CARMEN MARTÍN GAITE
NATALIA VELASCO
Entrando en el avión que me conduciría de Londres a España, esta vez ya, definitivamente, me sorprendió la noticia de la muerte de Carmen Martín Gaite, un 23 de julio del año 2000. Recuerdo con nitidez que sentí una gran tristeza porque los personajes femeninos y las historias de amor y desamor que estos tejían, habían hecho más llevaderas mis tardes de invierno en la ciudad anglosajona. Poco o nada hacía presagiar que años más tarde escribiría su biografía y me encontraría con su hermana Ana Martín Gaite.
Como los personajes de las novelas de Carmen Martín Gaite, también tengo que tirar del hilo para rememorar ese primer encuentro con la escritora. En un bar de la Gran Vía, con sofás de skay verde que invitaban a la conversación sosegada, un bar que ya no existe, que ha sido fagocitado por el grupo Inditex, me encontré allá por 1988, con mi profesor de literatura, Elías Serra. Yo estaba cursando 2º de Filología Francesa y había quedado con él para contarle cómo me iba con los estudios universitarios. Hablamos del Lazarillo de Tormes y él me dijo que había venido a Madrid para encontrarse con la escritora Carmen Martín Gaite, ya que estaba escribiendo una tesis doctoral sobre ella. Debió ver en mí cara de extrañeza y me preguntó: ¿no conoces a Carmen Martín Gaite? No puede haber filóloga que se precie que no haya leído El cuento de nunca acabar. Y yo que siempre fui una alumna disciplinada y obediente, me lo compré en la feria del libro de ese mismo año y me lo leí del tirón las mañanas de los lunes y los jueves, que era cuando no iba a vender con mi padre, en el salón del comedor de mi casa, un refugio de silencio y de frescor en medio de ese calor agostero con que nos asolan los veranos en Castilla, mirando por los ventanales al arroyo de Cantarranas y a la torre de la iglesia rematada con una veleta. Me empapé de su lectura y me enamoré de su escritura. Gracias, sean dadas de paso, a mis profesores de instituto que me enseñaron todo lo que sé.
Lo primero que me llamó la atención de este libro, que es un híbrido entre la novela y el ensayo fue su lenguaje, lleno de metáforas de costura que hablaban de la escritura, un mundo que a mí me era muy familiar, porque siempre he visto a mi madre tocar las telas, coser, tejer, bordar, bordar, escuchando el sonido tan especial que hace la aguja al prenderse en la tela tensada del bastidor. Mi madre me decía que había que aprender a coser con esmero y con paciencia, cualidades necesarias también para el mundo de la escritura y que, a su vez la madre de Carmen le había enseñado a ella. Además, texto quiere decir trama, entramado de hilos, tejido de palabras. El libro estaba lleno de expresiones que yo oía a mi abuela y que intuía se iban a perder con el tiempo, que se iban a quedar obsoletas, tales como como: “pachasco”, “meterse en un brete”, “andar con monsergas”, “ser un mentecato”. Pero sobre todo, El cuento de nunca acabar trataba una serie de temas que me interesan mucho en ese momento de mis veinte años y que me siguen interesando ahora.
La necesidad de interlocutor. Como decía Unamuno: “No sé hablar si no veo delante de mí unos ojos que me miran y no siento tras ellos un espíritu que me atiende”. Cuántas veces en la vida nos ha salvado, saber que lo que estamos pensando va dirigido a alguien, tiene un destinatario. Nuestra propia identidad se entreteje a través de la interlocución. Y no puedo dejar de preguntarme qué pensaría Carmen hoy de la manera en que se comunica la sociedad, de las redes sociales, las conversaciones por mensaje, los emoticonos, los likes de Instagram. Teniendo en cuenta que le echaba la culpa a la televisión de la falta de comunicación, podemos imaginar su punto de vista.
El
valor de la narración oral y cotidiana tanto como de la narración escrita y literaria; narración que involucra al
que cuenta, al cuento mismo y su destinatario y que empieza a forjarse en la
infancia, cuando los adultos nos engatusan con los cuentos que nos leen y con
las historias que nos cuentan, atizando la llama de la curiosidad infantil.
El
valor del juego y esa invitación que hace Carmen a
recuperar la espontaneidad de la niñez; hemos oído cómo habla de sus veranos en
Galicia, Carmen nos insta a que integremos el juego en la vida para no
tomárnosla demasiado en serio, sobre todo en el amor.
El
amor,
otro de los temas a los que dedica muchas páginas. Para Carmen, el amor empieza
a ensayarse a solas sobre modelos literarios y se vuelve verdad cuando se
ensaya con otro. Pero cuando se rompe, ¿qué hacer?, ¿qué hacer cuando nos
quedamos huérfanos del mundo del otro, que se ha ido a vivir a otra parte, a
otro texto? A cada amor hay que buscarle su propia filiación, su propia verdad,
y empezar cada historia “con los ojos limpios de telarañas”. Pero esto no es
posible si no hay soledad.
