domingo, 25 de febrero de 2018

MULTITUDINARIA PRESENTACIÓN 
DE NUESTRA BIOGRAFÍA Nº36, 
VIDA DE CONCEPCIÓN ARENAL 
DE MARÍA LUISA MAILLARD 
EN LA DELEGACIÓN DE LA XUNTA DE GALICIA/CASA GALICIA - MADRID

De izda. a dcha. el delegado de la Xunta y director de la Casa de Galicia, José Ramón Ónega, el presidente del Consejo de Estado, José Manuel Romay Becaría, la exministra Cristina Alberdi, y la escritora María Luisa Maillard.




El pasado 7 de febrero de 2018, se presentó la biografía Nº 36 de la colección de biografías de mujeres relevantes que promueve nuestra Asociación Matritense de Mujeres Universitarias y que publica en colaboración de Eila Editores.

El acto tuvo lugar en el salón principal de la Delegación de la Xunta de Galicia en Madrid/Casa de Galicia. Hubo una gran afluencia de público que llenó el salón de actos y el vestíbulo de entrada.

Intervinieron en el acto José Ramón Ónega, delegado de la Xunta de Galicia y director de Casa Galicia, la exministra y abogada, Cristina Alberdi, prologuista del libro, y la autora María Luisa Maillard. Cerró el acto de presentación José Manuel Romay Becaría, Presidente del Consejo de Estado. A continuación se dejó paso a un diálogo dramatizado entre Juana de Vega y Concepción Arenal. Ambas mujeres se habían conocido en la Coruña, donde Concepción Arenal ejerció como Visitadora de Cárceles de Mujeres y habían compartido ideas y proyectos humanitarios.

Actuaron, Natalia Velasco como Concepción Arenal; María Luisa Maillard como Juana de Vega; Paco Aparisi como Salustiano Olózoga; y Susi Trillo como la criada Celestina.
  

Don José Ónega, delegado de la Xunta de Galicia y director de Casa de Galicia, durante su alocución.

  


María Luisa Maillard y Natalia Velasco interpretan un diálogo dramatizado entreConcepción Arenal y Juana de Vega, escrito por Maillard y que reproducimos más abajo.



Celestina acaba de servir la merienda...


...y Salustiasno Olózaga (Paco Aparisi), entra en escena.

  

!! LLENAZO !!


Casa de Galicia habilitó sillas en su vestíbulo para que parte del público, que no cupo en la sala principal, pudiese seguir el acto por televisión!!

Al finalizar se ofreció una copa de vino gallego y se produjo una animada tertulia en la que la figura de Concepción Arenal cobró vida propia. 



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Encar Berbés


La insigne gallega no sólo fue una pionera en la defensa de los derechos de las mujeres y de un sistema penitenciario humanitario y correccionalista en una España en la que todavía había grilletes y ajusticiamientos en la plaza pública; sino que supo vislumbrar, desde una clara inteligencia, todos los problemas que debía afrontar un estado moderno en formación, como era el español del siglo XIX: el lugar que el estado debía ocupar en la atención a los más necesitados, una vez que las sucesivas desamortizaciones de Godoy y Mendizábal, habían conducido al cierre de hospitales, hospicios y centros asistenciales, regidos por la Iglesia; el problema social de la desigualdad excesiva y la aparición de los primeros movimientos marxistas y revolucionarios; la necesidad de un Derecho de Gentes que obligase a todos los países civilizados. Una frase quedó flotando en el aire: "Odia al delito y compadece al delincuente".




DIÁLOGO ENTRE JUANA DE VEGA Y CONCEPCIÓN ARENAL

de MARÍA LUISA MAILLARD


Otoño de 1863. Pequeño y recoleto saloncito en una casa de la Calle Real de La Coruña. Juana de Vega se encuentra sentada en su escritorio. Un criada introduce a una mujer, unos años más joven pero de rostro adusto y también vestida de oscuro. Juana de Vega sale a recibirla.

JUANA DE VEGA
—¡Doña Concepción Arenal! Sea usted bienvenida, pase, pase y acomódese. Está usted en su casa.

CONCEPCIÓN ARENAL
—Buenas tardes, doña Juana —mirando sorprendida alrededor— ¿Dónde están los otros tertulianos?

JUANA DE VEGA (Juana ríe )
—Hoy les he dado un día de asueto y no crea que no me ha costado. Salustiano de Olózaga insistía en venir. Argüía que es también  muy amigo suyo; pero yo me he mostrado inflexible. Quería que hoy habláramos usted y yo a solas. Estará de acuerdo conmigo en que hay asuntos en los que las mujeres somos más duchas que los hombres. Hoy, nada de política.

