jueves, 30 de abril de 2020




2º CERTAMEN DE RELATOS DE MUJERES
AMMU 2020

DEBIDO A LAS ACTUALES CIRCUNSTANCIAS  COVID-19 AMPLIAMOS LA FECHA DE ENTREGA DE RELATOS HASTA EL 25 JUNIO 2020




PARA DESCARGAR LAS BASES
 







UNA TERTULIA LITERARIA ONLINE
 MARÍA LUISA MAILLARD

El jueves día 23 de abril retomamos la tertulia literaria, esta vez, online, por exigencias del confinamiento en el que nos encontramos, no sabemos aún por cuánto tiempo. No es lo mismo que el calor humano de la proximidad física; pero la tecnología tiene también sus ventajas y pudimos departir con Alicia que actualmente reside en Huesca y a la que echamos tanto de menos; y con Jaime al que le pilló “el cierre de fronteras” en Jérez de la Frontera, nunca más venida a cuento, la frontera. Tuvimos algunas dificultades iniciales, fruto de nuestra impericia en estas lides; pero finalmente pudimos solventarlas y contar también con la presencia de fieles tertulianas, inasequibles al desaliento como Pilar Rubio, Isabel Bandrés y Carmen Insausti. Meritoria fue la asistencia de Isabel Bandrés que logró conectarse a través de su teléfono móvil porque su ordenador se había quedado mudo. Natalia declinó su asistencia porque los profesores, están confinados en galeras en las que hay más trabajo que en el mundo de antes. ¿Nos acordamos del mundo de antes?

Pusimos nuestras lecturas en común, brindamos por nuestro reencuentro con vino y cerveza y comentamos los libros pendientes de la tertulia suspendida, que fueron elogiados por todos los participantes, aunque no con la meticulosidad a la que estamos habituadas, por la limitación del tiempo y del mismo medio de comunicación. Hubo alegría y buen humor, y desde aquí, os animo a que os suméis a la próxima convocatoria, estéis en la ciudad que estéis, porque en vuestra casa, seguro que estaréis...

Carmen, en su reclusión, está leyendo, releyendo y subrayando a su querida Hanna Arendt, y nos debió contagiar su entusiasmo porque uno de los libros de la próxima tertulia será Los orígenes del totalitarismo, del que seleccionaremos algunos capítulos. El libro es voluminoso y, aunque estamos confinados en casa con muchas horas por delante, no siempre el confinamiento sirve para despejar la mente y hay “confinados” con dificultad de concentración. Alicia debe de echar de menos Madrid porque, al confesarnos sus lecturas, todas las tramas señalaban a Madrid con un dedo inequívoco. Pilar, autora de nuestra última biografía sobre Sofonisba, sigue muy concentrada en sus estudios de arte y Jaime nos propuso una novela que está leyendo y que le gustó mucho. Se trata de Apegos feroces de Vivian Gornik y la editorial es Sexto Piso. Parece que las pequeñas editoriales están sirviendo libros. Hay que llamar por teléfono. Intentaremos hacernos con el libro.

Las tres partes que componen Los orígenes del totalitarismo son igual de interesantes; pero he seleccionado para entrar en materia la segunda parte, “Imperialismo”, porque es el análisis del nacimiento del mundo que conocemos, que sólo ha cambiado respecto al siglo XIX, en el desarrollo tecnológico sin precedentes que vivimos hoy en día y que es el que está cambiando nuestra forma de vida. Aparte del prólogo al capítulo de la propia Arendt, podemos también leer el prólogo introductorio al libro de Salvador Giner.

Podemos seguir analizando las otras dos partes del libro en sucesivas convocatorias, combinando la lectura con alguna novela corta.
        
¡Ánimo, tertulianas y tertulianos!

La próxima convocatoria, también online, si Dios no lo remedia, será el 21 de MAYO, a las 19:00 H. Os dejo el link . Seréis todos bienvenidos!
  
 


Unirse a la reunión Zoom

ID de reunión: 869 520 8434
Contraseña: 4hawm8


Gornick, una mujer madura, camina con su madre, ya anciana, por las calles de Manhattan, y en el transcurso de esos paseos llenos de reproches, de recuerdos y complicidades, va desgranando el relato de la lucha de una hija por encontrar su propio lugar en el mundo.


Vivian Gornick es una periodista, escritora y activista feminista estadounidense considerada una de las voces más destacadas en los años 70 de la segunda ola feminista de Estados Unidos.



En Los orígenes del totalitarismo Hannah Arendt desentraña las corrientes subterráneas en la historia europea que prepararon el advenimiento del fenómeno totalitario y caracteriza las instituciones, la ideología y la práctica de los regímenes estalinista y hitleriano.



Hannah Arendt, nacida Johanna Arendt fue una filósofa y teórica política alemana, posteriormente nacionalizada estadounidense, de origen judío y una de las personalidades más influyentes del siglo XX.



RESEÑA DE NUESTRA BIOGRAFÍA Nº 41
VIDA DE SOFONISBA ANGUISSOLA
DE A. PILAR RUBIO EN LA REVISTA ARTE













SUSI TRILLO



MARINA ROSSELL

“He hecho esta canción para acompañar este momento”.
“He fet aquesta cançó per acompanyar aquest moment”.
Marina Rossell



"Recordaremos a nuestros muertos
Y sus nombres
Brillando en las estrellas

Rogaremos que no lleve polvo el viento
Ni el camino.

¡Si, todo irá bien!
¡Tutto andrá bene!
¡Sí, todo irá bien!
¡Tutto andrá bene!

Y volveremos a brindar delante del mar". Marina Rossell




ENTRA EN LA WEB DE MARINA ROSSEL








¿LOS RAYOS EXISTEN?
 ISABEL BANDRÉS

Me pregunto si los rayos existen o, lo que es lo mismo, sí la realidad existe. Y he llegado a la conclusión de que la realidad física, es decir el rayo, existe, pero no para la mayoría de los seres humanos. Pongamos un ejemplo, en un país llamado Partidolandia ha caído un rayo, en medio de una gran tormenta, sobre la sede del partido político UNO. Las cabezas pensantes del partido se reúnen para debatir sobre las medidas a tomar. Argumentan sobre la procedencia del rayo y se convencen de que ha sido teledirigido por el partido DOS. Al mismo tiempo, la Ejecutiva del partido DOS defiende la teoría de que ha sido un auto-ataque para poder culpar a la oposición. Los partidos TRES, CUATRO, CINCO y SEIS, lanzan teorías conspiratorias basadas en estrategias políticas, razonamientos ideológicos, consideraciones ético-morales y derechos territoriales. Mientras tanto, las llamas se cobran unas cuantas vidas humanas y el edificio queda destruido. Nadie ha llamado a los bomberos.

En realidad, el rayo existe. Es visible y lo certifica una de las ciencias naturales: la Física. Pero cuando las ciencias naturales se mezclan con la ciencias políticas, el rayo se transforma en un discurso político, en una oportunidad, en una estrategia para mantenerse o llegar al poder. Es curioso, muchos no creen en los rayos que ven, pero sí en los extraterrestres que no ven. Y es por la fe que le profesan a un político o a un periodista que con un péndulo en la mano dice desde los medios de comunicación de masas, Bobolandia, que sí, que alguien los vio. Y, además, sazona la noticia con un relato sobre la manipulación de la NASA. Da igual que el mundo científico lo rebata, donde estén los astrólogos que se quiten los astrónomos. ¿Qué sabrá Einstein de la teoría de la relatividad o Newton de la ley de la gravedad y del movimiento de los cuerpos celestes? La verdad está en Nostradamus, un médico que terminó como astrólogo leyendo la mano a la aristocracia de su época. Catalina de Medicis era una de sus fieles clientas. Este hombre escribió un libro de profecías tan largo y con un lenguaje tan críptico que sus palabras igual sirven para vaticinar una guerra mundial que la mala cosecha de patatas del siglo XIX en Irlanda o el coronavirus que hoy nos asola. Estos días corre por las redes sociales un augurio suyo que, según algunos, predijo nuestra actual desgracia: ”Las plagas pasadas disminuirán el mundo/Largo tiempo la paz tierras inhabitadas/Hermana marchará por cielo, tierra, mar y ola:/Después de nuevo las guerras suscitadas”. Juzguen ustedes el valor científico de la frasecita.



