LIBRO DEL VERANO
PARA LA PRÓXIMA TERTULIA
...Y SEGUIMOS CON EL DEBATE SOBRE
LOS ORÍGENES DEL TOTALITARISMO,
DE HANNAH ARENDT
CON SUFICIENTE ANTELACIÓN INFORMAREMOS SI LA TERTULIA SE HARÁ PRESENCIAL O VÍA ZOOM, DEPENDIENDO DE LAS MEDIDAS CAUTELARES DE ESE MOMENTO.
EL ABRAZO DE GENOVÉS Y THE COVID ART
PILAR RUBIO
El pintor y artista gráfico Juan Genovés
Candel, autor de El abrazo, un icono que simbolizó la reconciliación en
la etapa de la Transición española, ha fallecido en pleno confinamiento. La
muerte le sorprendió el 15 de mayo trabajando con los pinceles, pues, a punto
de cumplir 90 años, estaba preparando una exposición para la galería Malborough
de Madrid. Ilusionado con nuevos proyectos y lleno de vida, se le vio en el
verano de 2019 exponiendo su obra en el Centro Niemeyer de Avilés con la ayuda
de sus tres hijos, artistas también, e inaugurando en su plaza la escultura Transbase,
un ejemplo más de arte transformador y comprometido, pues Genovés siempre
manifestó su interés por la función del arte y el artista en la sociedad.
JUAN GENOVÉS
Si El abrazo -víctima de la censura
durante un tiempo- salió a la calle para simbolizar la libertad, como se puede
observar en la reproducción escultórica que se hizo de la obra y que se exhibe
en la Plaza de Antón Martín de Madrid, Transbase decora el paisaje
urbano, en un intento de dar vida a esos escenarios denominados por el artista
“espacios de soledad”. Pues Genovés pensaba que el arte debe ser comprometido
socialmente y tiene que ser un estímulo para las emociones, de ahí su afición a
escenificar personas solas o multitudes es espiral.
Nacido en Valencia el 31 de mayo de 1930,
Genovés realizó su formación en la Escuela de Bellas Artes de la ciudad
mediterránea. Expresionista y provocador, en su juventud formó parte de grupos
artísticos como Los siete, Parpalló y Hondo. Y en su
dilatada carrera atesoró importantes galardones, como el Premio Medalla de Oro
de Bellas Artes, el Premio Bienal de Venecia o el Premio de Bellas Artes de
España y de Valencia.
Si Genovés regaló abrazos para simbolizar la
reconciliación y la libertad, cuando los besos y los abrazos estuvieron
contenidos durante el confinamiento por el Covid 19, miles de artistas crearon
nuevos símbolos: balcones, ventanas, guantes, mascarillas… para representar un
arte de cuarentena. Debido a las nuevas tecnologías, la conectividad ha sido
posible, y los artistas de todo el mundo han tenido la oportunidad de canalizar
sus emociones, su solidaridad, su incertidumbre y su buen humor. Estas obras
del confinamiento han planteado interrogantes en el tiempo trascendente que
vivimos y han permitido manifestar las inquietudes de los artistas o expresar
su crítica. En un intento de “humanizar” las obras de los grandes maestros, de
rescatarlas del pasado y hacerlas vivir nuestro tiempo presente, muchos
pintores se han atrevido a redibujar iconos de la historia del arte universal, de
tal manera que hoy se puede ver con mascarilla a La joven de la perla,
de Johannes Vermeer.
Gracias a las redes sociales, lo cierto es
que las galerías de arte virtuales han significado un nexo de unión con el
espectador y han hecho visibles las aportaciones de los artistas, motivadas por
su desencanto, o por su esperanza en el futuro, haciendo que el público
interesado pueda conocer las obras que no han podido ser expuestas debido al
confinamiento. Una llamada de atención, sin duda, y una estrategia que los
galeristas se plantean como fórmula de exposición permanente.
