jueves, 31 de agosto de 2023


RUIDO
MARÍA LUISA MAILLARD

Se supone que el periodo vacacional es una pausa agradable y necesaria en el ajetreo de la vida laboral contemporánea y una ruptura de la cotidianeidad. Sin embargo, hay un compañero al que resulta cada vez más difícil dar esquinazo: el ruido. La antaño tranquilidad de un baño marino, escuchando el apacible, a veces encrespado rumor del mar, ya no es posible en playas atiborradas, repletas de gente vocinglera y de móviles. Los restaurantes y chiringuitos de las zonas próximas, entienden que deben continuar con el ruido y animan a sus comensales con una música atronadora que les permite evadirse de la penosa tarea de la conversación. La aventura del viaje a ciudades lejanas, se topa en su camino con la masificación de grupos, atentos a la bandera del guía, y a la voz, amplificada por un micrófono, que desgrana exhaustivas explicaciones sobre un cuadro, un edifico o un puente. Los pequeños pueblos arden en fiestas que también entienden que la diversión pasa por elevar el nivel del ruido habitual tanto de las atracciones de feria, como de los conciertos festivaleros. ¿Qué tiene el ruido?

Antaño el ruido era amigo de la fiesta, del jolgorio y de la pausa expansiva, tras un periodo de silencio, de trabajo y sinsabores. ¿Qué sucede cuándo el ruido se instala en todas las facetas y periodos de la vida? Al principio parece un compañero amigable. Se diría que el ruido nos insufla desde fuera la vitalidad que ya no tenemos. Nos arrastra y nos aturde; pero también tiene un efecto negativo: dejamos de pensar en ese descubrimiento íntimo de una persona, de un paisaje o de un cuadro, fruto de la curiosidad que ya no tenemos. El ruido nos resta intimidad y sin intimidad, es harto difícil la labor del pensamiento.


Esta etapa veraniega del 2023 ha venido acompañada por un aumento del ruido en un terreno que no era el habitual. Normalmente, los políticos descansaban, con lo que los medios de comunicación podían dedicarse con tranquilidad a lo que antaño se denominaba de forma algo despectiva “cotilleo de patio de vecinos” y que hoy se ha convertido en una de las formas de ruido más extendidas y comentadas por un sector de la ciudanía: airear y juzgar la intimidad de las personas. La curiosidad se desplaza de lo realmente importante a lo intrascendente, a la vez que se produce una merma y una devaluación del espacio íntimo, sede del pensamiento y el juicio. El mimetismo hace que las redes sociales se inunden de detalles de la vida de personas anónimas que se exponen en un mirador a la espera de los deseados “me gusta”.

Pero el caso es que este verano ha habido campaña electoral y elecciones en julio y estamos en el tira y afloja de los partidos para lograr sus cuotas de poder y sus aspiraciones —en muchos casos ajenas a la preocupación de la mayoría de los ciudadanos—. Vamos ya para dos meses de eslóganes, mensajes descalificadores, propaganda, falseamiento u ocultamiento de la realidad, confrontación y exigencias varias. Esta avalancha de ruido que nos incita a desconectar, esconde debajo de la alfombra los problemas a resolver en una sociedad compleja como la nuestra: la educación, la sanidad, la justicia, para no hablar de la continua carestía de la vida y de la situación de unas arcas públicas que pueden empezar a tener problemas para afrontar sus obligaciones.

Debajo de la alfombra se esconde también una pregunta de sentido común: ¿Qué beneficio supone para los ciudadanos la desmembración de un país mediano y endeudado en un contexto globalizado? ¿Por qué el nacionalismo catalán, que aspira a desgajarse del territorio español, lleva décadas intentando ampliar cultural y lingüísticamente su propio territorio a Valencia y Baleares? ¿Por qué el nacionalismo vasco hace lo propio con Navarra y el denominado “País vasco francés?? ¿Por qué Rusia quiere aumentar su territorio a países que estuvieron bajo su férula? ¿Por qué el expansionismo territorial inherente a todos los imperios que en el mundo han sido? ¿Es que acaso existen ventajas en aumentar el propio territorio en el contexto mundial? ¿Por qué entonces postular la merma del territorio común en un mundo competitivo y globalizado, que va a disminuir las oportunidades del conjunto de los ciudadanos de un país, de importancia menor, en un mundo de grandes potencias?


Por otra parte, el aumento de las lenguas minoritarias en los Parlamentos español y europeo conduce a una Torre de Babel que finalizará, por motivos de eficacia y economía, en la imposición como lengua común de la lengua del Imperio dominante en cada época. Son preguntas de sentido común; pero me temo que inconvenientes para el otro ruido que nos domina hoy: el de lo políticamente correcto.

MARÍA LUISA MAILLARD


 

ELECTRA, de MARGUERITE YOURCENAR

NURIA ALKORTA


Con el enigmático título de su obra Electra o la caída de las máscaras, publicada en 1954, Marguerite Yourcenar propone un enfoque original de la historia clásica de la venganza de Orestes y Electra por el asesinato de su padre, el rey Agamenón, que, como es sabido, se salda con la muerte de la madre de ambos, Clitemnestra, y del amante de esta, Egisto.


Durante el curso del día y según avanza la oscuridad han ido “cayendo las máscaras” de todos los personajes y, finalmente, en la penumbra del ocaso, se declaran las secretas razones del asesinato de Agamenón, de la venganza de Electra y de la salvación de los homicidas. Los cuerpos sin vida de los amantes y las últimas palabras del tirano Egisto también desengañan a Teodoro: ha sido traicionado por Electra, quien, gracias a Egisto, huye hacia una nueva vida con su hermano Orestes —heredero del trono vacante— junto a su cómplice y futuro marido, Pílades.


A pesar de “la caída de las máscaras” anunciada por Yourcenar la verdad de esta sangrienta historia volverá a oscurecerse a causa de diferentes intereses particulares. Tampoco la versión del mito de la dramaturga francesa logra desasirse de la leyenda de los matricidas, asentada en nuestra cultura desde los trágicos griegos. A la postre, la única máscara que ha caído de forma definitiva es la de los dioses olímpicos: personajes ausentes en esta reinterpretación moderna y radicalmente humana del mito de Electra.


Estructurada en dos partes, la obra de Yourcenar tiene lugar en un único escenario: la mísera habitación donde vive repudiada Electra (antes princesa) junto al que hoy es su marido, el ayudante de jardinero Teodoro. A la unidad de lugar se suman las unidades de tiempo y —en inspirada expresión del dramaturgo francés, Corneille— “de peligro”. Tras años de sufrimiento y oprobio, Electra y su hermano Orestes ejecutan “hoy” el ansiado castigo por la muerte de Agamenón, y, sorprendentemente, también descubren la verdad oculta sobre su origen y la historia de los Atridas.


Marguerite Yourcenar


La trama de la obra se concentra en el ajuste de cuentas de Electra con los asesinos de su padre: la primera parte desarrolla el reencuentro de los hermanos y los sucesos previos al magnicidio, la segunda parte desarrolla la ejecución de su venganza y la huida de los homicidas. La acción transcurre en el curso de un día. La primera parte se inicia con los albores del amanecer, cuya luz se cuela por las ranuras de la puerta que da a la calle y se proyecta en las paredes blancas de la habitación. En la segunda parte, a través de la misma puerta —abierta ahora de par en par sobre “la árida campiña de Micenas y la ciudadela en el horizonte”— las sombras del atardecer van inundando poco a poco la estancia, donde morirán a manos de sus hijos los adúlteros Clitemnestra y Egisto. El lienzo en blanco de la pared, tamizado por la luz del sol, es el fondo de sucesivas escenas (de dos, tres o cuatro personajes) que con ardientes diálogos, como si fueran modernos “agones” trágicos, hacen explotar los conflictos enquistados tras generaciones de violencia.


