POÉTICA, POEMA, POESÍA y POETA
ROSARIO HERRERA GUIDO
POÉTICA
En
griego, ποίησις
(poíesis) es la dimensión más vasta de la creación, poesía en sentido
específico, y ποιητής (poietés), creador o poeta. Poíesis para
Aristóteles es lo verosímil (εικος). En palabras de Aristóteles:
“Esto es verosímil, teniendo en cuenta lo que dice Agatón: es verosímil que
muchas cosas ocurran en contra de la verosimilitud” (Aristóteles, “Poética”, Obras,
Madrid, Aguilar, 1973:95).
Para
Octavio Paz: “lo poético no es algo que está fuera, en el poema, ni dentro, en
nosotros, sino algo que hacemos y que nos hace” (Paz, El arco y la lira, México,
F.C.E., 1979:168). Pues lo poético, según Paz, abarca la creación y
auto-creación del universo. La naturaleza y la cultura forman un todo. Y sólo
los actos que desgarran el tiempo progresivo de la historia con el instante son
poéticos. En lo poético adviene la otra voz que irrumpe en el poema o en la
obra de arte, con un decir inesperado, que cuestiona al yo moderno como autor,
que se aliena en su obra, y abre la dimensión colectiva y anónima del arte.
Roger
Munier, traductor al francés de El arco y la lira de Paz, susurra: “El arco y
la lira es […] más que un ensayo sobre la poética, es una meditación sobre la
condición humana, sobre eso otro que nosotros mismos somos y que la poesía nos
revela por instantes” (Munier, “L’arc et la lyre”, Octavio Paz ou la raison
poétique, París, Blandin, 1991:51).
Ramón
Xirau, el filósofo español, naturalizado mexicano canta: “El poema es cuestión
de vida y es cuestión de muerte porque el ritmo es el hombre mismo manándose” (Ramón
Xirau, Poesía y conocimiento, México, Joaquín Mortiz, 1978:196-197). Porque el l
poema busca fijar el poder poético, las imágenes fugaces del mundo, sin
alcanzar el último sentido. Poe ello, Octavio Paz advierte que en el poema: “[...]
las frases de alinean una tras otra sobre la página y al desplegarse abren un
camino hacia un fin provisionalmente definitivo” (Paz, El mono gramático,
Barcelona, Seix Barral, 1974:56).
El
poema se resiste a la interpretación, pues es un eco de eco que no quiere ser concepto.
Aunque el poema aspira a una verdad más extensa que el concepto, pues ante la
imposibilidad de decir y aprehender el ser, se resigna a ser poema: “fugaz
alegoría de los nombres verdaderos” (Paz). De modo que “[...] La poética más
que un sentimiento es un trabajo al interior del lenguaje, es un proceso de
construcción-denominación de lo real” (Javier González, El cuerpo y la letra, México,
F.C.E., 1990: 206).
“Lo
que caracteriza al poema, es su necesaria dependencia de la palabra tanto como
su lucha por trascenderla” (Paz, El arco y la lira, op.cit., p. 185). A partir
de lo que se desprende que el poema moderno evoca el lenguaje original que
quiere decir el mundo, cantar al ritmo del tam-tam. Como lo sugiere Roger
Munier: “La célula del poema es la frase poética. Pero a diferencia de la
prosa, la unidad de la frase (...) no es el sentido o la intención
significante, es el ritmo” (Mounier, op. cit., p. 52).
A propósito de la experiencia más indefinible, Octavio Paz musita: “La poesía pone al hombre fuera de sí y, simultáneamente, lo hace regresar a su ser original: lo vuelve a sí. El hombre es su imagen: él mismo y aquel otro. A través de la frase que es ritmo, que es imagen, el hombre, ese perpetuo llegar a ser, es. La poesía es entrar en el ser” (Paz, El arco y la lira, op. cit., p. 113). Una experiencia con la verdad de lo posible y de lo imposible, ya que es permanente deslizamiento de sentido que aspira a tocar lo sublime, en el sentido más kantiano: “lo grandioso, comparable a las pirámides de Egipto o el cielo estrellado”.
La poesía acerca singularidades opuestas sin anular su singularidad. Lo mismo hace la ciencia, pero las empobrece al mutilar su peculiaridad. La poesía es el corazón de la imagen poética que desafiando el principio de no contradicción, canta a través de San Juan de la Cruz “una música callada”, un oxímoron, un nuevo ser que no existía. Por ello la poesía lleva a su máxima tensión a la imagen poética a través de la analogía: “transparencia universal: en esto ver aquello” (Paz, El mono gramático, op. cit., p. 137).
La poesía es conocimiento. Este es el heraldo de El arco y la lira. La poesía nos inscribe en el mundo; es creación de conocimiento, es decir, de nuevos sentidos, y con ellos otros seres. La poesía se cuela por las fisuras del pensamiento racional discursivo y se disputa la verdad. Pero la poesía pretende alumbrar el mundo antes que comprenderlo y explicarlo (para ponerlo a la luz y hacerlo nacer). La poesía, antes que someterse al pensamiento conceptual de la estética, es poética: aparición simultánea del hombre y el mundo.
La poesía aborda una dimensión trágica censurada por la ciencia: la locura, la muerte, el sueño, el dolor, la pasión, el temor y el erotismo. La poesía es revelación, oráculo de nuestro destino trágico. La poesía lleva a cabo los mismos ideales terapéuticos de la religión, sólo que ella cura de la herida de la existencia, sin prometer la inmortalidad ni condenar la vida.
Desde la poética, para Aristóteles el poeta es sólo aquel que percibe las relaciones entre todas las cosas (Aristóteles, “Poética”, op.cit., Madrid, Aguilar, 1973:100). Y es atravesado por la voz de la cultura y el pueblo: “La poesía, el más infalible heraldo, compañero y seguidor del despertar de un gran pueblo que se dispone a realizar un cambio de opinión y las instituciones. En tales períodos hay una acumulación del poder de comunicar y recibir intensas y apasionadas concepciones respecto del hombre y la naturaleza” (Percy Shelley, Defensa de la poesía, Barcelona, Península, 1986:65).
El poeta es maestro de la analogía que capta que: “Esto es aquello” (Paz, El mono gramático, op.cit., p. 137). Pues “[…] el decir del poeta es un acto que no constituye originalmente, al menos una interpretación sino una revelación de nuestra condición” (Paz, El arco y la lira, op.cit., p. 148). El poeta es el que baja al abismo tras las huellas de los dioses que se han ido, a riesgo de regresar demente, que no es quien ha perdido la razón sino el que vaga por otros caminos (Martin Heidegger).
El Poeta experimenta que el aprendizaje de la vida debe dar, al mismo tiempo conciencia de que la ‘verdadera vida’, según Rimbaud, no está en las necesidades utilitarias sino en el propio desarrollo y en la calidad poética de la existencia, de que para poder vivir cada uno necesita, lucidez y comprensión y, las capacidades humanas. (Edgar Morin, La cabeza bien puesta, Buenos Aires, Nueva Visión, 2002, pp. 56-57). El poeta filósofo, el filósofo poeta, aunque comprometido con la exigencia conceptual, debería acceder a la elegancia poética en la escritura como: el poema de Parménides), Las confesiones de San Agustín las meditaciones y tratados (Descartes), las novelas (Camus, Sartre y Kundera), los aforismos (Nietzsche), las entrevistas de Foucault (Eugenio Trías, Pensar en público, Destino, 2001, 341-345).
ROSARIO HERRERA GUIDO
METAVERSO: DE LA CIENCIA FICCIÓNAL OBJETIVO DE LOS GIGANTES TECNOLÓGICOSASUNCIÓN VALDÉS
¿Quién le iba a decir a Neal Stephenson que Metaverse, la palabra que acuñó en su
novela Snow Crash en 1992, se iba a
convertir en el mayor desafío de comunicación virtual del mundo en el siglo
XXI?