La
soledad, otro leit-motive
en su obra y que le inspira muchas reflexiones dirigidas a la mujer. Ella nunca
se declaró feminista ni comulgó con el feminismo que choca frontalmente contra
el hombre. Defendió un espacio propio, íntimo y advirtió que la mujer nunca
podría sentirse libre de ataduras (que en un principio eran las del padre, del
marido y luego de los hijos), si cambiaba esas ataduras por otras: por ejemplo,
seguir determinados cánones de belleza o banalizar las relaciones. Pero sobre
todo insta a la mujer a plantarle cara a la soledad, a aprender a aguantarse a
pie quieto a sí misma. Aquí hablo de las mujeres que en los años 70 tenían 40
años. Más tarde supo adaptar su escritura y su pensamiento a los cambios que se
producían en la sociedad. La soledad es para ella cantera de creación y de
conocimiento de uno mismo. La única manera de forjarse un yo auténtico y
fuerte. Pero para ello se necesita habitar el tiempo.
El
tiempo, eje conductor de su obra y siempre presente en sus
reflexiones. Decía Aldecoa, ese escritor al que Carmen tanto admiraba y que la
introdujo en el círculo de amigos que más tarde conformarán la Generación de
los 50, y en el que se encontró con Sánchez Ferlosio que se convertiría en su
marido: “El tiempo no es inocente. Lleva siempre la hoz afilada y va cerrando
puertas y tapiando horizontes aunque finja lo contrario”. Para Carmen, la única
manera de plantarle cara al tiempo y de ganarle la batalla de antemano perdida
era entregarse a él, habitarlo. Contrapone la expresión “matar el tiempo” a la
de “habitar el tiempo”. ¿Y de qué manera lo habita Carmen? con la escritura.
Escribir es su
manera de habitar el tiempo, de salvar lo vivido de las fauces de la muerte,
rescatarlo de su caducidad. Escribir y vivir se entretejen y en su obra en la
que se mezclan autobiografía y ficción. Y la novela que mejor lo refleja será El
cuarto de atrás, con la que se erigió en la primera mujer ganadora del
Premio Nacional de Literatura en 1978. En su obra hay una reflexión constante
sobre el hecho de escribir. Ella apuntaba sus pensamientos, sus ideas en
papelitos que guardaba en los bolsillos del abrigo, en el bolso y que después
aparecían al azar y daban lugar a otras reflexiones que podían ser el germen de
una nueva novela. Siempre tenía un cuaderno en el bolsillo. Al principio en
cada cuaderno escribía sobre un tema concreto, pero el día que cumplía 36 años,
su hija le pidió una moneda y bajó a la papelería de enfrente a comprarle un
cuaderno. Se lo dedicó así: “Calila Martín Gaite, cuaderno de todo”. Y desde
ese momento, su hija le dio permiso para mezclarlo todo en sus cuadernos. Estos
cuadernos han sido publicados en la edición de Vittoria Calvi y ese dietario ha
sido para mí un afortunado descubrimiento.
Carmen fue una mujer polifacética que hubiera también podido ser actriz, solo que no estaba bien visto en la época. Le gustaba cantar, recitar romances y poemas y fue una mujer que cultivó todos los géneros: novela, teatro, poesía, ensayo. Fue una excelente articulista, una mujer de pensamiento. No le gustaban las certezas, siempre se dejó llevar por los interrogantes y nunca dio nada por sabido. Supo mezclar la novela rosa, el cine, las coplas y los boleros, la narración oral con un amplísimo bagaje literario. Sus referentes españoles fueron Cervantes, Galdós, Baroja, Dickens, y los extranjeros Eça de Queiroz, Svevo, Natalia Ginzburg. Tradujo del inglés, del francés, del italiano y del portugués y escribió el guión de la serie Santa Teresa de Jesús y Celia. En la serie Celia (TVE1, 1993), basada en los libros de Elena Fortún, de la que Martín Gaite era profunda admiradora, trabajó con Carmen Santoja, la mitad del venerado dúo Vainica Doble, quien, casualidades de la vida, murió también en Madrid el mismo día del mismo año a causa de un cáncer. José Luis Borau las juntó (una Carmen elaboró el guión, la otra la sintonía) para llevar a la televisión las aventuras de una niña fantasiosa y observadora que sabía que el mundo podría ser mejor en parte gracias a la palabra.
Sirva este texto,
veinte años más tarde, de homenaje a la desaparición conjunta de dos mujeres
que nos siguen siendo tan necesarias.
