lunes, 2 de mayo de 2022

 


EL PASADO LUNES 25 DE ABRIL, TUVO LUGAR EN SANTIAGO DE COMPOSTELA LA PRESENTACIÓN DE LA ANTOLOGÍA POÉTICA TRILINGUE (ESPAÑOL-GALLEGO-CATALÁN) DE LA ÚLTIMA COSTA, DE FRANCISCO BRINES, EN LA QUE PARTICIPÓ NUESTRA COMPAÑERA ROSA MASCARELL, EN REPRESENTACIÓN DE LA FUNDACIÓN BRINES. 




PRESENTÓ LOS PREMIOS BRINES DE POESÍA 
EN LA LIBRERÍA COUCEIRO DE SANTIAGO



EL 27 DE ABRIL IMPARTIÓ UNA CONFERENCIA, CON EL TÍTULO "MARÍA ZAMBRANO, SU ENCUENTRO CON ÁNGEL VALENTE" EN LA "CÁTEDRA ÁNGEL VALENTE DE POESÍA Y ESTÉTICA" DE LA UNIVERSIDAD DE SANTIAGO DE COMPOSTELA.



UNA ESTANCIA MUY PRODUCTIVA, LA DE NUESTRA COMPAÑERA
ROSA MASCARELL, EN SANTIAGO DE COMPOSTELA!




CON MOTIVO DE LA CUARTA EDICIÓN DEL CICLO DE CONFERENCIAS "DONES SÁVIES" ORGANIZADO POR LA BIBLIOTECA CENTRAL DE GANDÍA —QUE CUENTA CON LA COLECCIÓN COMPLETA DE BIOGRAFÍAS AMMU—, NUESTRA PRESIDENTA MARÍA LUISA MAILLARD DISERTARÁ EL 12 DE MAYO/22 SOBRE MARÍA DE ZAYAS Y SOTOMAYOR, AUTORA DEL SIGLO DE ORO. 




SERÁ EL

COMENTAREMOS EL LIBRO


Esta historia de amor, ambientada en una pequeña población de Irlanda durante un verano de finales de los años cincuenta, ha sido clasificada por la crítica anglosajona como «obra de arte perfecta» y «obra maestra».


El destino parece haber dictado que Ellie y Dillahan se hayan convertido en marido y mujer. Criada en un orfanato, la joven Ellie es enviada a servir a la granja de Dillahan, donde se encuentra a un hombre que arrastra el sufrimiento de haber perdido a su esposa y a su hijo recién nacido en un extraño accidente. No obstante, ya sea fruto del azar o la necesidad, la vida de la pareja transcurre ordenada y tranquila hasta que, un día de verano, la aparición de Florian, un veinteañero melancólico que está ultimando la venta de la casa de sus padres, despierta las emociones dormidas de Ellie. La pasión, repentina e irrefrenable, empuja a la joven Ellie hacia una turbadora relación con Florian, que afectará incluso a algunos habitantes del pueblo hasta desembocar en un desenlace sorprendente.


La prosa sobria y luminosa de Trevor retrata con precisión fotográfica los detalles más reveladores de la vida cotidiana de unos personajes indefectiblemente ligados al entorno y al momento histórico que les ha tocado vivir, creando una historia de amor acorde con los más altos cánones de excelencia literaria y estética.





William Trevor Cox nació en una familia protestante de clase media, fue educado en el Saint Columba's College y en la Universidad de Dublín donde obtuvo un grado en HistoriaTrevor trabajó como escultor, complementando sus ingresos como profesor. Se casó en 1952 con Jane Ryan y emigró a Inglaterra en 1954. Su primera novela, A Standard of Behaviour (Un estándar de comportamiento), fue publicada en 1958, pero tuvo poco éxito entre la crítica. Tras abandonar la escultura, se dedicó a la concepción y redacción de eslóganes publicitarios en Londres, antes de convertirse en escritor a tiempo completo en 1965Trevor era miembro de la Academia Irlandesa de Letras y Aosdána. Fue nombrado Caballero Comendador de Honor de la Orden del Imperio Británico en 1977 por sus "Servicios a la Literatura"; fue nombrado Companion of Literature en 1994 y en 2002 fue nombrado Caballero Honorario en reconocimiento por sus servicios a la literatura.



LA CULTURA Y LA EDUCACIÓN

MARÍA LUISA MAILLARD

El pasado 1 de abril, Theodor Kallifatides, autor entre otros libros memorables de Madres e hijos, participó en una charla en la Fundación Teléfonica. Como no podía ser menos, en un momento determinado, salió a colación la situación en la que se encuentra Occidente y las democracias, a raíz de la cruenta y genocida invasión de Ucrania por el dictador Vladimir Putin. El escritor contestó sin vacilar a la pregunta de cuál podría ser una salida para mejorar el trato de los humanos entre sí: “la cultura”, dijo, “porque la mejor manera para evitar la guerra sería la lectura de Guerra y paz de Tolstoi”. Es cierto que luego añadió que, aunque Putin hubiese leído este libro, probablemente hubiera iniciado la guerra ya que la ideología primaba en él sobre la cultura.

La respuesta de Kallifatides, quien también lamentó la postergación que los estudios de Humanidades estaban sufriendo en las sociedades occidentales, me hizo reflexionar sobre el papel que las ideologías y la cultura ocupan en el mundo de la educación, uno de cuyos principales objetivos debe ser precisamente la transmisión de la cultura acumulada a lo largo de los siglos. Y, tirando de la madeja que me proporcionó mi admirado escritor, recabé en el lugar que la literatura y la lengua ocupan en el Real Decreto de la nueva Ley sobre la Enseñanza secundaria, 217/2022 de 29 de marzo. Como ya señalamos en la entrega anterior sobre la Enseñanza primaria, solo basta una lectura rápida, para evidenciar que la ideología prima sobre la cultura, que no es otra cosa que la transmisión de conocimientos, finalidad primera de la educación. El objetivo del currículo de Lengua y Literatura, se orienta tanto a la eficacia comunicativa como a favorecer un “uso ético” del lenguaje.

La utilización de un lenguaje respetuoso es algo consustancial a la dinámica de un aula. ¿Qué más incluye el término ético en la propuesta del proyecto? ¿Tal vez el “os”, “as”, “es” del lenguaje llamado inclusivo y que rechaza la Academia de la Lengua? Yo pensaba, incauta de mí, que un comportamiento “ético” provenía de convicciones íntimas que se iban forjando a lo largo de la vida y que, posteriormente, se volcaban en acciones éticas y, cómo no, repercutían en un uso responsable del lenguaje, para lo que lo principal es conocer sus posibilidades.

No sólo en Lengua y Literatura sino en todas las materias se introducen, aparte de las competencias propias de la disciplina, otras denominadas clave, y más propias de la vida íntima de las personas: la educación emocional o la educación para la salud y afectivo-sexual, cuyo aprendizaje precisa de la protección inicial del ámbito familiar y dura toda la vida. ¿Es la generalización de la consigna de los años setenta, “Lo personal es político?, ¿tendrán los alumnos que hacer pública su intimidad y someterla a evaluación?

Otras competencias como la educación para la paz o una actitud responsable ante la degradación del medio ambiente y el maltrato animal, presentan una complejidad que debe quedar fuera de perfiles ideológicos. El mundo real nos pone hoy delante de los ojos el caso de Ucrania. ¿Deben los ucranianos entregar su país a un dictador cruento —eso sería la consecuencia de “una resolución pacífica del conflicto”—, o tienen derecho a defenderse de una invasión a su país, que ya está evidenciando su rostro genocida? ¿Qué diálogo se puede entablar con un dictador, que lleva décadas asesinando a sus opositores, mintiendo y manipulando los medios de comunicación?

Hablemos de la violencia en el aula. Hace tiempo que la violencia se penaliza en los medios educativos; aunque hemos ido asistiendo a un desplazamiento de la violencia, que antaño ejercían algunos profesores, a la violencia que ejercen algunos alumnos con sus compañeros y que se ha denominado acoso escolar. ¿Tendrá algo que ver con la pérdida de autoridad del profesor?

Hablemos de “la actitud crítica ante la degradación del medio ambiente y del maltrato animal”. ¿El respeto al medio ambiente implica la condena de las centrales nucleares y nuestra supeditación energética a países totalitarios? ¿Y qué se considera maltrato animal, ¿matar a los lobos que se comen a las ovejas? ¿Criar animales para abastecer de comida a la población? Son problemas que se podrían debatir en una clase de ética y que deben dar motivo a la reflexión, no introducirse en todas las materias, junto a las competencias específicas de cada una de ellas, orientando la respuesta.

