domingo, 29 de diciembre de 2024

 



DETENGÁMONOS Y MIREMOS, HAY OTROS
ISABEL BANDRÉS

Estamos en plenas fiestas navideñas celebrando en el mundo de la cristiandad, se sea creyente o no, que nació un niño y dejó un mandato tan difícil de cumplir, dada nuestra naturaleza, como inspirador: “Ama al prójimo como a ti mismo”. Nos viene a decir, que salgamos de la burbuja del “yo” y que rompamos con ese narcisismo que nos tiene prisioneros de nuestra imagen y nuestros logros. Recordemos que “el otro” nos salva de nosotros mismos, de la soledad externa y lo que es mejor, de la interna. ¿Qué seríamos si no pudiésemos reconocer en lo más profundo las voces de quienes nos quisieron o nos quieren? ¿Qué clase de personas configuraríamos si no fuésemos capaces de guardar en nuestras entrañas el afecto, la admiración y el agradecimiento a tantas y tantas personas que nos miraron con cariño y nos dieron tanto? ¿Qué sería de nosotros sin el eco interior del diálogo respetuoso y afable entre los otros y nosotros? El ser humano, no puede vivir sin los otros. Y, a pesar de esa realidad indiscutible, nunca como ahora ha existido tanto culto al “ego”. “Hoy en nuestra sociedad narcisista, —escribe el filósofo Byung Chul Han—, la sangre está encerrada en la mezquina circulación de nuestros egos. Ya no fluye al mundo. Faltos de mundo, ya solo orbitamos en torno a nuestros egos”.

En diciembre de 1964, hace ahora 60 años, parte del tribunal de los denominados Juicios de Auschwitz, que tuvieron lugar en Fráncfort, se desplazaron a Polonia para recabar más información sobre ese infierno donde miles de personas fueron masacradas sin piedad. En ese mismo lugar, el intelectual judío Primo Levi sobrevivió gracias a los cuidados y a la comida de otro preso no judío, Lorenzo Perrone, un albañil casi analfabeto y de carácter taciturno. “Su humanidad, escribió Primo Levi, era pura e incontaminada, se encontraba fuera del mundo de la negación. Gracias a Lorenzo no me olvidé yo mismo de que era un hombre”. En medio de la más atroz inhumanidad, muchos, privados de todo, dieron muestras del poder de la compasión por el otro, por el diferente y por el desconocido. Esa misma compasión que el titán Prometeo tuvo con los mortales al darles el fuego que robó a los dioses, a pesar de las terribles consecuencias que hubo de sufrir. Ese humanismo, sobre el que reflexionan muchos filósofos y practican muchos seres humanos de toda condición, clase social, religión e ideas, que se aleja del “yo”, incluso del “nosotros” y es el que nos salva. Schwartz-Bart, escritor judío y defensor de los negros, comentó en una entrevista: “La cigüeña en yidis fue llamada Hassida (afectuosa) porque amaba a los suyos y, sin embargo, se la colocaba entre las aves impuras porque solo dispensaba amor a los suyos”.

Hannah Arendt, en Hombres en tiempos de oscuridad, nos señala que el mundo se vuelve realmente humano cuando dos o más personas se reúnen para hablar amistosamente. Es decir, cuando somos capaces de romper el espejo que nos muestra la idealización individual y consideramos al otro como interlocutor válido. Bajar del pedestal individualista para entrar en la humanidad de un nosotros no excluyente, es la única salida que tenemos para lograr una buena vida. La mirada amable hacia el otro nos humaniza a los dos. No cualquier mirada sirve. Hay miradas acusatorias, crueles, exigentes… Esas que nacen de un “yo soy mejor que tú” y que abren abismos difíciles salvar. Pero hay miradas de respeto, en las que consideramos al otro un igual, que tienden puentes y crean comunidad. Esas son las que hacen que nos reconozcamos en la fragilidad, en la imperfección, en el ser desvalido y en la intemperie que somos todos. Nos salvamos por los afectos y nos condenamos por los rencores.

Es Navidad y en España, junto con Rumania y Bulgaria, la pobreza infantil ha aumentado y es altamente preocupante. La Unión Europea señala que en 2023 un 26,5% de los niños de nuestro país sufren riego de pobreza y un 34,5% sufren riesgo de exclusión social. Ningún político ha hecho ninguna declaración sobre estos datos que hoy, cuando escribo estas líneas, se han publicado. Todos han apartado la mirada de esa realidad para fijarla sobre sí mismos: corrupción, jueces, fiscales… Ellos siempre en su bucle, siempre enrocados en sus cosas y en su pomposidad. ¿Cuántas muertes, hambres e injusticias se evitarían si los poderosos saliesen del bucle del poder y mirasen atentamente y compasivamente a los otros? Porque la democracia, ahora tan venida a menos, es precisamente eso, un lugar donde todos tienen cabida.

Son días de celebraciones con los más próximos. Disfrutaremos, huyendo de masoquismos absurdos, de cenas, comidas y reuniones. Pero sería bueno que, entre el centollo y el cordero al horno, nos hagamos una promesa: bajarnos del pedestal donde nos hemos encumbrado para mirar al otro más allá de lo aparente y quedarnos con lo importante: el otro es un ser humano igual que nosotros y sin los demás somos seres pomposos y ridículos por muy rellenos que estemos de conocimientos, de riquezas, de orgullo profesional o de integridad moral. ¡Ah, la tan cacareada y narcisista integridad moral! Esa mirada de crítica de los que se creen superiores moralmente a los demás y tan contraria a cualquier calidez humana.