CONCEPCIÓN ARENAL
—Se lo agradezco. Hace tiempo que dejó de interesarme la política. Sé que para nuestros objetivos, precisamos de su colaboración, pero he visto ya tanta interinidad en todas las cosas que se proponen, tanta anarquía de ideas…


JUANA DE VEGA
—No se excuse, querida amiga y siéntese aquí, a mi lado. (Se sientan). Sabrá que yo, después de tantos años de lucha en defensa de las ideas liberales, estoy empezando a distanciarme de sus brotes más jóvenes. Dicen que las ideas que llevo defendiendo toda la vida son utopías. ¡Ja, Ja, como si el pan y el trabajo fuesen pompas de jabón en el cielo de las ideas. Dejemos de lado ese tema que me incomoda. Debo decirle que estoy mucho más interesada en sus actividades. Usted está abriendo un nuevo camino para nuestra causa.

CONCEPCION ARENAL
—¡Cómo puede decir eso! Usted, que desde 1837 se esfuerza a través de su Asociación de Señoras para atender con generosidad a los más necesitados, a los niños y a los enfermos; usted, que en épocas tan duras como la de la epidemia de cólera de 1853, impidió un desastre aún mayor para los sectores más débiles de la sociedad. Usted, que incluso ha llegado a impartir clases nocturnas para los obreros en su propia casa.

JUANA DE VEGA
—Veo que está muy bien informada, amiga mía, pero permítame decirle que ha sido usted quien ha dado el paso decisivo: llevar al papel nuestra lucha, nuestras preocupaciones y nuestras reivindicaciones ¡Qué claridad de ideas en el libro que tan generosamente me dedicó! ¡Y escrito por una Mujer! ¡Y premiado por la Academia de Ciencias Morales y Políticas! Es usted un impulso para todas nosotras.

 CONCEPCIÓN ARENAL
—Le agradezco sus halagos aunque los considero excesivos, pero en algo le doy la razón: en la fuerza de la letra impresa. El problema de la beneficencia es de una magnitud pareja al desconocimiento sobre ella del que hacen gala nuestros gobernantes. Algún día pondré en pie una publicación periódica donde se describa la penosa situación de los hospitales, los hospicios y las cárceles y se aporten soluciones.

JUANA DE VEGA.
—Cuente conmigo para ese proyecto, pero ahora quiero hablar de su libro. Yo lo he leído con detenimiento y me ha aclarado algunas ideas confusas. Ahora creo que la Filantropía y la caridad están más próximas de lo que yo pensaba.

CONCEPCIÓN ARENAL
—El hombre es corazón y cabeza. Y la indiferencia ante los males de nuestros semejantes no sólo revela dureza de corazón, sino extravío de la inteligencia. Hace tiempo que pienso que la caridad es justicia.

JUANA DE VEGA.
—Sabrá que yo me he identificado plenamente con esa acertada definición de Filantropía que incluye en su libro: el auxilio al necesitado por amor a la humanidad y conciencia de su dignidad y derecho. Nadie lo podría haber dicho mejor.

CONCEPCIÓN ARENAL.
—Yo también lo comparto, pero añado que la conciencia de la dignidad del hombre, tiene en mí una base cristiana que encuentra en el amor la forma de acercarse a los otros. Precisamente la conciencia de esa dignidad, para mí supone el respeto por todas las ideas y creencias. No estoy del todo de acuerdo con la Iglesia en la labor de adoctrinamiento en la fe que lleva a cabo en las cárceles, porque en muchas ocasiones se convierte en imposición que provoca rechazo. Quiero mover los corazones con mi ejemplo, pero también quiero apelar a la razón.

JUANA DE VEGA
—Tendremos tiempo para charlar sobre estos trascendentales asuntos. Ahora, quiero darle una buena noticia. Sé que el otro día no pudimos hablar con tranquilidad, con todos esos tertulianos exaltados que frecuentan esta casa, pero su propuesta de crear una Asociación de Mujeres para apoyarla en su labor de Visitadora de Cárceles, no ha caído en saco roto. Mis amigas Josefa Amar y Beatriz Cienfuegos ya están en la tarea. Espero poder darle pronto noticias. Han propuesto el nombre de "Asociación de Mujeres La Magdalena". ¿Qué le parece?

CRIADA (Irrumpe en la estancia una criada llevando una bandeja)
—Señora, traigo el té y una jarra de chocolate como me ha mandado.

JUANA DE VEGA
—¿Celestina? ¿Traes la merienda? Pasa y déjala aquí encima de la mesa, y no te olvides de merendar tú que, en tu estado, hay que comer.
(Cuando la criada ha desparecido)
—Es una buena chica. Tuvo un mal tropiezo y acabó en la calle, pero estoy encantada con ella. Es honrada y buena trabajadora. ¿Le sirvo chocolate? Yo desde mis tiempos en Inglaterra mantengo la costumbre del té.
(Las dos mujeres beben).
  
JUANA DE VEGA:
—¡Excelente! Ya le comenté que Celestina era una moza avispada. Ha aprendido en poco tiempo a hacer el mejor té que he tomado en España. ¿Y su chocolate?

