NUESTRA COMPAÑERA DE AMMU
AMPARO SERRANO DE HARO
(ARA DE HARO)
HARÁ ESTE MES DOBLETE!!
PRESENTA SU NUEVO LIBRO: CIUDADES EN LAS
QUE UN DÍA NAUFRAGAMOS, EL 5 DE NOVIEMBRE EN LA LIBRERÍA RAFAEL ALBERTI DE MADRID, A
LAS 19:30H
...Y PRESENTAMOS SU BIOGRAFÍA VIDA DE REMEDIOS VARO, LA Nº 40 DE LA COLECCIÓN DE BIOGRAFÍAS AMMU. SERÁ EN LA RESIDENCIA DE ESTUDIANTES, EL DÍA 25 DE NOVIEMBRE, LO QUE ANUNCIAREMOS OPORTUNAMENTE.
Amparo
Serrano de Haro es doctora en Historia del Arte y profesora titular en la UNED.
Sus líneas principales de investigación giran en torno a la iconografía
artística y la historia de género. Entre sus publicaciones destaca su tesis
Palabra y pintura. La tradición crítica del arte anglo-norteamericana 1850-1950
(2000) y el libro monográfico Mujeres en el Arte (2000). Entre sus novelas,
Mujeres de mármol (1999), Nocturno de Nueva York (2002), y La luna de Artemisia
(2012), sobre la pintora del Barroco italiano Artemisia Gentileschi, por la que recibió el Premio
Marguerite Yourcenar 2013. recientemente ha publicado Vida de Remedios Varo (2019). Imparte conferencias en Fundación Thyssen,
Fundación March, Museo del Prado, University of Florida, University of ken-
tucky, University of South Carolina, Universidad de Lille, the Renaissance
Society of America (RSA), Universidad Libre de Bruselas (ULB), Instituto
Cervantes, etc.
PRÓXIMA TERTULIA
Helada sangre azul
gustó y no gustó. Es de esos libros a los que se reconocen los méritos pero cuyos deslices quedan también al descubierto.
Según Susi, se trata de realismo mágico ruso y poco importa lo verosímil o no
que sea el personaje principal. Como bien añadía Pilar, es un cuento estrambótico
bien escrito con tintes de novela gótica. Para Natalia se trata de un homenaje al teatro y a los actores, tan
vulnerables como insoportables a veces. Luisa insistió en lo quebradizo del
personaje principal, y ponderó su despegue inicial, mientras Pilar Sinis se
lanzaba a hablar de lo absurdo de la vida, de la parodia misma que la vida
representa y de lo que conlleva de espectáculo; del puro teatro que nos
envuelve donde tiene cabida el conflicto catalán traído a cuenta por Isabel
Bandrés. Y todo ello mientras
preguntábamos a Carmen sobre la juventud
y sus inquietudes y desmanes, porque Carmen tiene apenas 30 años. En el
discurrir de las palabras y ya todas hablando a la vez, nos enredamos con la
violencia de género y la dificultad de las víctimas para poner fin a su
sufrimiento. Flor compartió su experiencia como psicóloga en el asunto y claro,
Natalia remató con realismo de Orcasitas su vivencia como profesora en el aula
y fuera del aula; relató algún que otro drama juvenil y halagó a los servicios sociales y nos tranquilizó
asegurando que una parte de nuestros impuestos está requetebién empleada (mira
qué es pesada Natalia con la educación!). Y la tertulia cobró tanta o más vida
que el libro, que es de lo que se trata finalmente, de vivir y de ir dejando
atrás la vida.
NATALIA VELASCO
Coordinadora de Tertulia
EL PRÓXIMO
COMENTAREMOS EL LIBRO
Nadie debería escribir después de los setenta y
cinco años, había dicho un amigo. A los setenta y siete, bloqueado como
escritor, Theodor Kallifatides toma la difícil decisión de vender el estudio de
Estocolmo, donde trabajó diligentemente durante décadas, y retirarse. Incapaz
de escribir y, sin embargo, incapaz de no escribir, viaja a su Grecia natal con
la esperanza de redescubrir la fluidez perdida del lenguaje. En este bellísimo
texto, Kallifatides explora la relación entre una vida con sentido y un trabajo
con sentido, y cómo reconciliarse con el envejecimiento. Pero también se ocupa
de las tendencias preocupantes en la Europa contemporánea, desde la
intolerancia religiosa y los prejuicios contra los inmigrantes hasta la crisis
de la vivienda y su tristeza por el maltratado estado de su amada Grecia.
Kallifatides ofrece una meditación profunda, sensible y cautivadora sobre la
escritura y el lugar de cada uno de nosotros en un mundo cambiante.
Kallifatides nació en el pueblo de Molaoi, en Laconia , Grecia , en 1938. Su padre era Dimitrios Kallifatides, un
maestro originario de Ponto y su madre era Antonia Kyriazakou de Molaoi . En
1946, él y su familia se mudaron a Atenas, donde terminó la escuela secundaria y estudió en la escuela teatral de Karolos
Koun . Emigró a Suecia en
1964 y ha vivido en el país desde entonces. Estudió filosofía y trabajó como profesor en la Universidad de Estocolmo entre 1969 y 1972 y luego como jefe de la revista literaria Bonniers. Entre 1972 y 1976. Kallifatides hizo su debut
literario en 1969 con un libro de poesía, pero ganó reconocimiento
principalmente a través de sus novelas publicadas posteriormente. Ha
publicado novelas, colecciones de poesía, ensayos de viaje y obras de
teatro. Ha escrito guiones de cine y ha dirigido una
película. Kallifatides ha recibido numerosos premios por sus obras, que
generalmente giran en torno a su experiencia de Grecia y de ser griego en
dominios extranjeros, y casi todas sus obras han sido traducidas y publicadas
en más de veinte idiomas.