MARÍA
LUISA MAILLARD
IMPARTIÓ LA CONFERENCIA DE CIERRE CURSO DE VERANO DE LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID.
El pasado 22 de julio, en la ESCUELA
COMPLUTENSE DE VERANO de la Universidad Complutense de Madrid, nuestra
presidenta María Luisa Maillard impartió la conferencia de cierre del curso “Historia
de las mujeres, feminismo e igualdad de género”. El título de su conferencia
fue “María Zambrano y Hannah Arendt, dos mujeres que enriquecieron el mundo”.
PARA LEER LA CONFERENCIA
ENTREVISTA A ALEJANDRA VAL
CUBEROEXPERTA EN CINE Y
COMPAÑERA DE AMMU
Alejandra Val Cubero es
doctora en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid
y especialista en estudios sobre la India. Además de otras
publicaciones, Alejandra Val Cubero es autora de las biografías de AMMU, Vida
de Aparna Sen y Vida de Alice Guy.
PARA ESCUCHAR LA ENTREVISTA
A PARTIR DEL MINUTO 11:12
PRÓXIMA TERTULIA LITERARIA
ENVIAREMOS
A LOS TERTULIANOS ID DE LA REUNIÓN CON SUFICIENTE ANTELACIÓN
SE COMENTARÁN LOS LIBROS
DEL VERANO
Una pareja inglesa de recién
casados, Guy y Harriet Pringle, llega a Bucarest, la llamada París del Este, en
el otoño de 1939, apenas unas semanas después de la invasión alemana de
Polonia. Los habitantes de esta ciudad llena de contrastes, inmersa en la
incertidumbre por la guerra y la inestabilidad política, se aferran a una
vibrante vida cotidiana mientras el caos se apodera de Rumanía y del resto de
Europa. Entretanto, Harriet empezará a conocer realmente a su marido, un extrovertido
profesor universitario que se rodea de un animado círculo social, y tratará de
encontrar su lugar dentro de ese peculiar elenco formado por estirados
diplomáticos, damas acaudaladas, pícaros seductores y arribistas.
Basada en las experiencias de la autora, esta obra dio inicio a su aclamada Trilogía balcánica, por la que pasaría a la historia de la literatura inglesa del siglo XX. En ella Manning capta con una habilidad extraordinaria tanto los vaivenes de un matrimonio como el complejo desarrollo de una guerra tal y como se respira en la calle. Por su agudísimo humor, su espléndido friso de personajes y su fiel recreación histórica, está considerada como una de las mejores novelas británicas sobre la segunda guerra mundial.
Libros del Asteroide. http://www.librosdelasteroide.com/-la-gran-fortuna
Y AHORA, SIN MANOS
ISABEL BANDRÉS
En la infancia solemos ser muy narcisistas y
pensar que nuestras hazañas son lo más interesante del mundo. Los niños cuando
aprenden a ir en bicicleta reclaman la atención de padres y amigos: “y ahora
sin manos y cuesta abajo”. La aventura no suele terminar bien, pero da igual,
el caso es fardar, presumir de la gloria del momento. No sé ustedes, pero yo
tengo la sensación que en el asunto de la pandemia vamos sin manos y dando
tumbos. Nuestro dirigentes se pasan el día sacando pecho y justificando los
trompazos. El Gobierno culpa a las Autonomías, las Autonomías al Gobierno, los
alcaldes a las Autonomías y al Gobierno, los votantes de izquierdas a las Autonomías
de derechas y los votantes de derechas al Gobierno… en un bucle tan interminable
como agotador.
El Gobierno lo está haciendo mal. Allí están
los resultados, según fuentes contrastadas fiables (MoMo, INE, Instituto de
Salud Carlos III, y el informe big data de Inverence, grupo de matemáticos) los
muertos por la pandemia en nuestro país están entre los 44.868 y los 50.000.
Pero si el Gobierno lo ha hecho mal y se desentendió tras el confinamiento de
ejercer su deber como coordinador, las Autonomías no lo han hecho mejor. Todos
pensaron que el calor del verano rebajaría la capacidad de contagio del virus. Unos
y otros bajaron la guardia y no tomaron las medidas adecuadas según sus
competencias. El resultado es el de todos conocidos: somos el país de la Unión
Europea con mayor número de contagiados por cada 100.000 habitantes. No se vigilaron
a los viajeros en los aeropuertos, ni se proveyeron de PCR, de reactivos, de
rastreadores, de técnicos de laboratorio… La prudencia y el trabajo serio
brillaron por su ausencia. Hoy, 28 de agosto, la Comunidad de Madrid (PP) es la
que más contagiados tiene, pero hace un par de días era Aragón (PSOE) el campeón
europeo de esta tétrica carrera. El virus no entiende de ideologías y de
partidos. Solo retrocede ante la ciencia, la prudencia, la previsión, la
coordinación en las medidas sanitarias y legales… De hecho, las Autonomías que
han aplicado mejores medidas de prevención (Valencia, Galicia, Asturias…) son
las que mejor están saliendo de los rebrotes. Empezamos el verano con esperanza
y lo estamos terminando instalados en el desaliento. Algunos de nuestros
gobernantes ser fueron de vacaciones, otros se quedaron inmóviles en sus
despachos, muchos hicieron algo pero no lo suficiente y nosotros, los
ciudadanos, permanecimos solos a la espera de no se sabe qué.
