jueves, 1 de diciembre de 2022








PRÓXIMA TERTULIA LITERARIA AMMU

SERÁ EL


COMENTAREMOS LOS LIBROS


Cuando nos salimos del camino marcado, las distancias con quienes nos rodean a veces son insuperables. En abril de 1967, la autora y protagonista, por entonces joven aspirante a profesora de secundaria, supera el examen de capacitación en un liceo de Lyon para orgullo (y recelo) de su padre, antiguo obrero que, procedente del medio rural y tras trabajar duramente, ha acabado convertido en propietario de un pequeño comercio en las provincias. Para ese padre, todo eso significa otro paso adelante en su difícil ascenso social; sin embargo, poco le dura esta satisfacción, ya que fallece dos meses después. Padre e hija han traspasado sus respectivos «lugares» dentro de la sociedad. Pero se han mirado entre sí con suspicacia, y la distancia entre ambos ha ido tornándose cada vez más dolorosa. El lugar se centra, pues, no sólo en los complejos y prejuicios, los usos y las normas de comportamiento de un segmento social de límites difusos, cuyo espejo es la culta y educada burguesía urbana, sino también en la dificultad de habitar en un espacio propio dentro de la sociedad.



Annie Ernaux nació en Lillebonne (Normandía) en 1940. Hija de comerciantes, pasó su infancia y adolescencia en la localidad de Yvetot hasta trasladarse a Rouen para cursar estudios universitarios de literatura. Ha dedicado su vida a la enseñanza como profesora de letras modernas. Es autora de una obra esencialmente autobiográfica e intimista, con títulos como La mujer helada (1981), No he salido de mi noche (1997), Perderse (2001), El uso de la foto (2005), Los años (2008), Memoria de chica (2016). Entre los numerosos galardones recibidos destacan el Premio de la Lengua Francesa 2008 y, en España, el Premio Formentor de las Letras 2019, otorgados ambos al conjunto de su obra. Annie Ernaux es hoy una de las escritoras más reconocidas del panorama literario francés y europeo. Actualmente reside en Cergy, cerca de París. En 2022 se le concedió el Premio Nobel de Literatura.



Jane Austen es heredera de los logros de la novela inglesa del siglo XVIII, pero al mismo tiempo crea un estilo nuevo de novela más breve, concentrada e intensa, y exhibe en sus dos últimas obras un dominio de recursos narrativos en la expresión de la interioridad que se adelanta a su época. El realismo económico de Jane Austen, la implicación de sus primeras obras en los debates de la última década del siglo XVIII sobre la naturaleza humana, la familia, las instituciones sociales o la educación de las mujeres, y el reflejo en sus novelas de madurez de las innovaciones y escándalos de la Inglaterra de la Regencia, demuestran que la inteligencia creadora, alimentada por las lecturas y la observación, es capaz de interpretar el mundo desde la mesa de un cuarto de estar. Persuasión es la única novela de Jane Austen de la que se puede decir que es básicamente una historia de amor. Todas sus obras cuentan siempre el enamoramiento de una o dos parejas y acaban con la boda de los protagonistas, pero Persuasión es la única en la que el interés narrativo se centra en los sentimientos y en la interioridad de la protagonista. Publicada póstumamente, Persuasión es la última crónica austeniana del triunfo del amor, la bondad y la inteligencia en un entorno social dominado por la vanidad, la estupidez y el egoísmo.


Jane Austen (Steventon, 16 de diciembre de 1775-Winchester, 18 de julio de 1817) fue una novelista británica que vivió durante la época georgiana. La ironía que empleaba para dotar de comicidad a sus novelas hace que Jane Austen sea considerada entre los clásicos de la novela inglesa, a la vez que su recepción va, incluso en la actualidad, más allá del interés académico, siendo sus obras leídas por un público más amplio.






DEMOCRACIA
MARÍA LUISA MAILLARD

El otro día me sorprendió una noticia que pasó desapercibida: “Golpe de Estado en Burkina Faso”. ¿Golpe de Estado? ¿No era eso cosa del pasado? Desde finales de los años 70 del siglo XX, con los golpes militares de Pinochet en Chile y de Videla en Argentina, parecería que ese fantasma había desaparecido de nuestro mundo. Hablo, claro, del mundo occidental porque en otras zonas del planeta como Asia y África no han dejado de producirse. Sólo en África subsahariana en el periodo de 1956 a 2015 hubo 221 Golpes de Estado, 92 de ellos exitosos.

La noción de Golpe de Estado nos remite al atentado violento contra un gobierno legalmente constituido y existe —salvando las distancias—, desde que la palabra democracia apareció en Grecia, demokratía, con un significado aún imperfecto para la concepción moderna. En el año 561 a. C. Pisístrato se convirtió en el primer tirano de Atenas y en el año 82 a.C. Lucio Cornelio Sila establecería la primera dictadura en Roma.

Esa relación —violencia contra un orden establecido—, reforzada en el mundo contemporáneo por hechos posteriores, es la que recoge el Diccionario de la Real Academia: “Violación deliberada de las normas constitucionales de un país y sustitución de su gobierno, generalmente por fuerzas militares”. La introducción del adverbio “generalmente”, implica excepciones como, por ejemplo, el Golpe de Estado del general Pavía en 1874 que estableció en España el primer gobierno representativo, aunque imperfecto: la Restauración.

 

Ya no hay Golpes de Estado en nuestro mundo occidental. ¿Se encuentra a salvo la democracia? El prestigio de la democracia frente a los gobiernos totalitarios, creció de tal manera, después de la victoria de los aliados en la II Guerra Mundial, que hasta sus adversarios se valieron del término, para usarlo como “máscara”, tal es el caso de las democracias denominadas “populares”, véase la China actual, o la democracia “orgánica” de nuestro pasado franquista. Los ciudadanos instalados en las democracias occidentales dejamos de reflexionar sobre ellas, como si fuesen ya algo fijo, inamovible; sensación acrecentada cuando el fantasma del Golpe de Estado desapareció de nuestro horizonte y se consolidó la sociedad del bienestar.

Hablamos claro, de la democracia representativa, que es la que se estableció en la mayoría de los países, desde el siglo diecinueve hasta mediados del siglo XX, a rebufo de la Constitución de Estados Unidos en 1787 y de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 en Francia. El discurso de Abraham Lincoln en 1863 fijó una definición inicial de la democracia de largo recorrido: “Gobierno del pueblo para el pueblo”; aunque dicha definición ha ido sufriendo una serie de correcciones. Voy a indicar las dos que me van a servir de guía en esta reflexión.

Roberto Calasso señala que, a diferencia de otros regímenes, la democracia representativa no es un pensamiento específico, sino “una suma de procedimientos” que, frente a gobiernos totalitarios, defienden la libertad de todos los ciudadanos que no atenten contra ella. Siguiendo la lógica de esta formulación, no sólo un Golpe de Estado constituiría un peligro para la democracia; sino igualmente, la perversión de los procedimientos que la definen, a saber: la anulación de la separación de poderes —legislativo, ejecutivo y judicial—para que no puedan ejercer entre ellos un mutuo control; la rebaja de la libertad de expresión de los gobernados, por el control del Estado sobre los medios de comunicación y, de forma específica, sobre la educación; y lo que es más importante: la eliminación de la ética en la vida política. La ausencia de veracidad de los aspirantes al gobierno, en las campañas electorales —no digamos en la labor de gobierno—, cayendo en el populismo y la demagogia, sería ya un golpe de gracia a la libertad de los votantes. ¿Cómo pueden votar libremente quienes son engañados o manipulados? ¿Cómo considerarse partícipes?

María Zambrano, atenta siempre a la realidad del hombre de carne y hueso, también corrige la inicial definición de la democracia como “Gobierno del pueblo para el pueblo”. Teniendo en cuenta que la relación hombre-sociedad, es inherente a la condición humana, sitúa el foco en la persona frente al colectivo social al que pertenece, al hombre frente al pueblo, definiendo la democracia como la organización social en la que “no sólo está permitido, sino exigido, el ser persona”. Lo que implica derechos y obligaciones, un comportamiento ético y, por supuesto, respeto a la diferencia. Según la filósofa, la democracia debe ser el régimen de la unidad de la multiplicidad, del reconocimiento de todas las diversidades y del respeto previo a esa intimidad de donde surge la moral y la diferencia.

En la misma dirección, en 1922, el poeta Mandelstam asiste a los pasos iniciales de la República Soviética, constatando cómo se está sustituyendo el derecho inalienable a ser persona por un ideal de humanidad imaginario: “Hay épocas que dicen: no nos importa el ser humano, el hombre es usado como ladrillo, como cemento, pero no se construye para él, es él quien se convierte en material de construcción”. Hablamos de una dictadura proletaria; pero, ¿no hay algo de esto en la evolución de nuestras democracias cuando se pervierten los procedimientos que la definen y salvaguardan, se arrumba la ética y se privilegia la ideología frente al ser humano de carne y hueso? 

Debemos regresar a la historia para reflexionar sobre el mar de fondo en el que se produjeron los atentados contra la democracia, desde su mismo origen. En el siglo XIX en Europa y América Latina, el contexto es el de la transición del Antiguo Régimen a la Democracia representativa, con el componente del proceso de independencia en los países latinos. Francia se encuentra a la cabeza —de hecho, el término Golpe de Estado es un calco de Coup d’État —, realizado el 18 de Fructidor del año V en 1797, contra los monárquicos y realistas que habían ganado las elecciones, seguido por el 18 Brumario y el ascenso imparable de Napoleón Bonaparte en 1799.