Los humanos somos así: nos gusta coleccionar datos confusos y frases obtusas para huir de la verdad. Lo malo de la realidad es que existe y siempre termina por alcanzarnos. Podemos cegarnos, aborregarnos, mentirnos y patalear contra ella, pero allí está, inmutable. Curiosamente, las sociedades que la reconocen y obran en consecuencia suelen salir mejor paradas. Tenemos el ejemplo de Portugal, que con una población de diez millones de habitantes ha registrado 973 fallecidos por el coronavirus; y el de España, que con una población de cuarenta y siete millones ha registrado en la misma fecha de hoy, 24.275 fallecidos. Es decir que con una población 5 veces mayor tenemos 25 veces más muertos. ¿A qué se debe que exista esa enorme diferencia? ¿Y por qué en Portugal la tasa de sanitarios infectados es del 9,6%, muy por debajo del dato español que es de un 20%? ¿Un milagro? No, más sencillo. Los portugueses se ajustaron a la realidad, escucharon a los expertos y tomaron las medidas adecuadas. Costas, presidente portugués y un socialista sumamente pragmático, junto con la Ministra de Sanidad, Marta Temido, una experta en medicina tropical y en gestión de hospitales, se enfrentaron desde el minuto uno a la pandemia. Realizaron 330.512 test durante los primeros días frente a los 688.000 que en España se han hecho a fecha de hoy. Por otra parte, España destinó en 2018 el 6% de su PIB a la sanidad y Portugal el 6,3%. ¿Dónde está el truco? En admitir la realidad y obrar en consecuencia. Y aparte de esto, es bueno señalar que nuestra sanidad pública necesita mayores recursos públicos. No es justo que todo el peso recaiga sobre nuestro excelente y voluntarioso personal hospitalario.

Hannah Arendt dice que la verdad y la política ''nunca se llevaron bien''. La democracia es un sistema delicado que hay que cuidar. Funciona porque hay contrapesos entre los diferentes poderes, porque existen límites constitucionales, porque se garantizan las libertades individuales y porque existen diferentes ideologías. Pero también hay intereses partidistas que son legítimos hasta que chocan con el bienestar de la sociedad y los derechos del individuo. Ese es el tope. “La verdad —señala Hanna Arendt—, es una herramienta fundamental para el espacio público democrático”. Cuanta más aceptación de la realidad y cuanta más cercanía a la verdad más democracia y mejores resultados para el bien social. Todos los demócratas deberíamos saberlo y obrar en consecuencia.

¿Pero los rayos existen o no existen? Depende. Ya nos lo dirá algún político o periodista en Bobolandia. No tenemos arreglo.
 ISABEL BANDRÉS






LA TRASCENDENCIA DE LO PEQUEÑO
 MARÍA LUISA MAILLARD

Josep Plá y Casadevell (1897-1981) en la entrevista que concedió en 1977 a Joaquín Soler Serrano, en el excepcional programa “A fondo”, que recomiendo visualicéis en estos días de confinamiento, aseveró con contundencia uno de sus rasgos de estilo. La escritura literaria consistía en encontrar el adjetivo, el adjetivo que no sirviese para enmascarar la realidad, idealizarla o conducirla a la cursilería; sino ayudar a nombrarla cabalmente, descubriendo sus potencialidades ocultas. El otro rasgo de estilo era, como no podía ser menos, llamar a las cosas por su nombre.

Me parece muy oportuno traer hoy en día este autor a nuestra actualidad, en la que un nominalismo vacuo pretende no sólo enmascarar la realidad, bajo la pretensión de cambiarla; sino utilizar las palabras con fines opuestos a su función, que no es otra, como nos diría Plá, que llamar a las cosas por su nombre y describir el mundo, a la par que lo descubrimos.

Como en toda apuesta rotunda por un estilo, hay facetas cuestionables en la opción literaria de Plá, como la negativa radical a la existencia de argumento en la novela, que es una apuesta estética de la literatura de finales del siglo XIX, que seguirían autores como Azorín, defendería Ortega y Gasset y rechazarían, en contra de los tiempos, otros autores como Pío Baroja. También la negativa a elaborar personajes simbólicos con capacidad para alumbrar facetas desconocidas del ser humano; pero cuando un autor es fiel a su estilo, siempre nos deja un reguero de enseñanzas. En este tiempo de aislamiento, pienso que las que nos ofrece Plá pueden ayudar a enriquecer nuestra situación de “confinados”. 

JOSEP PLÁ


En esta actividad literaria de “llamar a las cosas por su nombre” Josep Plá se aventura en encontrar las palabras que nombren “esa cosa especial” que llamamos naturaleza humana, es decir algunos rasgos verdaderos –o definitorios- de lo que realmente somos y para ello coloca un espejo sobre una pequeña localidad catalana del Alto Ampurdán, en la esperanza de que la descripción de su microcosmos humano, refleje de alguna manera el macrocosmos universal. Estamos hablando de la novela de 1951 La calle estrecha, escrita inicialmente en catalán, El carrer estret.

Lo primero que salta a la vista, es que no somos gran cosa, siempre, claro, que nos atrevamos a despojarnos de la grandilocuencia y la petulancia, es decir, del personaje con el que nos presentamos ante los otros, lo que no quiere decir que no debamos inclinarnos con ternura sobre la humanidad toda, indefensa y a la intemperie. Según comentaba el tío Eduardo, también veterinario como el narrador: “Para vivir con provecho en los pueblos se ha de mantener el corazón en un estado de ternura, evitar el resecamiento, cultivar la receptividad viva y el interés por la profunda humanidad que nos rodea”. Es lo que hace Francisqueta, la sirvienta del narrador y la protagonista indiscutible del relato, cuya cabeza “sorprende porque no podría ser más que una cabeza humana, frente a la enorme cantidad de seres humanos que tienden a no parecerlo”. Y Francisqueta lleva a cabo su tarea, a través de una actividad muy mal considerada, el chismorreo, que ella tiene en alta consideración, ya que, según su opinión, es lo que da sentido no sólo a su vida, sino a cualquier vida. Chismorreo es para Francisqueta interesarse por todos sus vecinos, meter la nariz en sus problemas y vicisitudes, aunque sean nimios, como si fueran los suyos propios. Entiende que esa actividad es una distracción indispensable a la vida y que distraerse es lo que todo el mundo hace, sólo que en la ciudad se distraen “haciendo cosas desagradables, yendo todo el día de un lado a otro, diciendo simplezas que creen que son importantes. ¡Qué niñería! ¡No entienden nada! Son unos pretenciosos”. Este cotilleo consentido por los vecinos, todo hay que decirlo, tiene muchos episodios cómicos, como cuando Francisqueta se asoma todos los días al balcón a una hora determinada para preguntar a su vecina de enfrente, la mujer del relojero Masaguer, que acude puntual a la cita: “¿Tampoco ha pasado nada hoy, Catalina?” e invariablemente responde la interpelada: “No, hija, no, tampoco ha pasado nada”. Nos enteramos pronto de que lo que sucede es que su marido no cumple con los deberes conyugales, a pesar de que ella no cesa de invertir en ropa selecta de cama. Una gran conmoción sucede en el pueblo cuando la Monserrateta “celebra Pascuas antes de Ramos” y tiene tres pretendientes a la paternidad, fruto de la antelación. No acaba de decidirse por ninguno y es el párroco del pueblo el que acaba decidiendo por ella. Francisqueta se convierte en la pieza clave del proceso



Sin embargo, esa “voluptuosa distracción”, a la que se entrega, conduce a la sirvienta a tener opiniones propias sobre la verdadera naturaleza humana, que chocan con la opinión de los lugareños. Así cuando el peluquero, el señor Felip, es objeto de mofa y escarnio por sus convecinos por haberse dejado arrancar una muela sana para lograr que su mujer accediese a librarse de otra que le causaba grandes dolores, Francisqueta comenta: “Si en el mundo hubiese más hombres de ese temple, no se viviría del todo mal”. O cuando Epifanio hace la promesa de no salir de su alpargatería porque han expulsado de la taberna a su querido perro Murillo y el pueblo lo toma por loco, Francisqueta comenta: “Es que Epifanio tiene amor propio. El amor propio se tiene o no se tiene”.

Lo segundo que el autor subraya es la soledad inherente a toda vida, aunque nos esforcemos por todos los medios en paliarla; hablando en plata, la dificultad de una verdadera comunicación con nuestros semejantes: “Sabemos que la característica de nuestra vida es la imposibilidad de los demás de penetrar en nuestra vida. Esta imposibilidad no nos deja nunca”. El narrador señala cómo nos encargamos nosotros mismos de agudizar esta soledad íntima, esforzándonos en mantener el personaje que nos hemos creado, basado en criterios inamovibles que impiden el diálogo y rellenando los huecos con un automatismo verbal, consistente en frases hechas —el tiempo es un recurso habitual— que puede llegar a convertirse en el único sistema de comunicación. Es sin duda más fácil recurrir a los tópicos al uso que contemplar con paciencia y detenimiento la realidad. Un ejemplo de ello es la conversación que, de forma invariable, mantienen los tertulianos del Casino Recreativo. Uno de sus temas preferidos son las mujeres y no dejan un día tras otro de repetir con mucha sapiencia los tópicos más vulgares. Las mujeres, dejadas en libertad serían un peligro permanente por su fragilidad sentimental, su inconsistencia y su inestabilidad. “¿Conocerán a las mujeres? Se pregunta con sorna el narrador, “tal vez hayan conocido alguna en su juventud”.