CONCEPCIÓN ARENAL.
—Excelente también. Me ha recordado mis años recientes en Potes, cuando Jesús de Monasterio venía a verme por las tardes con la intención de que organizáramos allí un grupo de las Hijas de San Vicente de Paul. A veces tocaba el `piano después de que tomásemos una taza de chocolate. Me ayudó mucho a sobrellevar mi viudedad.

JUANA DE VEGA.
—Otro destino y otra pasión que compartimos. Yo hace unos años ejercí el mecenazgo sobre un joven, Pablo Sarasate. Hoy es un gran violinista. Hacía ya años que había perdido a mi marido; pero la música es un gran aliado para mitigar el dolor. La música y la dedicación a los demás. No le he dicho lo que comparto su reflexión sobre el dolor con la que introduce El visitador del pobre. El dolor que nos trae de forma inevitable la vida puede ser un elemento de perfeccionamiento moral, pero el dolor que infligen los hombres sin corazón, hay que combatirlo con todas nuestras fuerzas. Por cierto, qué desconsiderada, no le he preguntado por sus hijos ¿Qué tal están? ¿Cómo llevan el dolor de la ausencia del padre?

CONCEPCIÓN ARENAL
—Fernando es un muchacho bueno y aplicado; pero me preocupa Ramón, el menor, es indisciplinado e impaciente. Ahora están internos en los jesuitas. Tengo puestas grandes esperanzas en sus enseñanzas.

JUANA DE VEGA
—¡Los hijos! Yo no tuve hijos, pero mi marido lo fue todo para mí. Incluso un hijo en los últimos años de su enfermedad. Ya ha podido ver cómo venero su recuerdo.

CONCEPCIÓN ARENAL
—Sí ya he visitado el saloncito verde, donde se encuentra su marido embalsamado y su corazón en una urna de cristal. Respeto cualquier forma de honrar a los muertos

JUANA DE VEGA
—¡Ale! Dejemos los recuerdos y miremos el futuro. Hábleme de sus proyectos inmediatos. Seguro que ya tiene algo en la cabeza para llevar adelante su cargo como Visitadora de Prisiones. Estoy deseando colaborar.

CONCEPCIÓN ARENAL
—Pues sí, hay una idea que me ronda la cabeza. Creo que compartirá conmigo la idea de que las presas no pueden ser tratadas como "cosas" o peor, como apestadas, gangrena que hay que amputar de la sociedad bien pensante.

JUANA DE VEGA
—Desde luego, y más tratándose de mujeres que tienen la vida mucho más difícil que los hombres.

CONCEPCIÓN ARENAL.
—Claro, se las impide estudiar y luego tienen que arrostrar los trabajos más duros y peor pagados. ¿Y qué me dice de una viuda con hijos o de una muchacha como Celestina que ha dado un mal paso? ¿Qué destino les queda?

JUANA DE VEGA
—¿Y qué ha pensado usted?

CONCEPCIÓN ARENAL
He pensado mucho sobre ello y creo que para la presas no es efectivo el discurso del pecado y del miedo al más allá. Quiero centrar mi tarea en aclarar la idea confusa que tienen de sus derechos, de sus deberes y de la justicia. Ya conocen el poder de la ley, pero tienen que conocer su necesidad y su justicia. Tienen que admitir la justeza de la ley, pero también es preciso imbuirles la esperanza de redención. La cárcel debe de ser como un hospital, pero en ella es el alma lo que hay que sanar.

JUANA DE VEGA
—No son precisamente hospitales hoy en día las cárceles, más bien escuela de delincuentes.

CONCEPCIÓN ARENAL
—Más que eso. La cárcel al menos en España, es una tortura para la inocencia, un escollo para la virtud y una escuela práctica del vicio. Las condiciones son inhumanas y eso vamos a tratar de paliarlo con nuestra Asociación de Damas y con nuestros informes al Gobierno; pero no podemos olvidar la educación. Debemos por todos nuestros medios evitar esa horrible leyenda que sólo está bien a las puertas del infierno: "Dejad toda esperanza los que entráis".
  
JUANA DE VEGA
—¿Propone entonces que demos clases a las reclusas?

CONCEPCIÓN ARENAL
—No exactamente, aunque no sería mala idea enseñarlas a leer y a escribir, pero el hecho es que han sido condenadas por una ley que en su mayoría desconocen, salvo la furia con la que se cierne sobre ellas y las abate. He pensado escribir una serie de cartas en la que les explique de forma sencilla todos los artículos del Código Penal. Quiero hablarles en nombre de su interés y demostrarles que la ley les libra de un mal mayor, el de la venganza; pero el caso es que yo soy una mujer humilde. No poseo la experiencia y la autoridad de dirigirme a un público numeroso.