Por otra parte, la opción pedagógica de todo el proyecto parte de la idea —herencia del pragmatismo anglosajón—, de que el alumno solo puede aprender, partiendo de su propia actividad e inclinaciones, lo que se traduce en no impartir conocimientos previos. Parece que se sustituye la enseñanza de la Historia de la Literatura, por lecturas de textos literarios seleccionados, y que escogerán los alumnos de doce a dieciséis años, según sus inclinaciones. ¿Y cuáles serán estas en un mundo en que los niños están “digitalizados” desde su más tierna infancia? En el estudio de la Lengua esta ideología se introduce dictaminando que su aprendizaje deberá partir del conocimiento intuitivo del alumno como usuario de la Lengua y se llevará a cabo mediante una construcción del sistema lingüístico, a partir de hipótesis y comparación entre diversas lenguas. ¿No se impartirán conocimientos previos? ¿Qué nivel de usuario de la Lengua puede tener el alumno que no los ha recibido?


Sigamos hablando de Literatura. Para lograr el objetivo de la competencia oral y escrita de los alumnos, la ley pretende arrumbar una práctica que, según el texto, se ha seguido manteniendo durante siglos: la vinculación de forma exclusiva del aprendizaje de la lectura a la lectura literaria. La argumentación consiste en que saber leer, implica leer todo tipo de textos y, hoy en día, también implica saber navegar por la red. ¿Cómo se puede navegar responsablemente por la red sin tener suficientes conocimientos previos?, es decir, ¿sin cultura? Antes de entrar en el cuestionamiento de la propuesta, es preciso señalar que ésta no es novedosa. De hecho, en mis treinta años de profesora de Lengua y Literatura, el comentario de texto en el examen de selectividad, que era inicialmente literario, fue sufriendo una merma progresiva; primero, eliminando el comentario lírico; posteriormente, el teatral y narrativo, hasta quedar reducido prácticamente a un artículo de opinión.

Entremos ahora en la validez de la propuesta. La herencia cultural depositada en nuestro acervo literario, supone el más alto canon de la lengua escrita y a ese uso del lenguaje responde la gran riqueza de vocablos que recoge el Diccionario de la Real Academia de la Lengua que, por otra parte, contempla todos sus registros. Es de sentido común que quien se adentre en la lectura de los textos literarios, estará capacitado para entender todo tipo de textos, siempre, claro, que estén bien escritos, es decir que respeten el canon de la lengua. Se deja en manos de los alumnos la elección de los textos “según sus inclinaciones”; pero se hace desde un concepto devaluado de tradición, que acaba por arrastrar la tradición literaria: lo nuevo prima sobre lo antiguo, ergo, cualquier autor clásico entraría en la categoría de “antiguo”. Recuerdo ahora una anécdota de mis primeros años de enseñanza, cuando desde la Dirección del Centro, se impulsó una recogida de firmas entre los alumnos —que no prosperó—, porque estaba yo trabajando en una lectura —parcial— de El Lazarillo de Tormes, con alumnos de tercero de la ESO y, por tanto, no utilizaba la lectura de “libros actuales”.

¿Entraría dentro de la categoría de “libros no actuales” Guerra y paz de Tolstoi?

MARÍA LUISA MAILLARD




¿POR QUÉ ESCRIBEN LAS MUJERES?

AMPARO SERRANO DE HARO


Durante muchos siglos, esos tiempos pasados en que el ámbito de la mujer estaba obligatoriamente circunscrito al campo de lo privado, mientras que el hombre dominaba el mundo publico…cuando la población femenina era todavía bastante más analfabeta que la masculina, y no se esperaba de las mujeres, ni ensayos filosóficos, ni novelas mundanas, ni, a decir verdad, nada…Las mujeres, sin embargo, ya escribían, fundamentalmente cartas, algunas bastante extraordinarias y desde luego de modo más constante y tenaz que casi ningún narigudo Cyrano…


Las mujeres que empezaron a escribir lo hicieron a instancia, muy a menudo, de sus confesores, y para “dar testimonio” de su fe, esta fe que, sin duda, era tan prodigiosa que hasta podía convertir a una mujer, ser, sin duda, más débil, pecador e inútil que el hombre, en persona suficientemente digna de escribir y vivir la fe (para escarnio de tantos hombres que no podían hacer ninguna de las dos cosas). Ese era el testimonio que la iglesia necesitaba y por eso las protegió.


Y si empezaron con la fe, siguieron con el “amor”, todo tipo de amor ( y hay veces en que se mezclan ambos de la más variada manera), ya que la carta era una forma de seguir con la costumbre de “cuidar” pero de lejos, y esta dedicación al amor fue un “topos” que ellas encumbraron a los altares del género epistolar, de la lírica y finalmente, también de la novela.

Claro que, por eso mismo, se dio el título denigratorio de sentimental a la literatura femenina, aunque también hubiese muchos otros temas y elementos en sus escritos.


Las mujeres siempre hemos dado gran importancia a lo dicho. Y a la palabra. De ese último punto cabe recordar cuantas pobres entregaron su única dote o “don” a un tenorio cualquiera, y, confiadas únicamente en su “palabra”, acabaron sufriendo el escarnio social y la desgracia personal, a cambio de unas pocas frases mentirosas que se convirtieron en humo ante sus asombrados ojos. Eran otros tiempos, claro. Pero habría que recordar como el territorio “sentimental” de las mujeres, y su confianza, o no, en la fiabilidad de las palabras, era un asunto crucial, plagado de peligros.

Las mujeres escribían, las mujeres escribíamos, pero se nos decía que nosotras no hablábamos de temas universales ya que ni la relación entre las personas, ni la maternidad, ni la vida en sí, sin adornos, ni épicas, ni altos destinos, eran temas realmente importantes.

Los “temas importantes” estaban en la esfera de los hombres, de las vidas y los trabajos de los hombres.

Las mujeres que escribían sabían que sería difícil publicar y que además publicar sería incomodo para su familia, para sus maridos para su vida familiar y social, y muchas mujeres se habituaron a escribir solo para sí mismas, privadamente, cartas o diarios.


Sin embargo, con el tiempo, cuando se acabó por ver que las novelas de protagonistas totalmente concienciados en su incapacidad para cambiar “el mundo” en base a su “heroica acción y su inteligente temeridad”, es decir, novelas con protagonistas femeninas, pero escritas por mujeres, que no esperaban más que dejar testimonios modestos de su vida o quizás mensajes de lo aprendido para otras generaciones, eran más verdad que muchas de las otras novelas, muchos hombres dejaron su “desbordante fantasía y su ambición universal” a favor de una literatura del yo, más desnuda, más real y desprovista de falsedades megalomaníacas.

Y aunque llevamos mucha ventaja, ya que la “inútil” escritura de los diarios fue durante mucho tiempo una ocupación esencialmente femenina, los hombres se pusieron a ello con tanto empeño y rigor, que pronto supimos todo de su filias y fobias, de su íntima grandeza y sus pequeños temores (con todo lujo de detalles).

En cierto sentido, la literatura del “yo”, con la honestidad y la humildad que conlleva, fue una victoria femenina en literatura. Podemos incluso decir que ha definido la novela de fines del siglo XX y principios del XXI, aunque haya servido también a aupar de modo extraordinario, como si su confesión y desnudez fuesen más valiosas o valientes que las de las mujeres, a muchos escritores masculinos.

AMPARO SERRANO DE HARO





MENTIRAS Y POLÍTICA

ISABEL BANDRÉS

“Nadie ha dudado jamás que la verdad y la política nunca se llevaron demasiado bien, y nadie, por lo que yo sé, puso nunca la veracidad entre las virtudes políticas”. Con esta constatación, Hannah Arendt comenzaba "Verdad y política".


La mentira política es algo más que una mentira al uso, tiene en su núcleo una alta dosis de manipulación que pueden originar peligrosas consecuencias para los países. Recordemos la guerra contra Saddam Hussein y sus armas de destrucción masivas (“más allá de toda duda”) que resultó ser una farsa montada sobre fuentes poco fiables e interesadas. El informe Chilcot, una investigación independiente dirigida por el ex alto funcionario John Chilcot, subrayó años después que la invasión a Irak se basó “en Informes de Inteligencia carentes de rigor y en evaluaciones equivocadas”. Reprueba que los ministros británicos “fuesen conscientes de los planes inadecuados de EEUU” y, sobre todo, confirma que las armas de destrucción masiva nunca se encontraron porque no existieron. Las consecuencias de esa mentira costo más de 250.000 muertos, la desestabilización de Oriente Próximo y el surgimiento del Estado Islamista. Pero no hay que retroceder a 2003. Ahora, la guerra de Ucrania, que Putin ha justificado con invenciones que han envenenado la mente de la población rusa, está dejando miles de muertos y un futuro difícil de evaluar en la actualidad.



