POR EL PASO DE UN AÑO A OTRO
ROSARIO HERRERA GUIDO
En compañía de Borges
con tren de andar titubeante
mana el misterio del tiempo
y la certeza de la finitud humana
colmados de nostalgia y esperanza.
con tren de andar titubeante
mana el misterio del tiempo
y la certeza de la finitud humana
colmados de nostalgia y esperanza.
No hay instante que no
se cumpla
cual acto poético
sobre el abismo de un tic-tac
que sustituye un número por otro
cual metáfora de la muerte
que al instante anuncia vida.
cual acto poético
sobre el abismo de un tic-tac
que sustituye un número por otro
cual metáfora de la muerte
que al instante anuncia vida.
El molinete de la Vía Láctea
más que un fin de año
parece presagiar tormenta
convocada por las Trumpetas
de Thanatos disfrazado de Salvador.
más que un fin de año
parece presagiar tormenta
convocada por las Trumpetas
de Thanatos disfrazado de Salvador.
La noche expectante
aguarda los diáfanos retintines
entre racimos de uvas
clementes designios y nobles abrazos
para confirmarnos que el prodigio de ser y no ser pende de la virtud de resistir a las miserias del poder y permanecer en la lucha y la memoria colectivas.
entre racimos de uvas
clementes designios y nobles abrazos
para confirmarnos que el prodigio de ser y no ser pende de la virtud de resistir a las miserias del poder y permanecer en la lucha y la memoria colectivas.
ROSARIO HERRERA GUIDO
Doctora en Filosofía por la UNED (Madrid) y doctora en Psicoanálisis por el Centro de Investigaciones y Estudios Psicoanalíticos de México. En la actualidad es profesora de la Universidad de Michoacán, México. Entre sus libros publicados: Freud y la música, Poética del psicoanálisis. Es también autora de numerosos artículos y coautora de libros colectivos. Para más información,
YA EN EDICIÓN NUESTRA PRÓXIMA BIOGRAFÍA, Nº 34
VIDA DE LOU ANDREAS-SALOMÉ
DE LIDIA ANDINO TRIONE
12-02-1861 / 05-02-1937
Novelista, ensayista, psicoanalista, amiga inspiradora de
autores y pensadores como Nietzsche, Rilke y Freud. Lou Andreas-Salomé escribió
profusamente sobre crítica literaria, filosofía y psicoanálisis. Por su
indiferencia ante las convenciones morales y una curiosidad insaciable,
Andreas-Salomé representó un desafío para la sociedad de la época.
¿QUÉ ME PASA?
LIDIA ANDINO TRIONE
"El
corazón me late demasiado rápido, creo que me va a
dar un infarto (...) Esta tos que me apareció
hace ya unas
semanas,
seguro que es un cáncer en el pulmón (...) Voy
a ir al
médico, pero no a ese que no sabe nada y
me
quiere
convencer. Mejor iré a uno que realmente sepa."
Frases como éstas, donde el temor
a enfermar o la certeza de padecer una enfermedad orgánica grave, junto con el
hecho de creer firmemente que ningún médico es capaz de diagnosticarla, es lo
que se denomina hipocondría.
En general, ninguno de nosotros debería
preocuparse en exceso si experimenta lo que se ha dado en llamar una "hipocondría
pasajera", sobre todo en estos tiempos turbulentos que nos ha tocado
vivir, épocas inestables que hacen tambalear los estados de ánimo, la propia
autoestima, los proyectos personales; de ahí que estos desvelos se manifiesten con
cierta frecuencia en malestares físicos. También es habitual que nos
inquietemos por nuestra salud cardíaca cuando un familiar o amigo sufre un infarto,
o cuando frente a un caso de cáncer de piel comencemos a buscar en nuestro
cuerpo algún lunar "sospechoso". Son síntomas pasajeros que no
merecen, en principio, dedicarles mayor atención.
El problema surge cuando la
convicción de una enfermedad somática grave, su presencia inminente y sus consecuencias
ineludibles, dificultan la vida familiar y laboral, perturbando
el entorno social a tal punto que quien dice padecerla, llega a hacer de
la preocupación por el organismo el eje de su vida.
