miércoles, 11 de mayo de 2016

¡¡ NOS VAMOS A VALENCIA !!


NUESTRA ACTIVA COMPAÑERA DE AMMU, LA PINTORA ROSA MASCARELL DAUDER, HA ORGANIZADO UN PERIPLO POR SU TIERRA NATAL, EN EL QUE DAREMOS A CONOCER AMMU, ASÍ COMO NUESTRA COLECCIÓN DE BIOGRAFÍAS.




A LAS 12:00 H
 SALA DE ACTOS DEL EDIFICIO CENTRAL DE LA UJI
(UNIVERSITAT JAUME I), CASTELLÓN




A LAS 19:00 H
 SALA DE CONFERENCIAS DEL COLEGIO MAYOR RECTOR PESET, VALENCIA




A LAS 19:00 H
SALA DE CONFERENCIAS DEL IMAB, BIBLIOTECA CENTRAL DE GANDÍA










CHARLA DE INÉS ALBERDI SOBRE EMILIA PARDO BAZÁN
EN LA LIBRERÍA LOS EDITORES
EL PASADO DÍA 5 DE MAYO


 Inés Alberdi durante su disertación


HUBO TAMBIÉN UN SIMPÁTICO DIÁLOGO,
EDSCRITO POR MARÍA LUISA MAILLARD
ENTRE LA PARDO BAZÁN Y GALDÓS,
 PROTAGONIZADO POR INÉS ALBERDI (ESTOLA A LO BAZÁN)
Y NATALIA VELASCO (PURO A LO GALDÓS)












DIÁLOGO ENTRE DOÑA EMILIA Y GALDÓS

15 de marzo de 1892, habitación de una pensión en la calle de la Palma, junto a la Iglesia Maravillas. Galdós está sentado en un sillón con un puro en la boca. Entra como un trompo doña Emilia.





DOÑA EMILIA. (tirando su estola y el bolso encima de la cama). ¡Qué éxito, amigo mío! Tu estreno de Realidad va a ser el acontecimiento teatral de la temporada. El teatro de la Comedia estaba lleno a rebosar, galerías, palcos y butacas… ¡Y en el entreacto he oído al mismísimo Menéndez Pelayo comentar: ¡Este es nuestro Ibsen!

GALDÓS. ¡Has venido!

DOÑA EMILIA. ¿Qué creías? ¿Qué iba a ser como tú, que me dejaste plantada como una escoba, aquí, en esta misma habitación? (le quita el puro de la boca) No debes fumar tanto.

GALDÓS. Tenía mis motivos, como bien sabes.

DOÑA EMILIA. Bah, bah, un error momentáneo de los sentidos. Esa infidelidad mía fue una fruslería. Ya te dije que el quererme a mí tenía todos los inconvenientes y las emociones de casarse con un marino o un militar en tiempos de guerra. Siempre doy sustos.

GALDÓS. Olvidémoslo. Ya ves que te he perdonado, en la vida y en el papel.

DOÑA EMILIA. Sí, me he reconocido en el personaje de Augusta, tan bien interpretado por María Guerrero, ¿No era acaso yo esa señora más querida por el bueno de Orozco, mientras más infiel y trapacera.? ¿Y tú ratoncito? ¿Has sufrido tanto como tu personaje para perdonarme?  Sé que te hice daño, tú que eres tan bueno que sólo mereces rosas y bienes. (Cambiando de tema al ver el gesto contrariado de Galdós). Ya había leído, como sabes, La incógnita, y luego la novela Realidad, pero verme así, en presencia… Me ha impresionado. ¡Qué bien me has aprovechado!

GALDÓS. Yo también leí tu versión de los hechos en La Insolación. Esa esposa, cuya infidelidad no es fruto de la voluntad, sino de una insolación inmisericorde que obnubiló sus sentidos.

DOÑA EMILIA. Bueno, bueno, así somos nosotros, hincamos el diente en la vida para escribir nuestras novelas. Y ya verás como pronto asoman su hocico los bien pensantes  que te echarán en cara que tu personaje no haya seguido las normas del honor calderoniano y no haya matado al amante de su esposa. ¡Le has hecho una buena manola al mundo necio de esta corte de nuestros pecados! Bueno, amigo mío, ¿qué tal te va sin esta gallega ilustre? He sabido que has tenido una hija  con Lorenza Cobián. Espero que te portes.