Finalmente hay un tercer elemento que nutre a todos los demás, el tiempo, el paso del tiempo de nuestra vida, que se hace omnipresente con el paso de las estaciones en el campo, el resurgir de las flores y los tallos verdes en primavera, el sol inclemente del verano que agosta la verdura, y el frescor de los primero días de otoño en un cielo cambiante, que ya se torna morado y mórbido; ya luminoso. Y lo que es más importante, el sonido del silencio en las noches invernales, cuando no tenemos más remedio que enfrentarnos a nosotros mismos. 


Encontramos también en el libro referencias continuas, de ida y vuelta, entre el campo y la ciudad, donde “la misma densidad humana hace que los misterios que arrastran las personas se hagan invisibles”; entre la tradición y el progreso, que ha traído comodidad, pero también vulgaridad y feísmo; pero no puedo dejar de finalizar este breve recorrido por La calle estrecha, dejando la palabra a Plá en una de esas descripciones “subjetivas”, personalísimas, que lleva a cabo sobre algunos personajes, en este caso, los cómicos que, de tanto en tanto, aparecen en los pueblos en tiempos de gira: “Vistos en el ambiente de las grandes ciudades, los cómicos conservan todavía un aspecto de seres ciertamente tronados, pero humanos; vistos con la luz cruda, acre de los pueblos, parecen figuras que han sido hervidas y luego se han evaporado”.

MARÍA LUISA MAILLARD






 UN POCO MAS SOBRE CONFINAMIENTO
EN LA ERA DIGITAL
  CARMEN GARCÍA INSAUSTI

En la edición del blog de marzo 2020, María Luisa Maillard escribió un artículo muy interesante sobre el confinamiento en la era digital que generó en mi alguna reflexión que deseo compartir.

En un mundo globalizado totalmente condicionado por la tecnología digital, María Luisa centra su reflexión sobre la vulnerabilidad de los usuarios, no tanto ante un ciber ataque, que en palabras de Enrique Ávila, no es tan difícil que ocurra, como por las pocas herramientas para el desarrollo del pensamiento que el propio modelo digital pone a disposición de los usuarios, ya que, según señala, “a veces, puede ir en detrimento del proceso de formación de la inteligencia, de la sensibilidad y del trato con los otros”, que si permite el modelo analógico tradicional. María Luisa ilustra su preocupación con las evidencias que tiene como profesora de alumnos habituados desde niños al uso —y abuso— de las nuevas tecnologías, en los que ha notado “dispersión, dificultad para comprender un pensamiento abstracto y argumentar, tendencia a responder de forma aleatoria sin haber reflexionado, disminución de la capacidad del lenguaje… Por eso no duda en preguntarse, si los “nativos digitales” podrían enfrentarse a los renovados retos de este nuevo mundo, que no harán más que acrecentarse con el tiempo.



La lectura de estas afirmaciones me hizo volver la mirada hacia Hanna Arendt y a la vigencia absoluta de sus planteamientos cuando, ante los primeros triunfos de la ciencia en la creación de vida artificial, expresó, con mucha preocupación, que las verdades del moderno mundo científico, si bien pueden demostrarse en fórmulas matemáticas y comprobarse tecnológicamente, no se prestan a la normal expresión del discurso y del pensamiento, y nos hacen incapaces de pensar y hablar sobre las cosas que, no obstante, podemos hacer. Arendt, adelantándose a lo que veía venir, expresó que, si necesitáramos máquinas artificiales para elaborar nuestro pensamiento y habla, si el conocimiento (know-how) y pensamiento se separasen definitivamente, nos convertiríamos en impotentes esclavos, no tanto de nuestras máquinas como de nuestro know-how, nos convertiríamos en irreflexivas criaturas a merced de cualquier artefacto técnicamente posible. Como sabemos, para ella, un hombre privado del discurso, de lo que constituye su unicidad, es incapaz de acción política. ¡Nunca tesis alguna, ha tenido mayor actualidad!

Enrique Ávila, propone recuperar, en cuanto a la responsabilidad, (de lo que implica la tecnología digital), algunas estructuras de poder provenientes del modelo analógico tradicional, como el Estado de Derecho y la Separación de Poderes, y no apostar todo a la inversión en protección; pero María Luisa ve tan violentada nuestra capacidad de pensamiento que se pregunta si no sería conveniente preservar una enseñanza tradicional en conocimientos, capacidad de reflexión y elaboración de valores para que los niños adquiriesen las capacidades que les permitan posteriormente enfrentarse con madurez y conocimientos a los retos del nuevo mundo digital.

Sobre este mismo particular reflexiona Michael Sandel cuando nos recuerda que la velocidad a la que se mueve la ciencia y la tecnología nos ha dejado sin el equipamiento desde el punto de vista del lenguaje moral para hacer frente a la avalancha que se nos ha venido encima con los avances tecnológicos. En la época -señala- en que la ciencia y la tecnología se mueven más rápido que las ideas morales, nuestro compromiso con el pensamiento ha de ser máximo para poder valorar cuidadosamente si estos avances amenazan nuestra humanidad y erosionan nuestra capacidad de acción humana. La coincidencia entre ambos filósofos no es desdeñable. Seguro que hay otros embarcados en estas reflexiones. 


Está claro que la tecnología y el pensamiento digital llegaron para quedarse porque es una de las vías de respuesta a las múltiples necesidades de una población creciente, pero comparto con María Luisa, Enrique y los filósofos invitados que su convivencia con el pensamiento analógico es absolutamente necesario para asegurar la formación moral e intelectual de los individuos que deben afrontar cuestiones que el mundo actual ha perdido de vista y que en realidad son las que verdaderamente importan. El punto está en que, por muy digitales que seamos, hemos de disponer de las herramientas intelectuales adecuadas para valorar la innovación y articular nuestra incomodidad, si así lo creemos.

En su artículo María Luisa resume muy bien los aprendizajes que nos ha dejado esta pandemia. Utiliza los términos dolor, heroísmo, solidaridad, generosidad, dedicación, responsabilidad, compromiso y otros sobrentendidos, que tienen poca cabida dentro de un lenguaje digital y que son los que realmente dan sentido a nuestra propia humanidad.

 CARMEN GARCÍA INSAUSTI
Director Médico de la Sociedad Española
de Hematología y Hemoterapia






EXPOSICIÓN EN CALMA
UNA LLAMADA A LA NO BANALIZACIÓN DEL DESCANSO
 A. PILAR RUBIO

El cierre obligado de los espacios públicos debido a la pandemia del coronavirus, ha provocado la proliferación de carteles a la entrada de los establecimientos donde la palabra “closed” es la protagonista. El mensaje de que un determinado lugar está “cerrado” es lo suficientemente contundente como para advertir al transeúnte curioso, ávido de nuevas experiencias, de que en ese lugar está prohibido el paso.

En estos días en los que se prescribe el confinamiento y desde todos los medios se aconseja a la población que no salga de sus casas, curiosamente, una Galería de Arte, A Ciegas, guarda celosamente entre sus muros una exposición pictórica minimalista denominada En calma, de la autora Adriana Berges. La muestra, destinada a ser exhibida al público desde el 6 de febrero hasta el 8 de abril, obviamente, tuvo que cerrar sus puertas antes de la fecha de finalización.

Y es una lástima porque En calma, en palabras de Silvana Retamar, directora de A Ciegas, “es un llamamiento a la no productividad, a la idea de perder el tiempo y al estar a gusto con uno mismo en soledad”. Adriana Berges con En calma ha querido transmitir el mensaje crítico de cómo la sociedad en la que vivimos, híper estimulada, premia la productividad y banaliza el descanso, la tranquilidad, incluso el aburrimiento.

Cuando volvamos a la “normalidad” y la máquina productiva -necesaria también- vuelva a ponerse en movimiento, quizá A Ciegas considere volver a mostrar la obra de Berges para que el público ávido de serenidad pueda contemplar unas imágenes que inspiran calma y sosiego y que por unos instantes le hacen olvidar el ritmo frenético en el que está inmerso.

Al contemplar las imágenes, es posible que el espectador piense en la necesidad de reconciliarse con el descanso y evadirse del excesivo direccionismo, provocado en gran medida por un mundo híper conectado. Quizá entonces vuelva a anidar en su pensamiento la creatividad regeneradora de una nueva vida renovada: su vida.