Son pacientes que suelen recorrer
consulta tras consulta recibiendo siempre el mismo veredicto médico: todas las pruebas diagnósticas han dado bien, no tiene por qué
preocuparse. Y, sin embargo, eso no los calma pues la inquietud persiste a
pesar de las evaluaciones y palabras tranquilizadoras. Lo frecuente es que vuelvan
reiteradas veces al mismo especialista y luego pidan otra, otra y otra opinión.
Hay varios chistes que circulan en los medios de comunicación donde muestran
que dicha insistencia, termina siendo mal tolerada por los profesionales quienes, al escucharle decir que
se irán a otro médico para ver si acierta, acaban pensando: "al fin me lo
quito de encima". Pero lo cierto es que la medicina tampoco cuenta con instrumentos
eficaces para tratar estos casos.
Si el hipocondríaco se siente
enfermo, algo le pasa. Aún cuando la
enfermedad es imaginaria no finge sus síntomas, el sufrimiento es real;
de hecho son personas que llegan realmente a sentirse muy mal. Un temor por la
propia salud que se diferencia de los casos de neurosis de angustia en que la
preocupación siempre es por la salud ajena.
Existen en la cultura numerosos
ejemplos ficticios y reales de esta sintomatología. ¡Con cuánto acierto
describió Molière, los mil pesares del enfermo imaginario!, o como el poeta
Carlos Barral lo describe en sus versos:
El miedo, tan extraño,
decrépito, infantil,
peor que lo temido.
Y esa es la enfermedad misma, el
temor.
Usted sabe que sólo se muere una
vez, pero los hipocondríacos se sienten morir todos días.
Lidia Andino Trione, psicoanalista.
El editor de libros nos cuenta la relación, primero
profesional y después de profunda
amistad, de Maxwell Perkins, unos de los más grandes editores de la literatura
Norteamérica, y el escritor Tom Wolfe.
Es una película correctamente contada y maravillosamente
fotografiada. Y poco más. Desaprovecha de una manera lamentable toda la riqueza
que se le podría haber sacado a dos caracteres tan contrapuestos y dos modos de vida tan alejados como los del minucioso Maxwell Perkins (interpretado
correctamente por Colin Firth ) y el atormentado escritor Tom Wolfe
(interpretada por un histriónico Jude Law).
Se podría haber ahondado en el sentimiento de una amistad
entrañable y auténtica que parece que
existió entre el editor y el escritor. Se podría haber alejado de los tópicos
del escritor maldito y haber acercado al publico los entresijos de la edición
de libros del que fue editor de las obras Hemingway y Scott Fitzgerald , que a aparecen brevemente en pantalla. Se
podría haber perfilado más la relación que Wolf tiene con su amante, una mujer
neurótica, interpretada por una Kid
Kiman errática. Se podría…, pero no se hizo nada para dotarla de nervio creativo y hondura dramática y el resultado es una película olvidable y superficial.
En esta película huera, un histriónico y pasado de rosca Jude Law da
vida a un insoportable Thomas Wolfe recurriendo
a todos los tópicos de la escritura como forma totalizadora de entender
la vida.
Las relaciones de los personajes se nos antojan superficiales y nada
significativas por más que las palabras nos digan otra cosa. Película
decepcionante, sobre todo, porque se ven en ella grandes posibilidades
desaprovechadas. Una pena. Se tiene la sensación que se nos ha dejado con la
miel en los labios.
Isabel Bandrés
"Cruzo trillones de
moléculas
que se apartan para
dejarme pasar,
pero a ambos lados, más trillones
se quedan donde están".
Este pequeño
poema lo compone y recita Paterson mientras conduce, como cada día, un viejo y
destartalado autobús de viajeros por la ciudad de su mismo nombre.