En la primera mitad el siglo XX, el conflicto cambia de signo, después del golpe de Estado de Lenin en 1917. Ahora se desarrollará entre los seguidores del proyecto marxista y el ascenso de una extrema derecha autoritaria que, después del Golpe de Estado de Mussolini en Italia en 1922, encuentra su punto álgido en el ascenso de Hitler al poder en 1933 —por unas elecciones democráticas, no lo olvidemos— y de Franco en 1939 por un Golpe de Estado. Situación que se prolongará en algunos continentes como América Latina, en el contexto de la Guerra Fría hasta bien entrados los años 70. 

Volvamos a la definición de Democracia como un conjunto de procedimientos que salvaguardan la libertad de expresión y un régimen que exige que la ética vaya unida a la acción de los gobernantes y los gobernados. ¿Podemos descansar porque los Golpes de Estado sean cosa del pasado? Ya Hitler en 1933 demostró cómo se puede establecer una dictadura feroz utilizando los procedimientos de la democracia y sus perversiones. Inició un camino que no se ha dejado de transitar. Hugo Sánchez después de haber fallado su Golpe de Estado en 1992 accedió al poder elegido democráticamente y, con posterioridad fue modificando las leyes y los procedimientos para mantenerse en el poder, camino que continuó su sucesor Nicolás Maduro y cuyo ejemplo están siguiendo otros dignatarios de América latina, iniciando la Revolución bolivariana desde su ascenso al poder, mediante unas elecciones democráticas. Podemos añadir que ese es el camino que fue transitando Putin hasta el momento actual.

¿No deberíamos estar más alertas en la defensa de nuestras democracias?

MARÍA LUISA MAILLARD

 


EL CHIVO EXPIATORIO
ISABEL BANDRÉS


El fenómeno del chivo expiatorio lo hemos heredado de nuestros antepasados, los primates, y nosotros lo hemos ido perfeccionando. Es una manifestación muy difundida, tanto a nivel social como individual, que consiste en buscar culpables que carguen con nuestros errores, frustraciones y desaciertos. En el mundo de la política este recurso es recurrente sobre todo en los momentos de crisis: la quema de brujas, la persecución de los judíos, el odio a los inmigrantes… Es una manera de desviar la atención de los desastres políticos y económicos hacía otros. Es una tendencia instintiva, casi inconsciente, que con dedo acusador señalemos a alguien para cubrir nuestras, sus, vergüenzas y desviar la atención hacia el pobre chivo expiatorio que cargará con una culpa que no es suya.


En nuestro tiempo y país hay sobrados ejemplos de ese fenómeno. Allí tenemos la llamada “Ley del solo sí es sí” o “Ley Montero” que ha abierto una gatera para que los violadores y otros agresores sexuales, condenados por la Justicia, vean sustancialmente reducidas sus penas, aprovechándose de la incompetencia de la ministra de Igualdad en el tema y la tolerancia del Gobierno y del Parlamento. Y todo eso, a pesar que el 25 de febrero de 2021, el Consejo General del Poder Judicial emitió un informe de 150 páginas en el que, además de señalar los incontables errores de técnica legislativa que contenía el texto, advertía expresamente: “La reducción de los límites de las penas comportará la revisión de aquellas condenas en las que se hayan impuesto las penas máximas conforme a la legislación vigente”. El informe del CGPJ se aprobó por unanimidad de sus 21 componentes, y fue redactado por una ponencia de un consejero conservador y dos consejeras progresistas, una de ellas (Pilar Sepúlveda) fundadora de la Asociación de Mujeres Víctimas de Agresiones Sexuales (AMUVI). Las mismas advertencias formularon Juezas y Jueces por la Democracia y varias organizaciones feministas. Incluso Juan Carlos Campo, entonces ministro de Justicia, osó plantear similar objeción en el Consejo de ministros y fue considerado por Pablo Iglesias como un “machista frustrado”. Naturalmente, a ninguno se les hizo caso. Todos fueron considerados unos machistas insensibles. Ahora, esa ley ha entrado en vigor y ha provocado que a algunos violadores se les reduzcan las penas y salgan de la cárcel antes de lo previsto.


¿Y quién es el culpable de que esto suceda? Los jueces. No lo son ni la ministra de Igualdad ni el Gobierno ni el Parlamento. Los culpables son los jueces, esos machistas sin escrúpulos ni preparación para poder juzgar delitos de violencia de genero. Ahora que la ley ha entrado en vigor y se ha hecho realidad el desastre anunciado, el dedazo de Irene Montero ha señalado a la judicatura como chivo expiatorio y muchos ya les acusan de aplicar la ley de manera torticera. Ha empezado la persecución. Parece mentira que a estas alturas haya que explicar a los que nos gobiernan lo que significa la división de poderes.



¿Y quiénes tienen que arreglar el desaguisado? La judicatura o chivo expiatorio. ¿Alguna muestra de arrepentimiento, de reconocimiento del error por parte de la ministra? Ninguna. Irene Montero y sus seguidores se han instalado en la prepotencia y el populismo. Y esperan, más bien exigen, que el Tribunal Supremo vaya dictando doctrina y les arregle su desatino. Y, de paso, presionan a la fiscalía para que, a su vez, presione a los jueces. ¿No sería más fácil y más razonable admitir el error y arreglarlo en el Parlamento? Imposible, porque Irene Montero y sus adláteres no cometen errores. Yo creo, de verdad, que está ley tenía las mejores intenciones. Pero resulta que las buenas intenciones, si no va acompañadas de conocimientos técnicos y solvencia jurídica, valen para poco.


En este caso, se da una mezcla de cerrazón, sectarismo y soberbia que es difícil de entender. ¿Por qué no hicieron caso de los informes emitidos —ya sé que no son vinculantes—, por los diferentes estamentos y personalidades jurídicas? Por lo que sabemos, no iban contra el espíritu de la ley, sencillamente la corregían técnicamente para que no provocará el estropicio que está provocando. Es lógico que muchos diputados no sepan de leyes, pero tienen una gran batería de juristas a su disposición para consultarles. ¿Prepotencia, obcecación, fanfarronería…? No lo sé. Lo que sí sé, es que el populismo, una vez más, se ha apoderado de la razón y del sentido común.


El problema es que muchos políticos piensan que una actitud de desdén y de confrontación les dan votos. Y para muestra, la actitud altamente ofensiva e insultante de Carla Toscano (diputada de VOX) interpelando a la ministra Irene Montero en el Congreso.


Así que si ustedes, como muchos españoles, desean que nuestros políticos pongan los pies en la realidad, renuncien a la prepotencia, sigan la senda de lo razonable y cultiven la inteligencia abandonen toda esperanza. La vida en las trincheras del populismo y el enfrentamiento en el barro les resulta adictiva. Y mientras existan chivos expiatorios a los que culpar seguirán jugando con nosotros. Hoy son los jueces, pero otras veces son y serán los sindicatos, los médicos, los inmigrantes… Chivos expiatorios a los que señalar hay de sobra, pero en nuestra responsabilidad está mirar en la dirección opuesta, al que señala. ¿Qué oscuridad habita en el interior de quiénes tan sádica e insistentemente apuntan a otro u otros para auto-exculparse de lo que ellos han hecho? Será que no dan para más.

ISABEL BANDRÉS




LAS CRIADAS

NURIA ALKORTA


La obra en un acto del francés Jean Genet titulada Las criadas, fue estrenada con poco éxito en París en 1947, esto es: tras los horrores de la Segunda Guerra Mundial y tras los azares delictivos de su autor, quien por entonces estaba en prisión con la sombría amenaza de permanecer allí de por vida. Sin embargo, la pieza ha superado con éxito las urgencias del tiempo histórico, así como las del tiempo biográfico del escritor y, en nuestros días, sigue representándose en todo el mundo asiduamente, siempre con renovado interés. Eso es debido, sin duda, al magnetismo de sus personajes femeninos: un caleidoscopio que multiplica su odio en los espejuelos de dos criadas y su señora.


Esta misma temporada hemos podido ver en Madrid Las criadas interpretada por el tándem de Alicia Borrachero y Ana Torrent, y en años recientes en los espectáculos protagonizados por las actrices Aitana Sánchez Gijón y Emma Suárez, por Bárbara Lennie y Fernanda Orazi, y aún se recuerda como no aquella función dirigida en los años sesenta por Víctor García, con Nuria Espert y Julieta Serrano. Importantes teatros de todo el mundo han estrenado la obra y entre algunas de sus destacadas intérpretes solo nombraré a dos de ellas: Isabelle Huppert y Cate Blanchett.


Jean Genet

La creación original de Genet alberga pluralidad de significaciones y, tal vez por ello, desde su estreno, ha sido objeto de diversas vías explicativas: desde una interpretación política de veta social o socialista, hasta una filosófica, y, también, otra psicológica y realista. Para algunos es una obra simbólica, mientras que para otros es la reinvención teatral de un hecho real el atroz e injustificado asesinato perpetrado por las hermanas Christine y Léa Papin, e incluso, para algunos otros, Las criadas responde a la auto-transfiguración de su autor por medio de una especie de ritual creativo fundado en la escritura. Aconsejo, en este sentido, la lectura de Susan Sontag. Pero sea cual sea la explicación que demos a la obra, es innegable que Las criadas germina vigorosamente en sus lectores e intérpretes gracias a su semilla creativa, eterna y universal: Genet entiende la abyección como una vía de purgación y ensalzamiento. La necesidad de exaltación y transfiguración del autor como héroe narcisista y nihilista de un mundo marginal que se eleva sobre la hipocresía burguesa―, se abisma en los misterios del destino y la crueldad humana, y, de ahí, el agónico empeño de las dos criadas: como su autor, personajes trágicos al fin.


