domingo, 31 de agosto de 2025

 


¿Qué te sugiere la palabra “progreso”?
Un mundo menos dogmático, menos fanático, más equitativo y con menos sufrimiento.

¿Qué cualidad valoras más en el ser humano?

La empatía.

¿Cuál consideras que es su peor defecto?

La crueldad.


Color favorito.

El rojo.

Si tuvieses más tiempo, ¿en qué lo emplearías?

En ver más a mi gente querida.

Animal preferido.
El perro.

Elige un paseo.
Por las montañas de Asturias.

¿Cómo combates el miedo?
Pensando que también esto pasará.

¿Qué habilidad te gustaría tener?
Tocar algún instrumento (piano, chelo) y ser una gimnasta formidable.

¿Qué opinas de la IA (Inteligencia Artificial)?
Es una tecnología potentísima que nos facilita la vida de un modo incomparable con nada, pero puede acabar con nuestra especie.

¿Crees que ha cambiado la percepción del tiempo?
¿Comparado con cuándo? Pero sí, la percepción del tiempo cambia todo el rato, también a lo largo de la vida.

Autor literario preferido.

Tengo muchos.

Ciudad donde vivirías.

Vancouver.

Elige una parte del día.
La noche.

¿Echas de menos el silencio?
Casi siempre. 

Contesta el cuestionario: Rosa Montero
Fecha: 14-8-2025


ROSA MONTERO

A los componentes de la generación de la Transición Española nos encantaban las entrevistas en El País de Rosa Montero. Era una de los nuestros. Su ferocidad por vivir, su precocidad, su ingenio, el hecho que, desde muy joven, ocupara las páginas del que era por aquel entonces un periódico prestigioso, que asimilábamos a nuestra generación, nos la hacía muy cercana. Era una perspicaz cronista política, actividad en la que desarrolló su lado racional y lógico porque era el medio de introducirse en un mundo de hombres. Además, era muy buena en ese terreno quizá porque, soterradamente, introducía en el trabajo su lado espontáneo e imaginativo. A ella le iba lo de la imaginación.

Desde el año 1979 en el que convirtió el encargo de realizar una serie de entrevistas feministas en su primera novela, Crónicas del desamor, no ha parado de escribir. Tiene en su haber más de cuarenta títulos, entre ellos, novelas, relatos, ensayos, e incluso literatura infantil, sin abandonar nunca sus colaboraciones periodísticas. Es un referente para las mujeres de nuestra generación y, añadiría, para las mujeres en general.

Hace unos años —cómo pasa el tiempo—, un compañero jubilado del Instituto Beatriz Galindo, descubrió entre los papeles que iba a tirar, una revista del Instituto de marzo de 1967. El número se abría con la colaboración de varias alumnas en el adiós a Gerardo Diego, tras su jubilación. Al lado de Rosa Montero Gayo 6º de Letras, aparecía mi nombre, también en 6º de Letras. Fue una sorpresa, porque no lo recordaba en absoluto. Rosa Montero y yo no sólo compartíamos la misma generación, sino que fuimos compañeras en el Beatriz Galindo. Compañeras de pupitre, no, que lo recordaría. Sólo aparecíamos juntas en un papel. De pronto, un día se me apareció una imagen. ¡Claro que la recordaba! Era la niña que nos dejaba a todas a la altura del betún, cuando reclamada por la profesora, salía a recitar de corrido las declinaciones griegas. Me parece un guiño del destino que, más de 50 años después, nuestros nombres vuelvan a estar maridados, ahora en un medio digital.

MARÍA LUISA MAILLARD




DESCONEXIÓN
ISABEL BANDRÉS

Un calor tórrido nos ha acompañado este verano. Las calles de Madrid escupían fuego como los políticos y tertulianos injurias y sandeces durante el resto del año. El uno de julio desconecté del mundo de la política y de las tertulias. Ya llegará septiembre, me dije, y no quedará otra opción que aguantarlos. Mi desconexión de ese mundo narcisista y egocéntrico ha sido absoluta y los beneficios cuantiosos: paz interior, sentido de la proporcionalidad, desaparición de la angustia vital y baja irritabilidad. La vida es mucho más rica que la que nos muestran los medios de comunicación de masas. A veces, el ruido nos oculta lo evidente.

Hojeo Vivir en la tierra de Peter Godfrey-Smith, profesor de Historia y Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Sídney. Me descubre que cuando aprendemos a leer, sea cual sea la edad del nuevo alfabetizado, el cerebro cambia. Las radiografías demuestran que nuestro cerebro tiene una gran plasticidad y las experiencias vividas lo conforman más allá de la genética. En otras páginas, me cuenta cómo los seres humanos desarrollamos, tras bajar de los árboles y ponernos de pie, una intensa vida social, una conciencia de la mismidad y la subjetividad, lo que nos distingue de todos los otros animales.

Me viene a la cabeza Miguelón. Pertenecía al Homo heidelbergen-sis preneandertal, vivió hace 400.000 años, en pleno pleistoceno medio, cerca de Burgos, en Atapuerca. Su cráneo se descubrió en 1992 y debe su nombre al ciclista Miguel Induráin que ese mismo año ganó, una vez más, el Tour de Francia. Miguelón era bastante parecido al hombre actual, con una estructura ósea algo más ancha. Él y sus congéneres conocían el fuego, se comunicaban con algún tipo de lenguaje verbal, fabricaban armas de caza y eran compasivos: enterraban a sus muertos y cuidaban de los enfermos como demuestran algunos restos encontrados. Pero, también, les encantaban las broncas. Se atizaban usando la mano derecha, las heridas encontradas en los diferentes cráneos así lo indican y, de vez en cuando, practicaban el canibalismo y no por falta de comida. Entonces, había abundante caza: leones, lobos, osos, tigres, rinoceronte, mamuts… ¿Por qué se agredían y se devoraban, por venganza, por alguna practica ritual, para descargar la agresividad, para marcar territorio…? Resumiendo, su vida era durísima y eran compasivos y violentos, como nosotros. No en vano compartimos con estos primos lejanos un 2% de carga genética.

