AMMU 2020
DEBIDO A LAS ACTUALES CIRCUNSTANCIAS COVID-19 AMPLIAMOS LA FECHA DE ENTREGA DE RELATOS HASTA EL 25 JUNIO 2020
PARA DESCARGAR LAS BASES
UN CANTO A LA VIDA
UN CANTO A LA VIDA
Enrique Ávila, Director del Centro Nacional de Excelencia en Ciberseguridad de la U.A. de Madrid, nos ilustró, en una conferencia online desde la Fundación Ortega-Marañón, acerca de lo fácil que era hoy en día elaborar un ciberataque, ya que la génesis del diseño digital era militar y, por tanto, éste estaba orientado a la resistencia y no a la seguridad. Ese hecho incidía sobre los dos puntos débiles del sistema: la falta de responsabilidad de los delincuentes, por las dificultades de autoría; y los usuarios como los elementos más vulnerables del modelo.
ROSARIO HERRERA GUIDO (DESDE MÉXICO)
https://www.youtube.com/watch?v=kjOPK23W1z8
DEBIDO A LAS ACTUALES CIRCUNSTANCIAS COVID-19 AMPLIAMOS LA FECHA DE ENTREGA DE RELATOS HASTA EL 25 JUNIO 2020
PARA DESCARGAR LAS BASES
UN CANTO A LA VIDA
VANESA MARTÍN
(DESDE SU CASA, MÁLAGA)
"Un canto a la vida” es la
canción con la que Vanesa Martín se une a la oleada de ayuda y gestos
solidarios que, de manera espontánea y altruista, se multiplican dentro y fuera
de nuestro país. ¡Gracias, Vane!
UN CANTO A LA VIDA
Imágenes de Vanesa Martín
rodadas en su casa de Málaga por Ana Blanco, durante el período de confinamiento
Marzo 2020.
ISABEL BANDRÉS
Hierro (+ Movistar) es una de las mejores series españolas. El impresionante paisaje de la isla Canaria es uno de los protagonistas de esta serie muy bien contada y magníficamente interpretada por Candela Peña y Darío Grandinetti. Muy elogiable el trabajo de unos secundarios, mayoritariamente canarios. Una trama tradicional sobre un crimen, una jueza con problemas de socialización y un empresario corrupto nos tiene pegados a la pantalla durante sus ocho capítulos. No se la pierdan.
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El embarcadero (+Movistar) (Serie de TV (2019-Actualidad). La joven arquitecta Alejandra (Verónica Sánchez) acaba de ganar junto a su socia (Marta Milans) la obra de un rascacielos millonario. Llama a su marido, Óscar (Morte), para contárselo; él está en Frankfurt. Horas después, un guardia civil le dice que han encontrado el coche de su marido hundido en L’Albufera... con él dentro. ¿Se ha suicidado? ¿Estaba en Frankfurt? Entre sus pertenencias, un segundo móvil que escondía su segunda vida con otra mujer, Verónica (Irene Arcos).
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Una confesión (+Movistar) es un 'thriller' británico con excelentes hechuras en sus seis episodios. El inició de la serie en bastante corriente: una chica desaparece y tirando del hilo se van descubriendo… Una mini serie muy bien contada, con unos actores muy buenos, entre los que destaca Martin Freeman en su papel de policía. Los personajes son creíbles y el guión solvente hacen que está serie sobresalga entre las de su género.
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Los salvajes (+Movistar) En Francia, en medio de la campaña
presidencial, el favorito en las encuestas es Idder Chaouch (Roschdy Zem), de
origen magrebí, que se enfrenta al candidato conservador. La candidatura de
Idder genera mucha tensión, tanto que el político es víctima de un intento de
asesinato el día de las elecciones. El día anterior, otro evento tuvo lugar en
Saint-Etienne: la boda de Slim Nerrouche (Shaïn Boumedine). Su familia entera
estaba allí, casi. Solo se echaba de menos al primo Nazir (Sofiane Zermani).
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Babylon Berlín (+Movistar). Berlín, la metrópoli más moderna y noctámbula de Europa, está a punto de sentir el crack bursátil de 19292 que dará paso a la Gran Depresión. La ciudad es un hervidero social donde artistas, bohemios, nazis, mafiosos, aristócratas, obreros radicalizados y gentes de bien se mezclan para contarnos cómo surgió el nazismo. La ambientación es estupenda. Los intérpretes principales son muy buenos, pero hay demasiadas historias, demasiados enredos y demasiadas ramificaciones. Es un exceso de todo que se convierte en un batiburrillo. Una pena porque tiene muchas cosas buenas y es muy interesante cuando se centra en el nacimiento del nazismo. Si la hubiesen limpiado de todo lo que le sobra, que es mucho, sería un lujo de serie. En la mayoría de los casos, menos es más. Y aquí ese principio se cumple.
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Capital (+Movistar) Miniserie de tres episodios. La llegada a todos los vecinos de Pepys Road, un suburbio de Londres, de unos envíos postales que contienen siempre la frase ‘Queremos lo que usted tiene” es su punto de partida. Los vecinos empiezan a especular, la policía a investigar en un Londres en plena crisis económica y con problemas de inmigración y racismo. Se ve con agrado, los actores hacen un trabajo notable, destacando un magnífico Toby Jones. Fue ganadora del Emmy Internacional a la mejor serie de 2016. Es digna de verse.
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(LA SERIE MOVISTAR ESTÁ DOBLADA AL ESPAÑOL)
El jurado (+Movistar) Doce ciudadanos son convocados para juzgar un controvertido caso de asesinato. En cada capítulo se nos informa no sólo de cómo se desarrolla el juicio, si no de la vida personal de cada uno de los jurados. Es una exitosa serie belga que se hizo con el premio al Mejor guion en la pasada edición del Festival Internacional de Series de Cannes. Compuesta por diez episodios (aquí vamos por el octavo), logra atraparnos. Una buena serie.
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En la sombra (+ Movistar) El Presidente de la República Francesa acaba de ser víctima de un ataque terrorista y las próximas elecciones deben organizarse en 35 días. En esta serie desfilan las miserias de los partidos y de los políticos en una lucha descarnada por el poder. Cuenta con unos excelentes actores y un buen guión en los primeros capítulos, pero poco a poco va perdiendo fuelle conforme se alarga. Muy aconsejable para quienes gusten de las tramas políticas.
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La voz más alta (+Movistar) nos narra vida social, personal y profesional de Roger Ailes creador de la televisión basura que trabajó para la Fox News de la que se sirvió para que Trump consiguiese la presidencia. La ambientación está muy bien lograda, la interpretación de Russell Crowe muy buena y, sobre todo, nos explica en cómo es obtienen espectadores y “se hace” un presidente.
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(LA SERIE MOVISTAR ESTÁ DOBLADA AL ESPAÑOL)
El crematorio (+Movistar) Serie de TV de 8 capítulos (2011). Primera serie de producción propia de Canal+, basada en una novela de Rafael Chirbes. Un constructor sin escrúpulos (Pepe Sancho) se dedica a hacer negocios en el litoral español. Crematorio resume una parte esencial de la historia reciente de España, ese cenagal de corrupción en el que se mezclan la mafia, la impunidad, la construcción y la parte más siniestra de la política. Está bien hecha y la interpretación de Pepe Sancho es estupenda. Posee un buen guión aunque existe alguna sobre actuación y algún subrayado innecesario. Una buena y solida serie
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Gigantes (+Movistar) es una serie muy negra y muy sucia. José Coronado, esplendida actuación, es un patriarca psicópata sin un ápice de humanidad que junto con sus tres hijos dirige una serie de negocios al margen de la ley. La droga, los enfrentamientos violentos, laos asesinatos y todo tipo de tropelías van apareciendo sin darnos un respiro. Los primeros capítulos son tremendos, pero nos atrapan. Luego, se hace un tanto pesada, insistente en el mismo tema y pierde fuelle. Yo no termine de verla, pero entiendo que puede haber espectadores que les vaya lo negro muy negro y lo sucio muy sucio.