Pero sin ir a extremos tan lamentables, la mentira política, que ahora se llama “relato”, nos la encontramos todos los días en las diferentes plataformas de comunicación. Cada político nos cuenta el suyo con la finalidad de condicionarnos para que le sigamos y apoyemos. El llamado “relato” no es más que un refrito de medias verdades, mentiras e ideología con una escenificación adecuada para dar la mayor verisimilitud posible al mensaje. Muchas veces, los políticos recurren a la razón de Estado para ocultar lo que es solo interés de los gobernantes y de los partidos que representan. Y para ayudarnos a engullir esas mistificaciones utilizan a tertulianos, redes sociales y medios de comunicación de masas. Es muy raro que en esos ámbitos podamos encontrar ideas o hechos objetivos que nos sirvan para orientarnos por el proceloso mundo de la política. Más bien todo lo contario, porque en las diferentes plataformas se nos ofrecen más opiniones que datos reales. Y si añadimos, que somos propensos a informarnos a través de los medios que confirman nuestras propias creencias, tenemos como resultado a unos ciudadanos desinformados a pesar de contar con el mayor acceso a la información que ha existido nunca.


“Hoy en día —escribía Thomas Jefferson en 1776—, no puede creerse nada de lo que publican los periódicos. La verdad misma se hace sospechosa cuando aparece en ese vehículo contaminado. Solo quienes están en situación de confrontar los hechos que conocen con las mentiras del día pueden saber hasta dónde llega este estado de desinformación”. Este texto escrito hace más de 200 años sigue siendo válido en nuestros días. A todos nos llegan a diario falsas noticias en las que se han manipulado textos y vídeos para crear un efecto emocional condicionando nuestro voto y nuestra adhesión. Y lo peor de todo, es que estamos tan seguros de nuestras creencias y de nuestras opiniones que no somos capaces de molestarnos en verificar los hechos ni de poner en duda lo que se nos dice. Muy al contrario, nos sentimos reconfortados perteneciendo a un grupo de iguales con los que compartimos opiniones políticas más allá de toda verificación. Nos es suficiente con que lo diga un programa o determinado tertuliano para creernos cualquier falacia que además se verá reforzada por las redes sociales.

Para que funcione una democracia se necesita que algo de verdad corra por sus instituciones y eso lo facilita, a pesar de sus defectos, la existencia de medios de comunicación libres. Esos que los totalitarismos prohíben apenas tocan el poder y que se apresuran a fabricar lo que Hannah Arendt denomina “mentira organizada” que ataca verdades de hechos por todos conocidos con la finalidad de rescribir la historia. Putin, Hitler, Stalin, Franco y Maduro sabían y saben mucho sobre el tema.

Si queremos vivir en una democracia de calidad haremos bien en hacer nuestra la frase de Mark Twain: “Lo que te mete en problemas no es aquello que no sabes; es aquello que estás seguro de que sabes y resulta que no es verdad”. Hoy, el relato y la ideología se imponen sobre los hechos constatables y es difícil solucionar los problemas reales cuando estos se niegan o se camuflan. Se necesitan ciudadanos con opiniones basadas en la realidad que no compren cualquier mercancía que el marketing político quiera venderles.

No dejarse engañar y, sobre todo, no auto-engañarnos es el mejor servicio que podemos hacer a la democracia. Es difícil, porque la fantasía de estar con “los buenos” (que, oh casualidad, son siempre los nuestros) es tan vivificante y nos provoca una serie de emociones tan gratificantes, como la sensación de pertenencia a un grupo, que hace que nos cueste mucho salir de nuestra área de confort. Los políticos mienten, pero nosotros nos dejamos engañar muy fácilmente acomodándonos en lo que Nicholas Carr denomina “el pensamiento superficial” que se genera el recibir un exceso de imágenes e información banal y fragmentaria. Somos, hay que admitirlo, una sociedad infantilizada que ha abandonado la búsqueda de la verdad y el espíritu crítico. Unos ciudadanos sin profundidad de pensamiento y carentes de una auténtica reflexión sucumben con facilidad a los eslóganes populistas y a la manipulación política. Debemos exigir a nuestros políticos que no nos mientan y que dicten leyes que castiguen la difusión de falsas noticias. Y, ya puestos, deberíamos exigirnos a nosotros mismos un poquito más de sentido común y de buen criterio. Aunque me temo, dada la mediocridad de nuestros políticos, la difusión de mensajes interesados, los nefastos planes educativos y nuestro espíritu acomodaticio que seguiremos siendo alienados por aquellas mentiras políticas que mantengan nuestra ilusión de superioridad y la percepción de ser mejores de lo que realmente somos. En fin, que ellos mienten y nosotros encantados de dejarnos engañar.

ISABEL BANDRÉS





LAURENCIA

NURIA ALKORTA

Laurencia, protagonista de la obra titulada Fuenteovejuna de Lope de Vega, es uno de los personajes más importantes de la literatura dramática española. Es algo más: un referente cultural propio de nuestra tierra ibérica. Pero, al tiempo, sin perder un ápice de su singularidad, también es un referente universal porque el carácter y la historia de Laurencia apelan a la valentía, al coraje individual y al de todo un pueblo para alzarse contra la tiranía.


Esta obra de Lope se ambienta en la Castilla del siglo XV y su trama desarrolla complementariamente dos escenarios de violencia. En primer plano, los abusos y atropellos del comendador Fernán Gómez de Guzmán, caballero de Calatrava y señor de la villa cordobesa de Fuente Ovejuna, cometidos contra sus pobladores y, muy especialmente, contra las mujeres: es un depredador sexual que priva de dignidad a sus vasallos. En segundo plano, pero íntimamente relacionado con la línea principal, la obra presenta la rebelión del Maestre de Calatrava, don Rodrigo Téllez Girón, en la guerra de sucesión castellana de alcance internacional, a favor de Juana de Trastámara (la Beltraneja) en contra de Isabel, futura reina de Castilla: al principio de la obra, el Comendador lidera la facción en el asedio y conquista de Ciudad Real.


El sometimiento violento por parte del Comendador de la plaza de Ciudad Real y de la villa de Fuente Ovejuna quebranta, por un lado, los derechos de sus señores, los reyes Isabel y Fernando, y, por otro, los de sus vasallos, los habitantes de su Encomienda cordobesa. En el orden jerárquico del mundo, propio de la Edad Media (en la que se ambienta la obra) y de la Modernidad (en la que esta se escribe), la deslealtad a los reyes por parte del Comendador y, luego, el abuso tiránico de sus súbditos, ocasionan una situación general de caos que afecta gravemente a todo el edificio social. Tal es la tesis del dramaturgo: “El rey solo es señor, después del cielo / y no bárbaros hombres inhumanos”.


El asedio y sometimiento de Ciudad Real se suma y equipara al acoso sexual de las mujeres y a la vejación de los hombres de Fuente Ovejuna: de modo que la posterior recuperación de la plaza por los Reyes Católicos y el motín de los villanos de Fuente Ovejuna contra el Comendador (que le cuesta la vida) son partes de una misma justicia que, por medio de las armas, intenta restituir el orden y la paz social.


Los hechos históricos de la sublevación contra Fernán Gómez de Guzmán acaecidos en 1476, inspiraron al dramaturgo Lope de Vega para la creación de esta obra que, en el siglo XVII, ensalzaba a la monarquía de los Austria frente a las pretensiones de algunos nobles, todavía ferozmente arraigados a sus antiguos fueros. El genio poético de Lope sintetizó trama y conflicto dramático con el dibujo de unos personajes de gran fuerza en una obra maestra. Aunque aquí nos centraremos en Laurencia, uno de los grandes hallazgos del autor, también aludiré a las demás referencias femeninas de la obra.