Y rememorando la parte sociable y compasiva de Miguelón, vayan ustedes a saber el por qué, me viene a la cabeza Hannah Arendt y su postura ante la amistad. Picoteo en el libro de Olga Amarís Duarte, Cartas del recuerdo para los amigos. El título despista. La autora no reproduce las cartas de Hannah Arendt a sus amigos. En él, reflexiona sobre lo que la amistad significó para esta filosofa y politóloga judía. Ella cultivó la amistad como nadie durante toda su vida. Como ejemplo, su relación, tras su separación, con el que fue su maestro y amante cuando tenía 17 años, el profesor y filósofo Heidegger, simpatizante del nazismo. A pesar de la frialdad mostrada por el filósofo tras su separación, ella, judía perseguida, mantuvo siempre un sentimiento afectivo hacia él.

Tras una noche tropical salgo a desayunar por mi zona. Descubro una elegante pastelería francesa recién inaugurada. Un exquisito pastel de pistachos y una perfecta limonada casera me elevan al séptimo cielo. Muy cerca, una niñita de unos tres años saborea un pequeño sándwich mientras desliza su dedito por una pantalla donde ve unos dibujos animados. Su concentración es absoluta. Y recuerdo al historiador, filósofo y escritor israelí Harari, siempre receloso ante el poder de los algoritmos y, por tanto, de la Inteligencia Artificial: "Hay un potencial totalitario —asegura—, en la IA como nada que hayamos visto antes". Pero mi médico de cabecera me ha dicho que para la medicina va a ser, ya está siendo, una maravilla: mejores diagnósticos, mejores y ajustados tratamientos.

Dejo a la niñita inmersa en el mundo digital y salgo a la calle. El calor es abrasador, pero no tanto como lo fue en el Cretácico, la época de la formación de los grandes bosques. Entonces, la temperatura era superior a la de la época actual entre cinco y diez grados. Según las previsiones científicas más pesimistas, se registrarán, dentro de un siglo, temperaturas de hace quince millones de años, cuando los grandes simios empezaron a evolucionar. Es verdad que el actual cambio climático es un gran problema que hemos provocado nosotros y nosotros tenemos que remediarlo y en eso estamos. 

Vivimos en una sociedad que adora el dramatismo y la exageración. Entre la IA y el cambio climático surgen gurús mediáticos anunciando el fin de todo. Según los científicos, los de verdad, a la especie humana nos queda antes de desaparecer entre quinientos y mil millones de años, siempre que no la liemos o haya un imprevisto. ¿Y si ese amplio ratito que nos queda lo aprovechamos para disfrutar juntos de lo que tenemos y agradecer a las generaciones anteriores lo que nos dejaron? ¿Y si ponemos un poquito de moderación y sensatez en nuestras vidas y en nuestras cabezas?

Nuestras sociedades tienen múltiples defectos, somos crueles con los demás, incluso perversos. Pero prefiero vivir aquí y ahora que en la época de nuestro primo Miguelón; prefiero ver niñitas digitales en cafeterías elegantes que niños trabajando en las minas de carbón a los seis años o disciplinados por profesores y padres con el cinturón o la regleta. No tengo ninguna nostalgia del pasado donde no existían ni la penicilina ni las vacunas y donde la peste, la viruela y la polio hacían de las suyas. Hemos hecho muchas barbaridades, y las seguimos haciendo, pero hemos logrado grandes cosas que parecen un milagro y seguiremos creando e inventado a pesar de los agoreros de siempre. ¿El pasado fue mejor? ¿De verdad se lo creen? ¿Prefieren la comida de Atapuerca a la sofisticada cocina de hoy? ¿Les gustaría vivir en una casa de la Edad Media y no en el confort de nuestras viviendas actuales?

Cuando escribo estas líneas, me quedan unos días para seguir pensando en las avutardas, como se dice en mi tierra, o en las musarañas, como se dice en el resto del país. Todavía puedo hojear, picotear, pensar cosas inútiles y nada prácticas. Puedo pasar el rato divagando sobre la niñita digital, sobre Miguelón, sobre nuestra evolución con Godfrey-Smith y disfrutando de las reflexiones de Arendt. ¡Es tan placentero dejar el pensamiento libre para ir de aquí para allá sin ningún propósito cierto! He pasado un buen y tranquilo verano. Estoy contenta porque los amigos van volviendo a Madrid, el calor va menguando y los políticos siguen de vacaciones.

ISABEL BANDRÉS 





PROPAGANDA
MARÍA LUISA MAILLARD

Nadie duda de la presencia de la propaganda en nuestras sociedades. Es un fenómeno que no ha parado de acrecentarse debido al espectacular desarrollo tecnológico en los medios de comunicación. Es uno de los signos del aumento de la fragilidad humana, señalados por Paul Ricoeur. Conforme aumenta el poder del hombre sobre la naturaleza, aumenta su fragilidad: de la tierra que nos acoge, de la vida humana tal como la conocemos y, en el caso que nos ocupa, de nuestra capacidad de discernir, debido a la multiplicidad de signos en circulación que debilitan el pensamiento y nos confunden. Necesitamos el maná de las certezas y nos llega en forma de consignas. Algo que facilita la propaganda —y no lo olvidemos, el control creciente sobre los ciudadanos—, utilizada por esa enfermedad de la razón que son las ideologías al servicio del poder. Por ello, sigue señalando Paul Ricoeur, nuestra mayor responsabilidad se encuentra ahora, precisamente, en la atención a la fragilidad.