EL PASADO 18 DE OCTUBRE AMMU ENTREGÓ LOS PREMIOS DE SU PRIMER CERTAMEN DE RELATOS DE MUJERES/2019
Carmen Centelles Guarc, recibe el Primer Premio de manos
de Susi Trillo,
directora de EILA EDITORES.
Ara de Haro, recibe el Segundo Premio
Raxá
de Castilla Rosales recibe el Tercer Premio
Las
premiadas en el Primer Certamen de Relatos con María Luisa Maillard, presidenta
de AMMU
LA ARROGANCIA NACIONALISTA
O LA EXCLUSIÓN DEL OTRO
ISABEL BANDRÉS
No hace mucho tiempo el racismo se
fundamentaba en razones genetistas o étnicas. Los estudios de ADN y de biología
han desbaratado ese pensamiento mágico de que por pertenecer a otra raza se es
distinto. La ciencia ha vencido ese prejuicio. Ahora el racismo se basa en
circunstancias culturales: el otro es inferior porque practica otra religión,
habla diferente idioma, cultiva costumbres desconocidas, sus bailes regionales
nos son extraños, ha nacido en otro país o su apellido nos suena raro… Al igual
que los nazis voceros de las diferencias raciales, los actuales fanáticos de
las identidades culturales colocan en los individuos valores permanentes e
imborrables (la lengua y las costumbres) que macan la diferencia.
Curiosamente este tipo de racismo es
tolerado de mejor grado en las sociedades actuales. Me atrevería a decir, que
se hace gala de él por la sencilla razón de que no se vive como racismo, sino como
una autoafirmación de la identidad. Aunque, realmente, es una afirmación de superioridad
sobre el extraño. Esta perversidad de negar al otro es defendida por algunos
políticos en nombre de los derechos de los pueblos y en defensa de sus “afectos
y querencias”. En este terreno, la ambigüedad del mensaje político crea un
discurso confuso y alienante, prefabricado conscientemente para confundir al
ciudadano. En realidad, lo que subyace en el ideario del racismo cultural es la
imposibilidad de cualquier intercambio y comunidad con los otros. La arrogancia
del nacionalismo es ser sólo para sí, para los que son iguales, y cerrarse para
los demás. Sostiene el deseo de que el otro nunca pueda llegar a ser y pensar de
manera distinta.
Millones de europeos han muerto por culpa del
nacionalismo. La última vez fue hace poco, 1991-2001, en la ex Yugoslavia donde
un discurso fascista, reivindicando la diferencia con los otros pueblos y
fomentando el resentimiento con una revisión histórica de “agravios” que hundían
sus raíces en la historia milenaria, empujó a la población hacia la guerra.
Karadzic, líder de los serbios en Bosnia proclamaba: ”Nuestra alma y nuestra identidad sólo pueden vivir a través de la
separación. No se puede mezclar el agua y el aceite”. Y preservar esa
identidad costó, según fuentes oficiales de Belgrado, la vida de 220.000 bosnios,
croatas, serbios… 2,7 millones de desplazados y miles de millones de dólares en
pérdidas económicas. Y toda esa destrucción y muerte tenía una única finalidad,
que los territorios fueran contralados por etnias homogéneas y puras.
Ni la bandera, ni
la patria, ni la lengua, ni las costumbres, ni el color de la piel, ni los
apellidos nos definen. Todo eso configura una manera de estar en el mundo. Lo que realmente somos y nos define como seres humanos es lo que representa el otro
en nuestras vidas. El filosofo Enmanuel Lévinas nos asegura que sin el otro no
somos nada y que sólo existimos cuando el otro nos mira, nos nombra o nos ama. Y
nos ofrece como alternativa a la ética de la autonomía y el solipsismo, la
ética de la de interrelación no excluyente.
La democracia nos
proporciona las herramientas para poder seguir esa ética. Los Derechos Humanos
y las leyes dictadas por un parlamento democrático, y ejecutadas con mesura,
deben guiarnos por ese camino. Los Balcanes y Alemania nos recuerdan que los
seres humanos no somos ni agua ni aceite, pero sí seres con voluntad que
podemos coexistir y convivir. La experiencia y el sentido común nos dicen que no
hay nación, sociedad, pueblo, etnia o individuo perfectos. En todos existe claridad
y oscuridad, cosas que nos enorgullecen y otras que nos avergüenzan. Estas
verdades carentes de épica no halagan nuestro narcisismo ni nos introducen en
el ánimo un chute de adrenalina, pero tenerlas presentes nos ayuda en la tarea
de convivir y comunicarnos.
ISABEL BANDRÉS
RAFAEL ALBERTI Y EL CINE
FLORA LOBATO
Rafael Alberti, retrato de Alberto Schommer
Si en el artículo del mes pasado manifestábamos que Vicente
Aleixandre y Pedro Salinas disfrutaron como espectadores del séptimo arte, y
que en su obra únicamente se espigaban algunas referencias procedentes del
influjo de la cinematografía, al referirnos a Rafael Alberti, el asunto cambia
diametralmente, y es que se puede decir que el cine penetra en él, lo impregna
hasta la médula, y ello hará que tanto sus creaciones poéticas como ciertos
aspectos personales se vean afectados por las historias que el autor contempla
en la pantalla.
“Yo nací, —¡respetadme!— con el cine”,
exclamaba Alberti, lo que nos pone en antecedentes de lo que el séptimo arte
representaba para él. Dicha exclamación la podemos encontrar en su obra Cal y canto, en su poema “Carta abierta”. Román Gubern asegura que las primeras
evocaciones cinematográficas que podemos encontrar en Rafael Alberti se
remontan a 1925, en su libro titulado Marinero
en Tierra, en el poema “Verano”, donde nuestro autor vierte el entusiasmo
que había experimentado delante de la pantalla en aquellos veranos andaluces,
como queda reflejado en los versos en los que Alberti se dirige a una madre imaginaria,
explicándole las maravillas del cine:
Del cinema al aire libre
vengo, madre, de mirar
una mar mentida y cierta,
que no es la mar y es la mar.
