domingo, 2 de diciembre de 2018






CON MOTIVO DE LA CELEBRACIÓN DE LOS 10 AÑOS DE NUESTRA COLECCIÓN DE BIOGRAFÍAS DE MUJERES RELEVANTES, AMMU INVITA AL APERITIVO DE DESPEDIDA DE AÑO A SOCIAS, AMIGOS Y COLABORADORAS DE NUESTRO BLOG.













PRÓXIMA TERTULIA LITERARIA


COMENTAREMOS LOS LIBROS...


"Leer a Hannah Arendt permite comprender mejor el presente"
Berliner Morgenpost


¿Qué es la libertad y qué significa para nosotros? ¿Consiste solo en la ausencia de miedo y restricciones, o acaso implica también la participación en procesos sociales, con voz política propia, ser escuchado, reconocido y finalmente recordado por otros?

Publicado en Estados Unidos en los años sesenta pero inédito hasta hoy en español -y en alemán-, este ensayo refleja el rigor y la fuerza del pensamiento político de Hannah Arendt y condensa con precisión y maestría sus reflexiones sobre la libertad, de gran calado y capaces de conectar de manera asombrosa con los desafíos y peligros de nuestro tiempo.


Arendt rastrea el desarrollo histórico de la noción de libertad, en particular, toma en cuenta las revoluciones en Francia y América. Mientras que la primera supuso un punto de inflexión en la historia pero terminó en desastre, la otra fue un éxito triunfal pero se mantuvo como un asunto local. Repensar la idea de revolución se ha vuelto imperioso hoy, y este reencuentro con Hannah Arendt representa el impulso necesario para las nuevas generaciones.
John Minnion - 2003

"Hanna Arendt (1906-1975), una de las pensadoras más poderosas y originales del siglo XX, se ha convertido en un referente indispensable del siglo XXI. Su formación filosófica con Heidegger y Jaspers no le impidió dedicarse a la ciencia política para intentar comprender los entresijos del siglo convulso en el que vivió y cuyos zarpazos la afectaron directa-mente. Escribió Los orígenes del totalitarismo (1951), desde una perspectiva alejada de los tópicos al uso y, con valentía se enfrentó a la comunidad judía a la que pertenecía con Eichmann en Jerusalén (1963), un estudio sobre la banalidad del mal. En su esfuerzo por comprender al hombre escribió La condición humana (1958) y su libro póstumo La vida del espíritu (1978), desde la esperanza en la libertad humana y su capacidad para crear un mundo mejor" (Eila Editores).


OS RECORDAMOS NUESTRA BIOGRAFÍA Nº35
SOBRE HANNAH ARENDT 
ESCRITA POR EL DOCTOR JOSÉ LASAGA MEDINA




LA CASA DEL LIBRO




"El incorregible Jaroslav Hašek fue durante toda su vida un infatigable escritor de crónicas y relatos breves, gracias a los cuales queda retratada la retorcida lógica del poder y la irracional burocracia de una época, así como lo genial del absurdo de la vida y de las situaciones cotidianas. La vanidad humana es una selección de los relatos más mordaces e hilarantes de uno de los escritores checos más importantes y originales de todos los tiempos".

Jaroslav Hašek (Praga, 1883 – Lipnice nad Sázavou, 1923) novelista y periodista checo, fue una de las figuras más relevantes de la narrativa centroeuropea de principios del siglo XX. Su influencia en autores como Hrabal o Kundera es indiscutible. Además de su obra más conocida, Las aventuras del buen soldado Švejk, también fue autor de una  ingente canti-dad de relatos, muchos de ellos basados en experiencias personales; la sátira y el humor son el común denominador de toda su obra.


EDICIONES MÁRMARA






UN AÑO MÁS...

 PAOLA TREVISAN ELIGE MADRID
Paola Trevisan ha elegido el Ateneo de Madrid para celebrar los 15 años de existencia de la plataforma artística Trevisan International Art. Un foro de arte creado desde Ferrara (Italia) con la visión, desde el primer momento, de aunar a artistas de todo el mundo facilitando encuentros, exposiciones y talleres.


 Comisarias: Paola Trevisan y nuestra compañera de AMMU,
la pintora, Rosa Mascarell Dauder 


 A. Pilar Rubio, compañera de AMMU y colaboradora de este blog,
fue la encargada de presentar la muestra pictórica.


 Paola Trevisan rodeada de sus artistas, llegados a Madrid de todas partes del mundo!


GRACIAS PAOLA POR ELEGIR MADRID,
ERES NUESTRA...












OTRA MIRADA SOBRE LA NAVIDAD

LIDIA ANDINO

Es muy probable que al comenzar diciembre casi todos ya estemos pensando en las reuniones familiares y en encuentros con los amigos, o en los regalos que haremos. No faltan quienes estén haciendo dietas pre-navideñas por los excesos que sienten que cometerán en estas fiestas. Si bien la crisis ha ido reduciendo el número de comidas, los hogares no dejan de gastar en alimentación ideando menús más accesibles al bolsillo de cada uno. Las comilonas siguen siendo tradicionales, hasta tal punto que los medios de difusión nos informan de que los "atracones de comida" elevan hasta un 30% las urgencias hospitalarias.

¿Qué es lo que lleva a comer mucho más de lo habitual en esta época?
Aunque cada caso es singular podemos señalar algunas cuestiones que suelen jugar un papel importante en este exceso, teniendo en cuenta que la Navidad nos permite ver de una manera ampliada muchos conflictos presentes durante todo el año.

Para la mayoría es una oportunidad de disfrutar de un descanso, de realizar paseos, no acudir al trabajo y compartir más tiempo con los seres queridos. Sin embargo, ésta es sólo una cara de la moneda porque también encontramos quienes manifiestan que viven la festividad con desgana porque "tienen la obligación" de asistir a determinados compromisos a los cuales no pueden negarse y expresan abiertamente su deseo de que estos encuentros acaben cuanto antes. Un paciente decía: "Me acelero por la ansiedad que me provoca  sentarme esa noche a cenar con personas de mi familia con quienes no quiero estar". Otro enunciaba: "Como paso las fiestas solo porque ya no viven mis padres, mi compañía es la comida... así me pongo", palmeando su tripa para recalcar el final de su frase.

