sábado, 1 de abril de 2017



NUESTRA BIOGRAFÍA DE ALICE GUY BLACHÉ, EN EL PAÍS!!






DE ALEJANDRA VAL CUBERO










LEER LLENA, PERO NO ENGORDA!!

Jane Bucci


PRÓXIMA TERTULIA LITERARIA



COMENTAREMOS EL LIBRO...


Si Juego y distracción supuso un paso de gigante en la incipiente carrera de James Salter, Años luz, publicada ocho años más tarde, en 1975, significó claramente su consagración como uno de los grandes maestros de la literatura norteamericana del siglo XX. La escritura diáfana, leve y luminosa de Salter nos asoma al interior del matrimonio de los Berland, cuya vida transcurre entre Manhattan y una vieja casa al norte de Nueva York. Allí, en una suerte de paraíso natural, rodeados de prados y con vistas al río Hudson, Viri, arquitecto al que le apasiona su profesión, y Nedra, una mujer de marcado carácter y una rara elegancia, disfrutan de los paseos, las cenas con amigos y los incontables momentos de sosiego dedicados a jugar con sus dos hijas. Sin embargo, detrás de esta apariencia idílica, el lector descubre las finas líneas de fractura que asoman en la superficie y se van convirtiendo en grietas hasta que, finalmente, desfiguran el paisaje sin posibilidad de reparación. El amor difuminado por el paso del tiempo, como gran protagonista, aguarda a los personajes para envolverlos en una luz final, vespertina, sin retorno. Años luz traza con exquisita sensibilidad los límites y contradicciones de ese estado evanescente de plenitud y bienestar que llamamos felicidad y que anida en lo más profundo de todo ser humano.



James Arnold Horowitz nació el 10 de junio de1925.

Impartió clases en la Horace Mann School, donde tuvo como compañeros a Julian Beck y William F. Buckley, Jr. En el año académico 1939-1940 también estudió allí Jack Kerouac.

Quiso estudiar en la Universidad Stanford o en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, pero finalmente el 15 de julio de 1942 entró en la academia militar de West Point por la presión de su padre que había vuelto al ejército como Coronel Louis G. Horowitz en el Cuerpo de Ingenieros (United States Army Corps of Engineers) en julio de 1941 anticipando la guerra.

Como hizo su padre, cursó la carrera militar en West Point durante la Guerra Mundial. Después de su primer año de academia completó el entrenamiento de vuelo básico en Pine Bluff, Arkansas, y el avanzado en la Stewart Air Force Base, Nueva York.

En mayo de 1945 su vuelo perdió el rumbo, estando bajo de combustible confundió unas vías con una pista y estrelló su avión North American T-6 Texan en una casa de Great Barrington, Massachusetts. Realizó cursos de vuelo para aviones multimotores B-25 hasta febrero de 1946.

Su primer destino fue el 6th Airlift Squadron en Nielson Field, Filipinas. Después estuvo destinado en Naha Air Base, Okinawa, y Tachikawa Air Base, Japón.
En enero de 1947 fue ascendido a teniente. En septiembre de 1947 fue transferido a Hickam AFB, Hawái.

En agosto de 1948 cursó estudios de posgrado en la Universidad de Georgetown y recibió su título de máster en enero de 1950.

En marzo de 1950 fue destinado al cuartel general del Tactical Air Commanden la base aérea de Langley, Virginia, donde permaneció hasta que fue voluntario a la guerra de Corea. Llegó a Corea en febrero de 1952 después de realizar un curso de entrenamiento para volar el North American F-86 Sabre en la base aérea de la isla Presque, Maine.

Fue asignado al 335th Fighter-Interceptor Squadron, 4th Fighter Wing, una renombrada unidad especializada en cazar MiGs soviéticos. Entre el 12 de febrero y el 6 de agosto de 1952 voló más de 100 misiones de combate. El 4 de julio de 1952 derribó un MiG-15.
Estuvo destinado en Alemania y Francia. Ascendió a mayor. Dirigió un equipo de acrobacias aéreas. Fue oficial de operaciones de escuadrón. En su tiempo libre escribió ficción. Los editores rechazaron su primer manuscrito.

