Traducción: "Dicen que llueve, pero mean por nosotros" Dicho popular gallego |
MALVERSACIÓN
ISABEL BANDRÉS
Franklin
Roosevelt, hablando de la relación entre los ciudadanos y los políticos,
afirmó: “La confianza se nutre de la honestidad,
el honor, el carácter sagrado de las obligaciones, la protección fiel y el
empeño desinteresado.” ¿Y dónde encontramos políticos con esas cualidades? Los
seres humanos no estamos hechos solo de virtudes. En nuestras entrañas hay una
amalgama de bondad, odio, generosidad, envidia, soberbia, amabilidad,
estupidez, rapiña, esplendidez… que hace que sean necesarias unas leyes, un
cuerpo de normas, que hagan posible la convivencia y que resguarden a los más
débiles de los más fuertes y protejan a los ciudadanos de aquellos que detentan
el poder. Dada nuestra naturaleza y, mientras nos convertimos todos en seres
angelicales, es oportuno tener muy en cuenta el consejo de Thomas Gordon: “La
única seguridad que podemos tener de que los hombres sean honestos es hacer que
les interese comportarse bien”. La ley, seguramente, no impartirá justicia, la
gran palabra, pero al menos pondrá diques de contención a los más perversos. La
democracia se basa en el imperio de una ley justa, o lo más justa posible, no en
la oportunista e interesada. Últimamente en España, hemos entrado en una serie
de reformas legales de gran calado por la vía de urgencia y a uña de caballo para
exonerar, por lo que parece, a los independentistas catalanes. Manuela Carmena
ha manifestado su desacuerdo con la forma que se ha hecho está reforma del
Código Penal. "El derecho —ha comentado en una entrevista en Más
Vale Tarde—, hay que saberlo
tratar bien. Las leyes hay que hacerlas con más cuidado”.
Es cierto que
el Código Penal aprobado en 2015 con el PP, necesitaba una reforma porque no
recogía todos los comportamientos que debiera. La malversación es una hidra de
mil cabezas que hay que combatir continuamente con energía, pero la reforma de
2022 no lo hace. Muy al contrario, la nueva reforma facilita otras formas de
corrupción. No solo no ha mejorado la anterior sino que la ha empeorado y todo
para dar satisfacción a los independentistas catalanes. Otra cosa es que lo
hayan logrado. Las últimas declaraciones que nos llegan de los independentistas
parece que no. Se verá en el futuro. Señala Lambán (presidente de Aragón y
perteneciente al PSOE) “…Malversar para financiar esos gravísimos hechos contra
la Constitución debería tener un tratamiento agravado”. El delito de
malversación se abarata con la reforma de Sánchez. Reducir las penas en los
casos en que no exista ánimo de lucro personal, supone un retroceso en la lucha
contra la corrupción y proporciona vías de escape para los corruptos.
El fiscal general, Álvaro García
Ortiz emitió el miércoles, 25 de enero, un decreto para unificar criterios
en torno a la reforma de la malversación que es de obligado cumplimiento para todos los fiscales y trata de limitar la posible revisión de condenas a la
baja en causas de corrupción. En cuanto al "ánimo de lucro", el fiscal general rechaza reducir este
concepto a la obtención de un incremento económico personal. Argumenta, que también
se produce cuando se actúa con voluntad de disponer del patrimonio público como
si fuera propio, destinándolo a fines ajenos a la función pública, para
conseguir una ventaja o beneficio. Hay que esperar para saber los efectos de
esta reforma, a la resolución de las múltiples revisiones pendientes de los
casos que se hayan cometido entre el 1 de julio de 2015, que es cuando entró en
vigor la anterior reforma legal, y el 11 de enero de 2023. La última palabra la
tiene los tribunales. No hay que olvidar que se tiene que aplicar la norma que
resulte más beneficiosa para el reo dando prevalencia al artículo 2.2 del
Código Penal, según el cual ninguna ley tiene carácter retroactivo a excepción de
que sea más beneficiosa para el condenado. Estamos en el mismo escenario que el
de la ley del “solo sí es sí”. De todas las formas, es alentador que la
fiscalía y el juez Larena estén intentando actuar como contrapesos. Ventajas
que tiene la democracia.
La
malversación y la mala gestión pudren las raíces de la democracia y dañan,
sobre todo, a las clases más desfavorecidas. Según el Fondo
Monetario Internacional, en su Informe “Frenando la Corrupción” publicado en
abril de 2019, la malversación le cuesta a España 60.000 millones de euros
anuales, lo que equivale a un impacto negativo en el PIB en torno a 4’5 puntos.
Para que se hagan una idea, en Educación invertimos actualmente al año 53.052,7
millones y en Sanidad un total 82.063 millones. ¿Se imaginan todo lo que se podría
haber hecho con el dinero “perdido” durante décadas por la corrupción, si se
hubiese dedicado a sanidad, educación, vivienda pública…? Además, a la
malversación hay que unir la mala gestión. En España 1.000 metros cuadrados de la construcción de una carretera
cuesta el doble que en Alemania en las mismas condiciones.
En la última encuesta
sobre Corrupción y Ética en España, presentada en diciembre de 2022 por la
Agencia Valenciana Antifraude (AVAF, adscrita a las Cortes de Valencia) y por la
Cátedra de Buen Gobierno e Integridad Pública de la Universidad de Murcia, rebela
la insatisfacción ciudadana con los políticos porque consideran que no cumplen
con sus obligaciones. Y a la pregunta quiénes son los más corruptos, un 60%
apunta a los políticos. Sin embargo, la corrupción y
el fraude aparecen en los últimos puestos en las preocupaciones
de los encuestados. Y debería preocuparnos más. Entre nosotros no se ha desarrollado
una estrategia nacional anticorrupción. No hay ni prevención, ni vigilancia, ni
rechazo social. Nos hemos acostumbrado a ella. No pensamos que la corrupción
significa que el dinero público, el de todos nosotros, va a parar al bolsillo
de políticos o funcionarios, a manos de los partidos, a financiar sublevaciones
nacionalistas o a comprar voluntades. Joan Llinares (presidente de AVAF)
afirma: “El delito de malversación está
basado en ese hecho, en la pérdida del dinero público, ahora… se incorporará un
elemento tan subjetivo como es el de si hubo ánimo de lucro o no —con la
dificultad que hay para probarlo—, y recuperar el dinero malversado. Creo que con esto se va a debilitar la lucha
contra la corrupción”.
Hay un aire de desánimo y fatalismo en nuestra sociedad. Debemos recordar
que todos juntos pasamos de una dictadura a una democracia de una manera
ejemplar, vencimos a ETA, logramos un cambio social nunca visto, entramos en la
Unión Europea… Quizá ahora, hay que reconocerlo, nuestros políticos carecen de
lo que los griegos llamaban areté, una suma de virtudes que llevan a la
excelencia. Y quizá ahora, todos nosotros conformemos una sociedad acomodaticia,
de pensamiento débil y disperso, que se refugia fanáticamente en los partidos y
en las ideologías. Pero estamos en una democracia que es la mejor manera de
gobernarnos y de convivir. Cuidemos de ella y no nos dejemos llevar por milongas.
Exijamos a los políticos claridad y datos fiables que para eso les pagamos.
ISABEL BANDRÉS
DE JEFES Y MODELOS
MARÍA LUISA
MAILLARD
Leyendo
el excelente artículo de Marta Albert Márquez "La mujer en la etapa de la nivelación", fruto de una ponencia presentada
en el 2001, en las XVII Jornadas de la Sociedad Española de Filosofía Jurídica,
me puse a reflexionar sobre el papel de los modelos y los jefes en la sociedad
actual.
Se
apoya la autora en el pensamiento de Max Scheler, quien imaginó el futuro de la
humanidad en una progresiva nivelación, es decir, en un equilibrio entre
sectores que, en los años 30, se presentaban antagónicos: la naturaleza
rebelada contra la razón y, como consecuencia, el culto a la juventud y al
cuerpo frente a la sabiduría de la vejez; en el plano político, el socialismo
opuesto al capitalismo; en el plano social; la rebelión de las masas contra las
elites y el de la mujer contra una sociedad construida sobre un modelo
masculino y, englobando a todos, el principio vital frente al espiritual.
¿Se
ha hecho realidad esta predicción? ¿Se ha logrado el equilibrio o se mantiene
la confrontación un siglo después? Vamos a centrarnos hoy en la rebelión de las
masas contra las minorías rectoras. Es cierto que asistimos a una
sobredimensión del término de igualdad, que deriva en muchos casos en un
igualitarismo que reniega de la diferencia propia de los seres humanos y su
libertad; pero esta propuesta radical ¿ha conseguido eliminar a las minorías
rectoras, es decir, a los jefes o los ha hecho más fuertes?
Con
esta pregunta nos adentramos en una de las paradojas del pensamiento contemporáneo,
vigente en nuestros días. La defensa del igualitarismo —impuesto, por ejemplo,
en la educación y reivindicado por el feminismo, en lo que respecta a hombres y
mujeres—, convive de forma apacible con la existencia de minorías rectoras cada
vez más dominantes, tanto en el mundo de la política como en el de la economía.
Paradoja que se hace visible en el movimiento feminista que, desde la
Conferencia de Beijing en 1995, en aras de la igualdad, reconoce la existencia
de elites en la toma de decisiones y reivindica la presencia de mujeres en los
órganos de decisión política y económica, reivindicación que obtuvo el refrendo
de la Declaración de París del 17 de abril de 1999 y que reforzó la política de
cuotas. Reivindicación que se ha convertido en un “mantra” que anatematiza la
discusión sobre su naturaleza y sus efectos positivos y negativos. No es este
el asunto de nuestra reflexión, nos detendremos en el hecho de que la igualdad
no es extensible a la existencia de minorías rectoras. ¿Dónde se aloja entonces?
Quizá
podamos desentrañar la madeja si tiramos del hilo de la diferencia, señalada
por Max Scheler, entre jefes y modelos. Según la Real Academia, un jefe es el
que manda como cabeza principal de un cuerpo u oficio. Evidentemente, si nos
referimos a la toma de decisiones, es en el terreno de la política y de la
economía, donde la existencia de los jefes adquiere mayor relevancia. Siguiendo
con la definición de la Real Academia, un modelo sería, referido a las obras de
ingenio y a las acciones morales, un ejemplar que por su perfección se debe
seguir o imitar. Si la misión del jefe es indicar el camino hacia un objetivo y
reclamar obediencia; la del modelo es, a través de su capacidad estimativa, la
de señalar los valores que condicionan los objetivos que se persiguen y que
deben suponer un acrecentamiento de valor en el mundo: en política, trabajar en
la dirección de que los ciudadanos puedan optar a las cotas más altas de la
existencia humana, para lo que es imprescindible el respeto a la libertad y a las diferencias individuales.