También hay que agregar que aunque las circunstancias sociales han cambiado y ya no está bien visto para la salud el comer de más, las dichos populares siguen asociando la obesidad con el estar sano, con la prosperidad, o como una señal de felicidad: tocarte el gordo en la lotería, una perra gorda, época de vacas gordas, etc.

El lenguaje recoge siempre en sus innumerables frases repetidas una cuota de verdad, en el sentido de que para el ser humano hambre y amor están unidos desde el nacimiento. El bebé come para satisfacer una necesidad fisiológica, una vez que sacia su hambre le encuentra un gusto al chupeteo o se chupa el dedo por placer y goza de su boca. La multifunción de la boca abarca desde su actividad orgánica hasta su intervención en las relaciones amorosas, sexuales, además de la importancia de ser un órgano fonador; con ella hablamos.

Los usos del lenguaje van tomando giros tan diversos que se llega a calificar de "apetitoso" a un objeto erótico, o de llamar "dulce" a la persona amada.
En esta complejidad tenemos que considerar los reiterados excesos de comida como la manifestación de conflictos que se resuelven en una manera compulsiva de alimentarse, o mejor dicho, en este modo de eludir, por medio del síntoma, la labor de resolverlos en la realidad.

Podremos hacer todas las dietas que queramos, hay muchas excelentes, pero no vamos a conseguir solucionar el problema de la compulsión si no tratamos los factores emocionales que están en juego.

Queridos lectores, les deseo un feliz 2019, venturoso y pleno de realizaciones.

LIDIA ANDINO TRIONE
Psicoanalista



EL CENTENARIO
PRIMERA GUERRA MUNDIAL
ISABEL BANDRÉS

El día 11 de noviembre de 1918 finalizó la Primera Guerra Mundial. Habían pasado cuatro largos años desde el asesinato del archiduque austriaco Francisco Fernando, detonante de una masacre largamente larvada. La conocida como La Gran Guerra movilizó 65 millones de soldados, se contabilizaron 19 millones de muertos entre combatientes y civiles y hubo 21 millones de heridos de los que  8 millones quedaron incapacitados para siempre. El Imperio Austrohúngaro fue desmembrado en varias repúblicas conformando democracias débiles que, junto con la enorme sanción económica impuesta a Alemania, los nacio-nalismos, el revanchismo y el antisemitismo fueron parte del origen de la Segunda Guerra Mundial. Clemeceue aseguró en Versalles: ”Bueno, esto es el final”. Algo que rectificó el historiador Toynbee, que estaba presente: “No, esto es sólo el principio”. Y tenía razón, veintiocho años después de firmar la paz, el 1 septiembre de 1936, Hitler entraba en Polonia.



Tras 1918, el mundo, y en concreto el de la mujer, cambió para siempre. La desproporción entre la población femenina y masculina y la necesidad de mano de obra en el empleo industrial hizo que la mujer ampliase sus oportunidades en las fábricas. En Francia y en Italia se les facilitó el acceso al funcionariado en 1919. En el período de entreguerras la mujer se fue incorporando al mundo de la medicina y del derecho, aunque con restricciones, la mujeres no pudieron ser jueces salvo en Noruega, la Alemania de Weimar y la URSS hasta después de la Segunda Guerra Mundial. Las nuevas formas de gobierno hicieron que se diese voz a las sufragistas. En 1918 se otorgó el voto a las mujeres en Polonia, en las repúblicas Bálticas, Alemania, Reino Unido y Austria. Aunque en Francia, Italia, Bélgica y Suiza, la mujer no tuvo derecho al voto hasta después de 1945. La primera parlamentaria, Lady Astor ocupó su escaño en la Cámara de los Comunes en 1919. En 1924, Nina Bang fue nombrada ministra de Instrucción Pública en Noruega, la primera mujer ministra de Europa. Las incorporaciones de la mujer al mundo de la política fueron casos aislados. Pero la mujer casada seguía necesitando en la mayoría de los países el permiso del marido para firmar ciertos contratos. La total independencia económica de la mujer estaba lejos de alcanzarse. Es cierto que el trabajo de la mujer fuera de casa, junto con los avances tecnológicos (neveras eléctricas, comida enlatada, lavadora, pañales…) y la reducción del tamaño de la familia, hicieron posible una mayor integración femenina en todos los campos sociales.




De la Primera Guerra Mundial se aprendieron pocas lecciones. Cayeron imperios, se fulminaron gobiernos y reyes, pero la estupidez humana permaneció inalterable. Fritz Stern, historiador estadounidense, asegura que fue “la calamidad de la que surgieron todas las demás calamidades”. Ahora, en el centenario de la firma del armisticio, muchos politólogos e historiadores señalan los paralelismos que estamos viviendo con aquella época: resurgen los nacionalismos, aparición de partidos antidemocráticos y de fuerzas disgregadoras. Parece que la democracia para amplios sectores de la población ha dejado de ser un bien que hay que defender y se quiere sustituir por un utilitarismo deshu-manizador.

Como señala Bernad Wasserstein en Barbarie y civilización. Una historia de la Europa de nuestro tiempo, “El mal ha acosado la tierra en esta era, conmoviendo las mentes de los hombres, dirigiendo sus acciones y engendrando las mentiras, la avaricia, el engaño y la crueldad que son la materia de la historia de nuestro tiempo”. Reflexionar en este centenario sobre nuestra realidad, desde la experiencia que nos da el pasado, sería no sólo conveniente sino esencial para mantenernos en una democracia civilizadora y no caer, una vez más, en la barbarie.
 ISABEL BANDRÉS







DE LA BANALIDAD DEL MAL A LA

BANALIZACIÓN DEL MAL

MARÍA LUISA MAILLARD


Decía María Zambrano, allá por los años ochenta, que hacía tiempo que el problema de la civilización occidental no era ya la historia o lo social, que había dominado el horizonte de los hombres en el siglo XIX y gran parte del XX, sino el hombre. No parece que esa reflexión haya tenido eco. En este primer tercio del siglo XXI, como señala Roberto Calasso "el domino de lo social se ha vuelto tan omnipresente como para coincidir con la obviedad misma". Y si es así, si lo social ocupa todo nuestro horizonte, ¿qué evolución ha seguido el concepto del mal, unido a lo social y desvinculado del hombre? El siglo XX europeo se ha olvidado del demonio —que como todo símbolo dejaba abierta la sugerencia—, y ha identificado el mal absoluto con una forma de ejercicio del poder en un periodo histórico concreto: la Alemania hitleriana y su política genocida. Otros totalitarismos de la época, como el de la Rusia estalinista han tenido una condena más tardía y carente de la unanimidad necesaria para convertirse en símbolo. No nos vamos a detener en este hecho que precisaría de una reflexión propia.