Disfruten estos días con los suyos y con los otros. Les deseo unas felices fiestas y un año 2025 en el que todos, o muchos, seamos capaces de cuidar y amparar y de dejar que nos amparen. Agudicemos la vista y miremos bien. Es decir, humanamente.

ISABEL BANDRÉS

LAS DOS CARAS DE LA MONEDA
MARÍA LUISA MAILLARD

Los mitos tienen el poder de traspasar el tiempo y permanecer en el imaginario colectivo, por haber llevado a la luz una verdad universal para el ser humano. Tal el mito de Antígona, la tragedia de Sófocles, versionada por múltiples autores teatrales desde el siglo XVI y que ya está alcanzando el siglo XXI —Robert Garnier, Salvador Espriu, Bertolt Brecht, Jean Anouill, María Zambrano—, para no hablar de las múltiples óperas, novelas y películas.

De todos es conocido el tema central del mito. El tirano Creón, en nombre de la ciudad y sus leyes, condena a Polínices, hermano de Antígona y perdedor de la guerra civil, contra su hermano Etéocles, a quedar insepulto y ser privado de honras fúnebres. Antígona no lo acepta ya que, según creencias tradicionales, ello impediría a su hermano alcanzar el Hades (el más allá, entre los griegos). No voy a entrar en este tema central de la obra: el conflicto entre la ley antigua —representada por la muchacha virgen— y la ley nueva de la ciudad, la ley del poder. Voy a traer aquí otra de sus enseñanzas: la desigualdad que el poder establece entre los muertos. ¿Cuál es la razón de que ese eco del mito haya llegado hasta nuestros días? ¿Tal vez porque los muertos son el sujeto de la historia y la justificación histórica es una de las mayores bazas para el mantenimiento en el poder de las tiranías, algunas de las cuales tienen como bandera la igualdad?

La tragedia de la Dana de Valencia, una de las peores catástrofes hidrológicas de España, acaba de poner sobre la mesa esta paradoja: establecer la desigualdad entre los muertos, en aras de una ideología igualitaria. El funeral por los 230 fallecidos en la Dana, celebrado el día 9 de diciembre en la catedral de Valencia, no contó con la asistencia del presidente del Gobierno, que sí asistió al día siguiente a un acto conmemorativo por las víctimas de la dictadura franquista y los muertos en la Guerra Civil española del lado republicano. A continuación, anuncia más de un centenar de actos conmemorativos al respecto, en los próximos cinco años. Caen en el pozo del olvido tanto los muertos de la Dana, como la población civil ejecutada por las checas republicanas en Madrid y Barcelona y los más recientes asesinados por la banda terrorista ETA.

Esta desigualdad entre los muertos, según sirvan o no al relato legitimador del poder, se suma al olvido de los sobrevivientes por la Dana, muchos de los cuales estuvieron más de un mes abandonados sin ni siquiera una cama donde dormir o una silla en la que sentarse. El dinero público no acaba de llegar —algunos aún esperan la ayuda prometida por el terremoto de Canarias, va ya para más de dos años— y las familias afectadas no pueden esperar; pero sus rostros ya no son noticia: la aceleración, la urgencia de una nueva noticia impactante —a ser posible en el terreno de la política—, relegan rápidamente al olvido los acontecimientos pasados; aunque para los afectados sigan pasando.

Existe hoy en un gran altavoz que ensordece nuestros días: los medios de comunicación, amplificados por las redes sociales, mediante los cuales sólo escuchamos la voz de la política, sus enfrentamientos, sus consignas, su mezquindad, su incapacidad para elaborar un discurso argumentado, su trayectoria vital en la senda de la picaresca que parece querer emular los relatos recogidos por la novela del siglo XVII. Esa es nuestra realidad cotidiana. Como señala con acierto Roberto Calasso, el siglo XIX entronizó lo social, es decir, la política, cargándolo con todos los poderes que había heredado de lo religioso: la infabilidad, la ortodoxia ajena al pensamiento diferente y al error, la ideología legitimadora que asume cualquier atentado a la moral.

¿Es esa la imagen de España? ¿Su escaparate? Sin embargo, bajo ese paraguas cotidiano, una gran movilización de solidaridad, que se inició desde el minuto uno de la tragedia, nos ofrece la otra cara de la moneda. Existen en España muchas personas que saben que la prioridad no son las consignas ni las proclamas, sino la vida humana individual, la vida de los hombres y mujeres de carne y hueso que, en este caso, vieron su vida y sus bienes arrasados por una catástrofe que podía haber sido paliada por los poderes públicos. Voluntarios, arquitectos, ingenieros, gente común, algunos desde sus casas, otros desde el terreno, establecieron una red de ayuda para paliar las necesidades más urgentes de familias con nombre y apellido: ancianos, embarazadas y niños que necesitaban una cama, una silla, una cacerola, una humilde estantería, una lavadora con la que limpiar la ropa embarrada que llevaban encima. 

No son políticos ni gente famosa de los que aparecen en la revistas y programas del corazón. La historia de los damnificados ya no interesa, nadie quiere mirar sus rostros. No son noticia; ha pasado más de un mes, su realidad, su indigencia y su necesidad se han quedado obsoletas; pero no para muchos de los ciudadanos de este país, para ellos siguen siendo un rostro. España tiene corazón. Un corazón que no se ve en las pantallas de televisión ni en la letra impresa, ni en la letra volátil de los medios digitales.