Como Calderón de la Barca, en su obra Jean Genet parece afirmar: «el delito mayor / del hombre es haber nacido» y, como el dramaturgo barroco español, el iconoclasta francés caracteriza a sus personajes por un irrefrenable «apetito de ser», fraguado en la oscura cueva de su «infecta» buhardilla donde las dos criadas rumian la lujosa vida de la señora con su amante, el señor. Al igual que los presos de Calderón Segismundo, Semíramis y otros muchos―, las dos criadas de Genet viven presas metafísicamente hablando―, en la buhardilla «siniestra y desnuda» donde duermen y en la cocina donde trabajan: allí se pudren con sus propios «esputos» y el «eructo silencioso del fregadero».


Aitana Sánchez Gijón y Enma Suárez, Las criadas, 2002


Bajo la aparente sencillez argumental de la obra, se superponen los diversos desdoblamientos del trauma de las criadas y su constante redefinición en un complicado juego de espejos que, por un lado, refleja la distorsionada autopercepción y confusión de la realidad de las dos sirvientas, por otro, su conflictiva interrelación fraterna, así como los retorcidos vínculos de ambas con la señora la real y la imaginaria―, en un destructivo juego de amor y odio. Según ellas mismas dicen, las criadas solo «existen» gracias a la señora, pero, aun así, la desafían. Metafóricamente hablando, a lo largo de la obra las dos criadas tragan su propio vómito de odio y lo expulsan fuera de sí, una y otra vez, intentando llenarse del rencor que las haga trascender de sí mismas con la venganza y la muerte. Sin embargo, todo es una huida y, al final, se evidencia que no hay salida.


La obra en su conjunto desarrolla la fase final de una exasperada «ceremonia» de opresión y humillación. Pero no nos engañemos, el dramaturgo esquiva hábilmente los límites de la dinámica filosófica del «siervo y el señor», para seguir su verdadera intención: proyectar la sobredimensionada autoafirmación del resentimiento que necesita actualizarse por medio de un ritual teatral que bebe de la dolorosa injusticia de su nacimiento y del desprecio por su condición de expósitas y sirvientas. Encubriendo su delirante soberbia, sigilosamente, las criadas llevan a cabo una rebelión contra el mundo y su orden, ansían derribar a la señora para ensalzarse: aboliendo al fin la sumisión de sus gestos de criada, y alcanzando la glorificación de un nuevo yo de asesinas que marcha bajo aclamaciones vistiendo «el traje rojo de las criminales».


Bárbara Lennie y Fernanda Orazi, Las criadas, 2011


Para facilitar la comprensión de sus protagonistas las dos criadas―, conviene aclarar la trama de la obra. Un primer dato a tener en cuenta. Cada anochecer, antes de que llegue la señora, en su dormitorio, atiborrado de flores y decorado con muebles Luis XV, las dos criadas las hermanas Claire y Solange Lamercier―, llevan a cabo una secreta «ceremonia», una especie de desahogo que dramatiza «la rebelión de las criadas». En el ritual, repetido diariamente, cada una de ellas interpreta un rol del binomio siervo/señor, y cada noche según un orden prefijado―, una de ellas representa el papel de “La señora” y la otra el de “La criada”, es decir, su hermana. Según lo acordado, y como es propio del ritual, la ceremonia culmina con un sacrificio: el asesinato de “La señora” y, gracias a su muerte, la liberación de su víctima. El vínculo de odio se extingue y “La criada” el yo oprimido por la náusea―, se libera mientras dura el influjo de la ceremonia.


En el arranque de la obra, los preparativos se han alargado y, por ello, las criadas se ven obligadas a interrumpir bruscamente el ritual antes de culminar el sacrificio. Al final de la obra, tras unos importantes acontecimientos que empujan a las hermanas Lamercier al precipicio, las criadas retoman la ceremonia y, esta vez, alcanzan el clímax con éxito: “La señora” muere asesinada. Pero en esta ocasión, se producen dos importantes variaciones del protocolo: “La señora” bebe voluntariamente el veneno y, esta vez, el crimen no es fingido sino verdadero. Obviamente, la criada que interpreta a “La señora” también muere envenenada y es ella quien, al final de la obra, yace inmóvil en la cama; mientras la otra hermana que desde entonces asumirá el papel de “La criada fratricida”―, de pie con las manos cruzadas como si llevara esposas, aguarda a la policía: esta imagen final constituye un emblema cargado de misteriosas connotaciones y que expresa una idea de la existencia como un castigo sin redención.


Julieta Serrano y Nuria Espert, Las Criadas, 1969

Por contraste, cuando se alza el telón vemos que la «ceremonia» se inicia con una furiosa “escena de vestidor” en donde se procede a un travestismo ritual: Claire, aún en combinación y sin vestir, interpreta despóticamente a “La señora”; mientras Solange, con su raído uniforme negro y retorciendo los guantes de fregar entre sus manos, interpreta sumisamente a “La criada Claire”, su hermana menor. Como vemos, la obra, en realidad, desarrolla la ceremonia expiatoria de Claire puesto que, esta noche, se actualiza su humillación y su rabia.


Importa mencionar el incidente desencadenante de la obra, esto es, el suceso que condiciona radicalmente su conflicto. Tras leer la correspondencia íntima entre la señora y su amante, Claire ha extraído información inculpatoria contra él; ha redactado cartas anónimas y las ha enviado a la policía denunciando al señor, quien ha sido apresado; hoy la señora ha ido al penal para intentar verle y, ahora, las dos criadas disfrutan de su revancha. Los últimos sucesos del arresto y encarcelamiento del señor se mezclan en el ritual de esta noche. Solange apunta a su hermana el texto: «Un traje negro le sentaría mejor a mi viudez», y, más tarde, imitando el tono melodramático de la señora, Claire replica a su hermana: «¡Hablas de viudez! El señor no está muerto, Claire. Al señor, de presidio en presidio, le llevarán hasta la Guayana quizá. Y yo, su querida, loca de dolor le acompañaré. Formaré parte del convoy. Compartiré su gloria. Hablas de viudez; el vestido blanco es el luto de las reinas. Claire, lo ignoras. ¡Te niegas a darme el vestido blanco!».


Cate Blanchett e Isabelle Huppert, Las criadas, 2011
Foto: Stephanie Berger

En la representación de la «ceremonia» se enreda, además, un oscuro conflicto psicológico y la rivalidad entre las dos hermanas que, en realidad, manifiesta el odio hacia sí mismas. Un motivo añadido de rivalidad es “el joven lechero” y sus visitas nocturnas a la buhardilla donde, al parecer, mantiene relaciones sexuales con ambas. Tal vez, ha dejada embarazada a una de las dos: posiblemente a Claire. Cuando esta noche el timbre del despertador interrumpió el ritual, “La criada Claire”, interpretada por Solange, intentaba estrangular a “La señora”. Al parecer, Solange ha representado un estrangulamiento que fue real y fallido―, en vez del habitual envenenamiento con «gardenal» disuelto en una tisana. Poco después, mientras las dos hermanas recogen la habitación para no dejar huellas, Claire acusa a Solange: «vas a por mí a través de la señora». Sin embargo, el odio es recíproco e insufrible para ambas. Más tarde, observando los ademanes de Solange, Claire dice: «estoy harta de este espejo atroz, que devuelve mi imagen como un mal olor. Eres mi mal olor».


Cada una de las hermanas reconoce en la otra su propia suciedad espiritual y, por eso, sus retorcidos sentimientos se traducen en reproches y amenazas que, puestos en boca del personaje de “La señora” y sublimados por el ritual, avivan el odio y el deseo de muerte. Más tarde, cuando las criadas retoman la ceremonia, Solange intentará rematar a Claire: «¡No se mueva! ¡No se mueva! La muerte está presente y nos acecha. […] Quizá vaya a descubrir con usted el medio más sencillo y el valor, señora, de liberar a mi hermana y al mismo tiempo llevarme a mí misma a la muerte».


Pero, ¿a qué muerte se refiere Solange? En su delirio de grandeza, la criada transfigura la ruindad de su vida con la gloriosa muerte en el patíbulo de una fratricida confesa. Mientras Claire sigue tendida en el suelo, fingiendo estar muerta, en su digno alegato dirigido a un interlocutor imaginario, Solange dice: «He servido. Hice los gestos necesarios para servir. Sonreí a la señora. Me incliné para hacer la cama. Me incliné para fregar los baldosines, me incliné para pelar la verdura, para escuchar detrás de las puertas, para pegar mi ojo a la cerradura. Pero ahora me quedo erguida. Y recia. Soy la estranguladora. La señorita Solange, que estranguló a su hermana». Y a continuación, se imagina a sí misma descendiendo por la gran escalera, al son del tañido de las campanas, caminando junto a los policías y el verdugo; y luego, al frente del cortejo fúnebre de su hermana Claire, marchando entre flores y banderas en una procesión formada por las criadas del barrio, los criados, los jefes de comedor, lacayos, ayudas de cámara, doncellas, porteras y «otras delegaciones del cielo». Bajo el eco de imaginarias aclamaciones, Solange se transfigura en «La Lemercier, la famosa criminal».


Ana Torrent y Alicia Borrachero, Las criadas, 2020


La realidad es que, en el curso de esta agónica noche, el señor ha sido puesto en libertad y la señora ha volado de casa para reunirse con él en «El Boliche», allí aclararán todo y llamarán a la policía. La señora ha descifrado los signos de la culpabilidad de las criadas. «No cesaba de descubrirnos. […] Todas las astucias eran inútiles. Estamos malditas», lamenta Claire. El yo sucio y culpable de las criadas contamina el mundo de los objetos, y finalmente son ellos, los objetos el despertador fuera de sitio, la llave mal girada, el colorete mal borrado de sus mejillas, los polvos de maquillaje esparcidos por el tocador, las flores llenas de sus pelos, la taza de tila con el veneno―, los que las acusan, las delatan. El universo es su enemigo y las criadas Lamercier no tienen escapatoria.