Desde este concepto asumido del mal, Hanna Arendt, una pensadora política, se enfrenta en 1963 al proceso contra Eichman, y aprecia que su concepto filosófico de mal se diluye como un azucarillo al encarnarse en un hombre concreto, Eichman, que había tomado parte en la puesta en práctica de un "mal absoluto": el genocidio de los judíos en la Segunda Guerra Mundial. El carácter absoluto del mal se convertía así "en la banalidad del mal". Hanna Arendt reconocía que "los procedimientos" que ponía en marcha una ideología totalitaria eran más importantes que la ideología misma y un hombre banal podía ejercer el mal sin reconocerlo. Desde otra experiencia totalitaria, la del periodo estalinista, un personaje de Adam Zagajewski, reprocha a un supuesto historiador occidental que juzgue ese periodo desde la atalaya de la ideología y sus juicios morales, sin descender a la vida de los hombres concretos. El totalitarismo, le dice, no era sólo la muerte, era también la vida, la energía, la ambición; eran los premios, los ascensos vertiginosos, las carreras napoleónicas… Rituales donde los hombres se agigantaban y creían en profecías imposibles.



El mal está unido al hombre y, según interpretación de Zambrano, a ese sueño prometeico de trasladar la aspiración a la perfección y al absoluto, que anida en el corazón humano, a lo social, que con no poca frecuencia se encarna en un yo ególatra que rápidamente entiende que el mayor ejercicio de poder es el asesinato: disponer de la vida y de la muerte de los ciudadanos. El concepto del mal, una vez desgajado de su soporte humano, de la realidad de ese ser complejo e incompleto que es el hombre y que sin embargo aspira a la sencillez y a la plenitud, no puede ser comprendido. Pero eso no le importa al hombre social y político de las sociedades modernas porque ha descubierto que el concepto del mal es útil, puede ser instrumentalizado para los propios fines de dominio, pero para ello precisa de un radical proceso de banalización, lo que ha sido posible conforme se han ido ampliando y perfeccionando los medios de propaganda. Sin embargo, a pesar de la banalización, el concepto del mal, sigue conservando ese halo de Absoluto que impide la reflexión y justifica la violencia.


Este proceso se presenta de forma más acusada en los países de tradición católica, quizás por la sombra presente del demonio. En España, por ejemplo, el mal se ha adjetivado y se ha convertido en "fascista", arma arrojadiza que sirve tanto para definir un acto académico de homenaje a Cervantes, como para descalificar a cualquier oponente político o ideológico, o para simplificar la historia en una batalla entre buenos malos o, recientemente, para homologarlo institucionalmente como insulto, con el hecho real de un golpe de estado incruento. Mientras tanto continúan los genocidios a lo largo y ancho del planeta, los gobiernos crueles y dictatoriales y la aspiración a crearlos donde aún no los hay.

MARÍA LUISA MAILLARD



CARMEN GARCÍA INSAUSTI




DIÁLOGO CON MICHAEL SANDEL 

Siempre he creído en la expresión “en la vida no hay casualidades, sino necesidades compartidas”. Los que me conocen saben que cuando me surgen esas coincidencias inesperadas entre lo que estaba deseando hacer y lo que alguien me pide que haga, inmediatamente echo mano a esa expresión, que representa una especie de sincronicidad que conecta personas, sucesos, informaciones, de una forma un poco enigmática y difícil de explicar. El caso es que en esta oportunidad estaba deseando escribir algo sobre el trabajo que presenté para incorporarme como Miembro Correspondiente a la Academia de Medicina de Venezuela, basado en un estudio sobre las células madre de la membrana amniótica, y no tenía muy claro qué orientación darle para liberarlo de los tecnicismos con que probablemente aburrí a los asistentes. Y de repente, sin más ni menos, surge la conexión, el libro escogido para nuestra tertulia literaria de este mes en AMMU es Contra la perfección, un libro en el que Michael Sandel, filósofo estadounidense, plantea importantes cuestiones sobre la ética de la ingeniería genérica y la utilización de células madre embrionarias obtenidas del blastocisto, término que utilizo reiteradamente en mi trabajo de incorporación, y que en este caso, me permite abrir la puerta para, salvando las distancias, entrar en diálogo con el autor.


El blastocisto es la estructura que bajo circunstancias de desarrollo embriológico normal ocurre entre los 5 y 10 días de la fertilización, y que al implantarse en el útero continúa su desarrollo hacia un embrión, caso contrario, se elimina por la vagina, sin que la mujer prácticamente se entere de lo ocurrido. En la fertilización in vitro, el ovulo y el espermatozoide se unen in vitro y el huevo se cultiva en el laboratorio hasta el estado de blastocisto, que puede implantarse o conservarse en congelación. Para la obtención de las células madre embrionarias, se extraen algunas células del blastocisto, se cultivan en medios adecuados, y a partir de alli se originan clones de células embrionarias, que son células indiferenciadas con una capacidad de autorenovación ilimitada, que cuando se cultivan en los medios inductores adecuados dan origen a todos los tipos de células del organismo, lo que se denomina pluripotencialidad. Esta capacidad de autorenovación ilimitada, no la posee ninguna otra célula del organismo, por lo que algunos investigadores consideran que las células madre embrionarias son un producto de laboratorio. Las células que se obtienen de su diferenciación pueden utilizarse para regenerar tejidos dañados, para crear nuevos tejidos, probar la acción de medicamentos, etc. etc.