PILAR RUBIO
ENVEJECER CON SALUD
LIDIA ANDINO
PSICOANALISTA
Para
llegar a una vejez con salud, lo primero que hay que hacer es abandonar la idea
del “viejismo”, el conjunto de estereotipos y prejuicios sobre las personas
mayores. El sujeto del viejismo es considerado un individuo más débil, menos
competente, pasivo y con su sexualidad acabada, sin saber que los deseos
sexuales permanecen a pesar de la edad; otra cosa es la potencia. Recuerdo
haber escuchado hace tiempo a una periodista preguntarle a Rafael Alberti si
seguía haciendo el amor a sus casi noventa años y él le contestó: “Señorita,
¿usted se refiere al movimiento?”.
No
hay ninguna preparación especial para envejecer, como no la hay para ser joven,
adulto o niño. En realidad, se transforman situaciones vitales y sociales y
cada cambio se vive como crisis, bañada de estos prejuicios mencionados que no
ayudan a la transformación que cada edad de la vida necesita. Entre los
padecimientos comunes en la tercera edad se encuentran los problemas con la visión
y la audición entre otras funciones, que conducen al aislamiento social.
Por
eso me animo a decirles que lo que hay que cuidar especialmente es el
pensamiento, porque es lo primero que revela el anquilosamiento, el
entorpecimiento de la vida. No se trata de vivir el tiempo como sucesión
ininterrumpida, con ciclos biológicos como los de la Naturaleza, ya que el ser
humano parlante no es naturaleza, sino cultura, civilización, tiempo material
de un pensamiento. Por eso los viejos, mejor dicho nuestros mayores —mi abuela
decía que “viejos son los trapos”—, padecen en pleno avance de la edad no solo
el deterioro físico —que también puede ralentizarse—, sino depresión cuando se sienten marginados del pensamiento,
de las decisiones, de su dirección vital.
La
negación es un mecanismo psíquico que verdaderamente afirma en lo que niega:
negar que el tiempo pasa tiene que ver con la imposibilidad de representarse
cada uno ante los cambios que se producen o que se avecinan. El deseo de que no
exista el paso del tiempo, ciertamente acelera el envejecimiento. No todos
envejecemos de la misma manera según pautas establecidas, porque somos sujetos
en una articulación biológica, psíquica y social; por lo tanto, el
envejecimiento tiene que ver con estas variantes en juego. Es decir, la vida se
hace con otros, presentes y ausentes, imaginarios o reales. La vida mejor o
peor que llevemos depende de nuestras relaciones sociales, que más que
dependencia se trata de un intercambio. Si fluyen nuestras relaciones significa
que hay intercambio, que para nosotros hay mundo, vida y un mañana.
Esto
no quiere decir que tengamos que depender de los otros, sino que nuestras
relaciones son lo que hará posible que a una edad avanzada podamos seguir,
pensando, amando, trabajando, efectos deseantes que nos permiten seguir
deseando.
LIDIA ANDINO
PSICOANALISTA
HENRICH FRIEDRICH FÜGER
PROMETEO LLEVA EL FUEGO A LA HUMANIDAD, 1817
¿PROMETEO, DÓNDE ESTÁS?
ISABEL BANDRÉS
Prometeo, uno de los titanes de la mitología
griega, robó el fuego de los dioses para dárselo a los hombres con el fin de
alejarlos de las tinieblas en que vivían y liberarlos de su sometimiento a los
dioses. Zeus que, como a tantos sátrapas actuales le enrabietaba dejar el poder,
hizo que lo encadenasen a una roca y que un águila le picotease el hígado por
el día. El castigo fue terrible, pero Prometeo ni se arrepintió ni pidió
perdón. Amaba a la humanidad y con el fuego nos otorgó simbólicamente la
sabiduría y la liberad. Cómo nos gustaría ahora tener un Prometeo liberador, incluso
varios, en nuestro mundo actual. Pero no, a los sumo tenemos “Prometeitos”
lenguaraces y descarados que nos prometen un fuego sagrado que nunca llega. Lo
que si nos llegó fue la pandemia y con ella la muerte que a todos nos iguala y ,en
este momento, estamos esperando la ruina que ya ha llegado para muchos y
parece, según dice el Banco de España y el Banco Central Europeo, está a punto
de llegar para todos. Bueno, para todos para todos, no. Las grandes fortunas,
los políticos, el gremio de los banqueros y algunos con flotadores resistentes
para estos tsunamis se salvarán. Sin embargo, si usted pertenece a la clase
media y bajando, no corra, es inútil, el desastre económico le alcanzará sí o
sí. Lo dicen los enterados. Esperemos que se equivoquen.