Tanto la primera como la segunda parte de la obra se inician con una misma imagen: vemos a Electra, reconcentrada, envuelta entre mantas y tendida en la plataforma de tierra batida de la pobre habitación. Nos recuerda a una fiera al acecho dentro de una cueva. Al final de la obra, cuando las sombras del ocaso lamen las paredes y confunden los contornos de los cuerpos, sobre esa misma plataforma yacen tendidos, uno junto a otro, los cadáveres de Clitemnestra y de Egisto ante el estupor cobarde de los guardias.


Estas metáforas escénicas proporcionan algunas pistas sobre el sentido de la obra de Yourcenar y su protagonista, Electra. En primer lugar, nos sugieren la idea de la muerte. En segundo lugar, nos indican la idea de una trampa, con diversas connotaciones: unas de orden existencial que sugieren a una Electra muerta en vida, atrapada en el laberinto de su deseada venganza, y otras relacionadas con el posible género de esta pieza teatral. Según mi punto de vista, Electra o la caída de las máscaras es un thriller político y psicológico. En los tiempos convulsos de la posguerra y los totalitarismos del siglo XX en los que fue escrita la obra (en los que podría estar ambientada) la acción se sitúa en el “cuartel general” de un grupo clandestino que lucha por el derrocamiento de los tiranos.


Margarita Xirgu como Electra, en el Teatro Romano
de Mérida, bajo la dirección de Rivas Cheriff, 1934
Fuente: El País

Yourcenar logra una magnífica transposición moderna del motivo trágico desarrollado por Esquilo, Sófocles y Eurípides. Sin perderse en justificaciones superfluas, ya desde la primera escena, la autora nos transporta a la tensión que se vive en el corazón de la “resistencia” por el inminente golpe que van a asestar contra el poder de Micenas. Al leer la Electra de Yourcenar podemos recordar el cine bélico ambientado en la Segunda Guerra Mundial y, también, algunas obras dramáticas de Albert Camus, como Los justos, y Los idus de marzo, de Thornton Wilder. En este caso, la revolución se entrelaza con una triste historia de amor: Electra no puede corresponder al amor de su esposo Teodoro, cabecilla del grupo rebelde.


Con la prematura llegada de Orestes y de Pílades (dos días antes de los previsto) ordenada por Electra a espaldas de su esposo, vemos cómo esta ha sacrificado a Teodoro a una muerte cierta y, de algún modo, ha destruido la posible legitimidad del grupo rebelde. La pobre habitación es ahora, por decisión de Electra, el lugar para llevar a cabo el atentado. En realidad, la habitación se identifica con una mezquina trampa que, de algún modo, subraya la naturaleza traicionera de la acción y aleja su fin de la justificación política de los ciudadanos de Micenas y de la idealización heroica de Orestes. Electra ha convertido el magnicidio en un asunto privado, una vendetta de familia, aún más: es la venganza de una mujer resentida y celosa de su propia madre.


Pílades compara a Electra con una araña cuando -refiriéndose a la idea compartida por los conjurados del castigo justo- le dice: “inmóvil en tu puesto, segregaste lentamente los hilos de esta fuerza mayor”. En efecto, durante los últimos diez años, actuando como una araña, Electra ha inoculado el deseo de venganza en su hermano Orestes y en los miembros de la colonia opositora al régimen de Egisto, afincada en la vecina ciudad de Argos. Ha insuflado su odio en todos “como se insufla en una caña una música estridente”. Por otro lado, valiéndose de su dolor de víctima, ha manipulado a Teodoro y ha utilizado un movimiento popular de resistencia contra el tirano para llevar a cabo su ajuste de cuentas en la casa de los Atridas.


https://drive.google.com/file/d/1uUys28mNOcGoRWF_gC9sOuqpNjd5ZZKq/view?usp=sharing





IMÁGENES SOBRE LAS MUJERES Y LOS LIBROS
29. LUGARES PARA LEER 
DELANTE DE UNA VENTANA
INÉS ALBERDI

Una variación interesante de las imágenes de lectoras en un interior doméstico es la de cuando la mujer está leyendo delante de una ventana. La imagen de una mujer leyendo ante una ventana es muy frecuente y puede tener un significado especial.

Walter MacEwen, Estados Unidos (1860-1943)
La carta, 1885.
Colección particular

Creemos que la razón por la que una mujer delante de una ventana ha inspirado a tantos artistas, que retratan mujeres leyendo, es evocar la libertad del mundo que queda al otro lado. El mundo es ancho y ajeno pero estas mujeres lo hacen suyo, abarcándolo desde su ventana.

Federico Fandomeneghi, Italia (1841-1917)
Mujer en el balcón, s/f
Colección particular

Podemos evocar a Carmen Martin Gaite y su cuento De su ventana a la mía. Ella está en Nueva York y quiere escribir una carta a su madre, muerta ya hace años. Y, mirando desde su ventana en Manhattan, empieza a recordar cuando su madre le hablaba en ese lenguaje especial que solo conocían entre ellas. Su madre “estaba mucho más allá, en ese más allá ilocalizable adonde precisamente ponen la proa los ojos de todas las mujeres cuando miran por una ventana y la convierten en punto de embarque, en andén, en alfombra mágica desde donde se hacen invisibles para fugarse”.

Francis Morton Jhonson, Estados Unidos (1878-1931)
Leyendo, s/f
Colección particular

Dice Martin Gaite que nadie puede enjaular los ojos de una mujer que se acerca y mira por una ventana, nadie puede prohibirle que surque el mundo hasta confines remotos. Y vuelve a recordar a su madre sentada en una camilla, cerca de la ventana, al atardecer, con un libro en sus manos, mirando ensimismada con toda la posible fantasía de sus recuerdos o de sus sueños.

James Jacques Joseph Tissot, Francia (1836-1933)
Habitación con vista al puerto, 1876-1878
Colección particular

También puede haber en esta pose justificaciones estéticas. La luz que viene de la ventana abre posibilidades de nuevos contrastes.  Esta posición ofrece posibilidades pictóricas porque hay un juego de luz que añadir al retrato.

Asta Norregaard, Noruega (1853-1933)
Mujer leyendo junto a la ventana abierta, 1889
Colección particular

Hay también un aspecto práctico de esta posición, pues sabemos que poner el libro junto a una ventana favorece su lectura. La luz aumenta y ayuda a la lectura. De tal modo que el ambiente hogareño, de recogimiento en un interior, se ilumina en parte por la luz externa.

Pierre Bonard, Francia (1867-1947)
Mujer leyendo, s/f
Colección particular


Mary Cassat, Estados Unidos (1844-1926)
La lectora (Lidia Cassat), 1878
Colección particular

También podemos pensar en una explicación ideológica, ya que el situarse ante una ventana es una de las metáforas más frecuentes de la posibilidad de ver el mundo. La metáfora de la ventana se ha utilizado mucho al hablar de las mujeres y los libros. En el sentido de que los libros han sido, históricamente, las ventanas a través de las cuales muchas mujeres han podido asomarse al mundo. A veces, el ventanal cerca del que está sentada la mujer es tan grande que, en sí mismo, representa la inmensidad del mundo que queda al alcance de esa mujer.

Ulisse Caputo, Italia (1872-1948)
Dama con libro, c.1910
Colección particular

Estas imágenes de mujeres leyendo presentan abiertamente el contraste entre el mundo interior y doméstico de las mujeres y el espacio ancho y ajeno del exterior, siendo el libro el nexo de unión entre ambos. En algunos casos no hay duda respecto de la posición de la mujer de asomarse y de mirar hacia fuera.

Quizás el cuadro de Friedrich es uno de los que más claramente retrata una mujer mirando al exterior, y aunque no vemos si tiene un libro en sus manos, lo imaginamos.

Caspar David Friedrich, Alemania (1774-1840)
Mujer en la ventana (Christiane Caroline Friedrich, su esposa), 1822
Colección particular

En todo caso, este contraste entre la intimidad doméstica y apertura al exterior, se acentúa en los retratos en los que la mujer deja por un momento su libro y parece reflexionar mirando hacia el panorama que tiene bajo sus ojos.