El escritor, nacido en Maryland en 1959, llamó Metaverse a una calle de 216 kilómetros,
vacía, propiedad de una corporación que pone en venta sus espacios, controlados
a su vez por una compañía de televisión por cable que tiene el monopolio de la
información y las comunicaciones. Sus clientes acceden por terminales al
entorno virtual con el que pueden actuar por medio de gafas especiales. Uno de
los protagonistas es Hiroaki, un
repartidor de pizzas en Los Ángeles, cuyo avatar en un videojuego es un samurái
que lucha contra un virus informático, el Snow
Crash.
Los franceses, que protegen su lenguaje de anglicismos,
titularon la novela Le Samouraï virtuel. En
español se dejó el título original Snow Crash
o choque en la nieve, lo que veíamos en los televisores analógicos cuando se
desintonizaban o estropeaban. Con esta descripción aproximada del complejo planeta de Stephenson es comprensible
que se le considere profeta de las TIC, las tecnologías de la
información y la comunicación.
A lo largo de estas décadas, metaverso se ha convertido
en un bien mostrenco que despunta con el nacimiento de lo que podríamos llamar
pequeños metaversos, como navegadores web con experiencias en tres dimensiones
y avatares, los personajes virtuales creados a partir de una foto o de una
animación, como en la plataforma de juegos Roblox. En octubre de 2021, Mark
Zuckerberg, fundador de Facebook, cambió el nombre de su empresa por Meta, más
allá, según los griegos. En la presentación dijo que quería conectar a la gente
“Más allá de las limitaciones de las pantallas, más allá de los límites de las
distancias físicas…”.
Para las ciclópeas empresas tecnológicas, el metaverso es
un objetivo estratégico para la próxima década. Aspiran a lograr una nueva
versión de internet: “Red interoperable de mundos virtuales en formato 3D, persistentes
y renderizados en tiempo real, que pueden ser experimentados de forma
sincronizada por un número muy grande, casi ilimitado, de usuarios, cada uno
con un sentido individual de presencia”.
Esta es la definición del metaverso consensuada por expertos
internacionales en TIC, juristas y académicos, entre ellos, los de la recién creada
Cátedra de Desarrollo Responsable del Metaverso de la Universidad de Alicante, financiada
por Meta Platforms.
En la capital de la Costa Blanca existe el ecosistema
para investigar el paso de la era digital a la cognitiva, en la que ya nos
encontramos. Desde 1994 es la sede de la Oficina de Propiedad Intelectual de la
Unión Europea, la EUIPO, que apostó desde el principio por la transformación
digital. La ciudad mediterránea pertenece a la red europea ELLIS para el
desarrollo de la Inteligencia Artificial. Es el Distrito Digital de la
Comunidad Valenciana, un entorno privilegiado para atraer empresas tecnológicas
de todas partes. Fruto de este hábitat innovador es la asociación AlicanTEC,
integrada por empresas, startups y
organismos comprometidos con la economía digital y el emprendimiento
tecnológico.
La novela de Stephenson, además de anticipar el metaverso,
deja otros mensajes cómo las dudas respecto a la protección de la identidad
digital en un mundo distópico con instituciones en crisis y brechas sociales
cada vez mayores.
La cátedra universitaria alicantina, cuyo Comité
Científico preside Manuel Desantes, catedrático de Derecho Internacional
Privado, investigará la privacidad, integridad y seguridad en el metaverso y el
marco regulatorio de la UE, para ver si los derechos digitales de los usuarios
están suficientemente recogidos en el Acta de Servicios Digitales, así como la
seguridad jurídica que necesitan los empresarios para desarrollar sus
actividades en el nuevo mundo digital.
Es el momento de crear el metaverso que nosotros
queramos. Los expertos se muestran esperanzados porque, por fin, la ciencia jurídica
puede ir por delante de la tecnología. Metaverso será la hibridación de todas las
TIC como internet, realidad virtual y aumentada, big data, inteligencia
artificial, blockchain, etc. Las personas debemos hibridarnos también y no
olvidarnos de tener los pies en la tierra.
Si Second Life,
la mayor comunidad virtual creada en 2003, fracasó, entre otras razones, porque
los computadores no tenían suficiente capacidad, imaginemos los potentes
ordenadores que necesitaremos para el metaverso y la contaminación ambiental que
pueden crear por la gran cantidad de electricidad que consumirán.
Las plataformas tecnológicas y los usuarios tendremos que
apostar más por las energías renovables y cambiar hábitos de vida. O tal vez,
reunirnos en oficinas virtuales del metaverso y disminuir, así, la huella de
carbono de los desplazamientos. Está claro: cuanta más tecnología usamos, más Naturaleza
necesitamos. Al fin y al cabo, ¿no nació el metaverso en el papel de un libro?
ASUNCIÓN VALDÉS
EMMA, de ALGÚN TIEMPO A ESTA PARTE
NURIA ALKORTA
Recientemente hablaba por teléfono con mi querida
amiga Elizabeth Wittlin Lipton. Debo aclarar que, en el curso de nuestra
amistad, en general, la conversación suele deslizarnos ―siempre
gracias a Liz― por una enmarañada madeja de cuestiones
artísticas y teatrales. En esta ocasión, elogió calurosamente una obra corta
del dramaturgo español Max Aub, fechada en 1939 y titulada De algún tiempo a esta parte. Debo reconocer con cierta vergüenza que
no la conocía, y, por ello, ese mismo día me lancé a comprar el libro (que ahora
descansa en mi escritorio) y a leerlo rápidamente, con avidez.
Esta obrita de Max Aub tiene forma de monólogo dramático
y está protagonizada por una mujer de sesenta años llamada Emma. Es una judía
asimilada quien, en la Viena de 1938, sufre las penosas consecuencias del Anchsluss, la anexión de Austria por la
Alemania nazi. Su marido, Adolfo (ingeniero y propietario de una fábrica de
artículos de celuloide), fue rápidamente apresado por los alemanes y, a
continuación, trasladado al campo de Dachau, donde ha muerto fusilado. El hijo
de ambos, Samuel, era secretario del consulado austriaco en Barcelona y allí ha
muerto fusilado en la cárcel republicana: fue apresado al descubrirse que
colaboraba con los nazis enviando dinero, millones, a través de la valija
diplomática. Por su parte, Emma ha sido obligada a barrer las calles. También le
expropiaron su céntrico piso familiar ―el
que habitó junto a su esposo durante más de veintisiete años, y del que ahora
es su limpiadora― y, por eso, se ve
obligada a cobijarse en la buhardilla del teatro que también limpia. Es de
noche y hace frío; en su soledad, ahogada de dolor y rabia, Emma no puede
dormir y, por eso, habla con su marido muerto. “Para mí los otros soy yo, yo
sola, y los muertos”, dice.
Mi amiga Elizabeth reconocía en esta obra el testimonio
honesto y veraz de su dramaturgo sobre una realidad que ella, por su propia
experiencia, conoce muy bien y que ha condicionado gran parte de su vida. Con
su obra Max Aub denunciaba ya en 1939 la expansión del nazismo en Europa y advertía
―sin
ser oído, como la princesa troyana Casandra―,
de las fatales consecuencias que el éxito de Hitler con su ideología inhumana
supondría para los europeos y para el mundo. Como apunta Esther Lázaro en el
prólogo del librito que compré, De algún
tiempo a esta parte se redactó durante los primeros meses del exilio
republicano de Aub en París pero se imprimió una década más tarde en la revista
Cuadernos Americanos: era el año
1948, iniciado el exilio mexicano del dramaturgo.