BANKSY 2020
Y es que la pandemia ha tenido un efecto
revelador y ha destapado muchas vergüenzas ocultas. Resulta que nuestra sanidad
pública no era la mejor del mundo. Su diseño de base es bueno y los sanitarios
magníficos, pero le faltaban y le faltan tres cosas esenciales: inversión,
gestión y previsión. En la cuestión de inversión parece que los diferentes
partidos políticos han decidido ponerse a trabajar para llegar a unos acuerdos
razonables. Alemania, según la OCDE, dedicó en 2018 el 9,48% de su PIB al gasto
sanitario, siendo el país de la Unión Europea con mayor gasto en salud. Mientras
España invirtió un 6,24 % de su PIB muy por debajo de la media que está entre
el 7% y el 8% y sólo por delante de Malta y de Portugal que ocupa el último
lugar con un 6,05%. Pero la inversión sin la gestión y la previsión poco resuelven.
El ejemplo lo tenemos en Portugal que con una inversión menor ha sabido
gestionar sus recursos obteniendo unos mejores resultados frente a la pandemia.
Y la previsión, esa virtud considerada menor que es la prudencia, que hace que
los gobiernos sepan las posibilidades de sus servicios y tomen las medidas a
tiempo para hacerlos eficaces.
Creo que a muchos españoles nos gustaría
tener una clase política más aburrida que se dedicase a gestionar con prudencia
el dinero que les entregamos en vez emplearse en vomitar frases ideológicas, cuando
no insultos, a los de la bancada de enfrente. Parece que en este momento, sus
señorías se han dado una tregua ante la hartura manifiesta de los ciudadanos
que piden soluciones y no representaciones nauseabundas. Hay que recordar a
los políticos que les hemos puesto en el Congreso para solucionar los asuntos
de todos los ciudadanos y no los problemas de amigos, familiares, afiliados,
simpatizantes y menos para escuchar sus frases manidas mientras unos mueren y
otros se arruinan.
Ningún ciudadano sensato va a pretender que
un Prometeo generoso nos salve de todos nuestros males, pero sí que unos
Prometeos sensatos gestionen bien nuestros recursos priorizando los gastos en sanidad,
educación, servicios sociales e investigación sobre los desviados hacia una
burocracia ministerial o administrativa innecesariamente incrementada y vacía
de contenido. No, no deseo Prometeos encadenados rebosantes de amor a la
humanidad, sólo ambiciono tener como gobernantes a Prometeos prudentes y buenos
gestores que no nos aborrezcan y nos faciliten la vida.
ISABEL
BANDRÉS
… QUE SON LOS MOSQUITOS HEMBRA,
LOS QUE NOS PICAN EN VERANO?
CARMEN MENDÍVIL
Bueno quizá esto no sea ninguna novedad para ti y es algo que sabes desde
hace tiempo, pero esta afición de las mosquitas por picarnos viene dada por una
razón muy especial ya que tanto los mosquitos machos como hembras pueden vivir
tranquilamente sin picar y alimentándose únicamente de sustancias azucaradas
como el néctar de las flores. Sin embargo, este alimento no le resulta
suficiente a la hembra para poner sus huevos y tiene que pillar a algún
vertebrado despistado, como nosotros, a quien chupar la sangre. El néctar les
da energía pero apenas les proporciona proteínas, tan necesarias para su
ovogénesis. Esto por lo visto, se debe a que las larvas de mosquitos que son
estrictamente acuáticas, viven en medios a veces pobres en nutrientes. Se desarrollan
y se transforman en mosquito adulto en un tiempo record, pero no tendrán casi
reserva para la producción de huevos. De modo que, para compensar esas
limitaciones del desarrollo larvario, el mosquito hembra se ha convertido en
una máquina especializada en la difícil tarea de aprovechar la sangre.