Veamos qué sucede con ese jinete del Apocalipsis, la guerra. Nos encontramos en este momento con dos conflictos armados que nos afectan directamente: la invasión de Ucrania por Rusia en 1922 y la guerra en Oriente Medio. Que la población civil y, en concreto, los más vulnerables como los ancianos y los niños, son los que más sufren en las guerras actuales —tal vez en todas las guerras habidas y por haber—, es algo que nadie pone en duda. Desde que estalló de nuevo el conflicto árabe-israelí, debido al atroz y sanguinario ataque terrorista de Hamás en octubre de 2023, todos los medios occidentales nos han bombardeado con imágenes de la población de Gaza y sus niños desnutridos. Un día sí y otro también asistimos a manifestaciones contra el denominado “genocidio israelí” y las violaciones del derecho internacional humanitario por parte de Israel.

La imagen de esos niños en las pancartas y en las portadas hiere nuestra sensibilidad. Ya no nos detenemos a pensar que la guerra habría finalizado si los terroristas de Hamás hubieran entregado los rehenes de la población civil secuestrada, hombres, mujeres y niños, que sobreviven en condiciones infrahumanas a las violaciones, torturas, desmembramientos y matanzas de los primeros días del secuestro. Tampoco pensamos en que la ayuda humanitaria tiene serios problemas para no caer en manos de Hamás y acabar en el mercado negro, en vez de aliviar a la población necesitada. 

Hamás, organización terrorista que gobierna Gaza con mano de hierro desde 2007, tiene como objetivo declarado y único la destrucción de Israel —con el consiguiente gasto militar—, por lo que no se ha ocupado en mejorar la vida de sus ciudadanos ni la economía de la franja, dañada de forma irreversible por los múltiples conflictos y los bloqueos de Israel y de parte del mundo occidental. Anteriormente al conflicto actual, ya había desnutrición en la mayoría de mujeres y niños de la franja y el desempleo de la población era del 53%. El 40% del empleo existente se encontraba en Israel, a donde iban a trabajar los palestinos con permiso del gobierno israelí para atravesar la frontera, algo que, obviamente, ya no pueden hacer.

Los niños desnutridos de Gaza ocupan ahora las pancartas y las portadas en Occidente. ¿No hay más niños en riesgo en otros conflictos del planeta? ¿Qué lleva pasando desde hace 20 años con los niños congoleños? ¿Qué pasa con los niños ucranianos en el interminable conflicto bélico iniciado en las fronteras de Europa por la invasión de Putin en 2022? ¿No sufren desnutrición? No los vemos en las pancartas ni en las portadas de la prensa occidental. No es su único problema. A día de hoy más de 22.000 niños ucranianos han sido secuestrados por las fuerzas de ocupación rusas en el sur y este de Ucrania para ser trasladados a Rusia y sufrir un proceso de reeducación y rusificación, ya en familias rusas ya en campos habilitados al respecto. Los niños arrancados de orfanatos, hospitales y familias son llevados a Rusia para obligarles a olvidar su familia, su país y su lengua para amar y servir a la madre Rusia. Naciones Unidas ha declarado que estas deportaciones constituyen crímenes de guerra e incluso podrían considerarse genocidio, según el artículo 2 de la Convención de Genocidio de 1948.

Estos niños y sus familias no hieren nuestra sensibilidad porque no los vemos ni en las pancartas ni en las portadas ni en las pantallas de televisión. No movilizan a los jóvenes occidentales en manifestaciones tumultuosas. ¿Será porque el responsable no es el pueblo judío sino un dictador ruso que propugna un nacionalismo expansivo y además apoya a Hamás, al igual que China, Irán y Arabia Saudí? ¿También cuenta con el apoyo de las sociedades occidentales?

El conflicto árabe-israelí es de una complejidad extrema, tanto en sus inicios como en su desarrollo. No podemos reducirlo a consignas. La creación en 1947 de dos Estados Independientes —que previamente no existían—, en el territorio denominado Palestina, habitado por árabes musulmanes y cristianos —mayoritarios, y judíos, no fue aceptada por los árabes que iniciaron el primer conflicto bélico, al que siguieron muchos otros. Israel, una sociedad democrática en Oriente Medio, sobrevive con un enemigo dictatorial y sanguinario en sus fronteras, con el que el diálogo es imposible. No es una situación que pueda ser reducida a consignas. No se puede hablar alegremente de que la postura correcta es la creación de dos Estados, cuando se sabe con certeza que una de las partes del conflicto niega la mayor: la misma existencia del Estado de Israel. Es un objetivo tan irrenunciable, por el que no duda en situar a la población civil, que gobierna sin mejorar su situación de extrema pobreza y dependencia, como escudo humano, al situar los túneles donde se ocultan justo debajo de escuelas y hospitales. 

La situación de Israel es endemoniada porque es un país democrático y pertenece a la órbita de Occidente. Ningún país dictatorial ha tenido en el pasado ni tiene en el presente ningún tipo de prejuicio moral en aplastar a un enemigo, aún siendo inocente, si cuenta con una superioridad bélica; no digamos si se trata de un enemigo sanguinario; pero Israel es una democracia y está vigilado por las democracias occidentales. Dicha situación es un arma de guerra para el enemigo sanguinario de Israel, que no duda en aprovecharla en su labor propagandística desde los inicios del conflicto.

