miércoles, 1 de noviembre de 2023







EMILIO GONZÁLEZ MARTÍNEZ PRESENTÓ SU LIBRO
SOBRE EL PACIENTE QUE MÁS ME PREOCUPA


 

El pasado 9 de octubre, nuestro querido amigo y colaborador Emilio González Martínez, presentó su libro Sobre el paciente que más me preocupa. El acto se desarrolló en la sala Miguel Hernández del Centro Socio-cultural Amando Rodríguez—Covibar, de Rivas-Vaciamadrid.

Después de varios poemarios de este gran poeta, editados por Vitrubio, como Palabrando o La vida es una herida absurda, ahora presenta —editado por Visión libros—, su nuevo libro: Sobre el paciente que más me preocupa. 

“Conócete a ti mismo”, es una de las acertadas sentencias con que José Luis Escudero, inicia la presentación del último libro de Emilio González Martínez, añadiendo que “Emilio escribe porque canta la vida, la suya y la nuestra”. Los versos del poeta con los que inicia el acto, lo refrendan:

Que las palabras lleguen a ser lo que son
que nos abran las puertas de la vida
y que alienten siempre sus latidos.

El libro, señala José Luis Escudero, es una miscelánea de textos en donde “las palabras se funden y fluyen en aguas poéticas y narrativas, vertidas de cuento o de diario, sin un hilo temporal coherente, sino más bien unidas al azar, al capricho, al simple revivir de los recuerdos”.

En el libro encontraremos pues poemas, especialmente en la primera parte titulada “Embrionario” como el titulado “Hoy hace cuarenta años”, una severa mirada al pasado de Argentina; pero también textos publicados en la revista Grupo Cero, entrevistas y cuentos, entre los que el presentador destaca “Mi apartado en la oficina de correos”.

Como siempre, la poesía es capaz de decir en palabras contadas el resumen de una vida y así cierra su presentación José Luis Escudero con estas palabras del poeta: “Somos, antes que nada, terráqueos, provincianos de la única patria de la que me siento patriota; este magnífico planeta”.












31. LUGARES PARA LEER. EN UNA HAMACA
INÉS ALBERDI

A la hora de decidir la pose de las lectoras al aire libre, hay un cierto número de estos retratos de mujeres que las sitúan tumbadas en una hamaca. La disposición de la lectora, medio tumbada en la hamaca, evoca el disfrute del aire libre más que ninguna otra forma.

E. Phillips Fox, Australia (1865-1915)
Una historia de amor, 1903
Art Gallery of Ballarat, Australia

La hamaca ofrece una imagen de descanso y relajación, que evoca el abandono y el deleite, la nonchalance, que puede acompañar a la lectura.

Podríamos pensar incluso qué lecturas son las que se pueden leer en una hamaca: la poesía y las biografías; las lecturas que tienen algo de filosofía.

John Lavery, Gran Bretaña (1856-1941)
La hamaca verde, 1905
Colección particular

A veces, los retratos de estas mujeres parecen dar más importancia a la naturaleza que rodea a la lectora que a la persona misma.

Walter Palmer, Estados Unidos (1854-1932)
Atardecer en la hamaca, 1882
Colección particular

Como las hamacas evocan el descanso y el sueño, también se encuentran retratos de lectoras que, habiendo dejado el libro por un momento, se entregan a la reverie o el sueño.

Adela Forbes, Canadá (1859-1912)
Atenta compañera, s/f
Colección Particular

Otras veces, la acompañante es la que cae en el sueño.

Joseph Milner Kite, Gran Bretaña (1862-1946)
En la hamaca, s/f
Colección particular

Algunas de las acompañantes de estas lectoras pueden estar concentradas en otras actividades, como este retrato que hace Feron de una lectora a la que acompaña un mujer cosiendo.

William Feron, Suecia (1858-1894)
Verano divertido, 1878
Colección particular

En otras ocasiones parece que las pequeñas acompañantes siguen las huellas de la madre y se van iniciando, ellas también, en la lectura.

Jean Puy, Francia (1876-1960)
Mujer en una hamaca, 1911
Colección particular

Tanto los retratos que enfocan a la lectora, como los que dan más importancia a la visión del conjunto, las lectoras tumbadas en una hamaca resultan imágenes muy atractivas.

Un ejemplo interesante de lectora en una hamaca, es la bellísima obra de Kroyer en la que se ve a la mujer sentada en una hamaca al fondo del jardín, resaltando en primer plano un arbusto en flor, como si quisiera hacer más idílica e íntima la situación de la lectora.

Peder Severin Kroyer, danonoruego (1851-1909)
Marie en una hamaca leyendo, 1891
Colección particular

Es un retrato precioso que hizo P. S. Kroyer de su mujer en 1891. Tan contento debió quedar de la obra —que enfocaba ampliamente el conjunto del jardín—, que la repitió enfocando más concretamente la figura de su mujer. En ambas obras se recrea la idea de aislamiento y lectura dichosa.

Peder Severin Kroyer, danonoruego (1851-1909)
Marie en el jardín, 1893
Colección particular

Fue Kroyer un artista danés-noruego que tuvo bastante relación con Sorolla y en las obras de uno y de otro podemos encontrar similitudes en cuanto al uso de la luz y del color. Ambos retrataron en numerosas ocasiones a sus esposas, aunque las relaciones en el seno de ambos matrimonios parece que fueron muy diferentes. De Sorolla sabemos que estuvo muy unido a “su Clotilde” hasta el final de su vida. De Kroyer, sin embargo, se ha sabido recientemente lo difícil que tuvo que ser la vida de la esposa por la enfermedad mental que atacó a este artista.

INÉS ALBERDI

INHUMANIDAD
MARÍA LUISA MAILLARD

Aceptar o justificar, aun parcialmente, la inhumanidad es el fin de nuestra civilización tal como la conocemos: es convertir a los seres humanos en objetos desechables. Degollar a bebés en presencia de sus padres, abrir en canal a una embarazada, violar analmente a una mujer y mostrar públicamente los despojos de la barbarie es, sin duda, un claro y terrorífico ejemplo de inhumanidad. Es lo que ha sucedido en el ataque de Hamas contra la población civil en Israel.