Aurora Bautista como Laurencia, en la Fuenteovejuna de Tamayo
Teatro Español, 30 de abril de 1962


Al comienzo del primer acto, el dramaturgo nos informa sobre la voracidad sexual del Comendador (señor de esta Encomienda desde 1468), quien en los últimos años ha abusado violentamente de muchas de las mujeres de su villa, mancillando su honra y la de sus familias. Los casos son numerosos y notorios, pero hasta el momento nadie en Fuente Ovejuna ha osado oponerse a la tiranía de su señor. Lope utiliza el topónimo para aludir poéticamente a la definición situacional de la obra: vemos un rebaño de ovejas sometido por un lobo. El nombre también expresa la condición de sus habitantes. Así lo afirma Laurencia en el tercer acto, cuando dice a los miembros del consejo presidido por los alcaldes: “Ovejas sois, bien lo dice / de Fuente Ovejuna el nombre”.


La joven Laurencia es hija de Esteban, uno de los alcaldes de la villa. El Comendador ha puesto en ella los ojos y solo será cuestión de tiempo que caiga, como las demás, en sus garras. Tras la toma de Ciudad Real, el siniestro personaje retoma su interrumpida conquista sexual: los lascivos intentos del Comendador junto a la resistencia de Laurencia tejen la trama. Primero, este intenta seducir a la joven con vanas promesas y toscas razones; luego, ordena a sus secuaces que, a traición, lleven a Laurencia a su castillo. Más tarde, al encontrarla sola en el río, trata de violarla sin saber que su pretendiente, Frondoso, escucha oculto entre unos arbustos: a riesgo de su vida, el joven logra impedir la consumación de la agresión. Sabiéndose afrentado por un villano y derrotado tras la reconquista de Ciudad Real por los Reyes Católicos, de vuelta a Fuente Ovejuna el Comendador y sus soldados irrumpen en la fiesta de las bodas de Laurencia con Frondoso y allí, frente a todo el pueblo, se llevan violentamente a los dos jóvenes. A continuación, el Fernán Gómez viola a Laurencia y pretende matar a Frondoso colgándolo de una torre. 


Las actrices gitanas del poblado chabolista El Vacie, en Fuenteovejuna,
dirigida por Pepa Gamboa y estrenada el 21 de octubre
 de 2017 en el Teatro Central de Sevilla.


Medio muerta tras la agresión, Laurencia irrumpe en el consejo de los hombres, presidido por su propio padre, para increparles y pedirles que se alcen contra el Comendador a fin de salvar a Frondoso de una muerte segura: “Dejadme entrar, que bien puedo, / en consejos de los hombres; / que bien puede una mujer, / si no a dar voto, a dar voces”. Con airadas quejas, Laurencia reprocha a su padre porque “dejas que me roben”, dice, “tiranos sin que me vengues, / traidores sin que me cobres”. A continuación, describe los horribles sucesos que acaba de vivir: “Llevóme de vuestros ojos / a su casa Fernán Gómez: / la oveja al lobo dejáis / como cobardes pastores. / ¿Qué dagas no vi en mi pecho, / qué desatinos atroces, / qué palabras, qué amenazas, / y qué delitos atroces, / por rendir mi castidad / a sus apetitos torpes? / Mis cabellos, ¿no lo dicen? / ¿No se ven aquí los golpes, / de la sangre las señales?”. Los hombres escuchan aun sin decidirse a actuar. Laurencia les insulta (“hilanderas, maricones, amujerados, cobardes, medio hombres”), les amenaza (“que os han de tirar piedras”, dice) y les pide unas armas exclamando: “¡Vive Dios, que he de trazar, / que solas mujeres cobren / la honra de estos tiranos, / la sangre de estos traidores!”.


La arenga de Laurencia insufla valor a todo el pueblo y les determina a amotinarse contra el tirano y sus ministros. Las mujeres agraviadas forman una escuadra armada que es comandada por Jacinta, Pascuala y Laurencia. Los labradores atacan a las voces de: “Viva Fuente Ovejuna”, “¡Fuente Ovejuna, y los tiranos mueran!”, “Viva el rey Fernando!”, “¡Fuente Ovejuna, y Fernán Gómez muera!”. Luego, el pueblo amotinado toma el castillo, libera a Frondoso y da muerte a Gómez de Guzmán, dejando su cadáver al desahogo de la crueldad campesina y sus propiedades al saqueo de los vecinos.


Paula Iwasaki como Laurencia, bajo la dirección de Javier Hernández-Simón,
Teatro de la comedia de Madrid, 2017


Flores, alcahuete del Comendador, logra huir malherido y da cuenta de lo ocurrido al rey Fernando, quien propone dar un escarmiento ejemplar y decide mandar al pueblo a un juez pesquisidor y un capitán. Mientras, los lugareños celebran su liberación con canciones: “Muchos años vivan / Isabel y Fernando, / y mueran los tiranos” y, en el ayuntamiento, sustituyen las armas del Comendador del escudo de la villa por las de los Reyes Católicos. Al poco comienzan los interrogatorios, pero los amotinados han resuelto ser uno en la autoría de los hechos, y a la pregunta “¿Quién mató al comendador?” contestan: “Fuente Ovejuna”. Aunque el pesquisidor dice que más de trescientos vecinos han recibido tormento (hombres y mujeres, ancianos y niños), todos logran mantenerse firmes en su porfía.


La obra concluye con dos súplicas a los reyes: la del Maestre de Calatrava, don Rodrigo Téllez Girón, y la de los habitantes de la villa de Fuente Ovejuna. El caballero y los villanos juran lealtad a los Reyes Católicos y todos ellos reciben su perdón. La pacificación y la vuelta al orden, no evita que sienta insatisfacción por algunas ausencias y silencios en el final de la obra, sin duda debidos a la mentalidad de la época.  El más llamativo me parece el silencio de dos mujeres, Laurencia y la reina Isabel, representadas por sus maridos Frondoso y el rey Fernando. También siento la ausencia de las víctimas: las mujeres de Fuente Ovejuna.


A lo largo de la obra, Lope ha creado un mosaico femenino de labradoras, todas ellas víctimas del Comendador: Olalla; Inés, la de Antón; la mujer de Pedro Redondo, a quien tras gozarla entregó a sus criados; Jacinta, a quien lleva como esclava sexual del ejército. Son las suyas historias trazadas muy breve y sutilmente, con cada una de las cuales podría crearse una nueva obra.


NURIA ALKORTA


MONÓLOGO DE LAURENCIA POR NURIA TORRAY (1975)


LA JOVEN COMPAÑÍA DE TEATRO CLÁSICO
EN VERSIÓN DE ALBERTO CONEJERO




IMÁGENES SOBRE LAS MUJERES Y LA LECTURA
15. LA MITOLOGÍA
INÉS ALBERDI

El libro como signo del saber aparece frecuentemente en las representaciones mitológicas femeninas. Son imágenes de mujeres fuertes que, con un libro en las manos, encarnan el saber. Las representaciones más frecuentes son las de las Musas y las Sibilas. Aunque también encontramos alguna representación de la diosa Atenea en forma de mujer que lee un libro.

Atenea es la diosa griega de la inteligencia, la sabiduría, el trabajo y la guerra. Entre todas estas capacidades que se le atribuyen a la diosa Atenea, la sabiduría domina las demás, ayudando a darle fuerza a todas. Si las habilidades artesanas de Atenea se ponen de manifiesto en numerosas ocasiones, es a través de una inteligencia superior como la diosa sale triunfante en las numerosas ocasiones que ha de competir con sus divinos compañeros del Olimpo.  Los griegos representaron a Atenea casi siempre con escudo, casco y lanza, pues no en vano era para ellos diosa de la guerra. Su capacidad guerrera sirve para ayudar a sus protegidos a triunfar y gana las guerras por aplicar la razón más que la fuerza, pero muy frecuentemente aparece un libro entre sus atributos ya que la característica más propia de la diosa Atenea es la sabiduría.

Rembrandt Harmenszoon Van Rijn, Holanda (1606-1669)
Minerva en su estudio, 1635
The Lleiden Collection, New York

Rembrandt retrata a Minerva, la Atenea de los romanos, sentada delante de un gran libro abierto. También está presente el casco, apoyado entre una serie de objetos que se ven detrás de la diosa, pero en este retrato la dimensión de la inteligencia predomina sobre las artes guerreras y el libro adquiere valor de símbolo de su sabiduría.

LAS MUSAS

Las musas son las nueve hijas de Zeus y Mnemosine que acompañan al dios Apolo, patrón del arte y de la belleza. Las musas inspiran a los hombres en sus esfuerzos artísticos. Son mujeres extremadamente femeninas, vinculadas a cada una de las artes, que suelen representarse poniendo un libro en sus manos.