MARÍA LUISA MAILLARD


IMÁGENES SOBRE LAS MUJERES Y LOS LIBROS
44. LA LECTURA COMPARTIDA.GRUPOS FAMILIARES
INÉS ALBERDI

Son muchas las pinturas que retratan grupos familiares en los que aparecen mujeres leyendo un libro. Es como si la lectura fuera una manera de reunir a los hijos alrededor de la madre o de la abuela.

Knut Ekvall, Suecia (1843-1912)
La lección de lectura, 1884
Colección privada

Robert Braithwaite Martineau, Gran Bretaña (1826-1869)
El último día en la vieja casa, 1862
Tate Britain, Gran Bretaña

Algunas obras, con grupos más numerosos, retratan a cada uno en diferentes actividades, pero siempre hay alguna joven o alguna niña mirando un libro. Así, por ejemplo, en la biblioteca de su elegante residencia de Park Avenue, se retratan varias generaciones de la familia Hatch, de un modo que se puso de moda en la segunda parte del XIX.

Eastman Johnson, Estados Unidos (1824-1906)
La familia Hatch, 1871
Museo Metropolitano de las Artes, New York

Algunos grupos familiares parecen escuchar la lectura atentamente. 

Cosme San Martín, Chile (1849-1906)
La lectura, 1874
Museo Nacional de Bellas Artes, Chile 

Este es el caso de las pinturas de historia que se realizan a lo largo del XIX en homenaje a Milton y a su gran obra, El paraíso perdido, que se dice tuvo que dictársela a sus hijas. La primera de estas obras es la del artista del romanticismo, Delacroix, que la presenta como homenaje al poeta John Milton y su obra cumbre.

Eugene Delacroix, Francia (1798-1863)
Milton dictando a sus hijas "El paraíso perdido", c.a. 1826
Museo Kunsthause, Zurich

Esta obra fue muy imitada y la que, a mi parecer, es la copia mas conseguida, es la del artista húngaro Munkacsy que cuelga actualmente en un lugar preferente de la Biblioteca Pública de Nueva York.

Mihály Munkácsy, Hungría (1844-1900)
Milton dictando "El paraíso perdido" a sus hijas, 1887
Biblioteca Pública de New York

Las pinturas de Milton se han convertido en un símbolo de la importancia del arte y la literatura en la vida familiar, y en un ejemplo de la influencia de la poesía en la pintura. Además, han inspirado a generaciones de artistas y amantes de la literatura.

Más adelante, encontramos versiones más alborotadas y menos formales de estos grupos familiares en las que se entremezclan los libros.

Hanna Hirsch Pauli, Suecia (1864-1940)
Leyendo en voz alta (la familia de la artista), 1907
Colección privada

La idea de alboroto se hace máxima en el retrato de familia que realiza el expresionista alemán Beckmam. En este retrato de familia, a pesar del desorden que parece reinar en el grupo, dos de las mujeres presentes están tratando de leer.

Max Beckmann, Alemania (1884-1950)
Retrato de famila, 1920
Museo de Arte Moderno, New York

Mucho antes, en los Países Bajos, ya se realizan alborotados retratos de familia en los que aparecen mujeres leyendo. Uno de las más curiosos que hemos encontrado es este retrato de Steen, en el que aparece un grupo familiar que parece estar celebrando, quizás con un exceso de alcohol y música, mientras la abuela trata de seguir con su lectura.

Han H. Steen, Holanda (1625-1679)
Como cantan los viejos, tocan los niños, 1664-65
Galería Real de Pintura Mauritshuis, La Haya, Países Bajos

A lo largo del siglo XX seguimos encontrando retratos, en los que aparecen grupos familiares que se dejan retratar leyendo. Es el caso de Butler, un artista americano que sigue la línea impresionista de estilo francés.

Tehodore Earl Butler, Estados Unidos (1861-1936)
Después de la cena, 1911
Colección privada

Aún en fechas más recientes, vuelve a utilizarse el retrato de varias generaciones de la familia focalizados en mujeres con libros. Es el caso de la familia de industriales Krupp que se retrata en un salón de su residencia, en fechas anteriores a la Segunda Guerra Mundial. Este tipo de retrato, en el que todos parecen reunirse alrededor de una madre u otro miembro de la familia que sostiene un libro en sus manos, ha tenido mucha influencia en todo el siglo XX.

George Harcourt, Gran Bretaña (1868-1947)
La familia Krupp, 1931
Archivo Histórico Krupp, Essen-Alemania

La influencia de estos retratos familiares ha sido importante en la fotografía. La fotografía es una actividad artística más económica que la pintura y tiene un éxito enorme desde su descubrimiento.

El uso de la fotografía para retratar grupos familiares se utilizó ampliamente desde sus comienzos. En España, el fotógrafo Francisco Ventosa fue un exitoso retratista español que mantuvo su estudio en la calle Serrano de Madrid, desde los años veinte hasta 1980. Su colección de 400.000 negativos fue adquirida por la Biblioteca Nacional en 1984 como muestra gráfica de un sector de la sociedad española del siglo XX. En ella podemos ver numerosos retratos de familia alrededor de un libro.

Estudio Fotográfico Amer-Ventosa, Madrid
Retrato de familia numerosa, 1956
Colección privada

Estudio Fotográfico Amer-Ventosa, Madrid
Retrato de una familia numerosa (1966), que se retrataba alrededor de un libro,
siguiendo el modelo que hemos visto para la familia Krupp.