¿Cómo desde Occidente se puede aceptar o justificar, aún parcialmente, dicha inhumanidad? ¿Qué existe de diferencial en la situación del pueblo palestino, respecto a la de otros pueblos? ¿Qué en el pueblo de Israel para ser considerado “objeto desechable?

Sin duda uno de los más graves problemas del mundo en la actualidad es el de las personas que se han visto obligadas a abandonar su hogar. Según datos de ACNUR existen hoy en día 108,4 millones de personas desplazadas de su lugar de origen, debido a conflictos bélicos, de religión, nacionalidad, etnia, persecución política o hambrunas. Sólo el conflicto bélico de Siria provocó el desplazamiento de 7 millones de personas. Irán, Irak, Sudán, Afganistán, Somalia, Venezuela y Yugoeslavia, entre los países más destacados, nutren el resto. De los 108,4 millones de personas, 35,4 tienen la consideración de refugiados y no de desplazados; 29, 4 bajo la protección de ACNUR y 5,9 bajo la de UNRWA. Estos últimos son refugiados palestinos.

Los actuales refugiados palestinos provienen de la expulsión en 1948 de 750.000 árabes, tras el resultado de la primera guerra árabe-israelí. El origen es de todos conocido. En 1947, la ONU aprueba la creación de dos estados con sus fronteras delimitadas en la región de Palestina, debido la imposibilidad de convivencia en un mismo Estado de judíos y árabes. La región, primero bajo dominio del Imperio turco y, posteriormente bajo mandato británico, carecía hasta ese momento de un estado propio. Los palestinos rechazan el acuerdo y una coalición de países árabes, integrados por Egipto, Irak, Siria, Líbano y voluntarios procedentes de Libia, Arabia Saudí y Yemen, declaran la guerra al recién creado Estado de Israel. La victoria de Israel provoca la expulsión de los árabes del 23 % del nuevo territorio conquistado, que añaden al ya adjudicado por la ONU. Desde entonces el conflicto ha ido enquistándose —nuevas guerras en el 56 y el 67, ataques terroristas…—, a pesar de los reiterados intentos de apaciguamiento: conversaciones de paz auspiciadas por los Estados Unidos, como la Cumbre de Camp David en 1978 , los Acuerdos de Oslo de 1993 o el desmantelamiento de los asentamientos judíos en Gaza en el año 2005, para no hablar de los 30.000 palestinos que diariamente acudían a trabajar a Israel, percibiendo sueldos diez veces superiores a los que recibían en Palestina.

Ya vimos que el problema de los refugiados palestinos es tan sólo una parte de un problema mucho mayor que afecta a un número elevado de personas, cuyas justas y comunes reivindicaciones —volver al hogar— no obtienen, sin embargo, la adhesión inquebrantable que sí tienen las reivindicaciones palestinas, por parte de un sector de la población occidental, que llega hasta el punto de minimizar la inhumanidad. ¿Será tal vez un problema de arbitrariedad de las fronteras?

Desgraciadamente existen en el mundo muchas fronteras arbitrarias, creadas por las guerras denominadas mundiales, otros conflictos bélicos, y el proceso de descolonización, algo que en África se deja sentir en las periódicas matanzas entre etnias diferentes, y que también se aprecia en muchos países árabes. No somos ajenos en Europa a dichos conflictos de fronteras en países como la anterior Yugoeslavia, Ucrania, Polonia o Bélgica.

Pudo haber falta de visión en la creación por parte de la ONU de dos estados en Palestina, región que nunca había gozado de estado propio. En la zona había pobladores árabes y judíos, aunque estos últimos, que eran una minoría, habían ido acrecentándose desde 1888, a raíz del crecimiento del antisemitismo en Europa, generando el rechazo de los árabes. Pudo haber mala conciencia por el genocidio de los judíos en el periodo nazi; pero también hubo motivaciones e intereses variopintos en la creación de otras fronteras artificiales.

¿Cuál es entonces el elemento diferencial? ¿Será tal vez que el Estado de Israel es un representante de la cultura occidental, odiada por el islamismo radical, de valores tan diferentes a los nuestros? ¿Tendrá algo que ver el conflicto actual con la subida al poder en Gaza del islamismo radical de Hamás? ¿Qué es lo que une a una parte de los ciudadanos europeos con Palestina? ¿No será el común rechazo de la cultura occidental? Rechazo que encuentra hoy el apoyo del fundamentalismo iraní, entre otros gobiernos que apoyan a cualquier grupo terrorista o radical que desestabilice Occidente y, en el caso concreto de Irán, que destruya el Estado de Israel, representante de Occidente y sus valores en suelo que consideran árabe. Pero no es el único objetivo. El llamamiento de Hamás a perpetrar atentados terroristas en suelo europeo ya ha obligado a Francia a declarar el estado de alerta en París y a evacuar el Louvre y el Palacio de Versalles. Ya se ha producido el primer atentado terrorista en Bélgica con el resultado de dos muertos y varios heridos. ¿Tanto rechazamos la cultura occidental como para preferir la inhumanidad?

La historia ya nos ha mostrado las consecuencias de esta elección.

MARÍA LUISA MAILLARD




ROSAURA

de PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA

NURIA ALKORTA

A lo largo de bastantes meses he esquivado en esta sección a uno de mis personajes más amados del teatro universal: Rosaura, protagonista de La vida es sueño, de Pedro Calderón de la Barca. Ya es hora de que me ocupe de ella en estas páginas.


Calderón se ha prodigado con sus personajes femeninos. Pese al supuesto rigor doctrinario, frío y dogmático, que, superficialmente, los desconocedores de su teatro atribuyen al “dramaturgo del honor”; es la suya una dramaturgia ocupada y preocupada por la condición humana y, en particular, por la realidad femenina y su problemática en un tiempo histórico especialmente difícil para las mujeres.

