BRAZOS CAÍDOS
MARÍA LUISA
MAILLARD
Es
ya habitual que los términos “fatiga” y “aceleración” se conjuguen en el
lenguaje de los expertos, a la hora de calificar la situación — digamos de
crisis, aunque no es el término adecuado—, de las sociedades occidentales: La sociedad del cansancio del filósofo
surcoreano Byung-Chul Han; Ensayo sobre
la fatiga de Martí Peran; Fatiga de
Occidente del filósofo uruguayo Enrique Puchet, o el reciente artículo de
Fernando Vallespín en el número 512 de Revista
de Occidente “Crisis o cansancio civilizatorio”.
El
asunto que vamos a tratar aquí, no es el de abundar sobre las causas de esta
fatiga civilizatoria que ya han tratado con minuciosidad muchos autores,
reflexionando, tanto sobre las consecuencias en el diseño del hombre
contemporáneo, como sobre las de las sociedades en las que viven: hiper
comunicación; sometimiento del sujeto a un mundo acelerado, al que se adapta
con dificultad; autoafirmación inmunológica de lo propio y auto explotación en
una sociedad del rendimiento... Para colofón, el cuestionamiento de la idea
misma del progreso, que empieza a asomar un hocico indeseable del que hay que
defenderse: catástrofe climática o pérdida de la individualidad por el control
del individuo, a través del avance imparable de la tecnología.
Lo
que nos interesa tratar aquí es la instrumentalización de estos fenómenos para
manipular la realidad y satisfacer intereses políticos. Ante la avalancha de
manipulaciones, contradicciones, corruptelas, noticias falsas sustituidas
inmediatamente por otras, descalificaciones burdas reiteradas desde el discurso
político, se nos quiere “fatigados”, con los brazos caídos, desatendidos del
espacio público. “Yo ya he desconectado”; “yo paso”, “a mí no me interesa la
política, me voy a la playa”, “no hay nada que hacer, todos son iguales…”, son
frases habituales que escuchamos a diario y que reflejan dramáticamente la
pérdida de un mundo común. Una pérdida que va más allá de la desconfianza hacia
los poderes que nos gobiernan.
Y
es que “esa fatiga”, que nos hace caer los brazos, va íntimamente unida a la
sensación de impotencia, a la hora de ejercitar la razón para relacionarnos con
nuestros semejantes en la búsqueda de la verdad, tanto de nuestra historia
común; como de nuestro presente y los acontecimientos que se desarrollan en la
sociedad que compartimos.
La
razón ha perdido sus instrumentos habituales para relacionarse con los otros:
el conocimiento, es decir, la referencia de una realidad objetiva; y la
argumentación a la búsqueda de una verdad común que nos cobije. El
subjetivismo, la opinión, prevalece. Hay que minimizar las energías,
refugiarnos en una verdad incuestionable, porque ¿qué es la opinión? Hoy en
día, la adherencia inquebrantable a las opiniones del grupo, al que pensamos
pertenecer y a sus intereses, como verdades absolutas, inmunes a la discusión
racional.
El
horizonte que nos cobija no es el de un mundo común, capaz de enriquecerse,
mediante el pluralismo; sino un mundo diseminado en grupos tribales que se
enfrentan a cara de perro. Ya estaba abonado el terreno con la imposición de
“lo políticamente correcto”, que conllevaba la censura de la “cancelación”
fulminante del disidente. La política y el poder no podían quedarse al margen
de esta arma, que conduce a la autocensura —brazos caídos—. Es preciso
reforzarla desde los medios propagandísticos, mediante la repetición que, en un
mundo fatigado, logra que la mentira se convierta en verdad.
La
hiper politización que padecemos, está basada en planteamientos dicotómicos que
nos enfrentan unos a otros a través de diferentes ideologías, sin posibilidad
de debate ni puesta en común; aunque no sólo. Echemos un rápido vistazo al
enfrentamiento irreconciliable dentro de grupos de la misma ideología. Si
profundizamos un poco, descubrimos la herencia de los nacionalismos y de la
lucha de clases del siglo XIX que asolaron de muerte el siglo XX, enfrentando a
los ciudadanos ya a “los enemigos del pueblo”, ya a los “enemigos de la raza o
de la lengua”. Herencia que renace remozada hoy, un siglo después, hundiendo
sus zarpas en la “crisis civilizatoria” de Occidente, que se desarrolla en una
sociedad acelerada e hiper tecnologizada que ya por sí misma conduce a la
fatiga.
Fatiga
que abona el camino al populismo, que se caracteriza por el desprecio a los
principios básicos de la sociedad democrática y los derechos humanos
individuales, que nos han conducido hasta aquí. Nos encontramos en una sociedad
del bienestar material, de la aceleración y del entretenimiento; pero que ha
dejado de lado el ejercicio del pensamiento. Recuperémoslo.
MARÍA LUISA MAILLARD
Isabel Arcos como Emma, en De algún tiempo a esta parte (Max Aub) |
DE ALGÚN TIEMPO A ESTA PARTE
MARÍA LUISA MAILLARD
El pasado 23 de marzo, la Compañía delabarca, dirigida por Nuria Alkorta (colaboradora de este blog), puso de largo en el teatro del Centro Cultural de Fuenlabrada, una nueva versión de una de las obras más escalofriantes sobre la sinrazón de la naturaleza humana y sus bajos fondos: la que se vivió en el cercano siglo XX y que, desgraciadamente, no ha perdido un ápice de su actualidad.
De algún tiempo a esta parte de Max Aub es el monólogo de una mujer sencilla, Emma, que siempre se consideró al margen de los “tejemanejes” de la política hasta que ésta la golpeó de una forma brutal. Aunque era católica, tenía sangre judía y se encontraba en la Viena de 1938, invadida por los nazis.
El monólogo, en forma de conversación con su marido muerto, Adolfo, no nos ahorra ninguna de las crueldades y bajezas de las que es capaz el ser humano, oscilando entre el odio y la complicidad, en la cuerda floja del miedo y la avaricia: los vecinos de su antigua vivienda, que se ve obligada a limpiar ahora, no le dejan utilizar el ascensor y la miran con asco y con desprecio “¿cómo permiten que ‘esto’ entre en una casa decente?”; las tiendas de los judíos destrozadas; brutales palizas de una masa sedienta de sangre; la traición y complicidad de algunos judíos acaudalados…
Sin embargo, a pesar de la situación en la que vive, envuelta en el frío, la soledad y la miseria, su desconsuelo es más hondo. Sabe que su marido ha sido asesinado por los nazis; pero no sabe si su hijo Samuel, secretario del Consulado de Austria en Barcelona, asesinado por los “rojos”, era de “ellos”, de los que habían asesinado a su padre.