La respuesta de
la madre no se hace esperar y le contesta a su hijo:
Al cinema al aire libre
hijo, nunca has de volver
que la mar en el cinema
no es la mar y la mar es.
Escribió otros
poemas que siguen demostrando la perplejidad que sentía Alberti por esa
característica de la cinematografía, que tenía la propiedad de desdibujar los
límites entre la realidad y la ficción, y así lo vemos en su obra, ya citada, Cal y Canto (pág. 93):
Nueva York está en Cádiz o en el Puerto
Sevilla está en París, Islandia o Persia”.
Pero la
fascinación y la extrañeza, percibidas con estos primeros filmes, dieron paso a
otras sensaciones y sentimientos más profundos en la vida del poeta que nos
ocupa. La contemplación de la película soviética El acorazado Potemkin, del cineasta Eisenstein, presenciada en
Brujas, en 1932, le sirvió de acicate para afianzarse más y más en su ideología
política, después de haber descubierto el abuso de la fuerza dominante del
ejército del zar. Y algo semejante le sucedió cuando acompañó a su querido y
admirado amigo Buñuel a visitar Extremadura para rodar el documental Las Hurdes; si bien esta vez no se
trataba de una película, sino que ambos amigos se hallaban ante la paupérrima
situación en la que vivía la sociedad de esta región extremeña.
Vemos por tanto que Rafael Alberti pasa por distintas etapas en su trayectoria, acompañado por la cinematografía: el primer cine provocó en él loas de admiración y encantamiento; más tarde le sirvió para tomar posiciones y ahondar en su ideología política; y, por último, también le ayudó a bucear en su interior y extraer de él un mayor potencial lírico, como queda reflejado en unos poemas dedicados a los actores del cine mudo, que después constituirían su obra Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos.
Con María Teresa León y Buñuel
Hay que decir que
aquí, a modo de ejemplo, nos hemos referido a un número limitado de poemas,
aunque su obra se nos presenta cuajada de motivos y alusiones fílmicos; y con
una de sus alusiones vamos a cerrar este artículo, por considerar que define
mejor que ninguna otra expresión lo que Rafael Alberti sintió por el cine: “De
este amor mío tan delicadamente idiota”, que figura en su obra Sobre los ángeles. Yo era un tonto y lo que
he visto me ha hecho dos tontos.
FLORA LOBATO
Museo
Nacional del Prado.
Madrid
22/10/2019-02/02/2020
SOFONISBA EN EL MUSEO DEL PRADO
AMPARO SERRANO DE HARO
Autorretrato de Sofonisba Anguissola
pintando, después de 1555. Museo Zarnek (Lancut)
SOFONISBA EN EL MUSEO DEL PRADO
AMPARO SERRANO DE HARO
En el
Museo del Prado hay expuestas solo unas pocas obras de mujeres artistas de
forma continuada: Sofonisba Anguissola (h. 1530-1626), Artemisia Gentileschi
(1593-1652/3), Clara Peeters (act. 1607-1621), Angelica Kauffman (1741-1807) y
Rosa Bonheur (1822-1899).
Son
las tres primeras las que tienen mayor importancia, ya que su antigüedad (se
trata de artistas de los siglos XVI y XVII) es mayor. Pintaban cuando pocas
mujeres lo hacían, y, por lo tanto, mucha de la obra de estas creadoras ha desaparecido.
Esto se debe a que después de un éxito inicial debido a la rareza y a la
excepcionalidad de su condición de “artistas mujeres”, pasaron a ser olvidadas durante
mucho tiempo. Su excepcionalidad, jugó primero a su favor y finalmente en
contra, como fue siempre el caso con la producción artística de las mujeres. Ya
que nunca fue aceptado su trabajo sino como una curiosidad, no exenta de
interés, pero en el fondo carente de importancia real, de normatividad. Así ha
sido la reacción al arte de la mujeres, bajo cualquiera de sus formas, a lo largo de la historia (casi se puede decir
que hasta los años cincuenta del siglo XX).
Así
pues, muchas de las obras de estas mujeres geniales, principalmente del
Renacimiento y del Barroco, y de las que les siguen, han desaparecido bajo
otras atribuciones, y existen en la oscuridad de sótanos de museos grandes y
pequeños y de colecciones particulares, como obras de artistas masculinos desconocidos:
entre toda esa plétora de creadores secundarios a los que la historia del arte,
por una u otra razón, ha relegado al olvido. Otras obras fueron simplemente
destruidas como consecuencia de la desidia,
la ignorancia y los distintos avatares en los que su falta de “nombre conocido”
, es decir reconocido por la historia, las ha hecho naufragar.
pintando, después de 1555. Museo Zarnek (Lancut)
De
entre todas estas pintoras, el caso de Sofonisba Anguissola es realmente
singular, porque ella forma parte de la
historia de España y de un reinado tan importante y crucial como el de Felipe
II, y, por lo tanto, el Museo del Prado
es su casa. Esta pintora italiana pasó catorce años en la corte española como
dama de compañía y profesora informal de dibujo de la reina Isabel de Valois. Sin
duda, la juventud de la reina hizo pensar a los que velaban por su integración
en la corte que la compañía de una dama joven, italiana como su madre la Médicis,
suavizaría sus primeros años y el cultivo de las artes la acercaría a su esposo.
Gracias a ello tenemos sus retratos de la corte española que son un documento
excepcional, ya que su perspectiva sobre los miembros de la familia Real, fue
distinta e innovadora, más íntima y personal de lo que había sido la relación
de los reyes españoles con los pintores, hasta llegar a Velázquez. Sofonisba fue
fundamentalmente retratista, por ser ésta la más lucrativa de las posibilidades
para un pintor y puesto que tuvo que especializarse pronto siendo su educación plástica
reducida y a cargo de artistas menores. A pesar de lo cual, logró adquirir no
solo un dominio técnico notable (que se perfeccionó
durante su estancia en la corte) sino un entendimiento del arte de la pintura
fuera de lo común. Su presencia en el Prado es por tanto excepcional en muchos
sentidos.