Existen pocos países que conserven sus fronteras originales y alguno de ellos ni siquiera sus habitantes originales —Véase Estados Unidos—. Muchos de los actuales Estados —incluso en Europa—, han sido artificialmente creados por armisticios, fruto de guerras, o por dictaduras sanguinarias que provocan desplazamientos masivos de la población. Según ACNUR la cifra de desplazados no ha hecho sino aumentar, habiendo llegado en el año 2024 a la cifra de 123, 2 millones de personas, entre ellos, muchos millones de niños. Tampoco ocupan las pancartas, ni las portadas ni las pantallas de Televisión.

MARÍA LUISA MAILLARD





IMÁGENES SOBRE LAS MUJERES Y LOS LIBROS
51. LEER EN COMPAÑÍA. NIÑAS LEYENDO JUNTAS
INÉS ALBERDI
 

En la pintura del siglo XIX encontramos muchos retratos de niñas que leen juntas. Podría ser que los libros son la excusa para pintar la vida de las niñas, o que la vida de las niñas es una buena excusa para que aparezcan en los libros.

Louisa Anne Beresford, Francia (1818-1891)
Dos niñas desconocidas, 1888
Galería Nacional de Retratos, Londres

En muchas de estas obras no sabemos si están leyendo o solo miran las estampas, imitando a los mayores, sobre todo las niñas de corta edad.

Laura Muntz Lyall, Canadá (1860-1930)
Historia interesante, 1898
Galería de Arte de Ontario, Canadá

Entre los pintores impresionistas encontramos frecuentemente esta imagen. Renoir es uno de los que más la utiliza. En su obra, tan numerosa, hay muchos retratos de niños, y en muchos de ellos se ve a niñas que leen juntas. En múltiples ocasiones retrató a las hijas de sus amigos o de sus mecenas, unas veces tocando el piano y muchas de ellas leyendo.

Pierre Auguste Renoir, Francia (1841-1919)
La lectura, c.1892
Museo del Louvre, París

Pierre Auguste Renoir, Francia (1841-1919)
Las dos hermanas, c.1890
Colección privada 

Todos los impresionistas hacen lo mismo. Eva Gonzalès, que fue modelo y seguidora de Manet, aunque murió muy joven, le dio tiempo a realizar una obra interesante en la que muy frecuentemente retrata niños.

Eva Gonzalès, Francia (1849-1883)
La ventana, c.1865
Museo de Arte de Denver, EE.UU.

También Lebasque, un impresionista tardío, muy influenciado por Renoir, nos ha dejado retratos de niñas leyendo.

Henry Lebasque, Francia (1865-1937)
Dos niñas leyendo en el parque, c.1900
Colección privada

A veces, esa lectura de dos niñas juntas toma la forma de una niña mayor que lee un cuento, o una historia, a una más pequeña, como es el caso de las obras de Allingham y Forbes.

Hellen Allingham, Gran Bretaña (1848-1926)
La lección de lectura, s/f.
Colección privada


Elizabeth Adela Forbes, Canadá (1859-1912)
Hermanas, c.1895
Colección privada

En España también encontramos ejemplos similares. El mallorquín Anckerman Riera nos presenta a dos niñas mirando juntas un libro de estampas.


Ricardo Anckerman Riera, España (1842-1907)
Sin  título, s/f
Colección privada

Otras veces, esa vigilancia de la mayor a la menor se hace sobre la escritura, cuando la amiga, o la hermana, le va indicando a la pequeña lo que debe poner.

Albert Anker, Suiza (1831-1919)
La lección, clase de escritura, 1865
Colección privada

Fritz von Udhe, Alemania (1848-1911)
El libro de estampas, 1889
Colección privada

Quizás nadie ha retratado a los niños como lo hizo el alemán Firle, que trabajó sobre todo en el reino de Baviera. Tiene numerosas obras en las que vemos a niñas leyendo, de dos en dos o de tres en tres. Imaginamos que disfrutan unidas mientras miran un libro de estampas o es una de ellas la que les cuenta el libro o la historia, que les gusta repetir.

Walter Firle, Alemania (1859-1929)
El libro de estampas, s/f.
Colección privada

Este artista alemán se dedicó sobre todo al retrato y a las escenas de género, dejando una obra  enorme que refleja la vida rural de su época.

Walter Firle, Alemania (1859-1929)
El cuento de hadas, 1929
Colección privada

Walter Firle, Alemania (1859-1929)
Una lectura apasionante, 1929
Colección privada

Hemos encontrado imágenes de niñas leyendo juntas entre artistas norteamericanos. Anshutz retrata a una niña, sorprendentemente pequeña, que parece estar leyendo un libro a un auditorio infantil.

Thomas Pollock Anshutz, Estados Unidos (1851-1912)
Sin título, s/f
Colección particular

El mismo tema se repite en la obra de Shirley Fox. Esta autora retrata una niña algo mayor que lee sus historias a un grupo de niños pequeños, como si fuera una maestra improvisada. 

Ada Shirley Fox, Estados Unidos (1887-1914)
Lección en el jardín, 1900
Colección privada

Algunos de estos retratos parecen referirse al ambiente escolar. Así ocurre en el de este artista ruso que retrata a dos niñas, en la provincia de Saratov, con sus cuadernos y útiles de escuela.

Bogdanov Belsky, Rusia (1868-1945)
Escolares, s/f
Colección privada

Por último, tenemos el romántico retrato que hace Thayer a sus hijos, a los que pone un libro en sus manos. Como en tantas ocasiones, esta obra de Thayer parece trascender su objetivo de retratar niños y les da un aspecto angelical y etéreo, como en tantas de sus obras. Este carácter angelical de sus retratos fue uno de sus características identificadoras.