La película
del director Jim Jarmusch nos muestra, durante una semana, la vida cotidiana de
un humilde conductor de autobús que escribe poesía sobre las pequeñas cosas de
la vida. Aparentemente, pasar, lo que se dice pasar, no pasa nada. Lunes,
martes, miércoles… Paterson sigue el mismo horario y hace las mismas cosas: se
levanta temprano, desayuna cereales, habla con su compañero de trabajo, vuelve
a casa, pasea a su perro Marvin, toma una cerveza en el mismo bar. Sin embargo,
cada día hay una pincelada diferente, una vuelta de tuerca sabiamente ejecutada
que nos habla de quien es Paterson, de la creatividad del ser humano, del valor
de las cosas cotidianas, de la humildad, de la felicidad encontrada en donde realmente
sólo se puede encontrar, en las cosas sencillas de la vida. Ese personaje, que
puede parecer un soseras de pocas palabras, nos roba el corazón en el primer
fotograma. Este hombre sencillo (magníficamente interpretado por Adam Drive),
que huye de la tecnología porque desea estar en contacto directo con la vida y
los seres humanos, tiene un cuaderno secreto que lleva con él para escribir
poesía sobre todo aquello que se le ocurre. La suya es una poesía de lo
cotidiano que nos recuerda a los haikus japoneses. Pero además, este personaje
singular, ejerce la bonhomía con todos los que le rodean. Sin ponerse
campanudo, algo tan típico en estos tiempos, ni dar lecciones de nada, nos
muestra una vida rica y profunda que nace de su interior y de su forma de mirar
el mundo.
Paterson
tiene junto a él a Laura, nombre que coincide con el de la amada de Petrarca, a
la que ama. Este personaje, al que da vida la actriz de origen iraní Golfshiteh
Farahani de manera muy loable, hace de su contrapunto. Es una vitalista que
está entusiasmada con hacerse cantante country y, al mismo tiempo, aspira a
poner un negocio de cupcakes. Su creatividad la llevará a pintar, cocinar,
soñar… Es una bocanada de aire fresco, que hace que Paterson diga cuando la ve
dormir: "Si alguna vez me dejas/ lloraré
por mi corazón arrancado/ y nunca lo podre sanar".
Hay un
personaje que no podemos olvidar, Marvin, el buldog de la pareja, con quien
Paterson tiene una relación tensa y que protagoniza escenas de un humor parco y
efectivo.
Jarmusch ha sabido
poner en imágenes el proceso creativo de un poeta de una manera sobria y
encantadora, haciendo que cada plano sea un poema. Logra que la poesía no sólo
sea la vocación del protagonista sino la razón de ser de la película. Admirador
del cine y la cultura japonesa, consigue crear una atmósfera minimalista y hermosa
en su austeridad que nos irá envolviendo de una manera sutil. La auténtica
protagonista de la película es la poesía
y la fascinación que ejerce sobre los seres humanos por su capacidad de
sublimar la vida cotidiana. Paterson ama la vida y porque la ama le pone poesía.
Poesías sencillas y sin rima que escribió para esta película Ron Padgett, poeta
de la escuela de Nueva York, al que Jarmusch admira. Ese tipo de poesía que
hace que lo cotidiano y repetitivo deje de ser aburrido para ser visto cada
amanecer con los ojos de quien ve por primera vez la vida.
Esta
película nos seduce por su sencillez y nos llega al corazón. Despierta en
nosotros una sonrisa interior que perdura mientras la recordamos. Quizá sea
porque Paterson es como un buen amigo lleno de sentido común y bondad al que
nos gustaría tener cerca.
Yo les
recomendaría que fuesen a verla, pero no se lo recomendaría a todos. Hay muchos
que se aburrirán porque no es una película al uso de las que estamos
acostumbrados hoy en día: no hay violencia, ni sexo, ni efectos especiales, ni
tramas enrevesadas. Yo la he disfrutado y
sé que no la voy a olvidar.
Isabel
Bandrés
Esta película, basada en un guión de Paul Laverty y dirigida
por Loach, ha conseguido la Palma de Oro a la mejor película en el Festival de
Cannes de 2016, aunque ha tenido críticas dispares.