El Museo
del Prado es, simple y llanamente, el museo que más obras tiene de Sofonisba
Anguissola —un total de cuatro pinturas—. Sin embargo, durante mucho tiempo ha
ignorado ese legado, dándole muy poco valor. Ya siendo Calvo Serraller director
(1993-1994), rehusó participar en la primera muestra importante sobre Sofonisba
(Sofonisba Anguissola y sus hermanas,
1994). Además, durante todo ese tiempo, este museo no ha buscado investigar, ni
comprar las obras de esta artista, que le fueron ofrecidas en distintos
momentos. Solo hay una adquisición que se ha hecho, un cuadro bastante
mediocre, aunque maravillosamente restaurado, y es obra de una hermana de
Sofonisba, Lucia. Aunque hay que destacar de modo positivo los trabajos de
restauración y de análisis radiológicos de las obras de la artista, hechos a
raíz de la presente exposición Historia
de dos pintoras: Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana. Desgraciadamente, en lo referente a aspectos teóricos e intelectuales de la figura de
Anguissola, ésta no es una muestra de auténtico interés.
Entiendo
que se trata es una afirmación grave y la hago simplemente desde la perspectiva
de una historiadora del arte y no del público en general, para el que siempre
es positiva la difusión de obras de arte de mano femenina. Como éste ha de ser
un texto breve, no voy a comentar nada sobre la exposición de Lavinia Fontana,
excepto que al ser posterior a Sofonisba no aporta nada, ni iconográficamente,
ni históricamente, a la comprensión de nuestra pintora: la relación entre ambas
pintoras no se aclara, ni existe (excepto en la vigencia del modelo de
autorretrato que he desarrollado en varios trabajos míos), ni tampoco sirven
para iluminar ningún punto teórico en concreto, sino que se sitúan de espaldas
la una a la otra. En realidad, pareciera que Lavinia Fontana, está allí
simplemente para encubrir un vacío: el vacío de las nuevas obras, de las nuevas
investigaciones, de las nuevas perspectivas sobre Sofonisba que están ausentes
en esta exposición. Por lo demás, la
conservadora y comisaria de la exposición, Leticia Ruiz, recoge simplemente lo
ya sabido y catalogado de ambas pintoras.
Isabel de Valois sosteniendo un retrato de
Felipe II
Sofonisba de Anguissola, 1561-1565.
Museo del Prado
Por
tanto, tenemos el curioso caso de que la exposición actual del Prado sobre
Sofonisba recoge mayoritariamente las obras que le atribuyó Maria Kusche en su famoso catálogo de 2003 y
algunas otras identificadas por Mary Garrad. Pero no hay una nueva lectura de
sus obras y muy pocos añadidos a su corpus
y estos poco significativos, como si en estos casi veinte años no hubiese
pasado nada (cuando nos consta que se han descubierto muchos cuadros suyos),y nadie hubiese escrito nada sobre la pintora. Incluso
peor, las hipótesis más interesantes planteadas por Kusche y los temas
candentes y aún no resueltos, como la autoría
del famoso retrato de La dama del Armiño,
que Kusche y otros muchos historiadores consideran obra de Sofonisba, no
aparecen ni siquiera mencionados por la conservadora. ¿Por qué hacer una
aportación histórica cuando es tan fácil
dejar las cosas tal y como están? Porque
se trata del Museo del Prado, y eso requiere una exigencia intelectual del
primer orden en sus exposiciones, quizás…
Por
lo demás, y aún peor, la conservadora toma libremente ideas, descubrimientos
iconográficos y demás datos procedentes de historiadores españoles, sin
citarles ni a ellos, ni a sus libros. Aunque sí se citan, de ese modo
provinciano que uno querría eliminar del ámbito intelectual español en que se
aprecia solo lo ajeno y se desprecia lo propio,
las obras de los extranjeros: ¿Por qué no hacer lo propio con los
historiadores españoles?
Así
que sí, hay algunas cosas nuevas, pequeños detalles, todos tomados de otros
historiadores y sin citar: la serie de los autorretratos femeninos que se
incluye en la exposición, por ejemplo. Igualmente, existen algunos
descubrimientos iconográficos que la comisaria Leticia Ruíz no se atreve a
mencionar claramente como suyos, ya que no lo son, pero de los que escamotea,
penosamente, la procedencia.
Retrato de Felipe II, Sofonisba Anguissola
1565. Museo del Prado
1565. Museo del Prado
La
exposición pendiente sobre Sofonisba Anguissola queda por hacer y no dudo que
se hará. Pero no es aquella que diluye su obra,
invisibilizándola, “metiéndola en el saco” junto a otras artistas mujeres de
épocas posteriores. La relación de género no debe de ocultar, sino al
contrario, la prevalencia de las consideraciones históricas. Solo así se puede
analizar, explicar y entender, la lucha de poder que en la sociedad patriarcal
tenía lugar en torno a cualquier éxito femenino en el ámbito público. Al igual
que en el caso de la pintura en general, es decir, la pintura de hombres, es
importante estudiar al artista, masculino o femenino, dentro del contexto social,
técnico, estilístico e iconográfico de su época. Estas generalizaciones son
dañinas. Y presuponen la existencia de un “eterno femenino” que es una ficción.
Al igual que el hecho de que la conservadora sea una mujer, no quiere decir que
tenga conocimientos, aún básicos, de teoría del arte feminista.
Por
lo tanto, sigue siendo necesaria una exposición de Sofonisba que amplíe la
dimensión de sus obras reconocidas y de su genio, y que, por lo tanto, la
relacione con su tiempo, con la pintura que la precedió y con la pintura de la corte
que se estaba haciendo en ese momento, especialmente, claro, la de Alonso Sánchez
Coello, con el que se confundió su producción durante mucho tiempo. Sobre todo,
tal y como estableció Maria Kusche de forma magistral hace veinte años,
estudiar y analizar la innovación que supone Anguissola en el retrato de corte.