Su experiencia coreana la utilizó en su primera novela The Hunters (1956), que posteriormente fue llevada al cine en 1958 con Robert Mitchum como protagonista.  La adaptación al cine era muy diferente a la novela, en la que se narraba la lenta autodestrucción de un piloto de caza de 31 años que no encuentra más que frustraciones en su primera experiencia de combate, mientras que sus compañeros alcanzan la gloria.
Estuvo 12 años en las Fuerzas Aéreas. Los 6 últimos como piloto de combate. Abandonó su carrera militar por su carrera como escritor. La decisión le resultó difícil debido a su pasión por volar. Sus escritos basados en su experiencia en las Fuerzas Aéreas tienen un tono fatalista: sus protagonistas luchan y tienen conflictos entre su reputación y su auto percepción, mueren cumpliendo su deber mientras que sus antagonistas ineptos medran y ascienden. Pinta un panorama familiar para cualquier piloto de combate que haya sobrevivido un combate aéreo.

En 1961 su novela The Arm of Flesh contaba sus experiencias de vuelo en la 36th Fighter-Day Wing en la base aérea de Bitburg, Alemania, entre 1954 y 1957. Una versión extensamente revisada de la novela fue publicada en 2000 titulada Cassada. Tras permanecer varios años en la reserva de las Fuerzas Aéreas, Salter abandonó toda vinculación militar en 1961 cuando su unidad fue llamada para la crisis de Berlín.
Se mudó a Nueva York con su familia, que incluía a gemelos nacidos en 1962. Cambió su nombre de James Arnold Horowitz a James Salter. Salter se divorció de su primera esposa Ann.

En 1976 comenzó a vivir con la dramaturga Kay Eldredge con la que tuvo a su hijo Theo Salter en 1985. Se casaron en París en 1998.

En 1980 después de esperar durante mucho tiempo a que su hija Allan, fruto de un matrimonio anterior, acudiera a cenar con él y su mujer en Aspen, Colorado, Salter decidió presentarse en la cabaña contigua a la casa en la que se acababa de instalar su hija y la encontró sin vida en la ducha, electrocutada.

Vivió entre Bridgehampton, Nueva York y Colorado.  Falleció el 19 de junio de 2015 a la edad de 90 años en Sag Harbor (Nueva York).












Mi sueño de maternidad y mi realidad como madre se confabulan sin problemas en dos momentos del día: por la mañana, cuando llevo a mi hijo al cole y por la tarde, cuando lo recojo. Siempre soñé que  agarraría  la mano de un niño y lo  acompañaría hasta el colegio y, que en ese camino, mi hijo señalaría al cielo para indicarme que  una bandada de pájaros está  volando o que apuntaría con su dedito a los operarios que están podando los árboles para preguntarme: “¿qué hacen mamá?” También me imaginaba en esa rutina mañanera saludando  a las personas que se cruzaran con nosotros llevando sus propias rutinas a cuestas. Y así es como sucede; mi hijo y yo saludamos a la librera que va a abrir su tiendita en la que compraremos lápices, estuches y cuadernos; a los abuelitos que llevan a su hija con discapacidad al centro de día o a la otra mamá que lleva a su hijos al colegio en dirección contraria; (¡qué cosas!, yo llevo a mi hijo al cole que está cerca de su casa  y ella trae a los suyos al cole que está cerca de la mía.) A veces  repasamos la lección por el camino: las partes del cuerpo humano, las estaciones del año  o sumamos de cinco en cinco porque nos gusta mucho sumar. Y antes de llegar a la puerta del colegio, Kosta se quita el gorro rojo para que no le vean sus amiguitos con él y me da un beso.

A las cinco, cuando voy a recogerlo, también coinciden sueño y realidad en un mini diálogo alimenticio: “Hola mamá, ¿has traído el bocadillo? “Ah! Qué rico” “¿Y chocolate? “ “No, hoy no toca chocolate” “Buff” ¿Qué tal, qué has hecho hoy? “Cosas mamá, cosas”, y empezamos a jugar a las casitas inventando habitaciones en los troncos de los árboles. También saludamos a tres abuelitos y a su cuidadora que están sentados en el banco, justo enfrente del paso de cebra. Yo les llamo los caracoles al sol, porque buscan el sol como caracoles arremetidos en su concha un poco doblados ya, por el peso de la edad.