Señala
Max Scheler que el núcleo de la historia es el de los modelos que determinan
los sistemas de valores y los sistemas legales dependientes de dichos valores.
¿Qué ha sucedido con los modelos en las actuales sociedades? ¿Cuál es el
sistema de valores dominante entre los jefes? No hace falta detenerse mucho
para señalar que uno de los más importantes no depende de ningún modelo con
capacidad estimativa, es decir, perteneciente al mundo de los valores. Es
simplemente el logro y el mantenimiento del poder, ya sea a través de la
política o de la acumulación de dinero. Para ello, los jefes se valen, con
harta frecuencia, de la creación de sistemas de valores ficticios, la mayoría
ideológicos, para controlar a la sociedad, mediante la propaganda y el
populismo. Se diría que son los jefes los que están determinando los modelos y
no al revés. ¿Quién ejerce de modelo hoy en día en la sociedad? Sin duda, el
que tiene éxito, el que acumula dinero, el que tiene poder, el que es “famoso”,
con independencia de valores como la honradez, la concordia, o la sabiduría. Si
en algo se valora la excelencia, es en el terreno de los deportistas de elite,
sellando la primacía de las actividades del cuerpo frente a las del espíritu.
¿Y
los modelos? ¿Los modelos que suponen una autoridad natural, fruto de la
sabiduría, de los conocimientos adquiridos, del esfuerzo, o de una vida
ejemplar? ¿qué ha sucedido con los valores que implican un acrecentamiento de
la humanidad? Parece que han sido barridos por el nuevo concepto de igualdad
que surge en la Modernidad. Ahí sí que todos somos iguales y se difumina la
diferencia entre minoría y masa. Vale lo mismo una opinión indocumentada o
falsa que una opinión argumentada fruto del esfuerzo y la documentación. La autoritas dimanante del conocimiento, la
honradez y la sabiduría queda eliminada y se impone el derecho a la igualdad de
opiniones, basadas en valores subjetivos. Es igual la opinión de un padre que
la de un hijo; la de un profesor que la de un alumno; la de un profesional que
la de un lego. La aceptación de la existencia de minorías afecta sólo a los
jefes, no a los modelos; al igual que la aplicación del concepto de igualdad.
El
problema de la igualdad, que ya señala Max Scheler, es que las expectativas que
genera, reflejadas en las leyes, acaba generando una falsificación del concepto
de justicia, fruto del resentimiento, al no lograr el ciudadano las
expectativas a las que teóricamente tiene derecho; con lo que se deja arrastrar
por propuestas ficticias e inalcanzables, convirtiéndose en pasto fácil para
todo tipo de populismo.
Se
ha acabado por identificar igualdad con justicia, cuando la justicia lo único
que señala es que debe haber una conducta igual ante contenidos iguales en
valor. En lo que respecta al individuo, supone el respeto a las desigualdades
legítimas, fruto del trabajo y del esfuerzo; es decir el respeto a las minorías
espirituales o intelectuales que son las que tienen sobre sus hombros la carga
del modelo. Ese respeto es el que está siendo barrido por el moderno concepto
de igualdad. Mientras tanto, apreciamos una creciente acumulación del poder de
los jefes, una vez liberados de la carga del modelo, y que van impregnando
todos los sectores de la sociedad con la ideología que los mantiene en el
poder. Ideología que, como hemos indicado, implica una falsificación de la idea
de igualdad e impide la creación de un marco social que permita, dentro de las
limitaciones, la existencias de modelos y con ellos, de un acrecentamiento de
la humanidad.
MARÍA LUISA MAILLARD
IMÁGENES SOBRE LAS MUJERES Y LOS LIBROS
23. ACTITUDES. AISLAMIENTO y SOLEDAD
INÉS ALBERDI
Las imágenes de mujeres leyendo en un interior doméstico conllevan
frecuentemente la idea de aislamiento, de que se encuentran “a solas con el
libro”. Muchos de los retratos que encontramos nos muestras mujeres enfrascadas
en la lectura, ajenas al mundo que las rodea. Hay una peculiaridad que queremos
resaltar en una serie de ellos y es la sensación de soledad. Algunos retratos
de mujeres leyendo son obras que trasmiten intensamente la sensación de soledad,
el sentido de intimidad y de aislamiento.
Edmund Charles Tarbell, E.E.U.U. (1862-1938) Joven leyendo, 1909 Boston Arts Museum, E.E.U.U. |
Uno de los rasgos interesantes de la lectura, y que le
otorga esa característica de libertad individual, es el aspecto intensamente
personal y secreto de la misma. Cada una lee los libros de una forma distinta,
a su manera los interpreta, y solo ella sabe lo que los libros le dicen. Nadie puede saber qué es lo que se forma en
la mente de una lectora. La lectura puede ser o no solitaria, pero la asimilación
de la misma siempre es única y personal.
Esto puede ocurrir incluso con la lectura compartida. Incluso,
por ejemplo, las personas de un convento que escuchan la misma lectura de forma
comunal pueden interpretar la misma de un modo personal y auténticamente propio.
Esta es una característica fundamental de la lectura que incluso cuando se
realiza en común y simultáneamente puede dejar su impronta de un modo singular
en cada individuo.
Hay pintores que, en sus imágenes de mujeres lectoras,
nos llevan a recrear esa experiencia apasionante y excitante que es la lectura “a
solas”; algo que nos han contado tan bien tantos escritores. Borges habla de leer
como una experiencia personal, privada y exclusiva. En este sentido lo han sabido
representar algunos artistas que retratan mujeres leyendo con aire de soledad y
de aislamiento. “A solas con un libro”
parecen querer llamarse muchas de esas imágenes que encontramos de mujeres
leyendo. Este estar a solas a veces se
intensifica hasta hacernos sentir la soledad.
Henri Matisse, Francia (1869-1954) Mujer leyendo, 1894 Musée National d'Art Moderne, París |
El sentirse a solas con un libro es una situación que han
sabido contar muchos escritores, esa sensación es a la que queremos referirnos,
a la experiencia de leer que tiene que ver con estar a solas, con no tener nadie
alrededor para mejor comunicarse con el libro. La sensación de aislamiento se
intensifica a través de otros matices. El libro puede calmarla, el libro puede
acompañar la soledad, pero son los individuos, en este caso las mujeres, las
que se sienten solas, las que disfrutan o sufren la soledad. Y hay una serie de
artistas que han sabido evocarla muy bien, situando el retrato en un entorno doméstico.
Esta iconografía de mujer leyendo, a solas, en una
estancia semivacía y pulcra, parece seguir el modelo que nos presentaba, ya en el
siglo XVII, el holandés Elinga, con uno de los retratos más conmovedores de una
mujer leyendo en el interior de su hogar.
Pieter Jansen Elinga, Holanda (1623-1682) Mujer leyendo, c.a. 1660 Alte Pinakothek Munich, Alemania |
Esta insistencia en la soledad se encuentra
frecuentemente en algunos artistas nórdicos. Hay tres pintores daneses, contemporáneos
entre ellos, que ponen un interés especial en retratar mujeres leyendo que se
encuentran solas en un interior doméstico, casi desprovisto de muebles o adornos,
cuyas obras evocan intensamente la soledad. Cada uno de ellos refleja con diferentes
matices el aislamiento y la soledad: Hammershoi (1864-1916), Holsoe (1863-1935)
e Ilsted (1861-1933).
Vilhelm Hammershoi, Dinamarca (1864-1916) Interior con mujer sentada, 1908 ARoS Aarhus Kunstmuseum; Dinamarca |
Hammershoi es el más conocido y del que hemos encontrado
mayor número de obras con este tema. Quizás sea el artista que mejor ha sabido
representar la soledad en su pintura. Sus figuras femeninas solitarias, en
habitaciones semivacías, en las que se ven entrar los rayos de luz, producen
una sensación intensa de soledad y de aislamiento. Son habitaciones muy pulcras
en las que hay una mujer que parece que nunca va a recibir la visita de nadie.
Formalmente podemos decir que este artista tiene una cierta influencia de Vermeer
en cuanto a los enfoques de luz y a los perfiles de algunas de estas mujeres, pero
la distancia con el maestro holandés es muy grande. En primer lugar, por el
color, pues frente al rico colorido de las obras de Veermer los retratos de Hammershoi
mantienen una paleta que nunca se aleja mucho de los negros y los grises. La
mayoría de estas mujeres que retrata Hammershoi están leyendo, muchas de ellas
de espaldas, lo que no sabemos si es para evitar la identificación de la
retratada. En ellos el libro parece simbolizar ese estar a solas con una misma,
como si el libro fuera a la vez el símbolo y el único apoyo frente a la
soledad.
Podríamos decir algo parecido de las obras de Ilsted y
Holsoe, pero hay algunas diferencias. Ambos tienen una paleta más luminosa y
más variada que la de Hammershoi, pero mientras Ilsted utiliza los contrastes
de luz como si quisiera dar un cierto misterio a sus retratos, Holsoe sitúa a
sus lectoras en estancias domesticas serenas y tranquilas.
Peter Vilhelm Ilsted, Dinamarca (1861-1933) Mujer leyendo a la luz de una vela, 1908 Colección particular |
Carl Vilhelm Holsoe, Dinamarca (1863-1935) Mujer leyendo en su estudio, 1881 Colección particular |
Holsoe retrata espacios más habitados; sus ambientes son
más plácidos y tranquilos. En ellos la soledad no evoca angustia; en sus
habitaciones las mujeres se rodean de muebles y de objetos de colores más
claros. Con ello se evita esa sensación de tristeza y luto que podría
asimilarse a la soledad de la lectura.
Otro artista cuyas obras con mucha frecuencia asociamos a
la sensación de soledad es Hooper. En las obras de Hopper (1882-1967), tanto en
sus paisajes urbanos como en las casas que pinta en medio del campo, intuimos muy
frecuentemente una situación de aislamiento y soledad. Esto se reitera en varias
de sus obras en las que nos presenta una mujer leyendo. Es el caso de la obra
que podemos ver en Madrid, en el Museo Thyssen, en el que una mujer joven, que
parece estar sola, está leyendo en la habitación de un hotel. A nosotros nos
parece que lee una novela, pero según Carmen Martin Gaite, bien podría ser una
guía de trenes que le permitiera salir de donde se encuentra y trasladarse a
otro hotel tan solitario y desolado como este. A medio vestir, su posición difunde
la idea de soledad. Y, apoyando la interpretación que hizo en su día Martin
Gaite, parece tratarse de una habitación de paso, pues se ve una maleta al
fondo.
