PREOCUPACIÓN POR AMENAZAS
E INJERENCIAS RUSAS EN LA UNIÓN
EUROPEA
LAS ELECCIONES AL PARLAMENTO EUROPEO, VITALES PARA SALVAR LA DEMOCRACIA
ASUNCIÓN VALDÉS
Cuando se cumplen dos años de la brutal invasión rusa de Ucrania
y a tres meses de las elecciones a la Eurocámara, crece la preocupación en la
Unión Europea por los ataques y amenazas de Moscú a quienes defienden un mundo
guiado por reglas, frente a la autocracia ejercida por el agresor Vladimir Putin.
El 13 de febrero, Rusia puso en busca y captura a la
primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, por derribar los monumentos
soviéticos del país báltico que, tras la caída de la URSS, ingresó en la Europa
comunitaria en 2004. “Esto no es más que el comienzo”, dijo Maria Zajarova,
portavoz del Ministerio ruso de Asuntos Exteriores.
En una reciente entrevista televisada con el periodista
ultraconservador norteamericano, Tucker Carlson, Putin, obseso de la
interpretación de la historia según su afán expansionista, llegó a justificar
la invasión nazi de Polonia, porque Varsovia se negó a entregar el pasillo de
Danzig a Alemania.
La impunidad con la que el Kremlin se deshace de los que le molestan es aterradora. Cuando crecían las protestas internacionales por la sospechosa muerte del valiente opositor, Alexéi Navalny, en la durísima cárcel del ártico, la Guardia Civil descubrió el 19 de febrero que el joven asesinado a balazos en la localidad alicantina de Villajoyosa, seis días antes, era en realidad el soldado ruso que desertó en agosto y vino a España bajo identidad ucraniana. Los tentáculos de Putin son alargados.
Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea y candidata a repetir un segundo mandato, cree que “Putin y sus amigos ven la democracia como un obstáculo a destruir”. La política cristianodemócrata está dispuesta a mantener el apoyo político y militar a Ucrania para frenar las ansias del Kremlin de hacer desaparecer al país ex soviético que osó acercarse a Occidente, una vez lograda su independencia. Además, la exministra alemana de Defensa ha presentado un plan para lograr una mayor coordinación de la industria militar de los Estados miembros de la UE, consciente de la necesidad de reforzar la capacidad defensiva de los 27, al mismo tiempo que se crean empleos altamente cualificados.
Pero para conseguir su objetivo de seguir cinco años más
en Bruselas, Von der Leyen necesitará la ratificación por mayoría absoluta del
Parlamento Europeo que salga de las votaciones que se realizarán entre el 6 y
el 9 de junio, en los 27 países de la UE. Sin duda, hay que ver las elecciones
europeas más en clave continental que sólo nacional, porque la Cámara de
Estrasburgo hace tiempo que pasó de asamblea consultiva a colegisladora, en pie
de igualdad con el Consejo de la Unión Europea, integrado por los Estados
miembros.
El poder de codecisión del Parlamento Europeo, junto a la
ratificación del futuro presidente de la Comisión Europea, sea quien sea,
determinará nuestro futuro. El PE participa en la aprobación del presupuesto
comunitario, la política agrícola, medioambiental, de inmigración, el desafío
de la digitalización, la ampliación a nuevos miembros, la posición
geoestratégica de la UE en el mundo, la defensa de los derechos humanos, la lucha
contra el terrorismo y el crimen organizado, etc.
LA EUROCÁMARA, ALERTA ANTE LOS
LAZOS RUSOS DE PUIGDEMONT
El pasado 8 de febrero, una resolución del Parlamento
Europeo aprobada por abrumadora mayoría (433 votos a favor, 56 en contra y 18
abstenciones), denunció la intromisión de Moscú en la política interna de los
países de la UE, con una clara alusión al proceso independentista catalán.
El Partido Popular consiguió que se aprobara una enmienda
relativa a informaciones de la prensa española sobre reuniones en plena crisis
del procés, en otoño de 2017, de
Carles Puigdemont, entonces presidente de la Generalitat, con Nikolai
Sadovnikov, exdiplomático ruso que podría pertenecer al Servicio Federal de
Seguridad, antiguo KGB del que Putin fue uno de sus agentes más destacados.
Porque los regímenes autocráticos con farsas electorales —como
será la votación entre el 15 y el 17 de marzo para perpetuar al presidente ruso
en el poder—, no cesan de maniobrar para desestabilizar al occidente
democrático. La resolución del PE cita numerosos ejemplos:
La propagación de bulos, los acuerdos de cooperación
entre la extrema derecha austríaca y el partido Rusia Unida del todopoderoso
Putin, la financiación rusa de la ultraderecha francesa o las estrechas relaciones
personales entre “los secesionistas catalanes, incluyendo las autoridades del
Gobierno de la comunidad autónoma de Cataluña, y el Kremlin.”
El Parlamento de la UE insta al Estado español a
investigar y esclarecer los supuestos contactos entre dirigentes
independentistas catalanes y altos cargos rusos.
LA DERIVA AUTORITARIA DE
HUNGRÍA
Lamentablemente, entre los 27 parece haber un caballo de Troya moscovita que es el
“régimen híbrido de autocracia electoral” del jefe del Gobierno húngaro, Victor
Orbán. Según el PE, Hungría ya no es una democracia plena.
A pesar del bloqueo de fondos comunitarios al país centro
europeo por sus constantes ataques al Estado de Derecho, Orbán no cede y se ha
propuesto impedir que los 50.000 millones de euros destinados por la UE a
Ucrania, lleguen a la capital del país martirizado por Rusia. El pasado
diciembre, el mandatario magiar sólo permitió que se aprobara la apertura de
negociaciones de adhesión a la UE. Fue necesario que se ausentara de la reunión
del Consejo Europeo en un momento dado, para dar luz verde a la solicitud de
Kiev.
Las trabas húngaras son oro para Moscú, porque el tiempo
juega a favor de Putin. En el último mes ha logrado la importante victoria en la
ciudad de Avdiivka, colindante con Donetsk, territorio ilegalmente anexionado
por Rusia, al este de Ucrania. Mientras, su presidente Volodimir Zelenski
implora urgentemente la ayuda occidental ante la enorme superioridad militar
rusa. La llegada de armamento de Estados Unidos, interrumpida desde enero por
representantes republicanos, podría desbloquearse si algún senador partidario
de Putin, no obstruye la ayuda como hace Orbán en la UE.
Además, el líder populista, ante las elecciones europeas,
y también locales, que se celebrarán en Hungría, ha puesto en marcha una
llamada ley de soberanía nacional para, “intimidar, disuadir y silenciar” voces
críticas, según denuncian la oposición y numerosas organizaciones de la
sociedad civil húngara.
Cuando el 9 de junio los españoles vayamos a las urnas
debemos pensar que de nuestros votos dependerá la salvación de la democracia
europea. Y la paz y estabilidad de la organización supranacional más avanzada
en materia de bienestar y libertades del mundo.
ASUNCIÓN VALDÉS
LIBROS
Y TOMATES
MARÍA
LUISA MAILLARD
En
los últimos meses dos asuntos fundamentales, que llevan décadas macerándose,
rondan los medios de comunicación; aunque no llegan a ocupar sino de forma
puntual, la primera plana de las noticias: el deterioro progresivo de la
actividad agrícola y el deterioro de la enseñanza pública española, que sigue
reflejando el Informe Pisa: libros y tomates, las cosas de comer (el cuerpo), y
las cosas del espíritu (libros).