Al margen de estos momentos, el resto del día es pura improvisación donde se mezclan el sentido común, la intuición y el asombro. He de decir, que llevo cuatro meses viviendo con un hijo que llegó con ocho años. Todo es nuevo para mí y sobre todo para él: las palabras que descubre, la velocidad con la que ha aprendido el idioma, las tremendas rabietas donde se mezclan todas las edades en una y, sobre todo, ese ser que ha desembarcado aquí con una personalidad  forjada a partir  de la experiencia más dolorosa que puede vivirse en la infancia: el abandono. “Resilencia” es el término utilizado por los expertos para describir el proceso de recuperación. El Larousse define el término como “índice de resistencia al choque de un material” y que en el caso que nos ocupa equivale a “resistencia al sufrimiento”,  tanto a las magulladuras de la herida psicológica como al impulso de reparación psíquica que nace de esa resistencia.  Como muy bien describe Boris Cyrulnik en su libro Los patitos feos: “El hecho de que un patito feo encuentre una familia de cisnes no lo soluciona todo”. La herida queda escrita en su historia  personal, grabada en su memoria. El primer golpe, el primero que se encaja en la vida real, provoca el dolor de la herida o el desgarro de la carencia. Y el segundo, sufrido esta vez en la representación de lo real, da paso al sufrimiento de haberse visto humillado, abandonado. “¿Y ahora que voy a hacer con esto? ¿Lamentarme cada día, tratar de vengarme o aprender a vivir otra vida, la vida de los cisnes?” Al patito feo le va a costar mucho tiempo curar esa cicatriz antes de llevar una existencia de cisne. No solo debe cicatrizar la herida, también debe producirse una metamorfosis en la representación de la misma.

Los padres en general, pero los adoptivos con más ahínco, debemos ser “terapéuticos” para nuestro hijo, con el fin de reparar y sanar al niño afectado por el trauma y trabajar a su lado el apego y la empatía. “Casi no conozco a mi hijo”, me repito a menudo, porque apenas hemos andado juntos, apenas hemos jugado juntos, apenas nos hemos hecho cosquillas, apenas nos hemos mirado a los ojos, nos hemos abrazado, descubierto. ¡Qué poco camino hemos recorrido! ¡Qué corto el tiempo de convivencia y qué intenso a la vez! Afortunadamente, me acompaña en este viaje una red familiar extensa, compuesta por abuelos, tíos, primos, amigos, hijos de los amigos, colegio, vecinos, que son un apoyo inestimable, sin el cual, el fracaso estaría asegurado, ya que la soledad es mala compañera en esta vivencia.  Esa red, “la tribu”, como me gusta llamarla,  hace que todo sea posible y multiplica los vínculos afectivos y protectores de mi hijo.

En este inicio del siglo XXI se han escrito múltiples artículos sobre la maternidad, sobre los tipos de madre: madre helicóptero, hipomadre, madre cuervo, hipermadre…  La periodista Samanta Villar ha levantado una polémica con su libro Madre hay más que una, en el que sentencia con frases del tipo: “Tener hijos es perder en calidad de vida”, “Yo no soy más feliz ahora de lo que era antes”, “Me comieron el coco y quise tener hijos porque decían que era maravilloso” (¡Dios mío, qué personalidad tan floja y qué poca capacidad de observación la tuya! O quizá debería decir ¡qué buena capacidad para hacer negocio publicando el libro y alimentando la polémica!) Yo, Samanta, te diré que mi vida es cien mil veces mejor: cuando antes estaba en el cine, ahora voy a recogerlo a la salida del fútbol, cuando antes cenaba alegre y despreocupada con mis amigos, ahora preparo meriendas, comidas y cenas para el día siguiente, mientras pongo la lavadora con el chándal de mañana ….  ¡Y eso por no hablar de mis noches! Las caricias y ronquidos de los amantes han pasado a ser sustituidos por una vocecita inocente que me pide agua, que no puede respirar bien, o que quiere que duerma  a su lado porque hay un monstruo en la habitación. Mi rostro se ha vuelto ojeroso y  tarareo sin parar canciones infantiles que no puedo sacarme de la cabeza. ¡Señor, Señor¡