Monólogo difícil, resuelto con gran solvencia por la actriz Isabel Arcos, que consigue transmitirnos con gran eficacia los sentimientos de una mujer anónima e inocente, arrasada por el viento de la historia. Nos conmueve su rebeldía “que no me consuele nadie, que nadie rebaje mi pena”; el abismo de su corazón al imaginar que su hijo Samuel era de “ellos”; su entereza al percibir que el miedo es el veneno más eficaz para anular la humanidad de las personas: “el miedo envenena. Yo no tengo miedo, sólo odio”.
Un decorado sobrio, con unos acertados telones de fondo, a los que una hábil iluminación saca todo su partido, y una impecable dirección de Nuria Alkorta que remata la obra con un gran hallazgo escénico, convierten esta representación en imprescindible.
Los fines de semana del próximo mes de mayo podréis verla en el teatro Nave 73. ¡No os la perdáis!
MARÍA LUISA MAILLARD
C/ PALOS DE LA FRONTERA, 5 - MADRID
IMÁGENES SOBRE LAS
MUJERES Y LOS LIBROS
36.
MUJERES SORPRENDIDAS LEYENDO
INÉS
ALBERDI
Hay una situación en la que también los artistas
han retratado a las lectoras y es la de cuando una mujer es “pillada” leyendo,
cuando no se espera de ella que esté haciéndolo y la situación tiene algo de
sorpresa.
Pietro Antonio Rotari, Italia (1707-1762) Joven con un libro, ca. 1750-62 Colección particular |
Esta
sorpresa, este momento de no querer que la vean puede ser porque esté leyendo
un libro prohibido o por muchas otras causas.
Imaginamos
que se trata de un libro prohibido lo que lee la joven sorprendida por un
hombre maduro en el retrato que hace Burne-Jones en plena era victoriana,
aunque viste a sus protagonistas con ropajes más propios del Renacimiento, cono
les gustaba hacer a los prerrafaelitas.
Edward Burne Jones, Gran Bretaña (1833-1898) El seductor Merlín, ca. 1872-74 Lady Lever Art Gallery, Bebington, Inglaterra |
Otra
posibilidad a imaginar, a partir de estos retratos, es que la mujer ha robado
el libro, lo ha tomado sin permiso de su dueño, o del mentor que se puede
atribuir autoridad sobre ella, y escapa rauda para que no la vean con el libro
medio oculto. Esta podría ser la situación que suponemos en la obra de Tissot
en la que aparece una joven muy elegante tratando de escapar a nuestras miradas
en un entorno de otoño. Se remanga las faldas como queriendo acelerar el paso y
esconde un libro bajo el brazo.
James Jacques Tissot, Francia (1836-1902) Octubre, 1878 Agnew's Gallery, Londres |
Hay
muchas ocasiones en las que las mujeres han visto limitada su capacidad de
leer, tanto por no ser el momento apropiado o por existir censura de algunos
libros, o por no ser los libros de su propiedad. Por estas múltiples causas,
las imágenes de sorpresa cuando son descubiertas leyendo, son muy numerosas.
Por
ejemplo, tiene aspecto de haber sido sorprendida in fraganti, la joven
lectora que nos mira, con el libro en sus manos, delante de una librería, en el
retrato de Henshall.
John Henry Henshall, Gran Bretaña (1856-1928) Pensamientos, 1883 Colección particular |
Otra
forma de leer a escondidas es la de la sirvienta que curiosea los libros de la
casa en la que trabaja, cuando está haciendo su trabajo. Hemos encontrado
numerosas imágenes de esta posible situación. Es la de una mujer trabajadora, a
la que se supone ajena a la cultura, y que tiene curiosidad por los libros que
encuentra y la satisface a escondidas de los dueños.
Jean-Baptiste Antoine Emile Béranger (1814-1883) Mujer curiosa, 1848 Colección particular |
Son
retratos de mujeres a los que acompañan los instrumentos de su trabajo de
limpiar, la escoba y el trapo, que tantas veces han parecido a la sociedad
atributos más propios de las mujeres que los libros.
Johanne Mathilde Dietrichson, Noruega (1837-1921) Interior de la casa de campo, 1875 Colección particular |
En
algunas ocasiones no sabemos si es la criada o la misma ama de casa la que se
da una pausa en su trabajo de limpieza para leer algo de lo que encuentra por
en medio, como es el retrato que hace Bonnard a principios del pasado siglo.
Pierre Bonnard, Francia (1867-1947) La lectura, ca. 1905 Colección particular |
Las
imágenes que más nos han interesado, de aquellas que pensamos que son mujeres
que han sido sorprendidas leyendo, son aquellas en las que la protagonista se
interrumpe en sus quehaceres, plumero en mano, y se pone a leer.
John Stevens, Bélgica (1793-1868) Mujer leyendo, s/f. Colección particular |
En
la mayoría de estos casos suponemos que no es ella la dueña de la biblioteca y
que la escena tiene algo de trasgresión, de momento escondido en el que no
quisiera ser sorprendida.
En
muchos casos el artista explica que se trata de la criada, ya sea en casa de un
naturalista o de un coleccionista de cerámicas.
Edouard John Mentha, Suiza (1858-1915) Una doncella en la biblioteca, 1899 Colección Particular |
William MacGregor Paxton, Estados Unidos (1869-1941) La doncella de la casa, 1910 Colección particular |
INÉS ALBERDI
El mundo, Remedios Varo (1958) |
El 15 de abril se
celebra el Día Mundial del Arte y para conmemorarlo este año hemos invitado a
Amparo Serrano de Haro, escritora y especialista en Arte contemporáneo y
mujeres artistas, a que nos escribiera el texto para esta entrada del blog. El
resultado es el que sigue:
"El arte es siempre un misterio. Las niñas
y niños de todo el mundo bailan, cantan y dibujan, sin ningún aprendizaje
previo. Para ellas y ellos el arte, las artes, son una fuente y expresión de
gozo y de interés tan natural como el agua o el sol.