Respecto
a las cosas de comer, que es el asunto que recientemente ha ocupado —no
suficientemente—, a la prensa, más a la europea que a la española, veamos cuál
es el problema y cuáles sus consecuencias si no se remedia. En dos palabras:
los productos agrícolas europeos no pueden competir con los de aquellos países
que inundan de frutas y verduras nuestros mercados, y no se encuentran gravados
por las onerosas limitaciones de los productos europeos —leyes abusivas,
burocracia, ausencia de una política hidráulica—. Nuestros agricultores se ven
obligados a abandonar su actividad, y con ella el campo, porque no pueden
sobrevivir a las actuales condiciones que les impone el Estado.
Actualmente
más de 1.300 normativas —414.272 desde el inicio de la democracia—, estrangulan
el sector agrario en una continua inestabilidad legislativa, aumentada en los
últimos años por cuestiones medio ambientales y de bienestar animal. Cada año
una media de 2.600 autónomos del sector, abandonan el campo.
¿En
qué situación queda un país que no se puede alimentar por sus propios medios y
depende para ello de otros que, además, no respetan ni los derechos de sus
trabajadores ni los requisitos medio ambientales ni los derechos humanos? ¿Qué
sucedería en tiempos de guerra? Tenemos ahora una en las fronteras de Europa,
provocada por un dirigente autocrático, Putin, quien, supuestamente, parece
amigo de los nacionalistas que nos gobiernan; asunto éste que alarma a la Comisión Europea, quien ha instado al gobierno español a investigarlo. Hay más de un dirigente autocrático
liderando amplias zonas del planeta.
¿No
es un asunto que requeriría una atención especial de aquellos en los que hemos
delegado la dirección de nuestros asuntos? No apreciamos esa atención en la
preservación de nuestra autonomía alimentaria. Desde hace décadas no se
ejecutan en España obras hidráulicas, tan necesarias en un país aquejado de
sequías periódicas ni, por supuesto, en el estudio mismo del problema —que es
complejo y no se resuelve apelando de forma exclusiva al “mantra” de la
salvación del plantea. Hace tiempo que Europa no es el centro del mundo ni
demográfica ni política ni económicamente. Somos una gota en el mar. No podemos
salvar solos el Planeta. Salvemos nuestros tomates.
Respecto al otro asunto, la educación, no nos encontramos con un panorama mejor: La calidad educativa desciende por una cuesta abajo que no parece tener fin, como va constatando el informe Pisa. No hay que olvidar que es la educación en libertad la que produce la cantera de hombres y mujeres aptos para continuar el, hasta hace poco, proceso cultural que nos ha conducido, entre otras cosas, a las democracias y las sociedades del bienestar. Tampoco, que son los profesionales los que preservan, precisamente, el estado del bienestar, nuestra seguridad personal y nuestro sistema democrático: médicos, profesores, jueces, funcionarios y agentes del orden: policías y guardias civiles.
¿En
qué situación queda un país que reniega de su calidad educativa y reduce
progresivamente el papel social de sus profesionales y su nivel cultural? Si
esta situación es tremendamente preocupante en el caso de médicos, profesores y
juristas; en el caso de nuestros agentes de seguridad, como acabamos de
comprobar en los recientes sucesos del pasado 9 de febrero en Barbate, es de
una gravedad extrema. Su creciente desprotección de medios y personal, ha
desembocado en la muerte de dos agentes.
Han
sido asesinados dos guardias civiles en una zona de España, que nuestros
gobernantes han abandonado en manos de la mafia y han enviado allí a morir a
dos de sus más fieles servidores. Mientras, se adelgaza el colchón civilizador
de una clase media profesional y se anatematiza un pensamiento que no se
encuentre al servicio de los que detentan el poder, mediante un control cada
vez mayor de los medios de comunicación.
¿Qué
sociedad nos espera sin tomates y sin libros en el contexto de un orden mundial
en el que los autócratas campan a sus anchas? Solo nos faltaba sumar a esta situación la presunta corrupción de nuestro gobierno.
MARÍA LUISA MAILLARD
IMÁGENES SOBRE LAS
MUJERES Y LOS LIBROS
35.
LUGARES PARA LEER
SINGULARES
O SORPRENDENTES
INÉS
ALBERDI
Esta entrada contiene
imágenes muy diversas. En ella se agrupan aquellas en la que las mujeres que
leen se sitúan en lugares peculiares y en situaciones inusuales o sorprendentes.
Son retratos de mujeres
leyendo en lugares que no parecen habituales. No significa que nos parezcan
inadecuados, sino que nos ha sorprendido la elección del artista al retratar a
las mujeres leyendo justamente en ese sitio.
Un tanto singular es el
lugar que elige la lectora de Stevens, que se encuentra en la bañera a la vez
que mantiene a su lado un libro abierto.
Alfred Emile Léopold Stevens, Bélgica (1823-1906) El baño, 1873-74 Musée d'Orsay, París |
No
tan singulares, y más frecuentes, son los retratos de mujeres leyendo en un
tren o en un barco. Los barcos de viaje siempre han sido lugares a los que
llevarse un libro, Con una cierta frecuencia se ven retratos de lectoras a
bordo de un barco.
Henry Bacon, USA (1839-1912) En mar abierto: el barco de vapor trasatlántico Péreire, 1877 Museo de Bellas Artes de Boston, USA |
Algo más sorprendente es
leer a bordo de una barca de remos. El paseo en barca no suele ir acompañado de
libros, pero esto es lo que parece hacer la modelo de Manet.
Edouard Manet, Francia (1832-1883) Clariana, 1878 Colección particular |
Los viajes en tren si han
sido ocasiones frecuentes para leer, ya desde sus inicios en el siglo XIX
cuando eran carruajes, como en los trenes más recientes y actuales.
Augustus Leopold Egg, Inglaterra (1816-1863) Las compañeras de viaje, 1862 Museo y Galería de Arte de Birmingham, Inglaterra |
Agnes Cleve-Jonand, Suecia (1876-1951) Leyendo en el tren, c. 1920 Colección particular |
También encontramos lectoras en la versión ciudadana del tren que es el metro suburbano. Muy frecuentemente, leyendo periódicos.
Reginald Marsh, Estados Unidos (1898-1954) El capitán debe morir, 1925 Museo de Arte de Indianápolis, Estados Unidos |
Francis Luis Mora, Uruguay (1874-1948) Lectores en el metro de New York, 1914 Colección particular |
Quizás el lugar más sorprendente de los que hemos encontrado, para retratar mujeres leyendo, es un burdel.
El prostíbulo es uno de los
lugares que más nos ha sorprendido como excusa para representar mujeres leyendo.
Hay una serie de obras de Beckman que retratan el ambiente de un prostíbulo, en
el que aparecen muchas mujeres leyendo.
Max Beckmann, Alemania (1884-1950) La carta, 1945 Museo von der Heydt, Wuppertal, Alemania |
Hemos encontrado numerosos
retratos realizados por este autor de prostitutas que parecen leer mientras
esperan la llegada de clientes.
Max Beckmann, Alemania (1884-1950) Mujer con camisa blanca, leyendo, 1947 Colección particular |
Max Beckmann, Alemania (1884-1950) Dos mujeres leyendo, 1935 Colección particular |
Esta situación nos hace mirar con simpatía estas mujeres que, con un oficio tan difícil, entretienen su ocio leyendo.
Max Beckmann, Alemania (1884-1950) Mujer recostada leyendo, con iris 1923 Museo Belvedere, Viena, Austria |
De todas formas, Beckmann no
es el único artista que retrata mujeres en esta situación. Esto ya lo había
hecho Munch, años antes, cuando pintó a unas mujeres leyendo en un prostíbulo
en Noruega, indicando incluso que era el día de Navidad.