Cada mujer vive una maternidad única, exclusiva, y no puede objetarse nada a ello, la vivencia es intransferible y por supuesto, no exenta de dificultades, no creo que ninguna madre sea tan ciega como para no reparar en ello. Sin embargo, yo quiero insistir en la capacidad terapéutica de la maternidad, no solo hacia el niño, sino también hacia las madres, entre las que me incluyo; la capacidad  para curar sus heridas. Para mí, se trata de un tipo de vínculo único, que no puede darse con ningún otro ser vivo, que impulsa al amor y que se vuelve una oportunidad de crecimiento. De cada una depende  cómo decida vivirlo, si como renuncia o como expansión. Los hijos te permiten ahondar en tus fortalezas y también en tus carencias; son el espejo que refleja tus sombras y te ofrecen la oportunidad de iluminarlas.  Un día, después de haber pasado solo un mes y medio en España,  Kosta levantó la mirada de su taza de cola-cao y la posó sobre mí; después, recorrió con sus ojos negros azabache el salón y me dijo: “Yo un día en Bulgaria pensaba: “quiero vivir en una casa, con juguetes, con comida y con una mamá. Y mira: abracadabra y aquí estoy.” 

La maternidad  ha achicado mi vida y la ha engrandecido al mismo tiempo. Entre achicar y engrandecer, me quedo con la grandeza.

Natalia Velasco Postigo







Titulo: La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la intimidad
Premio Nacional de ensayo en 2016
Autor: Josep Maria Esquirol
Editorial: Acantilado
Páginas: 177
Precio: 14 euros


La resistencia íntima

“¡Cómo! ¡Vos aquí señor! La tiranía de la noche es demasiado dura para que la soporte la naturaleza del hombre. Hay que guarecerse bajo techado. Entrad, señor, os lo ruego.

Estas son las palabras que el fiel Kent le dirige a un rey Lear desorientado y desvalido. De eso va este libro. La situación humana, señala el autor, es la intemperie, no solo física sino también metafísica ante el sin sentido y el saber de su finitud Las fuerzas desintegradoras del ser procedentes del medio y de sí mismo pueden ser superadas por medio de la búsqueda constante de evasión o, como propone Esquirol, por la resistencia íntima de caer en el abismo y para eso nos abre la puerta de la vuelta a lo cotidiano y la reunión con el otro. Nuestra relación con el otro para resistir es el eje de las reflexiones del autor. El amparo del otro, señala, no evitará ni la falta de sentido ni nuestra finitud, pero su compañía aligerará la carga. Y la vuelta a una vida sencilla y a la cotidianidad nos pondrá los pies en el suelo y nos hará resistentes a la banalidad, a la fama efímera, a la apariencia, al desbordamiento de nosotros mismos.

Los seres humanos necesitamos, recalca, siempre del otro para sostenernos y seguir adelante. Ya antes de nacer habitamos una casa ajena, el vientre de nuestra madre. En el transcurso de nuestra vida seremos porque hay un otro que nos conforma y nos sostiene. Pero para que esa relación con el otro nos sirva para no caer en el vacio de la nada debe de ser una relación ética. Es decir, debe de ser una relación de amparo y no de poder. Una relación en la que uno no es sujeto y el otro objeto, una relación, en suma, donde uno importa por sí mismo y es significativo para el otro. Una relación que conforta, protege, arropa y consuela. ¿Eso es posible? ¿Sostener una relación así? En este ensayo se nos habla de la dificultad y de la debilidad de esa juntura con el otro. Ésta es muchas veces como un hilván provisional que tal vez sea cosido o no. La juntura es un paréntesis. A veces la hacemos porque nos amparamos, nos entendemos, nos cuidamos los unos de los otros. Pero otras veces, nos lastimamos, nos mostramos indiferentes y nos herimos. Es decir, descosemos la juntura. O sencillamente hilvanamos. Resistir aquí es la resistencia esencial: procurar que la juntura, esa relación ética con el otro, no se deshaga del todo y, por otra parte, saber que a pesar de la debilidad de la sutura que es finita y temporal, podemos seguir empeñados en hacerla, una y otra vez. “Darse cuenta de lo humano- nos dice – es estar implicados en la sutura de la sutura”. Y añade “La debilidad del otro hace que la medicina y la ética tengan un mismo significado. Cada uno de nosotros es una sutura que pide atención por parte de los demás”

Los médicos, las enfermeras, los cooperantes y los cuidadores en general ocupan en este ensayo un lugar relevante, ya que son los grandes resistentes a las ofensivas de la enfermedad. Califica su labor “como gesto humano por excelencia “Si nadie se pude sostener en pie solo, metafísicamente hablando, en la enfermedad esa realidad es también física. La necesidad del otro, su calidez humana y sus conocimientos técnicos se hacen indispensables. “Su excelencia, dice refiriéndose a la labor de médicos, enfermeras y cuidadores, procede del hecho de ser un arte que implica la relación interpersonal; a la vez, técnica, diálogo, arte y relación, procedimiento y contacto, método y trato”.