A. PILAR RUBIO
Galería de Arte A Ciegas
C/ Dos Hermanas, 5
28012 MADRID






SER PROFESORA Y MADRE
EN TIEMPOS DEL COVID-19
 NATALIA VELASCO

Llevo veinte años trabajando como docente para la Comunidad de Madrid en institutos de “difícil desempeño”, combinando la enseñanza de mi asignatura de Francés, con las tareas de tutora, jefa de departamento y jefa de estudios. Vaya por delante que adoro mi profesión, que nunca me ha dado pereza entrar en el aula y que los adolescentes son mi pasión. En esos veinte años de trabajo, he visto cómo las condiciones laborales de los profesores se han ido deteriorando, cómo el tiempo dedicado a preparar clases se empleaba en rellenar informes y cómo nuestra autoridad y credibilidad se ponía en duda y se socavaba en aras de los derechos de los alumnos y sus familias, cuyas reclamaciones atiende solícita la administración con más temor que rigor. A todo ello, debemos sumar la irrupción de vídeo juegos y redes sociales en nuestra sociedad en general, y en el mundo de la infancia y la adolescencia en particular, lo que ha reducido considerablemente la capacidad del alumnado para concentrarse, razonar o elaborar un pensamiento abstracto o mínimamente crítico; cada año nuestros alumnos andan más dispersos, tienen un exiguo vocabulario y adolecen de ideas.


Pero lo que los docentes estamos viviendo en este periodo excepcional de trabajo telemático, ha superado todo lo imaginable. Desde el minuto uno en que se comunicó el cierre de las aulas, se anunció también a bombo y platillo, por parte de los medios y de nuestros consejeros y ministros de educación, que la enseñanza se haría online, telemáticamente, y que ni un solo niño se quedaría sin aprender lo que debía aprender y ni un solo profesor sin trabajar lo que tenía que trabajar. Y, efectivamente, nos pusimos todos manos a la obra: correos electrónicos, plataformas, aulas virtuales donde colgar la tarea, grupos de classroom, de teams, videoconferencias, audio conferencias, canales de youtube, chats, aplicaciones varias: zoom, lifesize, hangouts… Si mis maestros o profesores de instituto —mi verdadera y auténtica ventana al mundo— quienes me enseñaron a trabajar, a razonar y a pensar, leyeran esto, no entenderían nada. A pesar de todo, y por contradictorio que parezca, lo que esta diversidad de plataformas empleadas pone de manifiesto es que el alumno no puede aprender por sí solo, no puede coger el libro de texto y subrayarlo, elaborar un esquema, un resumen, memorizar lo aprendido; no, nos necesita al otro lado, hasta para eso. La tan denostada enseñanza tradicional, la clase magistral con alumnos, que escuchan al profesor que escribe en una pizarra y les explica, es lo que ahora nos piden sin cesar, con todas esas novedades tecnológicas. Como debe ser. Por eso siempre defendí la pizarra y la tiza. No quiero por ello renegar de la tecnología que nos acerca y nos facilita el camino, sino valorarla en su justa medida, lejos de empoderarla.



Sin embargo, ¿en qué condiciones estamos al otro lado? Parece que se nos olvida que vivimos todos confinados, que el profesorado no posee los medios digitales para trabajar, que por otra parte, no han sido ofrecidos por la Consejería de Educación y que, además de crear la tarea para los alumnos (hay docentes con asignaturas de dos horas semanales que tienen más de 250 alumnos), de estar pendientes de sus correos, de corregir y resolver sus dudas, de hablar con los padres, debe también rellenar informes que justifiquen su trabajo. Las instrucciones que nos envía la Consejería son ambiguas: hay que preparar programaciones que se adapten a la enseñanza online y programaciones válidas en caso de que se retome la actividad lectiva, aún a sabiendas de que no se volverá a las aulas; hay que avanzar temario y repasar temario; hay que contabilizar la 3ª evaluación, pero nunca para perjudicar al alumno; hay que evaluar, pero la repetición será una medida excepcional. Como jefa de estudios me veo obligada a cumplimentar documentos explicativos sobre los alumnos que no envían la tarea que se les encomienda; a informar de los medios que utilizan mis alumnos para comunicarse o no con los profesores; y debo informar de lo que nosotros hacemos  para contactar con ellos. Pero señores, ¡si muchos de esos alumnos en un centro como el mío, no han entregado tarea en su vida!; ¡si la brecha digital, social y económica es tan grande que lo que me preocupa es la violencia doméstica que pueden estar viviendo, o la falta de alimentos que pueda haber en sus hogares, o el dolor ante la pérdida de abuelos o familiares! ;¿por qué me piden que rellene interminables formularios para detectar el número de alumnos que necesitan dispositivos si finalmente ustedes me facilitan cuatro míseras tablets y diez tarjetas de conexión a internet cuando serían necesarias 80? Nuestras jornadas no tienen fin. No hay tiempo, ni medios, ni preparación, y no es porque seamos dinosaurios, o no queramos formarnos, sino simplemente porque nuestro trabajo es PRESENCIAL. Y lo es, porque los alumnos de primaria, de secundaria, o de FPB, no tienen capacidad ni madurez para la enseñanza no presencial.
 
A todo esto, hay que añadir nuestra labor como madres y padres. Tenemos que acompañar a nuestros hijos y ayudarles con la tarea que a su vez sus profesores les encomiendan, a saber: preparar originales, hacer fotos de sus trabajos, grabarlos mientras explican un tema, explicarles contenidos nuevos, descargarlo todo en el ordenador y enviarlo a sus respectivos profesores. Por todo ello, empezamos a ser odiados por los padres, que se ven a su vez, atendiendo al trabajo y a las tareas de sus hijos, cuando a veces carecen de los recursos intelectuales y de los dispositivos necesarios. Empezamos a ser odiados por los padres porque les sometemos a más estrés del que se deriva de la situación misma de la pandemia. Así que yo, como profesora y como madre, voy a sufrir de esquizofrenia.

Entre tanto, no podemos olvidarnos de atender a nuestros familiares, a veces enfermos, de ir a la compra, de hacer la comida y limpiar la casa, de limitar el uso de pantallas y de jugar con nuestros hijos para ofrecerles un tiempo de calidad.

El objetivo de la enseñanza pública sería igualar la desigualdad social que, en esta situación, se ve amplificada. Supongo que en un instituto de Majadahonda los problemas serán otros: investigar la fuente con la que los alumnos responden a sus exámenes online —nos hemos convertido en detectives de la red—; verse cuestionados por padres ingenieros, abogados o directores de empresa que saben más que los profesores, y lidiar con padres exigentes que reclaman hasta la última décima en la nota de sus hijos. Cada Centro tiene su propia idiosincrasia.
 
Una cosa es segura para mí: la perspectiva de estudiantes de Bachillerato o de Universidad recibiendo en sus casas clases on-line es aterradora y anti-humana; pero si lo pienso respecto a Primaria y Secundaria me entran ganas de llorar. Yo no podría dar clases online, o a través de una webcam, porque como decía Unamuno: “No sé hablar si no veo unos ojos que me miran y si no tengo tras ellos un espíritu que me atiende”. Espero que cuando se acabe todo esto, a nadie se le ocurra la posibilidad de tener, siquiera un día a la semana, clases online. La educación telemática o a medio camino, sería una irresponsabilidad, una catástrofe humana, una escuela sin escuela. El fin del mundo. 

 NATALIA VELASCO POSTIGO
Profesora de Enseñanzas Medias






I N S O M N I O

LIDIA ANDINO

Es temer y contar en la alta noche las duras
campanadas fatales.
Jorge Luis Borges
  
A mediados del siglo XX surgió una subespecialidad médica llamada Medicina del sueño respondiendo a una necesidad actual: los problemas estrechamente relacionados o desencadenados por el sueño, entre ellos el insomnio que genera malestar y escasa calidad de vida. El insomne sufre durante el día por no haber podido descansar y se siente incapaz por la noche de entregarse a la necesidad vital de dormir, como si atentara contra sí mismo o se auto-castigara.

En España más de 4 millones de adultos sufren insomnio crónico y entre el 25-35 % de la población adulta lo padece de manera transitoria. Este último suele producirse en casos de excitación debido a cualquier tipo de conflicto o problema que “nos llevamos a la cama” o “nos quita el sueño”. A veces esta dificultad se “soluciona” usando somníferos —tan extendidos en estos últimos tiempos—, para reducir el nivel de estrés y, especialmente, ante la gran preocupación por el futuro incierto que a todos nos espera.



