¡Bienvenidas
a todas las perseverantes y talentosas colaboradoras del blog de AMMU en este
regreso, después del paréntesis veraniego!
Gracias
a vosotras seguimos al pie del cañón, aún sometidas a la incertidumbre que el
Covid-19 ha introducido en nuestras vidas desde que un 11 de marzo de 2020 la
OMS declaró Pandemia a la “neumonía vírica” que se había iniciado en Wuhan el
11 de diciembre de 2019. ¿Sólo un año y medio? Parecería toda una vida de cambios:
reclusión, restricciones, alejamiento físico de nuestros allegados, alegría y
alivio por noticias esperanzadoras, desánimo por noticias desalentadoras… y
todo ello aliñado con alteraciones en el mapa mundial, por no hablar del nacional.
Hago
extensible mi calurosa bienvenida a todos los seguidores del blog, que se han
ido sumando desde que iniciamos este proyecto en la lejana fecha de 2012.
Esperamos no defraudaros.
Gracias a todos vosotros seguimos con nuestro objetivo de mostrar que hoy en día, la reflexión, el espíritu crítico y el amor a la cultura y el arte tienen nombre de mujer.
PRÓXIMA TERTULIA LITERARIA
SERÁ EL DÍA
COMENTAREMOS EL LIBRO
El "virus" de la corrección
política se puede cargar la producción artística y literaria, asegura el
académico y exdirector de la RAE Darío Villanueva, que afirma también que si
permitieran la entrada de esos criterios en el Diccionario de la Lengua
Española este desaparecería.
De la historia y los peligros de la corrección
política y la posverdad habla Villanueva en su libro
"Morderse la lengua" (Espasa), dos fenómenos que, asegura, impregnan
y pervierten el discurso de políticos, medios de comunicación y redes sociales
y afectan a las relaciones personales y profesionales, a la investigación, a la
creación y a las expresiones artísticas.
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ISABEL
BANDRÉS
Las democracias plenas son pocas. Miren ustedes un mapamundi y vayan señalando. La democracia liberal, la forma de gobierno más humanista que se ha conocido, no deja de ser hostigada por los gobiernos teocráticos, nacionalistas, populistas e, incluso, desde dentro de las propias democracias. ¿Pero la democracia liberal es posible implantarla en todas las sociedades? La respuesta del buenismo bobalicón que nos asola sería, sí. Pero la realidad nos dice todo lo contrario.
La democracia se basa en la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley sea cual sea su sexo, pensamiento político, religión o etnia. En aquellas sociedades que se asientan en la religión, en el pensamiento único o en nacionalismo es imposible que una democracia liberal prospere. A lo sumo, conformarán un simulacro de democracia como lo que hay en Turquía o en Rusia. El desaparecido Giovanni Sartori, reputado estudioso italiano sobre la democracia y uno de los pensadores que más han profundizado sobre esta cuestión, no tenía dudas: “No es cierto que la democracia no sea exportable fuera del contexto de la cultura occidental; se puede exportar, pero no siempre. Por ejemplo, su implantación puede chocar con el obstáculo de una religión monoteísta y teocrática, porque si uno obedece la voluntad de Dios no puede obedecer la voluntad del pueblo ni respetar el principio de legitimidad de la democracia. Cuando la ley de un país se basa en las normas de una religión, sea la que sea, es imposible que la democracia se implante en esa sociedad. La separación de la Iglesia y el Estado es la piedra angular de la democracia”. Las teocracias se basan en la ley dictada por Dios, es decir son inmutables. Mientras que la democracia se basa en principios del bien y del mal que nos damos todos intercambiando argumentos racionales. Una teocracia se basa en una sola voz, la de Dios.
La democracia se basa en el respeto a los Derechos Humanos que han
recogido el sentir de muchas voces. En los países totalitarios se sacraliza la
religión, el pueblo, la raza, la clase obrera, la aristocracia… Pero en las
democracias no se sacraliza nada. Todo puede discutirse y criticarse. Lo que no
significa que lo sagrado no forme parte la vida privada de los ciudadanos. En
una democracia se puede ser judío, musulmán, católico, protestante, budista… pero
las instituciones públicas del Estado solo deben tener como “sagrado”, es decir
como base de su funcionamiento, la libertad individual y la igualdad de todos
los ciudadanos ante la ley.
Los
padres fundadores que redactaron la Constitución de Estados Unidos, en especial
Madison, defendieron la libertad religiosa e incluyeron en la Declaración de
Derechos la separación de la Iglesia y el Estado. Esto fue de gran importancia
para la salvaguarda de los derechos de las minorías religiosas y disidentes,
que hasta entonces habían sufrido persecuciones e intolerancia.
Casi todas las sociedades contemporáneas practican alguna clase de laicismo. Pero a finales del siglo XX, la propagación de un islamismo fundamentalista impuso en muchas sociedades como Ley de Estado la interpretación literal de los textos del Islam lo que ha tenido múltiples repercusiones, entre ellas el dominio de los hombres sobre las mujeres. Por otra parte, la falta de autocrítica de estas sociedades hace imposible caminar hacia una sociedad más tolerante y abierta.
Es cierto que Occidente ha hecho muchas cosas mal, incluso perversamente mal.
Pero lo que no ha hecho Occidente es emitir fatuas islámicas ni dejar a las
mujeres árabes sin posibilidades de estudiar o trabajar ni obligarlas a vestir
el burka ni impedirles salir a la calle solas ni tolerar su lapidación por
adulterio. El iraní Ali Dashti, escritor y político estudioso del Islam, aseguraba:
“La creencia puede embotar la razón
humana y el sentido común, incluso en los eruditos. Lo que se necesita es un
estudio más imparcial“
Los
países islámicos necesitan dirigentes carismáticos y autocríticos, como lo fue
Ali Dashti, fallecido en 1982, capaces de instituir un cuerpo de leyes civiles
que sean independientes de las instituciones religiosas cumpliendo el mandato
del artículo 18 de la Declaración Universal de Derechos Humano: “Toda persona tiene derecho a la libertad de
pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de
cambiar de religión o de creencia”. Hay que reconocer que acercar a algunas sociedades
a posturas más aperturistas es sumamente difícil porque los talibanes poseen
una pulsión destructiva que les lleva a derribar todo lo que no encaja, según
ellos, con el Islam: arte, literatura, ciencia, historia. Con esta estrechez de
miras, la esperanza de esos pueblos para conseguir salir del fundamentalismo es
hoy por hoy una utopía muy lejana.