Mientras tanto, comprar algunas de las maravillosas obras de Anguissola que
salgan al mercado del arte no parece una mala forma de empezar a prestar
atención a un legado importante.
AMPARO SERRANO DE HARO
Museo Nacional del Prado.
Madrid 22/10/2019-02/02/2020
HISTORIA DE DOS PINTORAS:
SOFONISBA ANGUISSOLA
Y LAVINIA FONTANA
A. PILAR RUBIO
Con motivo de su Bicentenario, el Museo
Nacional del Prado ha desarrollado a lo largo del año 2019 actividades y
propuestas novedosas que han trascendido sus propias paredes y han logrado
conectar con el público.
Algunas de estas propuestas se han materializado
en exposiciones que vertebran la historia del museo como un lugar de memoria,
las restauraciones de obras emblemáticas, o el estudio de semejanzas, como Las
miradas afines de Velázquez, Rembrandt y Vermeer.
El año no ha terminado y el espectador curioso
aún podrá disfrutar de otras muestras como El maestro de papel, donde
podrá apreciar los modelos de cartillas de los siglos XVI y XVII para aprender
a dibujar o la colección de Dibujos de Goya.
Pero la perla con la que El Prado adorna su
otoño, extensible hasta febrero de 2020, es la exposición Historia de dos
pintoras: Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana, una propuesta con la que
el museo quiere dar visibilidad a dos mujeres artistas, pioneras que lograron
romper moldes y abrir horizontes a otras mujeres pintoras.
Autoretratos de Lavinia Fontana y Sofonisba
Anguissola
Sofonisba Anguissola (Cremona, h. 1532-35 -
Palermo, 1625) logró la fama en vida y su reconocimiento fue tal que se
convirtió en dama y maestra de pintura de la reina Isabel de Valois, tercera
esposa de Felipe II. Su excelencia, alabada por Vasari y por Miguel Ángel
Buonarroti, abrió las puertas a otras mujeres pues elevó el arte de la pintura
a una actividad honorable para las féminas.
Lavinia Fontana (Bolonia, 1552 – Roma, 1614)
era hija de pintor, por lo que su formación se realizó en el taller de su
padre. Lavinia recogió el testigo de Sofonisba y, según los documentos, fue la
primera mujer titular de su propio taller de pintura, atreviéndose a realizar
en sus obras representaciones mitológicas y desnudos, algo inusual para una mujer
de su época.
Marte
y Venus, de Lavinia de Fontana
Ambas artistas fueron animadas y encumbradas
por sus padres -Amilcare Anguissola y Prospero Fontana-, franquearon el espacio
doméstico para ejercer una profesión, fueron un referente para otras mujeres,
alcanzaron la fama en vida por ejercer el arte de la pintura, y fueron educadas
en la cultura humanista y artística aunque sus trayectorias vitales fueran
diferentes.
Varias secciones conducen al espectador por
una muestra -proveniente de colecciones y museos de varios países- a todas
luces excelente e inolvidable: La creación del mito reúne las obras de
juventud de ambas pintoras, donde Sofonisba en sus retratos y
autorretratos reivindica su condición de artista y su capacidad de
“invenzioni”, así como su formación y el linaje de su familia; y Lavinia a
través de sus autorretratos y su espléndido trabajo se convierte en merecedora
de prolongar el taller de pintura de la familia.
Sofonisba Anguissola en la Corte de Felipe
II
refleja la etapa de retrato áulico de la artista y su profundización en la
psicología de los retratados, fundamentalmente miembros de la Familia Real y
personajes relevantes de la Corte.
Retrato
de Felipe II de Sofonisba Anguissola
Lavinia Fontana: retratista de Bolonia
exhibe la obra de la etapa en la que la pintora
retrata a los personajes más representativos de su ciudad.
Pintura religiosa reúne
varias obras de ambas artistas relativas a esta temática y Espacio para la
memoria hace referencia a la fama alcanzada por ambas pintoras.
Lavinia Fontana y la pintura mitológica está
dedicada a la artista boloñesa, quien sorprende al espectador con un Marte,
personalizando el deseo al deslizar su mano por el cuerpo desnudo de Venus.
Van Dyck despide la muestra con el magnífico
retrato que realizó de Sofonisba Anguissola basándose en las notas de su
cuaderno de apuntes cuando la visitó en Sicilia un año antes de la muerte de la
artista.
Sofonisba Anguissola, retrato de Van Dyck
Cabe preguntarse: ¿Por qué se realizan
exposiciones monográficas de maestros de la pintura varones y, en cambio,
cuando la muestra representa a una mujer jamás se exhibe sola? La respuesta no
obedece solo a que algunas veces el objetivo de la muestra es el estudio
comparativo.
No se pierdan la oportunidad de contemplar
la obra de tan magníficas artistas. La exposición se exhibe en la actualidad en
el Museo Nacional del Prado, en Madrid, y se prolongará
hasta el 2 de febrero de 2020.
A. PILAR RUBIO
LOS QUE FRACASAN AL TRIUNFAR
LIDIA ANDINO
PSICOANALISTA
Ella trabajó como nunca para llegar al
puesto de sus sueños; si lo lograba no sólo tendría a su cargo el área de
personal de su empresa y una posición económica mucho mejor sino que, además,
sus logros serían reconocidos. Pero una vez que alcanzó la meta largamente
añorada, comenzó a sentirse mal, deprimida, vacía…
Este
es un ejemplo pero podríamos mencionar otros tantos, como el del piloto de F1 que a pocos metros
de superar la bandera de cuadros en primera posición, ve como su vehículo se
detiene por falta de gasolina, o el de los jóvenes altamente capacitados que alcanzan
un éxito laboral pero ¿A qué precio? Infartos de miocardio, impotencia, ruina
económica sorpresiva. También es el caso de las personas que una vez que han logrado
una conquista amorosa largamente esperada, lejos de disfrutarla, experimentan
cierta sensación de fracaso en su vida sentimental.