Las mujeres tienen la misma necesidad
expresiva y de creación que los hombres y, a pesar de todos los obstáculos que
han tenido que sortear, así ha quedado de manifiesto históricamente. Desde los
años sesenta del siglo XX, con el nacimiento y desarrollo de una historiografía
(feminista) centrada en estudiar la creación de las mujeres, se han ido
descubriendo muchísimas nuevas artistas, obras, temas, referencias, documentos…
Es importante que esos descubrimientos estén a la vista de todas las personas,
que transformen la sociedad y sirvan para modificar los antiguos prejuicios
sobre la identidad femenina como inferior a la masculina.
Durante mucho tiempo, distintos grupos
humanos quisieron apoderarse del arte, encerrarlo en jaulas doradas, para
iluminar únicamente sus palacios y mansiones, o encerrarlo en las cámaras de
seguridad de los bancos, pero el arte siempre ha logrado escapar; y debe
escapar, ya que pertenece al conjunto de la Humanidad. También se quiso hacer
de él no solo cosa de personas ricas, sino «cosa de hombres», pero se ha
impuesto la evidencia de la falsedad y la injusticia de ambos intentos.
De todas las bellezas naturales que el mundo nos brinda, los habitantes de este planeta, que tantos errores hemos cometido y cometemos, solo hemos podido pagarlo con una historia de obras artísticas que son el producto de los sueños de armonía, perfección y sublimación de mujeres y hombres del arte —la tribu más impredecible y colorida—, cuya forma de aprehender el mundo y las complejidades humanas nos hace abrir los ojos con estupor, asombro y admiración".
AMPARO SERRANO DE HARO
SERVICIO
DE LAVANDERÍA (BEGOÑA M. RUEDA)
FELIPE
VEGA
La
fotografía de contracubierta es narración pura. Dura narración que cuenta por
sí sola a qué nos vamos a enfrentar en este estremecedor libro de poemas. En la
fotografía vemos a una mujer joven, vestida con el traje de auxiliar de
enfermería. Una mascarilla quirúrgica tapa su rostro. Aquello comienza a
resultarnos dolorosamente cercano y familiar… La mujer se llama Begoña y lleva
gafas. Detrás de ella, una lavadora industrial en los bajos de un hospital.
Begoña es la ganadora del premio Hiperión número 36 de su colección de poesía.
El libro fue publicado en el 2021, año maldito. La autora cuenta con 32 años, y
sus versos guardan el dolor de siglos y la herencia de una humanidad que, con
frecuencia, no es muy humana para consigo misma. Palabras que aúllan como las
sirenas de las ambulancias y las de la policía: con urgencia.
El
libro está escrito con la misma funcionalidad que la de una máquina de lavar.
Consta de tres capítulos “o programas”: Prelavado,
Lavado y Centrifugado. En su último poema, Centrifugado, se lee: Escribo
estos poemas/igual que plancho / el pijama de un niño enfermo, / una los
escribe con especial esmero, como si / estuviera escribiendo los poemas / que
quisiera que leyeran mis hijos.
Los
capítulos restantes tienen todos una fecha y un título por poema. Por ejemplo,
el del 27-3-2020. se titula Enfrente de
la lavandería se encuentra el tanatorio, el del 18-5-2020, Ojalá pudiera dejarlo. Begoña M. Rueda no puede abordar ese tema de otra
manera, los poemas elegíacos no tienen cabida en una pandemia. Si alguien los
escribiera (todo es posible), la maldición caería sobre ella o sobre él,
seguro. Por miserables.
El libro reafirma mi defensa de la poesía por encima de cualquier forma de expresión artística. Cada verso ostenta la esencia de la palabra contemplada desde su horizontalidad, como las muertes que hieren sus páginas. Pero no concluyamos con ello que todo es drama aquí. La biografía también se abre paso: Todo lo dejé / por venir a trabajar a la costa, / abandoné mi tierra / siempre verde y de oro viva. Claro, la autora es de Jaén, y ese último verso tiene su deuda con Antonio Machado, otro andaluz que sabe detectar las diferencias existentes entre lirismo y dramatismo.
Cuando
Begoña Rueda se asoma a la vida, fuera del hospital, escribe así: Desde la puerta de la lavandería / se ven
las aguas maltratadas / del Estrecho, el peñón de Gibraltar / destroza las
vistas del horizonte y se rodea / tanto de buques chatarreros / como de barcos
cargados de crudo… […] …inmensa la melancolía de regresar / a mi
ahora lejana tierra de oro virgen / y de olivares callados / en el regazo de la
otra Andalucía.
Leyendo
a esta poetisa no puedo dejar de pensar en cómo ha ido evolucionando el verso
libre desde su nacimiento. La ruptura de la rima pertenece al siglo XX, igual
que un rascacielos al skyline de
Nueva York. Begoña M. Rueda está más cerca de la útil crudeza de los versos de
Gil de Biedma y de Ángel González, o de los de Raymond Carver y William Carlos
Williams. O cerca de otra mujer de la que un día habrá que hablar, Wislawa Szymborska:
poesía, existencia y humor juntos. ¡Sorprendente!
En
los poemas de Begoña M. Rueda hay más descripción que opinión y lamento. Por
eso, le gustarían a Josep Pla, dueño de esa maravillosa frase de los años 20
del pasado siglo: En este país sobra
opinión y falta descripción. Más que una biografía de nuestro espíritu, la
frase se parece a la radiografía del alma de todo un pueblo, que ¡claro que
existe!, para sorpresa de hombres como Menéndez Pidal, tan pesado él. El libro
es de abril del 21, y conviene echarle una ojeada para ordenar con él nuestras
sensaciones de aquellos meses. La escritora se lo merece. ¿Es un libro
magnífico? No estoy seguro, pero es un libro necesario. Gracias.
FELIPE VEGA
ADULTOS BEBÉ
LIDIA ANDINO TRIONE
Existen
adultos que, por distintas circunstancias, disfrutan comportándose en
determinados momentos como si de niños pequeños se tratase. Por lo general, son
hombres que cuentan con una formación notable y poseen una vida madura
totalmente establecida; lo que supone tener un trabajo, responsabilidades
profesionales e incluso relación de pareja. Durante el día, se duchan, se
trajean, conducen su coche y se van a trabajar, hasta que llega la noche y se
convierten en “adultos bebé”.