Para mi amiga Elizabeth, la vivencia del personaje de Emma
(y sus palabras) logra captar la dolorosa experiencia que ella misma, aun
siendo una niña, había vivido en su Polonia natal junto a sus padres (el famoso
escritor y erudito Józef Wittlin y Halina Wittlin), así como la de tantas
personas de su círculo social y cultural en la Varsovia anterior a la guerra y
posterior a la ocupación alemana. Desde que nos conocimos hace ya treinta años ―en
mis tiempos de actriz en Madrid y, poco después, mucho más de cerca, cuando
estudiaba en Nueva York― he oído a Elizabeth recordar
historias de aquel pasado y, en especial, de su experiencia infantil de la guerra,
la huida por Europa acompañando a sus padres y el exilio en Estados Unidos,
donde su familia compartió suerte con otros muchos “trasterrados” ―usando
el término acuñado por Max Aub. De eso trata su delicioso libro de memorias
infantiles titulado De un día para otro.
Un reportaje de moda en tiempos convulsos, donde además de “la remembranza
de la utopía de una niña”, Elizabeth Wittlin Lipton despliega su enorme talento
como escritora y dibujante. Abusando de la paciencia de las lectoras y debido
al interés de este dato, aprovecho para recomendar también el libro ilustrado
por ella y escrito por su amiga de adolescencia en Nueva York, Alice Coleman
Schelling, titulado Alinka. Entre
tinieblas.
Max Aub |
Recién pasado el primer tercio del siglo pasado, “de
un día para otro”, muchos hombres, mujeres y niños presenciaron en Europa el
estrepitoso derrumbe de su mundo, aparentemente ordenado y pacífico, y se
vieron arrojados a las “tinieblas” gracias al retorcimiento de la legalidad democrática
por el uso de la coacción y la fuerza, con el consiguiente alzamiento de un
régimen mundial declaradamente injusto y basado en el terror. También Max Aub vivió
el hundimiento de la libertad y fue testigo de sus consecuencias.
Con la muerte de su esposo y su hijo Emma ha quedado
sola. Injustamente privada de su dignidad personal y de los medios materiales de
la existencia a los que estaba acostumbrada, vive en un mundo nuevo, inexplicable,
donde el mal ha tomado las riendas y exhibe descaradamente su opresión. Si bien
la mayoría de sus familiares y amigos judíos han corrido la misma suerte que
ella, otros austriacos ―muchos de ellos antiguos
vecinos o conocidos― ocupan ahora sus casas
y, en general, se benefician inmerecidamente de los antiguos privilegios de los
desposeídos. Ambientada (yo diría, “gestada y parida”) en el marco de una gigantesca
convulsión histórica, con su obrita, Max Aub señala la degradación moral de la
sociedad junto a la de todos sus miembros: el dramaturgo alerta a sus
contemporáneos europeos ―y hoy también, a nosotros―
de los peligros del pragmatismo político, el miedo colectivo y el
adormecimiento de la conciencia. “Están envenenando a todo el país. Envenenando
a los vivos y a los muertos”, dice Emma. “No hay veneno como el miedo. Ya no
tienen miedo de Dios, sino de sí mismos. Ya nadie tiene miedo de Dios. Ni
ellos, ni nosotros. Ellos porque persiguen y matan, nosotros porque tenemos sed
de venganza y no queremos que nos consuelen”. De algún tiempo a esta parte considera un abominable hecho
histórico con honradez y valentía, evitando una perspectiva fácil y falsamente
consoladora. Esa virtud de la obra es lo que atrae a mi amiga Liz, conocedora
como el personaje de Emma de aquel horror.
María Pujalte y Ana Rujas, en la versión adaptada y dirigida por Maite Pérez Astorga. Fuente: Vania. Foto: © Manuel Fiestas |
Fiel a la realidad austriaca de ese momento, la obra
se ambienta en un contexto histórico conflictivo: de crisis económica y
desempleo, confusión y alarma social, exaltación nacionalista y manipulación política,
terrorismo nazi y autoritarismo fascista, la amenaza acuciante de una guerra
civil y la invasión militar extranjera. La presión nacionalista y expansionista
de la Alemania nazi se dejaba sentir agónicamente en su país vecino con la
inhibición del resto de potencias europeas, principalmente Inglaterra y
Francia. Por eso, con el título de su obra, Max Aub parece indicarnos que, en
esas circunstancias de arribismo y violencia, gracias a la inconsciencia
colectiva y a la irresponsable pasividad individual ante el mal, solo será
cuestión de tiempo llegar a sentir en carne propia el dolor provocado por una
garra que, progresivamente, ha ido oprimiendo nuestros miembros, tal vez, de
modo imperceptible. El autor incluso nos deja intuir que Emma ―asimilada
a la religión católica, parte de la acomodada sociedad vienesa y la cultura
germana―
también podría formar parte de aquellos austriacos que simpatizaban con Hitler,
o, simplemente, no se oponían al auge del nacionalsocialismo en su país.
La acción transcurre de noche, empieza en el escenario
de un teatro en Viena. Emma está acurrucada en un gran sillón del decorado. Se
entiende que la función acaba de terminar y los maquinistas del teatro hacen
descender el telón pintado que representa un “salón gótico”. Emma empieza a
fregar el suelo de madera del escenario. A continuación, “todo sin ruido”, los
operarios realizan el cambio para la siguiente función: se retiran los historiados
muebles hasta despejar el escenario, donde seguidamente se coloca un nuevo
decorado “pobre, abuhardillado, con un camastro y una silla por todo ajuar”. Mientras
Emma se afana con la limpieza, se queja del deterioro de sus manos: antes finas
y delicadas y ahora “rojas, ennegrecidas”. También se queja del frío y de las
vejaciones de esta nueva era. Al mismo tiempo, entre bastidores trajinan silenciosamente
traspuntes, actores, electricistas… se hacen algunas pruebas de iluminación
para el nuevo espectáculo. Al fin Emma queda sola: ahora el personaje está en su pobre buhardilla.
Carmen Conesa en el personaje de Emma Fuente: InfoLibre |
Como vemos, las precisas direcciones escénicas de Max
Aub pretenden expresar el sentido de la obra contenido en su título. En primer
lugar, sugieren los dramáticos cambios históricos de 1938 en Austria, representados
como un rápido y silencioso cambio de decorado. En segundo lugar, junto a la dimensión
nacional del idealismo germano se expresa el curso de la fortuna del personaje
de Emma y su descenso al horror: asistimos a la queja de una mujer envejecida y
sufriente, su dolor es el reverso de un reciente pasado inútilmente idealizado.
Las acotaciones también explicitan el estilo de la
obra. El cambio de decorados en el escenario del teatro (recordemos, del salón
gótico a la pobre buhardilla) nos sugiere la dramatización de la Historia y de
las vidas humanas: todo es representación, por más que pensemos que es vivir, con
un fin trascendente en el juicio de los espectadores. Inspirado por la veta
alegórica del teatro del Siglo de Oro español (que nunca le abandonó) y los
experimentos de las vanguardias de sus comienzos como dramaturgo, en De algún tiempo a esta parte Max Aub contextualiza
la obra y relaciona al personaje de Emma, aparentemente realista, con el marco
existencial de la metáfora del teatro del mundo.
NURIA ALKORTA
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POBREZA (II)
LA NECESIDAD DE POSEER
UN DIAMANTE
ISABEL BANDRÉS
Hace unos días, en una
sesión de control al Gobierno de la Comunidad de Madrid, Mónica García, perteneciente
a Más Madrid, acusó al vicepresidente de la Comunidad, Enrique Ossorio, de cobrar
el bono social térmico creado para beneficiar a las familias numerosas y/o a
las personas más vulnerables. El señor Enrique Ossorio tiene familia numerosa y
a pesar de cobrar un sueldo de 150.000 euros al año puede por ley cobrar los
195,82 euros anuales, poco más de medio euro al día, en que consiste dicho bono.