Edward Hopper, EE.UU. (1882-1967) Habitación de hotel, 1931 Museo Nacional Thyssen Bornemisza, Madrid |
Son diversas las obras que retratan mujeres leyendo y evocan
soledad. Sin embargo, en algunas de estas obras la sensación de aislamiento es
menos desolada. Los cuadros de Beston y de Backer nos presentan mujeres que
parecen estar disfrutando de la soledad y la aprovechan para leer. No hay
desolación en sus imágenes, solo recogimiento e intimidad.
Frank Weston Beston, EE.UU. (1862-1925) Día lluvioso, 1906 Instituto de Arte de Chicago, Illinois, EE.UU. |
Harriet Becker, Noruega (1845-1932) Tarea a la luz de la lámpara, 1890 Galería Nacional de Noruega, Oslo, Noruega |
Podemos decir que el aislamiento y la soledad no se
asocian necesariamente con la tristeza. La soledad de la lectora puede también augurar
bienestar y satisfacción. Con la lectura, la mujer puede alcanzar un contacto
con el mundo exterior del que disfrutar. Como Virginia Wolf reivindicaba en Una
habitación propia, la soledad y la autonomía personal pueden ser punto de
partida indispensable para el desarrollo personal. Y como la lectura, y
eventualmente la escritura, una posible vía de independencia.
INÉS ALBERDI
CUATRO SIGLOS Y CUARENTA Y CUATRO AÑOS
EN POS DE LA
LIBERTAD DE EXPRESIÓN
ASUNCIÓN VALDÉS
El 12 de marzo de 1976, José Antonio Martínez Soler,
director del semanario Doblón, fue
secuestrado en Madrid, golpeado, torturado y sometido a simulación de fusilamiento
por publicar un artículo sobre la purga de mandos moderados en la Guardia Civil.
Lo cuenta el periodista almeriense en el libro La prensa libre no fue un regalo, editado por Marcial Pons, en 2022.
Sus cuatro captores, cuya identidad sigue sin conocerse, querían saber quién le
había facilitado dicha información.
El 11 de diciembre de 2018, policías nacionales
requisaron los teléfonos móviles y los ordenadores de dos redactores de Europa Press y el Diario de Mallorca, en Palma, por no desvelar sus fuentes
informativas sobre un presunto caso de corrupción. Las asociaciones y colegios de
periodistas de España rechazaron estas coacciones, por limitar la libertad de
prensa e ir contra el derecho al secreto profesional.
Para los periodistas, 2023 puede traer la consolidación
de este derecho; un paso fundamental para apuntalar la libertad de expresión.
El artículo 20 de la Constitución de 1978 prevé el derecho a no revelar las
fuentes informativas, pero hasta ahora, cuarenta y cuatro años después, no ha
tenido desarrollo legislativo. El Grupo Parlamentario Socialista ha introducido
una enmienda al Proyecto de Ley reguladora de la protección de las personas que
informen sobre infracciones normativas y de lucha contra la corrupción. Su
artículo 1 establece que “ningún periodista será perseguido por proteger la
identidad de sus fuentes”.
En circunstancias normales, hay que citar la fuente
informativa, pero situaciones especiales requieren no revelarla, para que la investigación
periodística siga adelante. El pasado 16 de diciembre, quien firma este
artículo disertó en el Ateneo de Málaga sobre la libertad de expresión, un
largo camino en pos de la democracia. He aquí la adaptación de la conferencia:
La imprenta que inventó Gutenberg hacia 1450 cambió el
concepto del libro en Europa. Se pasó del pergamino al papel y de los copistas
a la impresión por medios mecánicos. Una transformación trascendental. Por eso,
la imprenta tuvo más consecuencias que la de cambiar el sistema de elaboración
de libros. Propició nuevas formas de publicaciones que iban a favorecer
intercambio de conocimientos y por ende, el desarrollo de una burguesía que, a
su vez, iría configurando su espíritu crítico.
Así surgen los impresos para transmitir avisos —los sucesos de ahora—, o informar
sobre actividades comerciales y fletes de puertos. En 1625 aparece en Sevilla, Avisos de Italia, Flandes, Roma, Portugal y
otras partes.
Las monarquías podían multiplicar la difusión de sus
cedulas reales. En 1661, nace la Gazeta
de Madrid, precursora del Boletín Oficial del Estado. Encontraron asimismo
un vehículo para la propaganda, imprimiendo sus gestas militares. Aunque en
aquella época más del 80 por ciento de la población era analfabeto, las gacetas
llegaban al pequeño porcentaje de población que formaba la élite y se movía en
la esfera del poder: la aristocracia, los militares y el clero.
En 1758 aparece en Madrid la primera publicación
periódica diaria:
DIARIO CURIOSO-ERUDITO Y
COMERCIAL
PÚBLICO Y ECONÓMICO
Fuente: Biblioteca Nacional de España |
Editado por Manuel Ruíz de Uribe, “con privilegio del Rey
Nuestro Señor y todas las licencias necesarias”, entre ellas, la censura
previa. Años más tarde, en 1787, nace asimismo en Madrid, el
SEMANARIO ERUDITO QUE COMPREHENDE
VARIAS OBRAS INÉDITAS, CRÍTICAS,
MORALES, INSTRUCTIVAS, POLÍTICAS, HISTÓRICAS, SATÍRICAS Y JOCOSAS DE NUESTROS
MEJORES AUTORES, ANTIGUOS Y MODERNOS
Fuente: Biblioteca Digital, memoriademadrid.es Hemeroteca Municipal de Madrid |
En este periódico, editado por Antonio de Valladares, se
publicaron los escritos del Fiscal de Felipe V, Melchor de Macanaz, sobre las
tensiones entre la Monarquía y Roma acerca del regalismo, el poder real sobre
los asuntos eclesiásticos en los dominios de la Corona. Dos siglos después, el
semanario de Valladares fue uno de los documentos que consultó Carmen Martín Gaite
para escribir El proceso de Macanaz,
historia de un empapelamiento, la biografía de un perdedor que sufrió el
exilio y la prisión de la Inquisición.
Son las vísperas de la Revolución francesa que el 14 de
julio de 1789 rompió con el Antiguo Régimen; es decir, con la monarquía
absoluta y la sociedad estamental, dando paso al Régimen liberal-burgués. Un
mes más tarde, la Asamblea Nacional Constituyente proclamó la Declaración de
los Derechos del Hombre y del Ciudadano. El artículo 11 es fundamental para el
desarrollo de la libertad de prensa. Dice así:
“La libre comunicación de pensamientos y opiniones es uno
de los derechos más valiosos del Hombre; por consiguiente, cualquier Ciudadano
puede hablar, escribir e imprimir libremente, siempre y cuando responda del
abuso de esta libertad en los casos determinados por la ley”.
Página de título de la edición original. Fuente: Pierre Bergé et associés. Vente collection Jean-Pierre Faur |
Al otro lado del Atlántico, corrían también vientos
favorables a las libertades individuales. En la década anterior, en 1776, la
Declaración de Independencia de los Estados Unidos reconocía derechos
inherentes a las personas. Lo más importante para el ejercicio de la libertad
de expresión y de prensa fue su garantía en la Primera Enmienda de la
Constitución americana, en 1791.
Aires de cambio llegaban a España por Cádiz, la puerta
del Atlántico, y por la influencia de la Ilustración del país vecino con la
dinastía Borbón. Felipe V crea las Reales Academias para potenciar la Lengua española,
las Bellas Artes, la Historia o el Derecho. Carlos III dejará su impronta en
las reformas agrarias, urbanísticas o arquitectónicas. Un ambiente propicio a voces
reformadoras y críticas que, desde finales del XVIII y principios del XIX, piden
la libertad de imprenta y la abolición de la censura.
Curiosamente, va a ser la Guerra de la Independencia
frente a Francia el detonante del nacimiento de estos derechos. En mayo de
1808, España sufre la ausencia total de autoridad. Carlos IV y su hijo Fernando
VII sucumben a las argucias imperiales de Napoleón Bonaparte y renuncian a sus
derechos a la Corona a su favor, en la ciudad francesa de Bayona. Bonaparte
cede el trono a su hermano José.
La sublevación de los españoles contra el llamado “rey
intruso” y las tropas francesas que han
ocupado el país con la excusa de llegar a Portugal provoca la reacción del
pueblo ante el vacío de poder. Se organizan la Junta Central y las Juntas
Provinciales. Al mismo tiempo, surgen las partidas de voluntarios, las
guerrillas contra el invasor. ¿Pero cómo se difundían, por ejemplo, los avances
de El Empecinado contra las tropas
napoleónicas? ¿O las decisiones de las Juntas? Mediante impresos que se distribuían
con mucha imaginación. Se lanzaban como hojas volanderas o se repartían de
forma clandestina. Publicaciones que también expresaban opiniones de la gente. ¿Y
era posible controlar su contenido?
La maraña legislativa del Antiguo Régimen subsistía. La Junta
Central, consciente de que esos escritos emanaban de la voluntad popular, sabía
que no podía aplicar la censura. El pueblo había asumido un papel esencial. La
convulsión política y social era tal, que se estaba ejerciendo de hecho la
libertad de imprimir. Las Cortes de Cádiz reconocen esta realidad, mediante el
decreto de 10 de noviembre de 1810:
“Todos los cuerpos y personas particulares, de cualquier
condición y estado que sean, tienen libertad de imprimir y publicar sus ideas
políticas sin necesidad de licencia, revisión o aprobación alguna anteriores a
la publicación, bajo las responsabilidades y restricciones que se expresarán en
el presente decreto”.
Quedan abolidos los juzgados de Imprenta y la censura de
las obras políticas antes de su impresión, pero para las religiosas se mantiene
la censura previa. Meses más tarde, la Constitución del 19 de marzo de 1812
consagra, por primera vez en la historia de España, la libertad de expresión
como se reconocía en el citado decreto, pero continúan las limitaciones en
materia de publicaciones religiosas.
A partir de ahora, los conceptos de libertad de prensa y
democracia irán unidos. El rey ya no es soberano por la gracia de Dios. La
soberanía nacional reside en el pueblo y el pueblo tiene derecho a hablar y
opinar. Lamentablemente la reacción de Fernando VII, durante la década
absolutista, de 1823 a 1833, impone de nuevo la censura y el cierre de
publicaciones.
La Constitución de 1869, aprobada tras la Revolución de
1868 y el exilio parisino de Isabel II, consagra la libertad de imprenta y de
culto. España vive el auge de periódicos. En 1867, el liberal Eduardo Gasset y
Artime, que será abuelo de José Ortega y Gasset, funda El Imparcial, un modelo de empresa periodística profesional e
independiente que se convertirá en el diario más influyente. A finales de 1890
llegó a tener una tirada de ciento treinta mil ejemplares.