Jean-Baptiste-Camille Corot, Francia (1796-1875)
La lectora coronada de flores (Musa de Virgilio), 1845
Museo del Louvre, París

Para los griegos la épica es la cumbre de la producción artística y la musa correspondiente, Calíope, es la más valorada en cuanto a la inspiración que produce en los humanos. Por ello es la que encontramos con mayor frecuencia. Se la considera inspiradora de Homero y de Virgilio. Corot la presenta como una joven que lee un libro en medio del campo.

Francesco Furini, Italia ((1600-1646)
La musa de la Historia, Clio
Colección particular

Clio, la musa de la historia, también aparece muy frecuentemente en la pintura y en la escultura, siempre como una joven que lleva un libro enorme en sus manos.

James Sant, Inglaterra (1820-1916)
La musa de la Astronomía, Urania
Colección Particular

A la musa de la astronomía, Urania, James Sant la retrata como una dama elegante de su época, apoyada en una gran bola del mundo, tomando nota en un gran libro de lo que pueden ser sus cálculos astronómicos.

LAS SIBILAS

Las sibilas, según la mitología griega, asumen la voz de los dioses. Son mujeres con el don de la profecía, inspiradas por el dios Apolo. Las sibilas aúnan en sus imágenes la feminidad y la inteligencia; y el libro es el símbolo que se usa para retratar su sabiduría.

Las sibilas cobran una importancia enorme en la literatura clásica como mensajeras de los dioses y de su saber. Son las que trasmiten el conocimiento que solo los dioses tienen acerca del futuro de los humanos. Eran sacerdotisas que vivían en los templos y recibían las preguntas de los que acudían a los santuarios queriendo conocer su futuro. Cuando recibían una petición se encerraban con sus libros y luego, en estado de trance, lanzaban sus profecías en forma de poemas difíciles de comprender. Las más de las veces sus palabras se prestaban a múltiples interpretaciones.

En la pintura se multiplican las representaciones de Sibilas que, muy frecuentemente, aparecen leyendo un libro o al menos con un libro en las manos como símbolo de su saber y de su conocimiento acerca del pasado y del futuro.

Domenico Zampieri, Domenichino, Italia (1581-1641)
Una Sibila

Dos artistas italianos Domenichino (1581-1641) y Guerchino (1591-1666), originarios de Bolonia, se especializaron en la representación de Sibilas de las que hicieron numerosas obras. Son retratos de jóvenes bellísimas, ataviadas como grandes damas que, con las manos sobre un libro o unos pergaminos, parecen estar consultando directamente con los dioses.

Giovanni Francesco Barbieri, il Guerchino, Italia (1591-1666)
Sibila Samia, 1651
Colección particular

Otros artistas como Velázquez (1599-1660) van a imaginar las Sibilas como mujeres más sobrias y menos bellas, pero igualmente acompañadas de un libro.

Diego Velázquez, España (1599-1660)
Sibila (hacia 1632)
Museo del Prado, Madrid


León Francoise Commere, Francia (1850-1916)
Sibila
Colección particular

En la pintura del siglo XIX se utiliza la leyenda de las Sibilas para hacer retratos de jóvenes rubias y etéreas. Tanto en Francia como en Inglaterra encontramos retratos femeninos que representan las Sibilas mitológicas, siempre con un libro en sus manos.

INÉS ALBERDI

MIS DÍAS CON LOS KOPP de XITA RUBERT

ROSA MASCARELL DAUDER

¿Las esculturas son o no son efímeras? Imaginemos que estamos de vuelta en el instituto y que se nos pregunta esto en un examen de Filosofía sobre los Presocráticos (suponiendo que la asignatura sigue estando en el currículo y que a nuestra profesora o profesor no le importa saltarse las reglas del juego que impone el temario). Se nos invita a contestar primero desde los presupuestos de Heráclito y después desde los de Parménides ¿cuál sería nuestra contestación? En una tesitura similar se encuentra la protagonista, Virginia, a los diecisiete años. Los adolescentes suelen preferir las cosas claras, blanco o negro, es o no es, salud o enfermedad, arte o tomadura de pelo... así se siente Virginia ante la situación descabellada que vive en su último viaje con el padre, como Alicia preguntando al Gato de Cheshire qué camino tomar: es igual el que elija, los dos la llevarán a personajes tan absurdos como el Sombrerero Loco o la Liebre de Marzo. Ante la paradoja de la adolescencia es Virginia adulta la que narra la historia y nos viene a decir que no importa la perspectiva de los filósofos que nos precedieron, importa nuestra propia vida cambiante, caótica... y resistente. La resistencia: lo único que enseña a vivir.

La trama de la novela Mis días con los Kopp, se desarrolla entre los intersticios de una historia que la protagonista adolescente quiere lineal y los vacíos que impone su propia perplejidad ante las situaciones que los personajes le hacen vivir. Quien la saca del impas es la sabiduría de una escritora ya madura que a posteriori, como la lechuza de Minerva, reflexiona sobre esos vacíos, esos minutos ante el espejo viendo que todos los personajes son reflejo de su propia imagen. Digo novela y debería tal vez decir nivola con Don Miguel de Unamuno, porque es un “relato dramático acezante, de realidades íntimas, entrañadas, sin bambalinas ni realismos en [los] que [las novelas] suelen faltar [a] la verdadera, la eterna realidad, la realidad de la personalidad. Impuro Amor y pedagogía solapada”se revelan a través de esta obra de Xita Rubert.

Impuro amor por la literatura que asoma a través de su reticencia a escribir y perder algo, Perderé todo lo que creía y era entonces: y todavía quiero aquella vida. (…) ¿Por qué acelerar, voluntariamente, esta derrota? Perderé lo que creía que eran las cosas y en realidad no son, (…). En parte escribir es capitular, enfrentarse al fracaso, mirarlo con amor, acogerlo y acariciarlo como si fuese la inofensiva victoria que no es. Diferentes palabras, pero semejante sentir es el que mueve a María Zambrano a preguntarse ¿Por qué se escribe? Hay un momento decisivo de soledad en el que la escritura nos hace reafirmar la vida, la vida desnuda, el yo que somos: “la victoria sólo puede darse allí donde se ha sufrido la derrota” o sea, en las mismas palabras”, nos dice Zambrano. En la obra de Xita Rubert se escriben las dos palabras: las de Virginia a los diecisiete años y las de Virginia adulta a “unos cuantos años de distancia”. La distancia entre una y otra es la de una revolución astral: “Y todos cuantos vagan/ de ti me van mil gracias refiriendo/ y todos más me llagan/ y déjame muriendo/ un no sé qué que quedan balbuciendo”. Las estrellan que vagan cumplen su ciclo completo y el firmamento se renueva, renace, revoluciona: “ser libre y comenzar algo es una y la misma cosa (…) nosotras podemos comenzar algo porque somos comienzos y por esto mismo debutantes. (…) la natalidad que se corresponde con la mortalidad humanas, son la condición ontológica sine qua non de toda política”. Aquí es Hannah Arendt quien nos apela en su conferencia “La libertad de ser libre”, del año 1966. Todas somos debutantes y por tanto revolucionarias en algún momento, si nos permitimos dar a luz.

Sus ecos, el de Juan (“casualmente” también el nombre del padre de Virginia) y el de Hannah, resuenan en las palabras escritas por la Virginia adulta: “La música, el tacto, el humor mudo. Fueron y son estos verdaderos intercambios, el hilo de mi amor y de mi escritura. Las palabras son secundarias porque solo son útiles, no necesarias. Matizan lo que nace, pero no dan a luz. A luz damos tu y yo, y lo que nace es nuevo cada día, y aún no lo puedo nombrar. (…) Digo balbuceo (…) El balbuceo es algo superior, liberado e imparcial”.

Digo yo, nos dice como coletilla repetidamente la Virginia adolescente, reafirmando su yo que crecerá y se disolverá en la duda que razona sobre aquella incomodidad sentida. Al fin y al cabo, “pensar es descifrar lo que se siente” o lo que se sintió en un momento decisivo como puede ser el último viaje con el padre cuando éste puede todavía decir “ve con cuidado”. y ella desobedece.