George Helgar Hicks, Gran Bretaña (1824-1914)
El atardecer, 1866
Colección particular

INÉS ALBERDI



EN LA SIERRA, CON CARMIÑA
LA PRESENCIA DE CARMEN MARTÍN GAITE
EN LA CUENCA ALTA DEL MANZANARES

ASUNCIÓN VALDÉS

La trinidad creativa de Carmiña —escritora, traductora y conferenciante— se siente en la singularidad de un municipio de la Sierra de Guadarrama, a unos cincuenta kilómetros de Madrid, integrado por tres pueblos que forman un triángulo escaleno, cuyo perímetro mide algo más de doce kilómetros: El Boalo, Cerceda y Mataelpino, tres localidades distintas y un solo Ayuntamiento; Bocema, BCM, síntesis para sus comunicaciones oficiales y para formar el Grupo de Teatro Carmen Martín Gaite. Su última actuación fu el pasado 24 de mayo en el Centro Penitenciario de la cercana población de Soto del Real, con El ascensor de Alfonso Zurro, obra humorística representada por aficionados de distintas edades y procedencias.

Estos actores voluntarios han debutado también en otros pueblos de la zona y en la localidad más pequeña de Bocema: Mataelpino; casi dos mil habitantes encaramados a las faldas de La Maliciosa, una de las montañas más imponentes del macizo central con 2.227 metros de altitud. En su Edificio Administrativo, en la Plaza de España, parecido por fuera a lo que podría ser su Ayuntamiento, el grupo teatral Carmen Martín Gaite representó La enferma imaginaria, adaptación del clásico de Moliére Le malade imaginaire. En su Sala polivalente y Centro de Información, los senderistas no solo reciben orientación para adentrarse por los bellos y arriscados parajes de la Cuenca Alta del Manzanares, sino también folletos sobre las novedades bibliográficas de la Biblioteca Municipal Carmen Maite Gaite, CMG, de Cerceda.

Este es el pueblo más grande de la peculiar entidad administrativa de Bocema, con cerca de cuatro mil almas que aumentan considerablemente en verano, como en la mayoría de las localidades serranas, frecuentadas por la Institución Libre de Enseñanza. Desde finales del XIX, sus intelectuales buscaron en la naturaleza fuente de inspiración para la educación física y cultural. Aquí está la Biblioteca que lleva el nombre de la autora de las inconfundibles boinas, con una novedad: la primera Juegoteca de la Comunidad para que sus usuarios, grandes y pequeños, disfruten con juegos prestados. La biblioteca CMG está integrada en la Casa de la Cultura de Cerceda, lugar activo para exposiciones, cine, teatro, conferencias, etc.


Finca familiar de las hermanas Gaite, en El Boalo
Foto: Susi Trillo, 2015 

Pero es en El Boalo, sede del Consistorio de Bocema, donde se comparte con más intensidad el espíritu de Carmiña, llamada así por la influencia gallega de su madre, doña Marieta Gaite. A sus casi tres mil paisanos, hay que añadir otro muy célebre: Carmen Martín Gaite, declarada Hija Adoptiva de El Boalo al fallecer allí en 2000, cuando tenía 74 años. Había vivido en la casa que sus padres empezaron a construir en 1960, en ese pueblo “arrebujado en las estribaciones de la cordillera Carpetovetónica”. Don José Martín, próximo a jubilarse de notario en la capital de España, “buscaba un lugar recóndito pero cercano a Madrid, para pasar temporadas de descanso, que mucho lo merecía”.

Así nació “El último refugio”, como escribió su hija pequeña, en agosto de 1989, para el programa de fiestas de El Boalo; texto, tras su muerte, recogido en el libro de ensayos y artículos, Agua pasada, publicado por Anagrama en 2006. Carmiña, nacida en Salamanca, donde cursó sus primeros estudios y la carrera universitaria, añadió a esas evocadoras frases, la que explica su vinculación serrana: “también pertenece uno —de forma más profunda y secreta— al lugar que tuvo la generosidad de acoger a nuestros seres más queridos y darles tierra”.

Anita y Carmen Martín Gaite, en la finca de El Boalo
Fuente: archivo de Ana Martín Gaite; cesión a Eila Editores
para elaborar la biografía de Carmen Martín Gaite (2016)

Trágicamente, con ella y sus padres, yace en el cementerio de El Boalo Marta Sánchez Martín, hija de Carmen y el escritor Rafael Sánchez Ferlosio, del que se había separado en 1970. Desde entonces, la relación materno-filial en el piso de la madrileña calle del Doctor Esquerdo fue de especial complicidad por las afinidades creativas y eruditas de ambas. Carmen, una de las vibrantes figuras del universo literario hispánico, se volcó en su gran amor, en su gran creación.

¡Qué sensación más intensa de fin de raza sintió, cuando en 1985 murió su única hija! Marta, filóloga, poeta y traductora, falleció con 29 años a causa del sida provocado por el consumo de drogas. Era abril. Las amapolas y las mariposas habían vuelto junto a los fresnos y a las retamas. Carmen recordó con desgarro y dolor cuando su Marta escalaba por las peñas graníticas de la finca, jugando con otras niñas del pueblo. No lo pudo soportar. Decidió no volver al último refugio.

Carmen Martín Gaite con su hija, Marta
Fuente: ídem anterior

Fue su hermana mayor Ana María —Anita, lectora de español en la sede ginebrina de las Naciones Unidas—, la que emprendió la reforma a fondo de la finca de El Boalo, más de una hectárea de árboles y rocas, presididas por La Maliciosa. Anita amplió la vivienda, instaló calefacción, puso dobles ventanas, cerró la segunda planta, que era la que utilizaban Carmen y su sobrina, y hasta suprimió la escalera de madera que ocupaba prácticamente todo el recibidor.

Pasaba el tiempo. La nostalgia y la tristeza no dejaban a Carmiña. Quería volver al “refugio sagrado, que no se busca, se encuentra”. Allí su hermana y ella se sintieron cada vez más enraizadas en El Boalo, “participando de las alegrías y las penas de su buena gente”, que a su vez las acompañaron “en sus fiestas y en sus lutos”.

Las hermanas Martín Gaite decidieron reabrir el segundo piso, al que al principio tenían que acceder por medios rudimentarios o portátiles. Hasta que por fin construyeron la doble y elegante escalinata exterior desde cuyo rellano, antes de fundirse en una sola, Carmen pronunció las palabras de bienvenida a sus invitados en la fiesta de inauguración.

Era lo que más le gustaba: hablar, mantener charlas interminables en largas sobremesas con amigos, amantes y estudiosos de la Cultura. Incluso escribir, publicar, era para la Príncipe de Asturias de las Letras y doble Premio Nacional de Literatura, una forma de conversar con sus lectores. La reciente aparición en Siruela de sus discursos —De viva voz. Conferencias— con prólogo de José Teruel, profesor honorario de Literatura Española de la Universidad Autónoma de Madrid, es buena prueba de ello.

La muerte inesperada por un cáncer que apenas respetó a Carmiña semanas, dejó un gran vacío en Anita, soltera y sin hijos. Se afanó en sacar obras pendientes del legado de su hermana y, con la valiosa colaboración del especialista en Carmen Martín Gaite, el mencionado Teruel, vieron la luz sus Obras completas en siete tomos, entre 2008 y 2019, año del triste fallecimiento de Ana María.

Carmen Martín Gaite, en su madurez
Fuente: ídem anterior

Pero ese fin de raza que las hermanas temían se convirtió en una fecunda estirpe intelectual, gracias a la inmortalidad de los libros y a la Fundación Centro de Estudios de los años 50 - Carmen Martín Gaite, cuya sede es la casa familiar de El Boalo. Su fundadora en 2014 fue Anita que siempre contó con la amistad y la colaboración de Patricia Caprile Trucchi, dinámica y sensible administradora cultural. Una vez al mes, con la organización del Ayuntamiento de El Boalo-Cereceda-Mataelpino, Patricia, vicepresidenta de la Fundación, enseña con primor y eficacia el último refugio de la autora de Entre visillos, Premio Nadal 1957.

