXTO DE SU DISERTACIÓN.

LAMUJER EN EL TEATRO 
DE CALDERÓN DE LA BARCA

MARÍA LUISA MAILLARD

Buenas tardes, agradezco a Pilar Rodríguez Laserna, directora del Ateneo escurialense de Literatura, la invitación para participar en este estupendo ciclo sobre El Siglo de Oro español y su Literatura, y poder estar aquí esta tarde con todos ustedes para compartir el fascinante mundo de la mujer en el teatro de don Pedro Calderón de la Barca. Pero, antes de comenzar mi disertación voy a dejar la voz a uno de los personajes del autor, Eugenia, protagonista del auto sacramental El José de las mujeres, (1669), que se desarrolla en la lejana Alejandría, donde Eugenia ocupa una cátedra de Filosofía. Se encuentra sentada ante un escritorio en un aposento propio, antecedente sin duda de “la habitación propia” que reivindica Virginia Woolf y con algún eco de Hipatia de Alejandría: 

HABLA EUGENIA

¡Oh, nunca mi voluntad
viendo que los hombres son
por armas y letras dueños
del ingenio y del valor,
me hubiera puesto en aquesta
estudiosa obligación
de darles a entender cuánto
más capaz, más superior,
es una mujer el día
que, entregada a la lección
de los libros, mejor que ellos
obran, discurren veloz.
 

No estamos, a pesar de la “habitación propia”, ante un feminismo avant la lettre. En esta obra tardía, que fue objeto de censura por su tratamiento del demonio, Eugenia, después de un atormentado itinerario y múltiples peripecias, acabará en el martirio. Pero sí estamos ante una denuncia clara, en plena época del Barroco español, de la falta de educación como causa de la inferioridad de la mujer y una defensa de su derecho al estudio en la misma medida que los hombres. Tampoco es la visión de la mujer en Calderón un adelanto de nuestro actual feminismo del siglo XXI. Su perspectiva es mucho más compleja —inserta en la complejidad de la naturaleza humana—y se desarrolla de diferentes formas en el drama, la comedia y los autos sacramentales.

Lo que lleva a cabo Calderón en el parlamento inicial de este personaje es recoger una reivindicación que se remonta a la denominada “Querella de las mujeres”, que inicia Cristhine de Pizán en 1405, con su libro La ciudad de las damas, escrito para rebatir los libros de la época en los que los hombres denigraban a las mujeres. Una situación que coincide, como veremos más adelante, con el inicio del Humanismo y el predominio en el pensamiento de la herencia aristotélica frente a la platónica. Esta situación de desprestigio de las mujeres continúa en el siglo XVII y da lugar a que autoras italianas como Lucrecia Marinelli y Moderata Fonte, sigan el camino que inició Cristhine de Pizán, reivindicando el valor de las mujeres. Camino que no es desconocido en la España del siglo XVII, como lo prueban las novelas de María de Zayas y Sotomayor.




En 1755 el capitán Luidvig von Kahlen (una excelente interpretación de Mad Mikkelsen) se dispone a hacer productivos los inhóspitos paramos daneses con el objetivo de crear una colonia en nombre del rey. El capitán tiene una ardua tarea por delante: las tierras no son muy productivas, no puede contar con otras inversiones que no sean las que salen de su pobre economía personal y solo cuenta con su tesón y su trabajo. Luidvig von Kahlen se nos presenta como un hombre hecho a sí mismo. Hijo no reconocido de un noble y una sirvienta, ha llegado a ser capitán tras veinticinco en el ejército y, ahora, desea elevar su estatus social con un título nobiliario y alcanzar un bienestar económico que nunca tuvo. Este hombre de bien, de carácter recio y trabajador, se enrolará en una aventura épica para lograr sus objetivos.

En contraposición a nuestro héroe, aparece Frederik de Schinkel (interpretado por un creíble Simon Bennebjerg), que pertenece a la nobleza. El aristócrata es rico y poderoso desde la cuna y se considera con derecho para abusar y someter a todos a aquellos que considera inferiores. Dos hombres totalmente diferentes se enfrentarán para intentar cumplir sus deseos: el capitán, escalar un puesto en la sociedad y el aristócrata, ampliar su poder. Ambos representan dos formas opuestas de ver la vida. Luidvig von Kahlen se ha tenido que ganar desde la nada lo que es y lo que tiene. Es seguidor de las reglas impuestas por la ley, austero y protector con los suyos. Muy al contrario, su adversario, Schinkel, ha recibido todo desde la cuna y solo obedece a su propio capricho. Representa el caos y la corrupción más detestable. Utiliza a los otros de manera despiadada y cruel.