Claire decide llevar adelante el sacrificio. Quiere morir porque la «victoria» de la señora está cerca y porque ya no puede soportar «tanta vergüenza y tantas humillaciones». Con su muerte, su hermana Solange deberá asumir la existencia de las dos, de modo que cuando esté en el presidio entre los forzados fantasea Claire―, pueda sentir que ella la acompaña secretamente. «No olvides que llevas en ti mi recuerdo dice a Solange―, Seremos guapas, libres y alegres».

NURIA ALKORTA







IMÁGENES SOBRE LAS MUJERES Y LOS LIBROS

21. ACTITUDES. SERIEDAD.
INÉS ALBERDI

En las mujeres que están leyendo se pueden observar muchas y muy diferentes actitudes. Hemos encontrado una gran diversidad de retratos y queremos hacer una clasificación de ellas con una posible interpretación de su significado. La mayoría de las imágenes de mujeres leyendo se pueden clasificar según la actitud que refleja la lectora.  Son múltiples las actitudes que podemos identificar en los retratos que hemos reunido y, entre ellas, hemos seleccionado algunas que se repiten con una cierta insistencia como son la seriedad, la concentración, el aislamiento, el ensoñamiento y la relajación.

En algunos casos la actitud que refleja una lectora no es única, y no es posible identificarla solo con una de las que hemos señalado, sino que se suman añadiendo rasgos de varias de ellas. Es el caso, por ejemplo, del retrato que hace Winslow Homer en 1877 de una joven leyendo tumbada sobre un campo de flores. La joven está muy seria, pero no podemos decir solo eso porque, a la vez, la imagen conlleva las ideas de concentración, de aislamiento, de ensimismamiento y también de descanso o relajación.

Winslow Homer, EE.UU. (1836-1910)
La nueva novela, 1877
Springfield Museums

A pesar de estas dificultades, trataremos de clasificar la actitud que se refleja en cada retrato por la que, a nuestro juicio, domina en la imagen de la mujer que está leyendo. Empezando por la seriedad.

La seriedad es una actitud muy frecuente en las imágenes de mujeres leyendo. En la pintura del XIX y el XX se multiplican las imágenes de jóvenes serias ante un libro. Nos podemos preguntar qué significa esto. ¿Es que se quiere retratar mujeres serias y para ello se les pone un libro en las manos, o es que los artistas que se enfrentan a una mujer leyendo la identifican como una mujer seria? Parecería que muchas de estas mujeres en situación de leer cobran un sentido de profundidad y de responsabilidad enorme.

Henri Fantin-Latour, Francia (1836-1904)
Leyendo, 1836
Museo Bellas Artes de Tournai, Bélgica

Muy frecuentemente, la lectura exige seriedad. No son únicamente las lecturas religiosas las que conllevan actitud de seriedad. Las lecturas científicas, el estudio de los temas más diversos, o el mero leer de algo que exige mucha atención pueden ser representados en imágenes de lectoras que, de forma prioritaria, reflejan seriedad.

Teodor Axentowicz, Polonia (1859-1938)
Mujer leyendo, 1889
The national Museum in Kraków, Polonia

Nos interesan los retratos de lectoras serias porque, en cierto sentido, muestran lo que la lectura puede ser para muchas lectoras. Mujeres que se aplican a la lectura y se la toman muy en serio. Están serias, sentadas con los ojos en el libro, en actitud recogida, como si no hubiera nada más de interés a su alrededor.

Michael Peter Ancher, Dinamarca (1849-1927)
Una joven mujer leyendo (Sofie Olsen), 1885
Colección particular

Por supuesto que este análisis entraña una cierta exageración, ya que también hay numerosas imágenes de mujeres leyendo que no se nos muestran tan graves, pero sí podemos decir que la seriedad es un rasgo muy frecuente en la representación de las mujeres lectoras. Artistas europeos y americanos, retratan jóvenes lectoras cuyo rasgo más distintivo es la seriedad.

Federick Carl Frieseke, EE.UU. (1874-1939)
Mujer joven en azul leyendo, 1935
Colección particular

¿Qué significa esa lectura y esa seriedad? Son imágenes de lectoras cargadas de dignidad, como esta hermosa obra del ruso Deineka, ya en el siglo XX, que refleja el cambio y la modernidad en la vida de las mujeres que se expresa en esa seriedad con la que llevan a cabo una actividad no exclusivamente femenina, la lectura.


Alexander Deineka, Rusia (1899-1969)
Retrato de joven con un libro, 1934
Museo Estatal Ruso, San petersburgo

INÉS ALBERDI







CARMEN ORTUETA DE SALAS

MARÍA LUISA MAILLARD

En los últimos tiempos, una serie de actos vandálicos en Londres y en Madrid contra La Gioconda y Las Majas de Goya, ha saltado a los medios de comunicación como noticia estrella. Parece que el último de ellos se postula como una protesta ante la falta de atención de los gobiernos al cambio climático, reivindicando el presente frente al pasado, visible en nuestro patrimonio cultural. Sin embargo, no parece que nuestro patrimonio recabe tanta atención de los políticos y de los medios como el cambio climático. Se diría que tiene que suceder un acto escandaloso para que el patrimonio histórico y cultural —donde se incluye el paisaje desde el año 2000— sea algo noticiable. ¿Es tan necesario oponer el pasado cultural al presente, reduciéndolo a una tradición superada por los nuevos problemas del progreso?

La preservación de nuestro patrimonio no es cosa que nos incumba hoy en día a los ciudadanos. Ni siquiera incumbe la preservación de nuestro entorno paisajístico a los ecologistas, véase la Sierra de Albarracín, donde se proyecta la construcción de 149 aerogeneradores, distribuidos en 19 parques eólicos. En eso —como en tantas otras facetas de nuestra vida—, tiene manos libres el Estado.

No siempre ha sido así. En toda Europa, la sociedad civil se movilizó —con la asociación pionera Italia Nostra, creada en 1955—, en la preservación de su patrimonio histórico, un patrimonio común, cimiento de nuestra cultura, destruido en gran parte durante la II Guerra Mundial y que había que recuperar. España no fue ajena a este movimiento, gracias, entre otros muchos, a la mujer que traemos a colación en esta entrega de “Mujeres olvidadas”: Carmen Ortueta de Salas.

La actual configuración de la ciudad de Trujillo no sería la misma sin la labor de recuperación de sus edificios históricos, llevada a cabo por nuestra protagonista, desde la creación de la asociación “Amigos de Trujillo” en 1970; ni en general la defensa de nuestro tesoro histórico-artístico, desde su trabajo en Hispania Nostra, a la que contribuyó a crear, hasta dar el salto a Europa Nostra, de la que fue vicepresidenta. Carmen Ortueta de Salas fue un ejemplo a seguir, desde la sociedad civil, en la tarea de preservar nuestro patrimonio, a través de la creación de una cultura de asociaciones en su defensa, que en España se encontraba a años luz de otras iniciativas europeas.

Su labor en la rehabilitación del Palacio de Almanzara, como sede de la Academia de Extremadura, a la que Carmen contribuyó a crear, fue recompensada con la adjudicación en 1882 del primer sillón logrado por una mujer en una Academia. También la Academia de Bellas Artes, reconoció su labor con la concesión de la Medalla de Oro en 1996 y poco después, la Alfred Toepfer Stiftung (Hamburgo) la honró con el Premio Europa a la Protección de Monumentos Históricos, en 1997.

Carmen Ortueta de Salas nació en 1912 en Cabezón de la Sal (Santander), aunque la familia ya había trasladado su residencia a Madrid. Su madre Consuelo Martínez de Aisa, falleció cuando la niña contaba 12 años; pero su padre, Javier de Ortueta y Murgoitio, doctor en Derecho y de origen vizcaíno, era un hombre progresista y culto, que procuró a sus hijas una esmerada educación y las animó a realizar estudios universitarios. Así, Carmen Ortueta y su hermana Consuelo, se licenciaron en Historia en la nueva e innovadora Facultad de Filosofía y Letras, dirigida por García Morente. Carmen tuvo como profesor a Claudio Sánchez Albornoz y se introdujo en el ambiente cultural de la época, a través de su amiga Carmen Marañón Moya, cuyo padre acogía en su finca del Cigarral de Toledo, a lo más granado de los intelectuales del momento: Unamuno, Azorín, Ortega, García Lorca o madame Curie, entre muchos otros. Su amistad con Carmen Marañón, que la acompañó en su labor en Hispania Nostra, se mantuvo a lo largo de su vida.

Un recuerdo imborrable de la época sería su participación en el Crucero Universitario por el Mediterráneo, en el verano de 1933. El crucero era una iniciativa de García Morente para que un grupo de 188 catedráticos profesores y alumnos, estudiasen “in situ” los orígenes de la civilización europea.

Una vez licenciada, Carmen comenzó a trabajar en el Centro de Estudios Históricos, bajo la dirección de Claudio Sánchez Albornoz; pero la guerra estalló en 1936, alterando de forma radical el futuro de las jóvenes que comenzaban a introducirse en el mundo profesional y cultural.