¿Pero los gobiernos democráticos no son aquellos que asientan su actuación en tres pivotes: eficacia económica, justicia social y libertad individual? Eso, al menos, dicen todos los políticos en sus escritos y en sus comparecencias públicas. Está claro, el papel y el micrófono lo aguantan todo porque la realidad es otra muy distinta. España tiene miles de políticos y consejeros en las diferentes administraciones del Estado que no han sido capaces, entre otras cosas, de encontrar a los receptores del Ingreso Mínimo Vital, aprobado hace tres meses, porque los ha enterrado en papeles y en una burocracia excesiva y anquilosada. Parece ser que ningún político se ha enterado que los beneficiarios de esta medida están en una situación de extrema necesidad y que su problema es si hoy, no mañana o dentro de una semana, podrán comer.
La política es ahora, más que nunca, una
representación teatral donde la ilusión y los brillos de las luces importan más
que la realidad. ¿Cuándo decidiremos los españoles confiar en los fríos datos
contrastados y en los hechos comprobados en vez de en la cantinela de los
políticos? ¿Por qué nos empeñamos en defender a los “nuestros” por el mero
hecho de que les hayamos votado? ¿Por qué somos tan sumisos ante su arrogancia cuando
somos nosotros los que les hemos elegido y les pagamos? Ellos, los políticos,
nunca van hacer autocrítica ni van a asumir riesgos. Somos nosotros los
ciudadanos los que vamos a pagar, ya estamos pagando, por sus equivocaciones:
miles de muertos, nuestro modo de vida suspendido sine die y la economía a la
deriva.
En un asunto como el que nos ocupa, los errores son inevitables y los ciudadanos podemos comprenderlos y aceptarlos, pero la desidia y la dejadez, vengan de donde vengan, no debiéramos justificarla si nos queda una gota de inteligencia y decoro. El 27 de agosto, a una semana de que se abran los centros escolares, el Ministerio de Educación decidió que sí, que debía coordinar la vuelta a las aulas y se tomaron algunas medidas generales que, por otra parte, la educación privada ya tenía protocolizadas. Alemania, en estas mismas fechas, está preparando un protocolo sobre sus mercadillos navideños que abren el 24 de noviembre. Quizá ir un poco por delante del virus explique los diferentes resultados.
En fin, yo sólo tengo una certeza, que seremos
nosotros, los ciudadanos, quienes pagaremos y sufriremos las consecuencias de
este desbarajuste. Así que mejor que no nos dejemos deslumbrar por el falso
optimismo de “La nueva normalidad” y/o “Saldremos más fuertes” y ya no digo
“unidos” porque no es verdad. Sólo nos queda apretar los dientes y aguantar,
pero al menos tengamos la integridad moral de no cegarnos ante la realidad que
nos abruma: vamos sin manos y cuesta abajo.
ISABEL BANDRÉS
DE IDEOLOGÍAS Y DE PRINCIPIOS
MARÍA LUISA MAILLARD
La ideología no le sienta bien a los asuntos públicos. Es una faena porque en este mundo caótico y contradictorio, hecho de “los añicos de diversas creencias”, en palabras de Zagajesky, se diría que tener “una ideología” nos proporciona un lugar en el mundo. Es algo parecido a tener unos principios, alegarían algunos. Nada más falso. Si nos fijamos en la antigua frase “es un hombre de principios”, enseguida nos percatamos de que esa condición alude a la responsabilidad individual, a unos criterios morales que orientan la vida cotidiana y social, nuestra relación con los otros y con el mundo en que vivimos. Las ideologías, sin embargo, son contrarias a la responsabilidad individual. Se mueven en un mundo de abstracciones como puedan ser la humanidad, la nación o una sociedad igualitaria que debilitan, cuando no anulan, la responsabilidad concreta con esa realidad específica que son los otros, los hombres de carne y hueso que habitan el mundo.