Xita Rubert nació en Barcelona en 1996, y creció entre Cataluña y Galicia. Comenzó sus estudios de Literatura en Barcelona y se licenció en Filosofía y Literatura por la Universidad de Warwick, tras realizar estancias de estudios en universidades como La Sorbona (París). Actualmente se doctora en Literatura Comparada becada por la Universidad de Princeton, donde imparte clases sobre las relaciones entre Filosofía, Literatura y Medicina. Ha recibido galardones como el Ánxel Casal, en la modalidad de teatro, o el Premio de Relatos de la Cité International Universitaire de París, y ha sido finalista del Premio Ana María Matute de Relato por «Flores para el bailarín», incluido en el volumen colectivo Patas de astracán y relatos finalistas (Ediciones Torremozas). Ha escrito artículos e impartido conferencias sobre Clarice Lispector, Leonardo da Vinci o Martin Heidegger en revistas e instituciones extranjeras y españolas como Iowa LiterariaCité Unie o el Ateneu Barcelonès. Desde 2017 colabora como lectora editorial de lenguas extranjeras en Penguin Random House. Mis días con los Kopp es su primera novela.

ROSA MASCARELL DAUDER

https://www.anagrama-ed.es/libro/narrativas-hispanicas/mis-dias-con-los-kopp/9788433999436/NH_691






ANTONIO GADES. TIERRA, MAR Y FUEGO

A. PILAR RUBIO LÓPEZ

El Centro Cultural de la Villa Fernán Gómez y el Ayuntamiento de Madrid rinden un merecido homenaje al bailarín Antonio Gades, un referente clave en el panorama de la danza y del teatro europeo del siglo XX. El título de la exposición hace honor a su persona pues para Gades la Tierra es la esencia cultural de un pueblo, el emblema de su identidad y de sus raíces, conceptos que acuñó como su mayor fuente de inspiración. El Mar para él es el símbolo de la libertad, del horizonte infinito. Y el Fuego es la pasión, la fuerza, el sentimiento.

La muestra recorre la trayectoria vital del bailarín, nacido en Elda (Alicante) en 1936, con múltiples fotografías, recortes de prensa, carteles de sus películas y vídeos de sus actuaciones y giras, donde se recogen los testimonios de las amistades que atesoró a lo largo de la vida: Rafael Alberti, Pablo Picasso, Mario Camus, Fidel Castro, Gina Lollobrigida… mostrando al espectador, cómo Gades, quien comenzó a bailar escapando del hambre, se convirtió en un intelectual de la danza.

Siendo un adolescente, Antonio emigra a Madrid con su familia y el azar quiso que Pilar López lo viese bailar por primera vez en el Circo Price. Pilar le acoge en su compañía a la temprana edad de 16 años y con ella realiza una gira por los teatros del mundo, incluida la gira de Japón en el año 1960. Gades siempre elogió a su “maestra”, reconociendo que él aprendió de ella la ética y la estética del baile. También dejó una huella indeleble en él el bailaor Vicente Escudero.

La exposición desgrana las etapas vitales y profesionales del artista. Así, el espectador aprecia que su paso por Italia a la altura de 1961, en su etapa de formación, fue apoteósico: pues Gades dejó su impronta en la Historia de la danza con joyas como el Bolero de Ravel, en la Ópera de Roma, o la Carmen de Bizet en el festival de Spoleto; así como una nueva versión de Carmen en el Teatro de La Scala de Milán o El amor brujo de Falla.


Siguiendo su trayectoria, la muestra recoge que en el año 1963 Antonio decide fundar su primera compañía siendo contratado en Los Tarantos de Barcelona y en el Corral de la Morería de Madrid. Triunfa en el cine con “Los Tarantos” junto a Carmen Amaya y es invitado a participar en el Pabellón Español de la feria Mundial de Nueva York, lo que le convierte en un referente del flamenco, célebre en España y en el extranjero. En esta década Gades llevaría a escena Suite Flamenca -en la que destacó Cristina Hoyos-, un abanico de palos flamencos que en su día fue considerado vanguardista y hoy se ha convertido en un clásico. Como recompensa por su excelente trabajo, en 1970 Antonio recibe el Premio Nacional de Teatro.

En el recorrido de la exposición se muestra al espectador que en el año 1974 Gades estrena en Roma el ballet Bodas de sangre, pues Lorca siempre fue un referente en su trayectoria artística. Y también se relata que entre los años 1975 y 1980 se retiró a Altea, estancia interrumpida solo por sus viajes a Cuba. Al lado del mar, vivió un ambiente familiar junto a su compañera Pepa Flores -a quien conoció en 1973 y con la que compartió reparto en Los días del pasado, de Mario Camus- y a sus hijas, María Tamara y Celia. El desencadenante de este “retiro” fueron los fusilamientos de 1975. Pero la persuasión de Alicia Alonso y otros bailarines del Ballet Nacional de Cuba llevaron a Gades de nuevo a los escenarios, iniciando una gira por Estados Unidos a la altura de 1978.

Avanzando en el relato a través de las salas, se pone en conocimiento de espectador que, con la llegada de la democracia, Antonio Gades es invitado a dirigir el Ballet Nacional Español, logrando convertirlo en un referente de la escena internacional y escribir una etapa de prosperidad tanto a nivel artístico como económico, pero el idilio con el Ministerio de Cultura finaliza abruptamente y el director es destituido en 1980. En 1981 Saura lleva al cine el ballet Bodas de sangre. Y en el 83 se estrena la Película Carmen, interpretada por Laura del Sol, Paco de Lucía, Cristina Hoyos y Pepa Flores, consiguiendo un éxito internacional hasta el punto de ser candidata a la mejor película en lengua no inglesa de los Oscar de Hollywood.  Las versiones teatrales de Carmen, El amor brujo, Fuego y otras recorrieron medio mundo, sobreviviendo al propio autor.

La fusión de elementos cultos y populares del arte de Antonio Gades hizo que la crítica le tildase como el más universal de nuestros bailarines y el más íntegramente español de nuestros bailaores. Un claro ejemplo que refleja la simbiosis de lo culto y lo popular en la obra Fuenteovejuna, de Lope de Vega, su testamento vital, con estilismos del Siglo de Oro Español. Y es que a lo largo de la exposición y visionando los vídeos, el espectador puede apreciar la atracción que Antonio sentía por la pintura, la literatura y la historia del arte, pues en su estética se advierten los ecos de los claroscuros de Velázquez o el expresionismo de Goya, así como estilismos clásicos, todo un regalo para los sentidos.

Antonio falleció el 20 de julio de 2004. Sus restos descansan en el, según sus palabras, “puerto de su vida”: Cuba.

A.PILAR RUBIO LÓPEZ




LA MENOPAUSIA NO ES UNA ENFERMEDAD

LIDIA ANDINO TRIONE

Hay en el transcurso de nuestra vida momentos de crisis, algunos de los cuales sobrevienen por sorpresa, de manera imprevista y otros que se pueden prever.

En líneas generales, una crisis es una situación en la que los recursos con que se resolvía la vida hasta ese momento no alcanzan para poder con la nueva etapa. Todos conocemos los estados depresivos después del parto y, entre otros, los malos resultados que un excelente alumno en el Instituto, vive en su primer tiempo en la Universidad.

La menopausia es una de esas situaciones previsibles donde finaliza la vida fértil de una mujer en cuanto a la reproducción —ya que su fertilidad en otros campos no tiene por qué verse afectada—, y esto implica una serie de cambios orgánicos y psíquicos frente a los cuales, los recursos con los que la mujer resolvía hasta ese momento las situaciones vitales que se le planteaban, se muestran insuficientes, inapropiados.

Es necesario comprender que la menopausia no es nada patológico en sí, sino que lo que se genera en esta época tiene que ver con los cambios en los modos de pensar lo novedoso que supone para ella la llamada edad crítica. Por eso, muchas veces, tanto la medicación como los buenos consejos del médico se muestran ineficaces y se pierden en la mente frente a síntomas como sofocos, comienzo incipiente de obesidad, irritabilidad, etc.

El frecuente insomnio como dificultad para abandonarse al sueño encubre su duda de entregarse —agotada su función reproductiva—, a la vida y a la incertidumbre, que es una de sus principales características. Esa duda se evidencia en los temores que la apartan del intercambio social buscando refugio en la atención y protección de los hijos en quienes concentra su necesidad de amor.

El cese de la función reproductora es una herida narcisista a su ilusión de completud, a la que se suele agregar otra —frecuente en esta época—, como lo es la separación de los hijos, su independencia. Las pérdidas, las separaciones, no pueden evitarse, lo importante es cómo se las vive, cómo renuncio, pues si se quiere permanecer en una feliz situación anterior y ésta ya no existe, todo está perdido de verdad.