Sería de agradecer que
muchas activistas y políticas occidentales dejasen de avergonzarnos
comparándonos con las mujeres afganas y señalando como único culpable a
Occidente. Olvidan, selectivamente, la corrupción extrema del depuesto
Gobierno, la dejadez y la desidia de las tropas afganas y la complacencia de
China, Rusia e Irán ¿O quizá piensan que estos tres países van a influir para
mejorar la situación de la mujer en ese territorio? Occidente ha salido muy
maltrecho de este episodio y ahora solo queda intentar rescatar a miles de
personas cuya vida corre peligro, sobre todo mujeres y niñas, y ser generosos
con las peticiones de asilo.
ISABEL BANDRÉS
NATALIA VELASCO
Alguien
me dijo ayer que sería fantástico que agosto pudiera prestarle una semana a
noviembre. Me miró y sonreímos. Es agosto un mes que evoca descanso, calor,
vacaciones y tiempo a ralentí. Aunque parece la cúspide del periodo vacacional
es, sin embargo, el inicio de un descenso imparable hacia su fin; por eso se
alimenta de éxtasis y de nostalgia y por eso me parece agosto como el sol de
mediodía calentando con fuerza en el cenit del descanso y esperando a ponerse
suavemente hasta que llegue septiembre.
El
tiempo se detiene o se acelera en agosto. Para algunos es caminar más despacio,
posar la mirada en la vida, volver a escuchar las historias del pasado contadas
ahora a los nietos. Para otros son maletas, desplazamientos, apretujones en la
playa, ansias por comerse el mundo, por verlo todo, por besar a todos y
extasiarse. El tiempo, insaciable, es el juego del escondite inglés, como le
gustaba decir a Carmen Martín Gaite: una, dos y tres y aunque no lo veas moverse,
cuando te das la vuelta para mirar, tu adversario está cada vez más cerca de la
pared esperando el momento implacable en que la muerte dará la estocada final.
Decía Aldecoa: “El tiempo no es inocente. Lleva siempre la hoz afilada y va
cerrando puertas y tapiando horizontes, aunque finja lo contrario.” Vivido de
una u otra manera, ese tiempo parece detenerse en verano y dejar espacios para
pensar y para olfatear las noticias que llegan a nuestros oídos sin querer, por
medio de los miles de canales informativos que nos bombardean a diario. Lejos
quedan la televisión o el periódico. Las noticias te asaltan por Instagram, por
Facebook, por Twitter, por WhatsApp. Los amigos te mandan extractos de vídeos
colgados en Youtube, links con los artículos de El País, El Mundo,
de diarios digitales, de revistas locales, que uno lee no sabe dónde ni cuándo:
en medio de alguna conversación, antes de ponerse a cocinar o en la piscina
tomando el sol. Y las noticias se vuelven un batiburrillo de información
deshilachada que apenas podemos atar a la memoria y que flotan en el aire como
confetis de color.
Este año se han celebrado los Juegos Olímpicos en Tokyo y todos hemos seguido, en mayor o menor medida, el camino hacia las medallas, hacia el éxito o el fracaso de unos deportistas que nos representan y a los que admiramos por su esfuerzo y su entrega, porque se dejan los mejores años de su vida en los entrenamientos para batir sus marcas y lanzar a sus equipos al triunfo. ¡Cuánto dolor en el camino! Hoy mismo leía la entrevista de la baloncestista Ana Cruz relatando cómo el entrenador Lucas Mondelo utilizaba métodos obsesivos y vejatorios. Anteriormente lo había contado Marta Xargai. Dolor y rabia. ¡Vaya! parece el título de una película de Almodóvar y ¡qué curioso! (la vida no deja de sorprenderme, está llena de casualidades) hoy aparece en el periódico también, que Ana Peleteiro hace un cameo en el nuevo film de Almodóvar “Madres paralelas.” Y es que era justo de ella y de Ray Zapata de quienes quería hablar. Ellos, que no son “de color”, que son “negros” —así corregía Ana Peleteiro al mismo Zapata cuando usaba este eufemismo que todos hemos utilizado en alguna ocasión para no ofender, para no discriminar, para ser “correctos” y que ahora aprenderemos a dejar de usar—, pues bien, ellos han utilizado un lenguaje tan poco a la altura de lo que representan, que me ha llamado la atención. Zapata, gimnasta que ganó el bronce, afirmaba: “dice mi entrenador que soy el puto amo”. Cuando oí esta expresión pensé que había mucha rabia en ella. Lo mismo me pasó con Ana, que arropada con la banderea española junto a sus otras dos compañeras medallistas gritaba: “me cago en la puta” y que en numerosas entrevistas manejaba el “hostias” y el “joder” sin ningún escrúpulo. Conocidas más a fondo sus historias de superación, se comprendía la rabia. ¡Pero con todo y con eso! Y no es que a mí no me gusten los tacos. Claro que me gustan, de hecho, el profesor de psicología Richard Stephens hizo un estudio en el que invitó a sus participantes a introducir una mano en agua helada mientras decían una lista de insultos a su elección o una lista de palabras neutrales. Los investigadores observaron que las personas que soltaban tacos mientras se les congelaba la mano aguantaban mejor el dolor del frío extremo que aquellas personas que se limitaban a decir palabras sin ninguna carga negativa. Las palabrotas actuaban como una especie de “analgésico natural”.
No lo dudo, pero el uso desmedido del taco en boca de niños,
jóvenes, adultos, presentadores de televisión y de radio, políticos,
profesores, campeones olímpicos, se ha convertido en un acto tan común, que
acabará por perder su valor analgésico y enfermará a los pocos oídos que
todavía escuchamos de verdad. Al final, seremos nosotros los que tomemos Paracetamol,
Ibuprofeno y Aspirinas para amortiguar el dolor de tanta palabra malsonante.
NATALIA VELASCO
MARÍA
LUISA MAILLARD
Las
recientes Olimpiadas de Tokio, en las que han tenido un puesto destacado las
atletas femeninas, nos han brindado una serie de palabras de un sesgo
perturbador: sacrificio, esfuerzo, dolor… EXCELENCIA. ¿Por qué he empleado el
adjetivo perturbador? Porque el contenido positivo que tienen esas palabras,
referidas a las disciplinas corporales, se da la vuelta y se convierte en
negativo, cuando se aplica a las disciplinas del espíritu y, más concretamente
al terreno del lento aprendizaje del ser humano, es decir a la enseñanza:
promoción automática, demonización del suspenso, pérdida de autoridad del
maestro, rebaja de contenidos, entretenimiento… Sería largo de enumerar la
serie de contenidos ideológicos que van en la dirección de sustituir el
necesario sacrifico y esfuerzo en el aprendizaje, en aras de un igualitarismo
que perjudica a los alumnos más dotados; pero me voy a centrar en la que
engloba a todas ellas y que conduce a ganar medallas en los Juegos Olímpicos y
cantidades astronómicas a los futbolistas y otros deportistas de “elite”: La
Excelencia.