¿Y qué sucede con esa otra realidad que es el
mundo o circunstancia? Que pasa a ocupar un lugar secundario. Las ideologías,
partiendo de una verdad universal y oculta tras las apariencias, eluden las apariencias,
y con ellas, la diversidad de lo real, fruto tanto de la libertad humana como
del azar. No sólo debilitan el pensamiento sino el sentido común y la
experiencia. Las ideologías, como señala con acierto Hanna Arendt, no dejan de
ser una huida al mundo de ficción. Y en esa ficción “los principios” son con
frecuencia un estorbo para alcanzar la meta soñada, que todo hay que decirlo,
nunca acaba de llegar, porque la “heterogeneidad de lo real”, que diría
Machado, es resistente a la abstracción. En aras de las ideologías se dejan de
lado los principios y se justifica todo tipo de actuaciones que un hombre “con
principios” no toleraría. ¿Hablamos de la manipulación de la historia, de la
mentira convertida en verdad mediante la repetición, de que la realidad puede
doblegarse a nuestros deseos? Sí, pero también de la impunidad en el
comportamiento individual.
La ideología es una perversión de las ideas porque, al contrario de éstas, no admite debate, es decir, adelgaza el pensamiento. Pretende explicarlo todo partiendo de una sola premisa que se desarrolla luego mediante un proceso lógico. Es operativa, en el sentido de que es capaz de captar voluntades, especialmente mientras obvia el presente y propone una explicación del pasado y una previsión del futuro. En ambos casos, la explicación de “una realidad verdadera”, oculta tras las apariencias, se mantiene ajena a la experiencia cotidiana, aunque no al pensamiento y al sentido común. ¿Qué sucede cuando la ideología se topa con la realidad del presente? ¿Cuándo tiene que moverse en el día a día de los asuntos públicos?
Cuando la vida pública se desliza con una
relativa normalidad, existen mecanismos ya ensayados para contrarrestar el brusco
choque de la ideología con la realidad. Pongamos por ejemplo la realidad
educativa, que es uno de los sectores más ideologizados y que nos ha conducido
al fracaso escolar o, para estar al filo de la actualidad, la realidad compleja
de las relaciones humanas, donde entra la relación entre los dos sexos, que,
como dice Carmen Martín Gaite, si son humanas y no maquinales crearán siempre
conflictos y ataduras, independientemente de su ideologización. ¿Cuáles son
estos mecanismos para contrarrestar el fracaso de los experimentos educativos o
la reflexión de sentido común de Martín Gaite, respecto a las relaciones
humanas? En principio, la propaganda hace tiempo que se ha probado como un
medio eficaz para emancipar el pensamiento de la experiencia. La creencia de
que una afirmación ideológica puede modificar la realidad, es un recurso que ha
resultado eficaz, así como la idea de que la realidad puede amoldarse a
nuestros deseos. Finalmente, cuando la realidad indómita y diversa contradice
de forma flagrante las previsiones, siempre se puede recurrir a “echar balones
fuera”, es decir, a buscar la diana de un enemigo común, dotado de la capacidad
de malbaratar el correcto discurrir de la ideología. ¿Quién puede resistirse a
la idea de que se puede lograr un mundo más justo, quizá hasta la armonía
universal, simplemente señalando con el dedo al enemigo que lo impide?
Cuando en la vida pública se introduce un
elemento perturbador, como es el caso de la actual pandemia, una realidad
absoluta e insoslayable, la ideología pierde fuelle y se convierte en un lastre
para mitigar los efectos devastadores de una realidad nueva, no prevista en la ficción y que impone su rotunda presencia.
UNA PESADILLA QUE NOS DESPIERTA
LIDIA ANDINO TRIONE
El saber científico adquirido a lo largo de la historia del conocimiento ha tropezado en ocasiones con una intensa y obstinada resistencia, es el caso de tres descubrimientos que resultaron ser “ofensas” al ingenuo amor propio del ser humano.
La
primera responde a un descubrimiento: nuestro planeta no es el centro del
sistema solar. Tal como formuló el astrónomo Nicolás Copérnico la antigua
concepción geocéntrica fue desplazada por la teoría heliocéntrica, donde la Tierra pasó a ser tan solo un planeta en una galaxia más entre tantas otras. Se nos
ofrece de este modo una figura decisiva del descentramiento.
Una
segunda herida, aún generadora de muchas discusiones y polémicas —en
particular, respecto de ciertos dogmas religiosos— se desprende del aporte de
Charles Darwin, manifiesto en su obra El
origen de las especies. En función de las demostraciones de este célebre
naturalista, se pudo sostener que no hay una discontinuidad entre el reino
animal, por un lado, y la especie humana, por otro. Es decir, postula un lazo
indiscutible entre la conformación biológica del homo sapiens y la del
mencionado reino animal. Este descentramiento hace que el hombre centro de la
cadena biológica, pierda ese lugar para pasar a ser un eslabón de la cadena de
los seres vivos.