JUANA DE VEGA
—Mi querida amiga. Eso no sería un problema. Usted escriba con su maravillosa pluma esas cartas y yo las leeré. No tengo ningún empacho en hablar en público.

CONCEPCIÓN ARENAL
—No sabe cómo se lo agradecería. Así yo podría observar la reacción de las reclusas y corregir el texto cuando aprecie que no es bien comprendido.

JUANA DE VEGA
—¿Qué dices Celestina? ¿Qué hay un caballero a la puerta? Bueno, díle que pase, no le vamos a dejar en la puerta. No se habrá enterado de que hoy no hay tertulia.
(Se introduce en el salón Salustiano de Olózoga)
  
SALUSTIANO
—Señoras, permítanme esta intrusión. Parto mañana hacia Madrid y no he podido evitar pasarme por aquí para decirles que, conociéndolas a las dos, tienen mi más decidido apoyo para los proyectos que quieran emprender.









PARA MÁS PRENSA












EL PRÓXIMO...





ESTAREMOS EN EL GOETHE INSTITUT CON HANNAH ARENDT !!


HABRÁ UN DIÁLOGO DRAMATIZADO 
ENTRE HANNAH ARENDT Y MARY MAcCARTHY
CON MARÍA LUISA MAILLARD E ISABEL ARCOS




Y UNA MESA REDONDA, EN LA QUE INTERVENDRÁN:

INÉS ALBERDI 
PRESENTARÁ NUESTRA COLECCIÓN DE BIOGRAFÍAS DE MUJERES RELEVANTES.

JOSÉ LASAGA 
NOS ACERCARÁ A HANNAH ARENDT CON LA BIOGRAFÍA QUE SOBRE LA PENSADORA HA ESCRITO RECIENTEMENTE Y AMMU/EILA EDITORES HA EDITADO.

MARÍA LUISA MAILLARD
HABLARÁ SOBRE AMMU





ESTE ACTO SE INCLUYE EN EL
FESTIVAL ELLAS CREAN 2018













EL PAÍS/BABELIA 
CITA NUESTRA BIOGRAFÍA DE HANNAH ARENDT, ESCRITA POR JOSÉ LASAGA










PRÓXIMA TERTULIA LITERARIA




COMENTAREMOS EL LIBRO



Una divertida y entrañable historia sobre la resistencia frente al invasor alemán durante la Segunda Guerra Mundial protagonizada por los empleados de la estación de tren de un pequeño pueblo checoslovaco cerca de la frontera con Alemania. El descubrimiento del amor y del deseo están presentes en el despertar al mundo adulto de Miloš, aprendiz y verdadero héroe de la novela, que sigue los pasos del hedonista factor de la estación tras la atractiva telegrafista, y que deberá probar su valor arriesgando la vida para sabotear un tren enemigo cargado de munición.




Bohumil Hrabal fue un destacado novelista checo, entre cuyas obras cabe destacar Trenes rigurosamente vigilados, Yo, que he servido al rey de Inglaterra, Una soledad demasiado ruidosa y la autobiográfica Bodas en casa.









NUESTRA COMPAÑERA, LIDIA ANDINO TRIONE,
PRESENTA SU ÚLTIMO LIBRO, 
EL Nº 34 DE NUESTRA COLECCIÓN DE BIOGRAFÍAS,
VIDA DE LOU ANDREAS-SALOMÉ
EN LA BIBLIOTECA MUNICIPAL DE CAMPO REAL.

SERÁ EL,












VIDA MARIE CURIE
DE MARÍA EUGENIA GOROSTIZA

 YA EN IMPRENTA!!!






 
EL TABÚ DE ENFERMAR
POR 
LIDIA ANDINO


La idea vulgar de enfermedad arrastra confusas sensaciones donde el dolor, la discapacidad o las mutilaciones aportan reflejos difusos; al nombrar "enfermedad" me refiero tanto a las afecciones psíquicas como a las somáticas. No hay entre ellas una frontera clara, pero sí una problemática relación. Cualquiera hoy en día reconoce la incidencia psíquica en el asma, la úlcera, las enfermedades de la piel y otras.


Si aceptamos una predisposición hereditaria, de todas maneras, no podemos negar que esa enfermedad orgánica o psíquica siempre tenga una singularidad: los síntomas se "repiten" en algún integrante de la familia, pero sin saber por qué ése fue el elegido y no otro del mismo grupo familiar.


La enfermedad, el dolor, entrañan lo desconocido, lo fuera de control de la conciencia, de ahí que para algunos resulte un castigo divino, frente al constante sentir de la culpa. Podríamos relacionar este tema con el llamado "tabú" que aporta dos significaciones opuestas: lo sagrado y lo inquietante. El tabú carece de fundamento, no se conoce su origen, es incomprensible para los que no están sometidos a él y natural para los que sí lo están. Parece ser que es la más antigua ley no escrita de la humanidad, anterior a toda religión. Aquel que ha violado un tabú es víctima de los peores castigos y lo singular es que él mismo se convierte, a su vez, en prohibido, como si hubiese recibido la totalidad de la carga peligrosa.