Carmen Ortueta en el ejercicio de su incansable labor

A los pocos meses, el cabeza de familia, Javier de Ortueta, fue detenido y trasladado a una “Cheka”. Sus hijas Carmen y Consuelo, lograron sacarlo de allí y trasladarlo a la Embajada de Suecia, desde donde partió rumbo a Bilbao. Sus hijos recibieron instrucciones para salir de Madrid a través de Valencia, Marsella e Irún y se dispersaron. Javier y Consuelo se instalaron en San Sebastián en casa de su tía María Ortueta y Carmen se trasladó a Burgos y comenzó a trabajar como secretaria de Dionisio Ridruejo. Allí, a finales de 1936 conoció a su marido Xavier de Salas Bosch, licenciado en Historia de Arte y Derecho, que había ampliado sus conocimientos en Viena con una beca de la J.A.E. y que había huido de Barcelona, avisado por su compañero Jaume Vicens Vives, de que peligraba su vida.

En 1941 Xavier y Carmen contraen matrimonio y se instalan en Barcelona, donde Xavier desempeñó los cargos de director del Museo de Arte de Barcelona y secretario de los Museos de Bellas Artes de Cataluña, compaginando estas actividades con las de catedrático de Historia de Arte de la Universidad de Barcelona.

Xavier de Salas y Carmen Ortueta, Taiwan, 1981

En 1946, Xavier es nombrado Agregado Cultural de la embajada en Londres, con el mandato de poner en marcha el Instituto Español en la capital británica. Se inicia entonces una segunda etapa en la vida de Carmen, de casi veinte años, en la que, en la Inglaterra devastada por la guerra, completa su familia numerosa de cinco hijos, conoce de primera mano la actividad asociativa inglesa en defensa del patrimonio como la National Trust, que contaba con más de 800.000 afiliados y, de forma especial, traba amistades que le serán posteriormente de gran utilidad, en especial la de Duncan Sanday, presidente de Europa Nostra desde 1969, y que será una pieza fundamental en la tercera y productiva vida de Carmen Ortueta.

Carmen Ortueta (primera izda.), con la Reina Madre de Inglaterra, Londres, 1953

En 1960 la familia se traslada a Madrid dónde Xavier ejercerá de subdirector y luego director del Museo del Prado, compaginando dicha actividad con la de profesor, al lograr en 1963 el traslado de su Cátedra de Barcelona a Madrid. Aún durante una década, el matrimonio mantendrá sus amistades y contactos con Londres. En 1969, contando 57 años, Carmen Ortueta reaviva su nunca olvidada vocación por la historia y el arte e inicia una tercera y productiva etapa en su vida.

En la Semana Santa de 1969, la americana Alice Griffith, condesa de Romanones, invita a la familia Salas a la finca que su marido había heredado en Trujillo. El matrimonio Salas queda deslumbrado por la belleza del lugar y atónitos por el abandono en que se encontraban sus edificios históricos. Un año después, Carmen, con el apoyo de su marido y de Alice Griffith decide crear la asociación “Amigos de Trujillo”, con el fin de recuperar el tesoro histórico-artístico de la Villa.

A través de un “revolving found” recaudan dinero privado y estatal para comprar edificios, que más tarde venden a personas con capacidad económica para restaurarlos. La condición era que las autoridades locales proporcionasen viviendas sociales a las familias que malvivían en las ruinas de dichos edificios. En 1985 más de 20 edificios históricos habían sido rehabilitados.

La Asociación se mantiene también activa en iniciativas como la creación en Extremadura de una Academia de las Letras y las Artes, con sede en Trujillo, que inicia su andadura en 1980; y en la necesidad de un Parador Turístico para Trujillo, que se logra en 1984.

En los años 70 el matrimonio Salas compra las ruinas del Convento de Coria con el fin de crear allí la Fundación Xavier de Salas como un centro cultural enfocado al estudio de los eslabones históricos entre Extremadura y las Américas. En 1980, parcialmente rehabilitado el edificio, inicia su camino con un Museo Didáctico y un programa de encuentros culturales con Perú, que se irán extendiendo a México, Alemania y Estados Unidos. En 1982 fallece Xavier y Carmen queda al frente de la Institución, en el que permanecerá hasta el año 2002, en que es sustituida por su hijo Jaime de Salas.

1975 es declarado Año Europeo del Patrimonio Arquitectónico y la asociación “Amigos de Trujillo” decide que España entre en Europa por la puerta grande: la de la cultura. Carmen contacta con Duncan-Sandys para crear Hispania Nostra, que se constituye en 1976, bajo la presidencia del Duque de Huéscar, la vicepresidencia de Carmen Ortueta y la Presidencia de Honor de la reina Sofía. Se plantea como una asociación paraguas de las diversas entidades locales que ya trabajaban en la recuperación del patrimonio y bien pronto publica un boletín, en el que se intercambian opiniones y se difunden los diversos proyectos llevados a cabo por las distintas asociaciones. En 1977 la asociación se integra en Europa Nostra, de la que Carmen será también vicepresidenta, encargándose de la defensa de las candidaturas españolas a los premios por la recuperación del patrimonio que concedía la Asociación.

Doña Sofía con Carmen Ortueta y Joaquín Leguina, tras la entrega
de la medalla de Europa Nostra, Madrid, 1991

No tenemos espacio en esta breve reseña para dar cuenta de todas las actuaciones llevadas a cabo por Hispania Nostra, sólo mencionar su colaboración activa a la hora de recuperar el Camino de Santiago como elemento vertebrador de Europa y la Exposición Fotográfica, realizada en 1985, en el Instituto español de Nueva York. Se expusieron allí las actuaciones de recuperación del patrimonio, merecedoras de los 17 premios, recibidos de Europa, durante los 7 primeros años de la institución de los galardones.

Carmen Ortueta se mantuvo activa hasta bien entrada su vida en la década de los noventa y falleció en su casa de Madrid, pocos meses antes de cumplir los 100 años, dejándonos un legado, merecedor de todo nuestro agradecimiento.

MARÍA LUISA MAILLARD

Nota: Esta semblanza ha sido posible gracias al libro, recientemente publicado, Carmen Ortueta de Salas y el patrimonio histórico españolcuyo autor es Mervin Samuel, editado por Fundación CB.



100 AÑOS DE REVISTA DE OCCIDENTE


Fernando Castillo, María Luisa Maillard y Fernando Rodríguez Lafuente

Promovida por la Fundación ARCE, nuestra colaboradora María Luisa Maillard participó en una mesa redonda que supuso la iniciación de los actos de conmemoración del Centenario de REVISTA DE OCCIDENTE (Fundación Ortega-Marañón). Estuvo acompañada del director de Revista de Occidente, Fernando Rodríguez Lafuente y el historiador Fernando Castillo. El acto tuvo lugar el pasado 29 de noviembre, en el salón de actos de la Biblioteca Municipal Eugenio Trías de Madrid.







THE PITIUSAS COLLECTION
A. PILAR RUBIO LÓPEZ

El Centro Cultural Buenavista de Madrid exhibe en estos días una selección de dibujos del pintor, experto en grabados y escritor, Antonio M. Contreras, quien, seducido por la luz y el color de las Islas Baleares, como antaño lo fueran fenicios, griegos y romanos, ha querido dejar constancia de la belleza de este lugar privilegiado de nuestra geografía, sucumbiendo a sus encantos. El autor ha decidido mantener el título The Pitiusas Collection, rememorando la muestra que exhibió en la Galería Can Caus de Santa Gertrudis (Ibiza).



La serenidad de la naturaleza balear —no en vano, Mallorca fue descrita como isla de la calma por Santiago Rusiñol—, ha sido fuente de inspiración de escritores, como George Sand, o compositores, como Chopin. Siguiendo la estela de Rusiñol, Lorenzo Cerdá, Pilar Montaner y otros pintores enamorados de la luminosidad del cielo, del color verde esmeralda y aturquesado de sus aguas cristalinas, Antonio M. Contreras ha querido manifestar su arte, esta vez en delicados dibujos, exhibiendo el encanto de rincones singulares a lo largo del recorrido de la muestra.


Pero no es solo el mar o la vegetación autóctona lo que el espectador puede contemplar en la exposición: las formas poliédricas de la arquitectura, que en su día captaron la atención de Le Corbussier, discurren a lo largo de las paredes de la galería, a veces salpicadas por las figuras de personajes vestidos con sus trajes típicos, imágenes que se nos antojan alusivas a las visiones de España de Sorolla.

Dice el autor que no es su mejor obra, que los cuadros expuestos son fruto de un capricho veraniego, alejados de los exuberantes y bucólicos paisajes protagonizados por los viajeros románticos. Ciertamente la obra parece trazada a vuelapluma por un artista que navega con soltura entre sanguinas y acuarelas, óleos y pasteles. Pero tiene la frescura de la espontaneidad, de pintar al natural, algo muy diferente a los trabajos de xilografía, litografía, linograbado o grabado clásico, técnicas en las que es un gran experto.

Antonio M. Contreras, abandonó por un tiempo sus libros, escritos e ilustrados, buril, punta seca, aguafuerte y aguatinta, para ofrecernos la sencillez de un mundo natural de sugestivos encantos, inundados de luz y color que para él suponen un soplo de aire fresco y un canto de libertad.

A.PILAR RUBIO LÓPEZ





EXCELENTE ACOGIDA DE NUESTRA BIOGRAFÍA VIDA DE VICTORIA OCAMPO, de LIDIA ANDINO TRIONE, EN FUNDACIÓN SUR (de la que Victoria fue fundadora), BUENOS AIRES. 

“En cuanto al libro en sí (y le aseguro que he visto muchos sobre el tema) me ha parecido excelente. Tiene un enfoque original, pero, más importante aún, toca temas que por lo general no he visto incluidos en biografías sobre Victoria (como, por ejemplo, el resumen de sus obras o la relación con Soledad Ortega). Me ha gustado mucho y lo considero una contribución esencial al conocimiento de nuestra fundadora.