Abbott Handerson Thayer, Estados Unidos (1849-1921)
Hermano y hermana (Mary y Gerald Thayer), 1889
Museo Smithsoniano de Arte Americano, Washington

INÉS ALBERDI 




VERANO Y AMISTAD
NATALIA VELASCO POSTIGO

El tiempo detenido del verano nos adentra en las tertulias vespertinas que compartimos con los amigos al son de la cerveza y de la evocación alegre de recuerdos que nos unen y nos atrapan. Son reencuentros repetidos con esa familia que hemos ido forjando a lo largo de la vida, sin imposiciones, con absoluta libertad y entendimiento. Es la zona de confort del verano, un remanso de paz al que acuden lecturas, comentarios de películas que hemos visto, lugares que hemos visitado, dolores de familia o de trabajo que hemos tenido que bandear, responsabilidades, agobios y también felicidad. No somos la generación de los 50, ni la Nouvelle Vague, ni la Gauche Divine catalana, ni el Boom Latinoamericano, ni los Bloomsbury, ni el dogma 95, ni los Becooltural; somos los trabajadores anónimos que día a día cumplen su horario de trabajo, atienden a su familia, transitan la vida y ahora disfrutan de sus días de playa. Y aunque no tengamos nombre (quizá deberíamos bautizarnos los “sinnombre”) ¡qué necesarios somos unos y otros en la rueda imparable de la vida! Y así, mientras los amigos avanzamos hacia la pared del juego del escondite inglés, para decir “por mí y por todos mis compañeros” (pared que para Carmen Martín Gaite es la metáfora de la vida que avanza hacia la muerte), vemos en el mismo juego a nuestros hijos, un poco más lejos de la pared, grandes y adolescentes que, como Adonis y ninfas de juventud, avanzan y se hacen amigos a su vez, en este engranaje interminable que es el vivir.

He pasado veladas maravillosas en julio charlando de libros, de música, de amor, de política, compartiendo ilusiones y alegrías, penas, sueños por cumplir. He abierto mi horizonte a otros mundos en los que no había posado los ojos y que me han hecho descubrir nada menos que el punk rock, la compañía de teatro Patio Corsario de Valladolid o la flora atlántica.

Muchos libros hablan de amistad. La mayoría trata de parejas de amigos o de amigas que se vuelven interlocutores imprescindibles, tablas de salvación, lanzaderas de cambio y oportunidad: Nubosidad variable, La amiga estupenda, El último encuentro. Otros se construyen en torno a pandillas o grupos, desde Los cinco y El tesoro de la isla, hasta el libro de Wallace Stegner En lugar seguro o el más reciente de Hanya Yanagihara, Tan poca vida. Pero nadie mejor que Carmen Martín Gaite para describir la amistad apuntando al corazón mismo de esta experiencia:

“Los amigos son para mí la cosa más importante del mundo, la más significante y consoladora y se necesita una delicadeza y un tino especiales para no perderlos. Creo que el secreto está en no tiranizarlos ni exigirles más de lo que buenamente quieran darte cómo y cuándo puedan, en respetar su albedrío, en ser tolerantes con sus defectos y en no pretender acapararlos, poseerlos ni ejercer sobre ellos coacción de ningún tipo. Solo así no se pierden y reaparecen siempre como un milagro inesperado, porque únicamente se tiene aquello que no se somete a las reglas de la obligatoriedad o de la posesión, a lo que nace en el seno de la libertad”.

Hasta el próximo encuentro, amigos y amigas lectores del blog.

NATALIA VELASCO POSTIGO.
Cantimpalos 14 de agosto de 2025





MUSEO DEL REALISMO ESPAÑOL CONTEMPORÁNEO
BELÉN GÓMEZ Y BIENVENIDO PICAZO

Almería es una tierra preñada de rincones tan sorprendentemente agradables como desconocidos, es el epítome de lo español por antonomasia, ya que carece de cualquier atisbo de marketing o publicidad. Podríamos hablar de baja autoestima o simplemente de desidia en el mejor sentido de la palabra, pero desidia, al fin y al cabo. Quizá los tiempos estén cambiando. Si no es así, ya va siendo hora.

A los pies de la imponente Alcazaba y frente al puerto, se ubica el antiguo Hospital de Santa María Magdalena, donde en marzo de 2024 se inauguró el Museo del Realismo Español Contemporáneo (MuReC), bajo los auspicios de Antonio López García, aunque en justicia hemos de decir que el padre de la criatura fue el artista local Andrés García Ibáñez.

Gran Vía en invierno, Antonio López García
MuReC, Almería

Ya conocíamos el lugar que, poco a poco, va tomando empaque y llenando unas estancias que albergan algunas creaciones de Joaquín Sorolla, Zuloaga o Julio Romero de Torres, amén de los ya mentados. El inventario completo de todo lo expuesto no nos cabe en estas apretadas líneas.

Decididos a darnos otra vuelta por un edificio de lo más funcional y luminoso, fuimos a topar con las exposiciones temporales de dos pintoras que despertaron toda nuestra atención: Rosario de Velasco y Virginia Bersabé, nada que ver la una con la otra ni por el estilo, ni por la época. Pero mentiríamos si no apuntásemos que la primera concentraba mucho más público e interés. Ni que decir tiene que la tan poliédrica, como desconocida figura de Rosario de Velasco, atraviesa por completo todo el siglo XX. Ilustradora, pintora y casi una más de la Generación del 27, su trayectoria vital, con condena de muerte incluida, añade atractivo a una figura que extrañamente sufrió un apagón injustificado.

El chico y su perra, Rosario de Velasco ant. 1953
MuReC, Almería. Foto, Jonas Bel 

Buena parte del centenar de obras exhibidas son inéditas o rescatadas directamente de colecciones privadas.

El MuReC, tiene todos los predicamentos para convertirse a la vuelta de, pongamos por caso, un lustro, en lugar de visita obligado para todos los amantes de la ortodoxia clásica pictórica del realismo hispano de la última centuria y media, pero no sólo. El nuevo museo almeriense no es el MoMA, ni falta que hace, pero quizá haya introducido desde ya una referencia ineludible en la ciudad, que eso sí le hacía falta.