Los enfermos resultan entonces ser también tabú y generan a su alrededor restricciones que, a veces, solo sirven para conjurar ese miedo oscuro a la enfermedad. Así la humanidad consideró la lepra partícipe de estas creencias y curarla resultaba un milagro. En la Edad Media fue la sífilis y en otras épocas el tabú recayó sobre la tuberculosis. Están los que todavía recuerdan a sus abuelos diciéndoles que caminasen alejados del hospital donde atendían a estos enfermos, para evitar el contagio.


Actualmente, la expansión del S.I.D.A, el cáncer o el temor a la propia enfermedad mental, trae enormes privaciones y frustraciones efecto de una información claramente contradictoria y muy capaz de crear confusión entre el público.


No podemos negar que vivimos más y mejor que nuestros antepasados, pero los tabúes de las nuevas-viejas enfermedades siguen ahí. Crecen el nerviosismo y el estrés, aumentan los casos de depresión y pocos deseos de vivir, caldo de cultivo de tantas enfermedades orgánicas, algunas graves.


Hay algo en la enfermedad, por más orgánica que sea, que es patrimonio del sujeto que habla. Es tarea del médico otorgar existencia a esa verdad desconocida que el paciente denuncia en su queja.




LIDIA ANDINO




EXPOSICIÓN

SOROLLA Y LA MODA
POR 
A. PILAR RUBIO LÓPEZ



Joaquín Sorolla, el pintor de la luz, siempre se sintió fascinado por la estética femenina. Sus estancias en París, Londres y Nueva York le acercaron al mundo de la moda, lo que le convirtió en un experto retratista de mujeres que lucían trajes con encajes delicados, suaves terciopelos y tejidos brillantes, como la seda.

Y es que a finales del siglo XIX y comienzos del XX la moda se personalizó dando lugar al denominado arte de la elegancia. La nueva mujer, más activa y reivindicativa, se fue despojando de sus corsés y de sus ataduras para convertirse en una mujer emancipada y dinámica. Su armario se fue renovando a medida que crecía su actividad social.



Sorolla fue un observador privilegiado. Desde su atalaya de las grandes ciudades que estaban haciendo cambiar al mundo, se convirtió en publicista de la moda reinante. El pintor de la realeza, de la aristocracia y de la burguesía fue un auténtico embajador de la modernidad que inspiraba la Belle Époque, trasladando sus creaciones al lienzo con el realismo de un fotógrafo. Los diseños más novedosos viajaron en su maleta y con ellos retrataría a su esposa, Clotilde, y a sus hijas Elena y María.


Los diseños, reunidos junto a cuadros del pintor, componen Sorolla y la moda, una exposición que se exhibe en la Casa Museo del artista y en el Museo Thyssen, en Madrid. La muestra pone de relieve lo que significó la modernidad bajo el prisma de la paleta de un pintor avezado como Sorolla. El cambio de vida con el reclamo de los espectáculos de masas, como la ópera o el teatro, incidió en la renovación del vestuario femenino; así como en su “desnudez” frente al mar, con tejidos livianos y naturales. Los médicos de la época aconsejaban los baños de mar por sus beneficios terapéuticos. Por eso vemos a la familia del pintor en las playas de Valencia, de San Sebastián, de Santander y de Zarautz. Sorolla retrata a las mujeres con pamelas y sombrillas que protegían su rostro del sol, en contraste con los complementos que lucían en los actos sociales.


72 obras, procedentes de museos y colecciones nacionales e internacionales, acompañan a los cuadros del pintor pertenecientes a las colecciones permanentes del Museo Thyssen y de la Casa Museo de Sorolla, y se exhiben junto a 60 vestidos de la época restaurados, algunos grabados y complementos de moda, como guantes, sombrillas, sombreros o adornos de novias.





En la Casa Museo de Sorolla, como si de un estudio en paralelo se tratase, los temas “Una casa a la moda”, “Una familia elegante” y “Retratos de sociedad” son el eje de la exposición. Así, se puede ver un retrato de Clotilde, la esposa y musa del pintor, vestida de negro y mantilla junto a un vestido negro de crepé de seda, seda y encaje perteneciente a la colección del Museo Victoria & Albert de Londres. Y junto a Paseo a la orilla del mar, en el que Sorolla retrata a su esposa y a su hija María en la playa de Valencia, se exhiben vestidos blancos de época de la colección Ana González Moro y una sombrilla proveniente del Museo del Traje de Madrid. También, un vestido de satén y lentejuelas del Museo del Traje se relaciona con un bellísimo retrato de la reina María Cristina ejecutado por la paleta del pintor. Y otro vestido de la colección Ana González Moro acompaña a un retrato de Clotilde que ha viajado desde la Hispanic Society de Nueva York.