Como una juglaresa del siglo XXI, nos cuenta la vida y la obra de una de las voces más destacadas de su generación, junto a los recuerdos de la propia Carmen Martín Gaite y sus antepasados, a través de bibliotecas, muebles, cuadros y artes decorativas, algunos de ellos reflejados en las novelas de la autora, como el aparador de El cuarto de atrás, con edición de José Teruel, publicado en 2018 por Cátedra.

El IX Concurso internacional de Narrativa Carmen Martín Gaite ya se ha convocado en Bocema. El cartel del año anterior llevaba por lema una deliciosa frase de su inspiradora: “Mientras dure la vida, sigamos con el cuento”, extraída de su ensayo El cuento de nunca acabar (Editorial Trieste, 1983). Sigamos, pues, gozando el amor por las Letras, la conversación y la narración. Lo que se vive con la presencia de la estirpe de Carmiña en la sierra madrileña.

ASUNCIÓN VALDÉS



FUE EN 2015 CUANDO DECIDIMOS EDITAR LA BIOGRAFÍA DE CARMEN MARTÍN GAITE EN NUESTRA COLECCIÓN DE “BIOGRAFÍAS DE MUJERES RELEVANTES”. ESTO PROPICIÓ EL FELIZ ENCUENTRO CON SU HERMANA ANITA, CONTAR CON SU APROBACIÓN Y QUE, GENEROSAMENTE, COMPARTIESE MUCHOS DE SUS RECUERDOS. 



Biografía Nº 31 de la Colección Biografías de Mujeres,
de Natalia Velasco, editada por Eila Editores (2016)


Natalia Velasco, autora de la biografía, con Anita Martín Gaite,
 en su casa de El Boalo. Foto: Susi Trillo (2015)




LA CIENCIA, LA POLÍTICA Y EL FACTOR HUMANO
ISABEL BANDRÉS

Tras las votaciones del 23 de julio, políticos y tertulianos se fueron de vacaciones, el ruido mediático bajo notablemente y el calor lo inundó todo. En Madrid, se podía visitar en el Museo de Ciencias Naturales una mini-exposición sobre Santiago Ramón y Cajal, uno de los mayores científicos españoles de fama mundial y que muchos sitúan a nivel de Einstein y Newton. Sus descubrimientos fueron y son estudiados por neurólogos del mundo entero, como Freud, y se puede decir que puso las bases de la neurociencia. Fue reconocido por el mundo entero e invitado por las universidades más punteras de Alemania, Inglaterra y Estados Unidos. Fue durante una época político, concretamente senador. Aceptó el cargo porque no era renumerado y con la condición de mantener su independencia y no tener que adherirse a ningún partido. Tenía sobre los políticos una concepción no demasiado positiva. La ciencia y la política nunca se han llevado bien, al menos en nuestro país. Y así seguimos. El gasto en investigación y Desarrollo (I+D) representó en 2021 el 1,43 por ciento del Producto Interior Bruto. En Alemania, durante ese mismo periodo, el 3% y en Suecia el 3,34%, Corea del Sur el 4,81%. Supongo que será porque a nuestros políticos la ciencia no les va mucho, les va más lo imaginativo, la ensoñación. Y eso a pesar que la ciencia mejora la vida de los ciudadanos de manera notable y nos la salva la vida. ¿Qué hubiese sido de nosotros sin las vacunas contra el COVID?

Don Santiago Ramón y Cajal

Este silencioso y cálido agosto cayó en mis manos La armonía de las células de Mukherjee, médico oncólogo estadounidense. El autor nos explica lo que representó el descubrimiento de la célula para la medicina, lo que supuso para el tratamiento del cáncer y de otras graves enfermedades. Todo empezó en 1675 cuando empezaron las primeras observaciones microscópicas en Holanda. Y, luego, en 1850 Rudolf Virchow descubrió lo pilares de la biología y de la medicina celular. Y siguieron Pasteur, Koch y cientos de investigadores, la mayoría desconocidos, que dedicaron sus vidas a hacer mejor y más larga la nuestra. El libro, que a veces no es difícil de seguir, es la narración deslumbrante de cómo pasamos de la magia a la ciencia y de cómo muchos se empeñaron, en contra de la negación de los oscurantistas, en poner luz y racionalidad en nuestras vidas. Uno de sus capítulos está dedicado a La célula contemplativa y a Santiago Ramón y Cajal. La importancia que le otorga el autor al científico español contrasta con la misérrima exposición que en Madrid se le ha dedicado.

La ciencia nunca ha tenido ha tenido mucho predicamento entre los españoles y menos entre los políticos. Son dos ramas diferentes y muy distantes. Las ciencias naturales como son la física, la química la biología, la astronomía… no tienen nada que ver con las ciencias sociales, esas que inventamos los seres humanos para organizar nuestro modo de vida como son la política, la sociología, el derecho, la estadística, la politología… Un físico no opina, demuestra. Pero un politólogo, ya no digamos un político, se basa, sobre todo, en su propia opinión y todos sabemos que la opinión humana cambia mucho más que el viento. Lo hemos visto en las últimas encuestas electorales, no ha acertado ni una sola y en los politólogos televisivos que ejercen más de adivinos que de otra cosa. ¿Y los tertulianos?  En ellos todos son rumores, acertijos, teorías conspiratorias, podría ser, sería conveniente… Palabrería vacía y agotadora que termina por hartar a los ciudadanos. En los políticos no hay nada certero. Mientras la molécula del agua tenemos la certeza que está compuesta por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno (H2O). Las ideas de los políticos están compuestas por tantas variables que son imposibles de concretar con seguridad. Son como el Groucho Marx, de “…estos son mis principios si no le gustan tengo otros”. Así los políticos pueden estar contra los nacionalismos hoy y a su favor mañana. Todo depende de eso que se ha dado en llamar “el factor humano”. Una variable locuela que todo lo trastoca y que hace, por ejemplo, que Puigdemont sea considerado ahora un progresista de izquierdas, que es como decir que la tierra es plana. Con una ligera diferencia, se puede demostrar científicamente que la tierra es redonda, mientras que el asunto ideológico de Puigdemont depende de la opinión de los políticos y tertulianos de turno. En política, en sociología, en derecho, las cosas dependen de dónde se está y si conviene estar o moverse. Y luego, según esa conveniencia, se buscará la explicación, el razonamiento y se hace el encaje.

El factor humano es una especie de torbellino que ocasiona jugarretas sin cuento. Por ejemplo, VOX enfocó su campaña para ganar votos, como todos los partidos, pero favoreció a la izquierda (sus enemigos acérrimos) y perdió 19 escaños. ¿Y si hubiese hecho otro tipo de campaña? Los politólogos y tertulianos analizan sin parar ese tipo de hipótesis. En realidad, no se sabe. Todo depende de cómo funcione el factor humano de los votantes ese día. El bendito y maldito factor humano nos llevó al nazismo y a los campos de extermino y nos trajo el renacimiento, nos dio a Hitler y a Simone Weil, de la que Camus llegó a afirmar “es el único gran espíritu de nuestro tiempo”; figuras antagónicas de una misma época.

La ciencia tiene fama de “fría” de “poco humana” cuando ha sido la promotora grandes adelantos y beneficios para la vida de todos nosotros. Es una pena que no le hagamos más caso. Virchow demostró científicamente que la tan cacareada superioridad aria es un invento. En 1876, coordinó un estudio de 6,67 millones de alemanes para determinar el color de pelo y tono de piel predominante. Solo uno de cada tres alemanes presentaba los rasgos distintivos de la denominada raza aria y el 47% de los niños judíos poseían una combinación de rasgos similares. Si los alemanes hubiesen hecho más caso a la ciencia que a la política, Europa se hubiese ahorrado la Segunda Guerra Mundial. Pero decidieron creer a un demagogo creador de mitos y leyendas y no seguir la senda de la racionalidad que les señalaba uno de sus mayores científicos.