En la vuelta a lo cotidiano como fuerza de resistencia al abismo de la nada tiene mucho que ver la proximidad, la acogida y el cuidado del otro. Nos habla de la casa, no como obra arquitectónica, sino como hogar en donde que nos reunimos y acogemos a los otros. “Una casa no hospitalaria- dice- no es casa”. En realidad, afirma, la auténtica casa sería el otro, la acogida del otro. La resistencia sería no dejar al otro sin cobijo y sin consuelo. También nos habla de la utilización de la palabra como modo de acercamiento y amparo, como lugar democrático en el que todos pueden expresarse y no como monopolio. Practicar aquí la resistencia sería evitar las palabras que hieren y humillan, la verborrea invasiva que quita la palabra al otro o la murmuración corrosiva. Otros temas de los que trata son la comida que reúne y une; la fortaleza ante las adversidades y los golpes de la vida; la sencillez de la vida que nos aleja de la banalidad; el dogmatismo de la actualidad que llena nuestra cotidianeidad de estupideces y ruido sin sentido; de la necesidad de cuidar de sí mismo sin convertirse en narciso.

Cuando Esquirol reflexiona sobre el cuidado de sí mismo lo diferencia del cuidado de mí mismo. Mientras el cuidado del sí (ser) nos lleva a una apertura hacia el otro, el cuidado del mí (yo, ego) nos llega a cerrar esa apertura hacia el otro y al narcisismo. El mí mismo significa la inflación del el ego. “Narciso – nos señala- no hace experiencia de su propia miseria, de su nada, razón por la que se queda encerrado y asfixiado en su propia imagen”. Sin embargo, añade,  “la experiencia del sí mismo es experiencia de la propia intemperie y solicitud por la vulnerabilidad del otro”

El autor reflexiona en este libro sobre la vulnerabilidad humana y cómo afrontarla apoyándose en textos de Habernas, Freud, Deleuze, Nietzsche, Jaspers, Heidegger, Camus, Jünger, Rolland, Fouccault, Hadot, Heráclito…. No es original porque lo que nos dice ya lo habían dicho otros y porque la gente que practica el sentido común lo ha sabido siempre, pero sí que su forma y  modo de exponerlo nos puede ayudar a repensar sobre nuestra fragilidad y a valorar lo que está sociedad narcisista y desquiciada ha olvidado: la sencillez, el cuidado del sí  mimo y la relación ética con el otro.

Isabel Bandrés 




 Josep Maria Esquirol, profesor de filosofía de la Universidad de Barcelona donde dirige el grupo de investigación Aporia. Es autor de numerosos estudios sobre filosofía contemporánea e imparte seminarios sobre la materia en la universidad de varios países. Ha publicado: Uno mismo y los otros (2005), El respeto o la mirada atenta (2006), El respirar de los días (2009) y Los filósofos contemporáneos y la técnica (2011).








LA FUNDACIÓN AMANCIO ORTEGA DONA 320 MILLONES DE EUROS PARA RENOVAR EQUIPOS ONCOLÓGICOS


En 2015, la organización donó 17 millones de euros al Servicio Gallego de Salud (Sergas) para financiar la renovación tecnológica de todos los centros de diagnóstico y tratamiento oncológico del sistema público de salud de Galicia.

AHORA....

LA FUNDACIÓN AMANCIO ORTEGA EXTIENDE SU APOYO 
A LA ONCOLOGÍA EN EL SISTEMA PÚBLICO DE SALUD DE TODAS LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS DE ESPAÑA





El programa de la Fundación para la renovación tecnológica del diagnóstico y tratamiento radioterápico del cáncer en los hospitales públicos tiene un presupuesto de 320 millones de euros para la adquisición de más de 290 equipos de última generación

A Coruña, 29 de marzo de 2017.
La Fundación Amancio Ortega (FAO) ha alcanzado principios de acuerdo con los departamentos de salud de todas las comunidades autónomas para extender su programa de apoyo a la modernización de las unidades de detección y tratamiento radioterápico del cáncer en los hospitales públicos.
Según los especialistas en oncología, cada año se diagnostican en España más de 200.000 nuevos casos de cáncer, de los que al menos un 60% precisan tratamiento por radioterapia en algún momento de su evolución. La incorporación de equipamientos de última generación, tales como la mamografía digital con tomosíntesis o los aceleradores lineales avanzados, permite realizar diagnósticos más precisos y proporcionar a los pacientes tratamientos más eficaces, menos agresivos y de menor duración.
Este programa de la FAO, ya en ejecución en Galicia y Andalucía, tiene una dotación global de 320 millones de euros y permitirá la adquisición de más de 290 equipos, de acuerdo con las necesidades identificadas por los profesionales de los servicios autonómicos de salud. La FAO prevé formalizar en breve plazo la donación a los diferentes gobiernos autonómicos, dando paso a los procedimientos administrativos públicos para la adquisición de los equipos.