Concurren
a un piso donde una “madre nodriza” contratada a tal fin lo espera para
acogerlo en una habitación preparada para recibir a un niño de menos de dos
años y atendiendo a sus necesidades básicas le brinda un tibio biberón, se
enfada amorosamente si ha hecho “mucha caca”, le cambia los pañales, juega con
él a completar un puzzle de muy pocas piezas, le proporciona un chupete para
que se duerma tranquilo y —si el bebé lo requiere— le ofrecen su propio pezón.
También
está el que lleva esta vida en la privacidad de su propio hogar y llega a
crearse su propio cuarto de bebé con una cuna gigante, un armario para ropa de
pequeños, juguetes, pañales, etc. Y, si tienen pareja, ésta suele hacer de mami
que les cuida.
Aunque
parezca increíble son muchos los adultos que existen en todo el mundo dentro de
esta categoría, tanto es así que en P.B. existen tiendas especializadas donde
pueden encontrar todo tipo de prendas de vestir infantil a su medida, incluso
anualmente celebran un desfile donde se exponen todas las novedades que llegan
al mercado.
No
es fácil dar una cifra de cuántos adeptos hay, porque muchos de ellos lo
mantienen en secreto, pero se calcula que en España son como mínimo unos
cincuenta mil hombres que gozan siendo “adultos bebés". Así han ido
creando comunidades a través de redes sociales, o quedadas en foros de
internet.
Podemos
escandalizarnos, censurar esas conductas por parecernos inmorales, sin embargo,
toda forma de vida merece consideración siempre que no dañe a otros, cosa que
en este caso se cumple, ni que sea un daño para el que elija esa vía de
disfrute, cuestión que desconozco si es así. Más bien resulta ser una más de
las singulares y múltiples actividades sexuales humanas.
Quiero
decir que el lenguaje es lo que produce la mutación que nos hace humanos y nos
aleja del instinto animal. Todas las maravillas y las atrocidades del mundo nos
son dadas por la palabra.
En
cuántas parejas podríamos decir que uno de los dos por momentos se comporta
como un “adulto bebé”, o bien se intercambian esos papeles. Quieren ser niños a
solas con mamá.
Pero,
¿qué clase de desgarro, qué consecuencias trae para un “adulto bebé” ser mortal
durante el día e inmortal en el transcurso de la noche?
LIDIA ANDINO TRIONEPsicoanalista
OCTAVIO PAZ: SU(R)REALISMO*
ROSARIO HERRERA GUIDO
circunnavegaciones y circunvalaciones,
circunvuelos en Asia, Europa y América:
la exploración del túnel de las correspondencias,
la excavación de la noche del lenguaje,
la perforación de la roca:
la búsqueda del comienzo,
la búsqueda del agua”.
I
Octavio Paz no sólo se aproximó en su creación poética
y ensayística al surrealismo, también escribió sobre este movimiento artístico
que estará siempre entre las mujeres y los hombres. Porque André Breton le
obsequió dos regalos: 17 Arcanos y los secretos de la mística oriental, para
que descubriera otros misterios de la palabra, los gramas del mono,
siempre a mitad del camino, a través de bosques de signos, entre “algaraniñas y pajarabías, plegarias de los perendigos, babeantes súplicas de los mendigrinos,
gluglú de dialectos” (Paz, El
Mono Gramático. Barcelona, Seix Barral, 1974:102).
En su trayecto al surrealismo, Paz bebió en las
tabernas de todos los poetas el mismo vino. El lenguaje, el cosmos y el amor fueron
la sustancia prima de su código sagrado, que muda su ropaje acorde a la
tonalidad de sus imágenes poéticas. Su retorno mítico al origen no es
repetición de lo mismo, pues lleva en el vientre un decir naciente, que crea nuevos
(uni)versos.
El amor, la vida y la imaginación, el tríptico
soñado por Alquié, son los temas surrealistas de los que brota una estética
cósmica: las relaciones humanas con el universo. Una metafísica que le concede
al mundo un carácter sagrado. En el fresco surtidor de los románticos se bañan
los poetas surrealistas, pero una nueva fuente brota de ese bautismo poético. La
unidad de los contrarios: sueño y realidad, le rève et la réalité
—como canta Breton en el Manifiesto, La surréalité: una realidad
absoluta (une sorte de réalité absolue). Lo real y lo
imaginario, los ángeles y los demonios, lo decible y lo indecible. El
surrealismo es el marro con que se realiza la demolición radical de la lógica y
su principio de identidad.
El surrealismo es la búsqueda del comienzo, por el camino de Galta, en dirección contraria a la actividad normal del hablante, cuya función consiste en reproducir y construir frases, mientras que aquí se trata de desmontarlas y desacoplarlas, deconstruirlas: “ […] deberíamos remontar la corriente, desandar el camino y de expresión figurada en expresión figurada llegar hasta la raíz, la palabra original, primordial, de la cual todas las otras son metáforas" (Paz, El Mono gramático, Barcelona, Seix Barral, 1974:27).
Se trata de la originalidad, más todavía, de la belleza.
Aquí está lo lúdico, lo mítico y trascendental. No se trata de un puro juego
sin ton ni son de la poesía. El proyecto de la estética surrealista de Octavio
Paz quiere decir el mundo. Las palabras, que a partir del surrealismo
según Blanchot laten, tienden a gastarse como las monedas (según Nietzsche).
Por ello hay que parir nuevas palabras, alargarlas (como enseña Aristóteles en
su Poética), o meterlas en una valija (como Lewis Carroll). Cirujano de
palabras, de los cortes aquí y allá en los significantes, rapsoda del azar y la
libertad, el poeta surrealista desencadena las palabras, emancipa lo imaginario
y lo simbólico para entrar al corazón de Lo Real.