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ES LA HORA DE FRENAR LA RABIA
Y TRABAJAR JUNTOS...
Y TRABAJAR JUNTOS...
ISABEL BANDRÉS
La falta de escrúpulos y la frivolidad están
siempre presentes, en movimiento constante. Nunca descansan, nunca frenan. Recorren
el mundo y lo hacen cada vez más estrecho, más irrespirable hasta que nos acomodamos
y ya no distinguimos entre la realidad y lo que nos venden. En septiembre de
2019, un informe de Naciones Unidas y el Banco Mundial avisaba del serio
peligro de una pandemia que, ”además de
cercenar vidas humanas, destruiría las economías y provocaría un caos social”. Gro
Harlem Brundtland, antigua primera ministra de Noruega y ex directora de la
Organización Mundial de la Salud, nos convocaba a prepararnos para lo peor. Pero
por aquel tiempo estábamos sin Gobierno, todos contra todos, y preparando la
elecciones del 10 de noviembre por lo que el informe se les debió pasar. Así
que, por lo que se deduce, el virus les cogió con el pie cambiado cuando, a
finales de enero de 2020 enero, apareció en nuestro país. El Gobierno, los
periodistas y los expertos nos dijeron que la vida seguía siendo bella y que no
había de que preocuparse.
Nos aseguraron que era cosa de los chinos y
algo, bastante, de los italianos. La oposición, que estaba intentando unirse
con alguien, no dijo nada o dijo poco y muy bajito. En fin, que nosotros, por
alguna razón mágica, estábamos a salvo. Por aquellas fechas, el Gobierno bastante
tenía con celebrar un Consejo de Ministros (dieciocho ministros y cuatro
vicepresidentes) en Quintos de Mora. En la foto se les veía contentos,
confraternizando y echando unas risas. Cada uno iba a lo suyo: el virus a
infectar, los políticos al independentismo, a saltar a la yugular del
adversario, al autobombo… y nosotros, amantes de lo mágico, seguíamos confiados
con nuestras vidas porque unos expertos, que ya no podían ser más expertos, nos
dijeron textualmente “Se está generando
una histeria sin fundamento” (Trilla).
En Italia y aquí, el virus iba ganando la batalla cuando el 8 de marzo el
Gobierno decidió celebrar el Día Internacional de la Mujer. Creo que tuvieron
algunas dudas porque la OMS les alertó del riesgo de las concentraciones.
Vencieron las dudas con un “Bah, qué nos
va a pasar” y cientos de miles de mujeres llenaron las calles en toda
España. Ese mismo día los de Vox decidieron que a ellos no les achantaban unas
mujeres y dieron un mitin en Vista Alegre, donde se reunieron diez mil almas
con sus cuerpos, de allí el peligro, porque el de uno de ellos (Ortega Smith)
era portador.
El 9 de marzo saltaron las alarmas; los
hospitales estaban llenos de enfermos contaminados y los muertos se acercaban
al centenar. En sólo veinticuatro horas nuestras vidas cambiaron radicalmente.
El ángel de la muerte sobrevolaba sobre nuestras cabezas mientras una profunda
sima se abría a nuestros pies. El día 14 se declaraba el estado de alarma.
Desde ese momento, el Gobierno Central asumió el control. Los independentistas,
una vez más, perdieron los papeles. Ellos quieren decidir en sus autonomías.
Patalearon, hablaron con la prensa extranjera… ¿Qué les voy a contar que
ustedes no sepan? La verdad es que yo no esperaba menos. Los políticos salen de
sus poltronas para animarnos con palabras de Churchill ¿No tendrán otras? Un
rapsoda con forma de un vicepresidente del Gobierno, nos dijo que no se tenía
que hacer política con un asunto tan serio. Salieron los de la oposición y
dijeron que estaban de acuerdo. ¿Y qué van hacer? ¿No tomar ninguna medida
social y económica para aliviar a los ciudadanos de esta crisis? Creo que
querían decir: no hacer partidismo. Y es que están tan acostumbrados a llamar
política al partidismo que se lían. Por mí, bien. Cuanto menos partidismo y más
política de altura, mejor.
El día 20 de marzo el ministro del ramo, nos
comunicó desde el plasma que “se hacía todo lo que se podía pero no
era posible saber cuándo estaría
disponible el material sanitario”. Leí en un periódico que fabricantes
asiáticos tenían material, pero que nuestro Gobierno no lo había demandado
según se debía, con el dinero por delante. Ayuso acusa al Gobierno de
retenerlo. El Gobierno lo niega. Creo que no hay mala fe. Sencillamente, no saben
hacerlo mejor. Han sido imprudentes, poco previsores, son malos gestores y se
encuentran desbordados.
El día 21, el Presidente de Gobierno anuncia
que se nombrará una comisión de sabios sobre el tema. ¿Y la que ya existe? Sin
problemas, ahora tenemos dos comisiones de sabios. Mejor, por sabios que no
quede. Aunque he leído que algunos repiten cargos en las dos comisiones. No
entiendo nada.
HERMANAS CARMELITAS DE CIUDAD RODRIGO FABRICANDO MASCARILLAS
Mientras tanto y al mismo tiempo, cientos de
mujeres, que sí saben y pueden, ya habían hecho llegar a los
hospitales cercanos mascarillas, batas y gorros que habían salido de sus
maquinas de coser. Se habían organizado, hablado con alcaldes y médicos, obtenido
la tela apropiada y se habían puesto al tajo. Margarita, con 80 años, cose
diariamente 50 mascarillas. Los agricultores, de acuerdo con la municipalidad, sacaban
sus tractores para fumigar sus pueblos. Inquilinos y propietarios pactaban los
alquileres para el tiempo de crisis. Grupos de jóvenes llevaban la compra a
domicilio a personas dependientes. Médicos y personal sanitario jubilados se
incorporaban a los hospitales. Empresarios grandes y pequeños cambiaban su
producción para fabricar material hospitalario. Amancio Ortega entregaba el
sábado 21 un gran lote de mascarillas, batas y respiradores. Ingenieros
comienzan fabricar respiradores por 3D.
Una oleada de solidaridad se extiende por
toda España. “Es la hora de los ciudadanos” nos dice un editorial del El País. Como siempre. Fuimos los
ciudadanos quienes soportamos la crisis de 2008 y somos quienes pagaremos la de
2020. Mi pregunta es ¿Cuándo será la hora de los políticos y de la alta
política? En algún momento saldremos de este lance, pero después de muchos
muertos y económicamente arruinados. Nada será ya lo mismo. China ha venido para
quedarse, Europa contará muy poco en el concierto mundial. Habrá que amparar a
muchos, sostener a parados, familias, pequeñas empresas y el Estado del Bienestar
estará en ruinas. ¿Tendremos en algún momento políticos prudentes que
solucionen problemas reales y no se dediquen a crear problemas ficticios y
vender humo? De momento el Gobierno lanza nuevas medidas para ayudar a los
pequeños empresarios, a los trabajadores y a los más vulnerables. Veremos, en
los próximos días, si son suficientes, están ajustadas y si llegan con rapidez
a su destino. De momento, percibimos improvisación, descontrol y falta de coordinación
entre el Gobierno Central y las Autonomías en un sálvese quien pueda.
Cuando esto escribo, con 6.528 muertos, 78.700
contagiados y con el personal sanitario —esos héroes que se juegan todos los
días la vida—, agotado, cuando no contaminado, nos toca ejercer la prudencia,
aguantarnos la rabia, mordernos la lengua y ponernos a trabajar todos juntos,
los políticos también. Dejen los discursos banales, los enfrentamientos
absurdos y el “postureo”. Es hora de organizar el caos.