Pero durante la sesión de control, se desveló que el marido de Mónica García,
Enrique Montañés García, era también beneficiario de dicho bono y por la misma
razón, ser familia numerosa. Mónica García tiene un sueldo de 43.520,60 euros
al año y se desconoce el sueldo de su marido.
Y ahora lo más desconcertante: se ha abierto un debate sobre la legitimidad o no de cobrar dicha ayuda cuando las familias son numerosas, pero no vulnerables. La ley lo permite, así que están en todo su derecho de beneficiarse. Otra cosa es si resulta ético hacerlo o debería cambiarse la ley. Dos personas de diferentes ideologías, como son Joaquín Leguina y Rocío Monasterio, aseguran que sí, que es adecuado cobrar las ayudas que la ley permite sin más consideraciones. “Tengo cuatro hijos y no he tenido la suerte de que me ingresen el bono social térmico. El eléctrico lo tengo y el del Canal de Isabel II. El térmico, la carta esa famosa, a mí no me ha llegado; no sé si será por facha", ha ironizado la líder de Vox. Y Joaquín Leguina ha escrito: “Si uno tiene derecho a una subvención y la cobra, nadie debe reprochárselo aplicando moralinas…”. Ninguno de los dos tienen en cuenta la teoría de las necesidades y las normas legislativas en vigor, tampoco.
En
nuestro país, hay miles de ciudadanos que no pueden llegar a cumplir de manera
satisfactoria las necesidades más básicas como alimentarse de manera sana,
calentarse en invierno, cuidar su salud, descansar adecuadamente… El enorme
esfuerzo que deben hacer para cubrir esas necesidades prioritarias, necesarias
para preservar su vida y la de sus familias, hace imposible que puedan alcanzar
las otras necesidades señaladas en la pirámide de Maslow: seguridad, sensación
de pertenencia social, sentimiento de estima.
El Banco de España ha calculado que el Gobierno pretende destinar entre 34.000 y 40.000 millones de euros en medidas para hacer frente a las crisis energética y de inflación derivada de la guerra de Ucrania entre los ejercicios 2021 y 2025. Sin embargo, de este total, tan solo entre el 15% y el 20% han sido dirigidas a las rentas más vulnerables, con lo que entre el 80% y el 85% son de carácter generalizado, sin hacer diferencias de rentas ni estatus social. Así, la brecha entre grupos sociales se hará cada vez más ancha. El Estado debe cubrir las necesidades de sus ciudadanos, pero todos sabemos que no es lo mismo la necesidad de no pasar frío en invierno que la necesidad de poseer un diamante. Por ahora, con esa ayuda térmica es dudoso que las familias numerosas vulnerables puedan calentar debidamente sus casas, pero es indudable que las familias numerosas no vulnerables podrán calentar sus casas hasta el sofoco y, de paso, les ayudará a lograr, tacita a tacita, o lo que es lo mismo, cincuenta a cincuenta céntimos, su necesidad de tener un diamante.
Está
claro que con las ayudas generalistas apoyan más a las clases pudientes y
facilitan que estas satisfagan lo que Agnes Heller califica de “necesidades
alienadas”; las que son de carácter cuantitativo como la acumulación de
riqueza, el poder, la posesión de objetos y la satisfacción de su ambición.
Estas normas que generalizan las ayudas para todos, ya sean multimillonarios o
pobres paupérrimos son, como poco, obscenas e injustas en su raíz. ¿Por qué los
ciudadanos de clase media que no son vulnerables ni ricos ni tienen familias
numerosas tienen que pagar ayudas a aquellos que más bienes y patrimonio tienen?
¿Por qué un ciudadano, pongamos como ejemplo, con unos ingresos de 35.000 euros
al año y un patrimonio de 200.000 euros con familia no numerosa tiene que
contribuir a pagar ayudas a familias que ingresan más de 150.000 euros al año y
poseen un patrimonio que ronda el millón de euros?
Muchos
beneficiarios defienden que disfrutan dichas ayudas porque la ley se lo
permite. Y es así, pero no son leyes de obligado cumplimiento como son las
normas del Código de Circulación. En estos casos, el ciudadano es libre de
solicitar esas ayudas o no porque no se conceden de manera autónoma. Y es, en
ese tipo de decisiones, donde nos implicamos moral y éticamente. Esos actos nos
retratan como lo que de verdad somos. ¿Moralina?, como dice Leguina.
¿Legalidad? como afirma Monasterio. No, sencillamente vergüenza y respeto hacia
la humanidad de los que menos tienen. Y poco más hay que añadir, porque los que
han cobrado legalmente y sin un ápice de moralina dichas ayudas, ya han quedado
expuestos y el Gobierno que redactó esas normas, también. La rapacidad y la
cicatería de algunos no tienen límites y el Gobierno haría muy bien en ponerles
trabas en vez de darles alas. Y se pongan como se pongan, no es lo mismo la necesidad
de comer cada día que la necesidad de poseer un diamante.
No
pedimos que nadie siga el principio del filósofo Levinas: “El único valor
absoluto es la posibilidad humana de dar prioridad al otro sobre uno mismo”. Ni
invitamos a seguir el ejemplo de Prometeo, el dios que otorgó el fuego de la
humanidad a los hombres por lo que sufrió terribles castigos. Tanta entrega no
está en nuestra naturaleza. Pero sí está el tener una cierta altura de miras,
huir de la rapiña, de la cicatería, de la avaricia rancia y poseer un poquito
de sentido de justicia social y de generosa humanidad hacia el otro. Aunque sólo
sea porque el otro, si el azar hubiese sido distinto, podrías ser tú, que ahora
nadas en la holgura y tienes todas las necesidades cubiertas y mucho más.
ISABEL BANDRÉS
LA DEUDA DEL
ESPAÑOL
MARÍA LUISA
MAILLARD
El
español es hoy una lenga hablada por más de 500 millones de personas. Ha sido
el instrumento de grandes obras de la cultura occidental y, sin embargo, es,
desde hace tiempo, una lengua poco valorada en su país de origen. Una muestra
de esta infravaloración se extiende a la figura de un gran humanista, apenas
conocido por ser el autor de la primera Gramática Castellana; aunque esta obra
magna no dé la medida adecuada de su trayectoria, sus aportaciones y sus
enseñanzas. Fue gramático, traductor, exégeta bíblico, historiador, poeta y
pedagogo. Si hay un autor cuya vida y obra nos puedan alumbrar en este
conflictivo siglo XXI, es obligado volver la mirada a Elio Antonio de Nebrija
(1441-1522), el gran humanista español.
Los girones de “la leyenda negra” oscurecieron su figura. El hecho de finalizar su introducción a la Gramática Castellana, dedicada a la reina Isabel la Católica con estas palabras: “siempre la lengua fue compañera del Imperio”, arrojaron sobre el humanista un manto “imperialista” y depredador. Sin embargo, Nebrija tiene un perfil muy diferente. Fue un gran pedagogo que se caracterizó por situar en el centro de su pensamiento al ser humano y su educación, desde la convicción de que es posible el perfeccionamiento gracias al esfuerzo. Un humanista firme en la defensa de la libertad de pensamiento frente a los poderosos. Él mismo hubo de sufrir los envites de la Inquisición y de muchos hombres poderosos de su tiempo, médicos y juristas, atrincherados en un pensamiento anquilosado y lleno de argucias sofísticas, debido a un conocimiento defectuoso de los textos latinos. “Así yo […] soy tildado de imprudente, porque, confiado en la gramática como única guía, me atrevo a penetrar por todas las ciencias y disciplinas”, se defiende en su Apología.