El añorado Antonio Regalado

Para profundizar en el tema nada mejor que acudir a Antonio Regalado —gran estudioso, mentor y querido amigo, ¡a quien tanto extraño!—, autor de la insuperable obra Calderón. Los orígenes de la modernidad en la España del Siglo de Oro. En este libro se pueden encontrar numerosas páginas dedicadas al estudio de los personajes femeninos de Calderón, protagonistas indiscutibles de todos los géneros dramáticos que cultivó: desde la comedia al drama, pasando por la tragedia, el auto sacramental, el drama mitológico, la zarzuela, la ópera y su espléndido teatro breve. También recomiendo la lectura del reciente estudio de Mercedes Alcalá Galán titulado «Con esta carga nacemos las mujeres»: Discursos sobre el cuerpo femenino en la España de Cervantes. En este maravilloso libro la autora examina algunos personajes femeninos cervantinos en base al estudio de numerosos textos de la época (médicos, científicos, legales, morales…): un corpus normativo que fundamentó las restricciones impuestas a las mujeres —sobre su cuerpo y su sexualidad— que conflictuaron la autonomía femenina y, muy particularmente, el amor, la maternidad y la crianza, en el seno de una sociedad de violencia sexual y rivalidad masculina por mantener el reconocimiento de su linaje.


En su libro, Antonio Regalado indica que el punto de partida de Calderón supone la indiscutible paridad entre hombres y mujeres —en tanto que el alma no tiene sexo— y, por ello, que las leyes humanas deben proteger por igual su inalienable dignidad y libertad. En su teatro el dramaturgo expone (y “problematiza”) la conflictiva situación femenina en una sociedad donde el código del honor —especie de “pensamiento único” de la época— tiranizaba a los hombres y, particularmente, a las mujeres. Con sus personajes femeninos, Calderón de la Barca da voz a unas mujeres que, en mayor o menor medida, también han interiorizado las normas de una sociedad injusta —por lo que a menudo afirman con orgullo o resignación “yo soy quien soy” y “tuve amor, tengo honor”— y quienes, aunque no quieran, viven sometidas a la autoridad de padres, hermanos, esposos y amantes.


Como trata en su libro Mercedes Alcalá respecto a los textos cervantinos, también muchas de las obras calderonianas están protagonizadas por mujeres (principalmente doncellas) que sufren la violencia sexual (violaciones, estupro…) y, al tiempo, el acoso reproductor a fin de controlar la sexualidad femenina y asegurar la pureza del linaje. Las vemos en situaciones donde a menudo está en juego su vida y honor, y podemos sentir la complicidad, cuando no el compromiso con su suerte, del dramaturgo. A diferencia de otros autores de su tiempo (conocido como los Siglos de Oro), Cervantes y Calderón se atreven a indagar en la subjetividad femenina y dar aliento a sus quejas. Sin duda, con sus obras manifestaron “el sentir” (y cuando no, mostraron “el sufrir”) de la mayoría de las mujeres de su tiempo.


Todos los personajes femeninos de Calderón expresan la dureza de su existencia por razón de su sexo. Ya sean reinas, nobles o plebeyas, ya vivan en la villa de Madrid o en la corte de la lejana Suecia, en el tiempo pasado o en el presente de los espectadores, en cada obra luchan por ampliar su margen de libertad asumiendo considerables riesgos. A menudo solo encuentran amparo en el secreto, pues desconfían —por sagacidad o por prudencia— de la justicia del mundo. Como consecuencia, en todos los casos, el secreto de un silencio auto-impuesto “victimiza” por segunda vez a la mujer. De entre innumerables ejemplos, oigamos las quejas de doña Leonor, protagonista de la obra: No hay cosa como callar, cuando se dice a sí misma: “callemos honor, tú y yo; / que no ser de nadie dicha / una desdicha, ya es dicha; / y para obligarte a dar / el sepulcro singular / de mi pecho a mi dolor, / honor, en trances de honor, / no hay cosa como callar”.


Estas reflexiones generales de la época barroca y del teatro de Calderón también explican las circunstancias y el conflicto del personaje de Rosaura en La vida es sueño.


Una metáfora escénica de gran impacto y asombrosa eficacia nos presenta al personaje: en la oscuridad del ocaso, una mujer “en hábito de hombre” cae despeñada por un monte escarpado y rocoso pues ha sido arrojada al suelo y arrastrada por su cabalgadura. Como vemos, en la presentación de Rosaura son dos las imágenes que aluden al secreto: el traje masculino que confunde la identidad de la joven y la noche que oculta su caída y su vergüenza. El motivo de la caída del caballo, tan común en el teatro calderoniano, por un lado resalta el estado emocional del personaje: Rosaura cabalga a Polonia “ciega y desesperada”. Por otro lado, sobre todo, el motivo esclarece su condición existencial, tal como su “suerte” adversa “lo dice”: arrojada a la vida, Rosaura es una “infelice” por culpa de su “destino”.


Ya en Polonia, el personaje de Rosaura se presenta como un enigma, despertando con su equívoca presencia violentos sentimientos y obligaciones en dos hombres: Segismundo, el príncipe encerrado desde su nacimiento en una lóbrega torre, y Clotaldo, valido del rey Basilio, tutor y carcelero del legítimo heredero.


Para Segismundo, Rosaura es el asombroso antídoto que por primera vez logra calmar su furor (cuando la ve en la torre: percibiéndola hombre y sintiéndola mujer). También es la fuerza generadora del amor: uno ligado al asombro que como “bruto” siente en la torre que luego le “imanta” violentamente a ella en palacio (cuando ve a Rosaura por segunda vez vestida de mujer), y por cuyo imborrable recuerdo (ya devuelto a su prisión) se arrepiente y, a la postre, consigue mantener la cordura y la esperanza. Por último, una vez que Segismundo controla el deseo de poseerla por la fuerza (cuando en el campo de batalla se encuentra con ella, vestida de mujer con pertrechos militares), Rosaura se revela como el norte que desde su encuentro ha guiado al príncipe en la conquista de sí mismo y de su corona. Como la hiedra se aferra al tronco, el destino de Rosaura se enlaza al destino del también “infelice” Segismundo: se salvarán juntos o ambos perecerán.


https://drive.google.com/file/d/16aq-eNOhmFd0PS1Zc_0dmEE9ZCDHQMw7/view?usp=sharing



PREPARACIÓN PARA EL PARTO
LIDIA ANDINO TRIONE

En nuestro país, las instancias sanitarias cuentan —entre otras—, con una actividad realizada por las matronas, dirigida a mujeres gestantes y que tiene como finalidad los cuidados de la madre y del/la bebé, el extrañamiento que ella siente y la disminución del dolor. Podríamos escucharle decir: “Nada más íntimo a mí que ese ser que estoy gestando en mi propio cuerpo, nada más extraño que ese desconocido cuyo rostro intento continuamente imaginar”.