GALDÓS. Sí, le he dado mis apellidos.

DOÑA EMILIA. (Acercándose). Me alegro de verte. Venga, besa mi jeta gallega y sentémonos a charlar como antes. Ya sabes que yo no me puedo soltar fácilmente los nuditos del querer.

GALDÓS. Quería hablar contigo hace tiempo. Manifestarte mi profunda indignación por el comportamiento de la Academia.

DOÑA EMILIA. Estarás al tanto, supongo de lo que corre por los mentideros.

GALDÓS. Sí, claro, no hay un asiento para ti en la Academia.

DOÑA EMILIA. No seas pacato y di las cosas por su nombre. El chiste que difundió el indigno Valera fue que no había asiento para mí porque tendrían que hacer un asiento especial para mi culo gordo. ¿Se habrían atrevido a decir eso de un hombre?

GALDÓS. Ya me enfrenté a Valera. ¿Y sabes lo que me contestó? Que cómo podía alabar yo, que era tu amigo, la manía de ser académica, que era como si te empeñases en ser guardia civila. No le di un puñetazo porque soy pacífico.

DOÑA EMIMILIA. No te preocupes, querido amigo, ya sé que tú eres tranquilo y reflexivo, pero yo no. ¿Sabes lo que le contesté al señor de la Academia? Que si  no querían verme entre ellos porque dedican las sesiones a contar chistes verdes, cometen un error: yo los sé buenísimos.

(Se ríen os dos y luego dice Galdós)

GALDÓS. No sé, querida amiga, cómo te empeñas en sufrir esos agravios.  Yo soy mayor que tú y no solicito mi ingreso porque sé que la Academia está llena de tradicionalistas, que no pueden ver mi nombre ni en pintura.

DOÑA EMILIA. Pero yo no soy como tú, ratoncito. Y el tema de las mujeres no es el mismo que el de la política. Yo no sólo me empeño por mí sino por todas las mujeres, las que hay y las que están por venir.

GALDÓS. Explícame eso, porque siempre pensé que estábamos de acuerdo en que había que combatir las rancias ideas de los tradicionalistas. Son ellos los que defienden ideas anticuadas, también sobre la mujer.

DOÑA EMILIA. Te equivocas, querido amigo.  Lo de la mujer es, como diría el padre Feijoo, un error común. Punto es el de la situación de la mujer en que se dan la mano racionalistas y neocatólicos, carlistas y republicanos federales. Todos coinciden en esa vieja tesis de que el destino de la mujer es el de la gallina sumisa y ponedora. Y bien, el instinto sexual y reproductor serán móviles poderosísimos, no lo niego, pero tanto de hombres como de mujeres. Y sobre todo, no son el móvil único de la criatura racional ni han de ofrecerse como negación de otros móviles como el social, el artístico y el político.

GALDÓS.  Me asustas, Emilia, no sé por qué se me da que vas a dejar arrumbada tu tarea literaria por la de mitinera. ¡Sería una pena! Sabes cuánto valoro tu trabajo.

DOÑA EMILIA. ¡No seas tan tiquismiquis! ¿No me conoces, mi alma? Yo tengo energía para eso y para mucho más. Y en este momento estoy empeñada en la lucha por la mujer. Si no luchamos nosotras, ¿quién lo hará? Tú mismo, que has pintado tan bien a las mujeres ¡Ay, ese personaje de Fortunata! Cuando has querido darnos una figura de mujer que aspira a realizarse, como es Tristana, la has dejado flotando en el mundo del ensueño.

GALDÓS. No repitamos esta discusión, Emilia, siempre te he dicho que no has entendido bien la novela.

DOÑA EMILIA. Quizá tengas razón, amigo mío. Las novelas no pueden cambiar la situación de la mujer. (Se levanta) ¡Pero sí la educación! En octubre iré al Congreso Pedagógico que se celebrará en Madrid. Allí defenderé lo que aún no se atreven a hacer los de la Institución. El libre acceso de la mujer a todos los estudios y todas las profesiones.