Siguiendo el recorrido, cuatro secciones guían al espectador en la exposición del Museo Thyssen: “Sorolla íntimo”, “Retrato de sociedad”, “Veraneo elegante” y “París y la moda moderna”. En la primera sección, destaca Clotilde con traje de noche junto a un vestido negro de seda, tafetán y lentejuelas proveniente del Museo de Artes Decorativas de París. A continuación, el Retrato del rey Alfonso XIII con uniforme de húsares al lado de un traje del mismo modelo perteneciente al Museo del Ejército, preside la sala “Retrato de sociedad”, junto a los retratos de la reina Victoria Eugenia, de la condesa de Santiago y a un vestido de novia con sus respectivos adornos.


Más adelante, trajes venidos del Victoria & Albert y del Museo de Artes Decorativas de París, junto a sombrillas del Museo del Traje acompañan al magnífico retrato Clotilde en la playa en la sección “Veraneo elegante”. En la última sección, “París y la vida moderna”, se muestra al espectador un magnífico reloj junto a objetos de vida cotidiana; y un retrato de Elena, la hija del pintor, vestida con el diseño Delfhos, una túnica amarilla al estilo del modelo que Mariano Fortuny realizó a partir de un bronce griego. Un vestido que se ciñe al cuerpo de la mujer liberada del corsé, a través del cual se aprecian sus formas sugerentes. Un Fortuny escondido que también decora el antecomedor de la Casa Museo de Sorolla. Marcel Proust admiraba las creaciones de Fortuny, las mujeres de Sorolla adquirieron el modelo Delfhos como prenda de armario y Peggy Guggenheim e Isidora Duncan lo vistieron.

Así como la vivienda de Sorolla fue una casa “a la moda”,  con todas las comodidades, la familia vivió la fascinación por la moda a imagen y semejanza del pintor; una fascinación que le condujo a ser el retratista preferido de la realeza, de la aristocracia y de la burguesía por ser el artista que supo captar en sus retratos de sociedad la personalidad de sus retratados y sus aspiraciones sociales. 


La exposición pone de manifiesto que la moda puede convertirse en arte.


La muestra se exhibe hasta el 27 de mayo de 2018 en:
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Paseo del Prado, 8 Madrid 
y en
Casa Museo Sorolla, Paseo General Martínez Campos, 37, Madrid.

 A. PILAR RUBIO LÓPEZ









La película comienza cuando un grupo de amigos se reúne en una casa para celebrar el nombramiento de la anfitriona como ministra de Sanidad del Reino Unido. Pero lo que iba a ser una fiesta entre amigos se torna en una serie de bombas dialécticas de efectos devastadores.

Todos ellos esconden secretos que una vez revelados dan lugar a diálogos entrecruzados sobre casi todo: el feminismo, la muerte, la sanidad, la progresía, el dinero, la religión, la enfermedad, la maternidad, la fe, la medicina alternativa… No es sólo una conversación entre intelectuales sino una radiografía de las relaciones personales y su dificultad. El humor es vitriólico y no deja nada por analizar de manera rápida, seca y cortante.

Dada sus características de espacio y tiempo la pregunta es obligada ¿Estamos viendo cine o teatro? Yo diría que The party es sobre todo un ejercicio actoral. En ella intervienen Kristin Scott Thomas (El paciente inglés), Patricia Clarkson (La librería), Timothy Spall (Mr. Tuerner), Emily Mortimer ( La Librería), Cherry Jones (El bosque), Cillian Murphy (Dunkerque), y Bruno Ganz ( El hundimiento). Todos dando lo mejor de sí mismos.

The party me recuerda a “Perfectos desconocidos” de Álex de la Iglesia y a “Un ellos dan lo mejor de sí mismos, que es mucho, en esta obra de Sally La librería Potter dios salvaje” de Román Polanski. Las tres ahondan con un lenguaje tragicómico y corrosivo sobre la dificultad y complejidad de las relaciones humanas.

         La acción trasciende el tiempo real y está rodada en blanco y negro. Y aquí viene su gran inconveniente para algunos de nosotros. Si se ve en versión original y no se posee un nivel de  inglés muy alto se pierden muchos diálogos, elemento básico en la película, ya que la rotulación no es la apropiada.

El espectador asiste divertido, como un invitado más, durante setenta minutos, a la representación de esta comedía negrísima, que nos descubre con el más puro humor inglés y sin paliativos, cómo de mal va el mundo y las pocas esperanzas que existen de que mejore. 
ISABEL BANDRÉS





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Moonee (estupenda Brooklyn Prince), una niña de seis años, se pasa el día jugando y haciendo travesuras con sus amigos. Son felices, como sólo los niños pueden serlo, en un mundo que está situado justo en el patio trasero de Disney World. Allí, en un motel, viven con sus inestables familias que sufren graves problemas económicos cuando no de drogadicción, prostitución o alcoholismo. Digamos que pertenecen a lo que muchos norteamericanos califican, lo cual nos dice mucho de ellos, de basura blanca o/y negra. Pero los niños, y en concreto Moonee, disfrutan de la vida, aislándose de lo que les rodea. Poseen esa extraña cualidad de la infancia que es vivir con plenitud cada momento  y que tiene el poder de convertir la adversidad en un juego más. A  Moonee y a sus amigos nada les desalienta, su creatividad puede con todo.