Y así en verano, e muchas ocasiones, tenemos que soportar las picaduras de
estos pequeños vampiros, el escozor que producen y el enfado que suscita cuando
después de una reunión de varias personas, al día siguiente descubrimos que
sólo nos han picado a nosotros. ¿Por qué a mí? ¿Y por
qué su picadura produce escozor si cuando donamos sangre, por ejemplo, no
sentimos nada después y ellas extraen menos de una gotita de sangre? Esto no se
debe a una cuestión mecánica, puesto que el aparato picador del mosquito hembra
está tan perfeccionado técnicamente que resulta más sutil que cualquier aguja
clínica. Se debe, más bien, a que los mosquitos hembra no sólo perforan la piel
con su aparato chupador y extraen sangre de los capilares, sino sobre todo,
porque inyectan saliva antes de empezar a succionar. Esa intrusión de las
moléculas ajenas que contiene la saliva del mosquito es la que provoca una
reacción en el organismo en forma de prurito; a veces incluso produce
reacciones alérgicas .Y es que el mosquito hembra inocula con su saliva un
cóctel de sustancias muy sofisticado evolutivamente, que incluye principios
anticoagulantes y vasodilatadores, y contrarresta los mecanismos del organismo
atacado para detener el flujo sanguíneo. Sólo la saliva de los mosquitos
hembras contiene ese cóctel que está siendo estudiado
con detalle, ya puesto que podría proporcionar enseñanzas farmacéutica
relevantes.
Es obvio que a los mosquitos no les interesa nada que la picadura moleste
la víctima, ya que ésta, a través del dolor, se entera de que está sufriendo un
ataque y, por tanto, podría acabar de un manotazo con el insecto. Por eso,
muchas especies de mosquitos también incluyen en el cóctel salival sustancias
anestésicas. De hecho, lo normal es que nos enteremos del ataque (o sea, que
empecemos a sentir prurito), mucho después de que el mosquito haya satisfecho
sus necesidades. Pero volvamos al ¿por qué a mí?
Cuando refunfuñas, molesto, por la picadura que cuanto más te rascas más se
irrita, te suelen decir… “eso es porque tienes la sangre dulce”, pero no es
cierto. Lo cierto es que los mosquitos localizan y pican a sus víctimas a
partir del dióxido de carbono (CO2) que exhalamos. Ello provoca que el mosquito
hembra active el vuelo de larga distancia hacia su víctima. Las personas con
una dieta rica en grasas generan más dióxido de carbono, por lo que se
convierten en el blanco perfecto de las picaduras. Además, aquellas personas
que practican algún deporte están más expuestas a picaduras porque al realizar
ejercicio sus músculos necesitan más oxígeno y liberan más dióxido de carbono.
También hay que contar con que el sudor les encanta, porque se emite ácido
láctico y ácido úrico que les atrae. Entre sus personas preferidas, las que tienen una temperatura basal alta y las
del grupo sanguíneo 0. Las prendas de ropa de tonos blancos, claros, brillantes
o pastel les llaman especialmente la atención, así como las fragancias
florales.
Se suele decir que aplicar
dentífrico sobre la picadura aporta frescor y alivia sus síntomas, o que el
barro absorbe el veneno de la picadura. Lo cierto es que ninguno de estos
remedios está científicamente probado. Al contrario, aplicar pasta de dientes, por
su composición, puede producir una mayor irritación en la zona y, por otro
lado, es desaconsejable aplicar barro o arcilla por las bacterias que contienen.