En el epílogo de su ensayo, Michael hace toda una disertación sobre las diferentes posturas morales que genera la obtención de células madre embrionarias, bien a partir de embriones humanos que han sido creados solo para investigación o a partir de embriones excedentes de los tratamientos de fertilidad. Termina por concluir que si lo que se rechaza es el uso de la vida humana embrionaria, la discusión no puede centrarse en las fuentes que se utilizan, sino en el estatus moral del embrión. Para abordar esta discusión el autor vuelve al concepto de blastocisto y se pregunta, si este estado precoz de desarrollo es moralmente equivalente a una persona, a un ser humano plenamente desarrollado. Algunos defienden que es igual, basados en la creencia religiosa de que el alma entra en el cuerpo al momento de la concepción. Otros, desde el punto de vista filosófico, comparten la postura Kantiana de que los seres humanos son fines en sí mismos, dignos de respeto, y que no teniendo claro el momento de emergencia de la persona desde la concepción hasta el nacimiento, se debe considerar que los embriones  poseen la misma inviolabilidad que los seres humanos plenamente desarrollados, es decir tienen igual estatus moral. Para mostrar que el argumento no es muy persuasivo y tiene implicaciones morales que incluso sus propios defensores no pueden aceptar, Michael se apoya en las observaciones de Paul McHugh, quien textualmente señala en el apéndice de Human clonning and human dignity: The Report of the of the President Council on Bioethcis. NY: Public Affairs, 2002:332-333, que "si es cierto que todos fuimos antes un embrión, ninguno fue un blastocisto clonado. Luego, si nuestro origen embrionario demostrara efectivamente que los embriones son personas, solo condenaría la investigación realizada con células madre producidas por la unión de ovulo y esperma,  no la investigación con células madres de embriones clonados, porque los blastocitos clonados no son, estrictamente hablando, embriones sino artefactos biológicos que carecen del estatus moral de los embriones humanos concebidos de forma natural". He de decir que, a mi juicio, este argumento está bien para separar las implicaciones morales que rigen los blastocistos clonados, (que para nada representan el objeto de discusión de Michael), pero no para delimitar las que surgen de tratar con blastocitos obtenidos por fertilización in vitro de un ovulo con un espermatozoide para fines de investigación o para la fecundación, que es donde Michael ha centrado la discusión, en mi opinión el argumento no aporta nada en este contexto. Por otro lado, para mostrar que de la dificultad de especificar el punto exacto en el que se adquiere la personalidad dentro del continuo del desarrollo, no se sigue que los blastocistos sean personas, Michael echa mano de la paradoja “sorites” utilizada por los antiguos griegos para evidenciar el problema de especificar puntos en un continuo. Michael nos cuenta que los sofistas usaron argumentos de tipo sorites para persuadir a sus oyentes de que dos cualidades distintas ligadas por un continuo, eran en realidad la misma, por más que la intuición y el sentido común dijeran lo contrario. De su aplicación Michael concluye que el hecho de que haya una continuidad de desarrollo entre el blastocisto, el embrión implantado, el feto y el recién nacido, no implica que el bebé y el blastocisto sean, moralmente hablando, una y la misma cosa. A mí, no me resulta para nada convincente la argumentación, y pudiera inclusive, hacer la interpretación contraria, pero tratándose de una paradoja, pudiera pasar. No obstante, creo que para el mismo Michael, no son convincentes los argumentos que ha aplicado, por lo que intenta cuestionar la posición de igual estatus moral, apoyándose en la dificultad que tienen sus propios defensores en asumir las implicaciones de su postura. 

Para ello se apoya en los ejemplos hipotéticos de George Annas (A french homuncuilus in a Tennessee Court” Hastings Center Report 19. November 1989:20-22), en los que, en uno hace referencia a la obligación moral de salvar a una bandeja de embriones congelados en lugar de una niña de 5 años, ante un incendio en una clínica de fertilidad, y en otro, se refiere a rechazar el uso de unos embriones excedentes de la fertilización, y preferir abandonarlos en un congelador porque nadie los necesita. Por otro lado, Michael apunta a otra dificultad que existe en la equiparación de los embriones con las personas, basándose en el hecho de que la muerte del embrión es algo común en la procreación natural y que en la vida diaria no se contempla ante ello ningún equivalente moral o religioso al de la muerte de un niño, ni se ordenan los mismos rituales. Tras presentar estas argumentaciones, las últimas en mi opinión, más convincentes que las primeras, Michael concluye, que sus críticas hacia la equiparación de los embriones con los seres humanos no pretenden sugerir que los embriones sean cosas abiertas a cualquier uso que queramos darle, que no es preciso considerar al embrión como un ser humano para mostrarle respeto, lo que se requiere es salir de la premisa kantiana de que el universo moral está dividido de forma binaria: todo es: o bien una persona y por lo tanto digno de respeto, o bien una cosa y por lo tanto abierto a cualquier uso. En su opinión, este dualismo es excesivo.



Aunque comparto totalmente los planteamientos de Sandel y la dificultad que tienen los defensores del igual estatus moral entre los embriones y el ser humano para articular las implicaciones morales de su postura, creo que el tema es sumamente complejo, que todas las cuestiones no están resueltas todavía, y que se requiere mucha regulación para evitar las desviaciones humanas a las que puede conducir el tema. Ya en otros campos la historia ha dado fe de ello. Estoy con él en que la investigación con células madre, mediante el uso de blastocistos no implantados, es un noble ejercicio de la inteligencia humana para promover la curación de enfermedades graves y desempeñar nuestro papel en la mejora del mundo que nos ha sido dado. Pero no quiero concluir aquí, porque todavía no le he trasmitido la razón fundamental que ha motivado intentar este diálogo.