Muy pronto, el capitán Kahlen ganará nuestra admiración y nos tendrá pendientes de sus desgracias y de sus victorias. La narración nos dejará sin respiración desde el minuto uno. Desde la butaca, sufrimos una enorme tensión viendo todas las penalidades por las que tiene que pasar el protagonista; sentimos un anhelo inexplicable por ver el brote de una patata; celebramos con alegría los pequeños momentos de felicidad que disfruta nuestro protagonista; experimentamos repulsión por el corrompido Schinkel; vemos imágenes de un gran ternura y belleza lírica; soportamos horrorizados momentos de una violencia moral y física extrema que nos deja noqueados y con ganas, a la vez, de huir y de quedarnos en la sala. Y, al fin, cuando salimos a la calle sentimos que nos han dado una paliza emocional que se traspasa a lo físico y nos entra un hormigueo difícil de describir, ya que nos deja al borde del colapso emocional. Bueno, esa ha sido mi experiencia.

Es una estupenda película, de corte clásico, no apta para todos aquellos que solo deseen ver lo bueno y agradable de la naturaleza humana. En esta narración, el mal y la crueldad de nuestra especie se nos presenta en toda su crudeza. El director, Nikolaj Arcel, nos habla de dos maneras de afrontar la vida. Y, sobre todo, nos explica lo difícil que es no seguir los deseos inculcados por los otros, aquí por la presión social: riqueza, títulos, relaciones con el rey… Lo arduo que es descubrir el propio deseo y optar por él. Y, también, nos advierte de la complicidad de mantener los valores humanos, como el cuidado a los otros y la honradez, en una sociedad corrompida. Nuestro héroe recorre un largo camino para descubrir quién es y qué es lo que realmente desea. Es una estupenda película, pero no para todas las sensibilidades. Yo, a pesar de la conmoción, me alegro de haberla visto.

ISABEL BANDRÉS

https://www.youtube.com/watch?v=pQ6E5i1GO7c




Una joven e idealista profesora de origen polaco intenta solucionar, de manera justa, el robo de pequeñas cantidades que se está produciendo en el aula donde imparte clases de matemáticas a unos alumnos preadolescentes alemanes. Pronto comprenderá que su tarea no es tan fácil como parece: la dirección de la institución animará a los alumnos a la delación, sus decisiones estarán teñidas de un cierto racismo y, además, descubrirá, de manera no muy ortodoxa, que en el aula de profesores también se cometen robos por parte del personal docente y administrativo. Pero la animosa y rigurosa profesora no cejará en su empeño de descubrir la verdad, lo que la enfrentará a profesores, alumnos y padres. Lo que comenzó como algo nimio se va agrandando a base de rumores, medias verdades, falsedades y juegos de poder; su ética de tolerancia cero provocará un terremoto de imprevisibles dimensiones.

El desarrollo de la película es ejemplar, nos tiene atados a la pantalla y noqueados, porque estamos viendo en un espejo lo que pasa en nuestra sociedad. El micro-mundo del colegio es el mundo exterior en el que vivimos. El periódico del colegio es igualito a nuestros medios de comunicación. Profesores, alumnos y padres son representantes de nuestra sociedad: poderes, clases sociales, mandos medios, inmigrantes… que mantienen un difícil equilibrio para que no salte una chispa que se lleve todo por delante. El director de la película, Ilker Catak, hace una magnifica disección de nuestra sociedad poniendo el foco en una escuela alemana.

La película en una especie de thriller en el que nuestra heroína es acorralada por todos: compañeros, alumnos y padres. La trama se va complicando de tal manera que el ambiente se vuelve irrespirable para la Carla. La profesora ejemplar y querida por sus alumnos, será puesta en cuestión hasta convertirse en chivo expiatorio de todos. Cargará con las frustraciones de los alumnos, el malestar de los profesores y el enojo de los ocupados padres. Un sistema basado en vive y deja vivir, logrará arruinar la reputación de una profesora dedicada, tenaz e ingenua.