En el mundo hay más
de 3.600 especies de mosquitos, una cincuentena de ellas en España. Si tras
leer esto has pensado que todos los mosquitos del país van a por ti, es que
eres una de las personas con tendencia a que le piquen en mayor medida y la picadura
te provoca mayor reacción. En cambio, si por fortuna no tienes problemas de
picaduras, ¡enhorabuena! Pero esto no significa que no te piquen, sino que por
tu sistema inmunológico la picadura pasa
inadvertida. Los expertos coinciden en indicar que la principal medida de
prevención es utilizar repelentes anti mosquitos, de los que se aplican en la
superficie del cuerpo. Aún así, no todos son eficaces. Ahora que
llegó el verano y con él, los tan ansiados viajes a la playa o excursiones a la
montaña, llegan también los mosquitos a darnos un poco la lata y zumbar por delante
de nuestra cara, impidiendo nuestro sueño con su aleteo, pero este enemigo tan habitual es casi un miembro de la familia.
Y como nos vamos a
despedir hasta septiembre, permitidme algunas recomendaciones por si tenéis la
suerte de ir a la playa o al campo este verano y os habéis acostumbrado, en
estos últimos meses, a vivir con riesgo. Una de ellas, y muy sencilla para los
que vayáis a la playa, es practicar la pesca con cometa. Es una forma original
de pescar propia del archipiélago de
Melanesia y de muchas otras zonas del Pacífico, pero con la globalización
podemos adaptarla perfectamente. La técnica es muy sencilla: desde la barca
hacéis volar una cometa que, además del hilo que controla su vuelo, lleva atado
un sedal con un anzuelo en el que el pez quedará enganchado. Le podemos añadir
emoción si mientras manejamos la cometa dejamos los pies en el agua desafiando
a los bancos de medusas y tiburones. Si por el contrario, vais a la montaña,
podéis practicar deportes de algo riesgo haciendo el salto del ángel en alguna
poza profunda. Pero probablemente lo que más nos apetezca a todos es algo mucho
más tranquilo, disfrutar con una cervecita, buena compañía y por supuesto,
algún mosquito. ¡Os deseo un feliz y saludable verano! ¡Hasta la vuelta!
CARMEN MENDÍVIL
LO
PERSONAL NO ES POLÍTICO
MARÍA LUISA MAILLARD
“Escribir
es defender la soledad en la se está. […] Solitario [el escritor] de sí y de
los hombres y también de las cosas, pues sólo en soledad se siente la sed de
verdad que colma la vida humana”.
Estas
palabras, recogidas en uno de los primeros escritos de María Zambrano y que
ella, ya en una vejez colmada, reconoce como uno de los más suyos, nos recuerda
esa faceta de la vida humana que debe preservarse de toda injerencia externa y
que es la condición indispensable para el surgimiento del pensamiento
innovador, de la moral íntima y de la libertad creadora. No hay por ello que
renegar del compromiso con la sociedad y con los otros. Como señala su maestro
Ortega en su libro Ensimismamiento y
alteración y Adam Zagajewski en Solidaridad
y soledad, la parte interna y externa de la vida humana son dos facetas
irrenunciables y complementarias, que deben ser preservadas cada una en su
ámbito propio, algo difícil de entender hoy en día, en el que lo social ocupa
prácticamente todo el horizonte de lo humano; pero como recuerda María
Zambrano: “Hay algo en el ser humano que escapa y trasciende a la sociedad en
la que vive. De no ser así, no habría habido más que una sola sociedad”.