¡Cómo nos gustan los mitos a los humanos! Las leyendas, las demagogias y dar alas a las supercherías y qué poco apegados somos a la realidad y a lo demostrable.

Ahora, tras las vacaciones, entramos en la ficción de la política. El ruido mediático ya ha empezado y cada una de las facciones ya está metida en su bucle particular, ya han sacado el dedo acusador contra el oponente y ya están construyendo relatos para llegar al poder. Va a ser un otoño difícil y aburrido. Lo que nuestros políticos tienen en común es que aburren por igual. Su falta de preparación intelectual, salvo algunas rarísimas excepciones, junto con sus ansias de poder, conducen inevitablemente al tedio de quienes les tenemos que soportar. Y no hablemos de los tertulianos y demás analistas. Todos ellos van a estar erre que erre machacando y largando opiniones, cocinando relatos, trufando guisos con medias verdades y plagados de morralla disfrazada de grandes ideales para que nos los traguemos mejor. No van a salir de su bucle, así que haremos muy bien en no dejarnos atrapar en él. Hay otros mundos donde cobijarse: el mundo de Ramón y Cajal, de Camus, de Virchow, de Velázquez, de Leeuwnhoek, de Simone Weil… No nos adocenemos y salgamos del bucle becerril.

ISABEL BANDRÉS




ENTREVISTA A NUESTRA COLABORADORA 
MARÍA LUISA MAILLARD 

María Luisa Maillard, a la derecha de la imagen,
con la periodista que la entrevistó para el programa
 "A media luz" de esRadio






¡NOS VAMOS A TORO-ZAMORA! 
A PRESENTAR VIDA DE DELHY TEJERO


SERÁ EL DÍA

LUGAR

CASA DE LA CULTURA DE TORO


Detalle del mural de Delhy Tejero en la Antigua Fábrica de Tabacos de Altadis
en Sevilla

MAV DENUNCIA QUE EL DESMONTAJE DEL MURAL SEVILLANO DE DELHY TEJERO SE HA REALIZADO CON “NOCTURNIDAD Y ALEVOSÍA”

ÁFRICA CABANILLAS CASAFRANCA 

La asociación Mujeres en las Artes Visuales (MAV)[1] denuncia que el mural que Delhy Tejero hizo para el vestíbulo del Edificio de Oficinas, el “Cubo”, de la antigua Fábrica de Tabacos de Altadis en Sevilla, propiedad del grupo KKH Property Investors, ha sido desmontado y depositado en los talleres del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH) para su restauración sin previo aviso, sin informar públicamente al respecto, por tanto, con “nocturnidad y alevosía”. La noticia solo se ha comunicado una vez que el proceso —complejo y polémico en cuanto que supone una alteración radical de la obra— ha terminado y, además, en periodo estival, el 11 de julio, a través de una rueda de prensa que ha tenido lugar en el IAPH, presidida por el Consejero de Turismo, Cultura y Deporte, Arturo Bernal, quien ha estado acompañado de varios técnicos del Instituto y consejeros del grupo KKH. Actuando de este modo, obviamente, se ha buscado evitar el debate y, sobre todo, la crítica de la ciudadanía, las personas comprometidas con la protección del patrimonio, instituciones y también de las asociaciones involucradas en su conservación, entre las que ha tenido un papel muy destacado MAV.

El Consejero de Turismo, Cultura y Deporte,
recibe los lienzos en la sede del IAPH

Este mural o, mejor dicho, conjunto decorativo, pues está formado por varios frisos que recorrían los muros y los pilares, además de una mampara que cerraba uno de los lados del vestíbulo, hecho por Delhy Tejero entre 1965 y 1966, tiene un enorme valor. Es uno de los pocos ejemplos que se conservan de este tipo de pintura realizado por una mujer de ese periodo, ya que su carácter “épico”: grandes dimensiones, extremada complejidad y alto coste, así como el hecho de que se tratase de encargos públicos —como en este caso— o privados, suponía un reconocimiento que las creadoras tuvieron muchas dificultades para conseguir. También cabe resaltar el valor de la unidad del conjunto fabril, esto es, la estrecha vinculación del friso con el espacio en que se ubicaba, tanto por el formato como por la temática de la obra, que representa alegorías de América y España relacionadas con la producción del tabaco. En el muro de la izquierda aparecían temas alusivos a América: hojas de tabaco secándose, dos indios recolectando, piedras de moler, formas que recuerdan las tiendas indias, aves exóticas y una rosa de los vientos. El de la derecha mostraba motivos relacionados con España: aves y hojas de tabaco puesta a secar, un sol, pipas, abanicos, cajas, dos cigarreras es sabido que en la fábrica las obreras eran principalmente mujeres, un alambique, un timón y varias carabelas. A su vez, tiene un importante carácter representativo, puesto que la presencia de elementos ornamentales no se encuentra en el resto de la producción arquitectónica industrial de esta época en Sevilla, donde no hay ninguna otra obra de esta pintora[2]. Con este, solo hay otros tres murales de Delhy en Andalucía, en las iglesias de Puebloblanco y Las Norias, en la provincia de Almería, y Arroturas, en la de Jaén.

Mural de Delhy Tejero en vestíbulo del edificio de oficinas de la Antigua
Fábrica de Tabacos de Altadis en Sevilla, 1965-1966.
 Archivo de la autora (Foto, Agustín Jiménez Caballero).

Como decíamos al principio, el desmontado supone una transforamción radical, total, de la obra y romper la unidad del conjunto decorativo tanto en el formato como en el tema, que se había mantenido inalterado hasta ahora, a lo largo de más de cincuenta años, desde su colocación en 1965-1966. Máxime, si se tiene en cuenta, que la artista la concibió, como en otros casos, de forma global o integral, diseñando también la mampara que cierra el vestíbulo con flores de tabaco.

En 2021 se formó un grupo de trabajo de MAV-Andalucía[3] para velar por la conservación de este mural de Delhy Tejero ante la peligrosa situación en la que se encontraba, incluso de desaparecer, después de catorce años del cierre de la Fábrica. En ese momento, era inminente la venta del conjunto, que, finalmente, adquirió el grupo KKH con la intención de transformarlo en un centro turístico —con un hotel de super-lujo— y de ocio. Entre el Ayuntamiento, Altadis y el nuevo propietario se firmó un acuerdo, aprobado por el Pleno Municipal en junio de 2021, según el cual, se garantizaban la «recuperación» del mural y documentos posteriores añadieron a este término el de su «puesta en valor», ambos de gran ambigüedad.

MAV-Andalucía ha llevado a cabo distintas acciones con el objetivo de proteger la obra, entre las que destacan dos: el envío de cartas informando sobre su valor y la delicada e incierta situación en la que se encontraba a instituciones, como el Ayuntamiento de Sevilla, la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía  y el mismo IAPH, y reuniones con representantes de los principales actores implicados, primero, del Ayuntamiento, en concreto, con Antonio Muñoz, cuando era Delegado de Hábitat Urbano, Cultura y Turismo, y, después, del grupo KKH, con uno de sus consejeros: Oriol Balaguer. A pesar del compromiso de este último de informar a MAV-Andalucía puntualmente de todas las acciones relacionadas con el mural, comunicó su desmontaje una vez que este había terminado. Menos de veinticuatro horas antes de la rueda de prensa del IAPH, de cuya celebración no se indicó ni el lugar ni la hora y, como cabe deducir, no fue invitada.

Mural de Delhy Tejero en vestíbulo del edificio de oficinas de la Antigua
Fábrica de Tabacos de Altadis en Sevilla, 1965-1966.
 Archivo de la autora (Foto, Agustín Jiménez Caballero).