Las
primeras reformas en el terreno de la educación de nuestra democracia, se
declararon sin ambages ideológicas —“La Universidad es un instrumento de acción
política”—, decía en su preámbulo la Ley de Reforma Universitaria de 1983, y
pusieron ya en el punto de mira la excelencia, devaluando el cuerpo de
profesores más prestigioso y que proyectaba el desarrollo cultural del país
fuera de nuestras fronteras: el cuerpo de catedráticos. Es como si en las
Olimpiadas se penalizara a aquellos atletas destacados, susceptibles de ganar
medallas.
En
la Universidad española, especialmente en el terreno de las humanidades, aún
pervivía la escuela que inició Ramón Menéndez Pidal y continuó Dámaso Alonso:
José Manuel Blecua, Martín de Riquer, Francisco Rico, Fernando Lázaro Carreter,
Manuel Alvar, Francisco Rodríguez Adrados, Luis Gil Fernández, Josep Fontana,
Miguel Artola, Ricardo García Cárcel y un largo etc. ocupaban las cátedras de
Humanidades, después de haber pasado la mayoría de ellos por los Institutos de
Enseñanza Media. La L. R. U. de 1983 aceleró la jubilación de los catedráticos
y promocionó a los profesores agregados a la condición de catedráticos, aparte
de elevar a la categoría de funcionarios a los P.N.N., mediante la Ley de Idoneidad, sorteando así el necesario proceso de selección.
Más
radical fue el Proyecto LOGSE de 1987, que puso patas arriba nuestra enseñanza
secundaria y que eliminó de un plumazo el prestigioso cuerpo de catedráticos de
Instituto, sustituyéndolo con el tiempo por una evanescente “Condición de”, que
inicialmente se lograba por antigüedad. Había que acabar, según la ley con “los
residuos autoritarios de la reforma de 1970” y se entendió que la autoridad del
profesor era uno de esos “residuos”. Se devaluaba el Bachillerato a dos años
con el objetivo de terminar con su diseño propedéutico y orientado a la
Universidad —objetivo señalado por la Ley—y se eliminaba de la Enseñanza
Secundaria Obligatoria, asignaturas como la Filosofía y las Lenguas Clásicas,
dando un golpe de muerte a las Humanidades. Se mantenía sí la Lengua y
Literatura, pero El Real Decreto de 1991 en el que se establece el curriculum de las diversas asignaturas,
la somete a una profunda revisión de la mano de escuelas postestructuralistas
como la Semiótica, la Gramática Textual o la Pragmática, mezcladas en un maremágnum terminológico que, además,
priorizaba los contenidos “procedimentales” frente a los “conceptuales”,
demonizando el papel de la memoria en el proceso de aprendizaje. El resultado
está a la vista.
Vamos
a hablar de las Humanidades ¿Qué aportan a la sociedad ese tipo de estudios no
encaminados directamente al desarrollo económico y tecnológico de una sociedad?
Según Darío Villanueva, nada más y nada menos que la transmisión del ingente
acopio cultural que ha llegado hasta nuestros días, por lo que constituye una
de las funciones principales de la Universidad. Si nos fijamos en las
Universidades que encabezan el ranking de las cinco mejores del mundo, Harvard,
Oxford y Cambridge, por ejemplo, mantienen potentes departamentos de
Humanidades, sin menoscabo de que se hayan abierto a las nuevas necesidades
tecnológicas y económicas del mundo de hoy, dentro de una gran tradición científica.
Hay
que señalar que nuestro puesto en dicho ranking, después de décadas de
inversión en nuevas universidades —18 entre los años 80 y 90—, cambios
legislativos, novedosas cátedras y apabullante burocracia, supuestamente de
control, es más bien modesto, por utilizar una palabra suave. Estamos a la cola
de los países europeos de nuestro entorno. Solo la Universidad de Barcelona se
sitúa en un aceptable puesto 36 en Europa y 131 en el mundo. La Universidad
Autónoma de Madrid ocupa el puesto 96 a nivel europeo y 258 a nivel mundial.
Pienso que si acotamos este ranking a las Facultades de Humanidades, el puesto
sería sin duda inferior. Y no hablemos del informe Pisa, donde nuestros
estudiantes de Enseñanza Secundaria de sitúan por debajo de la O.C.D.E.
Creo
que nuestra actual ministra, la señora Celaá, debería prestar más atención a
este espejo de la situación de nuestros establecimientos educativos y en vez de
preocuparse por la educación afectivo-sexual de los alumnos de secundaria y
porque aprendan la función social de los impuestos, por ejemplo, preste más
atención a utilizar los impuestos del Estado en mejorar nuestro rendimiento en
esos espejos que son Bolonia y Pisa. ¡Que nos devuelvan las medallas!
MARÍA LUISA
MAILLARD
IMÁGENES SOBRE LAS
MUJERES Y LA LECTURA
7.
IMÁGENES RELIGIOSAS
INÉS
ALBERDI
En
las primeras imágenes de la cristiandad encontramos la figura de mujeres leyendo,
ya se trate de la Virgen María o de diversas Santas. Los iniciadores de esta pintura
cristiana y humanista comienzan a retratar a la Virgen María y a las Santas
como damas cultivadas y distinguidas que sostiene un libro entre sus manos.
Hugo
Van der Goes, Flandes 1440-1482. La adoración de los pastores. Tríptico
Portinari, detalle de Santa Margarita y Santa Magdalena. (1476-1478). Galería
Uffizi, Florencia. |
Los
libros que se le ponen entre las manos pueden ser, en principio, libros de
oración; es decir, libros de carácter religioso. Y, al ponerlo en sus manos, nos
envían un mensaje acerca de su virtud y su status social elevado.
Fra Angelico (Guido di
Piero), 1395-1455. La Anunciación (1420-1422). Detalle. Museo Nacional del Prado, Madrid. |
Son
famosos los “Libros de Horas” que servían como guía de meditación, que eran
principalmente objetos de consumo ostentoso y refinado, y que servían como
regalo entre los miembros de la aristocracia. Desde la Alta Edad Media es
frecuente encontrar en ellos imágenes de la Virgen María sosteniendo en sus
manos uno de estos libros de rica y refinada decoración que, presumiblemente,
solo estaban al alcance de las mujeres de las clases más elevadas.