La liberación del lenguaje no sólo implica a lo
sagrado, también a la Otredad, a lo Absolutamente Otro, el universo de lo
Simbólico, la diferencia entre el hombre y la naturaleza, el borde entre el
adentro y el afuera, que se resuelve en una Banda de Moebius, en un solo Real. Un
Otro con mayúscula, que también es lo femenino, la mujer y el Otro Sexo. La
mujer amada, magnética, divina, la que engendra el mundo, la llave del
misterio, el secreto de la naturaleza, la diferencia, la promesa, el regreso al
origen y la inocencia perdida, a la unidad de los contrarios: poética del
destino y destino poético. La mujer fugitiva, fantasma, instante, como Nadja y
Melusina: la mujer despierta lo inconsciente, es el "punto supremo"
en el que los contrarios se encuentran en el dintel de la puerta que hay entre el
sujeto y el objeto, el exterior y el interior, el punto de
"extimidad" (como diría Jacques Lacan).
El surrealismo es la temporalidad del mundo y el
mundo temporal; la eternidad de los valores y los valores eternos: el amor, la
libertad y la poesía; el camino hacia "la luz", en compañía de Breton,
donde se anudan el amor, la pasión y la idea. Voluntad de Poemar, pues el poeta
surrealista se abisma en las fauces del vacío y atraviesa el infierno. Todo por
ser fiel a un deseo disidente.
Pero Octavio Paz se diferencia de los surrealistas.
La escritura automática y la asociación libre no lo convencen. Una Voluntad
Lúcida siempre debe palpitar en su poesía, como lo logra Gastón Bachelard en
sus textos de poética. No se trata de desbordar palabras para inundar las
páginas, no es la escritura salida de los golpes en la frente, ni la
espontaneidad facilona. La poeta para Octavio Paz debe ser humilde para recibir
los dones de los dioses, que no debe despreciar, pero para pulirlos con el
cuidado con el que se pule un diamante, por amor a sus destellos. Así lo define
Paz: “El surrealismo es el máximo de precisión para el máximo desvarío".
La originalidad del surrealismo de Octavio Paz está
en el Mito. Porque se dirige a un tiempo sin tiempo, antes de la razón y la
civilización, … responde a "la ley de la tierra" (como Antígona), al
nacimiento del sueño y el sueño del nacimiento, al origen del fuego: a la Piedra
de Sol.
Donde nacen los caminos, en el primer sueño, hacia
la fuente interior, antes del origen, ahí donde la "otra voz" se
derrama y vierte todo su ser, una vez que El Cántaro Roto derrama el
agua seminal de la palabra, que busca el comienzo de la palabra: "[…] hay
que soñar en voz alta, hay que cantar hasta que el canto eche / raíces, tronco,
ramas, pájaros, astros […] hay que soñar hacia atrás, hacia la fuente, hay que
quemar siglos / arriba, / más allá de la infancia, más allá del comienzo, más
allá de las / aguas del bautismo […] hay que desenterrar la palabra perdida,
soñar hacia dentro y / también hacia afuera {…] ni adentro ni afuera, ni arriba
ni abajo, al cruce de caminos, / adonde empiezan los caminos, / porque la luz
canta con un rumor de agua, con un rumor de / follaje canta el agua / y el alba
está cargada de frutos, el día y la noche reconciliados / fluyen como un río
manso, / el día y la noche se acarician largamente como un hombre y una / mujer
enamorados, / como un solo río interminable bajo arcos de siglos fluyen las /
estaciones y los hombres, / hacia allá, al centro vivo del origen, más allá de
fin y comienzo”. Donde la poesía es mito y el mito es poesía, eterno retorno a
la palabra de la que nacen todas las demás palabras, liberación del tiempo
lineal: extemporaneidad.
Por ello la sustancia de la poesía y del mito es la
misma. Su auténtico tema, dice Paz: "[...] es la oposición entre la
cultura y la naturaleza tal como se expresa en la creación humana por
excelencia: la cocción de los alimentos por el fuego domesticado. Tema
prometeico de resonancias múltiples: escisión entre los dioses y los hombres,
la vida continua del cosmos y la vida breve de los humanos pero asimismo
mediación entre la vida y la muerte, el cielo y el agua, las plantas y los
animales” (Paz, Claude Lévi-Strauss o el Nuevo festín de Esopo. Joaquín
Mortiz, 1987:47-48).
MATILDE RAS
(1881-1969)
MARÍA LUISA
MAILLARD
“Amo a veces un libro como se ama a un amante; no es pura metáfora, es una analogía. Al despertar por la mañana, pienso en él con el contento de que está a mi alcance. Salgo de casa y pienso en él […]; y a mi vuelta, entro en casa con la impaciente alegría de que él me espera”. (Matilde Ras, Diarios).
Si
existe algún elemento definitorio de la figura de Matilde Ras, es su amor por
los libros, por la palabra escrita. Si pensar es hablar por dentro, escribir es
depositar el alma en las palabras. Creció rodeada de libros. Tuvo una madre,
Matilde Fernández, culta, moderna, traductora y autora de una novela feminista Concha, historia de una librepensadora, que
tomó a su cuidado la educación de su hija mayor, Matilde y su hermano menor,
Aurelio. A edad temprana, cuando la niña ya leía a los clásicos franceses en su
propio idioma, cayó en sus manos un libro del abate Juan Hipólito Michon, autor
que fundó en 1871 la primera Sociedad de Grafología, después de publicar Los
Mystéres de l’écriture. Siguiendo su estela, Matilde Ras llegó a
convertirse en la pionera de la Grafología científica en lengua española.
Aunque, como veremos, su extensa obra no se limitará al estudio y difusión de la Grafología; sin duda fue su amor por la palabra escrita, el que la llevó a profundizar en una de sus posibles dimensiones, hoy cuestionada por la ciencia. Y es que hubo un tiempo, no tan lejano, en que los hombres, y no digamos las mujeres, escribían a mano. Los trazos que se deslizaban por el papel tenían una relación íntima con las palabras que plasmaban, con el tiempo lento de su elaboración e, intuían algunos, con el sentimiento y los rasgos caracterológicos de la persona que dibujaba la realidad sobre el papel.
Matilde Ras y Elena Fortún |
La
Grafología, el estudio de la personalidad, a través de los rasgos de la
escritura, tuvo un gran desarrollo en la primera mitad del siglo XX, siguiendo
la estela del iniciador del género, el abate Michon, con tres nombres de
referencia: el médico Jules Crépieux Jamin, quien modernizó la escuela francesa
de Grafología; el filósofo Ludmig Klages, quien en 1900 funda la Sociedad
Alemana de Grafología; y el psicólogo Max Pulver, quien funda la Sociedad
Grafológica Suiza y determina en 1931 las leyes generales de interpretación.