Mientras va estirando su piel sobre los meses y con los primeros movimientos inusuales dentro de su vientre, la mujer irá teniendo la certeza del embarazo, un hecho biológico con muy relevantes facetas psíquicas. O sea que si la palabra “embarazo” no sufriera los sobresaltos de la palabra estaríamos ante un ciclo más de la reproducción y la “crianza” animal.

Debemos pensar que la gestación está condicionada por la historia familiar y por una cierta trama de deseos inconscientes que impiden considerarlo sólo como un proceso fisiológico. De hecho, al nacer, antes de caer en los brazos del profesional que lo recibe, el niño, la niña, nacen en el lenguaje que lo antecede: caen en un nombre propio que los está esperando, en frases eficaces tan desconocidas como precedentes a su propia existencia; y nace en un estado de indefensión que lo hace depender absolutamente de un otro humano. En psicoanálisis, ese otro cumple la “función materna”, que puede coincidir con la madre, el padre, el tío, la abuela, una enfermera o quien se ocupe de asegurar esa vida humana en expectativa de humanidad.

La preparación para la llegada de un hijo es trabajar con una familia y esto implica situaciones fuertes y continuas, con las diferentes alteraciones y entorpecimientos que éstas puedan provocar porque, como dice el refrán: “cada casa es un mundo”. Cada hijo lo es de una familia siempre diferente; pero siempre es, aún entre otros, un “hijo” único. Únicas son las condiciones de la fecundación, el embarazo, el parto, las conversaciones entre los gestantes sobre el nombre y el amor y el deseo de sus padres. Muchas veces, los padres niegan las diferencias que ellos establecen entre sus hijos. Cuando el primer hijo o hija llora, salen corriendo a atenderlo, cuando nace el segundo y llora se encuentran en otra situación, la familia tarda un poco más en acudir mientras murmura: “Llorar un poco le hará bien a los pulmones”.

Es la “misma” familia, con diferentes maneras y tiempos de acceso al lenguaje, que es donde se juega el crecimiento, la alegría, la tristeza, la enfermedad, la inteligencia, la imaginación.

Se trata de un enfoque innovador en el campo de la prevención, sin concesiones a los modelos ideológicos imperantes. Así se ha cristalizado socialmente como el método más eficaz para los profesionales y para los implicados en este proceso tan antiguo como el propio ser humano, pero no por ello más conocido.

LIDIA ANDINO TRIONE
Psicoanalista



PRÓXIMA TERTULIA LITERARIA



COMENTAREMOS EL LIBRO

"El retrato de la madre estaba colgado en el comedor: una señora sentada con sombrero de plumas y una cara larga y cansada, con gesto de susto. Siempre había tenido mala salud, le daban mareos y palpitaciones, y cuatro hijos habían sido demasiados para ella. Murió poco después de que naciera Anna".

Una niña. Una familia. Otra familia. Una casa enfrente de otra. Mirar la casa de uno desde la casa de enfrente. Los hermanos. Los novios de la hermana. Un padre que escribe sus memorias. El fascismo. El amante de la madre. Las amigas. Los panfletos clandestinos. La política. La cárcel. El miedo. El amor y el desamor.



Natalia Ginzburg, de nombre Natalia Levi, nació en Palermo en una familia culta de ideas socialistas y antifascistas. En 1919, se trasladó a Turín y en 1927 estudió en el Instituto Clásico Vittorio Alfieri. Dos años más tarde cursó Letras en la Universidad de Turín, estudios que no llegó a finalizar. Publicó su primer relato en la revista Solaria a los dieciocho años, escribiendo también en otras revistas. En 1938 se casó con Leone Ginzburg, de quien tomó el apellido, militante de Giustizia e Libertá y director de la Editorial Einaudi. Por sus convicciones políticas sufrieron persecuciones y fueron confinados en un pequeño pueblo, del que escaparon a Roma. En 1943, su marido fue detenido y asesinado. Tras esto, Ginzburg trabajó para la Editorial Einaudi para ganarse la vida. En 1950 la autora contrajo segundas nupcias y se marchó a vivir a Roma, donde fijó residencia, comenzando su etapa más productiva literariamente. Años más tarde fue diputada durante dos legislaturas por el Partido Comunista Italiano, no dejando de escribir hasta su muerte.




Pastora Pavón, La Niña de los Peines,
por Julio Romero de Torres (1917/18)

PASTORA PAVÓN
LA NIÑA DE LOS PEINES (1890-1969)

MARÍA LUISA MAILLARD

“Jugaba con su voz de sombra, con su voz de estaño fundido, 
con su voz cubierta de musgo”.
Federico García Lorca (1933). “Teoría y juego del duende”.

Cuando Federico García Lorca, en su conferencia en Buenos Aires de 1933 quiere mostrar “el espíritu oculto de la dolorida España” recurre a una palabra, “el duende”, que convierte en un concepto artístico universal; pero que proviene, como todo el mundo sabe, del mundo del arte flamenco y gitano. Arte, cuya universalidad defiende de forma intuitiva, nuestra protagonista, Pastora Pavón, cuando responde así a una pregunta de Josefina Carabias, que la está entrevistando en 1935 en el camerino del Circo Price de Madrid: ”Yo soy flamenca, ahora se lleva eso del folklore; pero a mí eso me suena a hortaliza, a coles” y añade “Mi arte es un “soplo”, no se pue enseñá, se es o no se es y nosotros somos flamencos”.