Jean
Lacombe, Francia. “Nacimiento en Belén” en el Libro de Horas de Besançon. |
Los
“Libros de Horas” son los primeros documentos en que encontramos retratos de
mujeres distinguidas mezcladas con temas religiosos; representaciones de la
Virgen María o de mujeres consideradas Santas. Y muchas aparecen llevando un
libro entre sus manos.
El
libro, junto con las vestiduras elegantes, es uno de los rasgos que, desde muy
temprano, se asocia a la imagen de la virtud. La belleza, la elegancia y el
libro se convierten desde muy temprano en el símbolo que acompaña la
representación de la virtud femenina.
Robert Campin, Flandes (1375-1445). Santa Barbara. Díptico Werl. (1438).
Detalle. Museo del Prado, Madrid. |
Estas
imágenes son los primeros retratos conocidos de personas individuales, instaladas
en un entorno cotidiano, que inauguran la costumbre de poner en las manos de
sus personajes femeninos un libro, como si fuera un ingrediente de su
personalidad y status.
Hermanos Limburg, Francia. “La Visitacion de María a Santa Ana” en Las muy Ricas Horas del Duque de Berry. |
Intentamos
comprender el significado del libro junto a la imagen femenina en una época en
la que los individuos en general, y las mujeres en particular, apenas tenían
conexiones con la lectura y la escritura. Y creemos que el libro significa la
cultura, la humanidad, la distinción y la piedad como formas de virtud.
Jean Poyer, Francia (1460-1504). “La virgen rodeada de ángeles” en el Libro de Horas de Enrique VIII. Miniatura |
El
libro es cultura y humanidad. La pretensión de humanizar el personaje de María
lleva a representarla leyendo, como una de las formas por excelencia de mostrar
la cultura que a los humanos nos separa del resto del mundo animado. El libro añade
a la imagen de María un rasgo que se vincula a la nueva filosofía vital del
humanismo renacentista.
El
libro es distinción, pues a la lectura solo acceden las elites. La distinción
es una de las razones fundamentales que están en el origen de representar a la
Virgen María leyendo. Las damas medievales de alcurnia hacían gala de sus
conocimientos e interés por los libros. Y esta forma de distinción individual
se va a trasladar al personaje de la Virgen María
El
libro es piedad. Más allá de esa marca de distinción, los libros en manos de
las mujeres eran símbolos de piedad y religiosidad pues, en su inmensa mayoría,
los libros que se manejaban eran libros de oraciones.
INÉS ALBERDI
PHotoEspaña
2021
A.
PILAR RUBIO LÓPEZ
En
su XXIV edición y tras el letargo obligado de 2020, PHotoEspaña, festival
internacional de fotografía y artes visuales, ha apostado este año 2021 por un
abanico de propuestas de una gran contemporaneidad sin olvidar estilos
creativos del pasado cercano.
Los
distintos espacios expositivos rompen el silencio e invitan a un paseo del arte
donde la mujer fotógrafa cobra un gran protagonismo al unísono con el diálogo
de culturas, una mirada sobre África, la sostenibilidad o el cuidado del medio
ambiente.
Amplia
es la muestra en el espacio, ya que se desgrana en distintos museos y salas de
exposiciones de varias ciudades españolas; y duradera en el tiempo, pues en
algunos lugares se alarga hasta bien entrado el otoño.
Emulando
a Franz Hessel, prototipo de flâneur, junto a Walter Benjamin, el
espectador que deambule por la capital puede elegir iniciar el recorrido por la
sala madrileña Matadero para reflexionar sobre el anticolonialismo y los
derechos humanos mientras contempla Contra la raza, pues el punto de
vista integrador de la muestra nos transmite un mensaje futurista e
igualitario. Tras la visita, merece la pena acercarse al Real Jardín Botánico
donde se exhibe, en su inigualable entorno natural, Doom City. Del ser
nómada al ser sin lugar, de la mano de la Premio Nacional de Fotografía
Monserrat Soto.
Doom City, Montserrat Soto |
Y
continuar por Entre mundos, muestra exhibida en Casa Árabe, donde las
obras de artistas africanos y españoles parecen dialogar acerca de la realidad
del mundo árabe actual. La mirada africana también está presente en el Círculo
de Bellas Artes, que acoge Eventos de lo social. Como contraste, en otra
sala del Círculo, White Nights revela al espectador la vida nocturna de
ciudades como Nueva York o París. Y la muestra Supernova recuerda a Ouka
Leele, unida en el imaginario colectivo a la Movida madrileña.
En
este paseo por el arte, recalar en CentroCentro permite rescatar del olvido a
Margaret Watkins, pues la exposición Luz negra pone de relieve la
actividad artística que la fotógrafa desarrolló en el primer tercio del siglo
XX. Al lado, Casa América exhibe Naranja de sangre, de la mano de Liza
Ambrossio. Y el Museo ICO en la muestra Fotografía, encargos y territorios profundiza
en la renovación del paisaje teniendo como marco la arquitectura, el urbanismo
y la ciudad.
Naranja de sangre, Liza Ambrossio |
En
un giro hacia el Oeste, el Museo Cerralbo expone Después de todo para
mostrar al espectador la obra de un renovador de la fotografía, Leopoldo Pomés,
fallecido en 2019, con obras seleccionadas por su esposa y por su hija para
este festival del arte. La vanguardia de entreguerras espera al visitante en el
Museo del Romanticismo con la muestra Bárbara Morgan: gesto, danza y
expresionismo.
Antes
de terminar el periplo, una buena sugerencia es recalar en la Sala Canal de
Isabel II para no perderse la exposición Gerardo Vielba y profundizar en
las imágenes más conocidas o las inéditas de un exponente de la Escuela de
Madrid.
Gerardo Vielba |
Terminar el recorrido del paseo del arte en el Museo Lázaro Galdiano será un soplo de aire fresco para el espectador, quien sentirá que se hunde en el abismo de los mares de la mano de Isabel Muñoz, galardonada con el Premio PHotoEspaña 2021. El agua, como fuente de la vida, es la protagonista; y la novedosa y moderna instalación del baile sensual bajo el agua invita a pensar que el futuro está en el mar y que los humanos tenemos un compromiso con el planeta: debemos cuidar la naturaleza siendo conscientes de que su conservación será el mejor legado que podemos dejar a las generaciones futuras.