Edvard Munch, Noruega (1862-1944) Navidad en el burdel, 1904 Museo Munch, Oslo, Noruega |
INÉS ALBERDI
Louise Brooks, la eterna Lulu |
LULÚ, DE FRANK WEDEKIND
NURIA ALKORTA
En esta galería de personajes teatrales no puede
faltar el de Lulú, protagonista de las tragedias tituladas El espíritu de la
tierra y La caja de Pandora de Franz Wedekind (1864-1918). Las dos
obras serían algo así como la primera y segunda parte del ascenso y caída de
esta niña-mujer desgarrada. En realidad, es la suya una peripecia “estática”, porque
Lulú permanece inmóvil, irredenta, en su centro trágico.
No se trata de la historia ejemplar de una prostituta
arrepentida. Lulú no es una Dama de las camelias decimonónica, con final
melodramático y sentimental; tampoco es una Pretty Woman hollywoodiense
que extasía a los espectadores despertando calculadamente, para hacer caja, la
envidia de las mujeres y la ambición de los hombres. Al mostrar la calamitosa
vida de esta víctima de abuso infantil y de la trata sexual, Wedekind en ningún
modo pretende ofrecer una satisfacción apaciguadora sobre “el daño que hace la
maldad humana”, un alegato digno de celebrar y que nos ayude a hacer la
digestión después de salir del teatro.
La heroína trágica de Wedekind se distancia del selecto grupo de mujeres fatales y de cortesanas de la ficción, porque, a diferencia de estas, Lulú no quiere ser otra y, sin lamentar su suerte, tampoco ambiciona otras circunstancias. Ella ha consolidado su desgarro como un absoluto que la vivifica y, al tiempo, la devora. En la seducción y en el sexo Lulú toca el espejismo del amor: es decir, una y otra vez, revive su abandono.
Solo me viene a la mente un personaje femenino que
puede hermanarse con ella, me refiero a la calderoniana Semíramis. Ambas
responden al tipo de mujer fatal que, a su vez, son víctimas de un nacimiento fatídico:
Semíramis es producto de la violación de su madre, quien, además, muere al
darle a luz; Lulú es una niña de la calle, sin padres conocidos, prohijada por
un desvergonzado rufián quien la prostituye, se aprovecha de su ascenso y su
éxito con los hombres, y aún sigue exprimiéndola cuando ella lo ha perdido todo
y vuelve a la calle. Ambas mujeres viven por su herida.
Cuando tocamos el misterio del dolor humano se impone
la prudencia y, sobre todo, la humildad al intentar explicar ese abismo. Por
eso, al releer El espíritu de la tierra y La caja de Pandora para
escribir estas líneas, me he asombrado al descubrir que hace mucho, cuando
acababa de terminar la carrera de Arte Dramático, por algún motivo que no
recuerdo, estudié las obras a fin de escenificarlas. Ha sido enternecedor ver
mis subrayados a lápiz de tal o cual frase y mis anotaciones en papelitos
diseminados por el libro. ¡Qué podía yo entender entonces del misterio humano!
Tal vez lo mismo que ahora: poco; pero, al menos, conocedora como todos del
dolor, me acercaba a él del mismo modo que ahora: con compasión y asombro. Para
quienes tratan el corazón humano esa es una de las cualidades más preciadas de
la creación artística.
El espíritu de la tierra
presenta el exitoso despegue de la carrera social de Lulú. Con sus sucesivos
cambios de vestido y de circunstancia, ella es objeto del deseo de un selecto
grupo de hombres de la alta burguesía alemana: industriales y banqueros,
periodistas y artistas. En sus sucesivos matrimonios y relaciones, estos
hombres intentan poseer y dominar a Lulú, y, tal vez por eso, porque quieren
“crearla” a su imagen, le dan nombre según su fantasía: para Schön, que la
recogió de la calle cuando Lulú tenía doce años, era Mignon; para el viejo
Goll, su primer marido, fue Nelli; y para el pintor Schwarz, su segundo marido,
Eva… Solo esa especie de “padre”, Schigolch, la reconoce fielmente llamándole Lulú,
pero, ¿acaso es ese su nombre de nacimiento? No lo sabemos.
En el Prefacio en verso a la tragedia, el domador de
un circo de fieras, armado con un látigo y un revólver, nos presenta a Lulú como
“la criatura sin alma”. A diferencia de los personajes pusilánimes e
hipocondriacos que, como “animales domésticos”, protagonizan las comedias y
tragedias de su tiempo, Wedekind pretende mostrar en su obra al “verdadero
animal, el animal hermoso, salvaje” que actúa por puro instinto, sin culpa:
“creada fue para sembrar la desgracia” -dice el domador- “para atraer,
seducir y envenenar, / para matar sin que uno lo sienta”. En correspondencia
con el tiempo en que fue escrita la obra y con la sociedad burguesa alemana
denostada por el autor, Lulú representa “la imagen femenina primigenia” personificada
como una serpiente, y, más concretamente, es “la infantil candidez del vicio”.
Frank Wedekind como Schöm, en una producción teatral de las obras de Lulu, con su futura esposa Tilly Newes en el papel principal |
En sintonía con los postulados freudianos sobre la
sexualidad, en boga en el período de transición entre los siglos XIX y XX, la
rebelión creativa de Wedekind contra la sociedad puritana e hipócrita de su
época abogaba por una sexualidad liberada de cualquier límite moral que,
incluso, en el colmo de una supuesta irracionalidad, llegaba a disculpar la
pederastia. Lulú es una construcción ideal masculina, posiblemente también de
su autor, que representa y justifica la atracción de lo prohibido.
El personaje creado por el dramaturgo, sometido en la
obra a la lascivia de sucesivos protectores, maridos y amantes, se hace fuerte
frente a su hipocresía. Lulú se adueña de su destino y, para escándalo de sus
creadores, es sencillamente lo que ellos fantasean en sus sueños más
perversos. Ahí radica su poder sobre ellos, pero también su condena porque, si
bien se alza como una fuerza inhumana que atrae y hunde en la fatalidad a otros
seres más débiles que ella, Lulú también actúa espoleada por el maltrato y la
sumisión: primero, a su “benefactor”, el empresario Schön; luego, a un confidente
de la policía sin escrúpulos, Casti-Piani; y, finalmente, cuando se prostituye
en la calle, sucumbe ante el cliente más brutal de todos, Jack el Destripador. En
realidad, el instinto sexual liberado de Lulú forma parte de un mito de
dominación machista.
El espíritu de la tierra
desarrolla los intentos de Schön, un potentado magnate de la prensa, para
terminar su relación pasional con Lulú. Desde que aquella pequeña desarrapada de
grandes ojos infantiles intentó robarle en la calle, Schön ha ejercido como “pigmalion”
de la pequeña: sin embargo, su dudoso intento de redención acabó en una
relación pederasta, ejemplo extremo de la dinámica “siervo y señor”, que les
enlazó definitivamente en un círculo fatal sin salida.