Tanto en verano como en invierno, Almería y su Cabo de Gata, ofrecen lugares cercanos a la Arcadia feliz, entre los que naturalmente se incluyen cosas tan terrenales como el tapeo y la sicalipsis. Una visita al Museo del Realismo Español Contemporáneo, ponemos por caso, bien podría completar esta irresistible terna.

BELÉN GÓMEZ
BIENVENIDO PICAZO

 


MARÍA MESTAYER DE ECHAGÜE
"Marquesa de Parabere"

A pesar del dicho “La mujer a la cocina. El hombre a la oficina”, con el que la burguesía adjudicó el lugar del hombre y la mujer en la sociedad, siempre hubo hombres cocineros, eso sí, en los fogones de los palacios. Ya en el siglo I, el acaudalado defensor de Epicuro, Mario Gavio Apicio, gran gastrónomo, escribió uno de los primeros libros de cocina, De re coquinaria. Ofrecía grandes banquetes en su mansión y estableció una escuela de cocina. Cuando se arruinó, se suicidó, al no poner continuar con la vida que había elegido. La posteridad recogió su obra. Había sentado las bases de una actividad de prestigio, digna de pertenecer al legado escrito de Occidente. En la baja Edad Media, Taillevent, cocinero de Carlos VI de Francia, siguió sus pasos publicando Le Viander y lo propio hicieron en el Renacimiento y el Barroco, Scappi con Opera del arte de cocinar y Varenne, el inventor de la bechamel, con Le cuisinièr françois.

Al mismo tiempo que los hombres dejaban a su paso el legado de la evolución de la cocina y del tratamiento de los alimentos a lo largo de la historia, la mayoría de las mujeres ocupaban las cocinas de los hogares, en una labor oscura y poco reconocida por la sociedad. En el siglo XIX, cuando la cocina y los cocineros comenzaron a adquirir un lugar relevante en la alta sociedad —no sólo en los palacios—, se inició la labor teórica de la marginación de la mujer de las labores de la alta cocina. La función de la mujer debía limitarse a una sencilla elaboración de los alimentos, con la finalidad de alimentar a su familia, no estaba capacitada para ir más allá.

Mientras tanto, el prestigio de la gastronomía seguía creciendo, marcado por predominio de la cocina francesa, bajo la batuta de Marie-Antoine Carême (1784-1833). El cocinero había conocido al zar Alejandro I, a través del gourmet Talleyrand, durante la ocupación rusa de París tras la derrota de Napoleón, y le había dado a degustar sus platos. Pronto fue su jefe de cocina y más adelante lo sería del príncipe regente de Gran Bretaña y del banquero James Rothschild. Fue el primer cocinero en llevar el apelativo de “chef”, “el chef de los reyes” y “el rey de los chefs”. Renovó y popularizó la cocina francesa, a través de su libro, publicado en 5 volúmenes El arte de la cocina francesa.


Las tartas del chef Marie-Antoine Carême

Conforme avanzaba el siglo XIX y se consolidaba la burguesía, la cocina pasó del comedor de la realeza y la aristocracia a las casas de la clase media-alta y a los restaurantes y hoteles. En los crecientes fogones decimonónicos de prestigio, el varón siguió dominando los pucheros. Sin embargo, la mujer, que comenzaba a reivindicar su lugar en la sociedad y su acceso a profesiones, antes monopolizadas por los hombres, también se introdujo en ese cerrado recinto culinario. La mujer se hizo “chef”, escribió libros y artículos gastronómicos y estableció restaurantes. Fue el caso de nuestra protagonista, María Mestayer. Bajo el apodo de Marquesa de Parabere, siguió los pasos de la pionera Doña Emilia Pardo Bazán, quien ya había publicado La cocina antigua española en 1914 y La cocina moderna en 1915. Y no olvidemos a Carmen de Burgos, Colombine, cuya polifacética obra incluye tres libros de cocina.

María Mestayer Jacquet de soltera, fue hija del diplomático Eugenio Mestayer y de la bilbaína María Jacquet, hija a su vez del banquero Carlos Jacquet. Pasó su infancia y adolescencia en Sevilla, donde su padre había sido destinado como cónsul. Gozó de una educación esmerada, dominó varios idiomas y viajó por toda Europa. En 1901 contrajo matrimonio con el abogado donostiarra Ramón Echagüe Churruca, sobrino del conde de Motrico, con el que tuvo ocho hijos.

María Mestayer y su marido

La joven casada, al apreciar que su marido prefería comer en la Sociedad Bilbaína que hacerlo en casa, recuperó la herencia bilbaína y francesa de sus progenitores y comenzó a estudiar la ciencia gastronómica. Sus contactos familiares le permitieron cartearse entre otros con Teodoro Bardají, jefe de cocina de los Duques del Infantado, parientes de su marido. Su conocimiento de idiomas le permitió acceder a libros franceses e italianos y, al cabo de pocos años, ya impartía clases de cocina a las mujeres de Acción Católica y a las de la Asociación de Mujeres del Partido Nacionalista Vasco. Logró introducirse en la tertulia del Lion d’Or de Bilbao, dirigida por el gastrónomo Pedro Eguillor y comenzó a colaborar en los periódicos: El Diario Vasco, La Nación y El Gorro Blanco, bajo el seudónimo, “La Marquesa de Parabere”, título de un primo de su marido; quizá como homenaje a su antecesora la condesa de Pardo Bazán.