Para
saber más acerca de PhotoEspaña 2021, nada mejor que viajar. Otras muestras
altamente interesantes esperan al visitante en Barcelona, Zaragoza y Santander.
O en ciudades cercanas a la capital, como Alcalá de Henares y Alcobendas, donde
el espectador tiene la oportunidad de profundizar en el mundo de la fotografía
y participar en talleres y concursos fotográficos.
A. PILAR RUBIO
LÓPEZ
ALBERT CAMUS Y EL ESTÍO INVENCIBLE
ROSARIO HERRERA GUIDO
encontré en mí
un verano invencible”.
Albert Camus, Verano
I
Albert Camus (Mondovi, Argelia 1913 - Le petit
Villeblevin, Francia, 1960), el filósofo, dramaturgo, novelista, ensayista y
escritor, Premio Nobel de Literatura 1957, quien desarrolló en su variada obra
un humanismo fundado en la toma de conciencia de la condición humana, asumió la
angustia ante lo absurdo de la vida, la vana felicidad y la rebeldía como “un
estío invencible”.
Por razones de espacio, sólo voy a evocar al Camus
de Bodas, El extraño, Calígula, La peste,
Estado de sitio, El hombre rebelde y Verano,
que se reúnen en Narraciones, teatro
y ensayos (Camus, Madrid, Aguilar, 1981), y que hablan poéticamente, como
sólo sabe hacerlo la literatura, de lo que siempre está sucediendo.
II
Albert Camus, bajo el sol mediterráneo del estío y
frente a las playas de Argel, en Bodas (1939), recrea la felicidad de una ciudad veraniega, protegida por
los dioses y perfumada de ajenjo. Bodas contagia la dicha bulliciosa de
la vida, donde lo vital es el único principio verdadero. Antes de la
experiencia del absurdo en su obra, Bodas
es la conciencia del placer que respira el aire fresco frente a un mar
sereno: “En Argel no se dice ‘tomar un baño’, sino ‘atizarse un baño’ […] se
baña uno en el puerto y se descansa en las boyas. Cuando se pasa junto a una
boya en la que ya se encuentra una chica bonita, grita uno a los compañeros:
‘Te digo que es una gaviota’” (Camus, Bodas,
Ensayos, Madrid, Aguilar, 1981:67).
Desde Bodas hay
una armonía rota entre el ser y la existencia, ahí donde la desgarradura humana
busca la felicidad. Más allá de Bodas, por la mortal condición humana, a
lo lejos se escucha el trágico cantar de Yago en el Otelo de Giuseppe
Verdi: “Viene, después de tanta
irrisión, la muerte”.
III
Albert Camus, después de la Gran Guerra, expone la
experiencia del absurdo en el indiferente personaje de su corta novela El extraño (1942). Meursault, el abúlico
burócrata, para quien el telegrama de la muerte de su madre no tiene ningún
sentido, porque no significa más que un borroso pasado y un desteñido futuro en
vilo. No le importan los signos del odio o los vecinos que disfrutan del olor a
barrio, si acaso el gusto por María y las sonrisas de su vestido.
Pero Camus interrumpe esta apatía al poner al
extranjero frente a la muerte. Y cuando las calles pasean por la ciudad y los
destellos del sol del estío por el mar, descubre a un primario criminal de los
azares, que enceguecido por un sol veraniego descarga un revólver sin darse
cuenta.
MARÍA
GOYRI (1873-1954)
MARÍA LUISA MAILLARD
María
Amalia Vicenta Goyri, filóloga, políglota, investigadora, periodista y
defensora desde edad temprana de los derechos de la mujer y de su acceso a la
educación, fue la primera mujer española en matricularse, licenciarse y
doctorarse en la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid, con la calificación
máxima de Sobresaliente. Diez años después, en 1910, la legislación española
permitiría el acceso libre de la mujer a los estudios superiores.
No
fue la primera ni la única en acceder en España a las aulas universitarias. En
la Universidad de Barcelona, María Elena Maseras abre el camino, al
matricularse en la Facultad de Medicina en 1872, senda que siguieron Dolores
Areu y Riera en 1874 y Martina Castells en 1877. En realidad, en España nunca
estuvo prohibido el acceso de la mujer a la Universidad, aunque no en igualdad
con los varones. Las mujeres necesitaban un permiso especial, apartamiento de
sus compañeros y vigilancia desde la entrada a la salida del edificio. Sin
embargo, la imposibilidad de cursar de forma reglada los estudios secundarios,
restringidos a los varones —no existía coeducación— y la presión social, hacía
tan escarpado el camino, que pocas se empeñaban en recorrerlo.
Certificado del Grado de Doctor de María Goyri |
María
Amalia Vicenta Goyri fue una de ellas. Ya llevaba en sus nombres de pila la
marca de una saga de mujeres valientes, que se enfrentaron a los prejuicios de
la época con el arma de la cultura. Su abuela materna, Vicenta, una costurera
vasca, procuró que su hija natural, Amalia, tuviera una esmerada educación en
un internado y ésta, a su vez, cuando repitió el patrón de su madre y tuvo una
hija de soltera a los 23 años, se instaló en Madrid y diseñó meticulosamente la
educación de su hija. Ideológicamente próxima a los postulados de la
Institución Libre de Enseñanza, la matriculó con 12 años de edad, en un
gimnasio y en la Escuela de Comercio de la Asociación para la Enseñanza de la
Mujer, fundada por Fernando de Castro en 1870. La niña, con quince años de edad,
obtuvo el Título de Comercio, con 18, el de Institutriz y el mismo año, el
título por libre de bachiller con sobresaliente en el Instituto Cardenal
Cisneros. Aunque ya desde los 16 asistió como oyente, previo permiso, a la
Facultad de Filosofía y Letras de Madrid, se matriculó de forma oficial en 1891
y se licenció con la máxima nota en 1896, iniciando sus estudios de doctorado
sobre Lope de Vega —una de sus grandes pasiones— y el Romancero
Ya
en 1892, con 19 años, entró en la brega feminista, defendiendo con ardor los
postulados de Concepción Arenal en el Congreso Hispano-Portugués-Americano y
publicó en la Escuela Moderna el
artículo: “Concepto y límites de la Educación de la Mujer y la aptitud
profesional de ésta”. El periodismo se convertiría en uno de los instrumentos
de su trabajo a favor de la educación e igualdad de las mujeres y así publicó
de forma periódica en la Revista Popular
con una sección: “Crónicas femeninas”, en donde abordó temas como “La educación
de la mujer en el mundo laboral”, y en La
Escuela Moderna con artículos como “Los centros de cultura femenina”.