Viudo de su primera mujer, Schön queda libre para
casarse con la “indecente” Lulú, pero elige comprometerse con una joven “decente”
de la buena sociedad. Para deshacerse de su “protegida” amaña su casamiento con
Goll, un vicioso sexual que disfruta como voyeur y domina a Lulú con mano de
hierro. Tras la muerte del viejo, Schön promueve un nuevo matrimonio con
Schwarch, un desconocido pintor a quien encumbra por medio de una intensa campaña
de prensa. Tras el suicidio del segundo marido, Lulú inicia una exitosa
trayectoria como bailarina, también promovida por Schön en su periódico, actuando
en los espectáculos de Alwa, hijo de Schön y como un hermano para ella. Sin
embargo, a pesar de sus maniobras, Schön no puede terminar la relación con Lulú
y cuando ella le amenaza con irse a África con un príncipe explorador, sin querer
perderla, al fin anuncia el cese de su compromiso matrimonial y se casa con su
amante. A partir de ahí, la vida conyugal se convierte en un infierno, una
“inmundicia”: Lulú, quien nunca ha dejado de tener amantes, le engaña con sus
amigos y criados, incluso flirtea con Alwa, su ahora hijastro. Schön, paranoico,
protagoniza escenas de celos y vive acuciado por la promiscuidad de su mujer,
su “Ángel exterminador”. Enloquecido, entrega a Lulú una pistola para que se
quite la vida y, en cambio, ella le dispara cinco balas. Ante su cadáver
exclama: “El único a quien he amado”.
Gustav Diessel y Louise Brooks en La caja de Pandora, 1929 dirigida por Georg Wilhelm Pabst (Nero-Film AG/Moviegraphs) |
La caja de Pandora desarrolla los
intentos de Lulú para escapar de la justicia: primero con su rocambolesca fuga de
la cárcel, donde ha pasado un año recluida como asesina de Schön, y, luego, en
su azarosa huida por Europa. Para Lulú aparece un nuevo benefactor: se trata de
una mujer, la condesa Geschwitz. También ella está perdidamente enamorada, pero
a diferencia del “amor” de Schön es el suyo un sentimiento abnegado que la
arrastra a un tipo de heroísmo oscuro, sin límites y desesperado.
La perversión hipócrita de la sociedad culta y decadente
del círculo de Schön de la primera obra, da paso a la brutalidad de los bajos
fondos del círculo de Lulú en la segunda: se trata de una amalgama humana encabezada
por Alwa, convertido ahora en su amante, y por la condesa Geschwitz, a quien Lulú
finge amar y, sin embargo, maltrata sin piedad; junto a ellos, y a su costa, viajan
Schigolch y Rodrigo, un forzudo acabado y sin escrúpulos. El presidio ha
marcado un punto de inflexión en el ascenso de Lulú, su fortaleza y elasticidad
comienzan a resquebrajarse.
La grotesca comitiva recala en Italia, en el enclave de
placer de la “gente guapa” internacional, allí, en un ambiente glamuroso pero
depravado, celebran el cumpleaños de Lulú acompañados por un conjunto de personajes
de dudosa catadura: banqueros, traficantes, prostitutas y chulos de lujo, agitadores
de prensa rosa… Comen y beben, juegan en el casino y se engañan unos a otros
con traiciones y felonías: un banquero sin escrúpulos especula con acciones sin
valor y arruina a sus “amigos”, unos viejos logran corromper a una niña de
quince años…
UNA DIFERENCIA FUNDAMENTAL:
SEXO Y SEXUALIDAD
LIDIA
ANDINO TRIONE
Muchas
veces hemos escuchado acusar al Psicoanálisis de pansexualismo, o sea que todo
lo explicaría por la sexualidad. Un prejuicio que viene montado en otro que es
adjudicar a la espontaneidad un valor de verdad, cuando lo más espontáneo, tantas veces, es el
prejuicio y no lo transparente de nuestro pensamiento.
Se
me imponen aquí algunas consideraciones sobre la diferencia entre sexo y
sexualidad que ayuden a deshacer la fusión compulsiva entre lo genital y lo
sexual. El sexo como cumplimiento genital está al servicio del control, es
decir, cuando se funde sexo y sexualidad prima la ideología de la reproducción
y esto, si bien es necesario, acota la sexualidad a obedecer el mandato de la
especie.
La
moderna exaltación del cuerpo de la mano de la escenificación del sexo ya sea
televisiva, técnico-sexual, cirujano-plástica, etc., ha provocado el mayor grado
de intrusión y dominio que se conoce en la historia. Hasta ahora sabíamos del
dominio sobre los territorios, sobre los bienes y las riquezas, pero no
directamente, sobre los cuerpos.
La
sexualidad no es objeto de evidencia, no está donde creemos que está, nunca es
observable ni visible, está
descentrada, tramada en palabras, por ello ninguna técnica puede dar
cuenta de ella. Ahí donde el sexo se hace ostensible a través de posturas
ensayadas, procedimientos calculables y maniobras predeterminadas que tratan de
hacer previsible lo imprevisible, la sexualidad se recluye en moradas
insospechadas, fuera de las representaciones habituales y de sus estrategias de
captura.
Es
precisamente mediante ingeniosos aparatos, profusos recetarios, avanzados modos
de confort intelectual y “control mental” que la sexualidad se disocia de la
dimensión humana del lenguaje, para someterla a los vaivenes de la fisiología y
de la neuroanatomía. En esa misma línea se la compara con la del mundo animal
donde, para nuestra fascinación, nunca se ve pérdida ni falla, porque la
pistola es disparada cuando el instinto ya dio en el blanco.
Esa
exhibición del sexo con que se decoran tantos escenarios mediáticos, mecánicos
y amnésicos sólo sirve para abatir y taponar los laberintos de una sexualidad
que siempre deriva por otros pasadizos, en otra escena…
LIDIA
ANDINOPsicoanalista
TRADUCIR COMO TRASHUMAR - MIREILLE GANSEL
FELIPE VEGA
Este libro resulta entrañable ya desde su portada, una foto en blanco y negro en la que un rebaño de ovejas trepa por un monte escarpado, en medio de la niebla. ¿A dónde irán estas?, se pregunta uno. Siempre me ha dado la impresión de que las ovejas no van a ninguna parte, que están ahí para que al verlas pasar regresemos a la infancia al decir: ¡mira, un rebaño de ovejas!, palabras mágicas.
Las ovejas nos devuelven la inocencia de la misma manera que las palabras bien escogidas nos hacen sentir reconciliados con la humanidad, aunque solo se trate de un espejismo. Es asunto de buenos escritores y buenos traductores trashumar, como las ovejas, con el lenguaje, venga de donde venga. Una oveja puede ser latina, cirílica, suní o tener aspecto de ideograma. En este mundo debe de haber tantas ovejas como palabras en los libros, aunque no hayamos echado la cuenta seguro que es así.
Mireille Gansel, además de escribir novela y poesía, vive de la traducción del alemán y el vietnamita (una variante del chino mandarín) al francés. Es una persona sabia. Solo alguien sabio puede decir que “las palabras saben de nosotros cosas que ignoramos de ellas”. La belleza que esconde este pequeño libro, una autobiografía en cierto modo, es como las sorpresas que nos depara un paseo por el bosque: no sabemos si viviremos una aventura, si nos encontraremos un animal o alguna persona, o si recuperaremos algún recuerdo entre los árboles. Del bosque no se sale igual que se entra. Lo mismo sucede con un libro, con este libro compuesto de breves episodios, capítulos cimentados con fragmentos de una vida azarosa y rica.
“Esta noche os traduciré”, decía el padre de la autora a sus hijos cuando eran pequeños. No solo les leía cuentos, los traducía. Al traducirles, los niños podían viajar a dos lugares al mismo tiempo: a una narración y a otra lengua. “Esa noche descubro que las palabras (en esta ocasión provenientes del húngaro), como los árboles tienen raíces cuya magia me es revelada por mi padre…”, cuenta Mirielle Gansel. No recuerdo ahora qué autor decía que “la mejor forma de entender un libro es traduciéndolo”. En la medida de mis posibilidades, comparto la frase por completo. Y de paso respeto, más que otros muchos oficios, el de traductora de madame Gansel. ¿Es un oficio traducir? Bueno, planteo la pregunta, pero escondo la mano: la respuesta no importa mucho. Y si se tratara de un oficio, este está, generalmente, mal pagado y apenas considerado. Hace un año recompré una novela de Joseph Conrad. El librero trajo tres ediciones diferentes y las puso encima del mostrador. Las abrí solo “para ver quien las traducía”. Ante mi extravagante gesto, el librero solo logró articular una elocuente interjección, ¡Ah!