ASUNCIÓN VALDÉSPeriodista
https://drive.google.com/file/d/1faGgt5KQAdM7DZVlbVoWrRlNRhv0fZny/view?usp=share_link
QUERIDOS PADRES
LIDIA ANDINO TRIONE
Nada
mejor para comenzar el año que con un epígrafe pleno de gotas de sabiduría. Hoy
tengo que decirles algo que quizás, de entrada, no les guste mucho. Pero si voy
desarrollando la idea, en el límite de esta página verán que nos permite pensar
algunas cuestiones desde otra perspectiva. Empezaré con que “los padres” no son
solo las personas de papá y mamá, sino que además desempeñan funciones, quiero
decir que es en la relación entre padres e hijos donde se dirime la posibilidad
de crecimiento de todos (más allá del aumento de estatura).
Los
que aparecen como papá y mamá tienen que producir —para serlo, realmente—, una
transformación en ellos mismos, un pasaje de hijos a padres. Pasaje muchas
veces doloroso y siempre imprescindible para que la familia no se convierta en
un lugar de competencia entre “hijos”, algunos (dos) más grandes y los demás,
pequeños.
Esto
se disimula bastante bien mientras la pareja permanece unida, pero se presenta
escenificado en los casos de divorcio cuando los hijos son manipulados y se los
utiliza como juguete del que los padres, en una posición infantil, reclaman su
propiedad. Y los hijos no son del padre, ni de la madre y, ni siquiera, de
ellos mismos; son de la vida, del amor, de la violencia que la especie ejerce
sobre todo ser humano.
Voy
a dar un paso más.
Nadie
duda de la alegría y la felicidad que produce engendrar hijos, verlos nacer,
gatear, hablar. Pero cuando competimos con ellos como si fueran hermanitos
menores, cuando pretendemos hacernos sus “amigos”, cuando les gritamos porque
nos molestan y no para que el grito sea un límite preciso; en fin, cuando, de
alguna manera, obstaculizamos su imparable crecimiento, lo que estamos haciendo
es tratar de negar la paradójica y humana verdad: hacemos nacer y crecer a los
que nos van a enterrar.
Es
frecuente escuchar a algunas madres que no quieren que su hijo crezca y llegan
a eternizar su adolescencia, como cuando —en una conversación—, hablando de él
dicen que tienen un “niño de 17 años”. De ahí la importancia de que el deseo de
cada mujer no se agote en ser madre para que el pichón comience a volar.
LIDIA
ANDINO TRIONEPsicoanalista
Dibujo de Joanna Remus |
YVONNE, PRINCESA DE BORGOÑA
NURIA ALKORTA
Hoy quiero compartir algunas reflexiones y mis
sensaciones sobre un enigmático personaje del teatro del siglo XX. Se trata de
la protagonista femenina de la primera obra teatral del literato ―de
origen polaco pero afincado durante gran parte de su vida en Argentina―, Witold
Gombrowicz (1904-1969), titulada Yvonne,
princesa de Borgoña.
Los editores de su Teatro
completo en español, Bozena Zaboklicka y Pau Freixa, aportan un dato
revelador sobre la reescritura del autor en 1958 de esta temprana obra,
publicada en 1938 en la revista polaca Skamander: Gombrowicz redujo el ya
mínimo texto de Yvonne y desde entonces pasó de veinticinco a siete lacónicas
réplicas, a las que se suman otras veintisiete acotaciones que indican
expresamente que ella “calla”.
Witold Gombrowicz |
El mutismo del personaje llama la atención. La Yvonne
de Gombrowicz es la encarnación de la ausencia, un agujero negro. Se configura
como un hueco de palabras y de actos: resulta ser un vacío que engulle a todos
los demás personajes de la obra creando una espiral de caos que solo se detiene
con su eliminación.
Pero además, la comparación de Yvonne con un agujero
negro nos conduce a otra característica del personaje: su concentrada e informe
densidad. De modo paradójico, esta joven genera un extraño magnetismo que atrae
al resto de personajes de la obra a su zona de influencia y, según se
intensifica su contacto, les provocará: morbosa curiosidad, un amago de
hipócrita compasión, sensación de superioridad, desagrado y desprecio, un
extraño sentimiento de incomodidad e incluso de desnudez, irritación, odio,
violencia visceral y un irreprimible deseo de exterminación. Ante ellos Yvonne es
un ser tímido y desvalido, una víctima: es el chivo expiatorio perfecto para un
linchamiento. Pero tratemos de enriquecer esta idea con otras consideraciones.
De lo anterior se desprende que toda la obra gira en
torno al personaje de Yvonne: en realidad se moldea en torno a su “falta de
forma”. Pero además, la huraña joven actúa como un espejo distorsionado que refleja
al resto de personajes, revelando la secreta informidad de todos ellos. Por
ello, el apático mutismo de Yvonne es experimentado por los demás como una provocación:
acaba convirtiéndose en una insufrible lupa de aumento que escudriña su más
oculta intimidad y sus más escondidos pecados.
Yvonne
es una farsa tragicómica y existencial estructurada en cuatro actos, con
resonancias shakespearianas y calderonianas, que se ambienta en un pretendido contexto
palaciego: la corte de Borgoña. La recreación de Gombrowicz se concreta como un
mundo atemporal, descarado, procaz y tremendamente infantil, con grandes dosis
de crueldad. Estos rasgos coinciden con los del teatro satírico y expresionista
de Alfred Jarry ―que bien podría ser un
precedente del estilo de Gombrowicz―, y
en concreto, se dejan ver en su creación del personaje del Padre Ubu. También
caracterizan la trilogía de teatro del absurdo del dramaturgo Eugène Ionesco protagonizada
por su personaje del rey Berenguer, y, en el cine, definen la hilarante película
de 1933 titulada Sopa de ganso, con
Groucho Marx como Rufus Firefly, presidente de Libertonia. Sirvan estas
referencias para dar una idea del tono de la pieza que nos ocupa.
Estreno mundial, Varsovia 1957 Cartel de Jan Lenica |
Para continuar descifrando el personaje de Yvonne conviene aludir a la trama de la obra y por ello seguiré casi literalmente los comentarios del propio autor pues, en este caso, nadie mejor que él acierta a delinear los resortes del argumento. En el acto I, tras leer el designio favorable del horóscopo, Felipe, caracterizado como un príncipe abúlico y caprichoso se compromete con la desabrida Yvonne Copek, “representante de las más bajas esferas de la sociedad”, pues ―según dice Gombrowicz―, la dignidad del sucesor al trono “se ve ofendida por su lamentable aspecto [de Yvonne] y, como espíritu libre que es, no quiere sucumbir a la natural repulsión que produce esta desagradable joven”. Los reyes aceptan de mala gana el compromiso matrimonial de su hijo para no provocar un escándalo y dar prueba de su magnificencia. En el acto II, todos sufren la embarazosa presencia de la inadecuada prometida del príncipe, desabrida y turbia. Felipe comienza a dar muestras de hastío, pero entonces, contra todo pronóstico, Yvonne se enamora del príncipe y él se ve obligado a “intentar amarla”. A lo largo del acto III, la incomodidad en la corte aumenta provocando extrañas reacciones. El mutismo y la apatía de Yvonne incitan en todos los personajes un despiadado deseo de vejarla y maltratarla impunemente, pero también, por otro lado, se avivan en ellos culpables asociaciones que delatan sus propias carencias y defectos. Se sienten expuestos ante los demás. El rey Ignacio revive un siniestro delito de su juventud, cometido junto al chambelán: el abuso sexual y, luego, el asesinato de una joven costurera de palacio. La reina Margarita teme ser ridiculizada y repudiada por su esposo pues “a escondidas se entrega a la grafomanía” y, muy a su pesar, ha descubierto “una similitud entre Yvonne y su poesía”. Progresivamente en la corte todos perciben cómo aumenta la estupidez y el sinsentido. Por su parte, Felipe se siente absurdo ante Yvonne pues no puede amarla, pero tampoco es capaz de terminar con esta penosa situación. “En un arranque de libre albedrío” el príncipe besa a Isabel, una dama de la corte y, de golpe, se restaura la “normalidad”: rompe con Yvonne y se compromete con Isabel. Sin embargo, Felipe no logra hacerlo porque sabe que siempre vivirá dentro de Yvonne, apresado en sus sueños: decide matarla para liberarse definitivamente de ella. En el acto IV, el rey, el chambelán, la reina, el príncipe Felipe y su amigo Cirilo intentan, cada cual por su lado, matar a Yvonne. Pretenden guardar las formas, la etiqueta, las convenciones y el boato, mientas la brutalidad, el salvajismo y el sinsentido siguen creciendo. Finalmente, encuentran el modo de unir sus esfuerzos y acabar con Yvonne de un modo elegante y distinguido: “desde lo alto y no desde lo bajo”, dicen. De modo aparentemente accidental, en el banquete de gala que celebra los “sumamente democráticos desposorios del príncipe”, apremiada por el rey y bajo la presión de los invitados, Yvonne se atraganta con una espina de pescado y cae muerta. “La operación sale bien y la familia real vuelve a la normalidad”.
De este relato argumental sin duda se desprende, junto
a su crueldad guiñolesca, la hilarante comicidad de la obra. Gombrowicz propone
un artefacto escénico irreverente, inadecuado y estridente, provocador, políticamente
incorrecto y vigoroso, que hoy sigue siendo pertinente para desenmascarar la
hipocresía actual y el sometimiento del individuo a una «forma» impuesta por el
grupo. En 2019 tuve la oportunidad de disfrutar una producción de Replika Teatro
dirigida por Jaroslaw Bielski y protagonizada por el actor Ramón Valles en el
papel de Yvonne (“Ivón” en esta producción), junto a Enrique Meléndez en el del
príncipe Felipe, Raúl Chacón como el Chambelán y también, de manera soberbia e
inolvidable, Manuel Tiedra como el rey Ignacio y Socorro Anadón como la reina
Margarita.
Yvonne, princesa de Borgoña. Dirección Jaroslaw Bielski. Estreno, 2019 |
Y ahora volvamos a Yvonne. Con el obstinado mutismo
del personaje principal, el autor de esta tragicómica farsa reta a sus posibles
intérpretes. Por eso, la gran dificultad de interpretar a Yvonne siendo fiel al
estilo de la obra es, en mi opinión: ¿cómo encarnar un ser que, a priori,
parece amorfo física y espiritualmente? ¿Cómo lo haría yo?