Elio Antonio de Nebrija |
Volvamos
a la famosa frase “siempre la lengua fue compañera del Imperio”. En realidad,
la palabra Imperio tenía en la España de 1492 un valor más simbólico que real y
era utilizada con frecuencia por los humanistas que retomaban las enseñanzas de
los antiguos, volviendo sus ojos al Imperio Romano. En la época en que Antonio
de Nebrija elaboraba su Gramática con unos criterios que diferían de los de la
reina Isabel, Granada no había caído, Navarra aún no se había anexionado a la
Corona y Colón estaba a punto de partir para su proyectada nueva ruta hacia las
Indias. Una vez iniciada la conquista, los criterios establecidos por Nebrija
en sus gramáticas, sirvieron a los misioneros para elaborar las primeras
gramáticas amerindias, viendo la necesidad de comunicarse con los nativos en
sus lenguas de origen. De hecho, en México, el náhuatl fue la lengua franca de la Nueva España hasta su proceso de
independencia, que priorizó el uso del español.
Para
Nebrija, la necesidad de establecer un canon normativo para la lengua era la
condición indispensable para el conocimiento, el pilar en el que se asentaban
el resto de las disciplinas de la época — Derecho, Medicina y Teología—. Y ese
pilar en el siglo XV era la lengua latina, la llave del conocimiento que
permitiría a la humanidad salir de la ignorancia, la oscuridad y las falsas
premisas, accediendo a la sabiduría de los antiguos. En 1481 publicó una
Gramática Latina, Introductiones Latinae,
que fue perfeccionando en sucesivas ediciones y que fue la que le proporcionó
fama en su época, ya que se convertiría en el manual por excelencia para el
aprendizaje del latín, no sólo en España; sino también en Europa.
Su
participación en la Biblia Políglota Complutense, Annotationes quinquaginta in Sacras Littera, se debió asimismo a su
intención de enmendar un latín corrompido, cotejándolo con las versiones en
hebreo, caldeo y griego. Esta actividad fue la que le abocó a un proceso
inquisitorial y a realizar una defensa cerrada de la libertad de expresión y de
la verdad filológica, frente a la verdad de una tradición teológica equivocada.
Así dirá en su Apología, un texto de
descargo que redactó tras el proceso inquisitorial, que se resolvió de forma
benigna:
“¿Qué
diablos de servidumbre es esta, o que dominación tan injusta y tiránica, que no
te permita, respetando la piedad, decir libremente lo que piensas? ¿Qué digo
decirlo? Ni siquiera escribirlo escondiéndote dentro de los muros de tu casa, o
excavar un hoyo y susurrarlo dentro, o al menos meditarlo dándole vueltas en tu
interior”.
Fue
también la necesidad de mejorar el aprendizaje del latín, lo que le condujo a
elaborar una Gramática del castellano, que tuvo un largo recorrido porque, en
principio, lo que le había encomendado la Reina era una traducción al
castellano de la Gramática Latina, encargo que realizó en 1481. Pero Nebrija no
cejaba en su empeño. Su objetivo era que los estudiantes no solo dispusieran
del acceso a conceptos gramaticales latinos en castellano; sino de que los
conceptos nacieran del mismo castellano. Quería lograr la estabilidad de la
lengua en el futuro y posibilitar el acceso a ella de todos los que quisieran
aprenderla. Así publicó en 1492 la Gramática
castellana, a la que siguieron, Reglas
de ortografía de la lengua castellana, el Diccionario latino-español y un vocabulario
español-latino, este último el primer diccionario pensado desde una lengua
romance.
La
Gramática castellana, junto a la Gramática toscana —menos rigurosa y
exhaustiva— constituirán los dos únicos ejemplos de gramáticas en lengua
vulgar, escritas en el siglo XV y servirán de modelo para gran número de
gramáticas europeas.
Nebrija
estableció así un modelo gramatical, ortográfico y lexicográfico, que sería
fundamental en los años venideros para proporcionar estabilidad a la lengua
española y posibilitar su aprendizaje y difusión; y lo hizo desde unas firmes
convicciones en el valor del pensamiento, de la palabra empleada con propiedad,
y de la libertad humana para defender el uso correcto de la lengua, como la
única forma de actuar con responsabilidad en el mundo.
En un momento de devaluación del uso de la lengua española, ¿No deberíamos volver los ojos a Nebrija y su firme defensa, tanto del uso correcto de la lengua, como de su torticera utilización por el poder?
La
exposición dedicada a Antonio de Nebrija en la Biblioteca Nacional, para
conmemorar el V Centenario de su muerte está abierta hasta el 9 de abril.
También está disponible el excelente número de Revista de Occidente, dedicado a su figura (octubre, 2022, nº 497).
MARÍA LUISA MAILLARD
25. ACTITUDES. DESCANSO Y RELAJACIÓN
INÉS ALBERDI
Numerosas imágenes de mujeres leyendo las representan
tumbadas, en divanes o sofás, asociando la idea de descanso y relax a la
lectura. Todas ellas tienen en común un aire de descanso, de parecer que la
lectura es un disfrute, que leen con gusto y satisfacción, con el fin de
pasarlo bien y de evadirse.
James Carrol Beckwith, Estados Unidos (1852-1917) La novela (s.f.) Colección particular |
La idea de entretenimiento y de ligereza que se asocia
muchas veces a la lectura femenina, viéndola solo como diversión, activa el
estereotipo de que mientras los hombres leen para estudiar y aprender, es decir
leen libros serios, las mujeres leen para entretenerse, leen libros ligeros y de
menor calidad. Esta es una idea muy arraigada que todavía no ha desaparecido y
pueden verse en algunos críticos literarios actuales. Las encuestas nos dicen
que las mujeres leen más, pero solo los prejuicios pueden decirnos que lean
mejor o peor.
A pesar del prejuicio de ligereza que acompaña a veces a
la lectura femenina no podemos olvidar que el afán de diversión, de disfrute y
de entretenimiento es uno de los motivos fundamentales que llevan a la lectura,
tanto de hombres como de mujeres. Por lo cual no es de extrañar que una de las
actitudes más frecuentes en las que se retrata a las mujeres lectoras sea la
del descanso y relajación.
Albert J. Moore, Reino Unido (1841-1893) Bayas rojas, 1884 Colección particular |
Hay numerosas obras que retratan mujeres “tumbadas con
los libros” ya sea en un sofá, en un diván o en el lecho. Y todas estas
imágenes tienen en común el sentido de abandono, de relajación y de disfrute.
LEYENDO EN UN SOFÁ
Hay una gran cantidad de estas imágenes en las que la
mujer lectora se recuesta en una butaca o sobre un diván. Hemos encontrado numerosos
retratos de mujeres tumbadas en un diván leyendo. Muy a menudo son las amigas del
pintor que parece haberlas sorprendido en un momento de su intimidad.
Henry Lamb, Reino Unido (1883-1960) La mujer del artista (1933) Tate Gallery, Inglaterra |
Tavik Frantisek Simon, Chequia (1877-1942) Vilma leyendo en el sofá, 1912 Colección particular |
Isaac Israels, Holanda (1865-1934) Muchacha leyendo en el sofá, 1920 Colección particular |
En algunos de estos retratos el artista añade que es su esposa la mujer que se reclina sobre un diván.
Albert Bartholome, Estados Unidos (1848-1928) La mujer del artista (Pèrie, 1849-1887) Lectura, 1883 |
LEYENDO EN LA CAMA
También hemos encontrado varias obras en las que la
lectora está tumbada en el lecho, lo que parece ser una posición muy frecuente
entre los lectores de uno y otro sexo.