En tercer lugar, nombradas ya la herida narcisista planetaria, y la biológica, incluimos la generada por el psicoanálisis al descubrir que el centro de la vida psíquica no es la noción de conciencia, sino la teoría freudiana del inconsciente. La conciencia se convierte así en un órgano de percepción más, con las debilidades propias de los sentidos (de raíz ilusoria) y sometida a la sobre-determinación inconsciente. De esta manera, el ser humano es para sí mismo un desconocido y ya no es más el amo de su propia casa. Una ruptura que contradice opiniones, prejuicios y afectos hondamente arraigados.
Muchos
de nuestros pensamientos provienen de la construcción ideológica inconsciente
que la familia, lo social y el Estado llevan a cabo en cada uno de nosotros a
través -no solo- de la educación. Una ideología que circula por nuestra sangre
y que determina en gran medida nuestra forma de vivir, de amar, de soñar. El
ser humano sufre —se dé cuenta o no— cuando padece de esta rigidez ideológica y
en ocasiones para salir de ella recurre a la enfermedad.
Venciendo aquello de que “más vale malo conocido…” es posible llegar a la convicción de que aún lo nuevo, tan desconcertante, merece ser tenido en consideración. Es más, resulta imprescindible para quitarnos vendas de los ojos.
Sin
lugar a dudas, la ciencia es una "pesadilla" que siempre nos
despierta.
LIDIA ANDINO TRIONE
EL ACAPARAMIENTO ES BARBARIE
CARMEN GARCÍA INSAUSTI
Cuando el 2 de julio se publicó que la administración de Trump, de forma totalmente unilateral, había adquirido toda la producción de Remdesivir prevista para julio y el 90% de agosto y septiembre, a su principal fabricante, Gilead Sciences, y que, por lo tanto, cualquier otro país que quisiera comprar el medicamento clave para tratar la Covid-19 durante los próximos tres meses lo iba a tener muy difícil, pensé que era una decisión muy poco ética y que generaría manifestaciones de rechazo por parte de muchos países. Para mi sorpresa no hubo grandes manifestaciones, solo algunos comentarios que parecían restar gravedad a la decisión del presidente norteamericano. España, por ejemplo, solo dijo que no tenía mayores problemas porque sus reservas estaban aseguradas, otros dijeron que tomaban nota de la declaración, y alguno asomó su preocupación sobre la posibilidad de que esta fuera la conducta de EEUU, cuando la vacuna estuviese disponible. La verdad es que me quedé sorprendida por el estado de normalidad y de tranquilidad con que se asume actualmente la barbarie.
Para los que no lo sepan, el Remdesivir, es el primer medicamento
aprobado por las autoridades europeas y estadounidenses para tratar la CoVID-19,
en base a los resultados de los ensayos clínicos iniciales que demostraron que
acelera la curación y reduce la mortalidad de los enfermos infectados con el
SARS-CoV-2. Gilead, por su parte, es la casa farmacéutica que posee la patente
sobre el antiviral en más de 70 países.
El anuncio explicaba que el acuerdo entre la administración Trump y la farmacéutica se había hecho para asegurar la disponibilidad del fármaco a los hospitales del país que quisieran comprarlo y asegurar que cualquier paciente estadounidense que necesitara el medicamento pudiera obtenerlo. Es decir, el magnate americano pensó en las necesidades de los suyos y en nadie más, así de simple.
Es posible que la decisión le haya generado algunos votos para su próxima candidatura, pero tengo la necesidad de pensar que muchos, inclusive de su propia gente, sintieron y pensaron que tal decisión es vergonzosa, porque, como mínimo, deja en claro el bajo nivel de desarrollo moral del personaje en cuestión. Probablemente yo no esté diciendo nada nuevo porque demostraciones hay muchas, pero pandemias, que podrían brindarle la posibilidad de enmendar errores del pasado, no tantas.
Los que valoramos el comportamiento moral de las personas sabemos,
por estudios, por formación, porque la experiencia de la vida nos lo evidencia
diariamente, que en el razonamiento moral de las personas se van produciendo
una serie de cambios cualitativos en la medida que van “madurando”. Así, de una
manera muy general, puede decirse que los niños tienen procesos mentales muy centrados en lo
concreto, en lo directamente observable y en sus propios intereses, y desde
allí, en la adolescencia y en la vida adulta, se va avanzando hacia procesos
más abstractos y más generales que explican, por ejemplo, que ya no solo nos importe
el bien de las personas de nuestro círculo más cercano y reducido, sino que
este círculo se vaya ampliando cada vez más hasta incluir a personas que no
conocemos, e incluso a las personas que no han nacido. En esto se basa, dicho
de una forma muy simple, el compromiso ético que adquirimos de cuidar el
planeta para disfrute de las generaciones que están por venir. Es esa extensión
del campo ético lo que nos lleva a ser ciudadanos de un planeta.