Lo que Michael no sabe -y no tiene por qué saberlo-, es que el organismo dispone de otra fuente de células pluripotenciales con características muy parecidas a las células embrionarias obtenidas del blastocisto, ubicadas en el epitelio de la membrana amniótica. Como todos sabemos, la membrana amniótica es la parte de la placenta que envuelve al feto en la cavidad amniótica, lo protege durante su desarrollo y le ofrece un ambiente agradable en el que crece sin la presión de las estructuras que lo rodean. El epitelio, que es su capa más interna, se origina del epiblasto que a su vez se origina de las células del blastocisto, tras la implantación en el útero, de allí que compartan sus características. Del epitelio de la membrana amniótica es posible obtener células madre con capacidad de autorenovación y de diferenciación hacia células y tejidos de todo el organismo, es decir pluripotenciales. Es cierto que, al día de hoy, la capacidad de autorenovación en los cultivos no es ilimitada como la de las células embrionarias, aunque conviene que el lector sepa que transcurrieron más de 10 años para que los investigadores desarrollaran los medios de cultivos que han permitido que las células embrionarias muestren esta capacidad de autorenovación ilimitada, con ello quiero decir que es posible que esto también pueda lograrse para las células del epitelio amniótico. Las células del epitelio amniótico tienen la ventaja de que se obtienen de un tejido que se desecha inmediatamente despues del parto y que no tienen las connotaciones éticas que genera el destruir embriones humanos. Los que hemos estudiado las células madre obtenidos de este tejido estamos convencidos de que las células de su epitelio poseen características similares a las células madre embrionarias pluripotentes, y que en la medida que se optimicen sus condiciones de cultivo y de expansión se podrá validar su eficacia y trasladar los resultados preliminares obtenidos en múltiples estudios de investigación hacia aproximaciones terapéuticas efectivas.


Esto es lo que quería decirle a Michael, además, pedirle que traslade a los científicos, desde su autoridad como bioético, el planteamiento de trabajar con células del epitelio de la membrana amniótica para dejar fuera todo lo que implica manipulación de embriones y las difíciles argumentaciones a su favor, y para hacer el mejor uso de un tejido, que a día de hoy no es más que un desecho, pero que con seguridad traerá grandes soluciones, en lo que a terapia con células madre se refiere, para bien de la humanidad. 

CARMEN GARCÍA INSAUSTI
Médico Hematólogo









A. PILAR RUBIO


En las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX muchos artistas y viajeros, motivados por el Grand Tour, redescubren el mar Mediterráneo, exaltado en la literatura como un lugar de exuberante belleza comparable al Edén. El exotismo del Mediterráneo inspiró a los nuevos creadores, quienes volvieron los ojos al clasicismo renovando el arte con el canon de la modernidad.

El Mediterráneo se convirtió así en un ágora intercultural donde coincidían realidad y mitología, escenario que sirvió de puente a los pueblos bañados por sus aguas.

España, Italia y el Sur de Francia, ejes geográficos y ámbitos en torno a los que gira la exposición, hacen de balcón al Mediterráneo, donde el público puede asomarse para disfrutar de las magníficas obras de la muestra.


El Mediterráneo, cabo de Antibes - Claude Monet


Así, el espectador descubre que en España -sobre todo en Valencia y Barcelona-, el litoral no es solo un lugar de trabajo donde los artistas pintan al aire libre, sino que también es un lugar placentero y de recreo. Sirva como ejemplo los niños que se bañan desnudos en el mar en ¡Al agua!, gracias a la paleta de Joaquín Sorolla; o las Bañistas de Es LLaner, desnudas, de Dalí, cuyo fondo de paisaje es puntillista; o las imágenes serenas y tranquilas de los “noucentistas” Joaquín Torres García y Joaquim Sunyer.

Antes de asomarse a la sección de Italia y de Francia, se invita al espectador a recalar en la isla de Mallorca para observar las creaciones de Joaquim Mir o las tormentas en el mar de Anglada Camarasa, quienes ofrecen una visión de su mundo idealizado, como una nueva Arcadia, en la que buscan la luz, con sus matices y contrastes.


Die Tauben, 1957 - Pablo Picasso

En la sección de Italia, el Mediterráneo se toma como idea, como si los artistas nos llevasen de la mano para reencontrarnos con el clasicismo y sus raíces. Giorgio de Chirico impresiona con Las musas, a las que reviste de arquitectura; Carlo Carrá deleita con La barca y Máximo Campigli hace reflexionar con Los gitanos.

En Francia, la riqueza expresiva de los artistas fue capaz de convencer a las nuevas generaciones y logró que los lugares se asociasen a destacados genios del arte: Aix-en-Provence con Cézanne; Arlés con Van Gogh; Antibes con Picasso; o Niza con Matisse; lugares donde los artistas vivieron y tuvieron sus fuentes de inspiración y que se convirtieron en talleres al aire libre y en santuarios de peregrinación de los jóvenes que querían emular a los maestros.

Se cierra la exposición con las obras de Matisse y de Picasso, cuarto y quinto vértices y ámbitos de la muestra. La Figura con sombrilla, de Matisse -quien  a principios del siglo XX  inició su etapa fauvista-, transmite serenidad al espectador, como si el artista estuviese en paz con la naturaleza; y la vidriera El árbol de la vida, para la capilla del Rosario, en Vence -muy distinta a la anterior por ser una de sus últimas obras, en la que el artista utilizó la técnica del papel cortado-, transmite la idea de inmensidad y de consuelo del espíritu. Picasso, más vital y diverso, pinta ventanas con Pichones; o la serie Californie, nombre de su casa, un balcón a la bahía de Cannes, donde refleja las impresiones de su estancia en la Costa Azul teniendo el mar Mediterráneo como telón de fondo y también un taller donde experimenta formas nuevas en sus etapas Azul, cubista y poscubista.
A. PILAR RUBIO





A. PILAR RUBIO

En CaixaForum Madrid se exhibe en estos días la exposición FARAÓN Rey de Egipto con más de 150 piezas procedentes del British Museum de Londres. Esculturas de faraones, bustos, relieves de templos, papiros y escritura cuneiforme en tablillas de arcilla ayudan a comprender la vida cotidiana en el Valle del Nilo, las creencias, la religión, el carácter divino de los faraones y el poder político y administrativo en el Antiguo Egipto.