Filipp Malyavin, Rusia (1869-1940) Retrato de Elizabeth Martynova enferma, 1897 Museo Estatal Ruso, San Petersburgo |
Willard Leroy Metcalf, (1858-1925) La convaleciente, 1904 Speed Art Museum, Lousville, Kentucky, U.S.A.
|
En algunos casos parece que el sueño las vence y se quedan
dormidas sobre el libro. Ya sea para soñar o sea por cansancio, la lectora que
se duerme sobre el libro es un tema no infrecuente en la pintura. La posición
de leer tumbadas lleva a que, en muchos casos, la lectora se duerma sobre el
libro. Y hay varias obras que las retratan así; el libro sigue en sus manos, o
cae sobre el regazo o cae al suelo, cuando el sueño invade a la lectora.
Louis Comfort Tiffany, Estados Unidos (1848-1933) Louise Tiffany leyendo, 1888 Museo Metropolitano de Nueva York |
Carl Vilhem Holsoe, Dinamarca (1863-1935) Mujer dormida (s.f.) Colección particular |
INES ALBERDI
Fernando Rodríguez de la Fuente, Marta Campomar y María Luisa Maillard |
EL
4 DE MARZO LO PRESENTAMOS EN LA BIBLIOTECA PABLO NERUDA DEL AYUNTAMIENTO DE
ARGANDA DEL REY, MADRID
María Luisa Maillard, editora; Lidia Andino, autora; Mercedes López, concejala de Igualdad y Montserrat González, concejala de Cultura VER VÍDEO RESUMEN |
“YO LE DIGO A MI MARIDO
QUE NO ME PEGUE TAN FUERTE”
LIDIA
ANDIO
Es
muy recomendable para un psicoanalista no perder su capacidad de asombro pues
eso querría decir que ha abandonado su campo de trabajo, ha caído en la común
creencia de que las palabras tienen un significado fijo, preestablecido y que,
cuando uno dice algo, no dice ni más ni menos que lo dicho, pero no hay sentido
común. Hay sentido, aunque no común.
La
frase que titula este artículo fue pronunciada en el transcurso de una sesión.
Más allá del impacto que produjo escucharla, más allá de lo que la frase decía
de esa paciente y su historia conyugal y más allá de lo que expresaba acerca de
su tratamiento, esta frase nos servirá para reflexionar acerca del infierno que
también anida en las relaciones humanas —en todas ellas— y no sólo entre
hombres y mujeres.
La
familia, además de ser un contrato social, económico, sexual, afectivo, es un
modelo ideológico inconsciente, lo que quiere decir que no se deja de ser
familia por el hecho fortuito de vivir solo.
Si
nos quedamos en las apariencias de lo que el título dice, concluiremos que se
trata de una pobre mujer víctima de un hombre desalmado, y no queremos venir a
desmentir esta realidad que, cotidianamente, nos consterna. Nos gustaría atrevernos
a ir un poco más lejos y ver que en esta frase, además de una petición de que
el daño sea menor, no hay una firme decisión de poner fin al maltrato.
Es
decir, hay una situación establecida en la cual los espejismos imaginarios que
atraviesa la pareja someten a ambos a vivir vidas ya vividas, a no poder ni
saber salir de la cárcel imaginaria donde la única elección (inconsciente), es
ser preso o carcelero, a compartir mesa y lecho con el miedo y con un deseo
seco hace ya tiempo; haciendo —sin darse cuenta—, todo lo posible para que las
cosas no cambien, quejándose —todo lo que pueden—, de que las cosas no cambian.
Y sabemos que la queja es una acción que garantiza que no habrá transformación.
¿Por
qué, entonces, esta mujer golpeada se quedaba con su maltratador? ¿Cómo podía
soportarlo? Quizá porque creían que provenían del amor. Esto era literal siglos
atrás, donde la posición social de la mujer era otorgada por el padre y más
tarde por el marido; así en el amor conyugal adquiría rango e identidad.
La
entrega, la renuncia a la propia vida, tal vez no se imponen explícitamente hoy
en día, pero están ocultos en el amor conyugal.
Muchas
mujeres aún piensan: “Si soy del amo, él me ama”. No entra en sus cabezas que
en ese “amor” pueden encontrar el primer peldaño hacia la hoguera.
Teléfono Atención Víctimas Malos Tratos - España |
LOS
ESPACIOS DE CONDE DUQUE
DE
TRES ENSAYOS DE PAISAJE: ECOSISTEMAS MÓVILES PARA CLIMAS FUTUROS A LOS MUNDOS,
GOYA Y FABELO
A.PILAR RUBIO
Arranca
la primavera en Conde Duque con instalaciones artísticas al aire libre. Los
arquitectos Lys Villalba y Lluís Alexandre Casanovas, galardonados con
importantes premios de arquitectura a pesar de su juventud, han diseñado una
instalación que investiga el impacto de las nuevas condiciones climáticas en la
configuración del espacio público: desde el rol de la vegetación, el confort
ambiental y el consumo energético, a los mecanismos de inclusividad, las
relaciones intergeneracionales y otros modos de sociabilidad. Un proyecto que
puede aplicarse a otros lugares de la ciudad. A través de tres islas van
apareciendo nuevos usos y convivencias que suponen una novedad para el público
que se adentra en el patio para aprovechar las opciones culturales que plantea
el centro y la oportunidad de disfrutar de un espacio público contemporáneo.
Una
isla visibiliza la emergencia de un paisaje global, intensificado por el
calentamiento del planeta. Además de plantas de ecosistemas remotos, la isla
contiene un rótulo iluminado con energía solar y una doble grada para eventos.
Otra isla está formada por un teatro reversible que funciona como escenario,
bordeado por un telón y paisajes autóctonos de la región de Madrid. Y la
tercera isla representa un imaginario post-fósil, como el de las altas
temperaturas y los fenómenos meteorológicos extremos que caracterizan nuestro
presente. Con especies pirófitas o resistentes al fuego, los areneros en forma
de cráteres son un reclamo de juegos para los niños. En definitiva, un nuevo
modo de concebir la ciudad y de pensar los espacios públicos mediante usos
compartidos y sostenibles.
Instalación "Liderazgo". Patio Norte del Centro Cultural Conde Duque Fuente: Fabelo Studios. Foto: Daniel Pérez |
Si novedoso e interesante es para el
espectador la visión de los ecosistemas móviles para climas futuros, no menos
importante es la exposición Mundos, Goya y Fabelo, la cual pretende ser
un diálogo, en contextos, lugares y épocas diferentes, entre la obra de Roberto
Fabelo y las series Los Caprichos y Los Desastres de Francisco de
Goya.
Fabelo, pintor, grabador y escultor de
origen cubano, siempre tomó a Goya como un referente y ha sido capaz de
adentrarse con estilo propio en el onírico mundo de los sueños, en la
morfología del mundo animal, en la metamorfosis kafkiana o en los abusos del
poder que conducen al horror y a la barbarie.
Con la instalación de Fabelo titulada Liderazgo,
el artista pretende hacer reflexionar al espectador sobre la naturaleza de la
sociedad. Y con la titulada Sobrevivientes —un homenaje a La Metamorfosis
de Kafka—, parece querer hacerle tomar conciencia de los riesgos del ego y
del poder.
Instalación "Sobrevivientes". Fachada Casa de América Fuente: Fabelo Studios. Foto: Daniel Pérez |
En paralelo, en sus grabados, Goya
reflexiona sobre los abusos de crueldad, como las torturas, los vicios, las
secuelas de la guerra, el absolutismo o la superstición del pueblo,
reivindicando la libertad.