“Soplo”, “duende”, ¿A qué se refiere esa enigmática palabra? El duende proviene, según García Lorca, de “las últimas habitaciones de la sangre” y se traduce musicalmente en “sonidos negros”. Esas “últimas habitaciones de la sangre” podrían identificarse con lo que la filósofa María Zambrano denomina “entrañas”, el mundo del padecer humano en todo su misterio y enigma. El duende, sigue diciendo Lorca, “quema la sangre como un trópico de vidrios […] se apoya en el dolor humano que no tiene consuelo”.

“El duende” puede con las convenciones humanas y entre ellas, con la concepción patriarcal de la etnia gitana, que siempre reconoció el “duende” que habitaba en muchas de sus mujeres y que, por tanto, las admitió en las más altas cimas del arte. El “duende” no se puede negar. Cuenta Josefina Carabias en la entrevista, antes mencionada, que la muchedumbre se agolpaba a las puertas del teatro para oír a la cantaora porque, “para los aficionados del cante, La Niña de los Peines es algo así como Lenin para los comunistas. No hay más que ella en el mundo”.

Pastora Pavón, La niña de los Peines

La Suma Flamenca rinde este año homenaje a Pastora Pavón, La Niña de los Peines, y nos queremos sumar a este homenaje, introduciéndola en nuestra galería de mujeres olvidadas porque, siguiendo a Lorca, “Pastora Pavón, sombrío genio hispánico, es equivalente en su capacidad de fantasía a Goya o a Rafael, el Gallo”.

Pastora Pavón, de nombre artístico La niña de los Peines, nació en cuna gitana en el barrio sevillano de Puerta Osario en 1890. Provenía de una larga saga de cantaores, siendo su progenitor el cantaor Francisco Pavón Cruz “El Paiti” y su madre Pastora Cruz Vargas. Sus hermanos Tomás y Arturo Pavón también se dedicaron con éxito al cante.

Siendo una niña de ocho años inicia su carrera, contratada en una caseta de La Feria de Sevilla. Tres años después, en 1911, debuta con gran éxito en Madrid en El Café del Brillante. Ya por aquel entonces comienza a ser conocida como La Niña de los Peines, por unos tangos que continuamente tatareaba; aunque siempre se negó a grabarlos:

"Péinate tú con mis peines
Que mis peines son de azúcar
Quien con mis peines se peina
Hasta los dedos se chupa".

Cuando se le preguntaba por su precocidad, contestaba: “Pa esto no hacen farta estudios. Es una grasia, ¿sabe usté? Y si se tiene esa “grasia” pues se nace con ella”. Durante cerca de 30 años recorrió con éxito todos los escenarios de España y ya en los años 20 era tan popular que los Reyes le solicitaron que cantara unas saetas en la Semana Santa Sevillana, según recoge el periódico El Liberal de Murcia en mayo de 1920. Unió su nombre a “los grandes” como Antonio Chacón, con el que participó como jurado en 1922, en el Concurso de Cante Jondo de Granada; Manolo Caracol, Manuel Torre o Pepe Marchena. Trabó amistad temprana con Manuel de Falla, Ignacio Zuloaga, Julio Romero de Torres, quién le pintó un retrato, y Federico García Lorca, a quien conoció, en casa de La Argentinita, gran amiga del poeta, y al que inspiró en sus reflexiones sobre el cante jondo.

La Niña de los Peines y su marido, Pepe Pinto
Fuente: Canal Sur TV

El 1931 se casó con el cantaor Pepe Pinto y tuvo una hija que, según ella, bailaba muy bien; pero a la que desaconsejó que se dedicase al espectáculo. No acumuló fortuna. Así contesta a Josefina Carabias, en la entrevista mencionada, cuando ésta le pregunta si había ganado mucho dinero:

“Mucho, hija, muchísimo. Pero a esta fecha estoy más probe que una rata. He tenío siempre muchísima familia y mucha gente a la que mantené, y aluego, que yo no pueo ve una lástima sin ponerla remedio. Pastora Pavón, La Niña de los Peines no sirve pá guardá una peseta”.

Después de la Guerra Civil siguió trabajando en espectáculos como Las calles de Cádiz, con Concha Piquer o España y su cantaora. Fue una cantaora total, según los expertos, insuperable en los tangos y bulerías que dignificó como cantes grandes. Cultivó la petenera, la seguirilla y la soleá, cantes que no frecuentaban las mujeres. De ella dijo el cantaor Aureliano de Cádiz:

“Pronto hizo desaparecer a los cantaores de la época y quedó sola, repartiéndose sus triunfos, nada más y nada menos, que con Chacón y con Torre. Caso igual de mujer no se ha conocido”.

La Niña de los Peines
Fuente: Canal de Cultura Contemporánea
Universidades Públicas de Andalucía. 

El flamencólogo Ricardo Molina afirmó que “Pastora es la encarnación misma del cante flamenco, como Bach lo fue de la música”. Son sólo dos de las muestras de la unanimidad con la que ha sido reconocido su arte.

Murió en 1969; pero su legado pervive. En 1968 se le erigió un monumento en la Alameda de Hércules en Sevilla, cuando ya estaba muy enferma, y en 1999 el Centro Andaluz del Flamenco consiguió reunir las grabaciones perdidas de la cantaora en 13 discos compactos que la Junta de Andalucía declaró Bien de Interés Cultural.

Su memoria sigue y seguirá viva en todos los servidores de “el duende”.


MARÍA LUISA MAILLARD



OCTAVIO PAZ, POETA DE LA MUERTE
ROSARIO HERRERA GUIDO
 
“Estoy presente en todas partes
y para ver mejor;
para mejor arder, me apago”.
Octavio Paz
 

La obra de Octavio Paz puede ser considerada una Elegía Ininterrumpida a la muerte. Desde 1938 comienza el recuento de sus muertos más amados, con los que mantiene un diálogo interior con la muerte, hasta sentirla dentro de sí mismo. La partida del abuelo inolvidable, cuyo bastón aprendió a adivinar los peldaños de la escalera, al que la muerte sorprende una tarde en su sillón para pedirle la hora en que va a morir. El sombrío poema a la muerte de su padre: Del vómito a la sed, / atado al potro del alcohol, / mi padre iba y venía entre llamas. /Por los durmientes y los rieles de una estación de moscas y de polvo, / una tarde juntamos sus pedazos/ Yo nunca pude hablar con él. / Lo encuentro ahora en sueños, / esa borrosa patria de los muertos. La muerte, que en Pasado en Claro es “[...] la madre de las formas y los años y los muertos”.  