INÉS ALBERDI


¿BERGMAN ERA MUJER Y RUSA…?
KIRA MURÁTOVA, UNA CINEASTA ADMIRABLE (3)
FELIPE VEGA

Si no hubiera sido por el Festival de Cine de Rotterdam de 1989 probablemente este texto no hubiera existido. De hecho, carezco de referencias dedicadas a hablar de esta mujer, de enorme talento y fuerte personalidad cinematográfica. Murátova es una desconocida hasta en su tierra, para empezar.

Su obra pudo escapar y darse a conocer fuera del país gracias a la “glasnost” de Gorbachov, momento en el que se supo de su existencia en aquellos turbulentos años finales de la URSS, y gracias a algunas filmotecas europeas y unos cuantos festivales que decidieron hacer un poco de justicia con ella. En Rotterdam fue Hubert Balls, director del festival en aquella época, quien la rescató de la nada. En los 90, de nuevo, llegó un silencio vigente hasta hoy. Y no les quepa duda: varios de sus títulos merecen ser tenidos en cuenta dentro del rastro creativo que ha ido trazando la historia del cine. En concreto, en mi caso, esa curiosidad la provocaron las tres películas vistas en aquel ventoso y frío festival holandés de hace tanto tiempo…

Su cine llega, de todos modos, hasta el siglo XXI. Pero, por mi parte, solo conozco tres de sus obras: Breves encuentros, de 1967; Los largos adioses rodada en 1971 y, por último, Entre piedras grises, de 1983. La primera de las tres —de corta duración—, se puede ver en YouTube con subtítulos en castellano. Es también muy recomendable un documental sobre ella que está en YouTube.

El título de este artículo, además de meterse en un pequeño juego de los equívocos, responde a la realidad. Sus películas contienen un aire bergmaniano que, dada la inquisitiva censura social y política de su enorme país, sorprende. Murátova se permite desarrollar una mirada psicologista que parecía desterrada de la Unión Soviética. Entramos en casa de rusos, vemos cómo viven y piensan, observamos su ambiente cotidiano: inaudito. Aunque, desde luego, su caso no es único.

El comportamiento de la industria soviética fue siempre, y cuando menos, ridículo y contradictorio, además de represivo. Tuvo sus inicios durante la larga y siniestra época estalinista y llegó, aunque agotado en sus planteamientos ideológicos, hasta Leonid Brézhnev. Había bastante dinero en Mosfilm (la Cinecittà de los rusos), como para hacer suficientes proyectos; grandes proyectos que se llegaban a rodar tras superar los severos y caprichosos controles y trámites de la asociación de cineastas y que, paradójicamente, y en muchos casos, no llegaban a ver la luz una vez terminados.

El fascinante cine de Andrei Tarvkovsky es un buen ejemplo. En cambio, otros compañeros, aduladores del régimen reinante, colocaban sus mediocres productos en las pantallas. El autor de La infancia de Ivan acabó por marcharse del país para afincarse en Italia, primero con su mujer, y luego, tras grandes gestiones internacionales, consiguió que pudiera salir de la URSS su hijo con rumbo a París, justo antes de fallecer el cineasta prematuramente.

Kira Murátova y su cine representan tantas cosas diferentes dentro de su cinematografía que lleva su tiempo citarlas todas. Juntas suponen todo aquello que, tras ver sus imágenes, nos hace reconsiderar lo poco que conocemos de una sociedad encerrada en una jaula y no precisamente de oro, en la que, por otro lado, todos los sentimientos y pasiones humanas tuvieron lugar. Cuando se ha dicho algo de ella es porque se la ha considerado autora de un cine triste. Una expresión tan volátil que entrega pocas pistas, y que las que da son, a mi modo de ver, profundamente equivocadas. En el vigente y rancio decálogo de tópicos en el que se indica en qué debe consistir el cine hecho por mujeres, la Murátova cumple con creces su cometido… Para bien. Fue mucho más libre que muchos de sus compañeros. No tuvo que envalentonarse con las hazañas (y el vodka) como hicieron la mayoría de sus colegas masculinos y elaboró con pulso firme y poético un panorama de la mujer rusa totalmente personal y único. Una rusa bergmaniana, parece….

FELIPE VEGA


BREVES ENCUENTROS, 1967

AYUDA, 2005 


La encantadora Margarita Zakharovna, médica de una clínica de la ciudad, está enamorada de Grigory. Hace mucho tiempo y sin esperanza... Sin esperanza, porque Grigory está casado y las condiciones de vida desfavorables no le permiten divorciarse y reunirse con la mujer que lo ama. Un hermoso día soleado de primavera, Grigory, muy molesto, irrumpe en el consultorio del médico de Rita con la noticia de que... su anciana madre ha muerto. Rita, que conoce a la respetable dama, está, por supuesto, profundamente afligida, pero al mismo tiempo está inusualmente animada. ¡Es posible que todo cambie ahora!