Esta falta de transparencia es más grave si cabe, por estar involucrados en el proceso el Ayuntamiento, que firmó el pacto de venta del conjunto fabril con la condición de la «recuperación» del mural de Delhy y, en particular, el IAPH, dependiente de la Consejería de Turismo, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía, pues se trata de dos instituciones públicas y, por ello, obligadas a rendir cuentas ante la ciudadanía. Ahora bien, no ponemos en duda la idoneidad del Instituto para realizar el desmontado, el estudio, la custodia y la restauración de la obra, ante la más que cuestionable “imposibilidad” de que se mantuviera in situ. De hecho, MAV-Andalucía en sus conversaciones con el grupo KKH, desde el principio, propuso, y siempre ha defendido, que fuera el IAPH quien se encargara de las labores de desmontado y restauración del mural. Además, es cierto que en 2018 esta institución hizo un informe a petición de Altadis, sobre el conjunto fabril. Como también lo es que, centrado como estuvo en la descripción del inmueble, apenas aludía a la decoración del vestíbulo, y en el cuerpo del texto ni siquiera aparecía el nombre de la artista. Sí lo hacía en el pie de las dos fotografías que se incluían de la obra.  

Pero todavía quedan muchas dudas sobre el mural…

1. ¿Se ha documentado de forma completa y exhaustiva el conjunto decorativo, es decir, el mural y la mampara antes de ser desmontado? Aparte de la importancia que tiene conservar un registro completo, la memoria, del conjunto decorativo tal y como fue creado por la artista y donde ha permanecido durante más de cincuenta años. Esto es fundamental para su exhibición en su nueva ubicación que debería respectar al máximo la obra original y acompañarse de información completa sobre su estado tal y como fue concebida.

https://drive.google.com/file/d/1upIMydDYpXT0adCTJRrtlcY4lET7-Ma4/view?usp=sharing




HELENA CORTESINA (1904-1984)
MARÍA LUISA MAILLARD

Hoy traemos a este espacio de mujeres olvidadas a Helena Cortesina, la primera mujer en dirigir en España, desde su propia productora, una película en 1921 con tan solo 17 años.

Elena Cortés Altaba, conocida por su nombre artístico de Helena Cortesina era bella. Nació en un barrio de pescadores de la ciudad de Valencia, El Cabanyal-Canyamelar, un barrio pobre y trabajador, sometido a frecuentes inundaciones, muchos de cuyos habitantes vivían en barracas de paja y barro y se surtían de agua de las dos fuentes existentes en el barrio. Un barrio que contaba sin embargo con un teatro construido en 1856, que se llamó inicialmente El Teatro de las Delicias y que ofreció desde el principio espectáculos populares como pequeñas piezas teatrales, zarzuelas, bailes folklóricos y teatro de variedades. A partir de 1913 se introdujo un nuevo invento: pequeñas piezas fílmicas como complemento de las piezas teatrales, a las que, sin duda, la niña asistiría con asombro.

Toda sociedad tiene sus resquicios para aquellos que no se encuentran en sectores privilegiados; pero poseen ímpetu y coraje. Los años 20 del pasado siglo, “La belle époque”, fue un terreno propicio para la apertura de esos resquicios. El cine, ese invento todavía marginal, incluido en “los espectáculos frívolos”; era a la vez, una fuente de atracción para la vanguardia artística; pero no solo eso. Se convirtió para los artistas de variedades en un puente profesional para dar un salto al nuevo arte, y de allí al territorio mucho más acotado del teatro, donde ya batían sus armas los principales autores de la Edad de Plata de la cultura española.

Helena Cortesina antes de su etapa cinematográfica

La familia, de la que pronto sería denominada la “Venus valenciana”, se dedicaba al espectáculo de variedades, con lo que, desde edad temprana, la ya Helena Cortesina, actuó como bailarina y como bailarina fue pintada por Soroya en su lienzo “Danzarinas griegas” en 1917. Nuestra protagonista contaba tan solo con 13 años y ya, desde un año antes, aparece su nombre en La Vanguardia, anunciando su actuación en el Teatro Novedades. La aún niña se fue consolidando como bailarina, tanto en España como en el extranjero realizando giras en el circuito del teatro de variedades. Este tipo de espectáculo, deudor en España de las famosas Revues creadas en París, a mediados del siglo XIX, había ido evolucionando desde su inicial tono satírico, respecto a los vicios sociales, hacia el cosmopolitismo, las novedades escénicas y la libertad moral y sexual propios de la época. Helena Cortesina va a encontrarse en la vanguardia de esta evolución. Le Moulin Rouge y Les folies Bèrgere, representantes de esa nueva tendencia, tuvieron su réplica en el teatro Reina Victoria con la representación en 1920 de El Príncipe Carnaval, obra de gran éxito, en la que se mezclaban la opereta, el sainete, el music-hall y la zarzuela, con música que abarcaba desde el pasa calles hasta el fox, el vals y el tango. Helena Cortesina, figura ya muy conocida en el Teatro de Variedades, aceptó el encargo de ofrecer al público el primer desnudo integral en la historia del teatro español.

Helena Cortesina enfundada en un traje de buceo en la playa
de La Concha, San Sebastián, 1920. Fuente: Car-Kutxa-Fototeca

En esa misma fecha, nuestra protagonista se introduce en el cine con su primer papel secundario en el film La venganza del marino y el papel protagonista en La inaccesible, ambos de J. Bush Echeandía. El gran éxito obtenido le permite montar su propia productora Cortesina Films, junto con sus hermanas, Angélica y Ofelia, bailarinas como ella, y rodar en 1921 Flor de España o la vida de un torero, que no llega a la pantalla hasta 1923, pero que se mantiene seis años en cartel. En dicha cinta se narra la vida del torero Juncales quien, después de haber llegado a lo más alto de su carrera, lo abandona todo por una mujer, Flor de España, a la que había amado toda su vida.


Helena Cortesina junto a Jesús Tordesillas en Flor de España o vida de un torero
y cartel anunciador de la película que estuvo 6 años en cartel

Helena Cortesina ya había decidido liquidar su empresa, cuando se estrena la película. El esfuerzo había sido muy grande, habían rodado en exteriores, en Aranjuez y Madrid; incluso habían introducido una corrida de toros, y eran tres mujeres solas en un mundo de hombres. Además, Helena se encontraba embarazada de su primera hija, Rosa María Fontanals, fruto de su relación con el escenógrafo, Manuel Fontanal, con quien convivía en la Calle Goya, 98. Helena decide dar un giro, que será definitivo en su carrera y se dirige hacia el otro gran sueño de una actriz y bailarina de vodevil: actriz de cine y de teatro. Comienza a introducirse en el teatro de vanguardia, traba amistad con Alberti y Lorca y en 1930 interpreta la obra de María Lejárraga, Triángulo, en la Compañía de Martínez Sierra. 


Helena Cortesina con Federico García Lorca
 en Buenos Aires, 1934

En los años 30 era habitual que muchas Compañías españolas realizasen giras en América. En 1933 Helena se traslada a Buenos Aires con su compañero Manuel Fontanals y allí trabaja en la Compañía de Lola Membrives, interpretando diversas obras de Federico García Lorca y otros autores españoles. Al inicio de la Guerra Civil ya está en Madrid y se une a La Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura; pero, al darse cuenta de que se encuentra de nuevo embarazada, regresa a La Argentina donde en 1938 la volvemos a encontrar en Buenos Aires, participando en la obra Bodas de Sangre, dirigida por Edmundo Guibourg, junto a Margarita Xirgú, Amelia de la Torre y Enrique Diosdado.


Helena Cortesina

En Argentina seguirá desarrollando su carrera como actriz de cine y de teatro en obras como La dama duende, Los tres mosqueteros, María Rosa o La niña de fuego. También sabemos que en 1940 vuelve a crear una Compañía de Teatro, denominada Cortesina-Mejuto. Poco más sabemos de su vida, salvo que fallece en 1984 en Buenos Aires y es enterrada en el Cementerio de Chacarita.

Durante los años 40 de la posguerra española, su nombre fue borrado de la historia del cine español y se llegó a adjudicar la autoría de Flor de España a un hombre, José María Granada. En la 38ª edición de la Mostra de València–Cinema del Mediterrani del 2023, se presentó el primer estudio monográfico de Helena Cortesina escrito por Irene Lucas, reivindicando así su figura.