En 1930 escribe su primer libro Confitería y Repostería, una modalidad culinaria con la que se había iniciado el primer “chef” Marie-Antoine Carême. En 1932 publica con gran éxito La cocina completa. Enciclopedia culinaria, que encabezó con los versos su primer mentor, Pedro Eguillor:

“De un bonito carne palpitante / corta en pequeños trozos que sofríe / con buen tomate y pimiento picante, / luego lo deja a que en hervor cortante / la blanca vianda a su sazón se alíe”. (Estrofa de El Marmitako, de Pedro Eguillor).

En 1935, el mismo año en que publica Platos escogidos de la cocina vasca, se traslada a Madrid con tres de sus hijos y monta un restaurante de lujo, El Parabere, en la calle Cádiz, a la espalda de la Puerta del Sol. La Guerra Civil trunca su brillante trayectoria y el restaurante es confiscado por la CNT. Los nuevos propietarios le permiten seguir gestionándolo pues necesitan un escaparate para agasajar a los intelectuales partidarios de la República que visitan Madrid. Por allí desfilaron entre otros, John Dos Pasos, André Malraux,  Ernest Hemingway, Rafael Alberti, Arturo Barea o el embajador soviético Marcel Rosenberg. En 1936 publica Entremeses, aperitivos, ensaladas y Conservas caseras.

En 1941, al finalizar la guerra, abre un nuevo restaurante en la calle Montalbán, vadeando las dificultades que le impone la legislación del nuevo régimen. Debe poner el restaurante a nombre de su hijo y castellanizar el nombre de todos los platos. Sin embargo, los tiempos han cambiado. Hay una dura posguerra, no hay dinero y los que lo tienen, partidarios del régimen, prefieren comer en Horcher, ya que en su gran mayoría son germanófilos. Debe traspasarlo en 1944, y se dedica a escribir un último libro inacabado, Historia de la gastronomía.

María Mestayer fallece en 1949 de un coma diabético, dejando un legado imprescindible para todas aquellas mujeres dispuestas a competir en el cerrado mundo de los “chefs” de la alta cocina, reivindicando así la gran olvidada labor gastronómica de las mujeres.

MARÍA LUISA MAILLARD


ISABEL BANDRÉS



Michel y Cathy, vendedores de árboles de Navidad, viven en un pequeño pueblo del Jura con su hijo de 12 años, Doudou, un niño con un comportamiento difícil. Ahogados por las deudas, la pareja se deteriora poco a poco. Pero un día, al volver a casa, Michel evita atropellar a un oso en la carretera y su coche termina chocando con otro, matando en el acto a sus dos ocupantes. Tras informar a su esposa Cathy, lectora de novelas policíacas y con una fértil imaginación, deciden deshacerse de los cuerpos. Pero al hacerlo, descubren en el maletero un bolso lleno de dinero, que calculan en más de dos millones de euros. Para evitar las posibles sospechas de asesinato y quedarse con el dinero, ponen en práctica las ideas más descabelladas que se le ocurren a Cathy, lo que los lleva a entrar en un bucle con situaciones cada vez más complejas y de difícil salida. Por otra parte, y al mismo tiempo, la policía ha detenido a unos inmigrantes que transportaban droga en sus estómagos y se enfrenta a un caso de trafico de drogas dirigido por la mafia. Y todo ocurre en los días de Navidad, lo que hará la narración más complicada.

Y así empieza esta divertida y desmadrada comedia negra. Recuerda al cine de los Cohen, pero sin su calidad. Sin embargo, se ve muy bien. Los diálogos son chispeantes, absurdos, pero nos hacen reír. En un verano, con una temperatura que pocos días ha bajado de los 39 grados, reírse es vital. Y con esta película de Franck Dubosc, director y actor de la misma, te olvidas de la sofoquina y pasas un buen rato.

La primera parte está muy bien lograda, pero la narración pierde fuelle en la segunda parte por las situaciones forzadas metidas con calzador. Es una comedia negra ligera muy entretenida. El director sitúa la trama en mitad de un pequeño pueblo en el que todos se conocen y donde rara vez pasa algo. Los personajes, simplones y agradables, se ganan la simpatía del espectador y llenan el metraje de humor y algunos momentos trágicos y algo excesivos.  

Resumiendo, una película divertida con algunos fallos, pero que sirve para pasar un buen rato.

ISABEL BANDRÉS




Tres amigas es, en esencia, un relato sobre sobre cómo el deseo y la realidad rara vez coinciden. Esta narración reúne a Camille Cottin, Sara Forestier e India Hair como Alice, Rebecca y Joan, tres mujeres con visiones muy diferentes sobre el amor. Joan vive en pareja, aunque sin pasión; Alice prioriza la estabilidad pese a no estar enamorada; y Rebecca mantiene en secreto una relación con el marido de Alice. Mouret, el director, explora estas dinámicas amorosas con ligereza. Podemos decir que nos narra un drama con la volatilidad de una comedia.

Mouret nos invita a reflexionar sobre la levedad de los afectos con una cuidadosa puesta en escena y unos diálogos brillantes y ágiles nos descubren como en su anterior película, Las cosas que decimos, las cosas que hacemos, la complejidad de las relaciones amorosas y de amistad sin caer en una postura moralizante o en dramatismos exagerados. Es la búsqueda del amor. Tres amigas dan vueltas y revueltas a sus emociones para engañarse, perderse y volverse a encontrar. En el tema de los afectos, nos viene a decir, no hay nada seguro, pero merece apostar y arriesgarse, aunque no haya red.

Tres amigas se ve muy bien y nos recuerda al cine de Woody Allen. Narra muy bien la incertidumbre que hay en toda relación y la enorme distancia que existe entre los deseos y la realidad. Y, sobre todo, es magistral cuando nos hacen ver el conflicto y las dudas que albergamos en el saber de nuestros deseos. Las protagonistas intentan constantemente comprender y revaluar su situación: desean, pero no desean; buscan sin saber muy bien que buscar y se contradicen constantemente. Los afectos siempre dificultan la vida, pero sin ellos es imposible vivirla.