La extraña combinación de extrema pasividad exterior, que convierte a Yvonne en una sumisa víctima, junto a una monolítica resistencia interior, que la convierte en un ser desconfiado y amenazante, son a mi ver los ejes por los que se puede comenzar a encarnar al personaje. Su caso alcanzaría un grado extremo, y ciertamente patológico, de tolerancia al dolor y de resiliencia. La concreción del trabajo de la actriz sobre Yvonne podría llevarse a cabo mediante la justificación de dos partes disociadas que al coexistir conforman un personaje gravemente conflictivo. Por un lado, está el cuerpo de Yvonne ―torpe, desaliñado e inexpresivo―, que con aparente pasividad encaja los golpes, los insultos y las risas, amoldándose a ellos, como si desapareciera. Por otro, su mundo espiritual ―turbio y empecinado―, que bajo una primera impresión de necedad deja en ocasiones traslucir algo así como la taimada cautela y la soterrada agresividad de aquel que se mantiene en guardia, al acecho.
Una vía para encarnar a Yvonne sería entonces: tras reconocer
los dos ámbitos de su naturaleza física y psíquica, descubrir cómo se
retroalimentan entre sí (incorporando la tensión de su manifestación conjunta)
y secuenciar los hitos conflictivos de esta vivencia a lo largo de la línea de
acción de la obra. De todo ello surgirá el monólogo interno del pensamiento y
la línea de la emoción, que formarán un todo acorde a la expresividad de esta
farsa. En mi opinión, el personaje de Yvonne se define por el miedo, que es,
por otra parte, la pasión predominante del mundo de la obra.
Pero hay algo más, algo que podríamos llamar la “dimensión
ideal de Yvonne”. Su rumiación del deseo es una potente vía volitiva interior que
contrasta con la inacción del personaje. La distancia entre la realidad y el
deseo acaba sumiendo a Yvonne en una virtualidad revanchista que le sirve de
trinchera. Su enamoramiento del príncipe lo evidencia. Recordemos que Felipe se
decide a matar a Yvonne al saberse atrapado en la virtualidad del “teatro del
mundo” de su sueño: “qué pasa si alguien anormal se pone a tocar una pequeña
flauta, tra, la, la… al lado de nuestra normalidad ―dice
presuntuosamente Felipe a Isabel―,
y nosotros bailamos… bailamos…”.
La paleta de colores para caracterizar a Yvonne la
encontramos en las reiteradas impresiones del resto de personajes. Las dos tías
de la joven destacan su apatía, su falta de atractivo y de sex-appeal, hay
en ella “algún defecto orgánico, tiene la sangre demasiado perezosa”, se quejan.
Al conocerla en el parque, el príncipe también observa su apatía y dice a la
joven: “cuando uno la ve a usted, le vienen ganas a uno de usarla para algo”. Los
amigos del príncipe ven a Yvonne como un “adefesio”, un “perro apaleado”, una “llorona”,
“más insulsa que una manteca en aceite”, una “plañidera enojada”… Todos
coinciden en que parece descontenta, es agriada y malhumorada. El chambelán la
describe como una “rubia insulsa”, mientras el rey Ignacio se refiere a ella
como a “esa Boba” o “esa mula”. Para todos es una “cabra expiatoria” y la misma
Yvonne parece corroborar esa apreciación cuando dice en su segunda
intervención: “Es un círculo vicioso, un círculo”, y a continuación prosigue: “Es
un círculo, todo el mundo, siempre… todo, siempre… Siempre igual”.
Yvonne sufre y, al tiempo, se ha fosilizado a través
de la mirada de unos dudosos testigos que, a su vez, son reflejo de una sociedad
hipócrita, cobarde y deshonesta. Pero, por otro lado ―al
estar atrapada en un abusivo círculo vicioso―, tampoco
ella es un ser luminoso: en su interior fermenta el mismo miedo que descompone
la sociedad. Yvonne es un ser desagradable por su desaliño pero, sobre todo,
por una condición espiritual carente de empatía y de amor. El monstruo que aúna los dos extremos de
este juego tragicómico de dominación ―Yvonne
y la corte de Borgoña―, es el gran protagonista
de la obra.
NURIA ALKORTA
SOFÍA CASANOVA
(1861-1958)
MARÍA LUISA
MAILLARD
Hay
vidas singulares que no acaban de ajustarse a los valores estimativos de épocas
posteriores, con lo que su figura y sus logros que, sin duda, le conceden la
categoría de pionera, se van desdibujando con el tiempo. Tal parece ser el caso
de nuestra protagonista, Sofía Guadalupe Pérez Casanova de Lutoslawski, poeta,
novelista y la primera española que, desde 1914, se convirtió en corresponsal
de guerra de ABC en un país extranjero. Fue testigo de los principales y
decisivos acontecimientos del siglo XX, la sublevación de los bolcheviques
soviéticos de Lenin, que narró día a día; y las dos guerras mundiales. Estuvo
en el frente polaco de la Primera Guerra Mundial como enfermera de la Cruz Roja
y asistió a la ocupación nazi de Varsovia en la Segunda, y a su posterior
dominio por el Ejército Rojo.
Sofía (a la izda.), con su amiga Gabriela Balieka en el hospital de campaña de Varsovia, donde ambas ejercieron de enfermeras durante la Primera Guerra Mundial (c. de 1914) |
Aparte
de su cometido en ABC, fue colaboradora habitual de diversos periódicos de la
prensa nacional como El Imparcial, El Liberal y La Época; y extranjera como La
Gazeta Polska y el New York Times. También
publicó libros relatando sus experiencias como La revolución bolchevista (Diario de un testigo), En la Rusia de los zares (del principio y
del fin del Imperio) y El martirio de
Polonia.
Algunos de los libros de Sofía Casanova |
En
1917, un mes después de la subida al poder de Lenin, se arriesgó con la sola
compañía de una criada gallega, a adentrarse en el Instituto Smonly, que ella
denomina “el antro de las fieras”, para entrevistar a Trosky, que era en su
opinión “el más interesante compañero de Lenin”, y ocupaba el cargo de Ministro
de Negocios Extranjeros, en un momento decisivo de la Primera Guerra Mundial.
Trosky eludió la mayoría de las preguntas comprometidas, como su relación con
la Entente franco-británica, y se limitó a recordar sus visitas a España y a su
amigo Pablo Iglesias y a defender una idea genérica de la paz. Pocas semanas
después, Rusia firmaría un armisticio con los Gobiernos Centrales, al que
siguió en marzo de 1918 el Tratado de Brest Litovsk, que puso fin a la participación
rusa en la Primera Guerra Mundial. Sofía Casanova, a falta de respuestas, nos
dejó un vívido retrato del personaje y de su entorno:
“¿Es
simpático Trosky? No es atractivo. Acentúa su tipo israelita la espesa melena
revolucionaria, que enmarca con negrura su rostro irregular y agudo. Las cejas
y la recortada perilla, muy negras, son a modo de pinceladas mefistofélicas en
el rostro cetrino”.
“En el antro de las fieras existe menos disparidad entre ellas que aquel que existía en el Palacio de la Duma. En el Instituto Smolny es todo ferozmente democrático y los feroces marineros de Kronstadt, confundidos con la Guardia Roja, no desdicen de los fríos muros, de las salas desamuebladas, donde funcionan como árbitros de San Petersburgo. […] la ignorancia y el odio de los antiguos esclavos a todas las clases sociales arma sus manos con un ensañamiento demoledor”.
Página del periódico ABC con crónica de Sofía Casanova, 11-05-1917 (Hemeroteca de ABC) |
Sofía
Guadalupe Pérez Casanova nació en Culleredo (La Coruña) y fue hija natural de
Rosa Casanova Estomper, natural de Nueva Orleans, donde nació a resultas de las
actividades de su progenitor, marino de profesión. Cuando la niña contaba dos
años de edad, su padre, Vicente Pérez Eguía contrajo matrimonio con su madre,
reconociendo la paternidad de la niña. Poco duró la estabilidad familiar
porque, después del nacimiento del tercer hijo, el progenitor abandonó el hogar
y la madre con sus hijos pasó a vivir con los abuelos maternos, que debían de
contar con una holgada situación económica.
En 1874 la familia se trasladó a Madrid y la niña debió de tener una buena educación, según los criterios de la época —música, canto, idiomas, declamación—, porque a sus 19 años ya era una joven promesa de la poesía y de las tablas, donde había comenzado a trabajar como actriz a los 17 años en el Teatro Español, actividad que mantuvo hasta los 21 años.
Pronto se introdujo en las tertulias y en los círculos poéticos de Madrid, de la mano de Campoamor, en los que conoció al Conde Andino, tutor de Alfonso XII y al marqués de Valdemar, llegando a participar en las tertulias poéticas del rey, quien en 1885 costeó la edición de su primer libro Poesías. En ese ambiente, trabó amistad con algunas de las mujeres más relevantes de la época como Blanca de los Ríos, Sofía Tartilán y Emilia Pardo Bazán.
En
casa de Campoamor conoció al filósofo y diplomático polaco Wicenty Lutolawiski
y su vida dio un giro radical. Corría el año de 1887 y Sofía tenía 25 años. Se
casaron en marzo en Madrid, en la Iglesia de San Marcos y Sofía acompañó a su
marido a Drozdowo, en el norte de Polonia, por aquel entonces provincia de
Rusia, donde este compaginaba sus labores de profesor universitario y
diplomático. Tuvo cuatro hijas: María, Izabela, Yadwia y Halina, que nació en
Galicia, lo que no le impidió seguir escribiendo sobre sus experiencias, mientras
aprendía los idiomas de todos los países a donde le conducía la profesión
diplomática de su marido: francés, inglés, italiano, polaco y ruso, amén del
gallego y español. Se mantuvo activa colaborando con diversos periódicos y en
1894 publicó una novela corta, El doctor
Wolski, ambientada en Rusia.
Sofía Casanova con sus hijas y sus yernos. De izda. a dcha.: Romuald e Izabella Wolikowski, Halina y Czeslaw Meissner, Sofía, María y Mieezyslaw Niklewizc, hacia 1923. |
En
1905, con 43 años y ya separada de su marido, vuelve a Madrid y a su tierra
natal, Galicia, que nunca abandonó, pues el matrimonio solía pasar allí los
meses de verano, y ya en 1906 es nombrada miembro de la Real Academia Gallega.
En Madrid recupera sus relaciones literarias y establece una tertulia en su
domicilio en la que conoce a Ramón y Cajal y a Emilio Castelao quien ilustra su
libro Princesa del amor hermoso en
1909.
En
1910 publica La mujer española en el
extranjero y en 1913 Pérez Galdós estrena su primera obra teatral La madeja.
Sofía Casanova con Benito Pérez Galdós, en un ensayo de La madeja |
Parece
que Sofía vuelve a recuperar el equilibrio después de su ruptura matrimonial;
pero el destino le depara un nuevo giro en su vida. Ella sigue visitando
Polonia, donde vivían sus hijas y allí, en 1914 la sorprende la Gran Guerra.