(Nota de prensa cortesía de la Fundación Amancio Ortega)






¡¡FELICIDADES POR SU NUEVO 28 DE MARZO!!
 DON AMANCIO, ALGUNOS DEBERÍAN APRENDER DE USTED,...










LOS LÍMITES Y LA LEY

Hace pocos días se publicó una encuesta realizada en nuestro país, cuyos resultados más llamativos señalaban que cerca del 50% de la población española estaba a favor de algún castigo físico a los hijos, considerando que forma parte de la educación.

En los días siguientes se sucedían en las emisoras de radio tertulias donde expertos educativos expresaban su opinión más o menos horrorizada: comentaban que bajo ningún concepto se debía pegar a un hijo, que estos temas familiares había que arreglarlos con explicaciones, comprensión y diálogo. Puedo estar de acuerdo en esta posición, aunque en ella asoma un aire voluntarista que lamentablemente no alcanza para cambiar las cosas.
Otros proclamaban que no podíamos quedarnos con los brazos cruzados cuando la presente situación se debe a una especie de debilidad de los padres en el ejercicio de su autoridad: algunos "cachetes" a tiempo son positivos porque evitan que se llegue al desmadre. Puedo también estar de acuerdo con estas declaraciones, aunque se me figura una suerte de violencia preventiva e ineficaz que corroe el fino hilo de la comunicación y la confianza imprescindible para la convivencia y el crecimiento de todos los integrantes de la casa.

Y aquí comienza la interminable cuestión acerca de qué limites imponer y hasta dónde. Es frecuente que los padres acudan a consulta cuando ya no saben qué hacer con su hijo, que lleva largo tiempo manteniendo una conducta violenta. Llegan después de haberles prohibido toda clase de cosas que le gustan, hasta que sienten que ya no tienen nada más que prohibir. Desesperados, comprueban que con esas imposiciones lo que consiguen es generar aún más violencia.

No se trata de buscar culpables, pero tampoco victimizar a nadie. Cuando una familia llega a este estado es porque todas las partes están implicadas, tanto padres como hijos. El ser humano no nace enseñado. Ningún padre permite que su hijo pequeño toque un enchufe por el daño que le puede ocasionar y sin embargo, frente a conductas transgresoras, se hacen los desentendidos porque ellos mismos no pueden ponerse como ejemplo.

Los límites son imprescindibles pero también lo es el conocer el campo sobre el cual limitar: no podremos decirle a nuestro hijo que hable más bajo, escuche con atención o juegue con cuidado si no sabe qué es hablar, escuchar o jugar. A un niño pequeño que le escuchan y aprende a conversar, difícilmente lo veremos patalear, chillar o golpearse con el fin de hacerse notar.

Los límites no siempre vendrán impuestos por los padres. En ocasiones son zonas de descubrimiento que solo aquel que experimenta puede (y debe) conocer. Es función de los padres, en estos casos, invitar a los hijos a conocer las maravillosas posibilidades que brinda la imaginación.

Me viene a la memoria, para finalizar estas líneas, unas palabras de Borges pronunciadas en una conferencia: De los diversos elementos del hombre, el más asombros, es -sin duda- el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio son extensiones de su vista, el teléfono extensión de su voz, luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo, pero el libro es otra cosa: el libro es extensión de la memoria y la imaginación.

Lidia Andino Trione
Gabinete Psicoanalítico Grupo Cero









DERECHO A LA EDUCACIÓN PARA TODAS LAS NIÑAS





Lo que comenzó como un panel de discusión en junio de 2015 en la sesión número 29 del Consejo de Derechos Humanos, se convirtió en la resolución 32/20 sobre el "disfrute del derecho a la educación de todas las niñas"en junio de 2016.