Seguramente ha influido la distancia, que permite tomar cierta perspectiva, muchas veces necesaria para un enfoque equilibrado y balanceado del personaje en estudio. Otra vez, muchas felicitaciones por un trabajo muy bien hecho”.

Juan Javier Negri
Presidente del Consejo de Administración
Fundación Sur, Buenos Aires
 




¿QUÉ ES EL DOLOR?
LIDIA ANDINO

La naturaleza del dolor siempre ha sido un tema muy complejo y discutido.

Ejemplos tan frecuentes como el de los soldados con heridas graves que no se duelen hasta el final de la batalla, el de los deportistas lesionados que sólo experimentan dolor cuando la prueba o el partido ha finalizado o, en general, el hecho singular de que los dolores físicos no lleguen a su máxima intensidad si estamos ocupados en otros intereses, nos hablan de tal complejidad.

También sabemos que quien está aquejado de un dolor o un malestar orgánico, cesa de interesarse por el mundo exterior en cuanto no tiene relación con su dolencia; hasta una observación más detenida nos podría decir que cesa de amar cuando sufre.

Semejante conducta nos parece tan normal porque, seguramente, sería la mía, la vuestra, en igual caso.

El dolor irrumpe los sueños idealistas y platónicos, así como los juegos amorosos. Por un intenso sufrimiento se puede llegar a olvidar desde el pago de un impuesto, hasta las tablas de multiplicar. Y, si es el caso de un dolor de muelas, como dice el poeta, concentrándose está su alma, en el estrecho hoyo de su molar.

Existe también un gran número de pacientes que plantean un importante desafío a los médicos porque sus perturbaciones y quejas carecen de signos visibles y palpables de un proceso patológico. Es el caso de los que no pueden realizar una labor intelectual a causa de intensos dolores de cabeza, o a los que le duelen los ojos al leer y no faltan a los que se les cansan las piernas al caminar y sienten dolores sordos o se les adormecen.

Algunas veces un profundo cambio en sus condiciones de vida puede liberarlos de tales dolores. Estando de viaje pueden sentirse de maravilla, pero al regresar a casa todo sigue igual. Es por todos conocido y vivido que bajo la influencia de estados de dicha el cuerpo florece y hasta recupera rasgos de juventud.

Pero en todos los casos los dolores físicos tienen una conexión con los afectos, las emociones y las preocupaciones del que los padece, aunque quiero aclarar que dichas preocupaciones si bien no son las que producen el dolor corporal, sin embargo, lo que sí es cierto es que lo utilizan, lo agudizan. Así, un dolor en el talón se agudiza cuando quien lo padece, oscuramente, sospecha que “no va a entrar con buen pie en la reunión familiar de la fiesta navideña”; “no va a entrar con buen pie en el trabajo”, o las sensaciones en la garganta como “esto tengo que tragármelo, aunque no me guste”.

En cuanto a los que manifiestan tener menos respeto por los dolores debidos a la “imaginación” que, a los provocados por una herida o una enfermedad, puedo decirles que caen en una evidente injusticia porque cualquiera que sea la causa —imaginada o inventada—, del dolor, no por ello deja de ser este dolor mismo, ni menos real, ni menos intenso.

LIDIA ANDINO
Psicoanalista




MÁS LUZ
ROSA MASCARELL DAUDER

Más luz es un libro de testimonios de mujeres que han sufrido violencia por el hecho de serlo. Un delito que por desgracia se repite a lo largo del tiempo y de la geografía mundial y que fue declarado pandémico en el siglo pasado. Aun así, sabiendo que “la violencia contra la mujer constituye un obstáculo para el logro de la igualdad, el desarrollo y la paz; que constituye una violación de los derechos humanos y las libertades fundamentales”, según la ONU, seguimos sin encontrar y poner los medios adecuados y efectivos para poder decir: “nunca más”. Este libro quiere ser una herramienta que incida en la consecución de esa justicia necesaria para construir una humanidad libre y respetuosa.

El día 25N se presentó ante una sala llena, no abarrotada porque se quedó gente en la calle sin poder entrar. Esto significa que sigue habiendo sensibilidad sobre el tema, que la gente quiere que esto cambie y que se están pidiendo medidas para atajar por fin la violencia machista. Es una responsabilidad de las personas que nos gobiernan, de las instituciones que nos legislan, pero también de cada persona. Tenemos la posibilidad de decir NO ante quienes nos dicen ser los amos: “aquí mando yo”; “si no cumples lo que ordeno ya sabes lo que hay”; “yo soy el padre y se hace lo que yo digo”; “me obedeces porque eres mi puta...”. Las mujeres que nos cuentan su historia escucharon frases como estas y se dejaron por miedo, por sentirse solas, sin ayuda o por vergüenza.

Ha sido duro para mi escuchar sus testimonios, pero desde el primer instante me di cuenta de que se les debía dar voz. Mujeres, niños y niñas se sienten indefensos ante el abuso de poder de padres o compañeros que se sienten con el derecho de ejercer violencia sobre ellos. Es nuestro deber ayudar a las víctimas porque, a veces, no ven o no pueden ver, no hablan o no pueden hablar. Las fotografías de Annamaria Parejo que acompañan el libro nos ponen ante los ojos esa realidad. Son, junto a las historias que ilustran, una herramienta para trabajar en las aulas o en centros de prevención, en las consultas de psicología o en los hospitales. Esto es lo que quiere ser el libro: material de concienciación y de trabajo. Por esta razón, cada capítulo se acompaña de unas cuestiones para reflexionar y de algún enlace que visitar. Así mismo, al final se adjunta un glosario de términos relacionados con el tema y de teléfonos donde llamar.

El prólogo del libro es de Vicente Garrido, uno de los profesionales que más ha trabajado en España la figura del psicópata integrado: “…¿No es un deber de las personas situadas a la vanguardia de la filosofía y del arte mantener a la sociedad en un continuo proceso de reflexión sobre los valores, y proponer nuevas vías de análisis y de expresión de los impulsos humanos?”.

Esta pregunta de Garrido sobre nuestra responsabilidad desde la filosofía, fue la que acabó de decidirme a escribir el libro encargado por la Concejala de Igualdad del Ayuntamiento de Gandía, Juana Navarro. Tuve que parar y respirar muchas veces durante las entrevistas y la escritura, pero el agradecimiento de las mujeres que colaboraron ha borrado toda aquella angustia. Es importante mirar, pedir ayuda, hablar, comunicar y coger fuerzas para salir. Hay más manos amigas de lo que nos imaginamos desde la cueva sin luz. Hay que salir a la luz para liberarse y hay que enfocar donde está la causa del problema: en el abuso de poder.

 ROSA MASCARELL DAUDER

Annamaria Parejo Ripoll (Gandía). Artista plástica, activista ecofeminista y gestora cultural. Máster Universitario en Proyecto e Investigación en Arte y Grado en Bellas Artes; ambas titulaciones por la Universidad Miguel Hernández de Elche, campus de Altea. Trece años como fotoperiodista le avalan en el mundo de la fotografía y la información, llevando a cabo trabajos para diarios como Levante emv, El Mundo, El País… Su obra plástica ha sido premiada en diferentes certámenes, así como exhibida en exposiciones tanto colectivas como individuales. Sus ganas de comunicar, le llevan a dirigir y presentar “Tiempo B” en Radio UMH; espacio de arte, música y entrevistas. Su último trabajo llevado a cabo es “MUT·ART mutaciones plásticas hacia el arte” comisariando a Olga Diego y PEPesART. Actualmente se encuentra inmersa en varios proyectos de gestión cultural. 

Rosa Mascarell-Dauder (Gandía, 1963). Escritora, gestora cultural y artista, Máster en Estética y Teoría de las Artes por la UAM y licenciada en filosofía por la UV. Fue secretaria y documentalista de María Zambrano en Madrid hasta su fallecimiento y forma parte del patronato de su fundación. Pertenece también a la Fundación Francisco Brines, de la cual ocupa el cargo de secretaria. Ha sido directora del CEIC Alfons el Vell de Gandía. Es socia de diferentes plataformas por la visibilidad de la mujer, como AMMU o Portal de Igualdad. Editora del Epistolario Alfons Roig-María Zambrano (1955- 1985). Co-autora de María Zambrano filósofa de la Generación del 27; conferenciante y autora de numerosos artículos sobre cultura y filosofía en revistas a nivel nacional e internacional. Ha recibido diversos premios tanto por su obra artística como por su trayectoria en pro de la cultura. www.rosamascarell.art

Edicions 96, 2022
ISBN 978-84-19149-29-9
https://www.edicions96.com/libro/mas-luz_143717/




POÉTICA DE LA CULTURA
ROSARIO HERRERA GUIDO
 

[...] el concepto de creación es muy amplio ...
todo lo que es causa de algo ...
pase del no ser al ser es 'creación' ...
todas las actividades que entran
en la esfera de todas las artes son creaciones
y los artesanos de estas, creadores o 'poetas' ...
Pero ... no se les llama poetas ...
del concepto de creación se ha desprendido una parte,
la relativa a la música y al arte métrica ...
'Poesía se llama tan sólo a esta,
y a los que poseen esa porción de 'creación', 'poetas'.
 
Platón, El banquete o del amor.
 