Está a punto de comenzar una nueva etapa de su vida como corresponsal de guerra
del periódico ABC y testigo de los acontecimientos más trágicos del siglo.
Huye
con sus hijas a Varsovia, donde colabora como enfermera de la Cruz Roja y, ante
la inminente ocupación alemana de la ciudad, sigue huyendo, ahora a Moscú,
donde asiste a la caída de la dinastía de los Romanov y, posteriormente, a San
Petersburgo donde ya narra como corresponsal de guerra la Revolución de 1917.
En 1918 Polonia logra la independencia y Sofía consigue regresar con sus hijas.
Un año después es recibida en España como una heroína.
Sofía Casanova de pie en un coche, en el homenaje que le tributaron en La Coruña, durante su visita en 1919. (Galiciana: Biblioteca Digital de Galicia) |
Entre
1920 y 1930 alterna su vida entre Polonia y España. En 1931 asiste a la proclamación
de la Segunda República, con la convicción que se iban a repetir los mismos
sucesos que vivió en Rusia. Se desplazó a Polonia y desde allí apoyó al Bando
nacional. Después de un viaje a España, al finalizar la guerra, regresó a
Polonia. Su avanzada edad y su creciente pérdida de visión, que había comenzado
al recibir un fuerte golpe en uno de los altercados en Rusia a los que asistió,
le impidieron cumplir su deseo de acabar sus últimos días en España. Murió el
16 de enero de 1958 a los 97 años, después de una vida intensa en la que fue un
ejemplo de constancia y valentía, al servicio de su curiosidad intelectual y de
su vocación literaria.
Nos
dejó un legado de más de 1.200 artículos en publicaciones gallegas, españolas,
latinoamericanas y polacas; cuatro colecciones de poesías, cinco novelas y 8
novelas cortas. Y nos dejó el legado de una mirada que fue testigo de los
acontecimientos que se encuentran en el origen de nuestra actual Europa.
MARÍA LUISA MAILLARD
#PORTALDEIGUALDAD
ROSA MASCARELL
DAUDER
La
ausencia en los museos de obra de mujeres no se debe a criterios de calidad
artística, sino a la inercia sexista que durante tantos siglos ha dominado la
historia del arte. Este es un hecho demostrado en múltiples estudios y trabajos
en las últimas décadas, especialmente desde que en 1985 aparecieran
públicamente las “Guerrilla girls” con sus cabezas de gorila denunciando la
discriminación de las mujeres en las galerías y museos de Nueva York.
La
inercia de masculinización en el campo del arte se impulsó alentada por la idea
de genialidad que solo tenía cabida en los hombres. El genio masculino
tradicionalmente se ha presupuesto, en cambio la mujer ha debido no solo
demostrar si no batallar y gritar para que se la escuche y valore. Por suerte,
vivimos un momento en el que la demanda de igualdad y equidad en el sistema del
arte ha ido tomando cada vez mayor presencia. Es cierto que aún queda mucho por
hacer, pero también lo es que estamos asistiendo al nacimiento de una nueva
sensibilidad que impulsa la recuperación de los referentes femeninos en el arte
y la cultura. En nuestro país, el pasado 18 de mayo del 2022, Día Internacional
de los Museos, se envió una video-carta a la dirección de todos los museos y
centros de arte para solicitar la implantación de un Portal de Igualdad en sus
páginas web.
VÍDEO-CARTA
DE LA COLECTIVA PORTAL DE IGUALDAD
El
proyecto #portaldeigualdad lo inició la artista visual Mau Monleón-Pradas que
creó esta campaña para el IVAM (Instituto Valenciano de Arte Moderno). Se trató
inicialmente de una propuesta que contenía varias acciones con las que dar
visibilidad a las mujeres artistas en igualdad con los hombres en los museos
contemporáneos. Esta campaña dio pie a la creación de una asociación:
COLECTIVA PORTAL
DE IGUALDAD
https://colectivaportaldeigualdad.org/
“La colectiva es un grupo transdisciplinar y transnacional de mujeres y hombres dentro del mundo de la filosofía, el arte y la cultura en general que trabaja en el ámbito de las artes visuales, constituido en diciembre de 2020 en el contexto de la pandemia por COVID-19, que aboga por una gestión museística que incorpore modelos efectivos de actuación con enfoque de género, a fin de superar la brecha de género, especialmente el techo de cristal entre las mujeres artistas”.
En la página de la colectiva se puede encontrar el MANIFIESTO EN FAVOR DE UN PORTAL DE IGUALDAD EN LOS MUSEOS Y CENTROS DE ARTE. Una herramienta para conseguir llegar a esa paridad real y no discriminatoria de las mujeres en los museos:
“Los Museos tienen la finalidad de conformar y conservar un acervo
propio de obras, además de investigar, documentar, exponer y divulgar la
actividad creadora. Estos centros se han constituido a lo largo del tiempo en
los principales entes de legitimación de la cultura visual y fi nalmente
presentan el relato de toda una comunidad o territorio.
Por
esta razón, los museos, tanto públicos como privados, tienen que trabajar a
favor de la igualdad como derecho fundamental recogido en la Constitución
Española y, posteriormente, desarrollado en la Ley Orgánica 3/2007 para la
igualdad efectiva de mujeres y hombres. Sin embargo, históricamente no se ha
hecho justicia, al no reconocer a las mujeres como agentes activos de la
cultura, ni dar visibilidad a sus obras. Es un deber social ineludible velar
por la recuperación de su memoria y dignidad, para impedir que siga desapareciendo
su legado, de manera que así se les reconozca el valor y el lugar que merecen
en pro de una cultura más justa, completa y democrática. Por ello, este
Manifiesto en favor de la Igualdad en los Museos y Centros de Arte, propone que
estos se adhieran al propósito de crear un Portal de Igualdad en sus páginas
web a fi n de obtener una mayor visibilidad de las aportaciones de las mujeres
artistas, en especial de las propias de cada territorio.
En
concreto, recomendamos comenzar por:
1.
Analizar la estructura, las colecciones, las líneas de trabajo, así como las
acciones que se están llevando a cabo para conseguir Museos y Centros de Arte
en igualdad que atiendan a los códigos y manuales de las buenas prácticas.
2.
Completar los fondos museísticos, en función de criterios igualitarios. Estas
acciones son insoslayables en los centros de arte contemporáneo. Allá donde no
sea posible, se realizará una relectura de los fondos desde una perspectiva
feminista.
3.
Promover exposiciones y actividades, con una dotación económica suficiente, en
relación a los vacíos y las ausencias de obra artística e intelectual realizada
por mujeres.
4.
Impulsar la creación de equipos de investigación paritarios que estudien y den
visibilidad a las formas de creación de artistas mujeres de todas las culturas,
atendiendo a su posición en relación a cuestiones de clase social, edad,
geografía y orientación sexual.
5.
Velar por la equidad representativa en los órganos de gobierno, cargos
directivos y personal contratado en los museos.
A
fin de rubricar el compromiso con los puntos anteriores, y conseguir una
redistribución, representación y reconocimiento justo para las mujeres, se
propone la incorporación de un Portal de Igualdad en los Museos y Centros de
Arte, de forma que sean visibles y disponibles para todo el público las líneas
de trabajo, en relación a las colecciones, a las exposiciones y a las
actividades realizadas desde este prisma de igualdad.
Igualmente
se establece el compromiso de trabajar con los observatorios culturales
públicos ya existentes, para la incorporación de análisis e informes que ayuden
a la incorporación de políticas de igualdad en los planes estratégicos, y
acciones a llevar a cabo desde los Museos y Centros de Arte, siempre contando
con la representación social y las buenas prácticas. Frente a la situación
actual ante la crisis del COVID-19 que acrecienta las brechas de género
instamos a los Museos y Centros de Arte Contemporáneo a que se sumen a la tarea
de recuperar la salud cultural, contando y reconstruyendo, en profundidad y en
igualdad de condiciones, los relatos que sustentan las vidas de todos los seres
humanos.
Esta iniciativa, inicialmente dirigida a los Museos y Centros Artísticos del Estado Español, deseamos que pueda trasladarse también al ámbito internacional”.
Otra
de las herramientas que me gustaría traer a colación es el Women Artist Museum
(WAM), un museo virtual colectivo y participativo dedicado al reconocimiento de
los logros y al fomento de la presencia de las mujeres en las artes visuales.
Creado por mujeres y hombres como un movimiento social para visibilizar la obra
de las mujeres y abierto a la libre participación, este museo nace en diciembre
de 2020 bajo la iniciativa del colectivo transnacional de mujeres WAM MUSEUM,
comprometidas con el arte contemporáneo y con la igualdad.
Desde este enlace puedes entrar a la plataforma que se crea a través de Instagram: https://mailchi.mp/a8ff22b2a29c/women-artist-museum
Es
responsabilidad de todas las personas vinculadas al mundo del arte y un derecho
de la ciudadanía, facilitar y tener acceso al arte hecho por mujeres.
Necesitamos referentes en igualdad por un futuro más justo en todos los ámbitos
de la convivencia. Os recomiendo para seguir en el tema el libro de Peio Riaño,
Las invisibles. ¿Por qué el Museo del Prado ignora a las mujeres? Una
cuestión que, por desgracia, debe ser planteada.
ROSA MASCARELL
JEAN BAUDRILLARD Y LA INCOMUNICACIÓN
DE LA COMUNICACIÓN
ROSARIO HERRERA GUIDO
de la hipercomunicación, no nos hubiera sumido
en lo insensato, sino en una enorme
saturación de sentido, consumiéndose con su éxito;
sin juego, sin secreto, sin distancia? [...] ¿Si toda
esta mutación no dependiera, como creen algunos,
de una manipulación de los sujetos y las opiniones,
sino de una lógica sin sujeto en la que la opinión
se desvanecería en la fascinación? [...] ¿Y si todo ello
no fuera entusiasmante ni desesperante, sino fatal?
Jean Baudrillard, El otro por sí mismo.
Jean Baudrillard (1929-2007), el pensador francés, el sociólogo, crítico de la cultura y filósofo, uno de los pensadores más polémicos de nuestro tiempo, tras su fallecimiento, el martes 6 de abril en la Ciudad Luz, dejó una serie de lámparas encendidas para todos los que vienen detrás.
Aunque formado en
el seno de la Sociología (obtiene el doctorado en la Universidad de París), incursiona
en casi todos los discursos de nuestro tiempo a través del ensayo, por lo que
su obra (más de catorce volúmenes) se encuentra traducida a más de once
idiomas. Una labor que hace de Baudrillard un intelectual de la Era Post-marxista.