Lawrence Kolhberg que fue un gran estudioso del desarrollo del razonamiento moral, explica en su teoría sobre la evolución del razonamiento moral que ésta se realiza a través de etapas que se inician en la niñez y continúan a lo largo de toda la vida de la persona. Señala que el niño tiene un razonamiento extraordinariamente egocentrista, que busca la satisfacción de sus propias necesidades y asocia lo malo con castigo; de allí pasa a otra etapa —con muchos matices intermedios— donde además de sus intereses, tiene en cuenta una serie de convenciones sociales acerca de lo bueno y lo malo que lo ayudan a asimilar una ética de colectivo; si su maduración progresa adecuadamente comienza a desarrollar principios morales propios que pueden o no coincidir con las normas establecidas, tiene capacidad para reflexionar sobre ellos y su repercusión en la sociedad, sobre dilemas morales, etc. Al irse más allá de las reglas existentes y adoptar una posición teórica distanciada, finalmente alcanza la etapa en que el razonamiento moral y sus decisiones emanan de consideraciones categóricas basadas en los principios universales de dignidad humana, igualdad y justicia.
No he pretendido, para nada, con este pequeño resumen abarcar la teoría del razonamiento moral de Kolhberg, cuya lectura recomiendo, solo he querido utilizarla como instrumento para afirmar que si el autor estuviera realizando actualmente la investigación que lo llevó a desarrollar su teoría en Harvard, no le quedaría más que incluir al flamante presidente de los EEUU en un nivel de desarrollo moral no acorde con la magnificencia del cargo que ostenta. Como mínimo tendría que enseñarle que las tácticas de acaparamiento, atentan contra el principio de justicia porque comprometen el acceso universal a los medicamentos, o al producto que se acapara, sea cual sea. Además, habría que enseñarle que hay una racionalidad ética que va más allá de la racionalidad económica que le impide hacer todo lo que el dinero permite, por más que sea el presidente del país que cuenta con la mayor capacidad económica del planeta.
Es evidente que posturas como las del presidente Trump son
inadmisibles tanto a título individual como por ser el máximo representante de
un país que ha de guiar su comportamiento dentro de las exigencias de una ética
universalista del desarrollo, teniendo en cuenta el escenario global, más aún
en caso de una pandemia donde todo el mundo es vulnerable y es de poca ayuda
trabajar en escenarios locales. A todos nos preocupa que el acuerdo
siente un precedente que genere obstáculos de índole comercial que debiliten la
cooperación internacional y, finalmente, limiten el acceso a la ansiada vacuna.
CARMEN GARCÍA INSAUSTI
DIRECTOR MÉDICO SOCIEDAD
ESPAÑOLA
DE HEMATOLOGÍA Y
HEMOTERAPIA (SEHH)
COLABORACIÓN
DE
LA DOCTORA ROSARIO HERRERA GUIDO, UNIVERSIDAD DE MICHOACÁN, MÉXICO.
ENSAYO
ACERCA DE EL QUIJOTE
PARA LEER EL ENSAYO
https://drive.google.com/file/d/17VpnGCONZMWgIhjgsIgftxR_sT4Lqvx3/view?usp=sharing
IDEAS Y PODER: 30 BIOGRAFÍAS DEL SIGLO XX
ISABEL BANDRÉS
El historiador Juan Pablo Fusi nos ofrece en Ideas y poder un lúcido relato sobre treinta biografías de algunos protagonistas del siglo XX. Su propósito, como no podría ser de otra manera en un historiador, es explicar la historia del siglo XX a través de la personalidad y el pensamiento de unos personajes que contribuyeron de manera definitiva con su obra intelectual y sus actos políticos, para bien o para mal, a modelar lo que fue el siglo XX. Esta obra se centra sobre todo en los políticos y en los intelectuales vinculados a la política dejando fuera a músicos, poetas y artistas en general.