En todos
estos ejemplos siempre hay un síntoma, una contrariedad, un olvido, que impiden
obtener un logro, fruto del esfuerzo y la dedicación, o bien, una vez logrado,
impiden su goce.
El artículo de Sigmund Freud, Los que
fracasan al triunfar, encierra una gran verdad: existe algo en nosotros que
trabaja para que fracasemos o para castigar el triunfo. Cuando hablamos de triunfar
no nos referimos a convertirnos en estrellas de Hollywood, sino a objetivos más
mundanos y alcanzables: acabar una carrera, aprobar unas oposiciones, trabajar
en lo que siempre quise o hablar con la mujer/ hombre de mis sueños.
En
vísperas de una conquista importante existe, ciertas veces, una lucha interna —no
consciente— entre las diversas instancias que componen el psiquismo. Esa
confrontación está vedada para aquellos que la padecen y sólo la vislumbran en
sus efectos: confusión, conflictos, inquietud, etc. Es como si fuesen forzados
a rechazar el logro porque algo/alguien les acusa
de no merecerlo y obedecieran a ese tirano
interior que pretende someterles a una existencia llena de padecimientos.
Si
a pesar de haber sido juzgados logran
el objetivo, hablan del mismo como un suceso banal, desacreditan el mérito de
su trabajo para alcanzarlo, es decir, rebajan el valor de lo obtenido entre
lamentos que no reflejan la realidad: “me va mal en todo”, “siempre tengo mala
suerte", etc.
Con
un tratamiento adecuado es posible reconocer los motivos inconscientes de su
actitud, no sólo para que puedan aceptar
el logro obtenido y disfrutarlo, sino para permitirse alcanzar nuevas metas
acordes con su capacidad de trabajo, creatividad y perseverancia.
LIDIA ANDINO
PSICOANALISTA
¿SABÍAS QUE EL
PEREJIL, ESE QUE TE REGALAN EN LAS VERDULERÍAS Y ANTES TAMBIÉN EN LAS
PESCADERÍAS, TIENE MUCHÍSIMAS PROPIEDADES Y VITAMINAS?
CARMEN MENDÍVIL
¿Y por qué lo regalarán? Bajo a
preguntarle a Marina, mi frutera de confianza. “Es una tradición del pequeño comerciante”
me dice, “pero a nosotros nos cuesta dinero. A veces, según la época del año,
incluso puede estar caro”. Le doy las gracias por la aclaración y me pregunto
cuánto más durará el detalle, puesto que ya hace tiempo que en los
supermercados, el perejil viene envasado y se cobra. Quizá por esa costumbre de
regalarlo, el perejil tiene algo de hierba modesta y poco dada a darse
importancia, a pesar de ser una de las plantas aromáticas más populares de la
gastronomía mundial. Y además, ¡el perejil tiene mucha historia!
Oriunda del Mediterráneo central
europeo, la planta era ya utilizada por griegos y romanos. De sus usos en la
antigüedad quedan referencias entre los griegos, cuyo significado sagrado era
alegría, fiesta y también nacimiento o resurrección, por lo que los helenos
colocaban ramos de perejil sobre las tumbas de sus difuntos para honrarles. Los gladiadores romanos empleaban el perejil
como fuente de fortaleza y astucia antes de los combates. Su valor medicinal
queda recogido en los escritos de Dioscórides que practicó la medicina en Roma en la época del emperador
Nerón y fue cirujano militar en el ejército romano, con lo que tuvo la
oportunidad de viajar en busca de sustancias medicinales por todo el mundo
conocido. También el naturalista Plinio nos cuenta que en época
romana todas las salsas contenían perejil, condimento que llegó también en la
cocina andalusí, ya que en la Península Ibérica reemplazó al cilantro (planta
de la misma especie pero de sabor más intenso) en la elaboración de los platos
tradicionales que aún se consumen en la actualidad en muchas zonas del sur
peninsular.Por si fuera poco, Carlomagno decreta el cultivo en sus campos de
una serie de hierbas y condimentos entre los que se encontraba petrosilinum, identificada
posteriormente como Petroselinum crispum, más comúnmente denominado:
perejil. Durante la Edad Media el perejil se asociaba a poderes mágicos, con la
creencia popular de que si se mencionaba el nombre del enemigo mientras se
arrancaba de raíz, este moriría de inmediato.
Y… Perejil, por
lo visto, hay mucho en el islote deshabitado que lleva su nombre y en disputa
territorial entre España y Marruecos. Algunos autores, como el francés Victor
Bérard (1864-1931), conocido por su
traducción al francés de la Odisea de Homero y que intentó reconstruir los
viajes de Ulises, identificó esta isla
cómo la de Ogigia en la cual según la Odisea, la ninfa Calipso retuvo a Ulises
durante 7 años. ¡Larga vida al perejil!
El perejil es una planta herbácea
bienal, aunque puede cultivarse también como anual. Forma una roseta
empenachada de hojas muy divididas, alcanza los 30 cm de altura y posee tallos
floríferos que pueden llegar a rebasar los 60 cm con pequeñas flores verde
amarillentas. Las hojas de todos los tipos de perejil son ricas en vitaminas y
minerales, siempre que se consuman en crudo -como en la ensalada tabule, típica
de la cocina libanesa-, ya que la cocción elimina parte de sus componentes
vitamínicos. El perejil fresco contiene altos niveles de vitamina K, vitamina C
y vitamina A, así como minerales tales como el hierro, el calcio, el azufre y
el fósforo. Se dice de él que es bueno para las personas que sufren de
digestiones pesadas, anemia, obesidad, reuma, dismenorrea…. La lista de sus
bondades es muy larga.