Entre sus análisis
sobre el universo de los signos y el fin de lo social destacan los libros La
Sociedad de Consumo, América, La izquierda divina, La seducción, A la
sombra de las mayorías silenciosas y Cultura y Simulacro, entre otras de
importancia semejante.
Hay
objetos actualmente —según Baudrillard—, de los que no sólo es difícil sino
hasta imposible hablar: a saber, la comunicación y la información.
Principalmente porque se encuentran rodeados de muchas fantasías tecnológicas,
creadas en realidad para sostener un mito fundamental: que la comunicación
existe. La gran dificultad para hablar de la comunicación hoy, se debe a que
pertenece al mundo de las imágenes, del espectáculo y de las apariencias. Y “las apariencias tienen algo de secreto, precisamente porque
no se prestan a la interpretación” Baudrillard, El otro por sí mismo,
Barcelona, Anagrama, 1988:54).
Antes se hablaba
de modos de producción, de fuerzas productivas, de relaciones de producción.
Desde 1960 se habla de consumo de imágenes y de signos. Y hoy ya no se habla más
que de mensajes, información, retroalimentación (feed-back).
Baudrillard es un pensador
que levantó marejadas de polémicas desde que preguntó: “¿De verdad nos comunicamos, o es más bien el problema de toda una sociedad
que se exalta y se agota en el mito de la comunicación?”.
A la ilusión de
que a más producción más riqueza social, desmentida desde la depresión
económica de 1929, corresponde otra ilusión: la comunicación será más perfecta
en la medida en que haya más tecnologías de comunicación. En lugar de hacerse
perfectible la comunicación, merced al exceso de medios e instrumentos de
comunicación, tiende a desaparecer en razón de su saturación. En realidad “toda la gigantesca operación tecnológica de
la comunicación no hace más que denunciar la ausencia de comunicación”.
El dispositivo, el
artefacto, el aparato colectivo que asegure ¡por fin! la existencia de la
comunicación, sólo aparece cuando el intercambio auténtico entre los hombres y
las mujeres ha dejado de tener sentido, y la circulación del lenguaje se
encuentra en déficit. El aparato colectivo de comunicación asigna nuevas
funciones: códigos, instituciones, técnicas de comunicación, ciencias de la
comunicación, etc. Todo es mensaje. Lo que era un acto humano por excelencia se
ha convertido en una helada operación. Y aunque este sistema tiene la capacidad
para producirse y reproducirse, resulta ser cada vez más estéril.
Se trata pues de
una tecnocomunicación incrustada en los sujetos, a manera de prótesis, que se
vuelve su negativo: la no-comunicación. La eficacia y la velocidad de la
tecnocomunicación —para Baudrillard—, se debe a que “todo comunica pero nadie se toca”. Nos hemos acostumbrado
tanto al intercambio sin vernos, sin escucharnos, que ahora sólo se tiene fe en
la Solidaridad Electrónica. Recibí hace poco un rollo que por posdata decía: “Nos estamos chateando”.
En la Era de la
Comunicación Técnica es común el sometimiento a las imágenes, a los mensajes, a
la epidemia de los signos y los artefactos. Lo más peligroso de este ritual
tecnocientífico es que puede hacer desaparecer la singularidad del sujeto y el
objeto, en tanto que el yo individual pierde su diferencia y su secreto, pues
el otro, el semejante, desaparece, sin el desafío ante su mirada, sin el
compromiso ante su realidad. ¿Quién ignora que el teléfono se convirtió en el
instrumento idóneo para evadir compromisos, engañar, dilatar respuestas o
deshacer tratos?: “Llámale por
teléfono y asunto arreglado”. No es necesario desbordarse en
ejemplos para transmitir lo que denuncia Baudrillard: la intensidad de la
comunicación se evapora con la relación superficial de la tecnocomunicación.
Baudrillard es el
crítico radical de la existencia apantallada, de las mentes pantalla,
televisadas y televisivas, que por la intensificación de la tecnocomunicación
parecen palpitar en un escenario artificial, que los protege del vacío abismal
de la pantalla, así como del vacío interior (que es más profundo).
La
tecnocomunicación exige un imperativo moral: “Quedar Conectado”. Como dice una consigna de un canal de
televisión: “¡Ni se te ocurra
levantarte!” La televisión se ofrece como una Utopía de Cristal, de
burbujeantes sabores y de sublimes pastas dentífricas, gracias a la cual es
posible escapar del mundo exterior y entrar en un microcosmos, en el que ya no
tiene sentido la pregunta por la libertad, porque en ese mundo de escenarios y
simulacros, resulta difícil saber si se es pantalla o ser humano.
Haciendo eco a
Baudrillard, el filósofo español Eduardo Subirats le atribuye a la pantalla del
espectáculo una misión redentora universal, pero ya no con mensajes de
emancipación ni de salvación en el más allá, sino con un alto designio: la
felicidad a través de las virtudes heroicas de un detergente o un reino donde
el dolor de este mundo se redime con la frescura de un desodorante (Eduardo
Subirats, Metamorfosis de la cultura moderna, Anthropos, Barcelona,
1991, pp. 233-234).
Para Baudrillard,
en la medida en que la televisión anula la distancia entre el espectador y la
escena, que hace entrar en algo parecido a un coma, lo que se produce ahí es
una constante demanda de que la pantalla llene el vacío abismal que ella misma
produce. Y es que la pantalla se encuentra muy lejos para generar la intensidad
dramática de lo real, y también está demasiado cerca para crear el drama de un
escenario.
Lo más dramático
del universo técnico es que apantallados y pantallas constituyan una unidad
indisoluble. La pantalla de nuestra mente corre el peligro de quedar conectada
a la pantalla de la computadora. Puede darse una experiencia siniestra: una
continuidad indefinida, una indistinción del sujeto y el objeto, donde el
interior y el exterior forman un continuum.
Vivimos en la Era
de la reproductibilidad técnica, reconocible por el deseo ilimitado de eternidad.
Toda acción es fotografiada, filmada, grabada, reproducida hasta el cansancio.
Hoy se quiere afirmar desesperadamente la existencia, aunque sea por vías
engañosas: existir en todos los escenarios, en todas las pantallas y en todos
los programas. “Las gentes sienten
deseos de llevárselo todo, de saquearlo, de comérselo todo, de manipularlo
todo. Ver, descifrar, aprender no les afecta. Su inclinación masiva es la
manipulación” (Jean Baudrillard. Cultura y simulacro. Kairós,
Barcelona, 1978, página 92).
La cultura del
espectáculo produjo una fascinación incomprensible y una veleidad chocante en
las gentes. Hoy la invasión de la subjetividad llega a los límites de la
profanación.
Para Hans Magnus Enzensberger todo en la sociedad técnica aspira a
lo espectacular: “Mercancías y
escaparates, tráfico y publicidad [...] una escenificación permanente, que no sólo domina los centros urbanos
públicos, sino también los interiores privados” (Hans Magnus
Enzensberger. Elementos para una teoría de los medios de comunicación. Anagrama,
Barcelona, 1981, pp. 39-40).
Pero la tesis de la manipulación de las masas a través de la
televisión, arraigada en la tradición de la izquierda tiene mucho tiempo que
entró en descomposición. A las masas, argumenta Baudrillard, “si les ofrece sentido
piden espectáculo; ningún esfuerzo pudo nunca atraerlas hacia ideas porque sólo
retienen imágenes; idolatran todo lo que sea espectacular. Las masas renuncian
a pensar, por lo que no quieren saber nada de sus obligaciones simbólicas”.
(Jean Baudrillard. A la sombra de las mayorías silenciosas. Kairós,
Barcelona, 1978. p. 8).
La Comunicación es
el gran mito del Siglo XX que hereda complacido el siglo XXI y el hombre-telemático
su héroe trágico. Lo trágico no está en la agonía de un futuro dudoso, sino en
una incertidumbre antropológica: ¿Soy un ser humano o una máquina? El obrero,
considerado antaño como extraño a la máquina, era un enajenado. Hoy, ante la
pantalla, está apantallado, seducido. La seducción, que es una de las
experiencias más trabajadas por Baudrillard, pertenece al ámbito de “la superficie y la apariencia” (Jean
Baudrillard. El otro por sí mismo, Barcelona,
Anagrama, 1988, p. 53).
Baudrillard destacaba
que el fantástico éxito de la inteligencia artificial (la computadora), se debía
a la capacidad que tiene de liberarnos de la inteligencia real, de la
singularidad del pensamiento, de las preguntas fundamentales de la existencia,
de las relaciones entre el pensamiento y el mundo, así como de las
interrogantes por la libertad.
A pesar de sus
incisivas críticas Baudrillard no se siente autorizado para sostener que las
pantallas son una nueva esclavitud. Antes bien considera que el reto actual es
reducir esa incertidumbre antropológica entre ser humano o máquina, pero no a
través de más tecnocomunicación. Para nuestro pensador “[...] lo que ha estado en juego desde siempre ha
sido el poder mortífero de las imágenes, asesinas de lo real, asesinas de su
propio modelo”. (Jean Baudrillard. Cultura y simulacro, p. 13).
Al leer a
Baudrillard es imposible no preguntar y tratar de responder: ¿Son los paraísos artificiales de
las pantallas una nueva libertad? Ese vacío, cual boca de muerto que se
hunde tras las deslumbrantes imágenes que asesinan lo real y convierte el mundo
en un simulacro, parece sugerir que no.
SERÁ EL
COMENTAREMOS EL LIBRO
Berta Isla es la envolvente y apasionante historia
de una espera y de una evolución, la de su protagonista. También de la
fragilidad y la tenacidad de una relación amorosa condenada al secreto y a la
ocultación, al fingimiento y a la conjetura, y en última instancia al
resentimiento mezclado con la lealtad. O, como dice una cita de Dickens hacia
el final del libro, es la muestra de que «cada corazón palpitante es un secreto
para el corazón más próximo, el que dormita y late a su lado». Y es también la
historia de quienes quieren parar desgracias e intervenir en el universo, para
acabar encontrándose desterrados de él.