ISABEL BANDRÉS
La situación de pandemia, en que nos
encontramos, presenta una diferencia fundamental respecto a otras epidemias
históricas. Estamos encerrados con nuestros juguetes digitales. Encerrados,
pero con una ventana abierta al mundo. Esta situación acontece, también por
primera vez, en un mundo globalizado en el que, cuando se tambalea un punto del
planeta, en este caso por el ataque de un virus, se tambalea el mundo. No hay
prácticamente ningún país que no se encuentre actualmente afectado por la
epidemia, a pesar de los esfuerzos tardíos por blindar las fronteras. Estamos
en un mundo globalizado para bien y para mal en el que, desde los años 90, ha
irrumpido avasalladora la tecnología, influyendo de forma decisiva en todos los
cambios económicos, sociales y culturales de este modelo y, por ende, en sus
ciudadanos.
Esta pandemia radicaliza un fenómeno ya
existente en las sociedades contemporáneas. En nuestro encierro forzado, nos
encontramos sin elección, aislados de nuestros semejantes, pero conectados a
nuestro ordenador, a nuestro teléfono móvil o a nuestra tablet. El amplio abanico de noticias, contactos, sugerencias, fake news, juegos, incitaciones al
consumo e incluso timos varios son ahora nuestro único contacto social, aparte
de la inevitable convivencia con cónyuges e hijos, en el caso en que los haya,
porque hay muchas personas solas. Es evidente que ese mundo digital ha mejorado
nuestro aislamiento, respecto a situaciones semejantes en otros momentos
históricos: podemos hablar y relacionarnos sin tasa con nuestros parientes y
amigos, entretenernos con el whatsapp
y las redes sociales, seguir tutoriales de entrenamiento físico, yoga, baile o
trabajos manuales; pero la noticia alarmante de que se había logrado
interceptar un nuevo virus, esta vez informático, dirigido al corazón de los
centros sanitarios, nos ha recordado los peligros de este nuevo juguete que
tiene a su disposición la humanidad.
Enrique Ávila, Director del Centro Nacional de Excelencia en Ciberseguridad de la U.A. de Madrid, nos ilustró, en una conferencia online desde la Fundación Ortega-Marañón, acerca de lo fácil que era hoy en día elaborar un ciberataque, ya que la génesis del diseño digital era militar y, por tanto, éste estaba orientado a la resistencia y no a la seguridad. Ese hecho incidía sobre los dos puntos débiles del sistema: la falta de responsabilidad de los delincuentes, por las dificultades de autoría; y los usuarios como los elementos más vulnerables del modelo.
La vulnerabilidad de los usuarios no
proviene sólo de los ciberataques o de la delincuencia, tampoco del aumento
exponencial de la manipulación o del cambio drástico en la concepción de
nuestra intimidad; sino del mismo modelo digital. Los que nos hemos educado en
un modelo analógico entendemos, a veces, que puede ir en detrimento del proceso
de formación de la inteligencia, de la sensibilidad y del trato con los otros.
Extrañamos los viejos tiempos de la lectura reposada, del desarrollo de la
imaginación, del debate y la reflexión; pero Enrique Ávila nos alerta de que no
hay marcha atrás. El argumento es contundente. Sin la tecnología no hay
posibilidad de alimentar a una población mundial que se encuentra ahora en la
cifra de 6.ooo millones de personas y que la ONU calcula que el año 2025
llegará a los 8.500 millones. Recordemos que en 1750 la población era de 1.000
millones y que en 1800 años de historia el crecimiento fue de 85.00 personas
por año.
Enrique Ávila añade que quizá debamos
recuperar, en cuanto a la responsabilidad, algunas estructuras de poder provenientes
del modelo analógico tradicional, como el Estado de Derecho y de Separación de
Poderes; y no apostar todo a la inversión en protección. El concepto de
Identidad Soberana, ya reconocido a nivel internacional, podría permitir la
atribución de responsabilidades no sólo a los actores de la red sino a los
algoritmos que impactan en los procesos de toma de decisión. Esta reflexión me
hizo pensar en la necesaria cooperación del sistema analógico y el digital, no
sólo en la cuestión de los ciberataques; sino en el terreno de la formación
moral e intelectual de los individuos.
La convivencia positiva con el mundo digital
precisa, no sólo de habilidad para generar inteligencia a través de los datos,
sino un alto grado de madurez a la hora de su uso. ¿Podrán los “nativos
digitales” enfrentarse a los renovados retos de este nuevo mundo, que no harán
sino acrecentarse con el tiempo? Los que hemos tenido como profesión la
enseñanza, sabemos algunas de las deficiencias que se aprecian en alumnos
habituados desde niños al uso —y abuso— de las nuevas tecnologías: dispersión,
dificultad para comprender un pensamiento abstracto y argumentar, tendencia a
responder de forma aleatoria sin haber reflexionado, disminución de la
capacidad del lenguaje… Hace tiempo que, al socaire de la idea del progreso, se
pretenden solucionar los problemas existentes hoy en día en la enseñanza, que
debería ser la esperanza del mundo futuro, mediante el uso de las nuevas
tecnologías. ¿No sería más conveniente preservar una enseñanza tradicional en
conocimientos, capacidad de reflexión y elaboración de valores para que los
niños adquiriesen las capacidades que les permitan posteriormente enfrentarse
con madurez y conocimientos a los retos del nuevo mundo digital?
No parece que en nuestras sociedades
actuales se haya desarrollado, como en épocas culturales más florecientes, la
actividad del pensamiento. El desarrollo mismo de la pandemia en nuestro país
ha hecho emerger una verdad, que llevamos tiempo intentando ocultar: que la
realidad es más potente que la ideología y que cualquier ideología que no la
tenga en cuenta, nos lleva al desastre. También los límites de la tecnología.
Si hay algo que compartimos con las epidemias de tiempos pasados es que no
podemos acompañar en su enfermedad y en sus últimas horas a nuestros seres más
queridos. Y sobre todo, ha puesto de relieve lo que realmente importa y que es
la esperanza de la humanidad: los actos de heroísmo de una gran parte de
nuestra población: personal sanitario, empleados de limpieza, trabajadores
sociales, repartidores, cajeras de supermercados, policías, guardias civiles y
militares; la solidaridad de empresarios como Amancio Ortega o deportistas como
Rafa Nadal; la dedicación generosa con los más desfavorecidos de instituciones
caritativas y ONGs y, en fin, de tanta y tantas personas anónimas, que nos
recuerdan cúal es la parte de humanidad que valoramos y que queremos preservar
en este mundo complejo y fractal.
MARÍA LUISA MAILLARD
EN CUARENTENA CON EL MALTRATADOR
ISABEL BANDRÉS
Todos sabemos que la excesiva proximidad
provoca violencia, incluso en las relaciones donde no existía. Después de un
viaje o de unas vacaciones en las que se convive las veinticuatro horas del día,
es cuando repuntan los divorcios. Ahora, el confinamiento masivo de la
población en sus casas, para intentar frenar la expansión del coronavirus, ha
traído consigo una convivencia forzada que irremediablemente tendrá
consecuencias sobre el incremento de la violencia de género. Diversas
estadísticas, a lo largo de las últimas décadas, muestran que para las mujeres
víctimas de maltrato, el hogar es el lugar más inseguro. Otros estudios afirman
que en los momentos en que existe una mayor convivencia con el agresor, suele
producirse un repunte de la violencia. La incomunicación de la víctima es la situación
perfecta para un depredador. Su sueño dorado se está cumpliendo con la
cuarentena: tener a la víctima acorralada sin familia ni amigos a los que
acudir y sin poder utilizar los medios de comunicación. El hogar se ha convertido
en una ratonera donde el agresor psicológico y físico es el amo absoluto. Su
poder es total y lo aprovechará, es lo que más desea. Tiene vía libre para
descargar todas sus frustraciones.
Mujeres que han logrado enviar mensajes
a los medios de comunicación se muestran aterradas. Una mujer de 41 años que logró
huir, e irse a la casa de sus padres, contó su experiencia a El País: “Me perseguía en silencio por
la casa. El machaque psicológico era horrible. Estaba tan alterada que tuve que
llamar a mi psicóloga, tenía temblores y sensación de fiebre. No sabía si era
coronavirus, y lo que tenía era una crisis de ansiedad”. El miedo y la angustia de las mujeres e hijos encerrados con su
verdugo las veinticuatro horas del día durante un mes son inmensurables.