MARÍA LUISA MAILLARD


SERÁ EL

COMENTAREMOS EL LIBRO

A lo largo de sus centenares de páginas, Tolstói nos cuenta el relato épico de cinco familias rusas durante la invasión napoleónica. Obra monumental, que incluye a más de quinientos personajes históricos y de ficción, Guerra y paz alterna en su magnífica trama historias familiares con las vicisitudes del ejército napoleónico, la vida en la corte de Alejandro y las batallas de Austerlitz y Borodinó. Como ya advirtió Isaiah Berlin, «nadie ha superado nunca a Tolstói en la expresión del sabor específico, la calidad precisa de un sentimiento, la amplitud de su "oscilación". Nadie ha superado su manera de describir la estructura de una situación determinada en todo un período, pasajes ininterrumpidos de la vida de individuos, familias, comunidades, naciones enteras».Guerra y paz, un clásico de la literatura universal, se ha traducido varias veces al español pero la edición que presentamos aquí está basada en la única versión completa y autorizada por Tolstói, en una traducción magistral y totalmente fiable al español por Lydia Kúper. Esta edición de Mario Muchnik contiene unos anexos con un índice de todos los personajes que aparecen en la novela, mapas de las campañas napoleónicas en Rusia, un índice que desglosa el contenido de cada capítulo y otro apéndice con la traducción de todos los fragmentos que en el original aparecen en francés. (Fuente: El Aleph Editores).


LEON TOLSTÓI

Autor de grandes obras como Guerra y Paz y Anna Karenina, León Tolstoi fue un escritor célebre sobre todo por sus novelas y cuentos que retrataban la vida del pueblo ruso durante la época de los zares, pero también por sus ensayos, en los que se posicionó en relación con los poderes civiles y eclesiásticos y quiso destacar la grandes apuestas de la civilización.

León Tolstoi nació el 28 de agosto de 1828 en el dominio de Yasnaya-Polyana, cerca de Tula (Rusia), en una antigua familia perteneciente a la nobleza rusa. Pierde a sus padres muy pronto y es criado por una tía. Aunque su carrera universitaria no fue muy buena, se interesó por la literatura. Durante su adolescencia, descubrió las obras de Jean-Jacques Rousseau y Voltaire que confirmaron su pasión. Su primer relato, Infancia, se publicó en 1852 y fue un gran éxito. En esta línea autobiográfica, escribe Adolescencia y Juventud. Alistado en el ejército unos años antes y después de haber vivido los conflictos en el Cáucaso, decidió abandonarlo en 1856 para viajar a Europa. Cuando regresó a su ciudad natal, fundó una escuela donde enseñaba. En 1862 se casó con Sophie Behrs, una joven dieciséis años menor que él con quien tuvo trece hijos.

León Tolstói publicó en 1869 una de las principales novelas de su obra, Guerra y paz, que dedicó a los conflictos napoleónicos. Su éxito internacional se verá reforzado por Anna Karenina, que apareció en 1877. Al día siguiente de esta publicación, Tolstói decidió convertirse al cristianismo. Publicó nuevas obras que dan testimonio de sus últimas consideraciones religiosas (Resurrección, 1899).

A través de sus libros que combinan reflexiones filosóficas y morales, Tolstoi aboga por el antimaterialismo y defiende la no violencia. Escritor comprometido, también toma partido contra todas las formas de injusticia, denuncia la hipocresía religiosa y social y lucha por mejorar la condición de los siervos. Levantándose contra la actitud de la Iglesia ortodoxa, que se muestra complaciente con la guerra y la pena de muerte, el escritor será excomulgado en 1901. León Tolstói escribe hasta 1904. Murió de neumonía el 20 de noviembre de 1910 en una estación de tren en Astapovo, Rusia. (Fuente: Okdiario-Blanca Espada 2021).


OCTAVIO PAZ: UNA POÉTICA DE LO MEXICANO
ROSARIO HERRERA GUIDO
 

“Todas las visiones de la historia son un punto de vista.
Naturalmente no todos los puntos de vista son válidos.
Entonces, ¿por qué me parece válido el mío? 
Pues porque la idea que lo inspira
—el sentirse solo, escindido,
y desear reunirse con los otros
y con nosotros mismos—
es aplicable a todos los hombres
y a todas las sociedades”.
Octavio Paz, Itinerario. 

Septiembre, mes de la patria, nada como recorrer el pensamiento crítico y poético de Octavio Paz, sobre la experiencia poética de la soledad individual, colectiva y universal de la humanidad. Desde sus reflexiones sobre la soledad del laberinto, la soledad de la cultura náhuatl, tensando el arco y la lira, hasta el sueño de Sor Juana y el Itinerario de un peregrino en su patria, cual viajero en busca de un santuario, Octavio Paz pregunta por la unidad de la identidad y la diferencia: una experiencia poética individual y colectiva de la coincidencia entre la identidad y el pensamiento universal. Porque el sentimiento de soledad y el deseo de reunirse con los otros y con nosotros mismos es una experiencia universal, filosófica y poética, donde toda tentativa por resolver nuestros conflictos mexicanos debe alcanzar una validez universal, si es que no se quiere que un nacionalismo ramplón estalle la estabilidad social.

Octavio Paz, temprano piensa el arte de México como una materia con sentido (Prólogo al catálogo de la Exposición de Arte Mexicano en Madrid, 1977). Por ello canta la historia de una estatua colosal que emerge de las profundidades de la tierra náhuatl, el 13 de agosto de 1790. Se trata de la diosa Coatlicue Mayor, con sus enaguas de serpientes, primero llevada a la Real y Pontificia Universidad de México, después por decisión de los doctores universitarios vuelta a enterrar por siniestra, más tarde llevada a la gran sala de la cultura azteca del Museo Nacional de Antropología e Historia. Coatlicue pasa de monstruo a obra de arte y especulación antropológica, gracias a la progresiva secularización que distingue a la modernidad. Pero Coatlicue sigue siendo la misma: una poética del misterio. América, como la Coatlicue, es un poema de piedra que canta los poderes invisibles de lo sagrado.

Paz advierte que las culturas mesoamericanas sucumbieron frente a los europeos no sólo por su inferioridad técnica, sino por su soledad histórica: jamás tuvieron la experiencia del otro. En su pensamiento estaba el otro mundo y sus dioses, pero no otra civilización y sus hombres. El otro, el extraño, sólo podía ser visto como un dios: “Cuando los Aztecas caen en la cuenta de que los españoles no son mensajeros de Tula, ya es demasiado tarde”. Una experiencia parecida vivieron los europeos. Las nuevas tierras eran desconocidas. El Viejo Mundo estaba gobernado por la Trinidad: tres tiempos, tres edades, tres continentes; los indios estaban regidos por los cuatro puntos cardinales, cuatro destinos, cuatro trasmundos. Para los misioneros españoles, las indias eran un misterio teológico. América no cabía en ese mundo. La cuarta dimensión era siniestra.

Paz muestra que en el arte mexicano sobreviven las culturas que lo crean. No sentimos como un maya el relieve de Palenque, pero estamos condenados o salvados por nuestras interpretaciones, que son una metáfora del misterio original. La historia de México, la Conquista y la Independencia, están marcadas por dos grandes rupturas: con el pasado indio y el novohispano. La Revolución Mexicana es la monumental empresa de tejer los lazos rotos por la Conquista y la Independencia. Descubrimos, con Ramón López Velarde: “una tierra castellana y morisca, rayada de azteca”. La conciencia estética moderna, en el alba del siglo XX, al descubrir las artes de África, Oceanía y América, permite comprender el arte antiguo de México. Porque gracias a la estética moderna, lo antiguo deviene actual.

Paz se inclina conmovido ante la cultura mesoamericana: por su originalidad, su soledad, la homogeneidad en el espacio y la continuidad en el tiempo, un sistema ético-religioso severo, una cosmología que rige la piedra de sol del tiempo, un panteón religioso en metamorfosis, la danza de los dioses enmascarados que bailan la poética pantomima de la creación y la destrucción de los dioses, los mundos y los hombres, un arte que maravilló a Durero, Baudelaire y los surrealistas, una poesía tan suntuosa en imágenes poéticas como las meditaciones metafísicas.