Sabemos que nuestros actos, orientaciones y decisiones que damos a nuestra vida, aún los más inocentes, responden a frases, ideas y prejuicios que son desconocidos, inconscientes para nosotros mismos. Por ejemplo, una mujer que, aún sin saberlo, vive de acuerdo a la moral que dice que la sexualidad es sólo un instrumento al servicio exclusivo de la reproducción, vivirá la menopausia como el final de su vida útil. Sí, por el contrario, su vida responde a pensamientos que colocan la sexualidad más cerca de las palabras que de los órganos de la reproducción, seguramente podrá disfrutar de la insidiosa dicha de envejecer.

Hasta la muerte hay que aprender a vivir. Con la muerte convivimos y aprenderemos hasta morir.

LIDIA ANDINO
Psicoanalista

NOTA de S.T.
Las ilustraciones de este artículo son de la genial ilustradora francesa CLAIRE BRÈTECHER, fallecida en 2020.



MIGUEL DE UNAMUNO,
FILÓSOFO Y POETA ENTRE "YOSOTROS"

ROSARIO HERRERA GUIDO 

“El hombre, dicen, es un animal racional.
No sé por qué no se haya dicho
que es un animal afectivo o sentimental.
Y acaso lo que de los demás animales le diferencia
sea más el sentimiento que no la razón”.
 
Miguel de Unamuno, El sentimiento trágico de la vida.

 I 

Miguel de Unamuno (1864-1936), natural de Bilbao, estudiante de filosofía en Madrid, varias veces rector de la Universidad de Salamanca, activista político, condenado a seis años de prisión por sus ataques a la monarquía española y desterrado en Fuenteventura por los dirigidos contra la dictadura del general Primo de Rivera, es el más genuino de los representantes de la generación del 98 (Pío Baroja, Azorín y Unamuno), quien tocó todos los estilos filosóficos y literarios: el ensayo filosófico El sentimiento trágico de la vida, La agonía del cristianismo, Vida de Don Quijote y Sancho;  el teatro filosófico: Fedra, El otro; la novela filosófica: Paz en la guerra, Abel Sánchez, Niebla, Tres novelas ejemplares y un prólogo, San Manuel, bueno y martir; la poesía: El Cristo de Velásquez y el Cancionero. En función del espacio, este ensayo se limita a recorrer El sentimiento trágico de la vida, para leerlo desde nuestro tiempo con la mirada de Derrida, así como a la relectura de sus dos grandes poemas, El Cristo de Velázquez y Cancionero. 

Unamuno, interrogado por un crítico, sobre los escritores franceses de su preferencia, responde que le gustan Lamannais, León Bloy y Rousseau. Tal vez todo Unamuno logra estar presente en este “no saber indignarse”, pues de sus páginas se desprende un aroma de flores marchitas, un jardín otoñal.  En cambio, la obra de Unamuno es el poder del campo bajo el sol y la tormenta. Unamuno, arrebatado por la pasión simpatiza con Rousseau, comprende el alma de León Bloy, admira a Gustav Flaubert, porque el hombre equivale a la obra y sabe indignarse, pues la indignación es su estado habitual. Unamuno, formidable romántico, reconoce en Heredia al profesor de poética. Sabían indignarse también Sören Kierkegaard, Pascal, San Agustín y San Pablo.

Unamuno se indignaba contra esto y aquello, para ser irónico, porque no quería paz sino guerra. Pudiendo gozar de la plácida existencia optó por el riesgo, por tomar la lanza y acometer a los molinos, seguro de que eran molinos. Enamorado de España, el eterno español, tan importante como Goya. Un hombre de carne y hueso.

Unamuno, dicho por él mismo, era Vasco por los dieciséis costados, gran profesor de griego, escrupuloso de sus deberes, filósofo, escritor, combatiente y combatido, creyente en el porvenir de España. Por su recia hispanidad es el creador de la palabra. Sus visitas a Madrid, recuerdan el Ateneo, la tertulia, el Retiro y el estreno de sus obras teatrales. Siempre dejaba el recuerdo de su saber, su originalidad, su bondad y el arte de modelar pajaritos de papel.

Unamuno es el pensamiento agudo y el elogio de la palabra viva, el pensador y el poeta, en sus versos y en su prosa. Una poesía que palpita, se queja, plena de palabras justas. El escritor que busca la raíz de los sentimientos, los instintos y las palabras. Unamuno es —como se llama a sí mismo— un ideoclasta, demoledor de ideas y de palabras; porque sólo rompiéndolas permiten encontrar su secreto. Unamuno excava los fondos de la historia de Castilla y de la historia de España. Unamuno es un pasado que se torna presente, pues el presente es el esfuerzo del pasado por hacerse porvenir. Por ello, Unamuno, según su propio neologismo, sigue estando entre “yosotros”. Porque como advierte Unamuno: “...soy hombre, a ningún otro hombre estimo extraño” (Unamuno, “El hombre de carne y hueso”, El sentimiento trágico de la vida, Ensayos II, Madrid, Aguilar, 1951:729).

ELENA SORIANO (1917-1996)

MARÍA LUISA MAILLARD

Con la figura de Elena Soriano, regresamos a nuestros pagos para reivindicar la valentía y la constancia de todas aquellas mujeres de la España de los vencidos, cuya juventud y primera madurez se desarrollaron en las épocas más duras del Régimen de Franco —los años 40 y gran parte de los 50— y que, a pesar de ello, lucharon con tenacidad por preservar su vocación y su dignidad.

La fecha de nacimiento de Elena Soriano —esa fecha a la que no asistimos desde nuestra consciencia— a veces nos juega una mala pasada. Es lo que le sucedió a Elena Soriano, hermana mayor de las escritoras de la llamada Generación de los 50, representadas por las figuras más conocidas de Carmen Martín Gaite, Ana María Matute y Carmen Laforet. Los ocho años que la separan de las dos primeras serán años decisivos no sólo en su formación; sino en la evolución de su vocación literaria. La Guerra Civil española la sorprendió con 19 años y la arrancó de raíz de las aulas universitarias. Conoció, en los inicios de su despertar a la vida pública, los horrores de la guerra, la penuria personal y la muerte de allegados y parientes. En la posguerra de los vencidos, en los duros y represivos años cuarenta conoció la cárcel, a la que condenaron a su marido, y sufrió la inhabilitación académica y la discriminación profesional. En los primeros años 50, la censura truncará, en gran medida, su carrera literaria; pero Elena Soriano no se rendirá.

Elena Soriano nace en 1917 en Fuentidueña del Tajo (Madrid), aunque debido a la profesión de su padre, que era maestro, su infancia se desarrolla entre Andalucía y Madrid. Su vocación literaria, que reconocería más tarde como su vocación más radical —la generación espiritual, más que la física de la maternidad, ha sido mi auténtica vocación, diría—, se desarrolló a edad temprana. Ya a los 14 años escribía relatos y los publicaba en revistas como El Faro de Bujalande (Córdoba). Cursó la carrera de Magisterio y en 1935 comenzó sus estudios de Filosofía y Letras, que quedaron truncados por el estallido de la Guerra Civil. Al finalizar la contienda, se casó con Juan José Arnedo Sánchez, militante socialista, y maestro como ella, quien fue condenado inicialmente a 20 años de prisión por “ayuda a la rebelión”, conmutados posteriormente por 22 meses. En 1941 nace su primera hija, Elena Arnedo, que se convertiría en una reputada ginecóloga.

Son años duros. Se le prohíbe cursar estudios oficiales, al igual que a su marido, y en 1942 es vetada en las oposiciones de Auxiliar de Biblioteca, a pesar de haber obtenido la máxima calificación. La situación de la mujer ha cambiado radicalmente, sometida ahora a una legislación que la condena a una eterna minoría de edad, dependiente del padre o del marido. Ella define esos años como un largo letargo, esperando que pasase “aquel invierno letal”. Lee mucho y perfecciona sus conocimientos de inglés y francés. En 1948, según sus propias palabras: “rompí a escribir de forma torrencial”. En 1951 publica su primera novela Caza menor, que fue bien acogida y que será plagiada por Carlos Saura en su película de 1973 Ana y los lobos, sin que ella consiga ninguna compensación, a pesar del reconocimiento de su denuncia por la ESGAE. En 1976, TVE emitirá en episodios una adaptación de la novela.

Elena Soriano sigue escribiendo. En 1955 publica su trilogía “Mujer y hombre” que consta de tres novelas: La playa de los locos, Espejismos y Medea 55. Le esperaba un nuevo y casi definitivo revés. La primera novela, La playa de los locos fue censurada por inmoral por el temible sacerdote censor, Evelino Esteban. Elena Soriano no se rinde y se enfrenta a la censura, realizando una edición no venal, que distribuye entre amigos y críticos. La consecuencia es la prohibición de cualquier publicación de su obra narrativa.