La muestra pone de manifiesto los ideales y la simbología de la monarquía egipcia y recuerda que los faraones gobernaron Egipto casi tres milenios, desde el año 3000 a.C, aproximadamente, hasta la conquista romana, en el año 30 a. C. Durante este tiempo se produjeron cambios económicos, políticos, tecnológicos y artísticos. Aunque la exposición muestra un continuum, está dividida en diferentes secciones para la comprensión de una de las mayores civilizaciones del mundo: 

Egipto y su geografía. Egipto siempre ha estado condicionado por el Nilo. Gracias a los limos de las crecidas anuales, las tierras eran muy productivas. El Nilo también fue una red de transportes por donde circulaban viajeros y mercancías. Como buenos expedicionarios, los egipcios emprendían viajes para conseguir ébano y colmillos de elefante. Otras veces eran grandes caravanas las que se desplazaban por el desierto para transportar piedras y metales preciosos.


Hijo de los dioses. Los egipcios creían que los múltiples dioses tenían un vínculo con el faraón. El faraón era considerado una encarnación del dios Horus; una vez fallecido, el faraón se transformaba en el dios Osiris, padre de Horus y señor del mundo de los muertos. El faraón, como representante de los dioses, justificaba su derecho al trono y era un intermediario entre los dioses y los hombres. Una de las deidades era Re, representación del sol cuando está en la cúspide de la bóveda celeste, un dios creador. Por eso, al faraón también se le describía como “Hijo de Re”.

Símbolos de poder. Templos: los reyes y los dioses. El faraón era el sumo sacerdote y con los sacerdotes realizaba los rituales de las ceremonias religiosas. Los egipcios creían que si los dioses estaban satisfechos premiarían a Egipto con estabilidad y prosperidad. El faraón tenía que ser fuerte pues defender las fronteras de Egipto no era una cuestión baladí: por los cuatro puntos cardinales acechaban nubios, libios, asirios, persas… de tal forma que las fronteras se movían en función de los resultados de las campañas militares y a veces había que gobernar con alianzas.

Algunos faraones fueron profanados  por monarcas posteriores. Es el caso de la reina Hatshepsut, que gobernó un tiempo como faraón en lugar de su hijastro Tutmosis III y de Akhenaton, quien promulgó la adoración de un único dios (el dios solar Atón), con lo que provocó grandes disturbios.

 

La vida de la realeza: el palacio y la familia. Pocos palacios egipcios se conservan, debido a que fueron construidos con adobes secados al sol (a diferencia de los templos, construidos en piedra). Aunque los vestigios de pinturas y colores que han llegado a nuestros días muestran su esplendor. En el palacio vivía el faraón y su familia. Además de la esposa principal, el faraón tenía otras consortes por lo que de las uniones reales nacían muchos hijos. En los palacios se realizaban diversas ceremonias y disponían de aposentos para invitados y visitantes extranjeros.

Administración de Egipto: funcionarios y gobierno. Para mantener el control político, económico y religioso, el faraón disponía de un complejo sistema administrativo. Los visires, de más alto rango, supervisaban el trabajo de los escribas, los sacerdotes y otros administrativos.
 
La vida eterna: la muerte del faraón. En vida del faraón se construía su tumba, para asegurar su alojamiento en su último viaje. Durante el Reino Antiguo y el Reino Medio se erigían pirámides; más tarde se excavaron tumbas en el Valle de los Reyes ocultando su ubicación por los tesoros que escondían. A pesar de las precauciones, casi todas fueron saqueadas.
A. PILAR RUBIO







¿SABÍAS QUE DESDE EL MES DE ABRIL 
Y HASTA OCTUBRE DE 1887 
EN EL PARQUE DEL RETIRO, JUNTO A LA CASA DE FIERAS, HUBO UN ZOO HUMANO? 

CARMEN MENDÍVIL

Tuve mi primer “contacto” con los zoos humanos este verano, al ver una serie alemana, “Charite,” que nos transporta al hospital más famoso del Siglo XIX, donde Premios Nobel de Medicina, como Laureates Robert Koch, Emil von Behring o Paul Ehrlich, dieron sus primeros pasos en una época de avances científicos sin precedentes. Una época marcada asimismo por cambios radicales en la sociedad, fruto tanto del pensamiento filosófico que alumbró la filosofía de Nietzsche como del proceso ya  imparable de la Revolución Industrial. En dicho hospital, se atendía a personas sin recursos a cambio de que, en caso de fallecer, donaran sus cuerpos a la ciencia en favor de la investigación.

En uno de los capítulos, los médicos atienden a una mujer proveniente de un zoo humano que había en Berlín y que estaba afectada de viruela. El episodio, anecdótico dentro de la serie, me impresionó vivamente. Pero lo que no sabía aún es que aquí mismo, en Madrid, el ministro de ultramar, Victor Balaguer, inauguró un zoo humano con el título “Exposición General de Filipinas” en el Parque del Retiro en 1887, a pesar de que en 1886 se había abolido plenamente la esclavitud en España.


A estos efectos, se trajeron 43 indígenas filipinos junto a “algunos igorrotes, un negrito, varios tagalos, los chamorros, los carolinos, los moros de Joló y un grupo de bisayas”, tal como recoge el investigador Christian Báez Allende en su libro Zoológicos Humanos: fotografías de fueguinos y mapuche. El diario El Imparcial, escribió a ese respecto: “En su constitución, en su aspecto, en su lenguaje, en sus maneras, en sus costumbres, en su color y hasta en sus trajes, esos compatriotas nuestros difieren grandemente de los filipinos más civilizados y hasta ahora conocidos”.


Estos zoos humanos eran un lugar de entretenimiento, un circo. Los curiosos iban a verlos, les lanzaban comida y así pasaban el rato. Se supone que también servían para el estudio con fines científicos. "Caníbales australianos, raros, desfigurados... Lo más brutal que jamás se ha visto", así era la publicidad de la época. Estas exposiciones coloniales, degradantes y racistas, se presentaban al público como una muestra de los diferentes pueblos colonizados y se elaboraba una puesta en escena, en un ambiente reconstruido. Los zoos servían también para justificar la colonización de pueblos indígenas, a los que se representaba cercados, como salvajes o bárbros.