Octavio Paz crea una escritura de la muerte y escribe sobre la muerte de la escritura, una poesía de la destrucción que es una destrucción de la poesía y una cultura que hacemos, nos hace y nos deshace. Porque Octavio Paz no es un poeta que sólo se dedica a festejar las alegrías y los goces de los hombres y las mujeres, también canta sus desgracias: una poética de la tragedia. Hasta la destrucción de su querido barrio de Mixcoac es motivo para un Epitafio sobre ninguna piedra (1989): “Mi casa fueron mis palabras, mi tumba el aire”.

En alguna de sus tantas conversaciones, Octavio Paz dice que el destino de los hombres, nuestra condición mortal, es que somos capaces de amar, que nacemos, trabajamos, que hacemos cosas, todo un conflicto histórico, que sigue presente en la ciudad del siglo XX. SE trata de lo que lo que no encontró en la poesía de sus maestros y quiso escribir. Tal vez por ello en su poema El cántaro roto, Octavio Paz clama por una nueva síntesis de lo dividido, una de las más ambiciosas aspiraciones poéticas: Vida y muerte no son mundos contrarios, / somos un solo tallo con dos flores / gemelas...

Estamos hechos de tiempo y de historia —dice Octavio Paz— esta es nuestra condición mortal. Pero hay salidas instantáneas a través de la cultura, cual acto poético, que disuelve el tiempo, para escapar de la historia y de la muerte. Por ello la poesía dispersa las arenas muertas de todos los relojes, y sin dejar de pasar parece suspenderse. Esta es una poética de la muerte que abre una ventana a la eternidad. Una experiencia poética conocida por los místicos. Pero —advierte Octavo Paz— nosotros no necesitamos ser santos para tener una experiencia de eternidad. Y la poesía es la experiencia más cercana a esta vivencia de instantánea infinitud. Mas la poesía no crea esos instantes de inmortalidad; la poesía sólo los revela.

Octavio Paz propone una clave fundamental para leer la cultura mexicana, donde la vida y la muerte son compañeras inseparables. Ante la muerte —indica Octavio Paz—  que concierne a todos los seres humanos, existe una tarea irrenunciable: develar que la vida y la muerte constituyen una Totalidad, más aún, que la muerte hace más vital la vida, gracias a la cultura, a través del arte y la poesía, que tienen el poder de curar de la desgarradura de la existencia y de las ilusiones sin porvenir (como la promesa de inmortalidad en otra vida, que ofrecen las religiones), pero sin abismar a los mortales a un destino fatal: vivir para esperar la muerte.

Octavio Paz rechaza tanto la vida eterna de las religiones como la muerte eterna o la pura afirmación de la vida de algunos filósofos, para dar paso a una vida que implica morir, para dar un sentido vital y poético a la muerte, que sirve de acicate a la vida. La muerte es análoga a la vida y viceversa. La analogía entre la vida y la muerte es para Octavio Paz como en su ensayo El mono gramático: “transparencia universal: en esto ver aquello” (Octavio Paz. El mono gramático, Barcelona, Seix Barral, 1974:137). La muerte es una metáfora de la vida; vivir metaforiza la muerte. Porque la muerte pacta con la vida a través de los gramas de este mono poético que es el ser humano.

Todo gran poeta comprende el sentido vital de la muerte. Sin embargo, Octavio Paz no la entiende como la expresión de la Pulsión de Muerte, ni como un destino funesto en el que no hay lugar para la esperanza. La otra faz de la muerte es la vida misma, expresada en la fuerza avasalladora de la Pulsión de Eros o Vida, que no deja de pujar y empujar hacia la trascendencia. El torrente de las Correspondencias de Octavio Paz crea toda una cosmología, un ritmo poético universal, donde la vida y la muerte son instantes, alternancias que hacen del universo una totalidad indestructible.

En su laberíntica soledad, los hombres y las mujeres, mantienen una íntima relación con su muerte. Una intimidad con la muerte de la que el pueblo mexicano es el paradigma por excelencia. La soledad anticipa la muerte, como pensamiento y sensación. En el nocturno laberinto, la soledad es muerte y vida, pérdida y asidero, fin y trascendencia. En soledad, cobijados por la noche, los hombres y las mujeres transcurren, son tiempo, sensación y pensamiento de ese transcurrir. En palabras de Martin Heidegger: “conciencia de su ser para la muerte”. En esta esquina de la poética de la muerte Octavio Paz se encuentra con Vladimir Jankélévitch: “[...] quien piensa la muerte piensa la vida (Vladimir Jankélévitch, La mort, París, Flamarion, 1966: 37-38). No es posible hablar del Palacio de la Muerte porque cuando se entra en él ya no hay palabras para narrarlo o poetizarlo. Ningún discurso puede atravesar las tinieblas de la muerte. Las únicas experiencias que logran merodear su misterio son el arte y la poesía. 






Ernest —una interpretación soberbia de Leonardo DiCaprio—, es un hombre que ama el dinero y a las mujeres. Es, también, una persona con poco criterio, ningún sentido ético y muy manipulable. Podría decirse que en su interior resuena el vacío. Este hombre, todavía joven, ha regresado, después de prestar servicio militar, a casa de su tío William Hale —gran interpretación de Robert De Niro—, quien le ofrece un trabajo junto a su hermano mayor Bryan —Scott Shepherd—, un hombre curtido y de poco fiar. Hábilmente guiado por su tío, Ernest se enamora y se casa con una india perteneciente a la tribu de los Osage; las personas, entonces, más ricas del mundo. Sus tierras poseían grandes reservas de petróleo que el hombre blanco se las irá apropiando.