Desde épocas antiguas, era utilizado para mantener
siempre un aliento refrescante (es bueno para combatir la halitosis), y era
conocido especialmente en la cocina oriental como una introducción para abrir
el apetito de los comensales. Se encuentra naturalizado en huertos, jardines y
a veces en márgenes de caminos, muros, cultivos, etc. de toda Europa y en parte
de Asia. También se encuentra aclimatado en zonas templadas de América. Se
puede también cultivar en macetas para disponer de hojas frescas y tiernas como
aderezo de los platos.
Existen dos tipos: uno es de hoja rizada que posee un
sabor suave y otro de hoja plana, que se
conoce como perejil italiano y cuenta con un sabor más intenso, con tendencia
al picante.
Seguro que no dudarás en incluirlo en tu dieta cotidiana para
poder gozar de todos sus beneficios y gracias a este fabuloso ingrediente,
lograr complementar una vida saludable de distintas formas.
Y hasta aquí hemos llegado. Espero que ahora, cuando nos
regalen o compremos perejil, lo miremos con el respeto que merece.
CARMEN MENDÍVIL
ISABEL BANDRÉS
Joker, al que su madre llama Happy, ha
recibido un mandato materno imposible de cumplir en este valle de lágrimas: ser
feliz y hacer felices a los demás. La película hace una crítica de la sociedad
actual en la que el individuo sólo cuenta como motor económico y los recortes
sociales siempre los sufren los más desprotegidos. Joker es abandonado por su
padre, abusado por su madre de manera cruel, humillado por su entorno e
ignorado por el servicio de salud. El villano lo es, nos dice el director,
porque factores muy concretos de su entorno no le dejan otra opción. Está
explicación hace que el personaje pierda el halo de misterio que tenía en otras
películas en las que encarnaba el mal, la crueldad y el caos. Cuando sabemos
que el origen del mal está en los episodios traumáticos, la maldad pierde su
fuerza simbólica aunque el personaje gane en humanidad y se nos haga más
cercano. El director, Todd Phillips, decide en esta película desentrañar al
personaje. Por fin, comprendemos el enigma de Joker y con ello deja de
representar en nuestro imaginario el mal y el caos. Ha logrado matar al mito,
al antihéroe por antonomasia.
Pero además, hace una crítica al mundo neoliberal en el
que los individuos sólo representan una fuerza económica que produce y consume.
Fuera de ese circuito cerrado no hay nada más, por lo que todo aquel que no
produce y no consume es marginado, humillado y considerado un despojo. Joker es
un fracasado que vive en la sucia y decadente ciudad de Gotham y se pasa el día
cuidando de su madre enferma e intentando en vano buscar un lugar en el mundo
del espectáculo como payaso. La máscara y la falsa risa (su enfermedad hacen
que ría en los momentos más inoportunos) le ayudan a ocultar y, sobre todo, a
ocultarse su desvalimiento, agresividad y rencor. Porque el director nos habla
sobre todo de máscaras: la máscara de la madre buena que oculta a la madre
perversa, la del padre que defensor del orden que oculta a un avaricioso de
poder, la del amigo amable que le traiciona, la de los medios de comunicación
que tras el espectáculo divertido sólo pretenden humillar… Y las máscaras
justicieras de payasos felices que utilizan todos los seguidores de Joker al
grito de “…en Gotham hay muchas ratas y los ratones se las comerán...” ocultan
el caos y la venganza. Nos preguntamos si los ratones sustituirán a las ratas
para que todo siga igual.
Este personaje torturado se convierte en un
símbolo subversivo, revolucionario y antisistema cuando los ciudadanos
indignados de Gotham toman la ciudad y atacan a la policía. Nos recuerdan a las
protestas que están sucediendo en París, Barcelona, Chile… Que nacen de la rabia de los individuos con un sistema
que no da respuesta a sus necesidades en un mundo sin sentido.
Algunos la han
calificado de película revolucionaria. Incluso en Estados Unidos han temido que
los ciudadanos organizasen levantamientos tras su visionado, pero no es para
tanto. Todd Phillips aprovecha la fuerza del mito para hacer una crítica de una
sociedad enferma, pero la película peca de afectación y el abuso del eslogan
cuando habla de las enfermedades mentales o de la dignidad de las personas le
hacen perder fuerza y calidad narrativa.
¿Es una buena
película? Sí, lo es. ¿Es tan provocadora, revolucionaria y agitadora cómo
parece? En absoluto. Es una película atípica con un planteamiento arriesgado que
resulta perturbadora mientras se está viendo, pero que cuando se recuerda pierde fuelle. El director
quiere decirnos demasiadas cosas de manera exuberante y eso la lastra. Quiero
destacar la magnífica actuación de Joaquín Phoenix, sin él está película no
hubiese sido posible.
ISABEL BANDRÉS
Bong Joon-ho nos cuenta la historia de dos
familias. La de familia Ki-Taek cuyos cuatro miembros viven en el paro
procurando salir adelante lo mejor que pueden. Mal viven en un semisótano en
condiciones insalubres y se organizan para subsistir, robando el wifi del
vecino y ejerciendo pequeños trabajos temporales, como doblar cajas para pizzas.
Hasta que un amigo del hijo le ofrece dar clases de inglés a una adolescente de
clase alta. A partir de ese momento, trazarán un plan estratégico para penetrar
en el mundo de los muy ricos a través de la familia Park, también compuesta por
los padres, una hija y un hijo. Poco a poco y con gran ingenio, irán
suplantando a todos los sirvientes de la casa y descubrirán el confort y la
seguridad que da la riqueza. Mientras los Ki-Taek son unos pobres ingeniosos, los
Park son unos ricos bondadosos, complacientes y educados que mantienen con “los
otros” una actitud condescendiente, esa manera de humillar con exquisitos
modales. Uno de los hallazgos de esta narración es que no existen buenos y
malos. Los Park tienen encanto y son de trato amable. Y la familia Ki-Taek son
unos pícaros simpáticos que luchan unidos por salir adelante. Y eso es lo
terrible: cambiar las cosas no depende de ninguno de ellos, es el sistema que
coloca a cada uno “en su sitio” sin ofrecerles ninguna posibilidad de cambiar
de casilla de salida. La narración esconde una carga de profundidad con tintes
marxistas: la falta de movilidad social, la imposibilidad de organizar una
sociedad más igualitaria y la diferencia de clases que abarca todo, hasta el
olor corporal.