El director (Sean Baker) no ejerce ningún juicio moral o de comportamiento acerca de lo que nos está contando. Se limita a rodar la vida de unos personajes marginales que se encuentran a un paso de terminar en la calle y para los que el mágico mundo de Disney World, metáfora del sueño americano, es inalcanzable. Habitan un lugar marginal al que sólo van los más afortunados si se equivocan. La escena de los turistas que llegan equivocadamente al motel es magnífica. Está claro que la división de castas no solo es privativa de la India, también se ha apoderado de las mentes occidentales.

Moonee y su madre, otra casi niña, se quieren mucho a pesar de que sus vidas no tienen ni horizonte ni futuro ni arco iris. Son dos crías que caminan por la vida al filo del precipicio, inconscientes de lo que hay en juego. Y todo eso sucede bajo la atenta y preocupada mirada de un portero (un estupendo y sobrio William Dofoe) que es en realidad la figura paterna de todos ellos, en especial de Moonee y su madre, y que hace lo que puede porque estos olvidados de la sociedad desbarren lo menos posible.

Sean Baker despliega ante nuestros ojos la muerte de la infancia en un mundo decadente y consumista, en el que los valores y los sueños están representados por el mundo de cartón piedra de Disney r. Pero también nos muestra cómo las relaciones humanas pueden florecer en las peores circunstancias: la relación protectora del portero con los niños, la amistad entre los niños o los momentos de auténtico afecto entre madre y la hija.

Al final, dos niñas, dos amigas, se van cogidas de la mano hacia ese castillo de cartón que se les vende como símbolo de la felicidad. Es una huida hacia adelante que no tiene buena pinta. Yo confío y deseo que Moonee y su amiga encuentren algo más sólido y auténtico para reafirmar sus vidas, como, por ejemplo, ese árbol tumbado y con las raíces al aire que es el favorito Moonee porque, como dice en un momento de la película  “… pese a estar derrumbado, continua creciendo”
ISABEL BANDRÉS
  


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Llámame por tu nombre y yo te llamaré por el mío” Esta hermosa declaración de amor es la que le hace Oliver, un joven de veinticuatro años, a Elio, un adolescente de diecisiete, que descubre por vez primera el deseo y el amor. Pero en esta bellísima película nada es casual. Todo está milimetrado, hasta los nombre de los protagonistas: Oliver contiene todas las letras del nombre del adolescente Elio. Nada se deja al azar y de allí su grandeza y su dificultad.

El escenario, en el norte de Italia del verano de 1983, donde se desarrolla el encuentro de estos dos jóvenes es de una belleza deslumbrante y el hecho de que sea un amor homosexual es anecdótico. Oliver (magnífico Armie Hammer), un guapo norteamericano de origen judío, llega a casa de su mentor, el padre de Elio (soberbio Timothée Chalamet), para ayudarle en sus estudios arqueológicos. Allí encuentra un ambiente familiar tan intelectual como amable. El padre (un espléndido Michel Stuhlbarg) es un catedrático de historia del arte y arqueólogo, la madre disfruta traduciendo poesía del alemán y se comunican entre ellos en tres idiomas. La amabilidad y la cordialidad en el trato están presentes en todo momento. Más allá de la vida familiar, los amigos y la gente del pueblo son igual de tolerantes y comprensivos. Y yo me pregunto: ¿es una idealización de la realidad? Claramente, sí. Estamos en la Italia rural de 1983 en la que  todavía quedan algunos vestigios de la Italia de Mussolini.

El encuentro entre Elio y Oliver crece ante nuestros ojos de manera perezosa, como si el calor del verano le otorgase al despertar de los sentidos y del deseo el toque soñoliento de la calima y de los largos día en que los jóvenes se acercan, se rechazan, se preguntan… Para poco a poco, lentamente, encontrarse. La película se cuece a fuego lento, muy lento. El director nos va narrando de manera preciosista cada momento del tórrido verano: bailes, paseos en bici, baños, miradas, conversaciones, mientras el deseo y el amor van surgiendo. Sin embargo, esta hermosísima película esconde un desgarrador mensaje: la imposibilidad de mantener el deseo y el amor en su punto más álgido por mucho tiempo. Elio, no solo descubre ese verano de 1983 el placer del amor y del deseo si no también la fugacidad de la vida y de los momentos felices. Se enfrenta por primera vez al dolor de la perdida.