La corrupción, el terror y la manipulación más abyecta, serán los instrumentos para dar satisfacción a la avaricia sin freno de unos personajes podridos en su esencia. Los Osage son para los blancos objetos a los que desposeer, no solo de todos sus bienes sino de su dignidad, de su humanidad y hasta de su vida. No hay piedad. Las relaciones de amistad y de amor que entablan con ellos son meras tapaderas para poder hacerse con sus bienes y, como buenos depredadores, si para ello hay que matarlos, se les mata con saña. En Los asesinos de la Luna se nos narra, durante más tres horas y media, lo que fue la fundación de Norteamérica, a partir del exterminio de los nativos a los que se consideraba poco más que animales. La tierra de las oportunidades fue, en realidad, una tierra sin control para asesinar, robar y dar salida a todas las pulsiones perversas que hiciesen posible alcanzar la riqueza y el poder. No había límites legales y menos morales. Era un sírvase usted mismo a coste cero.

Hay en esta película de Martin Scorsese algo shakesperiano. El personaje de William Hale parece haber escuchado los consejos de Lady Macbeth: “Para engañar al mundo, toma del mundo la apariencia; pon una bienvenida en tu mirada y en tus manos y lengua; procúrate el aspecto de una flor, pero sé tú la víbora oculta”. Hale, es un personaje retorcido que, con apariencia de benefactor campechano y amable, corrompe todo lo que toca. Y Ernest es un hombre débil, sin cualidades, amante de la vida fácil, pero enamorado, a pesar de todo, de su mujer. Va a la deriva incapaz de decidir por sí mismo o poseer un criterio ético firme. Es, a pesar de su culpa y sus fantasmas, el perfecto brazo ejecutor. Se diría que en él hay más de estupidez que de maldad. Son los acomodaticios y blandengues Ernest del mundo los que dan el triunfo a los que siembran y se alimentan del auténtico mal.


Otro de los personajes principales es Mollie —una excelente y para mí desconocida Lily Gladstone—, perteneciente al clan de los Osage y mujer enamorada de Ernest. Está dominada por un miedo profundo a ser asesinada en cualquier momento. Su vida es un infierno lleno de angustia. Como mujer y como india no puede tomar ninguna decisión, está atada a la voluntad de los demás. Cualquier paso que dé será investigado y limitado por el poder de hombre blanco. Todos sus intentos de acercarse a la verdad y defenderse son abortados por una mano invisible, pero certera. El mal siempre va un paso por delante de ella. Mollie nos roba el corazón. Es la víctima: sola, enamorada, rodeada de alimañas y sabiendo que un día, no muy lejano, vendrán a por ella. Hay una humanidad en este personaje silencioso y sufriente que nos conmueve y hace que suframos por ella. Contiene una dignidad callada que se evidencia cuando, al fin, se le cae la venda de los ojos y se enfrenta a la verdad.


Scorsese, a sus 81 años, nos ofrece generosamente una gran película. Narrada de manera clásica y algo fría, nos sujeta en la butaca más de tres horas y media sin que se nos haga pesada o larga. Nos hace pensar de la pasta que estamos hechos, de cómo se han construidos las naciones, de las terribles consecuencias de la avaricia sin freno y sobre el racismo enmascarado. Hace suya la frase de John Steinbeck: “El mundo es una mierda que está lleno de seres humanos horribles”. Pero también nos ofrece la visión de la bondad, la inocencia y la nobleza del ser humano, en medio del lodazal. No se la pierdan.

ISABEL BANDRÉS




Nanni Moretti se divierte en esta película. Él, como es habitual, es el director y el actor que hace de sí mismo: un personaje dicharachero, activo, ácrata e inaccesible al desaliento. El sol del futuro encierra varias narraciones: la vida privada del actor-director, su ideario político y ético, las dificultades de rodar hoy con la competencia de las plataformas televisivas, la nostalgia del pasado, el mantenimiento, a pesar de todo, de una ética personal. En uno de los momentos dice: “No es la estética lo que importa, es la ética”. Y en otro asegura: “No importa que todo el mundo lo haga, importa que tú lo hagas”.

La película cuenta cómo un director se enfrenta a las dificultades de rodar una película sobre el levantamiento de Hungría contra la Unión Soviética en el año 1956 y cómo una delegación del partido Comunista Italiano apoya dicha revuelta, invitando a un circo húngaro a actuar en su barrio. Y a partir de ahí, es como si Moretti echase una piedra en un lago y las ondas circulares se fuesen expandiendo de manera gozosa hasta tocar su fin.

Es una película sobre el amor a la vida y al cine, eso lo transmite en cada fotograma y sobre el empeño de mantener la propia esencia, pase lo que pase. Y la esencia de Moretti es la resistencia. Ante una situación de crisis personal y laboral, tras un ligero titubeo, Moretti se inclinará por la vida, por el eros y no por la pulsión de muerte. Toda la narración mantiene un tono vivaracho y un humor vitriólico. Es el rey del coraje y de la superación.

¿Y qué nos aporta El sol del futuro? Alegría y ganas de vivir. Salimos del cine con una sonrisa en la cara y con el corazón contento. No sabemos muy bien el porqué y lo mejor es que no nos importa. La película de Moretti es como encontrarse con una de esas personas que tienen la extraña y grata cualidad de iluminar el ambiente con su sola presencia. No se sabe muy bien en que consiste esa virtud, pero allí está. Moretti derrocha una simpatía envolvente durante los 90 minutos que dura su narración. Es como acompañar a un buen amigo de toda la vida, entrañable y vital, en sus correrías, en sus vicisitudes, en sus momentos de indignación y en sus crisis.

El sol del futuro no es una gran película, no está entre sus mejores trabajos y a algunos les parecerá poco lineal y un tanto “amontonada”. Pero a pesar de estos inconvenientes, no se la pierdan. Está bien hecha y, sobre todo, saldrán con una sonrisa en la cara y un impulso vital renovado. Y eso no es poco en los tiempos que nos toca vivir. Se nota que Moretti se ha divertido haciéndola y nos transmite ese jolgorio. Una película deliciosa, libre y un tanto ácrata como el mismo Moretti.