Pues ¡ah!, sea… El cariño que pone la autora de este libro en lo que traduce es propio del constant gardener de John le Carré. Amar las palabras tiene mucho en común con lo que decía al principio: si las usamos bien, nos reconcilian con aspectos de la vida; si hacemos lo contrario, nos envilecemos, nos amargamos. También es bastante cierto.
No hace falta más que encender el televisor y escuchar lo que se dice, no fijarse en lo que se ve. La televisión se ha convertido en la radio de los que creen ver, cuando apenas se ve algo. Sus imágenes son rutinarias, desangeladas, vacías… Como decía el cineasta Jean-Luc Godard: “Los ciegos tienen esperanza, yo veo…”.
En fin, recuperen un poco el ánimo buscando y leyendo este libro, publicado el pasado año por Galaxia Gutenberg. Sonreirán hacia adentro, ese lugar de nuestro cuerpo donde la risa es más aparatosa.
FELIPE VEGA
El
amigo de nuestro blog, Emilio González Martínez, ha publicado un último libro,
titulado Sobre el paciente que más me preocupa,
de difícil clasificación en cuanto a género; pero que, precisamente por ello,
es un ejercicio “a tumba abierta”. La vida es dispersa, y el autor la recoge de
forma dispersa desde “la última vuelta del camino”: poemas, artículos,
reflexiones, cuentos; siempre con una factura impecable, porque el territorio
de Emilio es la palabra, las palabras que le deslumbraron de niño: Lorca,
Neruda, Gabriela Mistral, Octavio Paz…
“Camino
así, de espaldas a mi propia muerte
Con
la mirada clavada en las frases que, de niño,
Me
desgarraron para siempre”.
Hay
que destacar la valentía del autor para situar la muerte “esa insustituible
presencia que hace nacer el pensar”, en palabras de María Zambrano, en el
corazón del otro gran tema del libro: la palabra, ese “sorprendente escenario
para un diálogo con la muerte”. La palabra es también el “Jardín elegido por el
lenguaje para sus juegos”, porque es libertad y es permanencia.
La
palabra es la que manda y nos guía para afrontar nuestro destino en la resaca
del nihilismo, recurriendo a esa rebeldía metafísica, de la que ya habla Albert
Camus. Rebeldía del autor contra la trascendencia: “lo sobrehumano no es más
humano que lo inhumano” y contra las “fabulaciones” de nuestra tradición
—Cristo, la Virgen María—:
“Saber
de la muerte no me autoriza a malgastar
el
poder evocador y anticipatorio de la palabra
para
crear un más allá, después de muerto”.
Rebeldía
también contra un orden social que reduce la sexualidad a la reproducción de la
especie y dicta las convenciones de la familia. Rebeldía contra una situación
cultural que ha conducido a la inflación del yo y que el autor traduce, en
última instancia, como un deseo de impunidad ante la muerte. Rebeldía contra el
recurso a un entretenimiento continuo que nos haga olvidar nuestro destino.
Junto
al poder salvífico de la palabra se encuentra el psicoanálisis: “No somos
libres, pero nuestras palabras pueden serlo. La poesía y el psicoanálisis,
apuntan a esa posibilidad”. Y el inconsciente se cuela en muchos de los
relatos, que pueden calificarse de “surrealistas” como “Mi apartado en la
oficina de correos”. Y junto a la presencia del inconsciente, aquello que,
según Freud, lo alimenta y lo sostiene: la sexualidad y sus secretos, en
palabras del autor “esas papeleras de la sociedad que Freud se dedicó a
revisar”.
No
podía faltar en este recordatorio “a tumba abierta” la herida no cauterizada de
la dictadura argentina, que lo condujo al exilio de su patria hace ya más de 40
años, ni un bello poema dedicado a su amiga y compañera de vida, Lidia.
MARÍA LUISA MAILLARD
Retrato de Estela de Castro |
CRISTINA
GARCÍA RODERO
MARÍA
LUISA MAILLARD
No
podemos decir que Cristina García Rodero, una mujer que fue la primera española
en ser admitida en la prestigiosa agencia Magnum Photos, creada en 1947 por
Henri Cartier Bresson y Robert Capra, sea una desconocida en el ámbito de su
especialidad, la fotografía; sin embargo, dos razones poderosas nos han
inducido a incluirla en nuestro apartado de “Mujeres olvidadas”.
La primera de ellas, es el mismo ámbito de su actividad. La fotografía se sigue manteniendo al margen de la historiografía del arte y pocos fotógrafos españoles, y menos fotógrafas, son conocidos como creadores, mucho menos aquellos que cultivan “la fotografía directa”, que se abrió paso, después de la Segunda Guerra Mundial, con autores como Henri Cartier Bresson.
El alma dormida (Saavedra, Lugo), 1981 |
La
“cámara oscura”, antecedente de la fotografía y conocida desde el siglo XVI,
fue utilizada por algunos pintores como Canaletto, para dotar de más verismo a
sus cuadros. Esa función de dotar de verosimilitud a la pintura y plasmar la
objetividad de lo real, se mantuvo como finalidad de la fotografía durante su
primera andadura, que se inició en 1839. La primera fotografía, hecha sobre una
superficie de plata pulida, aparece de la mano de Daguerre y fue denominada
daguerrotipo. La técnica sigue perfeccionándose a lo largo del siglo XIX, con
los carretes de película enrollable de Kodak en 1988 y la introducción del
color en 1903 por los hermanos Lumiére. La fotografía, aún en esta fecha, es
considerada como un auxiliar científico en la observación de la realidad, no
como una actividad creativa.
La
introducción de la fotografía en periódicos y revistas, como complemento
imprescindible y los reportajes de guerra, contribuyeron a su difusión. Sin
embargo, no fue hasta la época de las vanguardias artísticas —dadaísmo,
futurismo, surrealismo— que la fotografía rompe con su condición mimética y
aspira a crear otra realidad, fruto ya de la actividad artística. Los
mecanismos serán la superación de la perspectiva convencional y la manipulación
en el proceso de gestación de la imagen, popularizándose, entre otras técnicas,
la del fotomontaje.
Bajo la lluvia 2/7, serie Georgia. Colección FCDP |
Después
de la Segunda Guerra Mundial, como ya hemos indicado, la “fotografía directa”,
comienza a ocupar el lugar que había abandonado la pintura, al adentrarse en el
camino sin retorno de lo que María Zambrano denominó “la destrucción de las
formas”. Desaparecen de los cuadros el rostro humano y la realidad exterior, en
aras de la subjetividad creativa del pintor. “La fotografía directa” ocupa el
lugar vacío y desde allí se reclama arte, porque la creatividad se encuentra,
según palabas de Bresson, no en la manipulación del material, sino “en la
cabeza, el ojo y el corazón” del fotógrafo, capaz de descubrir el lado oculto
de la realidad, “el alma de las cosas”.
En
ese camino nos encontramos con la figura singular de Cristina García Rodero. Es
su singularidad y la fuerza sobrecogedora de sus imágenes, la segunda y más
poderosa razón para incluirla en nuestra galería de mujeres. Su vocación de
“caballo”, según sus palabras, fue su vida. Ella lo tenía claro: “La fotografía
de lo real nunca va a morir” porque es la vida, el ser humano, lo que siempre
va a estar ahí, esperando nuestra mirada. “Cada persona fotografiada es un
mundo, dice, en un solo rostro podemos encontrar el dolor, la tenacidad, la
compasión y el orgullo; y yo debo gestionar ese mundo desde la empatía y la
profesionalidad”.