Quizá
resulte ajena esta reivindicación de la intimidad en una sociedad que promueve
la exposición permanente de la vida privada; pero todos nos alarmamos cuando,
por ejemplo, tenemos conocimiento de que nuestros datos personales son
pirateados no se sabe muy bien con qué fines. Sin embargo, apenas lo hacemos
cuando la política se inmiscuye en la esfera de la intimidad y en nuestros
hogares, a través del adoctrinamiento en la escuela de nuestros hijos o a
través de leyes que pretenden regular el comportamiento de las parejas en el
ámbito doméstico, ya regulado en el sexual mediante el ambiguo y confuso asunto
del “acoso”, o en la frase desafortunada de una ministra diciendo que “los
niños no pertenecen a los padres sino al Estado”. La ley sólo debería
inmiscuirse en la intimidad del hogar cuando existe el delito, cuya sanción es
universal se produzca donde se produzca. Y aquí entra la llamada “violencia de
género”, que debe ser combatida, y lo es por supuesto en España, que cuenta con
la legislación más avanzada al respecto y el menor número de muertes de los
países europeos, que se mantiene estable desde hace décadas.
La
ruptura de la intimidad se inicia con el adoctrinamiento en el aula. Siguiendo
la línea de pensamiento de Hanna Arendt, al querer imponer al niño nuestra
ideología, que pertenece al mundo viejo de los adultos, les estamos privando de
ese algo nuevo que debe traer al mundo cada nueva generación, de su propia
visión del mundo que debe ir formando a lo largo de la experiencia de su vida.
Por otra parte, continuando con la filósofa, ese hecho desconoce que en la
educación se asume una doble responsabilidad: la de la vida y el desarrollo del
niño; y la de su introducción en la responsabilidad del mundo. Y esas dos
responsabilidades no son coincidentes. El niño requiere una protección y un
cuidado frente al mundo, cuyo lugar más adecuado es la familia; espacio de
seguridad necesario para cualquier vida humana pues, en palabras de Arendt:
siempre que [la vida humana] se vea expuesta al mundo sin la protección de un
espacio privado, su calidad de vida se destruye”, ya que “todo lo vivo y no
sólo la vida vegetativa, nace de la oscuridad y por muy fuerte que sea su
tendencia natural hacia la luz, para crecer necesita la seguridad que da la
sombra”.
Es evidente el papel que en todo esto juega la ideología que, como ya desarrolló Hanna Arendt, se arroga la posesión de una verdad universal e intocable, capaz de solucionar todos los problemas y desvelar todos los secretos, es decir, crea un mundo ficticio, al margen del mundo real donde hay dolor y alegría, bondad y maldad, que es la situación básica de la vida humana, fruto de su libertad. Pero la introducción del poder en el ámbito privado posee una alta rentabilidad en el control de los ciudadanos, como ya han demostrado ampliamente todos los regímenes totalitarios. Es una enseñanza de la historia que deberían tener en cuenta los movimientos feministas actuales que heredaron una de las consignas más efectistas del feminismo de los años 70 “Lo personal es político”. No podemos sino disentir, lo personal, la vida íntima debe ser preservada de los tentáculos de la política, si aspiramos a una relación armónica entre hombres y mujeres y, por supuesto, a encontrar una salida a conceptos desgastados y a permitir que las nuevas generaciones alumbren un mundo nuevo, acorde a las nuevas realidades que surgen en una sociedad de cambios acelerados.
MARÍA LUISA MAILLARD
CARMEN GARCÍA INSAUSTI
Sobre los diferentes tipos de fobias
grupales (xenofobia, homofobia, etnofobia, etc.) se ha escrito mucho y se ha
dado la más amplia gama de explicaciones para justificarlas o rechazarlas, para
negarlas o para denunciarlas como un problema real que se debe conocer, analizar
y de ser posible intentar resolverlo. Sobre el rechazo a los pobres, creo que
no se ha escrito tanto, por lo que, tras la lectura del artículo escrito por
Isabel Bandrés en el blog del mes de mayo, en el que nos ha llamado la atención
sobre el poco aprecio que sentimos hacia los pobres, me he motivado a
investigar sobre el tema y a escribir algunas líneas.