María Goyri y Ramón Menéndez Pidal paseando por El Pardo |
Si fue la cultura y la perseverancia la que aupó a María Goyri a ocupar un puesto destacado en el mundo académico español, a pesar de la legislación imperante, fue también la cultura y las convicciones íntimas las que llevaron a buen puerto una relación matrimonial con Ramón Menéndez Pidal, regida por la armonía y el respeto mutuo. Contrajeron matrimonio en 1900 en la Iglesia de San Sebastián, sita en la madrileña calle de Atocha, a pesar de la oposición de la familia del novio, que no veía con buenos ojos un enlace con una mujer sin dote y además hija de madre soltera. “Su dote es su gran inteligencia y su austera discreción”, alegaría impertérrito Ramón Menéndez Pidal.
Se
habían conocido en 1986 en una conferencia que impartía el maestro de su marido
Marcelino Menéndez Pidal en el Ateneo. Rápidamente congeniaron. Según palabras
de María en una entrevista en 1927 en La
Gaceta Literaria: “Nos conocimos de estudiantes. Trabajamos juntos. Ramón
hacía su tesis doctoral sobre D. Juan Manuel y yo preparaba una edición crítica
del Conde Lucanor y hablábamos de nuestras lecturas comunes. […] A todo esto
precedió ese algo inefable que ata fuertemente las almas de aquellos que “para
uno son”, antes de que ellos se den cuenta”. Un carácter semejante “hacia
adentro, no de puertas afuera”, según palabras de María, intereses y aficiones
comunes: la filología, la literatura medieval, las excursiones por El
Guadarrama… y el Romancero, soldaron una relación de iguales. Su viaje de
novios siguió la ruta del Cantar del Mío Cid y allí descubrieron la pervivencia
de los romances en la gente del pueblo, que apoyaba la tesis de Menéndez Pidal
sobre el origen oral y anónimo de los Cantares de Gesta. A su regreso,
publicaron de forma conjunta “Archivo del romancero. Menéndez Pidal-Goyri”, y
María a su vez, publicó un artículo sobre un romance que había descubierto en
la voz de una lavandera, con la que entablaron conversación durante sus
correrías por el campo de Castilla: “Romance de la muerte del príncipe don
Juan”.
María Goyri recorriendo los Campos de Castilla |
Tuvieron tres hijos, Jimena, Ramón, que murió a los cuatro años de meningitis, y Gonzalo; pero María no renunció ni a su propio trabajo ni a su vida personal, aunque se convirtió en un apoyo intelectual indispensable para su marido. Comprometida con la educación de la mujer y con los principios de la ILE, impartió clases en la Asociación para la Enseñanza de la Mujer, en la Residencia de Señoritas, y en el Instituto Escuela, en cuyas instituciones se encargó de la elaboración del programa de Lengua y Literatura, haciendo hincapié en la importancia de la recitación oral. Colaboró activamente con María de Maeztu en todos sus proyectos, entre otros, la creación del Lyceum Club y fue nombrada vocal del Patronato de la Junta de Ampliación de Estudios, que tenía a su cargo el Instituto Escuela. No abandonó sus investigaciones y entre sus libros se pueden contar entre otros: La difunta pleiteada —su tesis doctoral sobre esta obra atribuida a Lope de Vega—, Fábulas y cuentos en verso, El amor niño en el Romancero, La Celia de Lope de Vega y De Lope de Vega y el Romancero. Dejó inédito un libro sobre la juventud de Lope de Vega, su gran pasión investigadora. Es una época plena, sólo ensombrecida por la muerte de su madre, uno de sus grandes apoyos, en 1927.
Ramón Menéndez Pidal y María Goyri en sus últimos años |
La
tragedia de la Guerra Civil española desmoronó sus vidas, como la de tantos
españoles de bien. Se encontraron en zona nacional, en su casa de San Rafael en
Segovia y la Junta de Defensa pidió en 1937 un informe sobre ellos en el que se
dictaminó que María Goyri, persona de gran cultura y talento había pervertido a
su marido y sus hijos y era de las personas más peligrosas de España. Ramón
Menéndez Pidal parte a un exilio obligado a Burdeos y Estados Unidos, y María
permanece en Segovia con sus hijos. Se encuentran al finalizar la guerra en la
España de Franco, pero el mundo de la educación por el que tanto había luchado
María estaba destruido. Se le prohibió volver a impartir clases, aunque ella
continuó hasta el final de sus días con sus trabajos de investigación, muchos
de los cuales quedaron inéditos. Muere un 27 de noviembre de 1954, dejándonos
con su vida y con su obra un ejemplo de cómo la inteligencia, la cultura y las
convicciones íntimas no sólo constituyen el mejor camino para superar las
limitaciones de una circunstancia hostil, sino para lograr una relación
armónica entre el hombre y la mujer.
Jimena Menéndez Pidal, fundadora del Colegio Estudio |
Sin embargo, su semilla no cayó en tierra baldía. Su hija Jimena Menéndez Pidal, continúa en la España de Franco con los ideales educativos por los que su madre había luchado durante toda su vida. En 1940, junto con Ángeles Gasset y Carmen García del Diestro funda el Colegio Estudio, del que fue directora de 1940 a 1990, en el que mantuvieron los principios pedagógicos de la Institución Libre de Enseñanza.
MARÍA LUISA MAILLARD
Con motivo de la publicación del libro La sociología
como vocación, de nuestra colaboradora Inés Alberdi Alonso, Premio Nacional
de Sociología y Ciencia Política 2019, os ofrecemos algunas de las críticas que
ha recibido para que os animéis a leerlo. Vale mucho la pena!!
Hacia otras escrituras de lo (im)propio
“En el caso de Alberdi, el poder de la autobiografía se
presenta en su cota más alta de honestidad, una mirada elocuente hacia la
propia vida expandiendo los límites del “yo”, nos ofrece una forma de
conocimiento situado y coherente con su objetivo: forma y contenido se
encuentran de manera orgánica, en un volumen con clara perspectiva feminista
que vemos confirmado en su metodología”.
Capitolina Díaz
“Los/as sociólogos españoles apenas escriben biografías. La catedrática Inés Alberdi nos regala una autobiografía comprometida, en su libro La Sociología como vocación. Son las primeras doscientas páginas de un volumen de casi quinientas que recoge además trece “textos publicados a lo largo de estos años”. Es un libro inapreciable sobre la evolución personal —y de las mujeres— en España en las últimas décadas. No es solo una visión sobre España. Alberdi ha sido directora ejecutiva de UNIFEM, que es el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer, en Nueva York. La defensa de los derechos de las mujeres se entiende mejor con este libro. Es pues un hito.”