La civilización mesoamericana nació y creció sola. Separada por dos océanos, entre desiertos y selvas, tuvo que inventarlo todo: la escritura, los dioses, la astronomía, y hasta el maíz, que no es una planta silvestre, sino un híbrido, una creación humana, tan monumental como sus pirámides, sus mitos y sus poemas. Por ello el maíz se convirtió en un dios comestible. El maíz fue la semilla de la vida y el modelo de la creación humana.

Todas las obras mesoamericanas tienen un alma en común. Las formas artísticas son el lenguaje cifrado de las civilizaciones. La civilización mesoamericana, además de ser un hecho estético, histórico, económico y religioso, es una visión poética del mundo. Lo resalta Paz: “[...] una de las piezas más impresionantes es el monumento que erigieron los aztecas en 1507 para conmemorar la edificación del Gran Teocalli. El ‘signo de agua quemada’ (lucha de los contrarios hasta su sangrante fusión) se impone con una plenitud y una ferocidad grandiosas. Imposible describirlo: no es un monumento sino un poema” (Octavio Paz, México en la obra de Octavio Paz. Los privilegios de la vista, Arte de México. México, F.C.E., 1987, t. III., p. 64)






Christopher Nolan, director de esta compleja narración, ha puesto todo su empeño para hacer que su película sea inolvidable. ¿Lo habrá conseguido? La película empieza recordando a Prometeo, el titán de la mitología griega que robó el fuego a los dioses para dárselo a los hombres y fue cruelmente castigado por Zeus. Oppenheimer es visto por Nolan como el nuevo Prometeo que “libera” una energía destructora para evitar la guerra y asegurar una paz duradera. El símil es muy forzado. El Prometeo de los griegos se revela ante los dioses otorgando el fuego liberador a los hombres sometidos a los dioses y a la animalidad. El fuego de Prometeo simboliza la inteligencia y la apertura hacia un mundo superior. Sin embrago, el fuego que liberó Oppenheimer representa el miedo a la destrucción total para así conseguir la paz.

En esta narración, Nolan nos sujeta a la butaca contándonos la historia de un hombre complejo y brillante que le tocó vivir en una época convulsa y jugó un papel de vital importancia en la pugna armamentista que existía entre las grandes potencias durante la Segunda Guerra Mundial. El director nos sumerge en la historia de una manera caótica. No hay que decir, el interés que despierta tanto el hombre como la época en que vivió. Hay momentos en los que el espectador, al menos yo, sufre una especie de hipnosis ante unas imágenes espectaculares y una época tan compleja como inquietante. Va y viene por el tiempo creando a propósito un cierto desbarajuste que se explica y unifica en la última y esplendida media hora final de la película. Ese caos puede originar dos cosas contradictorias: el enganche del espectador para ver cómo se va desenvolviendo la narración o el cansancio del mismo ante tantos personajes y saltos temporales. Yo aconsejaría a los futuros espectadores ir a ver la película conociendo con anterioridad la vida del personaje y en las batallas científicas, personales y políticas en las que se vio involucrado. Eso les ayudará a no perderse por los vericuetos de la película.

La película es larga, tres horas y, desde luego, no es fácil. Nos relata la vida del personaje desde tres perspectivas: la personal, la científica y la política. Y las tres son complejas. Oppy, así llamaban al padre de la bomba atómica, no se aburría. Gran parte de esta historia se centra en la relación que mantuvo con Strauss un político aficionado a la Física que le hubiese gustado estar a la altura intelectual de su admirado y envidiado Oppenheimer. Un hombre, ese Strauss, que no tenía capacidad ni preparación suficiente para codearse con las grandes figuras científicas del momento y que, en los años cincuenta, encontró el caldo de cultivo perfecto para acusar a Oppy de comunista y llevarlo ante la Junta de Seguridad del Personal de Energía Atómica con el fin de quitarle su autorización de seguridad. En esas largas sesiones, que se reabrirían, cinco años después, en las audiencias del Senado, Lewis Strauss, protagonizado por un magnífico Robert Downey Jr, soltará toda la su bilis envidiosa sobre el científico brillante. Era la época del macartismo y la histeria de los Estados Unidos contra los comunistas tenía mucho de delirio. En aquel momento, muchos políticos mediocres utilizaban el comunismo para hacer méritos y subir en el escalafón. Personajes incultos, faltos de preparación y talento, lograron humillar a científicos, artistas e intelectuales y lograron subir escaños con ese tipo de tretas que les reafirmaba como patriotas.

¿ES Oppenheimer una buena película? Sí, lo es. Pero la lastra el artificio y el barroquismo. Nolan es un gran director con un lenguaje complejo y utiliza imágenes potentes con la idea, supongo, de cautivarnos. Y lo logra casi siempre. Cautivarnos, digo. Pero tras salir del mundo en el que nos envuelve, sentimos un cierto vacío interior. Yo salí hipnotizada, pero el efecto se me pasó pronto. ¿Hacía falta una narración tan caótica? ¿Eran necesarias tres largas horas para contarnos lo que muy bien podía contarse en dos? ¿Eran tan importantes los vericuetos, obsesivamente repetitivos, sobre el espionaje para entender la época y al personaje? Esa sensación, pasar de la fascinación a la decepción, me sucedió también con sus películas Origen, Memento y El caballero oscuro. Sin embargo, todavía recuerdo con emoción su película más sobria, Dunquerke. Es una película tan brillante como sencilla y, sobre todo, lograba tocarnos la fibra más íntima de nuestra humanidad. En Oppenheimer el artífico y la brillantez de imagen taparon la historia. Me hubiese gustado sentir, más que ver, la envidia de Strauss, la depresión de su amante, el sentimiento de culpa tras el bombardeo, la frustración de su mujer… pero me cegaron brillantes imágenes y una arquitectura narrativa espectacular. Todo está allí, pero cubierto por el lenguaje del director y a Nolan le gusta lo difícil.

Resumiendo, Oppenheimer es una buena película, con momentos de gran brillantez y cuenta con unos actores magníficos, pero resulta demasiado larga y un tanto abrumadora y excesiva. Ha sido calificada por la crítica como la mejor película de los últimos diez años, lo cual me parece muy exagerado. En fin, a pesar de sus virtudes, que son muchas, yo la vi hace tres días y tras, un fugaz enamoramiento, ya ni la recuerdo.

ISABEL BANDRÉS





SUSI TRILLO

SINÉAD O'CONNOR


“Mi recuerdo más lejano es el de ella diciéndome que no debí nacer; ella no me quería, no quería niñas, quería que fuera un niño. Me trataba como a un chico, me cortó el pelo como a uno. Cada vez que me golpeaba, que era a diario, me hacía quitarme la ropa y acostarme denuda en el suelo, con mis brazos y piernas abiertos. Atacaba mi abdomen, quería reventar mi útero y destruir mi sistema reproductor; quería que dejara de ser mujer”.

Son las palabras de Sinéad Marie Bernadette O'Connor (Dublín 1988-Londres 1923), tercera de 5 hijos de una familia católica, víctima de abusos físicos y emocionales por parte de su madre. Describió su hogar como una “cámara de tortura”.

La cantante irlandesa lanza su primer album The lion and the cobra en 1987 y obtiene muy buenas críticas. Tres años más tarde ve la luz su segundo disco y recupera una maravilla escrita por Prince, para versionarla: Nothing Compares 2 U. Sinéad la convierte en un desvastador himno sobre la pérdida, interpretándola con rabia y tristeza, que dedica a su madre. En el vídeo de promoción, que os facilito, en un magnético primer plano de Sinéad podemos apreciar sus lágrimas cuando canta: “todas las flores que plantaste, mamá, en el jardín del patio, se murieron el día que te fuiste”.

El pasado 26 de julio despedimos a Sidnéad O’Connor, no a su música.