En España, Adela Cortina es una de las humanistas
que más ha estudiado y escrito sobre el tema. De ella es el término aporofobia,
del griego άπορος
(á-poros), sin recursos, indigente, pobre; y φόβος, (fobos), que acuñó en la década de
los 90, para definir el rechazo al pobre que, en su opinión y la de muchos, es una
realidad innegable, cotidiana, extendida, que atenta diariamente contra la
dignidad de las personas que carecen de recursos.
ADELA CORTINA
Según la filósofa, la aporofobia es lo que
subyace a las otras fobias grupales. Es la fobia hacia el pobre lo que lleva a
rechazar a las personas de grupos sociales, a las razas y a aquellas etnias (con
toda la dificultad que entraña aclarar qué es eso de etnias o razas), que no
tienen nada que ofrecer, nada que devolver como retorno en una sociedad
construida sobre un contrato económico, político y social, donde el dar y
recibir forma parte de la vida diaria. En su libro sobre el tema nos dice que realmente
lo que molesta del pobre, del desamparado, es que no puede aportar nada
positivo al PIB, lo que pareciera cierto, a juzgar por la cantidad de ejemplos
que así lo demuestran. Basta con una simple ojeada para darse cuenta que en
este, ni en ningún país del mundo se rechazan a los inmigrantes que aumentan el
PIB, tampoco a los cantantes, bailarines, futbolistas, etc., vengan de donde
vengan, siempre que sus capitales contribuyan a mover la economía. Ahora mismo me
viene a la memoria la acogida que hace varios años se le dio a un jeque árabe en
una capital latinoamericana, y lo servil que se comportó la “alta sociedad” con
este jeque por su poderío económico, hasta que se supo que era un falso jeque,
un impostor.
PABLO RUIZ PICASSO, CIENCIA Y CARIDADAD
El problema es que, como actitud, la
aporofobia parece tener un alcance universal, no deja fuera ni siquiera a los
pobres de la propia familia. El pariente pobre se vive como una vergüenza que
no conviene airear; mientras que es un placer presumir del pariente triunfador,
bien situado en el mundo académico, político, artístico o en el de los
negocios. Y es que pareciera que la universalidad de esta actitud tiene sus
raíces en nuestro propio cerebro, y no en nuestro “generoso y miserable corazón”,
como señala nuestra querida Isabel. Según
los estudiosos del tema y los aportes de las neurociencias, nuestro cerebro ha
aprendido a través de la evolución a rechazar lo que interpreta como amenaza a
su integridad y a su bienestar. A esto se suma que cuando las circunstancias
con las que nos encontramos nos perturban, contamos con un mecanismo de defensa
de disociación, por el que evitamos integrar información desagradable, con lo
cual, no solo rechazamos, sino que también ignoramos lo que interpretamos como
amenaza. Esa probablemente es la explicación para que obviemos las colas del
hambre y todas las escenas de miseria que surgen ante nuestros ojos.
Pero también es cierto que nuestro cerebro
es un órgano autónomamente activo en interacción social constante, que tiene la
peculiaridad de ser un órgano esencialmente evaluativo, es decir no es neutral,
ajeno a los valores en su funcionamiento, sino todo lo contrario realiza
valoraciones para posibilitar la supervivencia. Los expertos sostienen que la
evolución por selección natural ha dado lugar a ese carácter evaluador del
cerebro, porque sin capacidad de evaluar los estímulos seriamos incapaces de
aprender y recordar. Aprendemos y recordamos porque los estímulos se nos
presentan en términos de valores negativos o positivos que tomamos en cuenta a
la hora de decidir. Esta es la razón por la que los valores tienen un valor
central en la toma de decisiones, y lo hacen fundamentalmente a dos niveles:
como una estructura biológica básica o como un rasgo de nuestro razonamiento
moral avanzado. Es aquí, donde la educación tiene un valor clave para suplir
las carencias biológicas. Nuestro cerebro tiene una gran plasticidad y se deja
influir socialmente. Naturaleza y cultura se influyen mutuamente, de manera que
podemos decir que la construcción de nuestro cerebro es biosocial, que el
aprendizaje y la experiencia están entremezclados en la acción de los genes,
por lo que será esencial la educación formal e informal, para descubrir este
tipo de discriminación, crear conciencia sobre ella, conocer sus causas y
buscar caminos viables para su superación.