A pesar de la distancia temporal entre
ambos y de la disparidad de sus estilos, los dos creadores, a través de sus
obras, parecen transmitir el mismo mensaje, lo que evidencia que el diálogo y
el contrapunto entre la obra de Fabelo y la de Goya va más va más allá de
épocas y experiencias.
Instalaciones y exposición parecen ir
encaminadas a concienciar al espectador con sus mensajes acerca de la
naturaleza, la convivencia y la sociedad.
A.PILAR RUBIO
Fuente: Enciclopedia de la Literatura de México |
LUISA CARNÉS
MARÍA LUISA MAILLARD
El
otro día, leyendo una biografía de Rosalía de Castro, escrita por Luisa Carnés
y publicada en México en 1940, me surgieron dos preguntas. ¿Cómo se había
publicado una biografía de la poeta en México? ¿De una autora como Rosalía de
Castro, que había recabado tan escaso interés biográfico en España hasta épocas
recientes? La segunda pregunta se dirigía a la autora del libro: ¿Quién era
Luisa Carnes? ¿Esa autora que, nacida en Madrid, tenía tal capacidad para
internarse en el paisaje gallego y en el sentir de una poetisa que alzó a la
altura literaria el idioma gallego? Valga como muestra de su estilo, este
comienzo de la biografía:
“Padrón
se extiende sobre una verde llanura, que baña el río Sar, en la margen derecha
de otro río gallego: el Ulla. Su perenne quietud sólo es cortada por bronco
repicar de campanas, o por las riadas invernizas, heraldos de desolación en
esta dulce tierra de los verdes tiernos, de las nieblas y de “los aparecidos”.
Luisa Carnés en su madurez Fuente: Público |
La
biografía de Rosalía de Castro, no fue un caso aislado. Formaba parte de una
colección, “Vidas españolas e hispanoamericanas” que, bajo la dirección del
exiliado republicano Domingo Rex, pretendía recuperar para el exilio, figuras
preclaras de la cultura española, a la vez que introducía ese legado en la
cultura mexicana: Cervantes, El Cid, Teresa de Jesús, Isabel la Católica,
Ignacio de Loyola… Era la fórmula para propiciar el conocimiento y la hermandad
cultural. Tal iniciativa se parece mucho al carácter genuino de lo que debería
ser la “Memoria histórica”, me dije; aunque hoy en día el concepto legal de
“Memoria histórica”, reconvertida en “Memoria democrática”, tenga un sentido
muy diferente. El éxito de la colección da cuenta del interés que despertó en
los republicanos exiliados. El legado histórico y cultural español era todavía
un bien a mantener.
No
me fue difícil localizar a la autora, ya que las editoriales Hoja de Lata y
Espuela de Plata están recuperando su legado desde hace unos años. Luisa
Genoveva Carnés Caballero (Madrid, 1905-México, 1964), fue una novelista,
dramaturga, periodista y activista política, que tiene en su haber 12 novelas,
más de 60 cuentos, varias obras teatrales y una extensa colaboración en la
prensa española y mexicana.
Pertenece
por edad a la Generación del 27, aunque su nombre no nos suene en la nómina
habitual de sus componentes. Injusticia histórica, habida cuenta de que fue una
mujer autodidacta, que tuvo que abandonar el colegio a los 11 años, para
contribuir con su trabajo a la economía familiar, ya que era la mayor de los
seis hijos de una familia obrera. Comenzó como aprendiza en el taller de
sombreros de una tía suya, y luego trabajó en el obrador de una pastelería. El
padre era barbero y la madre ayudaba lavando y planchando ropas ajenas. Su vida
es una historia de superación.
Luisa Carnés (vestida a cuadros) de modista en un taller de costura Fuente: Creative Commons |
Su
experiencia laboral desde tan temprana edad en distintos oficios, nutrió la
mayoría de sus novelas y le fue desarrollando una conciencia social, que la
llevó a militar, ya próximo el inicio de la guerra, en las filas del Partido
Comunista. Desde niña tuvo gusto por la lectura. Leía todo lo que caía en sus
manos, quitando horas al sueño, pues trabajaba de día en largas jornadas
laborales. Primero, folletines de los periódicos y novelas baratas; luego
llegaron Cervantes, Victor Hugo, Tolstoi y Dostoievski, cuya huella se
encuentra en su prosa de madurez. Quería escribir, comprender el mundo. Quería
saber por qué su vida era como era. Por qué la única salida para muchas mujeres
era el matrimonio o la prostitución, por qué tantas mujeres se odiaban entre
sí, en vez de unir sus fuerzas.
Fue
escritora precoz. Ya en 1926 publica su primer cuento “Mar adentro”; pero su
estilo necesita aún unos años de maduración y encontrar en la literatura social
el cauce natural que se ajustase a su experiencia de vida. Sus dos novelas más
importantes; Natacha de 1930 y. Tea Rooms: Mujeres obreras de 1934, reflejan sus experiencias vividas, en un
taller textil y como camarera en un salón de té, respectivamente. Su novela Natacha ya será considerada por la
crítica como una obra de madurez.
Luisa Carnés y su hijo Ramón Puyol, a mediados de los años cuarenta Fuente: Familia Puyol Carnés. Infolibre |
Durante
su trabajo como telefonista en la casa editorial CIAP, en 1928, había conocido
a su primer marido Ramón Puyol, de profesión dibujante, con el que tendrá su
primer y único hijo. También traba amistad con José Frances, quien prologa su
primera novela Peregrinos del calvario
en 1929 y le abre las puertas del mundo literario. Con posterioridad la
introducirá como redactora de la revista Stampa
y esta colaboración se extenderá a la revista Ahora, que dirige Chaves Nogales. Algunas de sus colaboraciones:
“Una mujer busca trabajo o “El hombre que llevaba los periódicos al presidente
de la República”. Tras la quiebra de la editorial, marcha a Algeciras; pero
pronto vuelve a Madrid y se implica en la política del momento. Apoya a Clara
Campoamor, de orígenes humildes como ella, en su reivindicación del voto para
la mujer, contribuye a su homenaje y en 1936, Rafael Alberti estrena su obra de
teatro de combate “Así empezó…”. Actividad teatral que continuará en su exilio
mexicano. Empieza a colaborar con Mundo
obrero y Frente Rojo con
artículos como ”Un día en las trincheras”.
En
1939 parte al exilio con su segundo marido, el poeta Juan Rejano, y logran
salir del campo de refugiados francés, camino de México, en el trasatlántico
“Veendam”, gracias a la intervención de Margarita Nelken. Reproduce estas
experiencias en su libro De Barcelona a
la Bretaña francesa. Episodios de
heroísmo y martirio de la evacuación española.
En
México, adopta el pseudónimo de Clarita Montes, para separar su profusa
actividad periodística de la literaria y se inserta en la gran comunidad de
exiliados comunistas. Participa en la prensa del exilio como España Popular, España y la Paz , y Mujeres
españolas, órgano de la Unión de Mujeres Antifascistas, del que será
presidenta. Extenderá su actividad a la radio y a la prensa mexicana,
colaborando en revistas como las Novedades
y La Revista Gráfica. Con su
novela El eslabón perdido, se adentra
en un problema de plena actualidad: el conflicto de los hijos de emigrantes
entre la pertenencia a la patria de sus padres o a su nuevo país de adopción.
Fallece
en 1964 en un accidente de tráfico en el que se salvó su familia, dejándonos el
legado de una vida ejemplar de lucha y superación.