El insomne se despierta de pronto en la espiral infinita de la noche, dueña de esas horas interminables en las que se le hacen presente situaciones de las cuales se arrepiente y se culpa, escucha silencios densos y altisonantes, voces de variados timbres, a veces susurrantes y hasta le vienen afectos recurrentes, indeseables, dispuestos a impedir el olvido imprescindible para entrar en la morbidez del sueño.

En los casos en los que el síntoma perdura ya no es algo exterior lo que perturba el sueño, sino algo interior: el miedo al insomnio o una ansiedad expectante hacen que un síntoma inofensivo y pasajero provoque temores que lo fortalecen; este síntoma agravado incrementa a su vez los temores. Un círculo vicioso en el que, al principio, el que sufre tiene todavía la esperanza de que el malestar desaparezca pronto, luego teme que se presente y al final está convencido de ello y siente que nada puede hacer. Le recomiendan que elimine los pensamientos negativos, que cambie de almohada, o que no cene copiosamente antes de acostarse, pero a pesar de estos consejos bienintencionados de amigos y familiares, el insomnio no remite.

¿De qué se defiende el que no duerme? ¿A qué teme realmente?

Es de hacer notar que los que dormimos y reposamos somos los seres humanos, pero no nuestro mundo psíquico que trabaja día y noche, como lo prueban nuestros sueños. Podemos dormirnos ante una tragedia o inesperada mala noticia o, por el contrario, una pesadilla de contenido angustiante y amenazador puede despertarnos en medio de una noche en la que habíamos conciliado el sueño “como angelitos”.



Miedo a soñar, miedo a no despertar, a perder el control —como si el control se pudiera tener—, siempre está en juego una impotencia, algo inconsciente que se sabe pero no se conoce. Así como la ansiedad y el miedo suelen ser los afectos que me impiden conciliar el sueño, en cambio, cuando despertamos en la madrugada su razón más frecuente son afectos de tintes depresivos y culpables.

Es necesario tener en cuenta, además de lo dicho y sus ramificaciones, el miedo a soñar como causa del insomnio, el miedo a despertar a lo real inconsciente del sueño, tan ajeno a nuestra realidad de vigilia y tan entretejido en ella.

LIDIA ANDINO
PSICOANALISTA







¡TANTO SUFRIMIENTO MERECE 
UN FINAL ÉTICO!
 CARMEN GARCÍA INSAUSTI

El pasado 17 de abril se celebró el día mundial de la hemofilia, aunque de forma virtual, porque como sabemos la pandemia por coronavirus ha obligado a un confinamiento extremo con suspensión de todos los actos de celebración. No obstante, es un día importante, que está allí, y que trae a la memoria cosas significativas sobre la enfermedad, y en mi caso, algunas reflexiones sobre la evolución que ha tenido su tratamiento y las implicaciones morales y éticas que tienen los avances hacia su curación.

La primera referencia sobre la enfermedad se encuentra en el Talmud babilónico del siglo V d.C., donde se menciona la norma del patriarca Rabbí Judah de eximir de la circuncisión al tercer hijo, si los dos anteriores habían muerto por hemorragia. En el siglo X, Albucasis cuenta la historia de varios varones muertos por hemorragia tras mínimos traumatismos, y en el siglo XII, Maimónides extiende la norma del rabino a los hijos de la misma madre con un nuevo marido. Al otro lado del Atlántico, en Estados Unidos, en 1791 aparece en The Salem Gazette, lo que se conoce como la primera descripción de la hemofilia. En el obituario de Isaac Zoll, muerto por una hemorragia severa, se señala que sus cinco hermanos varones habían muerto por la misma causa y que los hermanos nacidos de otra madre eran totalmente sanos.

En Europa, el estudio de la realeza de finales del siglo XIX, comienzos del XX, ayudó a clarificar el paso de la enfermedad de generación en generación. De los nueve hijos de la reina Victoria de Inglaterra (1819-1901), 4 hombres y 5 mujeres, uno fue hemofílico (Leopoldo) y dos portadoras (Alicia y Beatriz). Éstas, por su amplia descendencia y por la costumbre de la realeza de los enlaces con familiares próximos, propiciaron la transmisión de la hemofilia a las familias reales española, alemana y rusa; en un periodo de la historia en que la enfermedad era poco conocida y sin una opción terapéutica eficaz. En total hubo 10 varones con hemofilia, todos con excepción del zarevich Alexei, muertos por hemorragia.



Actualmente se sabe que la hemofilia es un trastorno genético producido por déficit de los factores VIII o IX de la coagulación, lo que define dos formas: la hemofilia A producida por déficit de factor VIII y la B producida por déficit del IX. Ambas causadas por alteraciones de genes ubicados en el cromosoma X, por lo que el patrón de herencia está ligado a ese cromosoma. Las mujeres (normalmente XX), cuando heredan el gen alterado en uno de sus cromosomas X, disponen del otro para compensarlo, de allí que solo sean portadoras y no padezcan la enfermedad; mientras que los hombres, normalmente con un solo cromosoma X (XY), al heredar el gen alterado de su madre, padecen la enfermedad. En el 70% de los casos el defecto pasa de generación en generación y en el 30% restante se presenta por una mutación espontánea, como se presume fue el caso de la reina Victoria, quien no tenía antecedentes familiares.

La incidencia de la hemofilia A es de 1 caso por cada 5.000 varones nacidos vivos, y de la B de un caso por cada 30.000, lo que las califica como enfermedades raras. La sintomatología puede ser grave, moderada o leve, dependiendo de los niveles de los factores, con hemorragias muy severas, espontáneas o tras mínimos traumatismos que pueden comprometer la vida en los casos graves, y solo hemorragias postraumáticas o quirúrgicas en los leves.

Que la enfermedad se debe al déficit de factor VIII o IX se sabe desde 1930 y 1952 respectivamente. No obstante, hubo que esperar otras décadas para disponer de las técnicas adecuadas para su análisis en el laboratorio y más aún, para disponer de los concentrados de dichos factores con fines terapéuticos.

A finales de los años 50 y principios de los 60 el único tratamiento disponible para los pacientes era la transfusión de plasma de donantes normales, lo que los obligaba a asistir continuamente a los hospitales, a frecuentes punciones venosas y a recibir grandes volúmenes de plasma, especialmente cuando requerían alguna cirugía. En 1964 ocurrió un avance importante al descubrirse que, del plasma de donantes, se obtenía una fracción precipitable por el frio rica en factor VIII, (crioprecipitado). Esto hizo que pudiera administrarse una mayor concentración del factor en menor volumen y que las cirugías fueran más seguras, pero poco modificó la frecuencia de las punciones venosas y las idas a los hospitales.

 

El paso más importante en la calidad de vida de los pacientes se logró al inicio de los años setenta con la disponibilidad de los concentrados liofilizados. Los pacientes podían administrarse ellos mismos o sus familiares, mayores concentraciones de factor, de forma inmediata, antes o al inicio de la hemorragia, sin salir de sus casas. Sin embargo, a este salto cualitativo le siguió un periodo de grandes sombras, porque los mismos factores que habían mejorado su calidad de vida, hicieron que decenas de miles de pacientes se infectaran en la década de los 80 y 90 con el virus de inmunodeficiencia humana (HIV) y hepatitis C. La tragedia ocasionó mucho dolor y muchas muertes, y la responsabilidad, como en otras ocasiones, solo pudo atribuirse al estado de desarrollo de la ciencia en ese momento, pues los virus no se conocían, los productos eran elaborados utilizando pool de plasma de muchos donantes y la selección de los donantes no era del todo adecuada.

A principios de los años 80, se logró la secuenciación de los genes de ambos factores, y ello fue el punto de partida para la elaboración, años más tarde, de nuevos productos mediante ingeniería genética, los llamados factores recombinantes, que no transmitan patógenos.

En la actualidad se dispone de productos liofilizados, tanto recombinantes como derivados plasmáticos mucho más seguros que los del pasado. Además, por el gran conocimiento que se tiene del mecanismo de la coagulación, se han desarrollado complejos activados y adyuvantes, agentes “bypass” que permiten que se forme el coágulo sin la participación de los factores VIII o IX, anticuerpos monoclonales y otros medicamentos que ayudan a contrarrestar la tendencia hemorrágica de los pacientes. Además, se han desarrollado productos de acción prolongada, (intravenosos o subcutáneos) que permitan disminuir el número de infusiones suministradas a los pacientes, lo que favorece la adherencia terapéutica y mejora aún más la calidad de vida. Pero lo más importante, actualmente están en marcha varios ensayos clínicos con terapia génica que pueden suponer un cambio del paradigma terapéutico, al permitir una expresión duradera del gen alterado y con ello la curación de la enfermedad en un futuro cercano. Ya no más sufrimiento para los hemofílicos quienes por siglos tuvieron que vivir con las limitaciones impuestas por la enfermedad y sus complicaciones o enfrentarse a la muerte en edades tempranas de la vida.