Curiosamente, y aunque hoy nos resulte escandaloso, lo cierto es que en su momento nadie pareció sentirse incómodo ante el el hecho de que un grupo de hombres, mujeres y niños fuera mostrado al público como simples animales. Incluso, como apunta Luis Ángel Sánchez Gómez, profesor de la Universidad Complutense de Madrid y uno de los mayores expertos de nuestro país en materia de etnografía, con numerosos artículos publicados sobre este tipo de “exposiciones”, aclara que lo de El Retiro era un juego de niños en comparación con otros países. Considera que, en comparación, aquellos hombres y mujeres fueron tratados con algo parecido al respeto, incluso llegaron a ser recibidos por la reina regente María Cristina. La palma de toda esta situación se la lleva, por lo visto, Bélgica, cuyo rey Leopoldo II pasaría a la historia por sus despiadadas y sádicas prácticas colonizadoras en el Congo. En Bruselas, el último zoo humano se llevó a cabo en 1958, diez años después de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.


La brillante idea parte de un director de circo alemán, Carl Hagenbeck,que empezó a exhibir samoanos y lapones rodeados de sus tiendas, trineos e instrumental de pesca. Más tarde, y visto el éxito, paseó por varios países a una docena de hombres, mujeres y niños de la etnia chilena Kawesqar. Era la última moda etnocentrista y todo un espectáculo para el público del viejo continente.

Durante la segunda mitad del siglo XIX, la poderosa corriente antropológica poligenista, —que defendía la división biológica de la humanidad en un número variable de especies— afirmaba sin ningún problema que, de acuerdo con un análisis taxonómico riguroso, muchos de los pueblos no caucásicos se encontraban más próximos a otras especies de simios antropomorfos que al «hombre blanco». El eminente biólogo alemán Carl Vogt ,expresaba perfectamente este punto de vista en sus famosísimas «Lecciones sobre el Hombre», una de las primeras monografías centradas en el problema de la evolución humana desde una perspectiva estrictamente biológica.


De esta forma, la animalización científica del otro, encarnado por antonomasia en los pueblos no occidentales, llegó a finales del siglo XIX a su máximo grado de racionalización en toda la historia de la biología humana, de la mano del pensamiento positivista.


Aunque el fenómeno de los zoos humanos nos parece ahora vergonzante pero, al fin y al cabo, algo pasado e irrepetible, me parece muy interesante la reflexión que el antropólogo Hasán G. López realiza sobre “las nuevas formas de exhibición en la era de la globalización” que nos hace pensar que el fenómeno no ha desaparecido, sino que simplemente ha cambiado de rostro. El profesor pone varios ejemplos, entre ellos el programa de televisión “Perdidos en la tribu” -que tuve el “privilegio” de ver durante unos minutos y que me produjo una gran sensación de incomodidad. En ese programa, una familia media española convive con una que nunca ha visto personas del mundo occidental. El show tenía también otra versión en la que esa tribu se encerraba en casas españolas para ver cómo vivían. El profesor califica todo esto de “puramente exhibicionista”, y no duda en compararlo con los zoológicos humanos de siglos atrás.


El profesor Hasán también denuncia el exhibicionismo en redes sociales, donde los turistas tienden a colgar “selfies” hechos junto a personas de otras culturas, acrecentando las diferencias. En una exposición que tuvo lugar en Valencia en el año 2017, se mostraba un compendio de fotos, provenientes de las redes sociales, en poblados Karen, en Tailandia (donde están las llamadas “mujeres jirafa”). En ellas, jóvenes y adultos posan sonriente junto a las mujeres con el collar. Nos recuerda también el profesor Hasan que esas personas son “refugiados políticos” en Tailandia, de manera que no tienen los mismos derechos, ni pueden trabajar. Por eso, para sobrevivir, se ven obligados a dejarse fotografiar por los turistas quienes pagan una entrada por visitar sus poblados. Hay muchísimos paquetes turísticos con destinos exóticos donde se ofrecen visitas a hogares o poblados para que los turistas puedan vivir la supuesta autenticidad del lugar, objetualizando y cosificando al otro como un objeto de consumo más.


Por tanto, Hasan G. López advierte de que el proceso xenófobo de exhibición de personas no ha terminado, tan sólo se ha “transformado”. Y relata cómo ha ido evolucionando a lo largo de los siglos: “En el siglo XVII traían a un nativo de los viajes en ultramar para enseñarlo a la Corte Real, como curiosidad etnográfica. Hay un segundo momento, en el que aparece la fotografía, en el que se les retrata y se traen postales de los viajes. En un tercer paso, los traemos aquí, sin poner en riesgo nuestras vidas, para ver cómo son y cómo viven. El cuarto momento es ahora, cuando las condiciones de seguridad del viaje y el confort son bastante óptimas y cualquiera se puede marchar a Tailandia y exhibir sus fotos al resto del mundo a través de redes sociales”.

El investigador admite que es una forma de vida para muchos de ellos, y que incluso, los hay que se han hecho “profesionales del oficio”. No obstante, asegura que, en general, los contratos “son opacos” y “no están al nivel” de lo que marca la ley en los países occidentales donde se exhiben. “Se convierte en una oportunidad laboral para algunos, pero no deja de ser un sistema de explotación. La participación consciente en este tipo de espectáculos no implica bondad moral”, sostiene el autor.

A veces, se incurre en esta práctica hasta con fines filantrópicos, como por ejemplo, cuando en el año 2002, en Bélgica, se exhibieron 8 pigmeos de la tribu Baka para recaudar fondos para construirles un pozo. De nuevo ocurrió en Francia con el parque “Bambula”. Hay mucha documentación y videos para el que esté interesado en ampliar el tema, que espero… Os haya entretenido. J

Hasta el próximo mes… ¡¡¡Feliz Navidad a todos!!!