Para estas situaciones hay servicios
que siguen abiertos. El Ministerio
de Igualdad garantiza la asistencia a las posibles víctimas. Son considerados servicios esenciales los destinados a la
protección de las víctimas de género, y se mantienen activos durante 24 horas.
El número gratuito de asesoramiento 016 y el de la policía el 112. Por otra
parte, la denuncia por terceros (familia, amigos, vecinos…) sigue siendo
obligatoria. También, se ha
impulsado un plan de contingencia: las
mujeres que se encuentren en urgencia domiciliaria podrán enviar un mensaje de alerta por mensajería
instantánea con geolocalización que recibirán las Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad del Estado. Se ha anunciado que se activará en los próximos días, no se sabe cuándo, un sistema de
chat-mensajería instantánea de contención y asistencia psicológica. Por otro
lado, el Ministerio de Justicia ha incluido a los Juzgados sobre la Violencia
de la Mujer entre los que seguirán en funcionamiento.
Pero las
medidas son insuficientes. Es muy difícil que una mujer encerrada con su
maltratador tenga acceso a un medio de comunicación. Miguel Lorente,
especialista en maltrato, solicita un seguimiento continuo — durante la
cuarentena—, de las mujeres que ya se hayan puesto en contacto con los
servicios de asistencia en el pasado. La denuncia de terceros que conozcan la
situación de estas mujeres es fundamental para atajar males mayores. Los psicólogos
aconsejan evitar los conflictos y no responder a gritos o amenazas. No amenazar
con una demanda de divorcio ni con denunciar. Hay que procurar hacerse invisible,
estar en otra habitación. Sobre todo, intentar que la agresividad no se
desborde. La policía recomienda evitar que las discusiones se
produzcan en la cocina porque hay muchos más elementos que pueden ser
utilizados como armas. No encerrase en al baño, puesto que suele ser un lugar
aislado y sin ventana desde donde no se escuchan las llamadas de auxilio. Es
recomendable guardar en el teléfono algún número preferente de rápida
marcación.
La convivencia
en estas condiciones puede ser, como poco, asfixiante. Otra víctima confiesa en
El País sentir angustia, “de no saber dónde meterse si pasa” y
añade: “nos
trata (dos hermanas y su madre) como si fuéramos un trapo; las peleas son muy fuertes y dos de cada
tres veces llegamos a las manos”. La situación de estas mujeres y sus
hijos, siempre difíciles, en estos días de aislamiento es insostenible. En el sexto día de encierro ya se han conocido dos
casos graves de violencia. Una mujer de 35 años fue asesinada, en un pueblo de
Castellón, por su pareja, delante de sus dos hijos menores. El agresor se
entregó y confesó a la policía. En Sevilla, una mujer de 46 años está ingresada
en estado grave después de que su pareja intentará cortarle el cuello.
Las víctimas están indefensas ante el
maltratador. No tienen ningún lugar donde refugiarse cuando la violencia
estalla. El verdugo se encuentra en el mejor escenario posible y lo disfrutará.
El ejercicio del poder y el control sobre el otro es lo que le produce placer.
Anular al otro, es lo que le mueve y para lo que vive. ¿Y qué mayor
satisfacción que tener a la victima a su entera disposición? En esa situación y
ante las dificultades que tienen las víctimas para contactar con el exterior,
es hoy más necesaria que nunca, la intervención del entorno más cercano.
ISABEL BANDRÉS
CARMEN GARCÍA INSAUSTI
Es mucho, lo que,
en materia de normativas, ha intentado el gobierno bolivariano para promover la
defensa de los derechos de la mujer y fomentar la inclusión e igualdad de
género. Entre las leyes se cuentan: la Ley para igualdad de oportunidades para
la mujer, la Ley sobre violencia contra la mujer y la familia, y la Ley
Orgánica sobre el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, así
como, la adopción de normativas y leyes internacionales, como la Convención
para la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer y la
Ley Aprobatoria de la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y
erradicar la violencia contra la mujer. Además, ha creado numerosos comités
sociales, y consejos de equidad para incluir el enfoque de género en las
políticas públicas, una Unión Nacional de Mujeres, y hasta un Consejo Presidencial
de Gobierno Popular de las Mujeres. Esto sin incluir, las disposiciones incluidas
en la Constitución de 1999 tendientes a visibilizar a la mujer y al
reconocimiento de la igualdad de género; las Misiones orientadas a favorecer la
igualdad de género y los derechos de las mujeres; un Plan Nacional de defensoras
comunales, la creación del Ministerio del Poder Popular para la Mujer y la
Igualdad de Género, el Sub Comité de Estadística de Género, la Coordinación de
Mujeres Afrodescendientes, la Coordinación de Mujeres Indígenas dentro de ese
Ministerio; la Comisión Nacional de Justicia de Género del Tribunal Supremo de
Justicia, y un Consejo de Equidad e Igualdad de Género en los cuerpos de
policía.
No hay dudas que
no han faltado normativas, comités, subcomités, planes, políticas, etc., y que,
por ello, no con poca frecuencia, el gobierno bolivariano se ha autodefinido
como un gobierno feminista, un término que, según muchos, ha sido “consumido,
abusado y sobre todo tergiversado por el poder”, lo que queda probado con las
profundas
contradicciones en la retórica del gobierno con relación a la igualdad de
género. Aglaia Berlutti,
destacada voz feminista, nos cuenta “Al mismo tiempo que se habla de la representatividad
política, el presidente Nicolás Maduro usa términos machistas para insultar a
minorías […] Al mismo tiempo que se insiste en que el número de ministras del
tren ejecutivo supera al de cualquier otro del continente, las mujeres
continúan padeciendo de una situación donde su identidad sigue siendo
aplastada por una interpretación histórica que la desvaloriza”. El Consejo de
Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas, ya apuntaba en 2016,
que, aunque, hay mujeres en altos
cargos públicos (Cancillería, Fiscalía y Ministerios), su capacidad de
incidencia en las decisiones es casi nula, y esto no ha cambiado, son mujeres
simbólicas, que solo abultan la presencia femenina.
En las misiones se
denuncia el sesgo político-ideológico que las guía, en el que no cabe ningún
criterio de igualdad de género. Las estadísticas ratifican que no existen planes
concretos para la erradicación de la violencia contra las mujeres, pues la tasa
de feminicidios en Venezuela es una de las 15 más altas del mundo, según tres
organizaciones locales de seguimiento de derechos, y cada vez más, se denuncian
casos de abuso sexual contra mujeres por parte de las autoridades policiales durante
las protestas políticas. En 2018, el Observatorio Venezolano de Violencia
(OVV), denunció que el 40 % de los delitos en Caracas fueron cometidos por
oficiales de policía.
La desigualdad en
los ingresos, los desplazamientos y el aumento de la informalidad laboral que
afecta a las mujeres son hechos evidentes. Muchas se ven obligadas a ejercer
labores de cuidado doméstico y otros empleos informales, mal remunerados y sin
protección de ley.
El análisis de la situación de la mujer
venezolana revela que no solo no se han solucionado los problemas existentes, sino, que se han agravado
peligrosamente, en parte por la acentuada crisis económica existente. De esto ha dado
cuenta la ONU en el informe de la Oficina de la alta comisionada para
los Derechos Humanos sobre el país, presentado en julio de 2019, en el que se
evidencia como las mujeres llevan la peor parte en la situación actual de Venezuela.