I

Una de las relaciones entre la poética y la cultura la sugiere Octavio Paz en El arco y la lira: "...lo poético no es algo que está fuera, en el poema, ni dentro en nosotros, sino algo que hacemos y que nos hace” (Octavio Paz, El arco y la lira, México, F.C.E., 1979:168). Una poíesis que es causa, en sentido griego, de la producción y la creación, la creación de la cultura y la auto-creación humana, como de la creación y auto-creación del universo. 

El poema, de cuya forma es causa la poética (poíesis), es un ser de palabras del que emana una sustancia que se resiste a transformarse en concepto, y que los griegos llamaron poesía. El poema, dice Octavio Paz evocando a Juan Ramón Jiménez, es para una inmensa minoría, pues deviene multitud. Y es que los lectores de poemas elevan su lectura solitaria al plano de la universalidad de la cultura. Los pocos lectores de poemas se abisman en lo inconmensurable para develar por un instante el infinito. Algo análogo afirma Marguerite Duras de la escritura: “con el escritor todo mundo escribe.”

El lector de poemas abre una dimensión poética transpersonal, a través de la otra voz. En Los hijos del limo, lo advierte Octavio Paz: "Para los románticos, la voz del poeta es la voz de todos; para nosotros es rigurosamente la voz de nadie. Todos y nadie son equivalente y están a igual distancia del autor y de su yo. El poeta no es 'un pequeño dios', como pensaba Huidobro. El poeta se desvanece detrás de su voz, una voz que es suya porque es la voz del lenguaje, la voz de nadie y la de todos. Cualquiera que sea el nombre que demos a esa voz —inspiración, inconsciente, azar, accidente, revelación—, es siempre la voz de la otredad” (Paz, Los hijos del limo, Barcelona, Seix Barral, 1987:224). Permítanme agregar: la voz de la cultura.

A diferencia de Octavio Paz, considero que la lectura de poemas por toda la sociedad no es una experiencia exclusiva del alba de la historia. Las familias de las comunidades indígenas, rurales y urbanas, como antaño, todavía reescriben con la tinta de la noche las hazañas de los dioses primeros, el origen de la tribu, el pueblo y las anécdotas sobre sus ancestros. Gracias a esta poética del mito, el grupo forma parte de la cultura y el universo; por los antepasados la comunidad habita el presente y se proyecta hacia el futuro. Contar es cantar el origen del mundo de cada cual y de la cultura, que aviva el fuego de las palabras que nos congregan Es esta poética de la cultura, que convoca a vivos y muertos, la que me permite hablar de una cultura poética.     

La división de la sociedad —observa Octavio Paz—, promovió las diversas artes, ciencias y técnicas, que en el origen eran una: la poesía, el mito, la magia, la religión, el canto y la danza, la técnica y la ciencia. Entonces, diferentes culturas nacieron al seno de la cultura. Pero esas minorías siempre han mantenido una comunicación, cuyo tejido cobija la cultura de todo pueblo. Más allá de cada cultura existen ideas, creencias y costumbres compartidas por una cultura, que conforma el espíritu de las artes, en particular de la poesía, esa fuente de imágenes en las que los hombres y las mujeres se miran, porque les revela por instantes el secreto de su existencia. Lo evoca Octavio Paz en El arco y la lira: "[...] la poesía pone al hombre fuera de sí y, simultáneamente, lo hace regresar a su ser original: lo vuelve a sí. El hombre es su imagen: él mismo y aquel otro. A través de la frase que es ritmo, que es imagen, el hombre —ese perpetuo llegar a ser— es. La poesía es entrar en el ser." (Paz, El arco y la lira, México, F.C.E., 1979:113). Incluso, cuando la poesía moderna expresa la dispersión de la comunidad, es expresión del quebranto de la cultura.

No importa si la poesía es leída por minorías: la memoria colectiva salva y preserva a la comunidad y a la cultura. La poética de la cultura cruza el océano del tiempo para apoderarse de la imaginación colectiva, de los símbolos que vinculan a los pueblos, justo por inagotables y enigmáticos, de los que Gilbert Durand en La imaginación simbólica afirma: "El símbolo pertenece al universo de la parábola, en el sentido griego: para='que no alcanza'. Es esta inagotabilidad la que esboza la frágil condición del vínculo simbólico, pues pretende decir lo real en su vehemencia significativa, excedido por esa inefabilidad que no alcanza a suturar la herida originaria, el sentido secreto, la epifanía del misterio" (Durand, La imaginación simbólica, Madrid, Taurus, 1968:14-15).

Desde tiempos inmemoriales se cantan cuentos, poemas en prosa, que después cicatrizan la piedra, luego pergeñan el papel, más tarde se fijan en la letra impresa. Sin embargo, la permanencia de la poesía es obra de una minoría, a partir de la que sociólogos y editores anuncian su extinción. Pero tanto los relatos familiares y comunitarios, como las lecturas públicas de poemas, alimentan una ancestral tradición que no parece agonizar.

Mientras la disipación produce el olvido, contar, escribir y leer poemas, nos permiten entrar en mundos desconocidos que revelan por un instante la tierra que nos vio nacer. El cuento y el canto iluminan el sendero hacia nosotros mismos. Como advierte Martin Heidegger en Hölderlin y la esencia de la poesía, la poesía es la única epistemología que es capaz de aproximarse a la esencia del ser: "La realidad del hombre es en su fondo poética"; un "morar poéticamente" en el que la metáfora supera al concepto como instrumento de captación de la condición humana" (Heidegger, Hölderlin y la esencia de la poesía, Mérida, Universidad de los Andes, 1968:30).

Parece que hablo de una poética de la cultura inútil, sobre todo en plena era de la comunicación global y de la existencia apantallada, pero no imposible, pues las computadoras nunca podrán contar cuentos, crear poemas, mucho menos hacer poesía, en tanto que revelación y oráculo de nuestro destino. La poesía lleva a cabo los mismos ideales terapéuticos de la religión, pero sin prometer la inmortalidad ni condenar la vida. Por ello, de los relatores, escritores y lectores de poemas, aunque inmensa minoría, depende la permanencia de la poesía y de la cultura.

Son pocos los best-sellers que sobreviven a su éxito, pues se reducen a mercancías. El fin de la cultura poética no es entretener, informar o proporcinar objetos de consumo, pues la poesía no busca la inmortalidad sino la resurrección. Lo sugiere Octavio Paz en Los hijos del limo: "Leer un texto no-poético es comprenderlo, apropiarse de su sentido; leer un texto poético es re-sucintarlo. Esa re-producción se despliega en la historia, pero se abre hacia un presente que es la abolición de la historia" (Paz, Los hijos del limo, op. cit., p. 227).

La poesía exige tiempo para ser recibida, exige cultura, puesto que el lector debe cultivarse a través de una Paideia Poética. Toda cultura exige una poíesis que requiere transformaciones. Cada obra poética desafía el sentido estético del público; el lector sólo aprende a disfrutarla cuando es atravesado por el ritmo de un nuevo lenguaje. Hay que desaprender lo conocido para renovar la sensibilidad, pues la poética de la cultura siempre está expuesta a la lucha entre lo antiguo y lo nuevo.

Hoy la querella entre la poíesis y el logos es más profunda, pues afecta la dimensión histórica y espiritual. La disputa es entre una poesía rebelde a la modernidad y la burquesía (creadora de la modernidad). Los románticos son hijos rebeldes de la modernidad, que al desgarrarla la exaltan. La modernidad siempre ha estado en contra de sí misma; esta ambivalencia es el secreto de su constante transformación.


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Paul Graff es un chaval judío de 12 años que vive en el barrio neoyorquino de Queens. Va a un colegio público, sus padres y familiares le quieren y le arropan, en especial su abuelo, desea convertirse en un pintor famoso y pasa sus días con su amigo y compañero de clase Johnny, un niño de raza negra que vive con su abuela a la que cuida. Los dos son algo golferas y contestones, pero parten de diferentes líneas de salida: Paul tiene una familia que ha logrado insertarse en la sociedad americana y se preocupa por él y Johnny tiene que sufrir el racismo de la sociedad y no posee una familia que le arrope. Entre ellos se da una amistad sincera que se verá puesta a prueba una y otra vez.

Cuando Paul traspasa ciertos límites su familia decide cambiarlo a un colegio privado de élite y que está financiado por la Fundación Trump. En él se educan los cachorros que ocuparan los puestos más relevantes en la economía y política de Norteamérica. Es una micro sociedad racista y cerrada a cualquier valor humanista y abierta al todo vale para triunfar. Los mundos de Paul y Johnny se distancian cada vez más. Paul da señales de fatiga y de ambivalencia a la hora de seguir con la amistad, pero continúan con ella. Y, mientras tanto, Reagan gana las elecciones entre la alegría de profesores y alumnos del nuevo colegio y el disgusto y las malas caras de los padres y familiares de Paul que son progresistas.

James Gray, el director de la película, nos habla de los sueños perdidos de un niño a punto de entrar en la adolescencia y enfrentarse al mundo de los mayores. Nos narra cómo entre lo correcto moralmente y lo práctico, gana lo práctico. El miedo a no encajar socialmente, a permanecer en los márgenes de la sociedad borra cualquier ideal de lucha por lo justo y cualquier defensa por la igualdad será barrida ante el deseo de estar entre los triunfadores. Nos señala la renuncia a los valores morales que hay que hacer para formar parte de una comunidad, de un sistema. “Hay que ser práctico” ese es el lema de la familia de Paul. Hay que encajar. Se puede poner cara de rabia, incluso sentirla, en la salita de casa mientras se ve en la televisión como Reagan gana las elecciones y pagar, al mismo tiempo, con la ayuda de la familia, un caro colegio privado donde profesores y alumnos apoyan incondicionalmente a Reagan.