ISABEL BANDRÉS

 



La película empieza con otra película. Es brillante. Erice, el director, nos sujeta a la butaca. ¿De qué va, qué nos quiere decir? ¿A dónde nos va a llevar? Pronto veremos que los mensajes son múltiples. Nos habla de su amor al cine en la figura del director Miguel Gary —un impecable Manolo Soto—. Nos hace reflexionar sobre el paso del tiempo, del deseo, que todos hemos tenido alguna vez, de ser otro, de la amistad, de la paternidad… Todos los temas se van planteando en una larguísima primera parte. El lenguaje es limpio y no hay duda que estamos ante un gran director, pero el tiempo transcurre demasiado despacio y nos empezamos a inquietar. ¿Alguna vez sabremos la respuesta al enigma planteado? La desaparición, en pleno rodaje, de Julio —magnífico, José Coronado—, un actor amigo de Miguel Gary, es el misterio a descubrir. Pero la dimensión de la presentación se va dilatando y el tedio empieza a hacer su aparición. He de confesar que yo desconecté varias veces de una narración perfecta, pero excesiva en personajes y diálogos.

Volví a conectar a partir de las escenas del asilo. Desde ese punto, empecé a entender algo de lo que Erice nos quería decir. En la segunda parte, se aparcan algunos personajes innecesarios, se anulan los paréntesis explicativos y disgregaciones que la lastraban. Por fin entiendo por el terreno que se mueven los personajes principales: el paso del tiempo, la memoria del pasado o su falta, los sueños frustrados, la vida que hubiesen deseado tener, lo que hubiesen querido ser y no fueron, la melancolía de un tiempo que ya no volverá y el mundo nuevo que deja atrás, en el olvido, lo que se conoció y vivió. Demasiadas cosas a las que darles conexión.

Y nos preguntamos el sentido del título. ¿Cerrar los ojos a qué y por qué? ¿Al pasado? ¿A lo que fuimos o a lo que somos? ¿A todo a la a la vez? Y es que Erice nos habla de muchas cosas. Es como si tuviese la necesidad de contarnos TODO el significado de la vida en esta película. Nos señala cómo vivimos y como debiéramos vivir. Nos muestra nuestra complejidad y nos indica el camino de la sencillez —pareja que vive en la playa y la vida del asilo— y el valor de la amistad auténtica. Y sigue hablando de la frustración de los deseos incumplidos, de la fragilidad humana, de la fatalidad de no ver ni querer ver nuestra realidad y la del mundo. Expone cómo nos engañarnos a nosotros mismos buscando mundos felices o éxitos fuera de nuestro alcance. Describe el tedio de vivir y de trabajar, aunque se viva bien y se trabaje con la belleza del arte. En fin, se sugieren tal cúmulo de cosas que la narración termina siendo un batiburrillo de difícil digestión.

Al terminar la película, Julio —José Coronado—, abre los ojos de par en par, perplejo ante lo que ha sido y lo que es. Contempla en la pantalla el mundo del que huyó para buscar su paraíso personal, esa Ítaca mítica y que no existe fuera de nosotros mismos. ¿O solamente abre los ojos a la magia del cine?

Es, sin duda, una buena película, pero demasiado larga sin necesidad. Tiene muchas cosas excelentes: elegante, sobria, buena caligrafía, sin vulgaridades. Y, sin embargo, he de reconocer, que a mí no me interesó. Me pareció pretenciosa y reparte demasiada filosofía con poca profundidad.

ISABEL BANDRÉS 

https://www.youtube.com/watch?v=l8Fb4So6IC0

SUSI TRILLO

MAYTE MARTÍN

Con todas las entradas vendidas en los primeros días de ser puestas a la venta, Mayte Martín nos ofreció en Madrid, dentro de La Suma Flamenca, un recital Ab imo pectore (desde el fondo del pecho) como, por otra parte, siempre hace.

"Hoy vengo chula", dijo a su guitarrista, Joselito Gálvez, después de pedirle que bajase el traste de la guitarra ya en el segundo cante de la noche, casi sin tiempo para calentar la voz. Y despojada de artificios —sin decorados, solo una guitarra,  nada de palmeros—, nos ofreció hora y media de cante “por derecho”.

“El flamenco es mi origen, no mi yugo”.

Delicadeza extrema, sensibilidad y maestría, salidas directamente de sus entrañas, que combinó con el intimismo a media voz y ese saber hacer de Mayte que no precisa de adornos para alumbrar certidumbre. Su proverbial modestia —siempre presente en su personal modo de cantar—, y lo que esa noche transmitió con el prodigio de su voz, que parece estar mejor que nunca, hizo poner en pie a un público que aplaudió largamente a la artista, aún sabiendo que no debía esperar bises.

No sería justo dejar de comentar que su guitarrista, Joselito Gálvez, tuvo momentos extraordinarios, asombrosos, extraterrestres; un guitarrista en estado de gracia que, en un momento determinado, no dudó en unir su aplauso al del público, al agradarle sobremanera cómo Mayte había cantado. Es éste un gesto de respeto, inédito en el ambiente flamenco, que le honra al gran, grandísimo, Gálvez.

“El arte merece ese respeto y quienes lo amamos de verdad hemos nacido para rendirle pleitesía, porque sabemos que es el oasis en este desierto que habitamos” (Mayte Martín).

Y una queja. El que los organizadores de La Suma Flamenca adjudicasen la “Sala verde” al concierto de Mayte Martín, me parece un error de bulto. Y la prueba está en cómo se vendieron todas las entradas a las pocas horas de ponerse a la venta. El público de Madrid, aficionado al cante flamento, y la propia Martín, se merecen la sala más grande de los Teatros del Canal. Todavía recuerdo en los “Veranos de La Villa”, el maravilloso emplazamiento de Los Jardines de Sabatini repleto hasta la bandera para escuchar a Mayte, fuesen boleros o cante flamenco, porque a Mayte la queremos en Madrid, cante lo que cante. A ver si alguien toma nota.

SUSI TRILLO

CANAL ANDALUCÍA FLAMENCO

https://www.youtube.com/watch?v=9cFnYLb8WKw

PROCURO OLVIDARTE

https://www.youtube.com/watch?v=60Tv2xJ-Bc8

POR LA MAR CHICA DEL PUERTO

https://www.youtube.com/watch?v=BEB0U7YFRDU

FLAMENCO BIËNNALE ON|OFF 2021

https://www.youtube.com/watch?v=OSXXZZkyPBo

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