 CARMEN MENDÍVIL





Joan es a los ojos de todos sus familiares y amigos una esposa excelente. La esposa devota que ejerce de enfermera, madre, secretaria, ama de casa y un oculto etcétera. Esta mujer ejemplar ha logrado cercenar sus deseos más íntimos que ha puesto al servicio de su esposo Joe, un narcisista manipulador que tras seducirla, la ha devorado apropiándose de su identidad. Joe, un marido que derrocha encanto, no hace más que repetir a todo el que quiera escucharle: “Yo sin mi mujer no soy nada”. Y nadie, salvo su mujer, conoce la literalidad que la frase esconde. Para que Joan sea la mujer de Joe, ha tenido que dejar de ser. Y de allí, la irritación que la frasecita provoca en la protagonista, ya que le recuerda su vergonzoso sometimiento.

La relación de Joe y Joan (los nombres de los protagonistas ya nos señalan su conexión simbiótica), es una relación aparentemente armoniosa y de formas educadas, que esconde una vínculo de amo-esclava, una relación de dominio en la que no hay cadenas físicas, ni látigos, ni violencia bruta. Asistimos al vaciado de la subjetividad del otro para utilizarla en beneficio propio.

La película trata un tema difícil y lo hace muy bien. El director, Björn Runge, va levantando gradualmente los velos que ocultan la personalidad manipuladora y narcisista de él y la debilidad de ella. Poco a poco vemos como crece la vergüenza de ella por haber consentido y el horror de él a ser abandonado. Y en ambos casos, la angustia de una posible autonomía del otro. Es lo que tienen las relaciones parasitarias.

La película tiene muchas cosas buenas: un tema potente, un desarrollo gradual e inteligente de la trama, un retrato psicológico de los personajes impecable. Pero fracasa en la manera de narrarlo. El lenguaje cinematográfico es ramplón, academicista y plano, sin ningún tipo de originalidad ni de potencia en sus imágenes. Los abundantes flashbacks son oportunos, pero no terminan de funcionar, algo chirria en ellos. Es una película correcta pero no notable.

Hay que destacar las magnificas actuaciones de Glenn Close y de Jonathan Pryce. Los dos están brillantes en esta obra, más teatral que cinematográfica, que nos hace reflexionar sobre las dificultades de las relaciones humanas. 
ISABEL BANDRÉS



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The Guilty, es la primera obra del director sueco Möller y en ella hace una apuesta arriesgada abandonando los caminos trillados del thriller e intentado ofrecer algo diferente, aunque no se pueda calificar de “totalmente original”. El director narra como Asger, un policía suspendido de funciones y relegado al servicio telefónico de emergencias hasta que su caso se vea ante los tribunales, hace de manera rutinaria su trabajo hasta que una mujer aterrorizada, Iben, llama desde un coche diciendo que ha sido secuestrada. A partir de ese momento, el espectador permanecerá absorto y en tensión mirando una pantalla en la que sólo hay un policía atendiendo una llamada, pero que a través de los tonos de voz, de los sonidos que llegan a través del teléfono, de los llantos, de los silencios… “verá” el drama de una familia: niños, locura, violencia, dolor, abandono, dejadez, miseria física y moral… Durante 85 minutos, la narración de Möller y un excepcional actor Jacob Cedergren, en el papel de Asger, logran mantenernos en tensión. Segundo a segundo, la angustia se va apoderando de nosotros. Nos olvidamos que lo que realmente vemos en pantalla es sólo a un tipo contestando al teléfono porque lo que realmente vemos en nuestra cabeza, aunque sólo oigamos sus voces, es a Iben, a Michael, a Mathilde, a Rashid… y los lugares que transitan: la casa desvencijada, el piso repleto de papeles, la furgoneta, las carreteras, el puente, los coches de policía…

Tras su aparente sencillez, existe un guión magnífico, un montaje dinámico, un sonido depurado, unos diálogos milimetrados, el control perfecto de los silencios, una fotografía sugerente… y todo en un entorno minimalista en el que un policía no hace más que hablar por teléfono. Una técnica narrativa depurada y trabajada hasta los más mínimos detalles le da credibilidad e interés a la narración. Y es que la sencillez, no la simplicidad, es algo muy difícil de conseguir.

Möller nos ofrece, como en toda obra que merezca la pena, algo más que una trama. Nos cuenta, sobre todo, la historia de una transformación personal. El Asgar que vemos al principio de la película: seguro, sin grietas aparentes, satisfecho de sí mismo va dejando paso a un Asgar que se enfrenta a sus propios demonios personales y asumirá sus propias culpas y debilidades. Es la historia de la redención de un hombre a través de la ayuda y la compresión que ofrece a otros. Tras su última conversación con Ibsen, Asgar ya no es el mismo que atendió su primera llamada.

Si le gusta el thriller, no deje de verla.
ISABEL BANDRÉS




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SUSI TRILLO


Vaya con dios es un grupo belga de música, su estilo habitual es Jazz suave. Fue fundado en 1986 por Dani Klein, Dirk Schoufs, y Willy Lambregt Tuvieron éxito internacional con canciones como Just a friend of mine, What's a woman, Nah neh nah y Heading for a fall.


PARA ESCUCHAR A VAYA CON DIOS

AT THE PARALLEL

WHAT'S A WOMAN

JOHNNY



 
 NAH NEH NAH






Y no sólo a las pequeñas librerías... Puedes comprar las flores de Pascua en la tienda de Paquita, que acaba de tener un bebé y su marido está en paro; Germán, el de la esquina, trae los chorizos de su pueblo en Asturias y son los mejores que vas a probar en una temporada. Y las luces que pones en el puñetero arbolito de plástico, ese que pliegas cada siete de enero y subes al altillo del armario, las tienen en la ferretería que siempre está para cerrar pero no se sabe cómo, aguanta. Seguro que te acuerdas de los turrones de la pastelería del barrio, que no parece que sean de neón. Y Jose, el del bar... vende un vino cosechero a muy buen precio, sin etiqueta... Así, con un par! Pero que no te defraudará en boca, con aromas primarios y todas esas gilipolleces que dices cuando te pones en "modo sumiller". Y apúntate a clases de yoga, que te estiran tanto que quizá también te estiren la paga extra o la pensión!

No perdamos el Oremus y ayudemos...  

S.T.


HASTA EL PRÓXIMO AÑO, AMIGUIT@S

QUE VENGA BIEN PARA TOD@S!!