El relato posee una libertad y un virtuosismo
poca veces visto. La agilidad narrativa, el humor vitriólico, las metáforas constantes,
la libertad creativa, el control en todo momento del discurso hacen de esta
estupenda película algo digno de verse y recordar. En la primera parte nos divierte,
nos sorprende y cuando nos preguntamos hacia dónde nos lleva, el director da un
giro de tuerca y nos presenta un final un tanto gore con tintes de cine de
terror. Ese cambio narrativo sólo puede hacerlo sin perder el ritmo un gran
director como es Bog-Joo-ho.
Una película excelente que nos hace un
retrato sociológico y político de un capitalismo salvaje que no deja al individuo
otra salida que luchar por su supervivencia aún a costa de los de su propia
clase: la lucha por las migajas que dejan tras de sí los más ricos. Una
narración que une el humor, la comedia negra y el esperpento criminal como
revulsivo ante un modelo de sociedad injusta incapaz de cambiar. Hay que
destacar la magnífica actuación de todos los intervinientes. Se puede decir que
es una película coral cuyo verdadero
protagonista es un sistema político que hace imposible las relaciones
basadas en la cohesión social. No se
puede vivir con los otros, hay que
vivir de los otros o contra los otros. Y para eso, nos dice
el director, hoy por hoy no hay salida posible.
Vayan a verla. No se la pierdan. Se les hará
corta. Reirán, se sorprenderán y les hará pensar. ¿Se puede pedir más? Yo creo
que no.
ISABEL BANDRÉS
El
joven, Gatsby, tiene una novia, Ahsleigh, de la América profunda que quiere ser
periodista. Los dos se aman y se admiran a pesar que él es un resabiado rarito
que se las da de intelectual y ella es una joven ingenua y burbujeante deseosa
de conocer mundo. Las cosas se complicarán para ellos cuando viajan a Manhattan
para que ella haga una entrevista a un cineasta de culto para la revista de la
Universidad y él la acompaña para poder disfrutar de su amado Nueva York natal.
Los escarceos
de ella con un director fracasado, su guionista y un latín lover de
Hollywood se presentan como las aventuras de una chica ilusa y sencilla de
Arizona en busca de una portada para un periódico universitario que queda deslumbrada
por un mundo sofisticado. Mientras, Gatsby conoce a la fantástica e inteligente Shannon
(Selena Gómez). Ambos protagonistas maduran en este viaje que tiene más de
iniciático que de otra cosa. En Nueva York no sólo van a encontrar lluvia y
trabajo si no una sociedad desquiciada y algunas verdades que harán que Gatsby,
que en realidad viaja a su pasado para encontrarse a sí mismo, deje de ser un impertinente rebelde
sin motivo. La otra razón de la película es hablar de cine, de películas, la
gran pasión del director junto con el jazz.
Un Nueva York
azotado por la lluvia es el fondo idílico donde suceden una serie de encuentros
y desencuentros salpicados de diálogos chispeantes y situaciones que hacen de la
película una obra juguetona, divertida y desprovista de cualquier rasgo de
pesadumbre. Todo lo contrario que podría esperarse de un director de 83 años
salpicado por el escándalo mediático y la negativa de Amazon, con quien está
pleiteando, de distribuir su película anual por lo que hemos recibido con un
año de retraso esta deliciosa y burbujeante obra. La narración está muy bien
ejecutada, estupendamente fotografiada por el veterano Vittorio Storaro y sus
actores, sobre todo Ellen Fanning (Ashleigh) son estupendos.
¿Una película
excelente? No. Woody Allen nos ha ofrecido a lo largo de su vida unas diez
obras maestras, algunas de ellas ya pasada ampliamente su edad de jubilación
como Match Point o Blue Jasmine. Podemos decir que la calidad de su cine es notoria, pero Día de lluvia en Nueva York no es una de
sus mejores obras y, sin embargo, en
ella se ve la mano del maestro en cada plano y en cada diálogo. Elabora
películas como si fuese tan fácil como respirar y nos hace pasar un rato
encantador viendo como la crédula Ahsleigh se mete en líos y como
Gatsby, alter ego del director, se deslía,
tras comprobar que la vida es más dura que lo que él creía, dejando
atrás su postura de rebelde niño pijo consentido.
Una película fresca, juvenil y dinámica que
nos habla de encuentros y desencuentros, de amores puestos a prueba, de jóvenes
buscando su camino, y de maduros a la deriva. Una obra que hace que la sonrisa no nos abandone
durante toda la proyección y que al recordarla,
pensemos el rato delicioso que pasamos
al verla. Gracias Woody.
ISABEL BANDRÉS
SUSI TRILLO
TANITA
TIKARAM
ASOMBROSO TIMBRE DE VOZ Y PERFECTA AFINACIÓN
EXTRAORDINARIA CANTANTE
CATHEDRAL SONG
GOOD TRADITION
TWIST IN MY SOBRIETY
I THINK OF YOU
¿PERO
DÓNDE TE METES, TANITA?
MADRID,
LONDRES... Y LUEGO ME ROBARON EL MÓVIL.
SI VES
ESTO, LLÁMAME PLEASE ,
TENGO ALGO QUE CONTARTE...
ESTO
ES TODO, AMIGUIT@S
COJAN LOS PARAGüAS!!
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