Esto significa que la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, preparará un informe sobre este tema que será enviado para su consideración al Consejo de Derechos Humanos en su sesión 35 en junio de 2017.

La Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos está recabando información de los Estados miembros de las Naciones Unidas, el Fondo para la Infancia de las Naciones Unidas, otros cuerpos y agencias relevantes, organizaciones regionales y nacionales, así como instituciones de Derechos Humanos y la sociedad civil incluyendo la infantil.

GWI se mantienen contacto con la Oficina del Alto Comisionado y recientemente, con la ayuda de Nina Joyce, representante en Ginebra de las Naciones Unidas, GWI envío su Manifiesto sobre Educación para Todos,  para ser considerado en este estudio y ha sido colgado en la web de la Oficina del Alto Comisionado."

Geeta Desai
Presidenta de GWI











11:00 H



AMMU VISITARÁ EL INSTITUTO DE ENSEÑANZA SECUNDARIA RENACIMIENTO, EN MADRID, DONDE NUESTRA PRESIDENTA MARÍA LUISA MAILLARD HABLARÁ A LOS ALUMNOS ACERCA DE LA ASOCIACIÓN Y NUESTRA COLECCIÓN DE BIOGRAFÍAS DE MUJERES RELEVANTES, QUE EL I.E.S. RENACIMIENTO HA COMPRADO COMPLETA.






C/ Castellflorite 4, 28019 Madrid

Carpetana, Línea 6













LA CANADIENSE MAGGIE MACDONNELL 
QUE ENSEÑA EN UNA PEQUEÑA COMUNIDAD ESQUIMAL GANA EL 'GLOBAL TEACHER PRIZE'  
CONOCIDO COMO EL NOBEL DE LOS PROFESORES 

 

Maggie MacDonnell, una maestra de un pueblo perdido en Quebec, Canadá, ha ganado el Premio global de enseñanza 2017, patrocinado por la Fundación Varkey. 
Durante los últimos seis años, MacDonnell ha enseñado a estudiantes de enseñanza media en Salluit, pueblo de la comunidad inuit indígena en Quebec. Tiene una población de alrededor de 1300 habitantes y sólo se puede llegar por vía aérea. En el pequeño pueblo hay muchos casos de adolescentes embarazadas, altos niveles de abuso sexual, consumo de drogas y alcohol, y jóvenes suicidas (hubo seis muertes de este tipo en 2015). 
"Ser testigo de los funerales de mis estudiantes es una de las cosas más difíciles que he tenido que vivir y no quiero volver a estar en esa posición otra vez," dijo MacDonnell en un video realizado por la fundación. "Como educadora, voy a construir programas que cultiven la capacidad de recuperación, la esperanza y construir autoconfianza  para mis estudiantes." 
Ella le dijo a la Associated Press después de su victoria que planea usar el dinero del premio mediante el establecimiento de un programa de gestión ambiental para volver a conectar los jóvenes con sus tradiciones culturales. 









MARINA HERLOP

 COMPOSITORA Y CANTANTE

Marina Herlop


"Empecé a estudiar música a la edad de 9 en la escuela de música de Piera, mi ciudad natal. Dejé de tocar el piano cuando tenía 13 años y apenas lo toqué hasta la edad de 20. En ese momento, yo estaba estudiando Periodismo y Humanidades de la Universidad Pompeu Fabra, Barcelona.

Seguí adelante, con la Universidad, pero volví a la música. En junio próximo, voy a terminar el Grado medio de piano clásico. Sin embargo, todavía me gustaría seguir desarrollando mi técnica como pianista y cantante a través de piezas clásicas.

En cuanto a mi propia música, empecé a hacer canciones hace tres años, en mi tiempo libre y sin ningún objetivo inicial de grabarlas. Las pistas de Nanook son mi primer intento como compositora. Las creo a través de mi intuición y mi gusto estético.


Este álbum es una primera afirmación de mí misma como un música".


Marina Herlop


“Marina es un talento tan impresionante. He estado esperando durante más de un año encontrar a la persona adecuada para firmar con Instrumentales Records y sé absolutamente que la he encontrado en Marina. Nanuk es un álbum excepcional creado por una artista extraordinaria y estoy muy orgulloso de tenerla en mi sello".

James Rhodes 


Marina Herlop y James Rhodes













ELISA FONSECA

PINTORA



 Bodegón


 Irlanda


 Señora


Viñedo










HISTORIA DE LA TIERRA









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