EL ESPÍRITU DE LA ESPERANZA
NATALIA VELASCO

Este trimestre lo he pasado enseñando a mis alumnas de CFGB (Ciclo Formativo de Grado Básico), la primera y la segunda Guerras Mundiales. Ha sido devastador, no solo por el contenido en sí, también por la dificultad que tenían para entender los conceptos más básicos. El último día de clase me dijeron, a modo de conclusión: “Bueno, que las guerras se hacen porque algunos países quieren hacerse más grandes y más ricos y no les importa que otros tengan que sufrir por ello. Es lo que pasa con Ucrania y con Palestina, ¿no?”. Las batallas y contiendas, los pactos y tratados, las causas y consecuencias explicados a diario durante dos meses quedaban sentenciados en esta frase apocalíptica. Y así nos despedíamos, un poco desangeladas. Curiosamente, ese mismo día, yo asistiría a la representación de 1936, la obra de teatro que dirige Andrés Lima en el Centro Dramático Nacional Valle-Inclán; cuatro horas y media de espectáculo, de nuevas batallas y contiendas que ponía de manifiesto lo que supuso para España, entre otras muchas cosas, la firma del Pacto de no intervención, que hubiera modificado el curso de los acontecimientos para toda Europa. Y pensé de nuevo en mis alumnas y en el sutil universo de relaciones internacionales, que ellas no alcanzan a comprender.

Volví a casa llena de tristeza y de guerras: Ucrania, Palestina, Siria junto a otras más desconocidas, pero igualmente cruentas: Burkina Faso, Somalia, Yemen, Myanmar, Nigeria. No podía dejar de pensar en la guerra como leitmotiv de la historia por muy tremenda y dolorosa que sea. Y me dije a mí misma que no había esperanza.


Buyun-Chul Han, sin embargo, nos sorprende con su nuevo libro ofreciéndonos una visión alentadora del hombre. El autor, tras años publicando ensayos de crítica negativa hacia el consumo desenfrenado, hacia la sociedad digital que deshumaniza, hacia el amor que no arriesga, hacia el rendimiento laboral que nos esclaviza, hacia las nuevas formas de totalitarismo de la sociedad liberal, nos regala El espíritu de la esperanza.

Inicialmente nos previene sobre el miedo a las guerras, a los virus, al cambio climático, sobre el miedo como instrumento de dominio que anula la libertad y genera angustia. Nos previene también sobre la “psicología positiva” y el optimismo porque evitan los aspectos negativos de la vida y se ocupan únicamente del individuo, creando una sociedad insolidaria. Sin embargo, contrapone a esos conceptos el de la esperanza, que “supone un movimiento de búsqueda, un salto, el afán que nos libera de la depresión y del futuro agotado”. En los siguientes capítulos Han, como ha venido haciendo en otros ensayos, entrelaza su definición de la esperanza con la de pensadores como Erich From que la mira como una disposición interna, Spinoza que la considera irracional, Camus que la desposee de su capacidad de acción o Nietzsche que ve en la esperanza el nacimiento de lo nuevo. Se detiene con Hanna Arendt porque para ella la posibilidad de esperanza depende de la capacidad que los hombres tengan de actuar. Buyun-Chul Han contra argumenta porque para él, en la esperanza reside el motor de la acción.

El ensayo avanza recorriendo la obra de un nutrido abanico de autores: Gabriel Marcel, Paul Celan, Kafka, Adorno, Walter Benjamin, La Epístola a los Romanos o incluso el “I have a dream” de Martin Luther King que son la fuente que activa la argumentación hacia la esperanza como conocimiento y como forma de vida. En el segundo capítulo, donde se analiza la esperanza como conocimiento, es alentador descubrir que la inteligencia artificial no es un enemigo del conocimiento porque solo pueda calcular: “sin afectos, emociones ni pasiones, y en general sin sentimientos, no hay conocimiento”.

Václav Havel, último presidente de Checoslovaquia y primer presidente de la República Checa, gran defensor de los Derechos Humanos decía: “La esperanza no es un pronóstico, es una orientación para el espíritu, una orientación para el corazón, una orientación cuyo norte está en la lejanía allende los límites del mundo. Me parece que no se puede explicar la esperanza. Lo que quiero decir es que siento que sus raíces se hunden en algo transcendente. […] Cuanto más adversa sea la situación en la que conservamos nuestra esperanza, tanto más profunda será esta. La esperanza no es optimismo. No es el convencimiento de que algo saldrá bien, sino la certeza de que algo tiene sentido, al margen de cómo salga luego […]. Sobre todo, es también la que nos da fuerzas para vivir y para intentar las cosas de nuevo, por muy desesperada que aparentemente sea la situación, como lo es esta de ahora”.

Mientras escribo este artículo, siento mi agradecimiento hacia Buyun-Chul Han por recordarme aquello en lo que fui educada por mis padres y por la sociedad que me vio crecer, a saber, buscar el sentido de la vida no en el éxito inmediato ni en el valor económico que reporten mis esfuerzos, sino en el beneficio que procuren mis actos a la sociedad y al prójimo, al bien común. Así se lo transmito también a mis alumnas para que ellas se contagien y entre todos hagamos de la esperanza un halo del futuro.

Os deseo el mejor 2025 que podáis imaginar.

NATALIA VELASCO
Cantimpalos, 27 de diciembre 2024




NO TENGO TIEMPO
LIDIA ANDINO
 
"Tenemos dos vidas y la segunda
comienza cuando te das cuenta
de que solo tienes una". (Confucio).


La afirmación del epígrafe no ha perdido vigencia; si cabe, la ha ganado a pesar de los años transcurridos desde su producción

Hace unos días me encontré con una amiga a la que llevaba años sin ver; nos alegramos de esa casualidad y pronto, en la breve y emocionada conversación que mantuvimos, me expresó cierta preocupación por estar últimamente muy estresada y “no tener tiempo para nada".