Pero una nueva sombra amenaza el gran avance que el conocimiento del genoma ha puesto al servicio de la humanidad, y es el elevado coste de todos estos beneficios.
 

La incidencia de la enfermedad es la misma en todas las regiones del mundo, pero no su prevalencia, ésta es menor en los países de menores ingresos, debido a la elevada mortalidad por falta de diagnóstico, educación en su manejo, atención médica, poca o nula disponibilidad de los concentrados de factores y de todo el arsenal terapéutico que se ha desarrollado.  Actualmente cerca del 75% de los pacientes hemofílicos en los países con bajos ingresos no reciben el tratamiento adecuado. Pudiéramos decir que la elevada carga de necesidades que tienen estos países, hace que utilicen sus recursos hacia los problemas de salud que más los agobian y que no los desvíen hacia las enfermedades raras, que, en estas circunstancias, nunca mejor dicho reciben la denominación de “huérfanas”.

Si aceptamos que la moral de los pueblos está influenciada por factores socio económicos y culturales, por las creencias y tradiciones, y se basa en principios personales creados y apoyados por los individuos mismos, parece moralmente aceptable que pueblos con bajos recursos acepten que es moralmente bueno dirigir sus recursos hacia las mayores necesidades y que a la hemofilia no se le preste la atención que se le da en países con mayores recursos. Esto no significa que lo que necesita la gente con hemofilia en los países desarrollados podría no ser lo mismo que lo que quiere y necesita la de los países con bajos ingresos, sino que la moral de los pueblos goza de cierta plasticidad y que lo moralmente bueno para unos, puede no ser igual para otros.

¿Pero es esto lo mismo si pensamos desde un punto de vista ético? Sé, que para muchas personas moral y ética es lo mismo y que este es un debate que se ha venido dando hace mucho tiempo. Por mi parte, comparto con muchos la convicción de que la ética trasciende la cultura, la religión y los tiempos; que la ética proporciona un mapa de comportamiento que supera el lenguaje “bueno o malo” que aporta la moral, y se apoya en un conjunto de reglas externas al individuo, establecidas a través de un proceso racional. Si aceptamos que la ética es una reflexión sobre la moral que cuestiona por qué se consideran válidas algunas conductas y otras no, entonces cabe la pregunta ¿es ético que haya tal variabilidad de tratamiento entre los pacientes hemofílicos en los países desarrollados y los no desarrollados, a riesgo inclusive de que en los primeros los pacientes sean tratados de forma innecesariamente costosa, mientras que en los segundos se carece de los tratamientos básicos? ¿Es ético aceptar sin más estas diferencias cuando la población afectada incluye niños que desde muy corta edad requieren tratamiento? ¿Sería ético beneficiar de la terapia génica solo a los hemofílicos de los países con elevados recursos y dejar al resto, víctimas de por vida, de los elevados costos de los tratamientos que no pueden enfrentar?



Quiero pensar que los grupos de trabajo internacionales, la Organización Mundial de la Salud, la Federación Mundial de la Hemofilia y quizás otras grandes organizaciones mundiales, tienen entre sus agendas la discusión de los problemas éticos que existen en el cuidado y tratamiento de la hemofilia, y que la justicia social que demanda que haya igualdad en el acceso al tratamiento de esta enfermedad, sea el marco conceptual que oriente todas las discusiones.

Creo que la celebración del día de la hemofilia es motivo de gran orgullo y satisfacción por lo mucho que se ha avanzado en el tratamiento de la enfermedad y por la superación de las vicisitudes de la población afectada, pero ahora que estamos muy cerca de la curación, no tengo duda de que tanto sufrimiento merece un final ético.

CARMEN GARCÍA INSAUSTI
Director Médico de la Sociedad Española
De Hematología y Hemoterapia






RETRATO DE JOAN MIRÓ REALIZADO POR MAN RAY (1933).


LA MIRADA DE MIRÓ

ROSARIO HERRERA GUIDO

DESDE LA UNIVERSIDAD DE MICHOACÁN, MÉXICO


En verdad el conjunto de sus cuadros puede verse
como un largo poema, a ratos fábula, otras cuento infantil,
otras relato cósmico y cosmológico y siempre
como un libro de aventuras fantásticas
en el que lo cómico y  lo cósmico se entrelazan [...]
nos cuenta la historia de un viaje.
No en el espacio sino en el tiempo: el viaje del adulto que somos
hacia el niño que fuimos, el viaje del civilizado
que vive entre la amenaza del goulag y la exterminación atómica
y que sale de sí mismo a la reconquista del salvaje.
El viaje en busca de la mirada del primer día.
Un viaje no hacia afuera sino hacia dentro de nosotros mismos.
Octavio Paz, Revista Vuelta, 87.

Joan Miró nació el 20 de abril de 1893, en Palma de Mallorca, hace 113 años. Y como cantó Octavio Paz: “Pintó como un niño de cinco mil años de edad”. El pintor catalán que en la infinita pizarra del universo inventara las estrellas. Una obra pictórica que es una fiesta y un libro de poemas. Pues hasta los títulos de sus cuadros nos enseñan a poemar. Miró es un poeta del aire y de la tierra que nunca escondió sus alas en la oscuridad. Miró, en  medio de dos grandes guerras,  iluminó un mundo amenazado. A la muerte, la angustia y las bombas, las alumbró con lunas, soles y un infinito arco iris. Barcelona, Palma de Mallorca, Nueva York y todos los amigos de Miró festejamos esa Voluntad Alegre que disipa las acres sombras del Siglo XX.

Para hablar del universo de Miró hay que beber en la fuente del asombro. Se trata de un artista que se conservó al margen del protagonismo y la disputa, "borrándose tras el lienzo" —como solía decir. Lo más significativo fueron sus silencios. Joan Prats, uno de sus grandes amigos explicaba la creación de Miró con una frase: "Cuando me paseo por la playa y encuentro una piedra, se trata tan sólo de una piedra. Si la hubiera encontrado Miró, sería un Miró".



En la monografía "Miró y su mundo", Pere Gimferrer señalaba que para los románticos el misterio procedía de una esfera distinta de la vida diaria. Para los contemporáneos —como para los primitivos— todo tiene su negativo o su doble; todo es totémico. Hay un movimiento pendular entre la alegría de descubrir y el temor ante lo descubierto. La búsqueda plástica está, por un lado, abocada a negaciones que son nuevas afirmaciones y descubrimientos, por otro a la crítica del arte, al silencio. Miró engloba ambas actitudes en su creación y enriquece la pintura a la vez que propone su asesinato. Miró es un experto en combinar los opuestos: la inocencia y la rebeldía, la abstracción dentro de la figuración. Miró es el más local y el más universal de los pintores, pues alterna materiales nobles como el óleo y el bronce con los más efímeros, como un clavo oxidado o un guijarro.

El joven Miró asiste a diversas academias pero no le es suficiente. Frecuenta círculos vanguardistas, pintores, poetas y críticos. Colabora en revistas de avanzada como L'Instant. Visita la galería del marchante Dalmau. Sus pasiones confesadas: Van Gogh, Gézanne y Picasso. Dalmau  le organiza su primera exposición española (que es un fracaso). Miró se la vende toda a Dalmau en 1,500 pesetas a cambio de que organice con esos cuadros su segunda exposición en París (donde se instala en 1919). Dalmau no paga el alquiler de la galería y el dueño incauta toda la obra en pago.

A Miró es posible imaginarlo en La plaza real, cerca de donde nació y de la relojería de su padre, Cornudella, casa del abuelo en la que pasaba largas temporadas de niño, Montroig, pueblo de terracota: donde sus padres compran una masía en 1910 para vacacionar, y que se convierten en sus pasiones: "Montroig es para mí como una religión" —decía Miró. La tierra es un gran tema, un choque primitivo al que siempre vuelve. Por los grandes pies de sus obras sube la energía de la tierra. "Todo lo miro en comparación a Montroig" —afirma. La Masía es uno de los cuadros más famosos que comienza en Montroig y termina en París en 1921, y que adquiere en abonos Hemingway. La Masía muestra la mirada de Miró: una brizna de hierba le interesa más que un gran árbol, una piedrecilla es más importante que una montaña, una libélula más que el águila, a veces un objeto diminuto guarda una vida secreta.


Una breve impresión, destellos fugaces caídos del cielo asaltan la mirada de Miró. No hay motivos pequeños. La pintura es germinación, alimento de la tierra. Él mismo dijo ser un vegetal, un algarrobo: "Cuanto más local es una cosa, más universal." Una frase que apunta hacia lo artístico por excelencia: lo singular e irrepetible que colinda con lo infinito.