El abuelo de Paul, un magnifico Anthony Hopkins, hijo de una judía ucraniana, ha trabajado duro para asimilarse y aconseja a su nieto Paul que defienda a su amigo contra los racistas y al mismo tiempo le convence para que se cambie a un colegio racista. “Ahora, le dice, que cuentas con la ventaja de apellidarse Graff en lugar de Greizerstein”. Todo vale, incluso cambiar el apellido, para equipararse y para triunfar. El único que no puede cambiar de piel es Johnny, y él lo sabe. No tiene opciones, toda esperanza es vana. Todo sueño, el suena con la NASA, es inútil para él. Solo le queda la autoinmolación.

Armagedón, es una película elegante. No intenta emocionarnos, ni conmovernos. La narración transcurre tranquila, sin espavientos ni redobles de tambores. Nos introduce por los vericuetos de lo práctico y lo ético. Nos cuenta que precio hay que pagar y las renuncias que hay que hacer para no quedarse en los márgenes de la sociedad. Y plasma la ambivalencia en la que nos movemos y las trampas que nos fabricamos para poder vivir en esa contradicción.

 Es una película muy recomendable y magníficamente narrada. Aunque a algunos, los amantes de las emociones fuertes, pueda parecerles un poco suave, ya que el director sugiere y cuenta la historia de Paul y Johnny sin un solo gesto estridente. Para mí eso es un mérito.

ISABEL BANDRÉS

 

https://www.youtube.com/watch?v=zfMtzQAwURs




Close es una palabra inglesa que significa cerrar y cerca. ¿Cerrar una relación cercana? ¿El director ha pensado en ese doble sentido o es producto de su inconsciente? El director Elgian Lukas Dhont nos cuenta en “Close” la historia de Rémi y Léo, dos muchachos de 13 años que son amigos desde la más tierna infancia. Todo lo hacen juntos. Viven muy cerca, en pleno campo. Se podría decir, que Léo pasa más tiempo en casa de Rémi que en su propia casa. Son como hermanos. Sus familias son amigas y vecinas y ell trato entre todos es de amistad y afecto. La película se abre en verano, en plena cosecha. Mientras las familias trabajan en el campo, los chicos se divierten, se hacen bromas y Rémi perfecciona su talento musical con el oboe.  Los muchachos están a punto de entrar en el instituto y de dejar la infancia. 

Y lo que en la infancia nada extrañaba, en el instituto, entre otros adolescentes, la cercanía entre ellos se hace sospechosa. Les acosan con palabras cargadas de doble sentido, de rechazo, de burla: “¿Sois pareja?” “¿Estás con la regla?” Frases que hieren a Léo en lo más profundo. Lo que antes se veía como amistad infantil, “somos como hermanos”, ha pasado a ser una relación sospechosa. Están en una edad en la a que la imagen, la identidad y ser aceptado por el grupo es más importante que cualquier otra cosa. Ser señalado como diferente es una herida de difícil cura en plena inmadurez.

 Léo empieza a ver a Rémi como una carga, una rémora para su integración en el instituto. ¿O quizás no desea saber cuál es el verdadero vinculo que les une? Poco importa que el vínculo sea de amistad o de atracción sexual porque la película no va exactamente de eso. La narración trata de la dificultad de crecer y madurar, del terror a no ser aceptado y ser visto como diferente, de la maldad líquida ejercida por unos adolescentes contra otros adolescentes que ven como distintos, en este caso como homosexuales. Nos habla de las dificultades y los dolores del crecimiento cuando todavía no se es capaz de pensar ni saber, pero sí de sentir en carne viva todo lo sucede sin poder ponerle palabras. Léo y Rémi, no saben muy bien lo que les está ocurriendo porque no pueden todavía pensar, unir, relacionar lo que les está pasando. El resto, los acosadores, tampoco son capaces de saber el dolor que están provocando, la perversión de sus actos y las consecuencias de sus palabras, pero ellos pueden diluir su responsabilidad individual en el grupo. 

Léo huye hacia delante, poco a poco romperá, cerrará la cercanía con Rémi. Y esa ruptura tendrá consecuencias trágicas. Porque otro de los grandes temas de esta película es la culpa y el dolor. La culpa que marcará para siempre a Léo y que le acompañará toda la vida.

Mientras tanto, en el instituto los adultos parece que no se han enterado de lo que realmente pasaba en sus clases y recreos, cosas de chicos. Incluso, cuando la tragedia se hace presente, no se les ocurre otra cosa que hacer reuniones con alumnos donde los que fueron acosadores sustituyen sus palabras destructivas por otras de alabanza. Nadie parece dispuesto a ir un poco más allá de lo aparente. Solo la madre de Rémi se hará preguntas reales sobre su hijo. En el acto emocionante acto final, se da una catarsis. Leo se quiebra al reconocer su culpa: “Yo lo rechacé”.  Y nos conmueve que alguien en esa tierna edad pueda llevar tal carga de dolor.

Close es una magnífica y exquisita película que, de manera contenida, nos habla de las dificultades de madurar, del dolor, de la culpa y de la normalización del acoso. No se la pierdan.

ISABEL BANDRÉS

 

https://www.youtube.com/watch?v=hv0AE-K5Aew


SUSI TRILLO

MELODY GARDOT

“Gardot es jazz, sin serlo, aún siéndolo”. Esto opina el crítico de jazz de Le Monde. Vamos, que no se aclara mucho; pero sí lo hace ella misma cuando nos dice: “el jazz es libertad. Yo lo veo como si tuviera un restaurante y preparara siempre el mismo plato. Tengo un estilo, pero he descubierto cosas en mis viajes y añado otros ingredientes para probar... Si te fijas en tipos como Miles Davis, ves que nunca hizo la misma cosa dos veces. Mientras vivimos, estamos siempre en movimiento”. Pues claro que sí, bien dicho. Así es ella, inmensa en la elegancia y el puro sentimiento que alcanza al navegar entre esencias de jazz, funk, rhythm and blues, música brasileña o portuguesa. 

Melody Gardot (New Jersey) es cantante y compositora por pura casualidad. Iba encaminada hacia el diseño y la moda, pero un gravísimo accidente cuando tenía 19 años —resultó arrollada por un todo-terreno mientras circulaba en bicicleta—, la tuvo un año postrada en la cama con la pelvis partida en dos, con severas secuelas motoras, cognitivas, dificultad en el habla… De hecho, jamás sale a un escenario —ni a ninguna parte—, sin unas gafas de sol, que no utiliza por moda o antojo, sino por un problema de hipersensibilidad a la luz que todavía arrastra desde el accidente. Durante su larga convalecencia, la afortunada idea de utilizar la música como terapia, unida a su innegable talento, hicieron de Melody el milagro que es hoy.

Ginebra, Munich, Berlín, Bruselas, Londres, tres días en el Olimpia de París, Valencia… Cuando llegue a Madrid y la escuchemos (ya tengo las entradas) el día 28 en el Gran Teatro Caixa Bank Príncipe Pío, vendrá de hacer ese recorrido y le quedará todavía cantar en Barcelona, Aix-En-Provence, Montecarlo, de nuevo a París, de nuevo Bélgica… Melody Gardot está en plena gira europea llenando teatros. No se prodiga tanto por estos pagos como sus adeptos quisiésemos; la última vez en Madrid fue en julio de 2019, en las Noches del Jardín Botánico. 

Suele regalar alguna versión clásica en sus conciertos, pero primordialmente interpreta sus propias composiciones que, por cierto, la turinesa Carla Bruni ha comparado con poemas de Emily Dikinson. En fin, no sé… pero sí sé que su talento es deslumbrante. Su voz no es solo técnica, pues no ha recibido clases de canto y, sin embargo, es pura, auténtica, sabia, sin pirotecnia barata; siempre en continua evolución de sonidos. Se desenvuelve de maravilla al piano o a la guitarra acústica e improvisando a su antojo; su carisma es innegable sobre un escenario y en el cosmos del jazz no tiene nada que envidiar a nombres tan respetados y venerados como Diana Krall o Madeleine Peyroux. Pero nada. Confieso que para mí es una auténtica diva y tengo claro que, aunque canta por accidente, ha venido para reinar.

Y parece que llego a tiempo, antes del cierre de edición de este blog, de contaros cómo fue el concierto —ayer día 28 en Madrid—, de Melody Gardot: pura magia. Rodeada de excepcionales músicos, a destacar el piano de Philip Powel (hijo del gran guitarrista brasilero Badem Powel), la percusión alucinante, los solos de saxo, las tres mujeres violinistas armenias, el bajo, el chelo… con todos a un nivel superlativo, la Gardot fue desgranando su repertorio con esa “aparente facilidad” a la que nos tiene acostumbrados. De su garganta salió todo un abanico de registros que cautivó, una vez más, al abarrotado teatro, pues el lleno era total. Como, además, estaba ella particularmente habladora, nos deleitó con varias enjundiosas anécdotas en las que su innegable lado cómico brilló a la par de su portentosa voz, salpicando su inglés americano de español (la mejor carne se come en Madrid; he cenado un pincho de tortilla; que me traigan un vino tinto del bar, “porfi”, etc. etc.) y de francés. Hizo un par de bises: el primero sola con su guitarra y regalándonos en el segundo su propia versión de la canción popular mexicana “La llorona” pues, como nos contó, opina que nuestro idioma es el más rico del mundo y está empeñada en aprenderlo. Un recital excepcional plagado de momentos excelsos.

S.T.

Nota: Lamento mucho no poder ofrecer el nombre de todos los maravillosos músicos que la acompañan, pero viene siendo habitual que al público no le ofrezcan un programa. Craso error.


BABY I’M A FOOL



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