Resulta
ilustrativo que la primera biografía, dedicada a Sigmund Freud, arranque con la
frase recitada por Stefan Zweig en su funeral: “Cada uno de nosotros, los
hombres del siglo XX, sería otro sin él”. Y el libro cierra con la de Isaiah
Berlin, tan interesado en la libertad individual. Los dos hombres intentaron
liberar al individuo de sus ataduras Entre ambos, Fusi narra con maestría las
vidas de Franklin D. Roosevelt, Gandhi, Mao Zedong, Simone de Beauvoir,
Ben-Gurión, Nasser, Kennedy, de la sufragista Emmeline Pankhurst, Zapata,
Lawrence de Arabia, Einstein, Keynes, Azaña, Churchill, Luther King, Pablo VI,
el Che Guevara, Mandela y Hannah Arendt…
Admirador
de Ortega y Gasset, abre su libro con una de sus afirmaciones: “…podemos, decía
Ortega, reducir los componentes de toda vida humana a tres grandes factores:
vocación, circunstancia y azar. Escribir la biografía de un hombre es acertar a
poner en ecuación esos tres valores”. Fusi tiene muy en cuenta a la hora de
narrar y reflexionar sobre sus biografiados estas palabras de Ortega. Recoge personalidades y pensamientos diferentes al igual que hechos
tan significativos como la revolución mexicana (Zapata); las variables
ideológicas de la revolución rusa y sus consecuencias históricas (Lenin,
Trotski y Stalin); la relevancia de la ciencia derivada de la relatividad
cuántica (Einstein);
la razón económica (Keynes); la negación del diferente y los mecanismos del
fascismo italiano y nazismo alemán (Mussolini y Hitler); la República española
(Manuel Azaña); la voluntad de comprensión intelectual
(Hannah Arendt); o, en fin, la libertad como esencia del ser humano (Isaiah
Berlin). Pero quiero destacar la biografía de la feminista
Emmeline Pankhurt por su lucha para dar voz a las mujeres con el fin de
conseguir la igualdad con el varón en todas las circunstancias de la vida. Sus
reivindicaciones no eran nuevas, pero tuvo el acierto de centrarlas en la
cuestión del voto femenino y saber llevarlo al corazón de la política
británica. Utilizó por igual la agitación callejera y la presión en todos los
frentes posibles: gobierno, Parlamento y opinión pública. Esta estrategia,
inédita hasta entonces, dio al movimiento feminista mayor visibilidad y tras
saber aprovechar las oportunidades, como excelente estratega que era, consiguió
que las mujeres británicas votaran por primera vez el 14 de diciembre de 1918.
Se presentaron 17 mujeres, sólo una de ellas, Nancy Astor, salió elegida: fue
la primera mujer en ocupar un escaño en la Cámara de los Comunes. El centro del
poder legislativo se había abierto para las mujeres. Era un primer paso hacia
la auténtica liberación de la mujer.
EMMELINE PANKHURT
En
este libro, Fusi desliza ante nuestros ojos los pasajes esenciales de siglo XX
de manera rigurosa y con objetividad histórica, pero haciéndonos saber que
personajes son sus preferidos. Entre Sartre y Camus, se decide por Camus. El
autor demuestra que el rigor, la sencillez, la amenidad y la buena narrativa no
son elementos refractarios, al contrario de lo que habitualmente se cree, y que
se complementan muy bien entre sí.
ISABEL BANDRÉS
JUAN PABLO FUSI
Juan
Pablo Fusi Aizpurua (Donostia-San Sebastián, 1945), es Catedrático de Historia
Contemporánea de la Universidad Complutense de Madrid (1988). Previamente fue catedrático
de la Universidad de Cantabria (1982-1986) y de la UPV/EHU (1986-1988). Formado
en la Universidad de Oxford con el profesor Raymond Carr, entre 1976 y 1980 fue
director del Centro de Estudios Ibéricos de St. Antony's College de aquella
universidad. Es doctor en Historia por la Universidad de Oxford (1974) y la
Universidad Complutense de Madrid (1979). Miembro de La Real Academia de la
Historia.
CURSO 2019-2020
La Presidenta de la Asociación Matritense de Mujeres Universitarias
SALUDA
A
las socias de AMMU y las convoca a la Asamblea Ordinaria de justificación de
cuentas, que se celebrará vía ZOOM, debido a la pandemia, el domingo 20 de
septiembre a las 11 horas.
Cuentas
del año 2019
Renovación
de la Junta Directiva.
Balance
de las actividades realizadas en el curso 2019-2020
Concurso de relatos
Proyectos
para el curso 2020 -2021: Colección de biografías y nuevos proyectos
Ruegos y preguntas
Un abrazo,
María Luisa Maillard
García
Presidenta de AMMU
ENVIAREMOS ID DE LA REUNIÓN CON SUFICIENTE ANTELACIÓN
HENRY PURCELL:
WONDROUS MACHINE
L’ARPEGGIATA &
CHRISTINA PLUHAR
CHRISTINAPLUHAR-6-®Marco-Borggreve
PARA ESCUCHAR WONDROUS MACHINE
https://www.youtube.com/watch?reload=9&v=Kq4k6-8jeQM
ESTO ES TODO
AMIGUIT@S
¡NO BAJEN LA
GUARDIA!
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