Jesús M. de Miguel
https://drive.google.com/file/d/10P798w52BT6Xd3jpAOwYUzn4jAchSHvw/view?usp=sharing
“Por eso este libro no se limita a relatar los acontecimientos y cambios políticos que ocurrieron en España desde una perspectiva cargada de prejuicios como es lo habitual en un tema tan sensible como éste, sino que, a la vez que van sucediéndose los acontecimientos políticos, Alberdi va analizando los cambios sociológicos de una sociedad que irá transformándose de forma incipiente al principio, para más tarde hacerlo a velocidad de vértigo, principalmente en los últimos años del franquismo.
Es un relato sereno y ponderado que habla no solo de los que
narran otros libros o lo que cuentan los mayores, sino, sobre todo, los
recuerdos vividos en primera persona y como una mujer del tiempo que le tocó
vivir. El resultado es un retrato vivo de la sociedad española, un retrato que responde a algo experimentado personalmente y, por lo tanto, verdadero en cuanto que es el compendio de una experiencia personal en la que Inés Alberdi trata de desprenderse de su propia ideología para poder así integrar en el relato a todos los que no la comparten.
Es un libro modelo de tolerancia, que se aleja de los lugares comunes y de los puntos de vista extremistas y fanáticos de los que nunca dudan de sus posibles errores de análisis, huyendo del enfrentamiento con opiniones de personajes cuya ideología no parece compartir".
Dentro
del ciclo de conferencias de la Escuela de verano de la Universidad Complutense
de Madrid, nuestra presidenta María Luisa Maillard impartió el pasado 20 de
julio la conferencia de cierre de dicho ciclo, bajo el título “María Zambrano,
la diferencia entre el sentir y el sentimentalismo”, que pone a disposición de
a quien pueda interesar.
MARÍA ZAMBRANO.
SENTIMENTALISMO Y SENTIR
MARÍA LUISA MAILLARD
“Mi
cabeza, en cuanto tal, no es de hombre ni de mujer, es Mente”. Esta frase,
dirigida por María Zambrano a Agustín Andreu, el 17 de octubre de 1974, es la
que ha sugerido el tema de esta charla porque no solo nos remite a la raíz de
la controversia hombre-mujer; sino que engarza con la situación actual del
lugar que la razón empieza a ocupar —o desocupar— en la vida de los habitantes
del siglo XXI en el mundo occidental.
La
menor capacidad intelectual de la mujer respecto al varón, fue durante siglos
uno de los principales argumentos para su marginación de “los estudios serios”
y del desempeño de cargos de responsabilidad. Argumentos del tipo: “¿Cuándo a
lo largo de la historia han descollado mujeres como lo han hecho los hombres?
¿Dónde está un Miguel Ángel mujer o un Leonardo da Vinci o un Descartes o un
Newton? Argumento ya rebatido en el siglo XVIII por la ilustrada aragonesa
Josefa Amar y Borbón en su escrito: Defensa
del talento de las mujeres y de su aptitud para el gobierno y otros cargos en
que se ocupan los Hombres, arguyendo que la única comparación válida es la
que se realiza entre hombres y mujeres de igual preparación y a las mujeres se
les había negado durante siglos el acceso al conocimiento. Argumento que
también utilizó Virginia Woolf en su libro Una
habitación propia.
Nos
encontramos en el siglo XXI y nadie osa argumentar contra la igual capacidad
mental de hombres y mujeres, al menos en el mundo occidental; pero esta
igualdad, fruto sin duda del acceso de la mujer a los estudios superiores, ha
venido acompañada de un declive progresivo del ejercicio de la razón —y de su
prestigio— que, durante siglos, ha sido el basamento del desarrollo de la cultura
europea. En las sociedades actuales, definidas por Zigmunt Bauman como
“sociedades líquidas”, avanza imparable el perfil de un hombre, adscrito al
relativismo epistemológico del último tramo del pensamiento occidental, y
anclado en un sentimentalismo que reniega de la razón.
https://drive.google.com/file/d/11NxOUnRUjwZQVSqSU-5QTgPKo6rPRkIO/view?usp=sharing
JINETES
DE LA JUSTICIA
ISABEL BANDRÉS
¿Cómo
calificar esta película? Drama-comedia-violenta-tierna… Porque es todo eso y
mucho más. La narración comienza con el robo de una bicicleta azul cuyas
consecuencias serán tan sorprendentes, hilarantes, dolorosas y violentas que
nos dejan pegados a la pantalla siguiendo la aventuras y desaventuras de unos
personajes esperpénticos y llenos de humanidad. ¿Cómo no enamorarse de un novio
sensible y redicho, de un esclavo sexual ucraniano delicado y atento, de un
obseso de las encuestas, de dos frikis de la informática, de un militar incapaz
de conectar con el resto de la humanidad y de una vulnerable adolescente, la
única madura del grupo, que llora la pérdida de su madre?
Jesen,
el director danés de esta narración, juega en la cuerda floja combinando
elementos tan heterogéneos que el espectador teme que pierda el equilibrio y
nos deje sin la fiesta que estamos disfrutando. Pero es capaz de mantener, en
todo momento, los engranajes de la narración y dejarnos asombrados con su
pericia. Nos cuenta el dolor de unos personajes rotos por sus dramas personales
que no saben ni pueden superar. El director convierte el entramado en una
violentísima comedia negra utilizando el absurdo y unos calculados diálogos
para quitarles gravedad a los temas más profundos. Su meta es lanzarnos algunos
mensajes mientras nos entretiene: el caos domina la vida, lo que realmente
importa son nuestras relaciones con los otros y toda acción provoca una
reacción difícil de contabilizar y reducir a algoritmos.
Esta
narración de mal gusto, políticamente incorrecta, dura como el pedernal y de
una dulzura extraña nos lleva, en medio del delirio de unos personajes
estrafalarios, a conectar con las fallas de todos ellos al mismo tiempo que nos
desternillamos y nos enternecemos. No, no es una película de tesis o ensayo.
Pero solo por ver cómo un director, en estado de gracia, desarrolla un
magnífico guion, merece verse.
Aquí
se nos habla de la violencia sin sentido, del duelo ante las perdidas, de las
faltas cometidas contra los otros, de la culpa, de la incapacidad de curar las
propias heridas, de la dificultad de perdonar y perdonarse y de cómo uno
individuos estrambóticos intentan mantenerse a flote con altas dosis de
violencia, tecnología o algoritmos.