Rituales en Haití, 2001 |
No
es fácil captar ese mundo. Cristina García Rodero define su actividad como un
combate de boxeo: “hay que vivir la escena, sumergirse en ella, bailar con
ella, a la espera del momento en que debes dar el puñetazo, el flash que la
inmortaliza”. Ella quiere recoger esos pedazos de vida que descubren el alma
—la desolación, la alegría, la espera, la ternura, el terror, la fe, el
júbilo—, para que no mueran, para que vivan siempre.
Nació
Cristina García Rodero en Puertollano en 1949, ciudad en la que desde 2018
existe un Museo dedicado a su obra. Desde chiquitina se sintió aventurera y,
después de licenciarse en Bellas Artes en 1972, compaginó su trabajo como
profesora; primero, en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid; y desde 1983 en
la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense, con sus correrías
por todos los pueblos de España. Iba persiguiendo la cultura y las tradiciones
populares, vivas en sus fiestas. No eran fruto de la ignorancia de un país
atrasado, como se entendía en los años 70; sino de la sabiduría del pueblo, del
alma que se desataba en sus celebraciones. Primero viajaba los fines de semana
en trenes y autobuses; después en un destartalado seat 600. Siempre abriéndose
paso entre la muchedumbre festiva, se introdujo en el corazón del pueblo y lo
inmortalizó. El resultado fue el libro, ya de culto, La España Oculta, publicado en 1989.
El Holi, Magnum, Cristina García Rodero |
Pronto
se lanzó a otras aventuras, a otras culturas, porque el fondo de humanidad que
ella perseguía se encontraba allí donde hubiera hombres y mujeres. México,
Haití, la India, Corea… La persecución de imágenes populares, que elevó a una
belleza sobrecogedora, no tenía fronteras para ella. Su actividad sigue siendo
incansable hoy en día porque como ella dice: “Soy pequeña. Mido metro y medio;
pero mi fuerza no está en el físico, sino en la mente”.
En
1996 obtuvo el Premio Nacional de Fotografía del Ministerio de Cultura y desde
2018 es Doctora Honoris Causa por la Universidad de Castilla la Mancha. En el
año 2013 fue nombrada Académica de número de la Real Academia de Bellas Artes
de San Fernando. Su obra se encuentra en colecciones permanentes, en el Centro
de Arte Reina Sofía, en el IVAM de Valencia y en el Museum of fine Arts de
Houston, entre muchos otros lugares del mundo.
No
se pierdan el documental: “Cristina García Rodero: la mirada oculta”, dirigida
por Carlota Nelson en 2023 y accesible hoy en ciertas plataformas, como
Movistar.
MARÍA LUISA MAILLARD
DELHY TEJERO. MEMORIA Y CREACIÓN
EN
PATIO HERRERIANO (MUSEO DE ARTE CONTEMPORÁNEO ESPAÑOL) DE VALLADOLID, TENDRÁ
LUGAR ESTA EXPOSICIÓN DEDICADA A NUESTRA BIOGRAFIADA DELHY TEJERO, QUE
COMISARIADA POR PATRICIA MOLINS, PODRÁ VISITARSE DESDE EL 2 DE MARZO AL 9 DE
SEPTIEMBRE DE 2024.
Delhy Tejero, nacida en Toro en 1904, fue una de esas
singulares artistas de vanguardia que tuvieron la capacidad de deslizarse con inusitada
naturalidad por los diferentes escenarios artísticos de las décadas centrales
del siglo pasado. La exposición que, bajo el comisariado de Patricia Molins,
presentamos en las salas 1 y 2, recorre las primeras incursiones de la artista
zamorana en el ámbito de la ilustración, da buena cuenta de un interés de corte
antropológico por las tradiciones populares y es testigo de los viajes por
diferentes lugares que, en su momento, y a la postre, se revelarían esenciales
para su carrera, como París, Italia o Marruecos. Todo esto ocurriría en los
años anteriores a la Guerra Civil española.
Las dos salas de la exposición marcan una división
aproximada entre la obra de preguerra y la de posguerra. Los años cincuenta
marcan una clara nueva dirección, pues Delhy avanza hacia la abstracción tras
un primer momento que tiene como protagonista la figura humana en el que ahonda
en la fusión entre figuras que dan como resultado obras de gran singularidad.
De la parte final de su vida son sus trabajos para murales de grandes formatos
en diferentes contextos. Se mostrarán aquí notables ejemplos de trabajos
preparatorios.
Con su atención al paisaje, al acervo rural y a las
tradiciones vernáculas, esta exposición cumple con el compromiso del Museo de
conectar con el presente y con la historia del contexto artístico de Valladolid
y de Castilla y León.
EL PASADO DÍA 13 DE FEBRERO TUVO LUGAR EN EL ATENEO ESCURIALENSE (SAN LORENZO DE EL ESCORIAL - MADRID), UNA CONFERENCIA A CARGO DE MARÍA LUISA MAILLARD QUE VERSÓ SOBRE “LAS MUJERES EN EL TEATRO DE CALDERÓN DE LA BARCA”. OS DEJAMOS EL TEXTO DE SU DISERTACIÓN.
LAMUJER EN EL TEATRO
DE CALDERÓN DE LA BARCA
MARÍA LUISA MAILLARD
Buenas tardes, agradezco a Pilar Rodríguez Laserna, directora del Ateneo escurialense de Literatura, la invitación para participar en este estupendo ciclo sobre El Siglo de Oro español y su Literatura, y poder estar aquí esta tarde con todos ustedes para compartir el fascinante mundo de la mujer en el teatro de don Pedro Calderón de la Barca. Pero, antes de comenzar mi disertación voy a dejar la voz a uno de los personajes del autor, Eugenia, protagonista del auto sacramental El José de las mujeres, (1669), que se desarrolla en la lejana Alejandría, donde Eugenia ocupa una cátedra de Filosofía. Se encuentra sentada ante un escritorio en un aposento propio, antecedente sin duda de “la habitación propia” que reivindica Virginia Woolf y con algún eco de Hipatia de Alejandría:
HABLA EUGENIA
¡Oh, nunca mi voluntad
viendo que los hombres son
por armas y letras dueños
del ingenio y del valor,
me hubiera puesto en aquesta
estudiosa obligación
de darles a entender cuánto
más capaz, más superior,
es una mujer el día
que, entregada a la lección
de los libros, mejor que ellos
obran, discurren veloz.
No estamos, a pesar de la “habitación propia”, ante un feminismo avant la lettre. En esta obra tardía, que fue objeto de censura por su tratamiento del demonio, Eugenia, después de un atormentado itinerario y múltiples peripecias, acabará en el martirio. Pero sí estamos ante una denuncia clara, en plena época del Barroco español, de la falta de educación como causa de la inferioridad de la mujer y una defensa de su derecho al estudio en la misma medida que los hombres. Tampoco es la visión de la mujer en Calderón un adelanto de nuestro actual feminismo del siglo XXI. Su perspectiva es mucho más compleja —inserta en la complejidad de la naturaleza humana—y se desarrolla de diferentes formas en el drama, la comedia y los autos sacramentales.