PRÓXIMA CITA EN LIBRERÍA LOS EDITORES




SERÁ EL DÍA




LA CHARLA SERÁ EN TORNO A LA FIGURA 
DE MARÍA MOLINER Y ESTARÁ CONDUCIDA POR 
A.PILAR RUBIO, AUTORA DE SU BIOGRAFÍA


COMO EN TODAS ESTAS CHARLAS SE HARÁ UN DIÁLOGO DRAMATIZADO ENTRE MARÍA MOLINER Y SU DICCIONARIO


María Moliner, autora del 
Diccionario de uso del español






María, maña
La RAE rechazó a María Moliner, cómo no. Demasiado roja, demasiado artista, demasiado indomable. Demasiado mujer

El 30 de marzo de 1900, 38 días después de que en Calanda, Teruel, naciera Luis Buñuel, en Paniza, Zaragoza, vino al mundo María Moliner, otro ser muy extraño nacido en Aragón. No dejó de protagonizar rarezas. Cuando su padre les abandonó y huyó a Argentina, ella, casi una niña, se puso al frente de la familia para sacarla de la miseria. A los 21 años se licenció en Historia, en un tiempo donde una chica universitaria era un bulto sospechoso. Se empapó del espíritu de la Institución Libre de Enseñanza, colaboró con las Misiones Pedagógicas de la Segunda República y comprendió la urgencia de inyectar educación y cultura en la España profunda para que este país tuviera algún remedio. Pero no lo tenía: ella fue denigrada por el franquismo en la posguerra.

En su DNI pondría que era archivera o bibliotecaria, pero lo que la encumbró fue una delicia lingüística: el Diccionario de uso del español, de cuya primera edición se cumple el 50ª aniversario. Se volcó en él durante 15 años. Esa María es la que retrataba la ópera que se estrenó en Madrid. Era brava y obstinada hasta extremos cómicamente baturros. Admitió que si no hubiera sido tan tozuda nunca habría concluido su tarea. Abría una ficha para cada vocablo y las acumulaba en una caja de zapatos. Mantenía los ojos y los oídos muy atentos para absorber los matices y la riqueza de las palabras, que ella definió con finura y, a menudo, con un salero que dejaba en ridículo la solemnidad del diccionario de la Real Academia Española. Esa institución la rechazó entre sus miembros, cómo no. Demasiado roja, demasiado artista, demasiado indomable. Demasiado mujer.







http://www.eilaeditores.es/libros.html




A. Pilar Rubio López nació en Aldeanueva del Camino (Cáceres). A los dieciséis años se traslada a vivir a Madrid donde obtiene la Licenciatura en Ciencias de la Educación por la Universidad Complutense. Es autora de varios libros, entre otros, las biografías de Tiziano, Manet, Vermeer, María Moliner Y carolina Coronado. Vinculada desde su primera juventud al mundo editorial, trabaja como creadora y realizadora de proyectos editoriales. En 1992, dos colecciones de su propia creación -una infantil y otra juvenil- recibieron el premio del INLE (Instituto Nacional del Libro Español) al libro mejor editado. En su afán solidario por la paz y la igualdad, en el año 2008 obtuvo el segundo premio en el concurso de relatos María Moliner y en 2009 quedó finalista y fue premiada en el concurso de relatos “Y digo Paz”. Es miembro de AMMU.







PRÓXIMA TERTULIA LITERARIA AMMU




COMENTAREMOS EL LIBRO


Este segundo volumen de La novela de Ferrara tal vez constituya el relato más depurado de Bassani. Elegante y elegíaca, Las gafas de oro narra la historia de Fadigati, un médico reputado que se instala felizmente en Ferrara hasta que el rechazo unánime de su homosexualidad lo condena al ostracismo en el mismo momento en que empieza la persecución de los judíos en Europa. La maestría estilística de Bassani transforma una sutil analogía en una metáfora de la deriva de la Italia fascista de los años treinta y de la inexorable barbarie humana.



Giorgio Bassani


MÁS BASSANI, MÁS FERRARA

Bassani (1916-2000), nacido en Bolonia, vivió en Ferrara durante su infancia y parte de su juventud. Su padre era médico como lo es Athos Fadigati (otorrino), el protagonista de Las gafas de oro, y judío, como lo es el narrador de la novela.