En París se acerca más bien a las vanguardias que cuestionan la tradición, la escala humana, la perspectiva. Miró se bebe la visión contemporánea con la que empapa su obra. Los personajes y objetos se transforman en ideogramas, símbolos, signos que guiñan, claves poéticas. Y no es sólo porque llega a alucinar de hambre y a iluminar esas visiones. Nunca utilizó drogas para inspirarse. Afirmaba que había una admirable locura en los catalanes. Su amigo Joan Prats, como buen catalán, era de esa estirpe.

Cuando Breton publica el manifiesto surrealista en 1924, Miró habita en el número 45 de la rue Blomet. Entre sus vecinos se encuentran Masson y Artaud. Lo visitan Paul Eluard y Georges Bataille, entre otros. Todos se unen al movimiento surrealista y colaboran en sus revistas. En medio de este ambiente se lleva a cabo la Segunda Exposición parisina de Miró en 1925, para la que Peret escribe un sublime texto. Pero la consagración de Miró tiene que esperar hasta terminada la Segunda Guerra Mundial.

La adhesión efímera de Miró al surrealismo se debió al amor que Miró profesara por la libertad. Breton era el más alto prelado de la Iglesia Surrealista y Miró fue  el eterno hereje al que nunca le perdonó su nula sumisión. En alguna ocasión Breton lo acusa de haberse vendido al capital, en otra, señala con ironía el "anclaje de su personalidad a una etapa infantil". Por su parte Miró decía de Breton que sólo veía en la pintura lo que le permitía reafirmar sus teorías, y no al revés. Es hasta 1958, en torno al texto que escribe para las Constelaciones, que Breton se desborda en elogios hacia Miró. A Breton se le ha derrumbado su iglesia y dispersado sus fieles, mientras el silencioso Miró tiene un reconocimiento planetario. Miró nunca se dejó llevar por el automatismo psíquico del surrealismo. La mirada de Miró, luego de ser arrebatada por la espontaneidad, elabora. Lo que liga a Miró con el surrealismo es su carácter alucinatorio: "Mi obra —confesaba— se origina en un estado de alucinación venido de una conmoción espiritual de la que no soy responsable."

JOAN MIRÓ DISEÑÓ LA IMAGEN DEL TURISMO ESPAÑOL 
DE FORMA TOTALMENTE DESINTERESADA.


Miró practica la negación de la pintura sin dejar de pintar. Como heredero de algún modo del dadaísmo, a fines de los 30s afirma la intención de asesinar la pintura, de combatir el virtuosismo y la academia, de ir más allá del caballete. Le anima una Voluntad Poética: "A lo largo de toda mi vida he intentado huir del hecho plástico para llegar a la poesía." Legar a lo imposible de decir. Tal vez por ello, en estos mismos años la música empieza a ser tan importante como la poesía. Los títulos de sus cuadros son imágenes poéticas. Su amistad a toda prueba con la poesía y los poetas lo convierten en el ilustrador de poemarios de Alberti, Char, Neruda, Tzara, Prévert y muchos más.

La mirada de Miró siempre se posó en todo tipo de materiales y realidades. Le apasiona la pintura, la gráfica, la escultura, la cerámica, la coreografía, el mural, la escenografía. Nada escapa a su infinita mirada. Es una pasión permanente por experimentar. Su culto por el oficio y la artesanía lo llevan a reunirse con artesanos y ceramistas como Artigas, grabadores como Dutron, litógrafos como Celestin y tapiceros como Royo, cuyas enseñanzas y compañía dan a luz sus obras monumentales.

La escultura llega tarde. Estamos en los años 60s  y Miró cuenta con sesenta años. Sus primeras esculturas, en terracota y bronce. Cualquier objeto de sus diarios paseos adquiere un valor excelso para su obra: latas, hierros, maniquíes, son reconvertidos. El principio del "object trouvé", de la escultura-objeto, a diferencia de los dadaístas, está lleno de simpatía por los objetos. Para la mirada de Miró el objeto es una bestezuela doméstica. En la escultura, tal vez como en ninguna otra creación, Miró libera sus pasiones. Gillo Dorfles afirma que la escultura de Miró es valientemente blasfema. Ni el ataque de apoplejía que sufre en 1981 lo inmoviliza. La mirada de Miró se vuelca en todos los deshechos. Al punto que llega a decir que "se alimenta de residuos".

A la cerámica llega a través de Artigas. En una visita a su taller le pide a su amigo que le regale una hornada que se malogra. El azar había introducido un factor inesperado: fragmentos de otras piezas, erupciones, rugosidades; Miró las pinta con esmaltes que fija con el fuego.

La mirada de Miró va más allá de las convenciones. Quiere alcanzar la máxima espontaneidad. Todas las posibilidades se resumen en una pregunta a responder: ¿cómo se puede convertir en cerámica el periódico, la paja, el alambre? El resultado de su trabajo con Artigas: 234 piezas nacidas de una nueva forma de ver la naturaleza. Con Artigas realiza dos grandes murales para el edificio de la UNESCO en París: "El mural del sol y de la luna". En 1958 recibe el Gran Premio de la Fundación Guggenheim por el éxito internacional alcanzado por estas cerámicas. En 1961 la Universidad de Harvard le pide a Miró una cerámica para sustituir una pintura de él mismo hecha diez años antes. Años después realiza otros murales, como el del Aeropuerto de Barcelona (1970) y la Cineteca de París (1972).

"Lo primero es tener un cosmos" —le dijo el escritor Eugenio d'Ors— refiriéndose a su obra. La mirada de Miró crea un universo propio porque es inconfundible; se trata de un lenguaje reconocible en el universo del arte contemporáneo. Lo que sorprende —sostiene Gimferrer— no es la presencia de referentes sígnicos sino de los propios signos. No se trata de la mujer, la estrella o el pájaro, sino de los signos mironianos. Estos son su legado último. Son signos naturales "abiertos a la naturaleza, no al reino de las ideas”. La mirada de Miró edifica un Microcosmos de mínimas ecuaciones y ritmos misteriosos, un inventario de formas mironianas, como si pretendiera construir un nuevo vocabulario. Alguien tuvo la osadía de clasificar el lenguaje de Miró en signos cósmicos, geológicos, vegetales, animales, humanos, orgánicos y artificiales. Raymond Queneau propuso un diccionario miroglífico.
El universo de Miró está hecho signos y metáforas plásticas en abismos tenues o intensos,  asaltados por líneas y colores puros. El imperativo de Miró: "En el cuadro debe nacer el mundo".  Sesenta años de la creación del cosmos muestran una tendencia a la simplificación que se ejerce en tres dominios: el modelado, los colores y la figuración de los personajes. En El Carnaval de Arlequín o en las Constelaciones el miniaturismo crea  pequeños universos en los que se impone una síntesis de la vida, rozando la abstracción.

 

PORTRAIT II, JOAN MIRÓ


Miró no es un artista abstracto. Recordando a su amigo Foix decía: "En donde más oscura es la semejanza, más altamente entiende el entendimiento que aquella semejanza entiende." Y no olvidemos  que simplificación no es simpleza. Como la mirada de Miró es originante y originaria, nunca hace escuela. Alguien que lo siguió de cerca (el pintor Arshile Gorky) se suicidó al encontrar algo de Miró en su pintura.

La mirada de Miró encuentra "el máximo de intensidad con un mínimo de medios". Se trata de provocar una sensación física, luego anímica. Miró gustaba decir que trabajaba con las patas metidas en los colores. Hay que "golpear en pleno rostro al espectador antes de que en éste intervenga la reflexión". Miró quiere deslumbrar la mirada. Por ello, se expresa con gestos, trazos, salpicaduras, azares y colores intensos y puros. Como dice Clement Greenberg: "Todos los pintores saben cuán difícil es trabajar con colores puros sin modulaciones de luz y sombra”. Miró pinta, como Matisse, con un éxito ininterrumpido. Un pequeño número de formas y de colores. Ya los frescos del siglo X —dice Miró— fueron pintados en esa forma: son magníficos. A Miró le atraían frescos de figuras perfiladas, de escalas distorsionadas, que evocan su inconfundible grafismo. También una fascinación por las pinturas rupestres, el arte popular e infantil, que vibra en sus obras. El rojo y el azul, el más cálido y el más frío, el sexo abierto y el cerrado —en palabras suyas. El sol intenso y el azul del mar y el cielo.