Entre mis amistades esta es una respuesta muy frecuente y yo misma la he utilizado en ocasiones. Resulta que es verdad, porque al cabo del día a ella no le sobra ni un minuto libre: madrugar, ir a trabajar, volver a casa, hacer la compra, ir al gimnasio, atender a la familia y no salir hasta que comienza la noria del día siguiente.

Recuerdo a mi padre en casa, luego del trabajo, ordenando algún pequeño caos o reparando algo roto. “Hija, me decía, ya tendré tiempo cuando me jubile: dale tiempo al tiempo, aún con las dificultades que se presenten en el camino”.

Observé que muchos jóvenes hablan de otra manera, aunque tengan un día complicado siempre sacan fuerzas y ánimo para echarse unas risas con los amigos, a pesar de que les suponga menos horas de sueño y más cansancio al día siguiente.

No hay duda de que algo ha ocurrido en nuestro entorno que lo desestabiliza. Aunque el día siga teniendo veinticuatro horas, me refiero al tiempo cronológico, por el que inevitablemente transcurrimos. Como todos los animales, nacemos, crecemos, nos reproducimos o no, envejecemos, y morimos, pero a diferencia de los demás, el hecho de sabernos mortales introduce la posibilidad de hablar del tiempo de otra manera.

Podemos disfrutarlo y seguir diciendo “no tengo tiempo para nada”, “dame tiempo”, etc., con la sensación de que no llegamos a cumplir con todo.

Intento transmitirles que al tiempo no se lo puede tener como si fuera un objeto y uno fuera su dueño, pues: “Es el tiempo el que nos tiene”.

Vayan mis mejores deseos para este período vacacional y los correspondientes brindis. Os espero para el próximo blog, después de un descanso merecido y eficaz.

LIDIA ANDINO
Psicoanalista






JOSEFA PUJOL DE COLLADO
(Principios s. XIX-1904)
“Grecia es para la humanidad lo que el corazón y la mente para el humano”. (
Goethe).
MARÍA LUISA MAILLARD

Hace tiempo que asistimos estupefactos al deterioro del lenguaje público, es decir, político, tan omnipresente en los medios: pobreza léxica, deficiencia oratoria, repeticiones, muletillas, desconocimiento de la sintaxis…; para no hablar de su simplificación y amplificación en los medios digitales. Es un proceso que ha corrido paralelo al arrinconamiento y desvitalización de los estudios de Humanidades, de forma especial de las lenguas clásicas que, de 40 años acá, se han visto drásticamente disminuidas en la ESO y BUP.

Una de las razones alegadas por nuestros dirigentes es que resulta necesario privilegiar las asignaturas “modernas”, prácticas y útiles: rudimentos de economía, de derecho, de informática, de historia contemporánea —siempre manipulable—, de sexualidad… frente a las asignaturas “tradicionales” que son “inútiles para la vida”; aunque, para adentrarse en ellas haga falta algo más que “rudimentos”: inteligencia, memoria e intuición.

¿Es inútil para la vida desarrollar habilidades como la inteligencia, la memoria y la intuición? ¿Es inútil el estudio del origen de nuestra propia lengua, que enriquecerá nuestra capacidad comunicativa y nos facilitará no sólo la realización de estudios superiores, sino la comprensión del mundo que hemos heredado? Y es que moderno no es necesariamente sinónimo de innovación; sino más bien de reciente o contemporáneo y el ser humano no es reciente.

“Somos herederos —señala María Zambrano—, nada ha nacido con nosotros”. Al arrinconar las humanidades, se está desestimando nuestra condición de herederos y nuestra formación integral. La cultura greco-latina es uno de los pilares sobre los que se asienta la cultura occidental. Conceptos como democracia, libertad o pensamiento se han originado en Grecia; el Derecho, en Roma; la arqueología del arte, en Grecia y Roma.

Como en tantas otras disciplinas, la revitalización de los estudios clásicos en España se debió a la labor de la Junta de Ampliación de Estudios creada en 1907 y alcanzó un prestigioso desarrollo. El Centro de Estudios Históricos, una de las Instituciones con las que se desplegó la JAE en 1910, dirigida por Menéndez Pidal, acordó en 1833 la creación de una Sección de Estudios Clásicos, como soporte imprescindible a los estudios filológicos. A partir de ahí se desarrolló —con el paréntesis de la Guerra Civil—, un gran avance en las materias clásicas con nombres como los de Giuliano Bonfante, Agustín Millares, Francisco Rodríguez Adrados, José Lasso de la Vega, Luis Gil Fernández, Agustín García Calvo o Carlos García Gual.

Mucho antes, sin embargo, nos encontramos con una mujer, que podemos considerar pionera, entre las de su género, en los estudios helenísticos: Josefa Pujol de Collado, quien en 1880 fundó una revista El Parthenon, de la que fue directora y, a través de la cual, se dio a conocer como experta helenista.

Como en tantos otros casos, la vida de mujeres que destacaron en disciplinas monopolizadas por hombres, no mereció formar parte de nuestra memoria histórica, por lo que poco sabemos de la vida de Josefa Pujol y nada sabríamos si no nos hubiese dejado un amplio repertorio de publicaciones y la mención elogiosa de algunos de sus coetáneos. Se sabe que nació en Cataluña, probablemente hija de un librero que tenía un puesto en la Rambla de Canaletas; pero se desconoce la fecha exacta de su nacimiento. Tampoco existe documentación académica de Josefa Pujol, con lo que lo más probable es que fuese autodidacta, nutriendo su mente del fondo editorial de su padre, donde encontró los libros sobre el clasicismo que forjaron su vocación.