Al estar encabezados un
alto porcentajes de los hogares del país por mujeres, son ellas quienes suelen sufrir las
largas filas de los supermercados para la búsqueda de alimentos. Según Cáritas,
el déficit
alimenticio afecta particularmente a mujeres embarazadas y niños. Aunado a
ello, la grave escasez y desabastecimiento de medicinas, reactivos e insumos
médicos, ha generado gran escasez de anticonceptivos, y el país tiene un alto
índice de embarazos no deseados y abortos inseguros que ocasionan muchas
muertes maternas. No hay atención prenatal ni postnatal y las condiciones de
los hospitales y la falta de personal y suministros están entre las principales
causas de mortalidad materna. Las razones que han obligado a la población a
emigrar (violaciones a los derechos a la alimentación, salud y una vida digna,
la violencia e inseguridad, el colapso de los servicios básicos, el deterioro
de la educación y la persecución política), ha puesto a las mujeres,
adolescentes y niñas en una mayor situación de vulnerabilidad al exponerlas a
la trata, explotación sexual, y otras formas de violencia de género, tanto durante
el viaje como en el destino. Se han documentado, por parte de los servicios
especiales de seguridad de Nicolás Maduro, durante las detenciones y
“operaciones especiales”, casos de violencia sexual y de género, como
agresiones físicas y tocamientos inapropiados, amenazas de violación, desnudez
forzada e insultos sexistas, con la finalidad de humillar, castigar y obtener
confesiones de las detenidas. A esto se suman, las agresiones por
discriminación política: las mujeres, familiares de presuntos opositores, son
objeto de detenciones arbitrarias, interrogatorios sin abogados, y en algunos
casos maltratos y torturas. De igual forma, se documenta acoso y amenazas a las
familiares de fallecidos durante las protestas por los servicios de
inteligencia y la policía. Las activistas que son beneficiarias de ayudas y
expresan alguna protesta son señaladas por su activismo, amenazadas por líderes
comunitarios y grupos armados, y excluidas de los programas de apoyo. Las opositoras,
además, de ser víctima de despidos y detenciones arbitrarias, sufren represión
extra: comentarios sexistas, violencia de género online y humillaciones
públicas.
El análisis de la
ONU reveló claramente que existe falta de compromiso por parte del Estado para
garantizar los derechos de la mujer en Venezuela y alcanzar la igualdad de
género, valor fundamental plasmado en la Constitución, y en numerosos textos
legales, así como en las políticas y planes. Aunque el análisis no incide en las causas de
la falta de compromiso, como venezolana, me atrevo a formular algunas:
1. En los organismos del Estado y en la
sociedad en general persisten estereotipos machistas que desvalorizan y
subordinan a la mujer. Aunque se elaboren normativas y leyes que declaren
incluir a la mujer, el germen está allí. Hace falta mucha educación para que
estos gobernantes, empiecen a ver a la mujer con verdadera igualdad y con los
mismos derechos. Las leyes las han elaborado desde un doble discurso, porque es
lo que “toca”, “lo que está de moda”. La sociedad venezolana sigue siendo una
sociedad machista.
2. Los representantes del gobierno
bolivariano, aunque hablen de espacio político y público, jamás han accedido a
ese verdadero espacio, en el que la acción y la palabra en los asuntos comunes,
como bien lo señala Hanna Arends, define a los seres humanos como verdaderas personas;
y por supuesto, jamás han permitido que, de forma real, la mujer forme parte de
ese espacio. En sus mentes las mujeres deben seguir confinadas al espacio
privado con todo lo que ello implica. En palabras de Celia Amorós, para el
Estado Venezolano “las mujeres no somos tratadas como sujetas constituyentes,
ni como factores reales de poder”.
3. Los gobernantes bolivarianos no basan sus
decisiones en el poder que da el consenso, las basan en la fuerza, “el aquí
mando yo y se hace como yo diga”, son frases que de forma subliminal o evidente
usan con frecuencia en sus discursos las autoridades. Recordemos que cuando han
perdido las elecciones igualmente se han declarado triunfadores. Entonces, cómo
vamos a pretender que esa concepción de la mujer como un ser igual al hombre no
esté plagada del “troglodismo” de épocas pasadas. Cómo vamos a pretender que no
vean su sexo como su principal arma biológica y que por eso la violencia sexual
esté a la orden del día en sus cuerpos de seguridad.
4. Venezuela vive un tiempo histórico de oscurantismo, de catástrofe política y desastre
moral que es visible en toda su extensión, todo lo malo que se dice es verdad,
pero es encubierto por las autoridades y el lenguaje falso de casi todos los
representantes oficiales. Prueba de ello es que en Venezuela desde 2016 no
se publican cifras oficiales sobre salud, nutrición, mortalidad materno
infantil, etc. Tenemos conocimiento de que ese año, tras publicarse un aumento
del 30% de la mortalidad infantil y del 66% de la mortalidad materna, la
ministra de salud de entonces fue inmediatamente destituida. Esto lo
denunciaron las entidades civiles que son las que se atreven a dar un poco de
luz.
5. Ahora mismo, en Venezuela no hay un Estado
de derecho, porque, aunque existe una constitución, las acciones del gobernante
no están sujetas a las normas jurídicas, el poder
del Estado no está subordinado al orden jurídico, hacen lo que quieren, como y
donde quieren. Es prácticamente un estado de naturaleza, usando la concepción
hobbesiana del término de todos contra todos.
Por todo ello
hemos de concluir que en Venezuela el reto de lograr la equidad e inclusión
real de la mujer, en beneficio de una vida fructífera, que beneficie
positivamente a la comunidad y repercuta en el crecimiento de la región, está
más presente que nunca.
CARMEN GARCÍA INSAUSTI
EN TIEMPOS DEL CORONAVIRUS 19
Ni bíos
político ni zoé natural,
la vida sagrada es la zona de
indistinción en que,
implicándose y excluyéndose entre sí,
ambos se constituyen
recíprocamente.
Giorgio Agamben
I
En
tiempos del coronavirus 19, este trabajo espera ser un breve ensayo que muestre
las estrechas relaciones entre la medicina y la política, así como su
indiferenciación, que conduce a una redefinición de los significados
originarios de los antiguos conceptos griegos de bíos y zoé, entonces tan delimitados.
Con el propósito de poder leer desde la biopolítica (Foucault, Nacimiento de la biopolítica, México,
F.C.E., 2007), la epidemia, luego pandemia del coronavirus 19, como una
sospecha o convencimiento colectivo de una “guerra bacteriológica” tramada y
concertada contra potencias rivales y aspiraciones neocolonialistas con los
países en desarrollo o tercermundistas, para la gloria de la expansión
geopolítica del capitalismo y su impolítica hegemonía: el imperialismo. Donde
el hiperpoder, que el filósofo español Eugenio Trías llama “Casino Global”, que
se monta sobre el mercado mundial y la teletecnociencia de los medios de
incomunicación global, donde como dijo Jean Baudrillard, “todo se comunica y
nadie se toca”.
Finalmente,
un poder cuyo centro se traga a sí mismo como contrapoder (Foucault) y “cava su
propia tumba” (Marx), pues siempre está ahí la transgresión a cielo abierto, la
mofa colectiva, “la máquina de guerra” (Deleuze), la fiesta contra el duelo, o
barrocamente la “fiesta luctuosa” (Octavio Paz), de la irrefrenable resistencia
civil (Foucault) o resiliencia (Emmy Werner, 1995; Emily Hunter, 1999; Ulrich
Beck, 1999), que como paradigma del desafío al riego y contra el encierro en sí
mismos y la depresión (cobardía moral para Lacan), en el escenario de la
pandemia del C19, explota en Bel Canto, las Sevillanas y la algarabía de las manifestaciones
italian@s y español@s, sin minimizar la también sangre latina mexicana.
II
Para
la antigua cultura griega era más que lógica la diferencia entre la vida (bíos), que se renueva con cada primavera
y la vida anímica (Zoé) que alude a
la vida cultural, en particular la del lógos
(pensar-ser), que se refiere a la eternidad. Como en el caso de la
traducción griega del Evangelio, justo en el párrafo en el que Jesús de Nazaret
dice “Yo soy la resurrección y la vida (zoé);
el que cree en mí, aunque muera vivirá” (Juan 11:25). Zoé refiere a la eternidad del alma.