En la Italia de los años 30, en pleno auge del fascismo, Las gafas de oro cuenta la triste y dramática historia del doctor Fadigati, marcado y condenado por su homosexualidad. Hacia la tragedia final, la novela va contando el nacimiento del rumor, el incremento de los comentarios a media voz, la creciente marginación, el hostigamiento, la agresión, en definitiva, el cerco que conduce a un hombre, por su condición sexual, a la soledad y a la desesperación.

El clima del fascismo en Italia y la atmósfera provinciana de la, por lo demás, culta y señorial Ferrara son los dos lazos que van ahogando y haciendo irrespirable la vida del antes respetado doctor Fadigati.

Con señaladas reminiscencias proustianas, Bassani insufló aire y vuelo a la sequedad del neorrealismo más canónico, recreando con holgura y fluidez el paisaje urbano y humano de Ferrara, combinando en justa medida las descripciones pertinentes con la abundancia de diálogos breves. El retrato testimonial no desaparece, pero resulta elevado a cotas poéticas.

En la constatación del acoso al diferente y del modo en que es progresivamente estigmatizado por la intolerancia, Bassani, al hilo de la época contemplada, establece un paralelismo, fatalmente confluente, entre el rechazo a los homosexuales y a los judíos.

En un perturbador episodio, protagonizado por una perra callejera, abandonada, que Fadigati ha consolado, el doctor se pregunta y pregunta al narrador: “En el hombre hay mucho de animal; sin embargo, ¿puede rendirse el hombre? ¿Admitir que es un animal y nada más que un animal?”

Con estas palabras, desarrolladas en la escena posterior, Bassani plantea el complejo, ambivalente y, con frecuencia, doloroso asunto de la identidad. ¿Cómo actuar cuándo conviven en nosotros dos fuertes identidades?, ¿qué equilibrio establecer? ¿O no existe identidad tan fuerte que nos diferencie de los otros? Si existe, ¿acaso no necesita manifestarse con libertad? ¿Y qué pasa cuando la identidad reivindicada vive entre los extremos de excluir a los distintos o de provocar la propia exclusión por los demás? Los riesgos de la identidad y de su gestión.

"EL CULTURAL" 
Publicado por  el día  12 de Noviembre, 2015
























La película “El juez” ha sido considerada recientemente como la película del mes en Francia. Dirigida por Christian Vincent (“La discreta” y “La cocinera del Presidente”) ofrece la excelente interpretación de Fabrice Luchini ( Racine) en el papel de presidente de un tribunal de justicia de provincias que se encuentra en un momento de declive personal y no tiene nuevos retos por los que ilusionarse. Le apodan el juez de las dos cifras, porque al culpable siempre suelen caerle más de diez años.

Este juez de avanzada edad y totalmente inmerso en su trabajo se enfrenta a uno de los casos más difíciles de su carrera cuando tiene que lidiar con el proceso contra un hombre acusado de matar a su hija de siete meses.

Por un lado representa un papel principal en la Administración de justicia y por otro existe impotente al desmoronamiento de su vida. En su árida soledad, renace la pasión por una bella médico que le atendió seis años atrás en el hospital después de un accidente y que causalmente es jurado en el juicio que ahora preside.

La actriz danesa Side Babet Knudsen  (Borgen) da la réplica femenina como una doctora amable, cercana y cálida. El juez Racine guarda de ella un recuerdo imborrable que se reaviva tras su reencuentro en el juzgado. Lucino ofrece una excelente interpretación de hombre atormentado, tímido, exigente y en proceso de divorcio al que sólo quiere su perro. Fuerte y admirado, aunque no querido, en su papel judicial se siente frágil y a la deriva en su vida personal.

Racine busca la verdad de los hechos en la sala de justicia y una relación con una mujer tierna y alegre que le aleje de de la sequedad y aislamiento en el que vive. Hay que destacar las deliciosas escenas que la pareja, por separado o juntos, tienen con la perspicaz hija de ella.


La película de apariencia sencilla, sin giros ampulosos ni gestos excesivos nos va contando suavemente, con respeto, sin concesiones y con humor como los diversos personajes se ven empujados por pulsiones que no pueden dominar y que los enfrentan al desamparo y al imperativo legal.

Isabel Bandrés







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