Lo que lleva a cabo Calderón en el parlamento inicial de este personaje es recoger una reivindicación que se remonta a la denominada “Querella de las mujeres”, que inicia Cristhine de Pizán en 1405, con su libro La ciudad de las damas, escrito para rebatir los libros de la época en los que los hombres denigraban a las mujeres. Una situación que coincide, como veremos más adelante, con el inicio del Humanismo y el predominio en el pensamiento de la herencia aristotélica frente a la platónica. Esta situación de desprestigio de las mujeres continúa en el siglo XVII y da lugar a que autoras italianas como Lucrecia Marinelli y Moderata Fonte, sigan el camino que inició Cristhine de Pizán, reivindicando el valor de las mujeres. Camino que no es desconocido en la España del siglo XVII, como lo prueban las novelas de María de Zayas y Sotomayor.
En
1755 el capitán Luidvig von Kahlen (una excelente interpretación de Mad Mikkelsen)
se dispone a hacer productivos los inhóspitos paramos daneses con el objetivo
de crear una colonia en nombre del rey. El capitán tiene una ardua tarea por
delante: las tierras no son muy productivas, no puede contar con otras
inversiones que no sean las que salen de su pobre economía personal y solo cuenta
con su tesón y su trabajo. Luidvig von Kahlen se nos presenta como un hombre hecho
a sí mismo. Hijo no reconocido de un noble y una sirvienta, ha llegado a ser
capitán tras veinticinco en el ejército y, ahora, desea elevar su estatus
social con un título nobiliario y alcanzar un bienestar económico que nunca
tuvo. Este hombre de bien, de carácter recio y trabajador, se enrolará en una
aventura épica para lograr sus objetivos.
En
contraposición a nuestro héroe, aparece Frederik de Schinkel (interpretado por un
creíble Simon Bennebjerg), que pertenece a la nobleza. El aristócrata es rico y
poderoso desde la cuna y se considera con derecho para abusar y someter a todos
a aquellos que considera inferiores. Dos hombres totalmente diferentes se
enfrentarán para intentar cumplir sus deseos: el capitán, escalar un puesto en
la sociedad y el aristócrata, ampliar su poder. Ambos representan dos formas
opuestas de ver la vida. Luidvig von Kahlen se ha tenido que ganar desde la
nada lo que es y lo que tiene. Es seguidor de las reglas impuestas por la ley, austero
y protector con los suyos. Muy al contrario, su adversario, Schinkel, ha
recibido todo desde la cuna y solo obedece a su propio capricho. Representa el
caos y la corrupción más detestable. Utiliza a los otros de manera despiadada y
cruel.
Muy
pronto, el capitán Kahlen ganará nuestra admiración y nos tendrá pendientes de
sus desgracias y de sus victorias. La narración nos dejará sin respiración
desde el minuto uno. Desde la butaca, sufrimos una enorme tensión viendo todas
las penalidades por las que tiene que pasar el protagonista; sentimos un anhelo
inexplicable por ver el brote de una patata; celebramos con alegría los
pequeños momentos de felicidad que disfruta nuestro protagonista; experimentamos
repulsión por el corrompido Schinkel; vemos imágenes de un gran ternura y
belleza lírica; soportamos horrorizados momentos de una violencia moral y física
extrema que nos deja noqueados y con ganas, a la vez, de huir y de quedarnos en
la sala. Y, al fin, cuando salimos a la calle sentimos que nos han dado una
paliza emocional que se traspasa a lo físico y nos entra un hormigueo difícil
de describir, ya que nos deja al borde del colapso emocional. Bueno, esa ha
sido mi experiencia.
Es
una estupenda película, de corte clásico, no apta para todos aquellos que solo
deseen ver lo bueno y agradable de la naturaleza humana. En esta narración, el
mal y la crueldad de nuestra especie se nos presenta en toda su crudeza. El
director, Nikolaj Arcel, nos habla de dos maneras de afrontar la vida. Y, sobre
todo, nos explica lo difícil que es no seguir los deseos inculcados por los
otros, aquí por la presión social: riqueza, títulos, relaciones con el rey… Lo
arduo que es descubrir el propio deseo y optar por él. Y, también, nos advierte
de la complicidad de mantener los valores humanos, como el cuidado a los otros
y la honradez, en una sociedad corrompida. Nuestro héroe recorre un largo
camino para descubrir quién es y qué es lo que realmente desea. Es una
estupenda película, pero no para todas las sensibilidades. Yo, a pesar de la conmoción,
me alegro de haberla visto.
ISABEL
BANDRÉS
https://www.youtube.com/watch?v=pQ6E5i1GO7c
Una
joven e idealista profesora de origen polaco intenta solucionar, de manera
justa, el robo de pequeñas cantidades que se está produciendo en el aula donde
imparte clases de matemáticas a unos alumnos preadolescentes alemanes. Pronto
comprenderá que su tarea no es tan fácil como parece: la dirección de la
institución animará a los alumnos a la delación, sus decisiones estarán teñidas
de un cierto racismo y, además, descubrirá, de manera no muy ortodoxa, que en
el aula de profesores también se cometen robos por parte del personal docente y
administrativo. Pero la animosa y rigurosa profesora no cejará en su empeño de
descubrir la verdad, lo que la enfrentará a profesores, alumnos y padres. Lo
que comenzó como algo nimio se va agrandando a base de rumores, medias
verdades, falsedades y juegos de poder; su ética de tolerancia cero provocará un
terremoto de imprevisibles dimensiones.
El
desarrollo de la película es ejemplar, nos tiene atados a la pantalla y
noqueados, porque estamos viendo en un espejo lo que pasa en nuestra sociedad.
El micro-mundo del colegio es el mundo exterior en el que vivimos. El periódico
del colegio es igualito a nuestros medios de comunicación. Profesores, alumnos
y padres son representantes de nuestra sociedad: poderes, clases sociales, mandos
medios, inmigrantes… que mantienen un difícil equilibrio para que no salte una
chispa que se lleve todo por delante. El director de la película, Ilker Catak,
hace una magnifica disección de nuestra sociedad poniendo el foco en una
escuela alemana.
La
película en una especie de thriller en el que nuestra heroína es
acorralada por todos: compañeros, alumnos y padres. La trama se va complicando
de tal manera que el ambiente se vuelve irrespirable para la Carla. La
profesora ejemplar y querida por sus alumnos, será puesta en cuestión hasta
convertirse en chivo expiatorio de todos. Cargará con las frustraciones de los
alumnos, el malestar de los profesores y el enojo de los ocupados padres. Un
sistema basado en vive y deja vivir, logrará arruinar la reputación de una
profesora dedicada, tenaz e ingenua.
Oscar,
un niño muy inteligente, con el que Carla tiene un vínculo especial, orquestará
de una manera muy hábil una campaña contra su profesora y la inocente Carla
aprenderá la gran lección de su vida: las buenas intenciones por sí solas casi
nunca triunfan. La ética y la moral, nos viene a decir a decir Catak, es
patrimonio de cada uno, pero es difícil que salgan victoriosas en una sociedad
acomodaticia. En el aula, como en la vida, ganará, no el mejor si no el más
hábil para moverse entre las trampas, intereses y emociones de los demás. Nuestra
admirara profesora, una excelente interpretación de Leonie Benesch, vive en un
mundo real que poco o nada tiene que ver con la idea que ella tiene de cómo
deben ser las cosas y las personas. Esa desconexión con la realidad junto con
su ingenuidad y rigidez moral, serán la dinamita que provoque el seísmo que,
por otra parte, nada cambiará. Tras la tormenta, como es habitual, se retomará
la calma y todo seguirá igual.
Sala
de profesores es una excelente y recomendable película
que está muy por encima de Los que se quedan, otra película sobre educación
ahora presente en las pantallas de los cines.