Giorgio
Agamben, en el epígrafe que escogí para este modesto ensayo, dice que el bíos es político, pues la vida humana
pertenece a la polis, la civitas, la ciudad, lo público y
colectivo, la cultura, y zoé, asimismo
es lo natural, pues el cuerpo no es puramente biológico sino además político, ya
que no se puede cuadricular a un organismo cultural, para medirlo, pesarlo,
manipularlo, diagnosticarlo, medicarlo, o encerrarlo durante la crisis de la
pandemia del C19, sin que todo lo político, desde la familia, las enfermeras, los
costos de atención clínica y sanación, la indeseable defunción y cremación;
pues la vida, en tanto que sagrada (como lo salvo, lo que no debe ser transgredido
en la cultura sin graves consecuencias para los ciudadanos y la polis), donde una zona de indistinción
los envuelve y los diferencia entre sí, conformándolos mutuamente. Por eso es
que se puede hablar de una política de la vida y de una vida política; incluso
de un cuerpo social o un tejido social.
III
La
presencia de la epidemiología (el estudio de las epidemias y también de las pandemias),
juega un rol primordial en la organización, gestión y control en las sociedades
contemporáneas. Una organización donde están presentes conscientemente o
inconscientemente los dispositivos médicos, creando diversas tensiones
científico-políticas, que van del auge de la clínica de finales del siglo XVII
hasta su actual empobrecimiento, pues hoy en día la griega kliné (cama), que aludía al médico de cabecera, aquel que estaba
tan cerca de los enfermos que lograba diagnosticarlos, medicarlos y hasta
curarlos con sólo mirarlos y examinarlos, sin estudios de gabinete. Una
dimensión que en la actualidad no se reduce al ámbito médico, sino que se
ensambla y circula por todo el tejido social a través de la ciudad, el
hospital, el departamento, la magistratura y el Estado, permeando una
pluralidad de dimensiones: médica, científica, técnica, económica y política. Así
vamos de la salubridad/insalubridad de la higiene pública, instaurada por el
Estado-nación, hasta la salud pública (Global Health) promovida por las
instituciones globales, como la Organización Mundial de la Salud (OMS), surgida
de los acuerdos y tratados convenidos entre las naciones que conforman la
Organización de las Naciones Unidas (ONU). De modo que la vinculación que los
modelos globales establecen entre salud pública, comercio y seguridad nacional,
conduce a la propagación de un “imperialismo defensivo”, cuya función
primordial es apoyar el crecimiento de las potencias capitalistas del mundo
occidental (de manera ejemplar EUA).
Todo
ello velado por tratados de cooperación, para que sea menos caro tratar la
enfermedad en su lugar de origen, a través de una narrativa humanitaria y
convincente, que se ondea como una “misión civilizatoria” (al estilo del modelo
colonial inglés), que promueve la infraestructura tecnológica y médica, para
justificar las diversas intervenciones imperialistas rumbo a la humanitaria integración
al desarrollo internacional.
Paso
seguido, vienen las prácticas de vigilancia y de bioseguridad. Por ello lo que
tenemos en el presente es la vigilancia sindrómica molecular (el cuidado de los
síntomas de posibles brotes contagiosos, a través de una microfísica del poder
que, según Foucault, vigila los discursos que permean el cuerpo social, hasta
en los más pequeños rincones, lo que permite redefinir las concepciones
clásicas sobre lo que deben ser las sociedades, las poblaciones y los individuos,
la salud y la enfermedad. Porque la gobernanza contemporánea ya no opera sobre
poblaciones o individuos, sino sobre “dividuos”: una miríada de componentes a
partir de los cuales se ensambla un cuerpo o identidad divisible.
Ahora
bien, no hay que olvidar que todo esto sucede en el marco del neoliberalismo,
como sostiene Foucault: “[…] para el neoliberalismo, no era para nada saber
—como en el liberalismo del tipo de Adam Smith, el liberalismo del siglo XVIII—
cómo podía recortarse, disponerse dentro de una sociedad política dada, un
espacio libre que sería el del mercado. El problema del neoliberalismo, al
contrario, pasa por saber cómo se puede ajustar el ejercicio global del poder
político a los principios de una economía de mercado” (Foucault, Nacimiento de la biopolítica, México,
F.C. E., 2007:157).
Con
justa razón dice David Pavón, que el coronavirus 19 es sospechoso, pues los
efectos que produce checan puntualmente con los intereses del actual
capitalismo neoliberal y neofascista: la obsesión por la seguridad, la
justificación de las prohibiciones, vigilancias y controles, nos obliga a tener
que elegir entre la vida y la libertad, nos constriñe a aplaudir lo que nos
vende el gobierno como protección, confina a los ciudadanos enfermos o
sospechosos, los encierra en sí mismos y obliga ver como peligrosos a los demás
ciudadanos, cierra fronteras, radicaliza el consumismo, las compras de pánico y
la competencia, mientras el gobierno festeja la congelación de las luchas
sociales más urgentes, que ya habían prendido antorchas contra el capitalismo
neoliberal y neofascista, el ecocidio de nuestras reservas naturales, el
machismo y el patriarcado. (David Pavón,
Revolución 3,0, marzo 22, 2020).
En
este escenario como en otros, tal vez las fantasías imaginarias populares
tengan un pequeño asidero en lo real. El coronavirus 19 concentra todas las
intenciones ambiciosas, por ejemplo, de quebrar a China, tan próspera y
amenazante del Imperio Norteamericano. Lo bien que le venía a Trump, un virus
mortal para levantarse contra Europa, la del euro más caro que el dólar, como
se empezó a leer en la reciente incursión de 20, 000 efectivos de las tropas
norteamericanas a Europa, so pretexto de los ejercicios militares de rutina, en
el marco de la defensa de los pueblos miembros de la Organización del Tratado del
Atlántico Norte (OTAN), que fue creada en EUA (1949), para frenar la influencia
de la Unión Soviética en Europa.
Giorgio
Agamben podría leer muy bien esta pandemia de coronavirus 19, como una
modalidad del Estado de Excepción contemporáneo, que no tiene nada de
constitucional, pues con la reclusión suspende sutilmente la libertad, y
abandona a los ciudadanos al “poder desnudo”, pornográfico y retorcido y, en
consecuencia, a la nuda vida, a merced del poder usurpador. Porque en realidad
—advierte Agamben— no tiene ningún sentido recurrir a los criterios de extrema
necesidad y temporalidad para justificar el estado de excepción, ya que todo
intento por limitar el poder en una situación de emergencia es frívolo
(Agamben, Estado de excepción, Pre-textos,
2004).
Como
se puede apreciar, después de la macha y el paro de las mujeres, convocado por
las Brujas del Mar, qué bien le vendría al gobierno, tomar la excepción del
encierro “para proteger a la ciudadanía del C19”. Tal vez por ello, los
informes oficiales no tocan la vinculación entre el virus asesino globalizado y
la temperatura, descartando que la constitución de este covid 19 es pura grasa (tiene
una cubierta de lípidos, dijo de entrada un informe oficial), y que el calor,
ahora en varias regiones del país de 40° C, no le va a venir nada bien. Y que si nos salvamos va a ser en
gran parte gracias al adelanto de una cálida primavera o un extemporáneo estío.
Entonces
es preciso hacerse la pregunta ¿qué es el factor epidemiológico o pandémico?
Permítanme una respuesta posible: la generación y propagación de la
indistinción entre la ciencia y la política. Lo que la hace una dimensión
privilegiada para el ejercicio de lo biopolítico, cual indistinción entre las
ciencias médicas y las ciencias sociales. De tal manera que, por misterioso y
enigmático que parezca, se trata de una indistinción que permite la creación de
las más diversas formas de control político de los cuerpos y el tejido social.