MARÍA LUISA MAILLARD
SERÁ
EL
COMENTAREMOS EL LIBRO
Cuando
conoce a Antoine Carmontel, que acaba de volver del frente de batalla, Marianne
Segre tiene veinte años y sólo piensa en divertirse. Hija de un conocido pintor
y una rica heredera, se encariña del apuesto joven y pronto se convierten en
amantes, aunque su amor no es recíproco. Cuando contraen matrimonio, Antoine
invierte su herencia en una fábrica de papel, a la que consagra sus esfuerzos,
mientras se hace amante de la hermana pequeña de Marianne.
Anatomía
lúcida e irónica del matrimonio y la familia, llena de agudas reflexiones sobre
la amistad, la soledad, el dolor o la muerte, Dos es tambien una
historia sobre las ilusiones perdidas de unos jóvenes que se enfrentan a un
presente lleno de oscuros presagios.
Irène
Némirovsky fue una escritora nacida en Imperio Ruso que vivió en Francia desde
su juventud y escribió en francés. Fue deportada bajo leyes raciales por su
origen judío, aunque se había convertido al catolicismo en 1939.
La
protagonista, Cáit, es una niña de nueve años sigilosa y dulce que vive, mejor dicho,
sobrevive, en medio de un caótico ambiente familiar en el que es considerada
una molestia por sus padres y hermanas. En la escuela no le va mejor; es vista
como un bicho raro por sus profesores por lo que no le hacen ningún caso y
alguien de quien burlarse por sus compañeros. El mundo en el que crece Cáit es
frío, oscuro y caótico en el que el afecto y el cuidado brillan por su
ausencia.
Sus
progenitores deciden, ante el embarazo avanzado de la madre, enviar a esta hija,
considerada como un estorbo, a pasar el verano con unos parientes lejanos con
los que apenas tienen relación. De pronto, ante la niña temerosa se abre un
espacio a la esperanza. Descubre lo que realmente es un hogar y una familia. La
oscuridad y el desorden se convierten luz y orden, el desdén y la falta de
cuidados se tornan en compresión y respeto y la falta de empatía y cariño se
transforman en auténtico afecto y ternura. Poco a poco, la temerosa niña va
dejando paso a una chica feliz que se siente amada y es, a su vez, capaz de dar
amor a sus improvisados padres. Y toda esta intimista historia sucede en el
bello paisaje de la campiña irlandesa y en un tono sosegado (la historia está
cocida a fuego lento) donde no hay lugar para la ñoñería y la sensiblería, pero
sí para la delicadeza y la sensibilidad.
Esta
joya de narración escapa de lo panfletario, de la crítica desgarrada y del
histrionismo para contarnos, en una trama aparentemente sencilla, la necesidad
que los niños tienen de amor y cuidado para poder llegar a ser unos adultos
sanos y seguros de sí mismo. Y de cómo, a veces, la familia más cercana (padres
y hermanos) no son capaces de dar lo necesario y se recibe de otros que asumen
ese papel. Por todo esto, esta película triste está llena de esperanza.
Cuando
termina el verano Cáit vuelve a la casa, que no a su hogar, de los padres
biológicos muy a su pesar y con gran dolor. Pero cuando abraza fuertemente para
despedirse al que fue su padre adoptivo durante tres meses y le susurra “papa”,
sabemos que ese verano en el que ha recibido amor incondicional y auténtico cuidado
le acompañaran para siempre. Ha interiorizado lo bueno recibido y nunca más se
volverá a sentirse sola. La Cáit en la que nadie reparaba, nadie escuchaba y
nadie quería sabe ahora que puede ser vista, escuchada y querida. La reacción
celosa y agresiva que los padres biológicos manifiestan frente a la herida
narcisista que sienten al ver, con asombro y rabia, a otra Cáit de la que se
fue nos muestra, entre otras muchas cosas, que el cambio de Cáit es profundo y
auténtico. Nadie muestra tanta rabia narcisista ante una mera representación o
apariencia. El aspecto físico de Cáit ha cambiado, pero su interior se ha
trasformado hasta hacerlo irreconocible. No es de extrañar la ira incontrolada
del padre biológico que se enfrenta a una verdad irrefutable: él no pudo o no
supo ser padre. Se sabe impotente frente aquellos que, no teniendo hijos
propios, han sabido ser padres de la que es su hija por sangre.
En esta película hay que
destacar el estudio afinado de los diferentes tipos humanos y la actuación
acertada de todos los actores. Narración intimista y exquisita que no será del
gusto de todos. A muchos se les hará lenta y a otros les parecerá sosa. Tenemos
el gusto estragado de ver tanto tremendismo en narraciones excesivas. Pero si usted
es de gustos más moderados, no se pierda esta joyita narrativa.
ISABEL BANDRÉS
Patricia Marie Andrews, Patty, en el centro (mezzosoprano), Maxene Angelyn Andrews, izda. (soprano) y LaVerne
Sophie Andrews (contralto); rubia, morena y pelirroja,
respectivamente, eran hijas de la unión de un griego y una noruega. Fue la
menor de las hermanas, la rubia Patty, con tan sólo 7 años, la que tuvo la feliz
ocurrencia de formar un grupo que ganó el primer premio en un concurso de
talentos musicales. Esto ocurrió en el Orpheum
Theatre
de la lejana y fría Minneapolis, a orillas del río
Misisipi que, por cierto, fluye en dirección sur a través nada menos que de
diez estados.
Comenzaron su carrera como imitadoras de un grupo anterior de mucho éxito, “Boswell
Sisters”
—sin llegar a alcanzar su calidad jazzística— y su primer éxito, por el que empezaron
a ser reconocidas, fue "Bei Mir Bist
Du Schön" (yiddish,
algo así como "Creo que eres bonita"), del que
vendieron nada menos que un millón de discos (un millón de vinilos de antes no
es un millón de descargas de ahora, con tanta propaganda, redes sociales,
etc.), de modo que se convirtieron en
el primer grupo de voces femeninas en ganar un Disco de Oro.
A partir de aquí, dejaron la lejana y fría Minneapolis
y se afincaron, sabiamente, en la cálida y luminosa California.
Vinieron
otros muchos éxitos. Tantos que, como Marilyn Monroe, fueron invitadas por el Departamento
de Estado norteamericano, durante la Segunda Guerra Mundial, para recorrer
África e Italia visitando zonas de guerra, hospitales, etc., con el fin de
animar a las tropas. Con su canción “Any
Bonds Today?” alentaban también a sus compatriotas a comprar “bonos
de guerra”.
Se
dice que era tan grande su popularidad que hasta los alemanes pirateaban algunos
de sus éxitos, como el mencionado "Bei
Mir Bist Du Schön" que se convirtió en una de las favoritas
de los nazis… Hasta que descubrieron que los compositores de la canción eran de
ascendencia judía (a ver, el compositor era Sholom
Secunda y el traductor, Saul Chaplin... blanco y en botella), y
ahí ya les dio un pasmo-nazi y la prohibieron, si bien en los campos de
concentración se seguía cantando a escondidas.
Las
Andrews grabaron la friolera de 47 canciones con Bing Crosby y, con él,
formaban parte de los artistas que empezaron a incorporar melodías originarias
de otros paises: Israel, Italia, Francia,
Irlanda, Rusia, Brasil, México, incluso España…
Pero
como nada dura y donde hay confianza… ya se sabe, comenzaron a ser continuas
las desavenencias entra las hermanas que terminaron por separarse en 1951. Hubo
un intento de reconciliación que duró sólo meses. Además, el Rock venía para
quedarse. LaVerne falleció en 1967. Patty y Maxenne actuaron como dúo y
hasta triunfaron en Broadway en 1974, con el musical “Over here!”, en el que
compartían cartel con John Travolta. Pero la cosa volvió a terminar mal y las
Andrews pasaron a la historia. A pesar de no ser de su generación —quede claro—,
les tengo cariño; forman parte de esa Norteamérica del glamour que
ya no existe.
S.T.
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