Las mujeres en España no accedieron a la Universidad hasta 1910; pero desde mediados del siglo XIX, habían encontrado un medio para desarrollar su vocación de escritoras y eruditas. Las numerosas revistas existentes en el período, habían comenzado desde 1840 a introducir secciones para la mujer y, aunque inicialmente se limitaban a la moda, al hogar o a la crónica social, con el tiempo se fueron abriendo a una temática muy variada, incluida la de la igualdad de la mujer. Muchas mujeres de los dos lados del Atlántico escribieron, fundaron revistas y colaboraron entre ellas en una especie de red de apoyo. Soledad Acosta, Concepción Jimeno, Rosario Acuña, Emilia pardo Bazán, Carmen de Burgos y un largo etc.

Josefa Pujol fue una de ellas. En 1875 publica su primer artículo en La Ilustración de la Mujer, al que siguieron en 1977 la serie “Galería de mujeres Ilustres”, en El Eco y en las que desarrolla las aportaciones de Cleopatra, Zenobia, Hipatía, Semíramis y Pardo Bazán, entre otras figuras femeninas. Hasta 1880, año en el que funda y dirige la revista El Parthenon, en la que colaborarán Emilio Castelar, Nuñez de Arce y Galdós, no abandona su seudónimo de Evelio del Monte. Ese mismo año José Francisco Sanmartín y Aguirre le dedica un poema en el que alaba sus conocimientos clásicos.

En 1881 es nombrada académica de la Academia Gaditana de Buenas Letras con el discurso “Causas que produjeron el engrandecimiento y decadencia de Grecia”. En 1884 funda un Colegio de Señoritas y asume la dirección de la revista La moda española. Continúa su carrera ascendente como periodista en España e Hispanoamérica en revistas como El Álbum de la Mujer, La Ilustración de la Mujer”, La Ilustración Española y Americana, La Producción Nacional, El Correo de la Moda, La Tertulia o Valencia Ilustrada, entre muchos otros. Publica traducciones de cuentos y artículos varios en los que destaca la temática greco-latina: “Hermes y Apolo”, “Los sofistas griegos”, La Comedia griega”, “La tragedia griega”, “Esparta y Atenas”, “Los poetas greco-romanos”, “Roma y los bárbaros”, “La ruina del paganismo” o “Virgilio”, entre muchos otros.

Nos despedimos de Josefa Pujol sin poder mencionar la fecha exacta de su fallecimiento; aunque algunos autores la datan en 1904. Valga este breve esbozo para homenajear a una mujer que tuvo el valor de adentrarse sin andaderas en un terreno del conocimiento dominado por los hombres y también para reivindicar con ella el tesoro cultural de nuestro legado occidental.

MARÍA LUISA MAILLARD




REGRESA NUESTRA TERTULIA LITERARIA PRESENCIAL 

SERÁ EL

SE COMENTARÁN LOS LIBROS


  


ISABEL BANDRÉS


Lang, el director, nos cuenta la historia de Joseph Goebbels, ministro de Propaganda de la Alemania nazi. La narración, no nos descubre nada nuevo sobre aquella época que no supiésemos, pero sí nos la recuerda y, sobre todo, rememora los peligros de la manipulación de masas. Goebbels fue todo un maestro en seducir al pueblo alemán. Sus montajes cinematográficos, su lenguaje adaptado para cada momento, sus grandes escenificaciones glorificando a Hitler, contribuyeron, y mucho, a la expansión del nazismo en la cultísima Alemania.

Lang nos cuenta la historia de un hombre corrompido hasta la médula, que logró envenenar con el mal a millones de alemanes que cegados e hipnotizados se identificaron con Hitler. Goebbels fue el gran perverso que hizo posible que sesenta millones de personas muriesen en la Segunda Guerra Mundial.

No es que la manipulación política fuese una novedad, se ha practicado en todas las épocas. Pero Goebbels marcó un hito diferenciador: convirtió a toda Alemania en un escenario, llegó a todos los hogares. Calles, radios, prensa, desfiles, películas, discursos, teatros… se utilizaron para el gran lavado de ideas y pensamiento. Utilizó todos los trucos de la manipulación para que los alemanes se identificasen con las ideas del nazismo y logró que se convirtiesen en seres sumisos y se identificasen con Hitler, el gran líder, un dios omnipotente. Todo un pueblo fue incapacito para pensar con libertad. Muchos, casi todos, se creyeron que eran seres superiores y se les introdujo la idea de que Hitler era un dios todopoderoso que los llevaría a la gloria, al olimpo. Los convirtió en seres sumisos incapaces de razonar y de pensar.

Goebbels creo confusión, levantó cortinas de humos, escenarios y discursos populistas hasta sembrar la cizaña y el odio más abyecto en las mentes de los ciudadanos que se dejaron seducir con el resultado que todos sabemos. El ministro de propaganda, no es una gran película, pero tiene el valor de ser un buen recordatorio de lo que sucedió y puede volver a suceder. La narración introduce imágenes documentales que mezcla muy bien con la narración cinematográfica. El personaje que se nos muestra, produce una gran repulsión. Es un psicópata narcisista que despliega toda su capacidad de seducción para utilizar a los otros, incluidos sus hijos y su mujer, para ganarse la protección y el favor de Hitler. Todo para mantenerse en la cúspide del poder.