Matilde Ras, desarrolla su estudio, en un contexto en el que la grafología era
considerada una ciencia, capaz de aportar datos valiosos, tanto en la
judicatura como en la medicina psiquiátrica.
Había nacido Matilde Ras en Tarragona en 1881, en el seno de una familia culta: Su padre era arquitecto y su madre maestra, traductora del francés y amante de El Quijote, querencia que transmitió a su hija. Su primera infancia transcurre en Cuba, hasta que, a la muerte del padre, la familia regresa a España y se instala en Madrid. Ya desde niña, muestra habilidades artísticas, apoyada en todo momento por su madre. Dibuja, traduce a Verlaine, Baudelaire y Valery; se entusiasma con Voltaire, y comienza a publicar en revistas infantiles.
A
raíz de la lectura del abate Michon, se interesa por la Grafología. En 1910
abre en Madrid un consultorio grafológico y comienza a colaborar en revistas
como Por esos mundos, donde consigue
una sección de Grafología, después de
haber pasado la prueba de analizar la escritura de varios de sus redactores.
También colaborará con el Heraldo, La
Estampa, y Blanco y Negro, la revista de ABC;
pero no olvida su afición primera y en 1915 publica Cuentos de la Gran Guerra, recopilación de relatos, ambientados en
la 1ª Guerra Mundial; al que seguirá en 1918 Quimerania, libro igualmente de relatos.
En
1917 publica el considerado primer estudio serio sobre Grafología en España: Grafología. Estudio del carácter por la
escritura, prologado por el maestro francés Crépieux Janin, discípulo del
abate Michon. A partir de ese momento, inicia un proceso de divulgación de la
disciplina, a través de revistas españolas e hispanoamericanas.
De
1923 a 1926, gracias a una beca de la Junta de Ampliación de Estudios, reside
en París para perfeccionar sus conocimientos en la escuela de grafología
francesa y logra el Diploma de Peritaje caligráfico. A su regreso a España
comienza a colaborar con el diario ABC, al que ya seguirá fiel, a lo
largo de su trayectoria profesional y en donde conoce a Elena Fortún,
introduciéndose en el Círculo Sáfico de Madrid, creado por Victorina Durán en
el seno del Lyceum Club. Iniciarán una estrecha amistad, consolidada en 1937,
año en el que Matilde Ras debe refugiarse por un tiempo en casa de su amiga, al
haber sido bombardeada su propia vivienda. Se distancian al finalizar la guerra
cuando Elena Fortún parte a La Argentina, siguiendo a su marido Eusebio Gorbea,
aunque no pierden el contacto. En 1929, año de su encuentro en la redacción de
ABC, Matilde Ras había publicado el libro Grafología.
Las grandes revelaciones de la escritura y se había convertido en profesora
de Grafología Práctica en el Instituto Internacional. Elena Fortún acababa de
introducir a Celia en la literatura infantil. Es en esta época, ya iniciados
los años 30, en la que Matilde Ras se introduce en el género infantil. Traduce
a Charles Perrault, los hermanos Grimm y Hans Christian Andersen. También pone
en pie tres obras teatrales: El amo, El
taller de Pierrot, y La hermosa
hilandera y los siete pretendientes, esta última obra, representada en
Panamá.
Al
finalizar la guerra, Matilde Ras se marcha a Portugal, donde reside de 1940 a
1942. A su regreso, publicará en 1946 un Diario,
describiendo la vida de los años 40 en Portugal, convertido en un oasis, frente
a la guerra europea y la posguerra española, tras los horrores de la guerra
fratricida. Retoma su consultorio grafológico y sus colaboraciones en prensa.
En 1947 publica El retrato grafológico
y en 1951 Historia de la escritura y
Grafología. Su última obra será la novela Heroísmos oscuros, en 1968, un año antes de su fallecimiento.
Hemos
traído a nuestra sección de “Mujeres olvidadas” a una mujer luchadora en
tiempos difíciles, que amaba los libros y las insospechadas virtualidades de la
palabra escrita.
MARÍA LUISA MAILLARD
RESEÑA DE LA EXPOSICIÓN
DE DELHY TEJERO EN EL MUSEO PATIO HERRERIANO DE VALLADOLID, EL CULTURAL,
POR ELENA VOZMEDIANO.
La figura de Victoria Ocampo no
deja de despertar interés y solicitar nuevas relecturas. Hace unos meses, en
España, Lidia Andino Trione brindó su punto de vista sobre el recorrido
biográfico y cultural de la intelectual argentina en Vida de Victoria Ocampo
(Madrid, Eila Editores, 2022).
El volumen forma parte de una
serie de textos monográficos dedicados a ilustrar la vida de las mujeres, un
proyecto apoyado por la Asociación Matritense de Mujeres Universitarias,
destinado a lectoras que quieran acercarse por primera vez a personalidades
emblemáticas de la cultura mundial. Tiene el mérito de esbozar los aspectos
centrales de la biografía de Ocampo y, siguiendo una práctica consolidada,
presenta un conjunto de imágenes bastante conocidas que retratan a Victoria
Ocampo en diferentes momentos de su vida. Quizás lo más destacable de esta
nueva biografía resida en la atención puesta en describir la relación entre
Ocampo y la cultura española. Si la propia Ocampo aportó numerosas páginas
sobre su relación con el filósofo Ramón Ortega y Gasset que ilustran la
alternancia de fases de sus conversaciones, menos difundidas están las
informaciones sobre su relación con María de Maeztu y sobre su amistad con
Soledad Ortega, la hija del filósofo español. En estas páginas, el ensayo
divulgativo de Andino reconstruye los momentos de los encuentros y las
oportunidades que Ocampo quiso ofrecer a María de Maeztu, exiliada por el
franquismo. También deja amplio espacio para recorrer los momentos
significativos del intercambio con la poeta chilena Gabriela Mistral y,
finalmente, hay algunas referencias al encuentro con Virginia Woolf, a quien
Ocampo visita en Londres. Sin embargo, la biografía no se limita a resaltar el
impacto de las amistades femeninas en las iniciativas impulsadas por Ocampo en
Argentina. Como se sabe, a lo largo de su larga actividad como directora de la
revista Sur, a partir de 1931 y unos años más tarde de la Editorial Sur,
Ocampo pudo acceder a las innovaciones literarias occidentales y se convirtió
en divulgadora de algunas voces de la narrativa europea y americana. Sus
estancias en Europa y luego en Estados Unidos la pusieron en contacto con
pensadores, editores, cineastas, músicos y artistas que, con sus obras y sus
conversaciones, alentaron a Ocampo a desarrollar una cultura original, fundada
en el respeto a la diversidad y al diálogo. Los innumerables encuentros
organizados en Buenos Aires para debatir innovaciones culturales, las
invitaciones a realizar conferencias dirigidas a intelectuales, a veces
noveles, que menciona Andino Trione, la convierten en una incansable promotora
del talento. Ocampo, nos recuerda la biografía reciente, frecuentaba a Lacan,
von Keyserling, Drieu La Rochelle, Caillois, Tagore. Una selección de nombres
que nos permite captar la variedad de intereses cultivados.