Miró no tuvo más bandera artística que "tener un cosmos". Por eso la independencia es su principio. Colabora con las causas democráticas y se opone a cualquier forma de dictadura. Su único partido es su obra. Su guerra contra la guerra está en iluminar la mortecina escena artística de la posguerra: "Los partidos me solicitan constantemente. Pero lo que a mí me interesa es Cataluña y la dignidad del hombre”. Su rebeldía no se empalideció con los años. Los lienzos titulados Mayo de 1968 muestran a un Miró de pasional mirada e intensa vitalidad. Un periodista decía que "la gente que compra cuadros de Miró no sabe que está vivo”.

La mirada de Miró hace brotar infinidad de seres vivientes, texturas palpitantes, colores sorpresivos. Su Voluntad Alegre es el otro lado de su pesimismo ante una realidad aplastante. Franco y Hitler oscurecen su existencia: “Por entonces yo estaba deprimido. Creía inevitable la victoria del nazismo y que todo lo que amamos y lo que nos da nuestra razón de seguir viviendo se había hundido para siempre en el abismo. Creía que en esta derrota no había ya para nosotros ninguna esperanza, y me daba por expresar esta sensación de angustia trazando en la arena de la playa signos y formas de lo que tenía que liberarme, de modo que las olas se lo llevaran inmediatamente”.  Si afuera estaba el horror, dentro palpitaba un Jardín de las Delicias, un  cosmos de tonalidades que no reclamaba para sí, sino que  lo compartía generosamente con los demás.

Para Miró todos los objetos tienen vida, a veces más intensa que la de algunas personas. Todo en él son realidades concretas, también los nombres de sus obras. Miró es un visionario que inventa una nueva vida a las personas, los animales y las cosas. Describir el paisaje es lo menos importante, tal vez lo más odioso. Miró, luego de abandonar a los surrealistas, le pone color a sus ensueños: una luna almidonada, una lluvia boreal y un surtidor azul.

El pintor catalán realiza la descomposición de los cuerpos con la ingenuidad de la primera mirada. Miró nos hizo mirar y vivir uno de los más fabulosos viajes al comienzo, a las primeras formas, donde surgen juguetones guiñoles y arlequines  que inventan flores para un Carnaval...

La mirada de Miró se rebela contra el espectáculo del desastre, la monstruosidad de la Gran Guerra y la mueca de la muerte, como lo hiciera el mismo Breton en la Suiza neutral. La mayoría de sus pinceles edifican una utopía mágica, un horizonte de esperanza, un amable sueño, más allá de la tortura, la destrucción y el cortejo de espectros.

De Miró sólo se puede hablar con alegría por haber dejado hermosas estrellas a la humanidad. La palabra para Miró sólo se puede decir con la música del “bello pájaro  que descifra lo desconocido a una pareja de enamorados, y al borde de un lago irisado por el paso de un cisne”.

Miró, el viajero de las estrellas, invita a Paul Klee a bogar en su barco de papel, y anota en su bitácora: pinceles encantados, un violín trapecista, una mariposa astral, una lluvia de serpentinas, un dueto de libélulas y un bosque de caramelos. Miró pinta el paraíso de los soles donde las cabras de Chagall ya no se trepan a los tejados para esconderse de los  nazis. Miró mira al horizonte donde a una luna azucarada no le importa si el mar debe ir abajo o arriba, o si los perros y las personas toman el sol sobre la playa o sobre una nube marítima. El espíritu se denuda y el objeto se mundaniza. El terror da paso a la calma.

Miró, atormentado por el hambre, mira en la pared las alucinaciones, los tachones en el viento, las mariposas lunares, y recuerda los terribles castigos que le imponía su padre para obligarlo a ser comerciante. Pero una cosa es el ocio y otra el negocio. La ociosa mirada de Miró lo convierte —en palabras de Breton— “en la más hermosa pluma en el sombrero del surrealismo”. Miró vive. Por las tardes aún va a darle un sorbo a París en algún café.

ROSARIO HERRERA GUIDO
PROFESORA UNIVERSIDAD MICHOACÁM. MÉXICO





CINE PARA LA CUARENTENA 

ISABEL BANDRÉS

UNO, DOS, TRES.  Época de la Guerra Fría. C.R. MacNamara, representante de Coca-cola en Berlín Occidental, tiene que cuidar, en contra de sus planes, de la hija de su jefe, una alocada joven de dieciocho años que se enamora de un joven comunista. Su director Billy Wilder, nos ofrece una divertida, trepidante y magistral historia narrada en blanco y negro. Un clásico con unos diálogos que destilan un humor inteligente y que entre risa y risa no deja títere ni situación sin criticar. No se la pierdan.

TESTIGO DE CARGO. Un hombre joven y atractivo, es acusado de un asesinato. El presunto móvil del crimen es la posibilidad de heredar los bienes de la difunta. Otra película de Billy Wilder con la que pasaremos un buen rato. La magnífica actuación de Charles Laughton como abogado criminalista, la apropiada dosis de intriga y el final inesperado hacen que está película sea más que aconsejable. Billy Wilder es un valor seguro.

SENDEROS DE GLORIA. Otro clásico, en esta ocasión del director Stanley Kubrick. La narración de esta magnífica historia antimilitarista sucede en 1916, en Francia. El general Boulard ordena la conquista de una inexpugnable posición alemana. Tras esta misión suicida, los soldados son sometidos a un consejo de guerra. Stanley Kubrick, en estado de gracia. Insuperable.
  
EL CAPITAL HUMANO. La víspera del día de Navidad, un ciclista es atropellado de noche por un lujoso todoterreno. La hipocresía, el interés, la avaricia, la manipulación y las diferencias sociales pasan por esta película dejándonos un retrato de la sociedad actual. Magníficas las actuaciones de Bruni Tedeschi como personaje de la alta burguesía y la de Golino como psicóloga. La película es algo repetitiva y deja algunos vacios, pero que se ve muy bien.

IDA. Polonia, 1960. Anna, una novicia huérfana que está a punto de hacerse monja, descubre que tiene un pariente vivo, la hermana de su madre. Su tía, una juez desencantada y alcohólica, cuenta a su sobrina la verdadera historia de su familia. Con una espléndida fotografía en blanco y negro se nos desvelan las terribles heridas internas que el nazismo ha dejado en los individuos que lo sufrieron. Película que huye de lo habitual, que está hecha para reflexionar, pero no para entretener. Si quieren ver una excelente película, Ida es su film, pero si solo quieren entretenerse, absténganse.

UN MÉTODO PELIGROSO. Una poderosa historia basada en acontecimientos reales a partir de la turbulenta relación entre el joven psiquiatra Carl Jung, Sabina Spielrein, Sigmund Freud, y, un paciente libertino decidido a traspasar todos los límites. Cronenberg es un director al que le gustan las historias complicadas y está lo es. Dueño de una gran precisión narrativa, nos cuenta con pulso firme y sin concesiones las embrolladas relaciones que mantenían sus personajes. Unas estupendas actuaciones y una excelente dirección, hacen de esta película una obra tan solida como turbadora. Excelente, pero no para todos los gustos.
  
UNA INTIMA CONVICCIÓN. Nora está convencida de la inocencia de  Jacques Viguier. Por temor a un error judicial, convence a un letrado para que lo defienda en un segundo juicio. Es una película equilibrada, bien contada y que despierta nuestro interés desde el minuto uno. No es la típica película judicial, va unos pasos más allá. Muy bien interpretada y dirigida, se le pueden achacar algunas trampas. Muy aconsejable.

AMERICAN HISTORY X.  Derek, un joven "skin head" californiano de ideología neonazi, es encarcelado por asesinar a un negro que pretendía robarle su furgoneta. Cuando sale de prisión intenta alejarse de ese mundo de violencia. Una demoledora película sobre un drama intenso y contundente. Edward Norton, nos pone los pelos de punto en su papel de Edward. Esta historia sobre la violencia racial y sus consecuencias es muy recomendable. Muy bien narrada.

EL DIABLO SE VISTE DE PRADA. Película ligera que nos muestra el mundo de la moda. No pretende dar lecciones de ética y su mensaje es más o menos: “ponte a salvo de las personas narcisistas”. Presenta a dos personajes antagónicos: la directora de una revista de moda y su joven secretaria. Todo lo que sucede es previsible. Es entretenida, está bien hecha y el trabajo de Meryl Streep es de Oscar.
  
EL SECRETO DE SUS OJOS. Benjamín Espósito, oficial de un Juzgado de Instrucción de Buenos Aires recién retirado, está obsesionado por un brutal asesinato ocurrido veinticinco años antes. Reviviendo el pasado, viene también a su memoria el recuerdo de una mujer a la que amó. Una gran película que combina el thriller, el drama amoroso y la situación política. Nos conmueve y no nos suelta en toda la proyección. Excelente película. No dejen de verla.

ISABEL BANDRÉS



SIGAN ASÍ, AMIGUIT@S... NO SE FÍEN...