Javier Marías (Madrid, 1951-2022) fue autor
de dieciséis novelas, entre ellas Los dominios del lobo, El hombre
sentimental (Premio Ennio Flaiano), Todas las almas (Premio Ciudad
de Barcelona), Corazón tan blanco (Premio de la Crítica, IMPAC Dublin
Literary Award, Prix l'Oeil et la Lettre), Mañana en la batalla piensa en mí
(Premio Rómulo Gallegos, Prix Femina Étranger, Premio Mondello, Premio
Fastenrath), Negra espalda del tiempo, los tres volúmenes de Tu
rostro mañana (Fiebre y lanza, Baile y sueño y Veneno
y sombra y adiós), Los enamoramientos (Premio Tomasi di
Lampedusa, Mejor Libro del Año en Babelia, Premio Qué Leer), Así empieza lo
malo (Mejor Libro del Año en Babelia), Berta Isla (Premio de la
Crítica, Premio Dulce Chacón, Mejor Libro del Año en Babelia, en Corriere della
Sera y en Público de Portugal) y Tomás Nevinson (Premio Gregor von
Rezzori-Ciudad de Florencia); de las semblanzas Vidas escritas; de los
relatos reunidos en Mala índole y la antología Cuentos únicos;
homenajes a Cervantes, Faulkner y Nabokov, y veinte colecciones de artículos
y ensayos. En 1997 recibió el Premio Nelly Sachs; en 1998 el Premio Comunidad
de Madrid; en 2000 los Premios Grinzane Cavour y Alberto Moravia; en 2008 los
Premios Alessio y José Donoso; en 2010 The America Award; en 2011 el Premio
Nonino y el Premio de Literatura Europea de Austria; en 2012 el Premio Terenci
Moix; en 2013 el Premio Formentor; en 2015 el Premio Bottari Lattes Grinzane; y
en 2017 el Premio Liber, todos ellos por el conjunto de su obra. En 2016 fue
nombrado Literary Lion por la Biblioteca Pública de Nueva York. Entre
sus traducciones destaca Tristram Shandy (Premio Nacional de Traducción
1979). Fue profesor en la Universidad de Oxford y en la Complutense de Madrid.
Sus obras se han publicado en cuarenta y seis lenguas y en cincuenta y nueve
países, con casi nueve millones de ejemplares vendidos. Era miembro de la Real
Academia Española y en 2021 fue elegido miembro internacional de la Royal
Society of Literature (RSL), la organización benéfica del Reino Unido para
la promoción de la literatura.
Antoine
y Olga (Denis Menochet y Marina Fois) son una pareja de franceses, educados y
comprometidos ecologistas que, en la madurez de sus vidas, eligen vivir en
Galicia cultivando el campo y restaurando casas abandonadas. Sus vecinos son
gentes que llevan toda su vida viviendo en el monte. La llegada de los
extranjeros desestabiliza la comunidad, consideran al “franchute” como a
alguien despreciable por el mero hecho de no haber nacido allí, en su tierra.
El trato que le dan es vejatorio, excepto algunas raras excepciones. Y todo se
complica cuando una empresa les propone comprar sus tierras para instalar un
parque eólico, pero con la condición de que firmen todos los vecinos. Antoine,
se niega. Él está viviendo el sueño de su vida y ellos, los vecinos, están
deseando coger el dinero para huir de la dura vida del campo y hacer realidad
los suyos. El director, Rodrigo
Sorogoyen, construye una película de una
gran violencia contenida y real. Hay
varios momentos, durante los diálogos en la cantina, en los que el desafío, la
furia, el odio, la confrontación contenida logran romper la pantalla y el
espectador tiene la sensación de estar allí, con ellos, jugando al dominó y
formando parte de la escena.
El director habla de muchas cosas: del odio al otro por
ser diferente, de la envidia por no haber tenido las oportunidades del otro, de
la dureza de la naturaleza, de la fragilidad de los sueños, del negocio de las
renovables, del choque de intereses y, sobre todo, la dureza de la vida en el
campo: cuidar de los animales, sembrar, cosechar, reparar… “Olemos a mierda”
dice uno de los protagonistas.
El director no nos ofrece una visión idílica de la vida
campestre ni en lo laboral ni en lo social; describe muy bien el sentimiento
que tienen los de la tierra, de unidad pétrea, impermeable para quienes vienen
de fuera, los forasteros. En este caso más, es un franchute, y con ese apodo lo
deshumanizan. Además, es un franchute culto, leído y viajado que ha tenido lo
que ellos no han tenido y, ahora, que pueden tener algo de eso que no han
tenido, él, el franchute, se lo impide. La mayoría de las veces no se dirigen a
él por su nombre, Antoine, sino a través de apodos despectivos y bromas pesadas
que intenta encubrir el desprecio y el odio que esconden. Hasta que la
violencia física estalla.
La segunda parte de la película nos habla del duelo Olga
(la mujer de Antoine) y de su búsqueda de justicia. Hay un cambio de ambiente,
ahora más melancólico y sereno. Trasmite el deseo de que se haga justicia, pero
sin sed de revancha ni de odio. Es cierto, que tras una primera parte tan
intensa y en la que se derrocha buen cine, esta segunda parte en la que se
relaja la presión resulta algo menos vigorizante. Es como si de pronto nos
bajase la tensión.
Es una estupenda película en la que los actores Denis
Ménochet y Luis Zahera están impresionantes, aunque la actuación de Luis
Zahera, yo la calificaría de excepcional.
ISABEL BANDRÉS
https://www.youtube.com/watch?v=8FfTwEbN9YA
Soprano sfogato es un
término —al parecer hoy en desuso—, acuñado en las cuatro primeras décadas del
siglo XIX (durante la época del bel canto en Italia), para designar a un
reducido número de cantantes que poseían una inusual holgura en la extensión de
su registro vocal. Es decir, que contaban con una garganta extraordinaria tanto
en volumen como en coloratura y extensión. Podían interpretar con gran soltura
y flexibilidad tanto los graves de contralto, como los pasajes rápidos de
agudos de soprano, pero con un gran poder sustentador. En otras
palabras, que eran prodigiosas, se salían de los cánones conocidos. Además, el
termino sfogato apareció al mismo tiempo que sus más grandes ejemplos:
La Malibrán, Giuditta Pasta (ser italiana y apellidarse Pasta… comparable a ser
española y apellidarse Paella), Isabella Colbrán y la Gran Callas en el siglo
XX. La grandísima Callas, la más grande de todos los tiempos, la soprano
absoluta.
Se cumplen este año los cien
del nacimiento de Maria Anna Cecilia Sofia Kalogeropulu, por todos conocida como María Callas o La
Divina; pero no esperaremos al 2 de diciembre para recordarla: “Hay dos
personas dentro de mí. Me gustaría ser Maria, pero está La Callas, de quien
debo estar a la altura, así que lucho con ambas como buenamente puedo” (Maria
Callas).
Hija de emigrantes griegos,
nació en Nueva York para trasladarse con su madre y hermana a Grecia tras la
separación de sus progenitores; de ahí que su formación tuviese lugar en el
Conservatorio Nacional de Atenas, llegando a ser miembro de la Ópera de dicha
ciudad de 1940 a 1945, lo que contribuyó a que se familiarizase con los grandes
papeles que mejor se adaptaban a su “cuerda”, a la vez que acumulaba
experiencia escénica.
A pesar de su no larga vida, su
repertorio es verdaderamente fastuoso e interminable. De Bellini: Norma, I puritani, La sonnambula, Il pirata. De Cherubini: Medea. De Gluck: Alceste, Ifigenia en Tauride. De Rossini: El turco en
Italia, el Barbero de Sevilla,
Armida. De Spontini: Las
vestales. De Meyerbeer: Le Pardon de Ploërmel.
De Donizetti: Lucia di Lammermoor, Anna Bolena, Poliuto. De Puccini: Tosca, Turandot, Madama Butterfly, Suor Angelica. De Giordano: Andrea Chénier, Fedora. De Mascagni: La caballería rusticana (Santuzza). De Ponchielli: La Gioconda. De Arrigo Boito: Mefistófeles. De
Verdi: Nabucco, Macbeth, Rigoletto, Il trovatore, La traviata, Las vísperas sicilianas,
La fuerza del destino,
Aida, Don Carlo, Un ballo in maschera. De
Beethoven: Fidelio. De Wagner: Tristán e Isolda, Parsifal, La valquiria. De Eugen d'Albert: Tiefland. De Carl Millöcker: Der Bettelstudent (Laura). De Haydn:
Orfeo y Eurídice. De
Mozart: El rapto en el serrallo… En fin, estudio y dedicación, no solo su gran talento.
La Norma de Bellini en 1948, en Florencia, terminó por consagrarla como una de las mayores sopranos del siglo. El esplendor de su voz abarcó toda la década de los años 50, encarnando los grandes papeles del repertorio belcantista y romántico italiano. Cosechó entonces grandísimos triunfos y protagonizó veladas inolvidables —inmortales—, de las que algún documento fonográfico se conserva y merece mucho la pena revisar (también alguna de sus "clases magistrales"). Recuperó obras olvidadas de autores como Gaetano Donizetti (Poliuto), Gioachino Rossini (Armida), Luigi Cherubini (su Medea), o Christoph Willibald Gluck (Ifigenia en Tauride).
Mucho se especuló sobre el supuesto suicidio de La divina Callas, a raíz de la depresión que la ruptura y el posterior fallecimiento del magnate naviero Aristóteles Onassis, le causó. Pues para nada. Al parecer, la enfermedad que también le fue arrebatando la voz —una enfermedad inflamatoria que debilita los músculos, incluso los de las cuerdas vocales (Dermatomiositis)—, fue la causa del paro cardíaco que acabó con su vida. El médico Mario Giacovazzo, del Hospital Clínico de Roma, más que harto de la versión del suicidio de La Callas, decidió romper su silencio profesional, declarando que él mismo le había diagnosticado la enfermedad en 1975. Una muerte prematura por una enfermedad tan rara como su propio talento.
Pensando en ella, decidí ver Callas Forever, una película que relata el final de su
existencia, su retirada vida en su piso de París, etc. etc.
No la vean. Es un espanto que ni siquiera la presencia de la gran Fanny Ardant consigue
mitigar. Franco Zeffirelli es el director…
SUSI
TRILLO
"Casta diva" (Norma. Bellini) 1958
La gran Maria Callas interpreta un aria de su papel característico, Norma, la sacerdotisa druida de Bellini, con la Orchestre de l'Opera National de París y Georges Sebastian. Grabado en directo en el Palais Garnier el 19 de diciembre de 1958, este concierto marcó el debut de la soprano en la Ópera de París, un importante evento social para los parisinos y para el que Callas se vistió con su más elegante alta costura y joyas valoradas en un millón de dólares. (Fuente: Warner classics).
https://www.youtube.com/watch?v=s-TwMfgaDC8
(No os perdáis sus expresiones faciales)
https://www.youtube.com/watch?v=CsCh94WofLQ
“Carmen, Habanera”, Maria Callas, Hamburgo 1962
https://www.youtube.com/watch?
v=EseMHr6VEM0&list=RDeR2estxUcXI&index=2
“O mio babbino caro”, Maria Callas “London Farewell Concert” 1973
Este fue el concierto de
despedida de Maria Callas en Londres en 1973. Se llevó a cabo en el Royal
Festival Hall. Cantó con Giuseppe di Stefano. Los acompañó Ivor Newton.
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