Una
indistinción entre la medicina y la política que permite, por dar un ejemplo
próximo, el control de los sujetos sanos y contagiados por el covid 19, de
conformidad con las reglas de la Organización Mundial de Salud, a través de la
reclusión en sus casas, para evitar masivos contagios, además de abstenerse de colapsar
el Sistema de Salud Pública, ya de por sí colapsado, algo que puede suceder aquí
o en Estados Unidos, porque para ninguno de los dos sistemas la salud es un
asunto de seguridad nacional.
A
propósito, permítanme que les recuerde un cuento de terror: en 1988, el
entonces Presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, al dar su 6° y último
Informe de Gobierno, rompe con el Pacto
Tripartita del Instituto Mexicano del Seguro Social, IMSS (las aportaciones de
los trabajador@s, patrones y gobierno), al anunciar el derecho de todos los
jóvenes al Seguro Social, sin aumentar infraestructura, personal ni recursos
para tal medida, lo que constituyó la primera gran masificación y quiebra del
IMSS, tal vez en aras de dejarle al PRI los votos de todos los jóvenes de
México. A ello hay que agregar la cancelación del Seguro Popular (por
corrupción), por parte del Presidente Andrés Manuel López Obrador, y el
reemplazo por el Instituto Nacional de Salud y Bienestar (INSABI), cuya
institución definitiva fue anunciada para diciembre de este 2020. Una
indistinción entre la medicina y la política, que permite diluir algún posible
retraso de la convocatoria gubernamental al Sistema de Salubridad General, para
dar una respuesta contundente a una pandemia que ya había llegado importada de
Bergamo, Italia y de España, y que después se manifestó como nativa, una
urgencia que demandaba una pronta respuesta de Estado, pero cuyo primer mensaje
puso tensos a no pocos mexicanos y tal vez hasta los mercados, y que tal vez
fue para calmar al pueblo creyente y bueno, que el Presidente de México se
sacara de la camisa un objeto sacro y difundiera su fe, a una especie de Vade Retro Satana, expresado en la
invocación “Detente enemigo, el Corazón de Jesús está conmigo”, mientras dejaba
en segundo plano una respuesta de Estado, diplomática y profesional, que expresó,
sin poderlo evitar, en este orden: la pandemia de C19 será profesionalmente
atendida por técnicos, médicos y científicos.
Ya
la lectura del filósofo italiano Giorgio Agamben, en su libro sobre la
genealogía del poder en Occidente, pone a la luz la doble estructura del
gobierno, la correlación entre autoridad y potestad, entre Reino y Gobierno,
que interroga la relación entre la Economía y la Gloria, entre el Gobierno no
como gestión eficaz y el Poder como Majestuosidad, ceremonial y liturgia, dos
aspectos descuidados por filósofos y politólogos, dejando de lado preguntas necesarias:
¿Por qué el poder necesita la Gloria? Si el gobierno es capacidad de acción,
¿por qué asume la forma rígida y gloriosa de los sermones, la prédica, las
ceremonias, las declamaciones y los protocolos? ¿Cuál es la relación entre
economía, la política y gloria? Preguntas que descubren la relación entre la
Economía y la Gloria, como la estructura de la máquina gubernamental religiosa,
confesional, piadosa y devota (Agamben, El
reino y la gloria, Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2008:10).
Como
se sabe, este escenario religioso no es sólo una tentación de los gobiernos,
también está la religiosidad popular, que podemos reconocer en cada elección, donde
el candidato que compite para ganar, hace cuentas de los millones de votos con
los que puede ganar, y desde el principio ofrece a las mayorías, por lo común, empobrecidas
por el sistema capitalista, diversas ayudas al pueblo. Aunque el pueblo no
necesita que lo ayuden, sino que el gobierno impulse y sostenga las condiciones
para que las ciudadanas y los ciudadanos puedan trabajar, estudiar, tener
vivienda, salud, transporte, etc., y obtener con dignidad los frutos de su
propio trabajo. Claro que una estrategia aparte y plausible del gobierno de
Andrés Manuel López Obrador es becar a los jóvenes estudiantes, rumbo a la
movilidad social, a los jóvenes profesionales que no logran conseguir trabajo
porque les piden experiencia, a los que tienen capacidades diferentes, a los
adultos mayores y a las madres solteras, pero con encuestas, censos,
supervisión y evaluación de los programas sociales, para no dar cabida a que
los apoyos sociales puedan pervertirse en políticas clientelares electoreras.
Porque
el político que ayuda al pueblo lo está condenando a ser pobre toda la vida. Una
ayuda que, finalmente, es un engaño; aunque una treta consentida por el
engañado, que prefiere que alguien administre su existencia por el miedo a
hacerse cargo de sí mismo y responder por los propios actos, a ciertos o
errores, además trazar su propio destino. Además, como se sabe, son políticos que
no envían a sus hijos a las escuelas públicas ni van a los hospitales del
sistema de salud pública. Son políticos que hacen un sistema que no funciona
para la población, además de que se hacen ricos con ello, porque la
administración de la pobreza es un gran negocio, que produce un país para los
políticos y otro para el pueblo. Parafraseando al filósofo francés Jacques Ranciere,
desde una perspectiva de izquierda que, según el filósofo marxista Adolfo
Sánchez Vázquez, no es otra que la igualdad: el arte, la cultura y la educación
deben tener a la igualdad como principio y no como fin, si es que en realidad
no se quiere reproducir la desigualdad que se propone suprimir” (Jacques Ranciere,
“Prefacio”, El maestro ignorante, Barcelona,
Laertes, 2010).
IV
Un
poder omnímodo, pero un poder de cuyo seno surge un contrapoder que lo obliga a
que se trague a sí mismo (Foucault) o que “cave su propia tumba” (Marx), pues
la ley va de la mano de la transgresión (Bataille), pues ante la más cruel
racionalidad, a cielo abierto surge la ironía, la carcajada, la mofa colectiva,
“la máquina de guerra” (Deleuze), la fiesta contra el duelo o barrocamente la
“fiesta luctuosa” (Octavio Paz), la trauerspiel
(Benjamin), la irrefrenable resistencia civil (Foucault) o la resiliencia
(Emmy Werner, 1995; Emily Hunter, 1999; Ulrich Beck, 1999), que como paradigma
del desafío al riego y contra el encierro en sí mismos y la depresión (cobardía
moral para Lacan), en el escenario de la pandemia del C19, explota el Bel
Canto, las áreas de ópera, el ingenioso ping pong de balcón a balcón, las
Sevillanas, los maratones caseros y algarabía de las manifestaciones italian@s
y español@s, sin minimizar la también sangre latina mexicana, que se las
arregla de maravilla con lo que Freud llamó el Witz, la gracia en el alemán de los románticos, la gracias hasta
mística y poética popular, el ingenio, el chiste, la chanza, el albur. Como el
chiste construido a partir de la heroína Susana Distancia promovida por el
Gobierno de México, para que todas y todos, infantes y jóvenes, adultos y
adultos mayores, acepten con beneplácito su aislamiento y encierro; pero pronto
surgió un meme viralizado: “La secretaría de Salud acaba de crear el personaje
‘Susana Distancia’. Sus próximos personajes serán: Ivana Empeorar; Soy la
Enferma; Aquiles Contagio; Eloy Occiso; Yani Meyamen.