Una
narración que nos recuerda mucho al cine de los hermanos Cohen por sus
personajes y su forma de tratar temas profundos con una ligereza y vivacidad admirables.
Por otra parte, hay que destacar la labor de los actores. Todos ellos
magníficos huyendo de la caricatura y dotando a sus personajes de humanidad.
No,
no es una película elegante. Y sí, es una película violenta, grotesca y al
mismo tiempo, profundamente humana. No se la pierdan.
ISABEL BANDRÉS
CHARLATÁN
ISABEL BANDRÉS
Agnieszka
Holland, directora polaca, nos cuenta la vida de Jan Mikolasek,
un herbolario yugoslavo, desde sus primeros años de aprendizaje del oficio
hasta sus últimos días. Mikolasek fue un curandero que diagnosticaba examinando
la orina de sus pacientes a través de la luz de una lámpara o del sol. En su
tiempo, fue aclamado por unos como un genio y condenado por otros como un farsante.
La narración está compuesta por continuos flashbacks muy bien conseguidos, que
recorren diferentes épocas de la vida de este hombre y de la historia de su
país. Repasa su época de adolescente durante la primera guerra mundial, su
integración en el mundo nazi y su acomodo, durante unos años, en el comunismo.
No olvidemos que el personaje que nos ocupa vivía en Yugoslavia. La directora,
además de contarnos la vida de este obsesionado personaje, no da una visión
sociológica de una dilatada época histórica.
La narración es
coherente, la película está bien construida y su lenguaje cinematográfico es muy
correcto. Tiene otra cualidad, Holland nos retrata a un hombre con sus luces y
sus sombras lo que es de agradecer porque últimamente andamos sobrados de
buenos y malos de una sola pieza. A lo largo del metraje, el espectador se
encuentra con un Mikolasek complejo, seco y antipático dentro de una película
áspera y fría como el hielo que hace que nos quedemos en nuestras butacas como
un tempano. No podemos conectar con el personaje. Entendemos su personalidad
que va desde el buen hombre generoso que salva vidas al ególatra cicatero y
repelente. La directora hace un ejercicio tan rigorista y, sobre todo, tan
distante durante toda la narración que consigue alejarnos de toda emoción. Sólo
se vislumbra, en algunas ocasiones, algo de exaltación y ternura en la relación
con su amante, su ayudante.
Es una buena
película, pero una narrativa áspera y la falta de emoción nos aleja del
personaje y de la narración. La técnica en una película es importante, pero
también lo es la sacudida emocional que una obra nos trasmite. Una lástima.
ISABEL BANDRÉS
LIDIA
ANDINO
Con el paso del tiempo al término lujuria se le ha ido dando un significado que poco o nada tiene que ver con su origen. Proviene del latin luxuria que —en su forma original— significa “lujo excesivo” y surgió en la antigua Roma cuando toda persona relacionada con la posesión de grandes bienes era calificada con esta palabra. Cuando el cristianismo llegó a los gobiernos romanos fue utilizada para referirse a todo tipo de derroche desmedido tanto de bienes, como de dinero, hasta llegar a estar involucrada en los vicios y las perversiones sexuales.
Como pecado grave, la lujuria formó parte de la moral cristiana que imperó en el medioevo europeo durante siglos y que, en sus momentos más puritanos, obligaba a un sexo sin disfrute, dedicado en exclusiva a la procreación. Cualquier otra actividad era considerada lujuriosa y enviaría al pecador al segundo círculo del infierno, de acuerdo a la representación de Dante Alighieri, en La Divina Comedia. En el poema “El Infierno”, el poeta condena a esos “malefactores carnales” por dejar que sus apetitos sobrepasen la razón: “Estas almas están condenadas a ser impelidas por un fuerte viento que las embiste contra el suelo y paredes, las agita y las hace chocar entre ellas sin descanso, de la misma forma que en vida se dejaron llevar por los vientos de la pasión”.
A través de los años el devenir popular ha ido reduciendo la lujuria a un sexo en demasía. Los textos de la primera mitad del siglo XX aún conservaban la entidad patológica de la “fiebre uterina” asociada a las mujeres y, en menor medida, la de “satiriasis” vinculada a los hombres, ambas afortunadamente caídas en desuso. El carácter demoníaco de la lujuria se deja ver en los casos de violencia sexual cuando hay intenciones posesivas sobre el otro que pueden llegar al extremo de generar abusos, como en la pederastia y la violación; un entrevero con aspectos de impotencia con los pares, en el primer caso, y la ira en la posición de someter al otro, en el segundo.
Entonces ¿Dónde empieza y termina la lujuria?
Las fuertes prohibiciones contra las pulsiones y los desenfrenos, se han ido aligerando. Que haya encuentros eróticos en los que se retoce hasta el límite de las fuerzas de sus participantes, no parece ser ya un pecado demasiado grave. Si consistiera sólo en eso sería, con mucho, el más inofensivo de todos y resultaría, a primera vista, uno de los más tentadores; basta para ello recordar que lo prohibido es lo que más se desea, ese punto que alcanza su intensidad extrema en la oposición entre lo prohibido y la trasgresión. En cualquier caso, todos participamos de esos dos mundos pues ni los estudios, ni la vida laboral, ni nuestros amores, nos absorben por entero. Subsisten en cada uno de nosotros impulsos tan tumultuosos como inconscientes y por eso muchas veces creemos haberlos olvidado.
Aprovechando
este tiempo estival que está finalizando, comparemos la lujuria con las
corrientes profundas e incontenibles de un mar que llega a playas que no desea
y, a la vez, desea sin saberlo.
En esas aguas está el goce. Eterno enigma incluso para quien lo vive.
Mireia
Belmonte: Natación 400m estilos
Paula
Badosa: Tenis
Garbiñe
Muguruza: Tenis
Aina
Cid y Virginia Díaz: Piragüismo (Dos sin timonel)
Beatriz
Ferrer-Salat: Doma clásica por equipos
Nuria
Villarrubla: Piragüismo C1-Slalon
Támara
Echegoyen y Paula Barceló: Vela (Modalidad 49er FX)
Tara
Pacheco: Vela (Nacra 17)
Selección
Española Femenina de Hockey Hierba
Selección
Española Femenina de Baloncesto
Antía
Jácome: Remo (C1-200mts)
María
Pérez: Atletismo (20 kilómetros marcha)
Equipo
Español de Natación Artística
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