Oscar, un niño muy inteligente, con el que Carla tiene un vínculo especial, orquestará de una manera muy hábil una campaña contra su profesora y la inocente Carla aprenderá la gran lección de su vida: las buenas intenciones por sí solas casi nunca triunfan. La ética y la moral, nos viene a decir a decir Catak, es patrimonio de cada uno, pero es difícil que salgan victoriosas en una sociedad acomodaticia. En el aula, como en la vida, ganará, no el mejor si no el más hábil para moverse entre las trampas, intereses y emociones de los demás. Nuestra admirara profesora, una excelente interpretación de Leonie Benesch, vive en un mundo real que poco o nada tiene que ver con la idea que ella tiene de cómo deben ser las cosas y las personas. Esa desconexión con la realidad junto con su ingenuidad y rigidez moral, serán la dinamita que provoque el seísmo que, por otra parte, nada cambiará. Tras la tormenta, como es habitual, se retomará la calma y todo seguirá igual.

Sala de profesores es una excelente y recomendable película que está muy por encima de Los que se quedan, otra película sobre educación ahora presente en las pantallas de los cines.

ISABEL BANDRÉS

 

https://www.youtube.com/watch?v=qWZ3nXX7kUA



Comienza la película con una obertura que obliga al público a estar en la oscuridad durante algunos minutos. La primera imagen que vemos, tras la oscuridad inicial, es la de una familia feliz pasando un día en el campo, a las orillas de un río: niños nadando, risas infantiles y padres atentos a las necesidades de sus retoños. Una idílica estampa familiar en un entorno natural de gran belleza. Cuando vuelven a su casa se nos revela su identidad: la familia del comandante de las SS Rudolf Höss, cuyo agradable hogar está separado por un muro del campo de concentración de Auschwitz, que dirige el padre de familia.

La mayor parte de la película transcurre en esa acogedora casa y en sus cuidados jardines: los niños juegan, el padre lee cuentos a su hija más pequeña, los sirvientes diligentes hacen las tareas del hogar, la madre se reúne con sus amigas, las visitas disfrutan de la piscina y un mundo perfecto aparece ante nuestros ojos. Pero, poco a poco, se nos va desvelando que, tras lo aparentemente bucólico existe un mundo aterrador que lo hace posible. Hedwig, la madre de familia, enseña orgullosa los jardines y el invernadero a su madre visitante mientras se queja, con notable malestar, de que todavía no ha podido ocultar con árboles o arbustos el muro que separa su paradisiaco jardín, el logro de su vida, del campo de exterminio.

El mal va conquistando terreno en la narración, pero siempre ha estado allí: los gritos apagados de los prisioneros, el sonido de los tiros, el ruido de la maquinaria de la muerte, el humo de las chimeneas… La oscuridad de lo que no se ve, va adquiriendo presencia sobre la alegría hogareña que se nos muestra. La “normalidad” va agrietándose: niños que juegan con dientes de oro, amigas de la madre que hablan de diamantes encontrados en los tubos de la pasta de dientes, sirvientas que se prueban prendas de vestir requisadas y un padre “ejemplar” que piensa en voz alta cómo ser más eficaz en su trabajo de eliminar prisioneros. Y todo esto sucede de la forma más natural y banal posible. Solo la madre de Hedwig, visitante ocasional del paraíso que ha creado su hija, se da cuenta de lo que implica moralmente disfrutar del edén a costa del infierno de los otros. Tras el primer deslumbramiento de lo aparente, descubre la insoportable realidad que le hace huir sin dar explicaciones. El ambiente de amabilidad superficial que se respira esconde el horror de la inhumanidad radical de unos monstruos que, por no parecerlo, resultan más escalofriantes.


Hay algunos indicios dispersos de que lo que sucede al otro lado del muro está afectando al bienestar mental de la familia. La hija pequeña sufre terrores nocturnos, que se traducen en sueños fantasmagóricos, en los que se intenta resolver de manera inconsciente el terror al vacío del no saber lo que realmente sucede. El cuento de Gretel que le lee su padre, en un acto de sadismo, para “tranquilizarla” nos descubre un padre no tan modélico. Las ideas nazis que inculca a sus hijos varones durante sus paseos campestres, sin abandonar la apariencia de un padre protector y amable, nos dicen mucho de la ausencia de cualquier rasgo moral. La narración nos va mostrando cómo la perversión del mal puede ir extendiéndose de manera natural, incluso frívolamente alegre, en las sociedades más cultas, como era la alemana.