El guión sigue las peripecias de Daniel Blake (un ciudadano
modélico, humilde, viudo tras años de cuidar a su esposa, carpintero de
profesión y de vocación) que tiene la desgracia de enfermar del corazón y ser
incapacitado por los médicos para trabajar. Daniel comienza a hacer el papeleo
para poder cobrar su pensión de invalidez y es entonces cuando entra en un
mundo surrealista, en el que la burocracia del Estado funciona fuera de toda
lógica. Una maraña de normas y obligaciones administrativas absurdas y
contradictorias dejarán a Daniel indefenso. Se ve obligado a buscar un trabajo
que no puede ejercer por prescripción médica, tiene que asistir a cursos para
ocupar puestos de trabajo inexistentes, se ve forzado hablar a teléfonos de
atención sin que jamás le responda una voz humana y es apremiado a que rellene
por internet cuestionarios cuando desconoce el sistema. Los medios de
comunicación modernos son utilizados aquí para la incomunicación más absoluta.
El Estado, utilizando como avanzadilla a sus burócratas, ejerce un papel
perverso: culpabilizar a las víctimas de sus adversidades y, de paso, procurar
que no puedan ejercitar sus derechos legítimamente adquiridos. La película nos
recuerda El Proceso de Kafka donde
Josef K, al igual que Daniel Blake, sufre la agobiante y asfixiante situación de una maquinaria burocrática que
poco a poco se apodera de su vida. Aunque Loach no posee la profundidad y
originalidad del escritor checo.
La historia
de Daniel no ocurre en el tercer mundo, sucede en un barrio obrero de
Newcastle, muy cerca de la frontera con Gales. Realmente, puede ocurrir y de
hecho ocurre, en cualquier barrio del mundo occidental. La televisión y la
prensa nos informan cada día de casos similares, incluso mucho más sangrantes.
Laverty y Loach no se inventan nada, ejercen de notarios de una realidad social
alarmante: la expulsión social del sistema de gente honrada. Y contra ese
estado de cosas ¿qué se puede hacer? Quizá reivindicar el ejercicio de nuestra humanidad.
El protagonista, en un arranque épico pinta en una fachada: “Soy Daniel Blake y
soy un ser humano”. Pero no sólo lo escribe sino que ejerce de ser humano
con una madre soltera de dos hijos, con
sus vecinos, con sus compañeros y no dejándose intimidar en el ejercicio de sus
derechos.
La película ha tenido críticas desiguales y ha sido
acusada, por las menos benevolentes, de panfletaria. Hay que admitir que existe
en Loach una tendencia al panfleto y que carga las tintas en un par de
ocasiones sin necesidad. Pero las cualidades de esta película son tantas que se
le puede perdonar. El humanismo y la empatía que despiertan en nosotros sus personajes
superan con mucho los defectos que pueda tener. Nos hacen sentir emoción, simpatía,
rabia, solidaridad y, de alguna manera, no podemos evitar hacer nuestras las
desdichas de los personajes. Yo diría que el humanismo que destila supera en
mucho el slogan de pancarta que indudablemente tiene.
Un buen
guión aunque con algunos defectillos, unos buenos diálogos y unos actores
estupendos y emocionantes. Yo les aconsejaría que fuesen a verla y se dejasen
llevar. Eso sí, si son almas sensibles llévense un paquete de clínex. Lo
necesitarán.
Isabel
Bandrés.
MUJERES CIENTÍFICAS
ELEANOR FRANCIS HELIN, ASTRÓNOMA
Eleanor Francis Glo Helin (19 de noviembre de 1932 / 25 de enero de 2009) fue una astrónoma estadounidense que organizó y coordinó el International Near-Earth Asteroid Survey (INAS) durante los años 1980.
Principal investigadora del programa Near Earth Asteroid Tracking (NEAT), y el Jet Propulsion Laboratory de
la NASA.
Descubrió unos 872 asteroides,
incluyendo los dos primeros asteroides Atón: (2062) Atón y (2100) Ra-Shalom.
También descubrió los asteroides Apolo (4660) Nereus y (4769) Castalia y los asteroides Amor (3240) Laocoon y (9969) Braille.
Falleció a los 76 años de edad.
OS RECORDAMOS QUE TAMBIÉN TENEMOS CIENTÍFICAS
ENTRE LOS TÍTULOS DE NUESTRA COLECCIÓN
DE BIOGRAFÍA DE MUJERES
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