ISABEL BANDRÉS
https://www.youtube.com/watch?v=qWZ3nXX7kUA
Comienza
la película con una obertura que obliga al público a estar en la oscuridad
durante algunos minutos. La primera imagen que vemos, tras la oscuridad
inicial, es la de una familia feliz pasando un día en el campo, a las orillas
de un río: niños nadando, risas infantiles y padres atentos a las necesidades
de sus retoños. Una idílica estampa familiar en un entorno natural de gran
belleza. Cuando vuelven a su casa se nos revela su identidad: la familia del
comandante de las SS Rudolf Höss, cuyo agradable hogar está separado por un
muro del campo de concentración de Auschwitz, que dirige el padre de familia.
La
mayor parte de la película transcurre en esa acogedora casa y en sus cuidados
jardines: los niños juegan, el padre lee cuentos a su hija más pequeña, los sirvientes
diligentes hacen las tareas del hogar, la madre se reúne con sus amigas, las
visitas disfrutan de la piscina y un mundo perfecto aparece ante nuestros ojos.
Pero, poco a poco, se nos va desvelando que, tras lo aparentemente bucólico existe
un mundo aterrador que lo hace posible. Hedwig, la madre de familia, enseña
orgullosa los jardines y el invernadero a su madre visitante mientras se queja,
con notable malestar, de que todavía no ha podido ocultar con árboles o
arbustos el muro que separa su paradisiaco jardín, el logro de su vida, del
campo de exterminio.
El mal va conquistando terreno en la narración, pero siempre ha estado allí: los gritos apagados de los prisioneros, el sonido de los tiros, el ruido de la maquinaria de la muerte, el humo de las chimeneas… La oscuridad de lo que no se ve, va adquiriendo presencia sobre la alegría hogareña que se nos muestra. La “normalidad” va agrietándose: niños que juegan con dientes de oro, amigas de la madre que hablan de diamantes encontrados en los tubos de la pasta de dientes, sirvientas que se prueban prendas de vestir requisadas y un padre “ejemplar” que piensa en voz alta cómo ser más eficaz en su trabajo de eliminar prisioneros. Y todo esto sucede de la forma más natural y banal posible. Solo la madre de Hedwig, visitante ocasional del paraíso que ha creado su hija, se da cuenta de lo que implica moralmente disfrutar del edén a costa del infierno de los otros. Tras el primer deslumbramiento de lo aparente, descubre la insoportable realidad que le hace huir sin dar explicaciones. El ambiente de amabilidad superficial que se respira esconde el horror de la inhumanidad radical de unos monstruos que, por no parecerlo, resultan más escalofriantes.
Hay
algunos indicios dispersos de que lo que sucede al otro lado del muro está
afectando al bienestar mental de la familia. La hija pequeña sufre terrores
nocturnos, que se traducen en sueños fantasmagóricos, en los que se intenta
resolver de manera inconsciente el terror al vacío del no saber lo que
realmente sucede. El cuento de Gretel que le lee su padre, en un acto de
sadismo, para “tranquilizarla” nos descubre un padre no tan modélico. Las ideas
nazis que inculca a sus hijos varones durante sus paseos campestres, sin
abandonar la apariencia de un padre protector y amable, nos dicen mucho de la
ausencia de cualquier rasgo moral. La narración nos va mostrando cómo la
perversión del mal puede ir extendiéndose de manera natural, incluso
frívolamente alegre, en las sociedades más cultas, como era la alemana.
Pero
“la vida soñada” por Hedwig se pone en peligro cuando el Tercer Reich envía a
su marido a Berlín. Ella luchará con la burocracia para quedarse en su
confortable hogar de Auschwitz con los niños, mientras su marido trama en
Berlín cómo hacer más eficientes los campos de concentración. Cuando ella,
durante una llamada telefónica, le pregunta a su marido por las personas que
asistieron a una magnifica fiesta nazi en Berlín, él le contesta: “Realmente no
me di cuenta, solo estaba pensando en cómo podría gasear a un grupo como este
con techos tan altos”.
En
el final de la narración, Rudolf Höss sufre un vomito al pie de una escalinata.
La escena se corta y vemos a unas limpiadoras en las salas de un museo donde se
muestra el legado de aquella época y, de nuevo, aparece la imagen de un Höss ya
repuesto de su indisposición pasajera. ¿El vómito representa un leve momento de
lucidez de lo que realmente es?,
¿el impoluto museo del horror representa lo que solo somos capaces de ver, para
olvidar rápidamente el infierno de los otros? La banalidad del mal, término
acuñado por Hannah Arendt, está representado aquí por Glazer, su director, con
gran talento.
Una
película muy recomendable por su ejecución, por sus actores, en especial la
interpretación de Sandra Hüller en su papel de Hedwig y, sobre todo, porque nos
hace reflexionar sobre lo que significa el vacío moral y la incapacidad de reconocer
el mal en nosotros. Las imágenes oníricas en blanco y negro, las escenas
simbólicas cuando Höss le lee cuentos a su hija, nos llevan a recapacitar sobre
la complejidad humana.
No
se la pierdan.
ISABEL
BANDRÉS
https://www.youtube.com/watch?v=_FQwmkszP3I
Corren
los penosos años cincuenta en una ciudad de provincias sumida en la penuria y
el olvido. Los integrantes de una peculiar Cofradía —más encaminada a lo
etílico y a lo esotérico que a los rigores de la penitencia— inician una noche
una disparatada aventura, dirigida al hallazgo de una mítica fuente de aguas
virtuosas, de la que un día bebió, a lo que parece, un eximio canónigo de
dilatada memoria.
La aventura de los cofrades marcará la línea simbólica a partir de la cual se abrirá una vía de escape del mundo estrecho y ramplón que les rodea. Y ese será, naturalmente, el tema sustancial de la novela: el enfrentamiento entre la vida real y la imaginaria, la lucha entre el disparate —teñido también de inocencia— y lo convencionalmente establecido por una sociedad sin imaginación.
Luis Mateo Díez. Foto: Jeosm |
Luis
Mateo Díez (Villablino, León 1942) es autor de, entre otras, de las novelas La
Fuente de la edad (1986 y 2016), con la que obtuvo el Premio Nacional de
Literatura y el Premio de la Crítica, El expediente del náufrago (1992), Camino
de perdición (1995), La mirada del alma (1997), El paraíso de los mortales
(1998), Fantasmas del invierno (2004), La gloria de los niños (2007), Azul
serenidad o la muerte de los seres queridos (2010), Pájaro sin vuelo (2011), La
soledad de los perdidos (2014), Vicisitudes (2017) y Juventud de cristal (2020),
todas ellas publicadas en Alfaguara. El volumen Fábulas del sentimiento (2013)
recoge las doce novelas cortas de ese ciclo narrativo. Sus cuentos están
recogidos en El árbol de los cuentos (2006). Con La ruina del cielo (2000)
obtuvo el Premio Nacional de Literatura y el Premio de la Crítica. La cabeza en
llamas (2012) fue distinguida con el Premio Francisco Umbral al libro del año.
También es autor de El hijo de las cosas (2018), Gente que conocí en los sueños
(2019) y Los ancianos siderales (2021). Celama (un recuento) (2022) es su
última obra publicada. Es miembro de la Real Academia Española y ha recibido
las siguientes distinciones: Premio Castilla y León de las Letras, Premio
Miguel Delibes, Premio de Literatura Observatorio D’Achtall, Premio Rivas
Cherif por la adaptación teatral de su trilogía El reino de Celama, Premio
Comunidad de Madrid de Literatura, Premio Nacional de las Letras Españolas y
Premio Cervantes 2023. Su obra está traducida a numerosas lenguas, y ha sido
llevada al cine y al teatro.
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