RENATA ADRIANA BRUSCHI
Hirayama
es un hombre solitario, de mediana edad, que trabaja como limpiador en los
lavabos públicos de Tokio. Su vida es de una austeridad y soledad casi monacal:
se levanta siempre a la misma hora, se lava los dientes, cuida sus plantas, va
al trabajo, saca fotos a los árboles, frecuenta la sauna pública, acude al mismo
restaurante, escucha en su camioneta la misma música, lee a Faulkner, compra
libros de oferta… Cada día y cada hora hace lo mismo de manera calmada. Este
hombre risueño y educado apenas habla y sus relaciones personales son mínimas:
un compañero de trabajo, la dueña del restaurante, la novia de su compañero y las
personas que se va encontrando casualmente. Ninguna de sus relaciones puede
considerarse significativa y, a pesar de llevar una vida tan frugal en lo
material y en lo afectivo, se muestra plácidamente sereno y sonriente. Casi le
envidiamos. ¿Es esta narración una alabanza a la vida sencilla, a la soledad, a
la búsqueda interior y a la huida del mundo? Parece ser que sí.
Sin
embargo, un día, tras años sin verse, le visita en su humilde vivienda una
sobrina adolescente. Hirayama se alegra de este rencuentro, hay sintonía auténtica
entre los dos y comparte con ella el mundo en el que vive. El director nos muestra
la cara oculta del personaje: procede de un entorno acaudalado y, al parecer,
perturbador. En un breve reencuentro con su hermana, cuando va a buscar a su
hija, descubrimos la existencia de un padre al que no puede o no quiere
perdonar. ¿Un padre terrible? No lo sabemos. Los datos que Wenders nos ofrece
son insuficientes. Nos informa, eso sí, de que algo inasumible para Hirayama
sucedió entre ellos. Y tras una escena, tan breve como desgarradora, en la que el
protagonista se rompe, la película abre un interrogante que quedará obturado y
se convertirá en un enigma. ¿Qué le sucedió a Hirayama?
La
narración, ya no es solo una alabanza a las cosas más simples de la vida, es el
planteamiento, sin resolver, del por qué de la elección y creación de un mundo
determinado para vivir y no de otro. ¿Por qué el protagonista elige, entre
todos los oficios humildes que existen, limpiar de manera obsesiva la mierda de
los otros? ¿Limpia la mierda en la que vivió, la culpa por haberla vivido, el
rencor insuperable al padre…? No lo sabemos. Wenders nos deja solos a la hora
de responder. Podemos imaginar respuestas, pero no tenemos certezas. Y ese
interrogante abierto e irresoluble es una de las muchas cualidades que esta
hermosa, sensible y exquisita película nos ofrece.
Perfect
days
es, en mi opinión, algo más que una descripción laudatoria de la vida tranquila
donde el ego ha sido sustituido por el silencio y la invisibilidad. Es, además,
el planteamiento de muchos porqués. Es una incógnita, ese jeroglífico que somos
todos y del que solo podemos dar explicaciones limitadas y difusas, como las
sombras que aparecen a lo largo del film y que en el mundo japonés tienen tanto
peso simbólico. Esa necesidad que tiene el protagonista de convertirse en
sombra de sí mismo para no desestabilizarse y ese impulso de seguir un ritmo de
vida monótono para mantener a raya un mundo sin ninguna relación humana íntima
y vigorizante. La creación de un mundo burbuja férreo, en el que no se permiten
relaciones humanas auténticas para no sufrir y no romperse. Las sombras propias
y ajenas en las que se refugia cuando alguien le pide ayuda real y
comprometida.
Wenders
nos regala una hermosísima película que es posible, sobre todo, por la
magnífica actuación de Kôji Yakusho. Esta excelente narración intimista nos
habla de la armonía de lo pequeño, del enigma ser humano, de la sombra que
somos y de las sombras que nos habitan.
ISABEL BANDRÉS
https://www.youtube.com/watch?v=YvGtMf-hapc
Nicholas
Winton fue un inglés de procedencia judía que salvo en 1939 a cientos de niños
judíos de morir en los campos de concentración nazis. Los niños de Winton nos narra una hazaña portentosa y nos describe
su personalidad admirable. Como narración cinematográfica no es gran cosa. Es
una película plana y técnicamente aburrida que no tiene nada que ver con La lista de Schindler de Spielberg en
cuanto estructura narrativa. La película que nos ocupa es previsible y falta de
imaginación, pero cuando aparece Anthony Hopkins, dando vida a un anciano
Nicholas Winton, la película cobra vida y se deja ver. Es una pena que la que
podría haber sido una buena película, había tema y personaje, se quede en una
descripción de vida ejemplar mezclada, sin ningún pudor, con una buena dosis de
chantaje sentimental. Las escenas de los programas de televisión y la escena
final en la casa de Winton están rodadas para provocar la lágrima fácil del
público. Es triste que un mal guión, unos diálogos desafortunados y una
narrativa vulgar lastren la historia real y conmovedora de Winton.