Tras
la reciente tragedia italiana y española, mi colega y amiga María Luisa
Maillard, me compartió que la siniestra situación en la que entraron y todavía
no salen, es en parte porque Pedro Sánchez y su gabinete, no tomaron en serio
la pandemia de coronavirus 19, porque estaban en otras cosas, como
manifestaciones y eventos multitudinarios, cuando ya se habían reportado 430
casos confirmados y 10 muertos el 7 de marzo; además de que no procuraron tener
el material sanitario suficiente. Decían que no iba a pasar nada y el C 19 era
una gripe sin importancia, olvidando los casos de China e Italia. Entonces el
13 de marzo los infectados ya eran 3. 000 y los muertos 100. Cerraron los colegios
y universidades, y tres días después declararon el estado de alerta, confinando
en sus casas a los ciudadanos. Pero a pesar de los 25.000 contagiados, 1.351
muertos, la sanidad pública colapsada y el conocimiento de que ya habían
empezado a seleccionar quienes tenían posibilidades de sobrevivir, ella empezó
a bailar sevillanas, a correr maratones de la cocina a su estudio, sin perder
el buen humor, como el resto de los vecinos; sin olvidar el humor que circula
por las redes: procesiones caseras de Semana Santa, sopranos que cantan y son
aplaudidas por todo el barrio, además de la zarzuela “Hola don Pepito, Hola don
José” el Día del Padre, incluyendo los aplausos cotidianos desde ventanas y
balcones a los médicos, enfermeras y personal sanitario, personal de limpieza,
repartidores, cajeras, policías y militares por su entrega, que ha sido excesiva,
al punto de que la mayoría de ellos se han contagiado. No cabe duda que el
supuesto Estado de Excepción estudiado por Agamben, cual metáfora de las
políticas sanitarias para combatir y erradicar el coronavirus 19, como diría mi
querida y admirada amiga María Luisa Maillard, “¡no les
quita lo bailao!”
ROSARIO HERRERA GUIDO
REMBRANDT Y EL RETRATO EN ÁMSTERDAM 1590-1670
MUSEO THYSSEN-BORNEMISZA
A. PILAR RUBIO LÓPEZ
El 18 de febrero de 2020 el Museo
Thyssen-Bornemisza abrió sus puertas inaugurando una exposición en torno a la
figura de Rembrandt Harmensz van Rijn (Leiden, 1606-Ámsterdam, 1669),
cumpliendo así el sueño de homenajear al insigne pintor un año después del 350
aniversario de su muerte. Por fin recalaba en España la obra de un genio que ha
recorrido medio mundo en 2019.
El comisario de la exposición, Norbert Middelkoop,
conservador del Amsterdam Museum, refiere que la idea de reunir en la muestra a
35 artistas, pintores coetáneos de Rembrandt, enriquece el estudio comparativo
y pone de manifiesto la calidad de las obras debido a la competición entre los
propios autores. Y es que en la Holanda del siglo XVII, un auténtico Siglo de
Oro que conoció la prosperidad gracias al comercio con las colonias de
ultramar, los burgueses querían reafirmar su poder y su estatus mediante
retratos individuales o de familia que decorasen las paredes de sus grandes y
acomodadas casas.
Las familias no fueron los únicos comitentes
que encargaban obras a los pintores afamados, también los gremios o los
regentes de instituciones solicitaban retratos de grupo. Por eso, la exposición
muestra a personas y grupos de artistas, a intelectuales y hombres de negocios,
que no son reyes ni papas, y que conforman el retrato de una época floreciente.
En torno a Autorretrato con gorra y dos
cadenas, de Rembrandt, adquirido por el barón Hans Heinrich von Thyssen en
1976, y a otros de la pinacoteca, a lo largo de 9 salas, se exhibe la obra de
pintores como Cornelis der Voort, Frans Hals, Werner dan den Valcklert, Jacob
Backer, Dirck Santvoort o Thomas de Keyser, entre otros; cuadros que han
viajado desde los museos más importantes del mundo como el Metropolitan Museum of
Art de Nueva York, el Museo del Louvre de París, el Ermitage de San Petersburgo,
el Rijksmuseum de Ámsterdam o la National Gallery de Londres.
La muestra, que incide en el diálogo con los
pintores coetáneos, pone de manifiesto la supremacía de Rembrandt, psicólogo
que dotó de personalidad a sus retratados y que se resistió, fiel a su estilo
del claroscuro, al cambio de tendencia acontecido en la década de 1640 en el
que el modelo de retrato se tornó más colorista y aristocrático, por la
influencia de otros modelos europeos.
Cerrado el museo debido a la pandemia del
coronavirus, El maestro calígrafo Lieven Willemsz van Coppenol, La
lección de anatomía del doctor Jan Deijman (ambos de Rembrandt), Gobernantas
y celadoras de la Spinhuis, de Dirk Santvoort, Síndicos del gremio
de orfebres de Ámsterdam, de Thomas de Keyser y los aguafuertes de
Rembrandt esperan al público hasta el 24 de mayo en cuadros colgados en paneles
marrones y ocres que nos recuerdan la elegancia de los montajes con la que el
Thyssen decora sus exposiciones. Imposible olvidar la ya lejana muestra El
Renacimiento Mediterráneo, con el fondo azul mar de
los paneles.
A. PILAR RUBIO LÓPEZ
El Museo Thyssen-Bornemisza permanecerá cerrado hasta nueva orden.
Os dejamos el link para una "visita virtual".
MUSEO THYSSEN-BORNEMISZA
VISITA VIRTUAL
EL SENTIMIENTO DE CULPA
LIDIA ANDINO (PSICOANALISTA)
La culpa es algo inherente a lo humano y
habita en nosotros como un sentimiento más. Sabemos lo que es sentirse
culpable: después de actuar o decir algo inadecuado querríamos borrar lo que
hemos hecho. Sea como fuere, el sentimiento de culpa que así experimentamos es
una consecuencia de nuestros actos y somos conscientes de ello.
Pero hay otra realidad en nuestras vidas
que es la realidad psíquica: hombres y mujeres sufren por desear y no hacer,
sufren por haber deseado matar o robar aunque nunca lo hayan hecho, sufren por
creerse malas personas o por albergar malos pensamientos respecto a los demás.
La realidad psíquica tiene ese poder sobre
el sujeto y está hecha para no ser influida desde el exterior. Nos afecta
nuestra interpretación de los hechos, no los hechos, y sólo nos pueden
convencer de lo que previamente estemos convencidos.
El trabajo analítico aportó un
sorprendente resultado y es que en la vida psíquica de cada uno hay un
sentimiento de culpabilidad inconsciente que no se experimenta como tal, sino
por sus efectos y se expresa como necesidad inconsciente de castigo. Es lo que
sucede, por ejemplo, en muchos casos de delincuencia, en los que una persona comete un acto delictivo cuya
punición le proporciona cierto alivio
anímico. Ésta sufre de un acuciante sentimiento de culpabilidad de origen
desconocido y, después de cometer la falta y recibir el castigo, esa presión se alivia.
Por contradictorio que pueda sonar, este
sentimiento de culpabilidad preexiste a la falta.
En uno de sus aforismos titulado: “Sobre el pálido delincuente” el
filósofo Friedrich Nietzsche hace patente
que este sentimiento de culpa es previo a la falta.
En ocasiones, en la clínica observamos
diversas maneras de manifestarse el sentimiento de culpabilidad inconsciente:
pacientes que están “tranquilos” en su enfermedad porque la viven como un
castigo, otros insisten en tener mala suerte, otros dicen ir de fracaso en
fracaso. Es decir que si el sujeto no puede tramitar o procesar esa culpa
acabará encasillado como enfermo, como delincuente, como drogadicto y recibirá
la correspondiente condena.
Lo curioso es que este sentimiento de
culpa también tiene lugar en algunas personas después de conseguir un logro
largamente deseado. Son los conocidos como “los que fracasan al triunfar”: tras
el éxito, suelen sentirse abatidos, melancólicos.
El ser humano vive en un malestar
constante que no proviene del exterior, de la cultura, sino del sentimiento de
culpabilidad inconsciente, un descontento que, en general, atribuimos a otras
manifestaciones.
En una historieta el comediante y escritor
Emo Philips narraba: “cuando era jovencito solía rezar para tener una
bicicleta. Un día me di cuenta de que Dios no funciona así, de modo que robé
una y recé para que me perdonara”.
LIDIA ANDINO
En
la terrible soledad del dolor, estamos viendo cómo nuestros seres queridos, se van. Sea para todos ellos nuestro recuerdo. S.T.
ALELUYA (PORTUGÉS)
HASTA QUE VEAS BANDERA BLANCA,
QUÉDATE EN CASA, AMIGUIT@
...POR FAVOR
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