La película se sigue bien y logra estremecernos al contemplar la vida de un hombre que representó el mal sin limites

ISABEL BANDRÉS

 

https://www.youtube.com/watch?v=957Hyly3kwI



El director, Jacques Audiard, nos cuenta la historia de Manitas del Monte, un sádico narcotraficante que ha acumulado una gran fortuna y no se encuentra a gusto en su cuerpo de varón. Para cumplir con sus deseos de mudar de género se pone en contacto con su abogada, que le ayuda a cambio de una gran cantidad de dinero que le transfiere a un paraíso fiscal. Manitas del Monte trasmuta en Emilia Pérez y recupera a sus hijos haciéndose pasar por una tía por parte de su padre. Y todo esto se nos sirve con canciones y bailes de unos y otros, es un musical, contándonos los sentimientos de los personajes.

Manitas no solo cambia de sexo y nombre, también mutan sus valores, carácter, ética… Si Manitas Montes se dedicaba a matar a todo aquel que se interponía en su camino, Emilia Pérez se dedica a hacer el bien, en un repentino afán de reparación, a las familias a las que había masacrado. Su arrepentimiento no le lleva a entregarse a la justicia ni a devolver el dinero al fisco. Es la suya, una bondad manifiestamente folclórica y grandilocuente. Los que antes, cuando era Manitas, le temían y le odiaban, ahora, como Emilia, le adoran. Y ella encantada. La película y la actriz principal han sido premiadas en múltiples festivales cinematográficos y muy elogiadas por multitud de críticos de cine e intelectuales. Sin embargo, a mí me pareció un auténtico despropósito, un dislate y, lo que es peor, me aburrió muchísimo. Pero deben ser cosas mías, porque sigue estando nominada para multitud de premios de abolengo que seguramente recibirá.

¿Qué mensaje nos envía Audiard en su última película? ¿Que todos los varones, por el mero hecho de serlo, son crueles, asesinos y defraudadores y que todas las mujeres, por ser mujeres, son cariñosas, atentas, legales y bondadosas? Parece algo burdo, pero ese es el mensaje.

La película está llena de clichés y de guiños a lo que se supone hoy “políticamente correcto”. Creo que hay maneras más congruentes y dignas de defender a las personas “trans”. Al final, surge la traca final. Emilia, tras perder a sus hijos, se transforma, otra vez, en un ser violento y terrible capaz de la máxima crueldad al grito visceral: “todo por mis hijos” o “por mis hijos mato”. Y, definitivamente, se convierte en santa y mártir. En fin, que Manitas Montes, un asesino, trasmuta, gracias al cambio de sexo, en Emilia Pérez, una santa. Tal cual.  

La narración me pareció soporífera, en la que todo lo que veía y oía me sonaba a falso. Supongo que el director quería asombrarnos ofreciéndonos una película sobrada de originalidad que hablase de género. Creo que la elección del tema tiene mucho que ver con la cantidad de premios que ha recibido y recibirá. Para mí, es una obra oportunista y absurda que no hace ningún bien a las políticas que quiere defender. Carece de profundidad, de autenticidad y le sobra extravagancia y fuegos de artificiales. Una narración vacía de contenido y llena de frivolidad. Se puede decir de ella, que ofrece mucho ruido y da pocas nueces. Una película de éxito puntual y de largo olvido. Aunque, ya les digo, para la mayoría de los críticos es una gran obra maestra y, seguramente, yo, carente de la sensibilidad adecuada, esté equivocada.  

ISABEL BANDRÉS

 

https://www.youtube.com/watch?v=NdgghVNWPLM



SUSI TRILLO

Señoras y señores, estamos en el ecuador de la Navidad. La Virgen se está peinando, los peces en el río, asómate a la ventana, ¿a dónde vas pastorcito?, fun, fun, fun, el dimoni escuat, a Belén pastores, mi burrito sabanero, vinde picariñas correide escoitar antes de que o galo comence a cantar y en el portalín de piedra taben María y José…

En definitiva, ¡resuenen con alegría los cánticos de mi tierra!

De las “panxoliñas” galaicas a la “zambomba” de Jerez, todas las regiones de España cuentan con su particular modo de interpretar villancicos; esas composiciones musicales y poéticas de cantos cristianos que se repiten, cada año, desde el Adviento hasta el bautismo de Jesús, el día 8 de enero.

Pero, si buscamos “duende” sólo podremos encontrarlo donde Federico García Lorca lo anunciaba: “Los grandes artistas del sur de España, gitanos o flamencos, ya canten, ya bailen, ya toquen, saben que no es posible ninguna emoción sin la llegada del duende […] Así pues el duende es un poder y no un obrar, es un luchar y no un pensar. Yo he oído decir a un viejo maestro guitarrista: ‘El duende no está en la garganta; el duende sube por dentro desde la planta de los pies’. Es decir, no es cuestión de facultad, sino de verdadero estilo vivo; es decir, de sangre; es decir, de viejísima cultura, de creación en acto”.

Deseándoles que valoren todos lo días a los que les aprecian, les dejo aquí algunas perlas patrias de nuestros grandes artistas del sur de España.

S.T.


VILLANCICO POR TANGOS DE ESPERANZA LA DEL MAERA
(TRIANA PURA)


LOS CAMPANILLEROS
ROCÍO JURADO y RAPHAEL


LOLA FLORES en CATALINA FERNANDEZ, LA LOTERA