Es un duro golpe, que no acaba con su vocación. Sigue cultivando su pasión por la literatura, leyendo y escribiendo artículos en periódicos como Pueblo, Diario 16, Hoja del Lunes y revistas como Índice, y muchos otros recopilados en su ensayo Literatura y vida (1992-1994), entre ellos “La emoción del teatro en Sartre” o “La obra de Baroja durante la República". Acude a tertulias como la del Gijón y la revista Ínsula y su preocupación por la mujer se evidencia en su intervención en la Asociación Española de Mujeres Universitarias, nuestra Asociación actual, con su conferencia de 1963 “El carácter femenino en la Literatura”.

Mientras tanto, su marido, después de unos duros inicios se ha convertido, a raíz de sus contactos y del desarrollo económico de los años 60, en un próspero hombre de negocios. Comienza su éxito en el mundo de la edición con la revista Subastas y Concursos y acaba creando un holding inmobiliario. Con su apoyo, funda y dirige en 1969 la revista El Urogallo, con el fin de recoger muestras de la literatura de todos los géneros y todos los escritores del mundo. Por sus páginas verán la luz textos inéditos de Luis Martín Santos y Pablo Neruda, y transitarán autores como Juan Benet, José Hierro, Cioran, Marguerite Duras, Salvador Espriu, Philippe Sollers, Ernesto Sábato, Umbral, Vargas Llosa o Blas de Otero. La revista se mantiene viva una década, hasta 1979.

En 1986 publica el libro Testimonio materno, a raíz del fallecimiento, en 1977, de su segundo hijo, Juanjo, adicto a las drogas y cuya muerte ella decide calificar de “suicidio”. El libro es un éxito de ventas, del que ella no se beneficia ya que dona los derechos de autor a la Cruz Roja. En 1989 publica su libro de cuentos La vida pequeña y en 1996, año en el que fallece; Tres sueños y otros cuentos. Tres años antes de su muerte, en 1993, había recibido la Medalla de Oro de la Comunidad de Madrid. Ya de forma póstuma en el año 2000, su hija Elena publicará su ensayo El donjuanismo femenino.

“Mi madre era muy graciosa, comenta su hija Elena, decía que no era machista ni hembrista, que ella era humanista”. No se consideraba Elena Soriano una feminista clásica, acaso por serlo de la forma más radical, decía ella. Reivindica el derecho de la mujer al autoconocimiento, al reconocimiento de su valía intelectual, a su realización personal y a su trabajo vocacional, algo que ella no logró, ya que no pudo desarrollar su carrera literaria y fue deliberadamente ignorada por las antologías y estudios literarios del siglo XX. Hay otra reivindicación que choca frontalmente con los postulados de la actual deriva del feminismo: “la deserotización de la mujer”, es decir, no situar el sexo en primer lugar a la hora de la definición de un ser humano. “El cerebro no tiene sexo”, afirmaría, reclamando la amistad intelectual con los hombres.

“Mi cerebro no es de hombre ni de mujer, es Mente”, le escribiría María Zambrano a su amigo Agustín Andreu en 1973. Creo que Elena Soriano suscribiría esta frase, sin parpadear.

MARÍA LUISA MAILLARD


Emilie, una estudiante de procedencia oriental, decide alquilar un dormitorio del apartamento en el que vive Camile, un joven profesor negro. Enseguida se gustan y mantienen una relación sexual abierta que complicará la dinámica entre ellos. En sus vidas, aparecerá Nora, una estudiante de Derecho, que mantendrá, también, un romance con Camile. Ninguno de los tres sabe muy bien lo que quiere ni donde ubicar su vida. Desean algo, pero ese algo no termina de materializarse. Mientras tanto, experimentan en la vida real y en las redes sociales. Emile, busca por internet sexo al instante y satisfactorio. Camile decide que le gustaría una vida más estable en pareja. Y Nora busca consejo sobre su vida y su sexualidad en una popular web erótica con cuya protagonista, Amber, mantendrá largas conversaciones. Estos tres personajes se mueven en un París muy alejado del centro y desconocido para los turistas donde se mezclan razas y culturas. La narración nos muestra de manera ágil la vida de los denominados “generación milenial”, jóvenes entre los 25 y los 35 años, sin pretender hacernos reflexionar. Sencillamente nos expone sus vidas sin ánimo moralizante ni deseos de profundizar. “Esto es lo que hay”, nos viene a decir.

La película, rodada en un espléndido blanco y negro, se sigue con gusto y con curiosidad por ver cómo van a terminar las idas y venidas de estos tres jóvenes urbanos y desenfadados. En sus vidas cuentan muy poco la tradición familiar y triunfan el deseo de moverse sin mochilas ajenas, el individualismo, el manejo de redes sociales, las relaciones ligeras, el sexo, el cambio de trabajos, la falta de compromiso y los limites cambiantes. Por otra parte, hay que destacar unas estupendas interpretaciones entre las que sobresale Lucie Zhang, una pizpireta Emilie, que nos cautiva con su desenvoltura y su lenguaje incisivo. También, sobresale su fluidez narrativa que logra tenernos pegados a la pantalla y mantenernos entretenidos en todo momento.

En suma: una película amena, bien contada, muy bien interpretada, con muy buena fotografía, estupenda música y con una narración fluida y ligera que nos hace pasar un buen rato.

ISABEL BANDRÉS






Laura es una estudiante finlandesa que estudia arqueología en Moscú y ha planeado con su novia, Irina, viajar hasta Múrmansk para visitar sus yacimientos de petroglifos de inmenso valor histórico. Finalmente, su pareja no puede acudir por razones laborales, es profesora de universidad, pero este contratiempo no impide que Laura se embarque en esta pequeña aventura. La protagonista es una joven alegre y despreocupada de clase media, que se mueve en los círculos intelectuales y a quien le gustan las personas de ese mundillo a pesar que, a veces, resulten pedantes y bastantes soberbias. Su vida transcurre entre libros, estudios y fiestas en las que siempre se hace referencia al mundo cultural.

En el compartimento de un desvencijado tren que la llevará hasta el Ártico, se encontrará con Ljoha, un minero tosco y grosero que viaja al mismo lugar por trabajo. Inicialmente Laura y Ljoha chocarán. Los dos pertenecen a mundos opuestos, tienen concepciones vida incompatibles y están llenos de prejuicios hacia el otro. Pero poco a poco, conforme el viaje transcurre van descubriendo que no son tan diferentes en lo que realmente importa. Cuando Ljoha le pregunta por lo qué más le gusta de su vida. Laura describe emocionada la hermosa casa de su novia Irina, las fiestas, los amigos, las conversaciones… Y de pronto se queda callada, y asegura que nada de eso tiene ningún valor. Realmente, dice, que lo que más le gustaba y lo que más echaba de menos era como la miraba Irina. Es decir, “la mirada del otro”. Todo lo demás: cuadros, libros, casas y fiestas son cosas, baratijas. ¿Y las palabras? En el transcurso del viaje la joven aprenderá que, a veces, son solo juegos de salón y que, realmente, no significan nada.

Laura, en el transcurso del viaje, aprenderá a mirar con sus propios ojos y no a través de su vídeo cámara para verlo todo “más bonito”, a dar importancia a lo esencial y a ampliar sus expectativas del mundo. Admitirá las carencias de su mundo y sus relaciones. El viaje de Laura no es solo físico es, sobre todo, de maduración y crecimiento.  

Compartimento nº 6 es la historia del encuentro de dos personas provenientes de dos mundos sociales y culturales antagónicos que descubren, sobre todo Laura, lo que realmente importa en las relaciones humanas y lo que significa sentirse acompañado. Una hermosa película —que no bonita—, sobre la amistad. Una sencilla — que no simple—, narración sobre los prejuicios y sobre la autenticidad. Un film que nos ofrece mucho más de lo que aparenta. Este relato que discurre en un tren viejo y en un paisaje grisáceo nos muestra de manera sencilla, sin algaradas ni golpes de efecto, los descubrimientos que va haciendo Laura sobre sí misma, sobre la vida, sobre los demás y sobre lo que realmente es importante.

ISABEL BANDRÉS




SUSI TRILLO


NOÉMI WOLFS

MAD ABOUT YOU (N.W. & HOOVERPHONIC)

https://www.youtube.com/watch?v=6EA-MIYY1bg






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