Nicholas
Winton, Niky, fue un joven agente de bolsa inglés que en uno de sus viajes a
Praga se da de bruces con la realidad vital de miles de niños judíos que pronto
serán trasladados a los campos de exterminio nazi. Niky junto a su madre y unos
amigos, deciden salvarlos y buscarles un hogar en Inglaterra. Logran sacar de
Praga a 669 niños. Esta tarea ingente que requiere gestión, trabajo, valor y un
alto grado de sacrificio (algunos de los componentes del grupo morirán en el
intento) deja en nuestro protagonista un profundo sentimiento de culpabilidad
por no haber podido salvar a más, por llegar tarde para muchos. Piensa más en
los que no salvó que en los que ayudó a salir del infierno nazi.
En
aquellos años, hubo gentes con un alto grado de humanidad que lograron de
manera desinteresada —y aún a costa de sus vidas—, proteger las de otros. En el
campo de Auschwitz, Primo Levi no muere de hambre gracias al albañil italiano
Lorenzo Perrone. El autor de Si esto es
un hombre afirma: “Es a Lorenzo a quien le debo estar vivo hoy”. Lorenzo se
jugaba la vida cada vez que le llevaba algo de comida. Primo Levi dice de él:
“Su humanidad era pura e incontaminada… Gracias a Lorenzo no me olvidé yo mismo
de que era un hombre”. Podemos decir lo mismo de Winton y de otros. Gracias a
ellos no nos olvidamos de que somos seres humanos. Y ese es el valor de esta
película: recordarnos lo que tantas veces olvidamos, nuestra humanidad.
Una
película muy mediocre, un actor (Hopkins) soberbio y una historia para recordar
son los componentes de esta narración.
ISABEL BANDRÉS
https://www.youtube.com/watch?v=OrfBqy0yXLg
ELLA FITZGERALD
“La primera dama de la canción” o “Lady
Ella”, así denominaban a Ella Jane Fitzgerald (Newport News 1917-Beverly Hills 1996) que junto a Billie Holiday y Sarah
Vaughan, conformaban la Santísima Trinidad de las más importantes e influyentes
mujeres intérpretes de jazz. Y de las tres, la reina era Ella Fitzgerald.
Su técnica inigualable, su afinación
perfecta y su rango vocal de tres octavas favorecieron el amplio repertorio en
el que podía moverse con facilidad, desde góspel, calypso, samba, blues, swing,
hasta baladas, pop… Anticipó el advenimiento del bebop con el “scat”, técnica
ésta que consistía en improvisar vocalmente con sílabas sin sentido.
Ella Fitzgerald contaba, además, con lo
que se denomina “el oído absoluto”, que algunos cantantes tenían entonces: Nate
King Cole, Buddy Greco, Jack Jones, Vera Lynne, Vic Damone… El “oído absoluto”
consiste en la capacidad de poder identificar, o reproducir, cualquier nota
musical al escucharla y sin ninguna referencia de otras notas; lo que permite
reconocer tonos, escalas y acordes. Es una de las habilidades más asombrosas
del ser humano y se dice, desde hace poco, que el “oído absoluto” se da en
personas que, frecuentemente, presentan sinestesias. Quiere esto decir que pueden
experimentar un sentido al mismo tiempo que otro y también, que pueden
experimentar un sentido de dos maneras… Ver letras o números con un color
específico; por ejemplo, visualizar siempre la letra “A” en color verde. Los
científicos no saben todavía por qué ocurre esto y la vía de investigación la
dirigen a la comunicación entre sí de las neuronas. Pero bueno, este esta es
otra historia. El caso es que muy pocas personas cuentan con “oído absoluto”. Mozart
lo tenía.
La suya fue una vida de superación
constante: mujer, negra y pobre; el abandono del padre, la prematura muerte de
la madre, un reformatorio para menores, dormir en la calle… Hasta que una buena
decisión la llevó a presentarse a un concurso de talentos en el famoso teatro
Apollo de Harlem, donde improvisó una canción que puso al público en pie.
Comenzó después una gira en solitario por clubs, cabarets y teatros; la primera
grabación Love and Kisses y en 1983 su primer hit con A-Tisket,
A-Tasket. Poco a poco —no sin contratiempos—, pasó a cantar “en las
grandes ligas” y a interpretar canciones de los más grandes. En los 50, al
mismo tiempo que Sinatra —para ser justos—, sentó las bases de la canción
melódica interpretando versiones de los grandes compositores de esa época,
como Cole Porter, Duke Ellington, George Gershwin, Jerome
Kern, Irving Berlin, Johnny Mercer… Gershwin llegó a decir: "Nunca pensé
que mis canciones fuesen tan buenas hasta que las escuché cantadas por Ella".
Más de 250 canciones, 19 álbumes… En fin,
como siempre, lo mejor es escucharla. ¡Que la disfruten!
SUSI TRILLO
ELLA FITZGERALD "OLD MACDONALD HAD A FARM"
(ON THE ED SULLIVAN SHOW)
https://www.youtube.com/watch?v=7mLslJMxPvQ&list=RDEMma8jjIfirADYMoUWSsoV6g&index=3
ELLA FITZGERALD & COUNT BASIE - A TISKET A TASKET
(NORMAN GRANZ JAZZ IN MONTREUX 1979)
https://www.youtube.com/watch?v=Ablt3kaGtnY
ELLA FITZGERALD AND DUKE ELLINGTON "DO NOTHING TILL
YOU HEAR FROM ME"
(ON THE ED SULLIVAN SHOW)
https://www.youtube.com/watch?v=INJVFZK0k0I&list=RDEMma8jjIfirADYMoUWSsoV6g&index=7
ELLA FITZGERALD, IN “DESAFINADO”
(TV SPECIAL, SWEDEN, 1963)
https://www.youtube.com/watch?v=u2bigf337aU&t=1s
ELLA FITZGERALD AND DUKE ELLINGTON "IT DON'T MEAN A THING”.
(ON THE ED SULLIVAN SHOW)
https://www.youtube.com/watch?v=myRc-3oF1d0&t=33s
ELLA FITZGERALD & DUKE ELLINGTON - "IMAGINE MY
FRUSTRATION"
(THE STOCKHOLM CONCERT," 1966)
https://www.youtube.com/watch?v=oJzZEbyEEXk
Maravillosa la voz de Ella Fitzgerald, hacía mucho que no la escuchaba. Gracias.
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