Joan, Alice y Rebeca se enamoran, se traicionan, le dan una y mil vueltas a su situación hasta que encuentran una estabilidad, por el momento. Y es que la vida es un no parar.

ISABEL BANDRÉS







LA MARISOUL

Downtown Los Ángeles alberga las áreas de Chinatown, Little Tokyo o el Arts District; es también el distrito financiero de la ciudad. Y allí nació, en el centro del vibrante LA, hija de padres mexicanos, Eva Marisol Hernández, que vivió con sus progenitores entre México y Los Ángeles:

“Siempre como con esta dualidad, en tu casa es como en México, comes frijoles y tortillas, y en la calle hablamos inglés, escuchamos música en inglés, la música popular, whatever is on the radio (lo que sea que esté en la radio) […] Pues viví un tiempo en el estado de Morelos, la tierra de Zapata. Ahí viví como unos 5 años, cursé la secundaria, en mi adolescencia. Fue como un drastic change de vivir en Los Ángeles a mudarnos a un pueblito, pero fue vivir esas cosas hermosas de la vida de pueblo, de ir al kiosko con tus amigos o ir a jugar basket, cosas bonitas. Bonitos recuerdos, yo me siento como ni muy de aquí, ni muy de allá. También viví como un año en Tijuana con familiares, así que también media fronteriza.

Llegados a este punto no quiero olvidarme de su madre que, con increíble determinación, valentía y coraje, decidió dejar un día a un marido y padre que no les favorecía y pasar la frontera, lo que también hizo posible el desarrollo de Eva Marisol: "En la histórica calle Olvera de Los Ángeles, los comerciantes recuerdan a una niña cantando boleros en español para los turistas que a veces dejaban monedas en un sombrero cercano".

Su afición por la música, así como sus indudables dotes para el canto y crecer entre México y Los Ángeles, propiciaron que Marisol se convirtiese en La Marisoul. Orgullosa de ser chicana, incluye en su repertorio boleros, canciones tradicionales mexicanas, así como clásicos del jazz y el rock: "Esa es la raíz de lo que cantaba, boleros y rancheras tradicionales que aprendí de los músicos que tocaban en los restaurantes de la calle Olvera. Me enseñaron a cantar fuerte y a pasar la canasta".

Fruto de sus vivencias, La Marisoul comenzó a escribir sus propias canciones que incorporaban experiencias, miedos, sueños, deseos, aspiraciones y también el dolor y el placer del amor: "He pasado por mis fases oscuras en las que todo era tristeza y angustia. Crecí y me acepté. No se puede pensar en las cosas negativas. Debes avanzar y mirar la belleza de la vida. Cuando te rodeas de gente positiva, te va a afectar. Nos inspiramos mutuamente para crecer y creer en este sueño que a veces es un poco loco".

En el 2007, La Marisoul se convirtió en la voz del grupo La Santa Cecilia (así denominada la banda por la patrona de los músicos). La Santa Cecilia ha actuado en casi todo tipo de recintos, clubes de rock, festivales en Estados Unidos y México, incluyendo el Walt Disney Hall y el Hollywood Bowl en Los Ángeles. En 2014 La Santa Cecilia ganó el Grammy al Mejor Álbum de Rock Latino por su álbum Treinta Dias (Universal Music). En el 2017 fueron nominados en la misma categoría por su álbum Buenaventura (Universal Music) y en el 2018 por Amar y Vivir (Universal Music).

Pero La Marisoul también actúa en solitario. Fue invitada especial con Elvis Costello y The Roots en su álbum Wise up Ghost (2013) y tuvo la oportunidad de actuar con ellos en el Jimmy Fallon Show. En el 2018 formó parte de "Un tributo a Joni Mitchell" en el Hollywood Bowl junto a Diana Krall, Norah Jones, Graham Nash, Chaka Khan, Los Lobos y Seal. En 2019, formó parte del homenaje a "La obra y la música de Yoko Ono" en el Walt Disney Hall de Los Ángeles y, en este caso, nada menos que con la Filarmónica de Los Ángeles.

Pues esta fantástica cantante que es La Marisoul, de voz potente, brava pero cautivadora, llegará en breve a Madrid con la banda La Santa Cecilia, que está compuesta por José "Pepe" Carlos, Acordeonista y Requinto; Miguel "Oso" Ramírez, percusionista y Alex Bendaña, bajista. Buenísimos músicos, los tres. Sus ritmos panamericanos como la cumbia, la bossa-nova, la rumba, el bolero, el tango, el jazz, la música klezmer y la experiencia única de sus presentaciones, tan apasionadas como conmovedoras, seducen a cualquiera con tres dedos de amor por la música, por toda las músicas.

¿Dónde y cuándo? Pues será el próximo 19 de octubre, a las 19:30h, en la Sala Villanos (c/ Bernardino Obregón,18 Madrid), uno de los templos musicales de nuestra ciudad. Les dejo el enlace y ojalá nos veamos allí para disfrutar con La Marisoul y La Santa Cecilia. ¡Ya tengo mis entradas!

SUSI TRILLO

 LEÑA DE PIRUL (con La Santa Cecilia)


 EN EL ULTIMO TRAGO (con Eugenia león y La Santa Cecilia)

DEBUT Y DESPEDIDA (con La Santa Cecilia)


DOS BOTELLAS DE MEZCAL (con Dueto Dos Rosas y La Santa Cecilia)

CUATRO COPAS ( con Aida cuevas y La Santa Cecilia)

MAR y CIELO ( con La Santa Cecilia)


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