Pero “la vida soñada” por Hedwig se pone en peligro cuando el Tercer Reich envía a su marido a Berlín. Ella luchará con la burocracia para quedarse en su confortable hogar de Auschwitz con los niños, mientras su marido trama en Berlín cómo hacer más eficientes los campos de concentración. Cuando ella, durante una llamada telefónica, le pregunta a su marido por las personas que asistieron a una magnifica fiesta nazi en Berlín, él le contesta: “Realmente no me di cuenta, solo estaba pensando en cómo podría gasear a un grupo como este con techos tan altos”.


En el final de la narración, Rudolf Höss sufre un vomito al pie de una escalinata. La escena se corta y vemos a unas limpiadoras en las salas de un museo donde se muestra el legado de aquella época y, de nuevo, aparece la imagen de un Höss ya repuesto de su indisposición pasajera. ¿El vómito representa un leve momento de lucidez de lo que realmente es?, ¿el impoluto museo del horror representa lo que solo somos capaces de ver, para olvidar rápidamente el infierno de los otros? La banalidad del mal, término acuñado por Hannah Arendt, está representado aquí por Glazer, su director, con gran talento.


Una película muy recomendable por su ejecución, por sus actores, en especial la interpretación de Sandra Hüller en su papel de Hedwig y, sobre todo, porque nos hace reflexionar sobre lo que significa el vacío moral y la incapacidad de reconocer el mal en nosotros. Las imágenes oníricas en blanco y negro, las escenas simbólicas cuando Höss le lee cuentos a su hija, nos llevan a recapacitar sobre la complejidad humana.

No se la pierdan.

ISABEL BANDRÉS

 

https://www.youtube.com/watch?v=_FQwmkszP3I

 

 

SERÁ EL

COMENTAREMOS EL LIBRO

Corren los penosos años cincuenta en una ciudad de provincias sumida en la penuria y el olvido. Los integrantes de una peculiar Cofradía —más encaminada a lo etílico y a lo esotérico que a los rigores de la penitencia— inician una noche una disparatada aventura, dirigida al hallazgo de una mítica fuente de aguas virtuosas, de la que un día bebió, a lo que parece, un eximio canónigo de dilatada memoria.

La aventura de los cofrades marcará la línea simbólica a partir de la cual se abrirá una vía de escape del mundo estrecho y ramplón que les rodea. Y ese será, naturalmente, el tema sustancial de la novela: el enfrentamiento entre la vida real y la imaginaria, la lucha entre el disparate —teñido también de inocencia— y lo convencionalmente establecido por una sociedad sin imaginación.


Luis Mateo Díez. Foto: Jeosm

Luis Mateo Díez (Villablino, León 1942) es autor de, entre otras, de las novelas La Fuente de la edad (1986 y 2016), con la que obtuvo el Premio Nacional de Literatura y el Premio de la Crítica, El expediente del náufrago (1992), Camino de perdición (1995), La mirada del alma (1997), El paraíso de los mortales (1998), Fantasmas del invierno (2004), La gloria de los niños (2007), Azul serenidad o la muerte de los seres queridos (2010), Pájaro sin vuelo (2011), La soledad de los perdidos (2014), Vicisitudes (2017) y Juventud de cristal (2020), todas ellas publicadas en Alfaguara. El volumen Fábulas del sentimiento (2013) recoge las doce novelas cortas de ese ciclo narrativo. Sus cuentos están recogidos en El árbol de los cuentos (2006). Con La ruina del cielo (2000) obtuvo el Premio Nacional de Literatura y el Premio de la Crítica. La cabeza en llamas (2012) fue distinguida con el Premio Francisco Umbral al libro del año. También es autor de El hijo de las cosas (2018), Gente que conocí en los sueños (2019) y Los ancianos siderales (2021). Celama (un recuento) (2022) es su última obra publicada. Es miembro de la Real Academia Española y ha recibido las siguientes distinciones: Premio Castilla y León de las Letras, Premio Miguel Delibes, Premio de Literatura Observatorio D’Achtall, Premio Rivas Cherif por la adaptación teatral de su trilogía El reino de Celama, Premio Comunidad de Madrid de Literatura, Premio Nacional de las Letras Españolas y Premio Cervantes 2023. Su obra está traducida a numerosas lenguas, y ha sido llevada al cine y al teatro.