El paso del tiempo, ese gran constructor y destructor, está presente en toda la narración. “El significado de que el río fluye —dice uno de los personajes de la película reinterpretando a Heráclito— no es que todo cambia y por eso no podemos encontrar las mismas cosas dos veces, sino que algunas solo son lo mismo porque cambian”. La metáfora del  agua cambiante es el deseo que perdura siempre en el ser humano de manera distinta, y de allí la esperanza. Pero también es “otra agua” “otro deseo”, y de allí, el duelo.

La película transcurre en un verano esplendoroso y finaliza en un frío y desolador invierno. Metáfora del estado emocional de Elio. Es entonces, resguardado en el calor de su hogar y con la nieve como fondo, cuando pierde la inocencia: ya nunca nada será como antes. Ahora ya sabe que no solo las cosas importantes de la vida, sino que el duelo por lo perdido termina por alcanzar a todo ser humano aunque habite en un lugar seguro.

Está película me recuerda a otra, El esplendor en la hierba, tan diferente en lo aparente (en ésta los jóvenes son heterosexuales y las familias conflictivas) y tan igual en lo fundamental: el descubrimiento del deseo y del amor, el dolor cuando se pierden y el paso el tiempo. Las palabras consoladoras del poeta William Wordsworth, que la protagonista, una jovencísima Natalie Wood rota por el dolor, recita: “Aunque nada puede devolvernos/ los días de esplendor en la hierba/ y de la gloria en  las flores, / no debemos apenarnos. / Al contrario. / Tenemos que encontrar/ ánimos en el recuerdo.” Me recuerdan a las palabras que el padre le dirige a Elio: "Ahora sientes tristeza, dolor, pero no lo mates, ni con ello el placer que has sentido".

Está película utiliza la idealización para hablarnos de cosas muy serias: del deseo, del amor, del inexorable paso del tiempo, de la caducidad de los momentos felices, del dolor, de la perdida, del corazón humano siempre anhelante y casi siempre insatisfecho, de nuestra  necesidad del otro y de nuestra radical orfandad… Por muy maravilloso que sea todo lo que nos rodea.

El magnífico guión es de James Ivory (director de Una habitación con vistas y de Lo que queda el día) que con 88 años ha hecho una memorable adaptación de la novela homónima de André Aciman. El director Luca Guadagnio tiene el mérito de llevar con  buen pulso una memorable película que a mí me resultó en exceso idílica y en algún tramo morosa. Y que deja, al menos en mí, un poso de amargura
ISABEL BANDRÉS





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Ganadora  del premio al mejor documental en los Goya y en el prestigioso Festival Karlovy Vary, Muchos hijos, un mono y un castillo es el primer trabajo como director del actor Gustavo Salmerón. Un esfuerzo de catorce años de filmación de su propia familia que desemboca en este maravilloso documental sobre la matriarca del clan Salmerón, Julita.
Bajo el engañoso hilo argumental de una estrafalaria búsqueda de las vértebras de su bisabuela, que la madre ha guardado en algún lugar del caótico castillo en el que vive la familia, Gustavo Salmerón hace desfilar en este magnífico y divertido documental a su familia: cinco hermanos hijos de un ingeniero industrial y de una directora de jardín de infancia. Una familia que, gracias a una herencia, pueden cumplir el tercer deseo de la matriarca:  vivir en un castillo donde, según declaraciones del director “vivÍan de una manera caótica y, a la vez, muy creativa y con gran libertad”

Desde el primer fotograma, la personalidad y la presencia de Julita nos cautiva. Está mujer vitalista, desbordante en sus pasiones, dudas y reflexiones, nos lleva a su torbellino vital en el que gustosamente nos sumergimos. El caos aparente de anécdotas da lugar al planteamiento de cuestiones universales: el paso del tiempo, la vejez, la familia, el amor, el sentido de la vida, la validez de los recuerdos, los deseos cumplidos y los que no, las frustraciones... Julita posee un sentido del humor entre tierno y negro, un desparpajo y una naturalidad para enfrentarse a la cámara nada habituales. La omnipresente Julita tan insatisfecha, se plantea que quizá hubiese sido mejor meterse monja, como disfrutona que es,  hace que pasemos noventa minutos estupendos y que cuando la recordamos no podamos evitar una amplia sonrisa.

Gustavo Salmerón hace en este documental de laborioso montaje un ejercicio de equilibrio y buen gusto, que logra trasladarnos a un mundo desternillante, tierno, surrealista, alegre, triste, excéntrico que es la vida y la personalidad de una mujer que logró cumplir, con mayor o peor fortuna, los tres deseos que enumera el título del documental. No se la pierdan. 




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BELÉN LÓPEZ: "En los momentos más oscuros de mi vida, canto"
'Desconcierto' es el salto a la música de la actriz Belén López. 
Un concierto con mucho teatro, una función con mucha música






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