En esta línea de la educación y para que
sepamos qué es lo nos pasa cuando somos aporófobos, me parece importante citar
las características de la aporofobia a las que Adela Cortina hace referencia en
su libro.
La aporofobia, al igual que las otras fobias
grupales, tiene como peculiaridad que no es producto de una historia personal
de odio hacia una persona determinada con la que se han vivido malas
experiencias, sea a través de la propia historia o de la historia de los
antepasados, sino que se trata de la animadversión hacia determinadas personas
a las que más de las veces no se conoce, porque gozan de la característica
propia de un grupo determinado, que quien experimenta la fobia considera
terrible y/o despreciable. Quien desprecia asume una actitud de superioridad
con respecto al otro, porque considera que su posición es superior, que no
existe una relación de igualdad, y que por lo tanto el rechazo está legitimado.
El aporófobo no reconoce la dignidad del rechazado ni el respeto que merece.
Por otro lado, el que rechaza estigmatiza y denigra al colectivo atribuyéndole
actos que son perjudiciales para la sociedad, aunque sea difícil comprobarlos.
Siempre justifica la fobia culpando al colectivo al que desprecia, cuando
mínimo diciendo que algo habrá hecho mal para estar en ese estado de necesidad.
No infrecuentemente hace alusión al negocio del limosnero, que, aunque parece
cierto que existe y que justifica las numerosas razones para no dar limosna, no
justifica la humillación, la prepotencia, ni ese miserable deseo de demostrar superioridad
ante la víctima.
A mi juicio, en ese proceso educativo, aparte
de descubrirnos qué es lo que nos pasa o lo que hacemos cuando somos
aporófobos, es vital que se incluya en los programas educativos y que se nos
enseñe desde muy niños aspectos de la pobreza que pocas veces salen a la luz y
que creo que deberíamos tener presente, si es que queremos combatir la fobia.
Me refiero a conceptos como los que plantean que la pobreza involuntaria no es
un rasgo de identidad de las personas (como podrían serlo el sexo, la raza, la
etnia, etc.), ni es una cuestión de opción, y que la pobreza económica
involuntaria es un mal que se padece por causas naturales o sociales, que una
sociedad justa debería erradicar. Y quizás, yendo más allá, que nos enseñen a
creer con Amartya Sen, que la pobreza en principio es la falta de los fondos
para vivir, pero no solo eso, es la falta de libertad, es la imposibilidad de
llevar a cabo los planes de vida que una persona tenga razones para valorar. Si
trabajamos estos aspectos, es posible que estemos más empoderados para entender
el problema y quizás para comprometernos más en su solución. Creo que sobre
este tema podríamos tratar en alguno de los futuros escritos.
Para concluir, hago eco de las palabras de Adela
Cortina y de Amartya Sen quienes señalan que intentar eliminar la aporofobia
exige educar formal e informalmente a las personas para generar una cultura
moral y política, basada en la igualdad de dignidad y en el respeto de todos
los seres humanos, pero muy especialmente hace falta crear instituciones
económicas y políticas, empeñadas en acabar con la pobreza desde la
construcción de la igualdad, porque no solo la pobreza involuntaria es un mal,
sino que las relaciones asimétricas están en la base de la aporofobia. En los
países democráticos esta es una tarea que corresponde al Estado, pero es
indudable que la ciudadanía debe involucrarse aportando una solidaridad
auténtica, que como bien señala Isabel Bandrés en su artículo, humanice al
otro, le ponga un nombre, un rostro y le dé una identidad como igual.
CARMEN GARCÍA INSAUSTI
SUSI TRILLO
LA MARELLE
OH MY LOVE
CON PHILIPPE JAROUSSKY
¡¡VOLVEMOS EN SEPTIEMBRE!!
INTENTEN SER FELICES...
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